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Autor Tema: Ferroviario en Crisis Energética: I need a hero  (Leído 7975 veces)

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tomasjos

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Ferroviario en Crisis Energética: I need a hero
« en: Marzo 13, 2012, 17:40:39 pm »
Como siempre, Ferroviario inmenso  :)

http://www.crisisenergetica.org/article.php?story=20120303103206882

I NEED A HERO

Nos encontramos ante una de las mayores encrucijadas como civilización que en el mundo han sido, atenazados entre la imposibilidad de seguir creciendo y el pánico cerval a la acción. Pero ¿Por qué no actuamos?

Nuestro poso cultural y por ende nuestra actitud vital dependen en gran medida de los memes adquiridos (unidades mínimas de información transmitidas) y de los filosofemas que exudan los medios de entretenimiento cuyos mensajes son más falsos que el flequillo del Dioni. Esta cultura popular hecha a medida de las élites proporciona consuelo a cambio de resignación e inactividad política remachando una y otra vez cual martillo de herejes sobre los mitos más extendidos. Por poner un ejemplo tratemos el mito de El Príncipe Azul, esta idea anida en la cabeza de la mayoría de las mujeres desde muy temprana edad y consiste básicamente en que cualquiera de ellas por muy humilde, vulgar, simple y aburrida que sea puede encontrar un hombre excelso en todos los campos a quien subyugar y monopolizar en exclusiva. Sus versiones y secuelas no por estar más vistas que los dientes de Ana Botella dejan de llenar las arcas de los productores de sueños. Imaginad Pretty Woman : una prostituta que conoce a un guapo millonario (pero no en un servicio como parecería más probable) le enamora haciéndole perder un montón de dinero aunque luego lo recupere y a pesar de que ella jamás tendrá que pegar golpe queda como la redentora del amor, y él como un afortunado hombre al que han salvado de la soledad y las garras del desamor.

O El Diario de Bridget Jones: Una talludita insegura con sobrepeso y medio neurasténica que tiene a dos hombres de primer orden peleándose por ella. O la saga Eclipse en la que una adolescente apollardada con menos luces que una patera cruzando el Estrecho tiene en continua lucha por su amor a dos hombres inmortales con superpoderes. La lista sería interminable pero el mensaje es siempre el mismo: Tú no hagas nada que en cualquier momento aparecerá el hombre de tus sueños. Y, en efecto, se mueven menos que los ojos de Espinete como podrá comprobar cualquier varón que se siente en un bar esperando que le aborden.

La tuetanización ( si se me permite la licencia poética)de este filosofema lleva a muchas mujeres a estar con cuarenta años rodeadas de gatos y de botes de Tranquimazin.

Otro resorte de los medios cultivado con amor es el mito del Superhombre de Masas que se remonta desde el folletín dieciochesco con el Conde de Montecristo a la cabeza hasta Mad Max pasando por Arsenio Lupin, el Zorro , Supermán, Rambo, Tarzán y el Equipo A siguiendo unas reglas muy semejantes. La cultura preparada para las masas nos muestra que por muchas contradicciones sociales que existan también existen a su vez unas fuerzas capaces de contrarrestarlas. Pero ojo, esas fuerzas no pueden ser del populacho pues el poder no es de la chusma ya que si lo alcanza surge la revolución y su fruto inevitable: la crisis. Esas contradicciones deben ser resueltas por un miembro de la clase dominante. El inconveniente que plantea el hecho de que al ser de la clase dominante no tendría el menor interés por subvertir la situación lo solventamos encuadrándole en una estirpe de justicieros insobornables que imaginan una justicia más amplia donde los desgraciados lo sean un poco menos y los de su clase sigan en la cúspide. Fuerza moral, resolución y carisma. Así nace el superhombre de masas.

¿Qué puede hacerse por los pobres sin modificar lo más mínimo las condiciones actuales de la sociedad por medio de una caritativa colaboración entre las clases? Pues ponemos a cuatro señoronas de alta alcurnia en la puerta de la iglesia con sus respectivas huchas y sus respectivos astracanes para recolectar unas migajas que restauren la paz social. Los pobres como entretenimiento de los ricos. Trocamos justicia por beneficencia. Y si se trata de cómic, cine o literatura ponemos un vengador que resuelva las afrentas en el que poder proyectarnos haciendo un poco más dulce la ficción de alienarnos en un personaje inexistente.
Cuando yo era pequeño salía de ver las películas de chinos con ganas de hostiarme con todo el mundo pero antes de los doce comprendí que un ninja no podía subirse herido de metralla a una secuoya de un salto. Hoy me pregunto que pasa por la cabeza de los adultos a los que les gustan las películas de Bruce Willis.

Así la sociedad en su conjunto vive una experiencia onírica como consumidor de cultura popular víctima de su fascinación pidiendo consuelo en forma de imágenes de justicia impartida por otros que le alejen de la perniciosa idea de que esa justicia, en realidad, le ha sido arrebatada.
Tiene un aire familiar ¿no es cierto?



