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Autor Tema: Transición estructural y tecnología  (Leído 28596 veces)

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pepiton

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Re:Automatización industrial: el origen de todos los males
« Respuesta #15 en: Marzo 10, 2012, 21:01:07 pm »
Resumen:

En la critica del libro de Rifkin, que menciono en un post anterior, se hace una interesante reflexión sobre la creación de nuevas formas de trabajo, unas de las cuales la estamos viviendo hoy en día.

"La solución sería la entrada en el mercado de servicios realizados hasta el momento por la familia y, básicamente por las mujeres."

Entiendo aquí la nueva Ley 39/2006, de 14 de diciembre, de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las personas en situación de dependencia. La famosa ley de dependencia que introduce en el sistema a trabajadores que antes no existían como tales.

pepiton

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Re:Automatización industrial: el origen de todos los males
« Respuesta #16 en: Marzo 10, 2012, 21:02:13 pm »
Solicito a la moderación que el hilo  http://www.transicionestructural.net/transicion-estructural/deudalismo-decrecimiento-y-tecnologia/ sea unido a este, si le parece bien a pepiton, por supuesto..


Naturalmente, toda aportación es bienvenida

pepiton

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Re:Automatización industrial: el origen de todos los males
« Respuesta #17 en: Marzo 10, 2012, 21:03:44 pm »
Resumen

Interesante artículo sobre el tema en este blog

El dinero ha muerto (II Parte) > Crisis Económica 2010 > Crisis económica 2010: Inicio

No estoy de acuerdo en todo lo que dice pero me ha parecido interesante, me quedo con este párrafo.

"...Hablando en plata: el sistema recompensa la escasez. El sistema recompensa mecanismos que eliminan la abundancia real. Ahí entraría la publicidad, el marketing, las modas, los mass media, las políticas de excedentes, y todo tipo de aberraciones encaminadas a que el sistema se mantenga en unos precios altos....."

pepiton

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Re:Automatización industrial: el origen de todos los males
« Respuesta #18 en: Marzo 10, 2012, 21:04:19 pm »
Resumen:

Alvin Toffler

Alvin Toffler (Nueva York, 3 de octubre de 1928) es un escritor y futurista estadounidense doctorado en Letras, Leyes y Ciencia, conocido por sus discusiones acerca de la revolución digital, la revolución de las comunicaciones y la singularidad tecnológica. Sus primeros trabajos están enfocados a la tecnología y su impacto (a través de efectos como la Sobrecarga informativa). Más tarde se centró en examinar la reacción de la sociedad y los cambios que ésta sufre. Sus últimos trabajos han abordado el estudio del poder creciente del armamento militar del siglo XXI, las armas y la proliferación de la tecnología y el capitalismo. Entre sus publicaciones más famosas se destacan La revolución de la riqueza, El cambio de poder, El shock del futuro y La tercera ola

Alvin Toffler - Wikipedia, la enciclopedia libre

La tercera ola

En su libro La tercera ola, Toffler introduce un concepto de ola que engloba todas las consecuencias biológicas, psicológicas, sociales y económicas que se derivan de cada una de las civilizaciones verdaderamente distintivas.

Dentro de estas civilizaciones describe:

La primera ola como la revolución agrícola. Una civilización basada en el autoabastecimiento que origina toda una ola de consecuencias culturales. Dura miles de años.
La segunda ola como la revolución industrial. Una civilización que escinde la figura del productor de la del consumidor. Las consecuencias culturales son la uniformización, la especialización, la sincronización, la concentración, la maximización y la centralización. El poder en esta segunda ola es ostentado por los que llama "integradores", que son aquellos que se ocupan de coordinar y optimizar los procesos de producción. En todas las sociedades en las que predomine la segunda ola, surgen de forma natural la burocracia y las corporaciones.
La tercera ola es la sociedad post-industrial. Toffler agrega que desde fines de la década de 1950, la mayoría de los países se han alejado del estilo de sociedad de "segunda ola", tendiendo hacia sociedades "tercera ola". Acuñó numerosos términos para describir este fenómeno y cita otras como Era de la información creadas por otros pensadores.

En una simplificación de la historia de la humanidad, sitúa en el centro de la evolución de cada sociedad la coexistencia y el reemplazamiento entre "olas".

“Un analfabeto será aquel que no sepa dónde ir a buscar la información que requiere en un momento dado para resolver una problemática concreta. La persona formada no lo será a base de conocimientos inamovibles que posea en su mente, sino en función de sus capacidades para conocer lo que precise en cada momento».Alvin Toffler (La tercera ola)

La tercera ola - Wikipedia, la enciclopedia libre

El libro: Toffler, Alvin - La tercera ola

"....Todas las sociedades que atraviesan la transición hacia la tercera ola se enfrentan con problemas de desempleo a corto plazo cada vez más profundos. A partir de los años cincuenta, grandes aumentos operados en el sector de empleados y de servicios absorbieron a millones de obreros que habían quedado en paro al irse reduciendo el sector de fabricación. Hoy, al automatizarse también el sector de los empleados, se plantea la grave cuestión de si una nueva expansión del sector de servicios convencional puede remediar la situación. Algunos países enmascaran el problema tratando de suavizarlo, incrementando las burocracias públicas y privadas, exportando trabajadores excedentes, etc. Pero el problema sigue siendo insoluble dentro del marco de la economía de la segunda ola.

Esto ayuda a explicar la importancia de la próxima fusión de productor y consumidor, lo que yo he llamado el auge del prosumidor...."

pepiton

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Re:Automatización industrial: el origen de todos los males
« Respuesta #19 en: Marzo 10, 2012, 21:06:41 pm »
Resumen:

Interesante libro sobre el tema

http://www.thelightsinthetunnel.com/LIGHTSTUNNEL.PDF

The Lights In the Tunnel - Automation, Accelerating Technology and the Economy of the Future

What will the economy of the future look like?
Where will advancing technology, job automation, outsourcing and globalization lead?

Is it possible that accelerating computer technology was a primary cause of the current global economic crisis—and that even more disruptive impacts lie ahead?

This groundbreaking book by a Silicon Valley computer engineer and entrepreneur explores these questions and shows how accelerating technology is likely to have a highly disruptive influence on our economy in the near future—and may well already be a significant factor in the current global crisis.

THE LIGHTS IN THE TUNNEL employs a powerful thought experiment to explore the economy of the future. An imaginary "tunnel of lights" is used to visualize the economic implications of the new technologies that are likely to appear in the coming years and decades.

The book directly challenges nearly all conventional views of the future and illuminates the danger that lies ahead if we do not plan for the impact of rapidly advancing technology. It also offers unique insights into how technology will intertwine with globalization to shape the twenty-first century and explores ways in which the economic realities of the future might be leveraged to drive prosperity and to address global challenges such as poverty and climate change.

