Los administradores de TransicionEstructural no se responsabilizan de las opiniones vertidas por los usuarios del foro. Cada usuario asume la responsabilidad de los comentarios publicados.
0 Usuarios y 2 Visitantes están viendo este tema.
Entrevista a José Antonio Zorrilla, diplomático de carrera, embajador en Georgia y cónsul general en Moscú y Shanghái.https://youtu.be/gPhKzJXN1gUHay unas declaraciones recientes del exprimer ministro ucraniano Petro Poroshenko en las que dice que los acuerdos de Minsk cumplieron su función, ganar tiempo para rearmarse para aplicar la "solución final" a los rusófonos y todo parece indicar con la complacencia de Francia y Alemania.
Cita de: torre01 en Junio 28, 2022, 22:55:20 pmEntrevista a José Antonio Zorrilla, diplomático de carrera, embajador en Georgia y cónsul general en Moscú y Shanghái.https://youtu.be/gPhKzJXN1gUHay unas declaraciones recientes del exprimer ministro ucraniano Petro Poroshenko en las que dice que los acuerdos de Minsk cumplieron su función, ganar tiempo para rearmarse para aplicar la "solución final" a los rusófonos y todo parece indicar con la complacencia de Francia y Alemania.No encuentro citado lo de "solución final" en ningún medio de comunicación de los que se hacen eco de la entrevista. De hecho no encuentro la entrevista original para buscar esa cita porque no pillo el nombre en francés de la publicación y tirando de google con palabras aleatorias en ese idioma no aparece nada. No quiero dudar del exembajador, pero me parece raro que tener a esa figura de la política ucraniana hablando de "solución final" para la población rusófona no haya sido portada en la misma prensa rusa por mucho que aquí se silencie. Seguro que es por no saber buscarlo. Si alguien ha leído la entrevista original agradecería el link.
Ucrania está en conversaciones sobre el uso de armas occidentales para apuntar a la flota del Mar Negro de Rusia y finalmente recuperar Crimea, según The Times. "Rusia tendrá que dejar Crimea si desean existir como país", el lunes el lunes se citó al ministro de Defensa del ucraniano Volodymyr Havrylov durante un evento en Londres. “Tenemos una amenaza permanente de la flota rusa del Mar Negro. Dadas las nuevas tecnologías y capacidades que recibimos, tenemos que abordar esta amenaza ", dijo al Times, y agregó que" estamos listos para atacarlos en todo el Mar Negro si tenemos esa capacidad ". Si bien la administración Biden ha dicho que Ucrania proporcionó "garantías", no utilizarán sistemas de armas suministrados por los estadounidenses contra objetivos en territorio ruso, Havrylov dijo que los funcionarios ucranianos están en conversaciones sobre si pueden usar las armas para golpear a las fuerzas rusas en Crimea ocupada. “Tarde o temprano tendremos suficientes recursos para apuntar a Rusia en el Mar Negro y Crimea. Crimea es territorio ucraniano, por eso cualquier objetivo allí es legítimo para nosotros ", dijo.
We’ll sink Russia’s Black Sea fleet, pledges UkraineUkraine is preparing to destroy the Russian navy’s Black Sea fleet with western weapons and take back Crimea, Kyiv’s deputy defence minister has said.Volodymyr Havrylov claimed that the Ukrainian military was building up its own anti-ship missile capabilities and was waiting to receive longer-range weapons from other nations before launching an assault.