Los ideales del líder de masas no suelen tener largo recorrido y jamás ponen en tela de juicio el sistema imperante limitando su campo de acción a resolver pequeños problemas, pero no repara las injusticias subvirtiendo el orden social sino, simplemente sitúa su criterio y su justicia por encima de la de los demás acabando con los malos y recompensando a los buenos recuperando de este modo la concordia perdida. Por ello este tipo de narrativa no es revolucionaria sino caritativa y consolatoria, vende sensaciones jugando con una sociedad fingida en una mera ficción utilizando recursos de anagnórisis y de tensiones laterales a una trama que en su esencia es pura repetición de un esquema de tensiones sinusoides hasta la purificadora y bienpensante catarsis final que por razones comerciales (al contrario que la catarsis trágica aristotélica) debe ser siempre optimista. Optimista hasta el aplauso ya convertido en hecho musical, pues no constituye la constatación o el juicio de valor sobre el espectáculo sino uno de los medios de los que dicho espectáculo se vale para producir un efecto revulsivo que aglutine un juicio unánime y entusiasta.

Y los seguidores del cenit, no nos engañemos, son unos pesimistas de libro, de ahí que no tengan el tirón del serendipity que es algo así como la facultad de encontrar algo muy valioso de pura casualidad, por ejemplo el móvil perpetuo viendo un partido de la Superbowl.

Otra ventaja derivada de la fe en el superhombre es que podemos relegar el ubérrimo campo del debate al desierto de la cháchara, entendida como postuló Heidegger como “la posibilidad de comprenderlo todo sin que haya una apropiación preliminar de la cháchara. La cháchara protege desde el principio de errar en tal apropiación. La cháchara, que está al alcance de todos, no sólo libera de la tarea de una auténtica comprensión, sino que forja una comprensibilidad indiferente para la cual no existe ya nada incierto…la cháchara no presupone la volición de un engaño. No tiene el modo de ser del conocedor, puede hacer creer tanto una cosa como la otra..,la cháchara, por tanto, en virtud de su indiferencia respecto a la necesidad de remontarse al fundamento de lo que se dice, es siempre, desde la raíz, un encerrarse”
Si no podemos cambiar el mundo cambiemos de conversación.Cogito interruptus.

Al superhombre ni se le pasa por la cabeza en momento alguno que la plebe pueda y deba decidir por su cuenta, por ello jamás le veremos consultar al populacho. Tanta virtud encarnada en su violencia relega a la chusma a la secundaria condición propia de la cultura de masas. Su lucha siempre se resume en el ajuste de cuentas de dos fuerzas antagonistas y es profundamente reaccionaria al decidir siempre sobre el bien y el mal.
El consuelo de la vuelta a lo conocido, a las agniciones y a las iteraciones que no alteran el ritmo ondulante de la realidad de las novelas o películas de consumo masivo tienen su Némesis ideológica en la tranquilidad que otorga la estabilidad y el orden de lo ya conocido y esperado en forma de bipartidismo de falsa alternativa. En la cultura de masas de todas las épocas la realidad viene dada siempre, o se la acepta sin crítica o se la modifica levemente; lo que de ningún modo se acepta nunca es darle la vuelta. Es una máquina de soñar gratificaciones ficticias, por ello, estimados picoleros, no puede solicitarse la indignación del lector ante un problema o lacra social si después no se hace intervenir un elemento que subsane ese problema vengando a sus víctimas y de paso vengando al espectador turbado. La novela popular tiende al la paz mientras que la problemática o revolucionaria deja al lector en guerra consigo mismo.

Tarzán, ese hombre blanco de aristocrático linaje, salvado, mantenido y educado por los monos a los que paga sometiendo y dominando a su capricho, que se convierte en el justiciero de la jungla imponiendo su superior inteligencia y dominio de las armas para poner orden entre negros, cazadores, monos o alimañas de cualquier tipo y que con el paso del tiempo entra en los cánones de una vida industrial con una esposa victoriana que va adecentando su cabaña con las comodidades de la época adaptadas al turismo de tienda de campaña y en el que a estas alturas nos imaginamos a Boy con un ipod tirado en la hamaca mientras un Tarzán con corbata y taparrabos hace de guía turístico y Jane da clases de pilates en el poblado más cercano es el ejemplo a seguir por las multitudes que esperan que cualquier movimiento social no exija de su participación ni en lo más mínimo, todo lo más desde el sofá con un refresco en una mano y el mando a distancia en la otra. El coach potato (como llaman a los entrenadores de sillón, palomitas y cerveza) como sujeto revolucionario.

Pero los verdaderos héroes son siempre personas que actúan a regañadientes, gente que muere pero que preferiría no morir; que mata pero que quisiera no matar y por ello después renuncia a jactarse de haber matado por necesidad. Un verdadero héroe siempre es arrastrado por las circunstancias, nunca elige, pues de poder hacerlo elegiría ser un honesto cobarde como todos.

Desde esta perspectiva los líderes sindicales que saben que sin movilización no puede haber cambio y que la masa social no se despega de la televisión ni con agua caliente exigen, solicitan, piden, mendigan y finalmente imploran una solución a los científicos abdicando de su responsabilidad y encomendándose a un Deus ex machina milagroso que ni está ni, siendo adultos, se le espera.

La tuetanización de este filosofema llevará a muchos hombres a luchar por los yogures caducados en la parte de atrás del Mencabrona.

Y lloverá sobre el justo y sobre el injusto, pero más sobre el justo porque el injusto tendrá su paraguas.
·
La función de los más capaces en una sociedad humana medianamente sana es cuidar y proteger a aquellos menos capaces, no aprovecharse de ellos.

Y a propósito del tema, sostengo firmemente que la Anglosfera debe ser destruida.

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