Me quedo con esta gráfica.


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Re:Automatización industrial: el origen de todos los males
« Respuesta #20 en: Marzo 10, 2012, 21:07:46 pm »
Resumen.

Habrá más trabajos para las máquinas, pero no para la gente de EEUU - elEconomista.es

"....La automatización de cada vez más trabajo realizado por humanos es el tema central de Race Against The Machine, un e-book que se publicó ayer. "Muchos trabajadores, en definitiva, están perdiendo la carrera contra las máquinas", según los autores...."

"...Los autores del MIT argumentan que la automatización se está acelerando, pero no todo el mundo lo comparte. El opositor más destacado es Robert J. Gordon de Northwestern y Tyler Cowen de George Mason University, que sostienen que la mejora de la productividad por la innovación tecnológica subió desde 1995 hasta 2004 pero se ha estancado desde entonces....."

pepiton

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Re:Automatización industrial: el origen de todos los males
« Respuesta #21 en: Marzo 10, 2012, 21:08:39 pm »
Resumen:

Cuando el robot-esclavo-humano chino da señales de agotamiento se pasa a la siguiente fase.

http://www.burbuja.info/inmobiliaria...-del-bano.html

http://www.burbuja.info/inmobiliaria...-3-anos-5.html

Relacionado con el tema principal

http://www.burbuja.info/inmobiliaria...l-trabajo.html

pepiton

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Re:Automatización industrial: el origen de todos los males
« Respuesta #22 en: Marzo 10, 2012, 21:09:23 pm »
Resumen.

Iniciado por pepeleches Ver Mensaje

    Cuando hay dinero suficiente, puede haber progreso social. En la pobreza no es posible; con desarrollo económico se puede plantear dar pasos en ese sentido, pero si no lo hay...pues no.

    Ahora que China está creciendo económicamente, hay huelgas, mejoras de sueldo, etc. Hace 20 años, no, porque no había nada que reclamar.

    Pensar que las mejoras sociales llevan a mejoras económicas es pensar que se puede arreglar la economía de Etiopía poniendo pensiones o subsidios de desempleo (por poner un ejemplo).

    Y el problema es que mucha gente cree que puede ser así...


Cuando hablo de mejoras sociales lo hago a nivel global, mundial. La idea de un cambio social ha de ser a nivel planetario y empezar a planificar para el ser humano. Somos 7000 millones de personas y con la tecnología actual sólo con el trabajo de ¿1000? se pueden generar todos los bienes necesarios para los otros 6000 (dejando chorradas no necesarias a parte), ¿que hacemos entonces con esos 6000 que no son necesarios para la maquinaria de producción?.

Aunque no me gusta ponerme en los extremos imaginemos que la sociedad avanza tecnológicamente lo suficiente como para no necesitar de mano de obra humana para producir cualquier producto, que pasará entonces si no se ha avanzado socialmente. Aquí hay multiples posibilidades.

- Quedarán sobre el planeta 500 personas de la elite pues no necesitan al resto.
- Se producirá un reparto de los bienes entre los que vivan en ese momento con el único limite de la sostenibilidad.......

Cuando hablo de progreso social me refiero a como se reparte la riqueza o a como se articula la sociedad para que todos tengamos un nivel de vida adecuado (ojo no igual, que a mi lo que me jode no es que haya ricos sino que haya pobres).

Actualmente el mundo es "desigualdad injusta" donde un 1% pisa al 99% restante, donde cada vez los ricos son más ricos y los pobres son más pobres y es aquí donde nos hemos estancado, no hemos logrado avanzar socialmente para frenar esas desigualdades y es aquí donde la I+D "social" (entendiendo esta como suma de politica+economía+.....) se ha estancado y aún más está en franco retroceso.

Necesitamos una REVOLUCION GLOBAL, un PLAN GLOBAL para salir de la cloaca de mundo que hemos creado.

pepiton

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Re:Automatización industrial: el origen de todos los males
« Respuesta #23 en: Marzo 10, 2012, 21:10:09 pm »
Resumen:

Pongo aquí el hilo del forero ido que tiene relación con el tema (ver negrita)

"Sin el Hartz IV el índice de paro en Alemania superaría el 15%. | Spaniards.es, la Comunidad de Españoles en el Mundo

Sin el Hartz IV el índice de paro en Alemania superaría el 15%.

El Mito Alemán.

Cuando la cosa económica se tuerce, es costumbre antigua de la casa (Reino de España) mirar a Alemania. O más exactamente, comenzamos contemplándonos el ombligo pero como a la larga cansa, acabamos fijándonos y comparándonos con los germanos.

Alemania es una gran nación (ahora todos lo somos) de 90 millones de habitantes con una economía centrada en la exportación y un sistema de protección social consolidado.

Las comparaciones son odiosas, sobre todo cuando salimos tan mal parados. Pero lo que aquí en el Reino nos hace salivar de envidia son las cifras de desempleo:

Alemania: 6%

España: 23 %

Canarias: 29,2 %

¿Cómo han conseguido los teutones reducir este porcentaje en plena crisis? Se le ha dado muchas vueltas al asunto..., que si el modelo de contratación y despido..., que si el sistema de reparto del trabajo..., los niveles de inversión de las empresas... Lo cierto es que nadie nos ha hablado de Hartz IV. Una revolución silenciosa que está teniendo lugar en el vecino del norte.

Alrededor de 2000, la dirigencia germana se percató de un fenómeno curioso: a pesar de estar inmersos en un ciclo de expansión económica el paro aumentaba. Desde el punto de vista liberal, las cuentas no cuadraban. Para investigar el asunto se nombró una comisión de 15 miembros encabezada por Peter Hartz, (más adelante director de personal de Volkswagen) que se reunió el 22 de Febrero de 2002.

El resultado fueron una serie de recomendaciones conocidas como Hartz I, II, III y IV. Estas últimas fueron incluidas por el entonces canciller Schröder en la Agenda 2010 y entraron en vigor el 1 de Enero de 2005. A grandes rasgos, los resultados de estas reformas han sido los siguientes:

-A finales de 2010 unos 6,5 millones de alemanes (8,4% de la población total) vivían exclusivamente del programa Hartz IV. Se trata de parados de larga duración y familias sin recursos que al incorporarse al mismo dejan de figurar en las listas de desempleo. Hartz IV incluye las siguientes prestaciones:

-Pago de alquileres.

-Pago de calefacción

-Pago de conexión a Internet

-Pago de gastos de mudanza en caso de cambio de domicilio.

-Subvenciones en el transporte público.