Europa a medio gashttps://www.vozpopuli.com/opinion/europa-medio-gas.htmlLa guerra entre las democracias occidentales y Rusia se libra en el martirizado territorio de Ucrania y los dos contendientes parecen estar dispuestos a luchar hasta el último hombre (ucraniano) y hasta que se destruya toda infraestructura (ucraniana). Sin embargo, este es un enfrentamiento que por su ya larga duración está girando paradójicamente a favor de los objetivos del Kremlin. Paradójicamente, porque al transformarse la que tenía que ser en su diseño inicial una operación relámpago que sustituyese al gobierno de Zelenski por un títere de Moscú, previa muerte, captura o huida del presidente ucraniano, en un lento y tortuoso conflicto de desgaste, el optimismo cundió en Bruselas y Kiev, estimulado por las grandes pérdidas rusas y su renuncia a tomar la capital reduciendo sus ambiciones a Donetsk y Lugansk. Ahora bien, la experiencia histórica, avalada por la derrota de Napoleón en 1812, la del Ejército blanco tras la Revolución de Octubre y la de los nazis en la Segunda Guerra Mundial, demuestra que la combinación de contingentes masivos de tropas, inmensa capacidad de soportar pérdidas y brutalidad extrema con la población civil, acaban jugando a favor de Rusia. Por mucho armamento sofisticado que europeos y norteamericanos proporcionen a Ucrania, el descomunal tamaño de su oponente está imponiéndose parsimoniosa, pero implacablemente. Ya dijo Marx que lo cuantitativo, a partir de un cierto nivel, deviene cualitativo, y no hay que olvidar en qué escuela se formó Putin. Si alguien concibió en algún momento un triunfo ucraniano por goleada, debe renunciar a semejante ilusión.Analizados objetivamente todos los factores en juego, la perspectiva para los intereses europeos es más bien sombría. En primer lugar, el frente comunitario no es homogéneo. Para Suecia, Finlandia y bastantes países de la Europa Oriental, Rusia es una amenaza contigua y existencial, en cambio para Francia, Italia, España y Grecia, el peligro está en el Norte de África, en el Sahel y el el Próximo Oriente, de donde procede el continuo flujo de inmigración irregular y el terrorismo yihadista. Tanto en Francia como en Italia y España, los principales partidos políticos distan de mantener una posición común sobre la guerra de Ucrania. En España, el Gobierno está dividido, con la parte socialista apoyando los esfuerzos de la OTAN, y la parte comunista saboteando a su socio en La Moncloa. En Italia, Draghi acaba de caer y las dos mayores formaciones, Cinco Estrellas y la Lega, están en contra de continuar el empeño bélico y reclaman una solución diplomática. En Francia, Macron ha perdido la mayoría absoluta y la coalición de izquierdas liderada por Mélenchon aboga también por el diálogo, al igual que la derecha de Le Pen. En cuanto a Alemania, su dependencia crucial de los hidrocarburos rusos y su cultura tradicional de coexistencia pacífica con Rusia, la convierten en un elemento vacilante del bloque anti-Putin. El Reino Unido, el más belicoso de los países europeos en esta confrontación, no forma parte de la UE, su primer ministro ha dimitido y va completamente por libre guiado por su relación especial con Estados Unidos.Washington, decidido a debilitar a Putin, al que percibe con razón como un enemigo insidioso, destina considerables recursos financieros y materiales para apuntalar a Zelenski, pero no interviene directamente para no desencadenar una catástrofe de ámbito global. Además, la sociedad norteamericana está profundamente dividida, su democracia deteriorada y el actual presidente da muestras evidentes de ejercer su función aquejado de achaques seniles, lo que le priva de la fortaleza física y mental necesarias para afrontar un desafío de esta envergadura.Por supuesto, China, Irán, Venezuela, Cuba y demás regímenes totalitarios se han puesto del lado de Rusia. India se ha negado a aplicarle sanciones, mientras que Israel y las monarquías del Golfo han adoptado un papel ambiguo, sin que la reciente gira de Biden por la región haya dado los frutos deseados. La crisis alimentaria desatada por la guerra afecta sobre todo a los países en vías de desarrollo, sobre los cuales la influencia china y rusa es patente.El autócrata moscovita conoce todas estas fragilidades de sus oponentes y está dispuesto a que el tiempo le haga el trabajo. Con una inflación galopante y una recesión mundial a las puertas, las sanciones son un bumerán y los europeos se han acostumbrado a una vida muelle que dificulta mucho su compromiso con empresas que requieran sacrificio y sufrimiento. Por consiguiente, la prudencia aconseja buscar un acuerdo que dé fin a este desastre, lo que implica que Rusia y Ucrania han de sellar un pacto que incluya la futura neutralidad de ésta y una fórmula sensata de autonomía pare el Donbás. Es cierto que una salida de este tipo suena decepcionante y choca con la defensa a ultranza de los valores europeos, pero la alternativa en forma de retroceso general, crueles hambrunas en África, caída del PIB global con las consiguientes consecuencias de desempleo, miseria y revueltas sociales, resulta aún peor. Europa hace tiempo que se mueve a medio gas y no sólo en el sector energético. Por tanto, es mejor que asuma su realidad, aunque no sea óptima, sea consecuente con sus inevitables limitaciones y busque el final de una guerra que ni puede ganar ni se puede permitir perder y de una carnicería que únicamente sirve para prolongar la tortura del pueblo ucraniano y el empobrecimiento del resto del mundo.