-Considerables ventajas fiscales.

-380 mensuales por cada adulto de la unidad familiar, más 220 por cada hijo.

Además se mantienen el resto de prestaciones comunes a toda la población: educación y sanidad gratuita, dependencia, etc. A cambio, los receptores deben realizar trabajos ocasionales de interés comunitario como barrer parques, colocar alumbrado público...., cobrando una cantidad simbólica de 1 la hora.

Estas medidas han provocado una fuerte sacudida en la psicología laboral del país. Aunque desde luego existe la picaresca y se trabaja en negro, la mayoría de los beneficiarios se sienten avergonzados y es de mal gusto comentar la situación con amigos y familiares, pues la pertenencia a Hartz IV se considera una desgracia.

Con la llegada al poder de Ángela Merkel y sus aliados liberales del FDP, el entramado fue puesto en cuestión. Estos últimos argumentaban que dada la situación de crisis y los recortes salariales, estaba empezando a ser más rentable quedarse en casa que ir a trabajar. Sin embargo, en Febrero de 2010, el Tribunal Constitucional desactivó los intentos de recortar el programa, pues consideró que atentaban contra el artículo 1º de la constitución, donde se establece que todos los ciudadanos tienen derecho a una vida digna.

La cosa da que pensar. Ya no está tan claro que es trabajo y que no lo es. Lo que está pasando en Alemania es una avanzadilla de los debates y decisiones que nos esperan. El asunto tiene miga, y a poco que se reflexione se comprende que las consecuencias y las conclusiones son de alcance. De momento nos limitaremos a dos:

Sin el Hartz IV el índice de paro en Alemania superaría el 15%.

A pesar de que en público se manifieste lo contrario, la dirigencia alemana ha comprendido que incluso en una economía con gran capacidad de exportación, la introducción de avances tecnológicos en el proceso productivo destruye puestos de trabajo, generando inevitablemente paro estructural. El acierto de los paisanos de Merkel ha consistido en adelantarse a los acontecimientos y prever una salida vital mínima para la creciente mano de obra sobrante. Es decir, una versión de la Renta Básica (RB), en este caso centrada en el pago en especies (energía, vivienda, transporte, salud, comunicaciones...) más que en aportaciones dinerarias. O RB, o barbarie. El mito alemán sigue vivo.


Esta claro que no hay salvacion para nadie

PD: si esta repe papelera"

pepiton

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Re:Automatización industrial: el origen de todos los males
« Respuesta #24 en: Marzo 10, 2012, 21:10:46 pm »
Resumen:

Pongo aquí enlaces de la wiki relacionados con la reducción de la jornada de trabajo (¿solución a los problemas actuales?)

Jornada de trabajo - Wikipedia, la enciclopedia libre

"...Jornadas de 14 horas 7 días a la semana

La cantidad de horas de trabajo debe contabilizarse tanto en la jornada diaria como la semanal y anual. Así, la semana de labor tradicional y anterior a la revolución industrial era básicamente de 6 días, con 1 de descanso (viernes, sábado o domingo dependiendo de las distintas culturas y religiones). Durante la revolución industrial en Gran Bretaña y otros países la semana laboral alcanzo los 7 días sin descanso alguno con jornadas de 14 horas.3 Así ocurre todvaía en numerosos lugares del mundo donde el trabajo a destajo y la falta de derechos hace que no exista pausa diaria de trabajo. El primer paso para la reducción de la semana de 6 días fue, en los países occidentales, la implantación del fin de semana inglés que unía la tarde del sábado al domingo (1 día y medio de descanso).4 5

La extensión de una sociedad de consumo que requiere tiempo para las compras y el gasto en ocio ha generalizado en buena medida y en todo el mundo la semana laboral de 5 días; de lunes a viernes en los países de tradición cristiana y judía (fin de semana el sábado y domingo); de domingo a jueves en la mayoría de países musulmanes (fin de semana el viernes y sábado).4
[editar] Las 8 horas diarias y las 40 horas semanales
Artículo principal: Jornada de ocho horas

La reivindicación tradicional de 8 horas de trabajo, 8 horas de descanso y 8 horas de sueño se alcanzó en numerosos países en la década de 1970 a 1980. Se pasó de semanas laborales de más de 60 horas semanales a semanas de 48 horas semanales (6 días con jornada de 8 horas) y a 40 horas semanales (5 días con jornadas de 8 horas). Desde la década de 1980, a pesar del aumento de la productividad y el incremento del desempleo la jornada laboral se ha mantenido o ha crecido si se consideran las unidades familiares donde se ha pasado de 1 trabajador a 2 trabajadores (habitualmente los dos miembros de la pareja o matrimonio).4
[editar] Las propuestas pendientes: 30 horas y las 35 horas semanales

Los intentos fracasados de implantación, en los década de 1970, de la semanal laboral de 30 horas por las feministas suecas y, en los décadas de 1980 y 1990, de la semana laboral de 35 horas en Francia reflejan el estancamiento de la reducción del tiempo de trabajo e incluso, en la primera década del siglo XXI, el incremento del tiempo de trabajo. Desde posiciones neoliberales se demanda el aumento del tiempo de trabajo como condición para la prosperidad -aún cuando no resuelva el problema del desempleo-; desde posiciones sindicales se demanda una reducción de la jornada de trabajo, el reparto del mismo y la consideración del tiempo trabajado total por el conjunto de la sociedad o comunidad...."

Reducción de la jornada de trabajo - Wikipedia, la enciclopedia libre

"...Aspectos históricos de la reducción de la jornada de trabajo

Existen diversos estudios sobre sociedades cazadoras-recolectoras (Marshall Sahlins, Pierre Clastres) que indican que los aborígenes australianos de la Tierra de Arnhem y los bosquimanos del sur de África apenas dedicaban de 3 a 5 horas diarias a asegurar su subsistencia;19 En sociedades más complejas y sobre todo con la aparición de la agricultura, comienzan los intercambios (ver Economía del don y Ensayo sobre el don), y podrá hablarse de labor y labores, que requerirán más o menos dedicación e intensidad pero de ninguna manera, ni siquiera durante la actividad gremial, puede hablarse de jornada de trabajo con el significado que actualmente tiene.

El concepto histórico contemporáneo de jornada laboral va de la mano de industrialización de la producción durante la revolución industrial y la conversión del trabajo humano en fuerza de trabajo, como un factor de producción que pasa a formar parte de una economía de mercado con la teoría del valor-trabajo de los economistas clásicos (Adam Smith, David Ricardo, Karl Marx)....."

Taylorismo - Wikipedia, la enciclopedia libre

"...El taylorismo (término derivado del nombre del estadounidense Frederick Winslow Taylor), en organización del trabajo, hace referencia a la división de las distintas tareas del proceso de producción. Fue un método de organización industrial, cuyo fin era aumentar la productividad y evitar el control que el obrero podía tener en los tiempos de producción. Está relacionado con la producción en cadena...."

Taylorismo digital - Wikipedia, la enciclopedia libre

"...Taylorismo digital o taylorismo informático, referido a la organización del trabajo, se denomina a la organización global del trabajo profesional y técnico del conocimiento -tradicionalmente desempeñado por las clases medias profesionales- bajo las condiciones de automatización mediante la digitalización e informatización, reducción de salarios, deslocalización y competencia en los mismos términos a los que en su día fueron sometidos los trabajos artesanales o manuales por el taylorismo...."

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Re:Automatización industrial: el origen de todos los males
« Respuesta #25 en: Marzo 10, 2012, 21:11:15 pm »
Tras la sugerencia del forero Dante2010 sobre un libro que trata este tema (El fin del trabajo de Jeremy Rifkin) que tiene buena pinta he buscado algo de información.

Ha sido ver en Google que este hombre fue asesor de Zapatero y darme un yuyu considerable, ¿sabe alguien si el libro merece la pena o se trata de un vendedor de cancamusa?
Este forero es militante de ESCAÑOS EN BLANCO y lucha por el reconocimiento del voto en blanco computable.
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Re:Automatización industrial: el origen de todos los males
« Respuesta #26 en: Marzo 10, 2012, 21:11:32 pm »
Resumen:

La automatización y desempleo

La automatización y desempleo - Monografias.com


"...4. Conclusiones

- Si la automatización no es utilizada en la búsqueda de nuevas formas de trabajo para el hombre la situación económica de una gran mayoría de la población mundial estará en crisis.

- Los seres humanos se preocupan más en el desarrollo de nuevas máquinas más no en el desarrollo del ser humano.

- Una gran parte de los seres humanos deben ser capacitados para poder tener acceso al uso de tecnología, sino no tendrán oportunidad de desarrollarse como personas...."

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Re:Automatización industrial: el origen de todos los males
« Respuesta #27 en: Marzo 10, 2012, 21:12:06 pm »
Que es realmente el harz ese? He buscado por la red y no me queda claro, creo que lo de spanairds es bastante sesgado e incierto...

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Re:Automatización industrial: el origen de todos los males
« Respuesta #28 en: Marzo 10, 2012, 21:13:31 pm »
Tras la sugerencia del forero Dante2010 sobre un libro que trata este tema (El fin del trabajo de Jeremy Rifkin) que tiene buena pinta he buscado algo de información.

Ha sido ver en Google que este hombre fue asesor de Zapatero y darme un yuyu considerable, ¿sabe alguien si el libro merece la pena o se trata de un vendedor de cancamusa?

El libro lo puedes escontrar gratuito en el googlebooks, dice cosas interesantes pero lo mejor es que lo lea y ya nos contará....

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Re:Automatización industrial: el origen de todos los males
« Respuesta #29 en: Marzo 10, 2012, 21:14:19 pm »
Resumen:

Automatización flexible

Automatización flexible: ¿nuevo paradigma tecnológico y organizacional?. | Herramienta


Automatización flexible: ¿nuevo paradigma tecnológico y organizacional?.
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Autor(es): Sotelo Valencia, Adrián

Sotelo Valencia, Adrián. Investigador del Centro de Estudios Latinoamericanos de la FCPyS de la UNAM y catedrático del Posgrado en Estudios Latinoamericanos de la misma universidad (UNAM, 1990). Desde 1995 se desempeña como profesor titular de tiempo completo en el Centro de Estudios Latinoamericanos de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Entre otros escritos, ha publicado el libro México: dependencia y modernización. (El Caballito, 1993). En la actualidad desarrolla el proyecto de investigación: Sociología y política del trabajo en México.

4.1. Introducción

Junto al mito de la pérdida de centralidad del trabajo asalariado, muchos autores encuentran en la “rigidez” y en las regulaciones gubernamentales del Estado capitalista keynesiano las “fuentes” del aumento del desempleo (segundo mito en importancia levantado por los economistas y sociólogos neoclásicos).
Lo curioso es que la mayoría de los críticos de la economía keynesiana no reconozcan que ésta constituyó un invaluable instrumento de desarrollo del capitalismo en el mundo, independientemente de que la palanca haya sido el Estado o el mercado, porque lo que estratégicamente importa no es tanto el medio, sino el fin: ¡reproducción del capitalismo!
En el presente artículo nos interesa discutir los conceptos “rigidez” y “flexibilidad”, en la medida en que generalmente se identifica al primero con el Estado, achacándole el origen de la crisis y de todos los males sociales mientras que, al segundo, se le asocia asombrosamente con el mercado y sus “virtudes” para “garantizar” bienestar social, desarrollo y justicia social, categorías que se van mancomunando con la flexibilidad.
Estos conceptos se desdoblan en dos estrategias: mientras que la rigidez “produce” proteccionismos e ineficiencias que inhabilitan al sistema para generar crecimiento y desarrollo; la flexibilidad garantiza la competencia, la liberalización económica y el surgimiento de una economía privada basada en las “fuerzas del mercado”, que se convierten, según sus ideólogos, en el motor de las estrategias de desarrollo económico y social.

4.2. ¿Rigidez proteccionista vs. flexibilidad neoliberal?