Alejo Vidal-Quadras sobre la guerra de Ucrania:CitarEuropa a medio gashttps://www.vozpopuli.com/opinion/europa-medio-gas.htmlLa guerra entre las democracias occidentales y Rusia se libra en el martirizado territorio de Ucrania y los dos contendientes parecen estar dispuestos a luchar hasta el último hombre (ucraniano) y hasta que se destruya toda infraestructura (ucraniana). Sin embargo, este es un enfrentamiento que por su ya larga duración está girando paradójicamente a favor de los objetivos del Kremlin. Paradójicamente, porque al transformarse la que tenía que ser en su diseño inicial una operación relámpago que sustituyese al gobierno de Zelenski por un títere de Moscú, previa muerte, captura o huida del presidente ucraniano, en un lento y tortuoso conflicto de desgaste, el optimismo cundió en Bruselas y Kiev, estimulado por las grandes pérdidas rusas y su renuncia a tomar la capital reduciendo sus ambiciones a Donetsk y Lugansk. Ahora bien, la experiencia histórica, avalada por la derrota de Napoleón en 1812, la del Ejército blanco tras la Revolución de Octubre y la de los nazis en la Segunda Guerra Mundial, demuestra que la combinación de contingentes masivos de tropas, inmensa capacidad de soportar pérdidas y brutalidad extrema con la población civil, acaban jugando a favor de Rusia. Por mucho armamento sofisticado que europeos y norteamericanos proporcionen a Ucrania, el descomunal tamaño de su oponente está imponiéndose parsimoniosa, pero implacablemente. Ya dijo Marx que lo cuantitativo, a partir de un cierto nivel, deviene cualitativo, y no hay que olvidar en qué escuela se formó Putin. Si alguien concibió en algún momento un triunfo ucraniano por goleada, debe renunciar a semejante ilusión.Analizados objetivamente todos los factores en juego, la perspectiva para los intereses europeos es más bien sombría. En primer lugar, el frente comunitario no es homogéneo. Para Suecia, Finlandia y bastantes países de la Europa Oriental, Rusia es una amenaza contigua y existencial, en cambio para Francia, Italia, España y Grecia, el peligro está en el Norte de África, en el Sahel y el el Próximo Oriente, de donde procede el continuo flujo de inmigración irregular y el terrorismo yihadista. Tanto en Francia como en Italia y España, los principales partidos políticos distan de mantener una posición común sobre la guerra de Ucrania. En España, el Gobierno está dividido, con la parte socialista apoyando los esfuerzos de la OTAN, y la parte comunista saboteando a su socio en La Moncloa. En Italia, Draghi acaba de caer y las dos mayores formaciones, Cinco Estrellas y la Lega, están en contra de continuar el empeño bélico y reclaman una solución diplomática. En Francia, Macron ha perdido la mayoría absoluta y la coalición de izquierdas liderada por Mélenchon aboga también por el diálogo, al igual que la derecha de Le Pen. En cuanto a Alemania, su dependencia crucial de los hidrocarburos rusos y su cultura tradicional de coexistencia pacífica con Rusia, la convierten en un elemento vacilante del bloque anti-Putin. El Reino Unido, el más belicoso de los países europeos en esta confrontación, no forma parte de la UE, su primer ministro ha dimitido y va completamente por libre guiado por su relación especial con Estados Unidos.Washington, decidido a debilitar a Putin, al que percibe con razón como un enemigo insidioso, destina considerables recursos financieros y materiales para apuntalar a Zelenski, pero no interviene directamente para no desencadenar una catástrofe de ámbito global. Además, la sociedad norteamericana está profundamente dividida, su democracia deteriorada y el actual presidente da muestras evidentes de ejercer su función aquejado de achaques seniles, lo que le priva de la fortaleza física y mental necesarias para afrontar un desafío de esta envergadura.Por supuesto, China, Irán, Venezuela, Cuba y demás regímenes totalitarios se han puesto del lado de Rusia. India se ha negado a aplicarle sanciones, mientras que Israel y las monarquías del Golfo han adoptado un papel ambiguo, sin que la reciente gira de Biden por la región haya dado los frutos deseados. La crisis alimentaria desatada por la guerra afecta sobre todo a los países en vías de desarrollo, sobre los cuales la influencia china y rusa es patente.El autócrata moscovita conoce todas estas fragilidades de sus oponentes y está dispuesto a que el tiempo le haga el trabajo. Con una inflación galopante y una recesión mundial a las puertas, las sanciones son un bumerán y los europeos se han acostumbrado a una vida muelle que dificulta mucho su compromiso con empresas que requieran sacrificio y sufrimiento. Por consiguiente, la prudencia aconseja buscar un acuerdo que dé fin a este desastre, lo que implica que Rusia y Ucrania han de sellar un pacto que incluya la futura neutralidad de ésta y una fórmula sensata de autonomía pare el Donbás. Es cierto que una salida de este tipo suena decepcionante y choca con la defensa a ultranza de los valores europeos, pero la alternativa en forma de retroceso general, crueles hambrunas en África, caída del PIB global con las consiguientes consecuencias de desempleo, miseria y revueltas sociales, resulta aún peor. Europa hace tiempo que se mueve a medio gas y no sólo en el sector energético. Por tanto, es mejor que asuma su realidad, aunque no sea óptima, sea consecuente con sus inevitables limitaciones y busque el final de una guerra que ni puede ganar ni se puede permitir perder y de una carnicería que únicamente sirve para prolongar la tortura del pueblo ucraniano y el empobrecimiento del resto del mundo.