En relación con esta discusión, se plantea que: “Las mayores tasas de desempleo observadas en Europa (en comparación con Estados Unidos) han encontrado una fuente de explicación en los mayores costos no-laborales y las regulaciones del mercado de trabajo que enfrentan estas economías. Surge, entonces, la posición de quienes ven en la ‘flexibilización’ del mercado de trabajo, entendida como una desregulación que permita un ajuste[1] de los salarios y del empleo a las condiciones de mercado, una alternativa de política para disminuir el desempleo”.[2] Lo que en el largo plazo resulta tautológico, puesto que las políticas auspiciadas por el “mercado”, o sean, por las políticas empresariales o pro-empresariales que promueven los gobiernos en el contexto del patrón neoliberal de acumulación, son generadoras de desempleo y de pobreza, como constatamos en el capítulo cinco.
Muchos autores, entre ellos Pilar Romaguera, no diferencian entre la situación de los mercados de trabajo en Europa, por una lado y la de los Estados Unidos por el otro. En cuánto a los primeros, resultados de una investigación aclaran que: “En las economías donde hubo mayor avance en los programas neoliberales (Estados Unidos e Inglaterra), la degradación en las condiciones de vida de los desempleados fue significativa, debido al recorte en los planes sociales y al estímulo a la flexibilización en el mercado de trabajo. En los países que mantuvieron los programas de atención a las medidas de protección y a la garantía del ingreso a los desempleados (Suecia y Alemania), la caída en el patrón de vida fue atenuada”.[3]
En términos generales, Perry Anderson demuestra que el objetivo histórico del neoliberalismo, el de la reanimación del capitalismo mundial, no sólo se alcanzó sino que fue francamente decepcionante, debido a la caída sistemática de las inversiones en las industria de equipos productivos que: “...no sólo creció durante los años ochenta, sino que cayó en relación a sus niveles medios de los años setenta. En el conjunto de los países del capitalismo avanzado las cifras son de un incremento anual de 5,5% en los años sesenta, de 3,6% en los años setenta y nada más que de 2,9% en los años ochenta. Una curva absolutamente descendente”,[4] mientras que las experiencias más exitosas las exhiben las regiones y países “menos neoliberales” como las del extremo oriente (Japón, Corea, Formosa, Singapur y Malasia).
Por eso afirmaciones como la siguiente se deben matizar: “El desafío parece ser cómo lograr un funcionamiento del mercado laboral acorde con las exigencias de flexibilidad impuestas por la competencia internacional y, a la vez, mantener criterios de equidad y protección de los trabajadores”.[5]
Lógicamente que esta situación de los mercados laborales se desarrolla en un ambiente neoliberal que, desde la perspectiva del proceso productivo, supone la flexibilidad y la desreglamentación del trabajo. Y si bien el mundo del trabajo debería adaptarse a sus normas y condiciones (uso de la fuerza de trabajo), lo debería hacer preservando en lo esencial sus derechos, la “...equidad y protección de los trabajadores”. Pero esto, en las condiciones actuales, representa más bien un “ideal” a alcanzar por los trabajadores sencillamente porque, de acuerdo con las características y dinámica del patrón de acumulación neoliberal que apuntamos en el capítulo 2 (empobrecedor y excluyente), una de sus premisas es justamente el deterioro del trabajo y la distribución regresiva del ingreso a favor de las capas intermedias y superiores de la burguesía, como acreditan todos los indicadores oficiales en la materia.
Nuestra tesis es, por el contrario, que hoy en día, debido a las características que está asumiendo la mundialización del sistema capitalista –(declive del sector industrial, desorganización de los trabajadores, debilitamiento de los sindicatos y de la intervención estatal en la economía, irrupción de métodos japoneses de organización del trabajo, automatización, etcétera.)–, existe una tendencia a homogeneizar las condiciones de explotación y organización del trabajo en las economías avanzadas y que se expresa en el desempleo, el deterioro de los mercados laborales y la exclusión social. Esta tendencia está encaminada a elevar la intensidad del trabajo y, en algunos casos, a extender la jornada laboral más allá de su límite normal; a rebajar los salarios con ayuda de un incremento de la competencia entre los propios trabajadores (aumento de la oferta sobre la demanda en los mercados laborales) y a incurrir en el pago del salario por debajo de su valor. Por último, a aumentar la productividad del trabajo y la cuota de ganancia.
De tal manera, que no es tanto en la “rigidez” (identificada con el Estado interventor), o la “flexibilidad” (que se asemeja mecánicamente con el mercado), donde radica el núcleo de los problemas del desempleo estructural. Porque se puede demostrar que justamente en aquéllas experiencias donde más avanzó el neoliberalismo promoviendo la economía de mercado en las relaciones laborales, incluyendo, aquí, el empleo y la contratación, los salarios y las calificaciones, es donde más se registró deterioro de los mercados de trabajo, de la calidad de los empleos y las remuneraciones, tanto en Estados Unidos, como en América Latina y en algunos países europeos.[6]
Si bien se puede sostener que la economía global se va abriendo paso mediante la “...transformación en profundidad del modo predominante de organización del trabajo”,[7] ¿significa esto una nueva revolución científico-técnica”?[8]

4.3. Revolución tecnológica

En Maquinaria y Gran industria, Marx demostró cómo la maquinaria aprisionó y amoldó la fuerza de trabajo del obrero. Estudió en detalle esta génesis y concluyó con la tesis de que el modo de producción capitalista es esencialmente un dispositivo encaminado a sustituir fuerza de trabajo con el fin supremo de elevar la cuota de ganancia en detrimento de la plusvalía.
El taylorismo y más tarde el fordismo, que cubren los finales del siglo pasado y se extienden hasta el período posterior a la segunda guerra mundial, contribuyeron a elevar la productividad del trabajo, la plusvalía y la ganancia con la racionalización del trabajo asalariado y la incorporación del obrero masa al proceso de consumo. Este modelo alcanzó su límite en la década de los sesenta.
Mientras que la producción convencional se basaba en la producción masiva y uniforme, o sea, en un tipo que era esencialmente intensivo en trabajo y habilidades, en cambio, la automatización se aplica en lotes pequeños y medianos de producción. De esta forma este nuevo paradigma tecnológico[9] basado en la microelectrónica y la informática sustituye al anterior, al fordismo que, de acuerdo con Robert Boyer, “...entra en crisis, oculta a fines de los años sesenta y abierta después de los dos ‘shocks petroleros’ ”[10] fundado en la energía barata y abundante, y en otros elementos materiales intensivos en energía, petróleo y gas.
Se está afianzando en el mundo una transición dialéctica del sistema capitalista, cuya locomotora era el Estado, al dispositivo neoliberal del mercado, como motor del nuevo paradigma industrial.
Ante el agotamiento del ford-taylorismo, como paradigma de las relaciones industriales y de la organización del trabajo, se fue imponiendo el “modelo japonés” en el mundo. A este respecto, un autor dice que: “Si esas experiencias de la acumulación flexible, a partir de la experiencia de la 'Tercera Italia' y de otras regiones como Suecia, han traído tantas consecuencias, en tantas direcciones, fue, sin embargo, el toyotismo o el modelo japonés el que mayor impacto ha causado, tanto por la revolución técnica que ha operado en la industria japonesa, como por la potencialidad de propagación que algunos de los puntos básicos del toyotismo han demostrado, expansión que hoy llega a una escala mundial”.[11] Y si ha llegado a esta escala universal ha sido justamente por la conveniencia del capital en la medida en que le representa una alta rentabilidad. ¿Ha cambiado este objetivo? Desde nuestra perspectiva, no.
Los nuevos métodos de organización del trabajo entramados en el paradigma toyotista, constituyen un instrumento para elevar la productividad y la cuota de ganancia y reorganizar el proceso de trabajo sobre otras bases, a partir de la descomposición del “obrero masa”. Por lo menos esta es la dirección a que apunta el toyotismo, como paradigma que tiende a asumir un carácter universal, frente a la irreversibilidad del incremento de la precarización del trabajo, de la disminución cuantitativa y cualitativa del trabajo industrial, del crecimiento de los servicios y del “sector informal” en el seno de la larga onda depresiva de la economía capitalista mundial.[12]

4.3.1. Reestructuración y reconversión productiva

La necesidad de realizar “ahorros” en fuerza de trabajo, el uso cada vez más frecuente de tecnología en la producción y la propensión del capital a concentrar sus recursos en la esfera financiera, explican por qué la reconversión del trabajo se da en la dirección de someterlo a regímenes de superexplotación y pobreza.
En los países industrializados la revolución (capital y trabajo), se llevó a cabo simultáneamente en los procesos de trabajo y en las relaciones industriales, hasta coincidir con la liquidación del Walfare State y de sus dispositivos encarnados en los procesos productivos y en las relaciones de gestión empresarial del fordismo y el taylorismo posbélicos.[13]
A partir de ahí se abrió un debate interesante relacionado con la siguiente pregunta: ¿qué es lo que reemplaza al Estado keynesiano? Y como respuesta se abrieron dos escenarios:
a) Para unos, una “economía de libre empresa” dinamizada por las fuerzas del mercado.[14]
b) Para otros, una “economía mixta”, con círculo virtuoso que combina intervencionismo estatal con libertad de mercado, como en el capitalismo asiático.
Desde otra perspectiva, así como el ford-taylorismo fue la “infraestructura” del Estado keynesiano del bienestar, la “automatización flexible y programada” tiende a configurarse como la “infraestructura” del Estado mínimo neoliberal de la economía de mercado.

4.3.2. La automatización flexible

El capital se esmera por romper las incómodas regularidades y rigideces del mundo del trabajo, de la vida cotidiana y de los negocios por medio de dispositivos y tecnologías flexibles fundados en la microelectrónica y la informática, como vimos en el capítulo I.
De hecho a esto apuntan las tesis regulacionistas y neoshumpeterianas respecto a la flexibilidad y el debate que en referencia a la “rigidez” estructural del capitalismo se viene desarrollando desde diferentes perspectivas en los últimos años.
En efecto, a diferencia de la economía clásica y de los teóricos neoclásicos, los autores enmarcados en la escuela de la regulación indagan las causas de la crisis a través de un método que busca “...descubrir las for*mas mediante las cuales el sistema económico encuen*tra la mejor manera de re*producirse. Estas formas entre*laza*das y articuladas conforman la reproducción y son llamadas por ellos la regulación”.[15]
Dentro de esta perspectiva, para Michel Aglietta, el “neofordismo” es la respuesta global del capital frente a las crisis del ford-taylorismo y constituye “...una evolución de las relaciones de producción capitalistas, que se encuentra todavía en gestación, y que tiene por objeto responder a la crisis de reproducción de la relación salarial a fin de salvaguardar esa relación fundamental, es decir, para perpetuar el capitalismo”.[16]
Para Gerard de Bernis, la crisis constituye una ruptura de la estabilidad estructural del modo de regulación capitalista.[17]
Benjamín Coriat, encuentra las causas de la crisis en el agotamiento de los métodos de producción fordistas y tayloristas, a partir de la incompatibilidad entre tasas decrecientes de productividad y de ganancia en el contexto del ascenso de los salarios reales, fenómeno que se va a expresar en “...la crisis de la organización científica del trabajo, el agotamiento de los métodos taylorianos y fordianos de organización del trabajo y la ausencia de un relevo significativo en el soporte de la valorización del valor”.[18]
Michel J. Piore y Charles F. Sabel, encuentran un sistema sociotécnico (“especialización flexible”), en tanto sistema de crecimiento económico y de relaciones sociales opuesto al ford-taylorista.[19]
Según Robert Boyer,[20] este nuevo sistema de relaciones sociales y de producción está encaminado a estimular la variedad y la diferenciación de mercados caracterizados por su inestabilidad y crecimiento raquítico y, por eso mismo, el sistema de “especialización flexible”, más que un mecanismo estructural de superación de la crisis del fordismo, constituye un auténtico mecanismo de defensa frente a ella.[21]
Para los motivos de la presente investigación, más interesante resulta el concepto de “automatización flexible” acuñado por Robert Boyer como un sendero tecnológico y productivo distinto de la nueva fase de acumulación posfordista. Este concepto tiene el mérito de integrar creativamente el fordismo y el taylorismo en una suerte de mixtura productiva, o flex-fordismo, que se interpone creativamente entre la “rigidez” de la cadena del fordismo clásico y la “especialización flexible” de corte defensivo de Piore.
En cuánto dispositivo socio-técnico, que afecta a los procesos productivos y de trabajo, la automatización flexible reclama la presencia institucional del Estado y la promoción de legislaciones ad hoc (privatización, desarrollo de la economía de mercado,[22]disminución del intervencionismo estatal, apertura externa, desarrollo tecnológico, etcétera.).
El capitalismo viene desarrollando, desde la década de los cuarenta, los dispositivos de la “automatización flexible” que, en cuánto acto de incorporación y de difusión tecnológica, no es un acto técnico o de “selección natural”, sino que depende de factores sociales y políticos y de las “...estrategias de las grandes corporaciones, de entendimientos institucionales y sociales y de la intervención estatal”.[23]
De entre estas estrategias surge una tipología como la que nos presenta Jean Jaques Silvestre y tiene utilidad metodológica para comprender la lógica de las transformaciones estructurales en curso. Así, en el plano de las mutaciones sociales se estarían sucediendo tres tipos de cambios: mecánicos, orgánicos y estructurales. Los dos primeros coexisten en el tiempo y en el espacio, y no implican una modificación de las bases estructurales del patrón de acumulación; en cambio, el tercer nivel de los cambios identificado, el nivel estructural, sí tiende a modificar las bases y principios del patrón de reproducción capitalista, por ejemplo, modificando drásticamente la organización del trabajo.
Estos cambios se proyectan desde las bases del sistema productivo hasta las relaciones sociales: los sistemas educativos y la calificación de la fuerza de trabajo, tal y como, por ejemplo, ocurre con el sistema onhista. En otras palabras, transforman más o menos rápidamente, según el grado de desarrollo de la economía en cuestión, los elementos que los regulacionistas identifican como “relación salarial”: el proceso de trabajo, la calificación, el empleo y los salarios.
Entonces se entiende que estos elementos existen de manera “externa” para configurar un cambio mecánico que no altera en sustancia el régimen de relaciones vigente; puesto que opera en la periferia de la estructura. Sin embargo, un cambio orgánico, interioriza la lógica de los cambios, pero sin afectar la estructura del patrón de acumulación. Pero el “cambio estructural”, que estimula la “automatización flexible”, corresponde al nuevo patrón de acumulación y a su configuración jurídico-legal que le da sustento y tiende a legitimarlo, tal y como sucede con el secundario-exportador en América latina.
De lo anterior surge la problemática de la “flexibilidad interna y externa”.
La teoría de la regulación distingue dos tipos de flexibilidad laboral: la flexibilidad interna al interior de las fábricas, en las empresas y en toda la economía (como forma dominante de producción y organización) y que corresponde a los cambios de tipo estructural (automatización flexible), y la flexibilidad externa, que es aquélla forma que asume el uso de la fuerza de trabajo por el capital dentro del proceso productivo y que, sin modificar los principios constitutivos del proceso de trabajo del patrón capitalista anterior, posibilita adaptarla a las constantes variaciones de la producción y de los mercados, aunque para ello tenga que incurrir en violaciones a las normas y leyes ju*rídico-laborales vigentes, como veremos más adelante.
Por eso consideramos que e[24]
Como el mundo del trabajo es una relación antagónica con el capital, la dialéctica del conflicto, la lucha y la negociación, entre los representantes de ambos mundos: el Estado y el capital por un lado y el sindicato y el trabajo por el otro, resulta que si la organización social y política de los trabajadores es débil, como ha ocurrido desde los años ochenta, entonces se fortalecen y consolidan las tendencias desestructuradoras y la precarización del trabajo; mientras que, si la situación es la inversa, es posible construir alternativas, relativamente, dentro de los límites del capitalismo, favorables para ellos.[25]
En los países dependientes no sólo se consiguió participar en mínima escala dentro del primer proceso, que implicaba transformaciones importantes en los procesos de producción, de comercialización y en los sistemas financieros, sino que, incluso, se frustraron las posibilidades de su intervención debido, como vimos, al agotamiento de la industrialización sustitutiva de importaciones y a las consecuencias económicas, financieras y tecnológicas que implicó, a partir de la crisis de la década de los ochenta, especializar los aparatos productivos en las actividades exportadoras, lo que de alguna manera redundó en una renuncia, a veces involuntaria, para mantener el proceso de industrialización.[26]
Dentro de este estrecho marco,los países dependientes iniciaron la reestructuración económica en el contexto, tanto de la crisis de la década de los ochenta, como de la dislocación de las relaciones internacionales al final de esa década, debido a la desintegración del “socialismo real” en la Europa del este, provocando que los recursos financieros y el margen de maniobra de la política económica de los Estados se estrecharan todavía más frente al aumento de la demanda de créditos y financiamientos por parte de los nuevos países surgidos de la desintegración de la ex-URSS.[27]
De esta forma, para colocarse como potenciales signatarios del capital dinero mundial, en ese marco de competencia intensificada entre diversos países y regiones del mundo, un numeroso grupo de países, entre los que de manera ejemplar destaca México, se apresuraron a adoptar “modelos económicos neoliberales” funcionales a la economía capitalista de mercado. Sin embargo, el precio a pagar ha sido alto, puesto que esos países se han visto forzados a realizar intensas reformas estructurales (apertura comercial, privatización de empresas públicas, reformas fiscales, laborales y pensionales; retiro de subsidios a la población y creciente disminución del gasto social, etcétera.), desencadenando una descomposición en el tejido social y una crisis política de la legitimidad del Estado que, entre otras cosas, estimuló un evidente debilitamiento de su soberanía, como se advierte en el caso mexicano.[28]
Por ello, en América Latina la reestructuración capitalista tuvo un camino distinto al que experimentó la mayor parte de los países desarrollados. Por un lado, la automatización de los procesos de trabajo se ha venido desarrollando muy lentamente, particularmente, al finalizar los ochenta en los países más grandes de la región. Con excepción de Brasil, que es el más avanzado, en los demás países es apenas una tarea propia de la década de los noventa.
La secuencia de la reestructuración sigue, más o menos, una trayectoria que pondera los cambios en el capital físico, en menor medida en la organización del trabajo y, por último, impulsa la reforma laboral, a través de la modernización. Este comportamiento puede ser ilustrado en el caso de Brasil.
En términos generales, para este país, la periodización del proceso de modernización cubre tres fases diferenciadas.
La primera, que se despliega a inicios de la década de los ochenta, se caracteriza por la introducción de los programas de participación en equipos denominados Círculos de Control de Calidad (CCC) como resultado de los siguientes procesos articulados: de las huelgas obreras que sacuden al período, de los intereses modernizadores de los empresarios y de la burguesía moderna, y como un mecanismo para contrarrestar la organización autónoma de los trabajadores brasileños.
Una segunda fase se caracteriza por una marcada tendencia, a mediados de los ochenta, al desaliento y fracaso de los CCC y al impulso nuevamente de los empresarios a invertir en la compra e instalación de nuevos equipos, particularmente en las ramas más dinámicas de la economía nacional y en la inversión en equipos microelectrónicos que elevarían el parque industrial de máquinas automatizadas. El resultado es una profundización de la heterogeneidad productiva y tecnológica, al observarse un lento y desigual proceso de difusión de la modernización en las ramas productoras de bienes de consumo duradero (textil, calzado, indumentaria) y un enorme crecimiento en las modernas y de punta, sobre todo en las industrias de proceso continuo (celulosa y papel, química y petroquímica), en el complejo metalmecánico (automotriz, aeronáutico, etcétera.) y en la industria de autopartes.
El final de los ochenta y el principio de los noventa, corona la tercera fase del cambio modernizador que se caracteriza por una pronunciada tendencia a desarrollar una “modernización sistémica”, centrada en el flujo de inversiones y en nuevas formas de organización de los procesos de trabajo.
Las causas que conducen a esta última fase del proceso de modernización reciente en Brasil son: a) la profundización de la crisis económica a partir de 1990 y b) la política de apertura oficial del gobierno para estimular la competencia intercapitalista en función de los patrones internacionales de producción y de competitividad.
En esta última fase, de igual forma que en otros países latinoamericanos, va a surgir la necesidad de modificar las leyes laborales con el fin de ajustar su institucionalidad jurídica, con la expedición de leyes, normas y reglamentos internos, a las nuevas condiciones de la economía brasileña, acompañadas de la adopción de métodos y técnicas de origen japonés tales como el Kan-Ban, Kaizer, la Organización Celular, el Control Estadístico de los procesos y de los productos, el Control Total de Calidad, el Cero Error, etcétera. [29]
Casi como norma, han sido los reajustes en el proceso de trabajo y en las plantillas laborales, los que han antecedido la introducción de tecnología para aumentar la productividad del trabajo en las empresas. Esta vía se constata por ejemplo en México y en Chile. Brasil quizás se encuentre en una situación intermedia.[30]
Generalmente los aumentos de productividad se han conseguido en dos etapas:
a) Primero, mediante la aplicación de “tecnologías blandas” –(concepto que esconde la reorganización del proceso de trabajo con cargo en la mayor explotación del obrero)–, es decir, “...en la reorganización de líneas de producción, en la introducción de mejoras en la organización del trabajo, así como en la reducción de tiempos muertos, especialización en tareas de mayor productividad, mayor control de inventarios, etcétera.”[31]
b) En la segunda fase, se incorporan “tecnologías duras”: equipos y maquinaria moderna como resultado del aumento de la inversión en capital fijo. Esta es la vía que podemos considerar como sistémica de la automatización.
Pero, en virtud de las características del patrón neoliberal, esta segunda alternativa representa para el mundo del trabajo, desempleo por incorporación de tecnología o, mejor, desempleo tecnológico.
En efecto, resultados de distintas investigaciones sobre el tema de la reestructuración del trabajo a partir de nuevas tecnologías,[32] muestran que, si bien por períodos cortos o medios, la tecnología puede generar nuevos empleos productivos, con mejor remuneración y calificación (generalmente para personal especializado, ingenieros y personal técnico), en la industria o en los servicios, sin embargo, el saldo final va en detrimento del empleo. Por ejemplo, existen evidencias de que una Máquina Herramienta de Control Numérico reduce en alrededor de 50% la cantidad de puestos de trabajo requeridos por un equipo tradicional. Un robot reemplaza entre 3 y 5 puestos de trabajo en actividades como pintura, soldadura o almacenamiento en las industrias en serie, como la automotriz.[33]
Generalmente, mientras que las MHCN afectan el trabajo calificado: torneros, mecánicos o fresadores, los robots sustituyen categorías calificadas como soldadores, pintores, hojalateros, montadores, etcétera.
Estudios realizados en la industria del cemento, indican que la tecnología aumenta la producción global y por trabajador (productividad), disminuye el tamaño y la cantidad del equipo de operación y del número de obreros y demanda mayor escolaridad y calificación (por lo menos el nivel técnico) a ciertas categorías de trabajadores ligadas al panel de control.[34]
Pero existe otra estrategia que provoca el mismo resultado sin aplicar tecnología en el proceso de trabajo. Este se consigue simplemente reorganizando y cambiando la composición del trabajo a través de mecanismos como la prolongación de la jornada de trabajo, la intensidad y la remuneración de la fuerza de trabajo por debajo de su valor, además de los despidos masivos de personal.[35]
Esta línea ha sido sistémica en varios períodos de la historia económica latinoamericana y fue teorizada bajo el concepto de superexplotación del trabajo; concepto que de ninguna manera supone, como se ha llegado a afirmar, el estancamiento económico.[36] Por el contrario, desde hace más de dos décadas, planteó lo que iba a ocurrir, y está ocurriendo, en América Latina en materia de reestructuración del trabajo y de su inserción en la actual fase de mundialización. Es así como existen evidencias de que el aumento de la productividad del trabajo en las economías latinoamericanas, sobre todo en la fase más crítica de la década de los ochenta, no ha conseguido disminuir el desempleo, aumentar los salarios reales y reducir jurídicamente la jornada de trabajo, que, en parte, se está consiguiendo en algunos países europeos sobre todo bajo la forma de acuerdos y negociaciones entre empresas y sindicatos.[37]
Los datos disponibles muestran que en América Latina el desarrollo económico reciente se ha sustentado en tasas crecientes de explotación del trabajo, más que en el incremento de la productividad. En efecto, “La industria latinoamericana atraviesa por un profundo proceso de reestructuración que en varios países se ha traducido en una acusado aumento de la productividad laboral, que suele ir acompañado de una reducción del personal”.[38] Fácil: menos trabajadores producen más con mayor esfuerzo intensivo y extensivo, tanto físico, como psico-emocional y con bajos salarios.
En los países desarrollados, acciones como la reducción de la jornada de trabajo, sin reducción salarial, constituyen uno de los principales caminos para la solución del problema del desempleo. “En una sociedad en que el trabajo regular se configura como status de ciudadanía, es necesario que se creen condiciones para garantizar a la población la inserción productiva en el mercado de trabajo en condiciones no precarias”.[39]
En cambio, en América Latina, la aceleración del desempleo obedece a causas estructurales derivadas del desempleo tecnológico que viene provocando la reestructuración económica. En algunos casos, como en México y Brasil, estos cambios han involucrado difusión microelectrónica e informática e innovaciones organizacionales en base a los métodos japoneses de organización y producción en los sectores más dinámicos de la economía, debilitando la capacidad del sistema para crear nuevos empleos. Otra causa, que acelera el desempleo, se encuentra en las políticas neoliberales.
Son raros los casos en donde se da una combinación virtuosa entre tecnología y empleo, sin que necesariamente implique el detrimento de éste. Pero, seamos justos, generalmente detrás de este fenómeno está la fuerza del sindicato y sus luchas.[40] Sin embargo, esto no es la regla, sino la excepción ya que el sindicalismo, o está coludido con las instituciones oficiales del gobierno o, bien, carece de estructuras y fuerzas suficientes para imponer sus demandas e intereses en la política y en la sociedad.
Es por eso que, más allá de que los cambios en el proceso de trabajo y en las relaciones laborales (en Brasil, en México, en Chile), hayan sido acompañados de incorporación de tecnología, y la fuerza de trabajo relocalizada (en industrias como la automotriz, por ejemplo) cuando es desplazada por la reestructuración; por el contrario, en América latina, los ajustes laborales han estado precedidos de políticas de desregulación de los contratos de trabajo y, en consecuencia, de la precarización del trabajo con repercusiones en todas las esferas de la vida social.

4.4. Conclusión

Es indiscutible que la automatización flexible es un dispositivo, no solamente tecnológico, sino económico y político cuya estrategia consiste en romper las rigideces estructurales de una economía posbélica que entró en crisis y ya no asegura condiciones normales de rentabilidad. Para el mundo del trabajo, ello se traduce en una reestructuración de sus condiciones jurídico-laborales para convertirse en una fuerza de trabajo precarizada y polivalente, o sea,en una fuerza de trabajo que está expuesta constantemente a perder sus derechos. Esta vía abre todas las posibilidades al capital para echar mano de la superexplotación del trabajo en los términos en que la definimos anteriormente, asumiendo la forma monumental de la precarización del trabajo a finales del siglo XX.

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