Los socialdemócratas de Alemania perdonan los vínculos de Schröder con PutinEl Partido Socialdemócrata (SPD) descarta expulsar al ex canciller de sus filas. La decisión llega en un momento en el que el actual líder, Olaf Scholz, pasa por sus horas más bajashttps://www.larazon.es/internacional/20220808/4hsizz6pmncoldhoi37hky7jym.html
Rusia quema el gas que no vende a EuropaLas llamas, detectadas por los satélites de la NASA, pueden verse desde la vecina Finlandiahttps://www.larazon.es/internacional/europa/20220810/xmk7syxttbbchg3kanbjywepju.html
Stanley G. Payne: «Putin es un demonio, pero en ningún caso un hombre irracional»El hispanista analiza la situación política internacional, desde la guerra de Ucrania hasta la pasividad de Biden y las nuevas izquierdashttps://www.larazon.es/cultura/20220810/wz4esiqflngnjdh445buublrie.htmlApunto de cumplir 88 años el próximo 9 de septiembre, tras los ojos de topacio del hispanista Stanley Payne se conserva todavía hoy una de las mentes más preclaras y analíticas de la Historia que conozco. Presentar a estas alturas a este doctor por la Universidad de Columbia y profesor emérito de la Universidad de Wisconsin-Madison, además de miembro destacado de la American Academy of Arts and Sciences y de la Real Academia Española de la Historia, tal vez sea algo redundante pero en todo caso necesario, por eso de la memoria tan desmemoriada que impregna hoy de ceniza y alquitrán la Historia.Hablando de memoria, recuerdo la primera vez que tuve oportunidad de charlar con Stanley Payne largo y tendido en 2003, mientras almorzábamos en el madrileño Café Gijón, y la postrera visita que hicimos juntos al vecino Museo del Prado donde revivimos algunos de los más célebres pasajes de la Historia de España inspirados en las obras de Goya o Velázquez. El mundo y España, sin ir más lejos, han cambiado mucho desde entonces. Y decir «mucho» puede resultar hoy hasta un eufemismo. La conversación con Payne, más que pesimista, es ante todo realista. Según él, pudo haberse evitado la invasión rusa de Ucrania, «la primera agresión grande y dramática» desde 1945, asegura.Admite también la posibilidad, aunque improbable a su juicio, de una escalada mundial del conflicto y califica a Vladímir Putin de «demonio» y a Joe Biden, de presidente «senil, confuso y débil». Advierte que «el porvenir será difícil y muy peligroso» por el auge de China y el colapso de una gran parte de la civilización occidental, como consecuencia de la revolución cultural del «neomarxismo» y la sustitución del cristianismo por el humanismo mecanicista y transhumanista. Y respecto a España, más que la grave situación económica le preocupa su alarmante fragmentación política.¿Pudo haberse evitado la invasión rusa de Ucrania si hubiese existido una negociación decidida y voluntariosa entre Estados Unidos y Rusia?Parece que sí. Por lo menos fue el argumento empleado antes por Henry Kissinger, como, más modestamente, ha hecho mi antiguo alumno Mario Loyola en un artículo suyo publicado en la revista «National Review». Ciertamente, existía entonces esa posibilidad pero al final se desechó.¿Cuáles son las causas reales de la invasión rusa de Ucrania?Las razones tienen que ver con la OTAN y la falta de acuerdos sobre Crimea y el Donbas. Además, al tratar con un presidente americano senil y débil, Putin creyó que tenía una oportunidad muy favorable, aunque finalmente no resultó exactamente así.¿Está de acuerdo con quienes sostienen que estamos ya en una Tercera Guerra Mundial? ¿Existe el peligro cierto de una guerra nuclear o biológica?No se trata de ninguna Tercera Guerra Mundial, pero sí de una agresión grande y dramática, la primera de esta clase que se produce desde 1945. La situación ha creado un dilema muy grave, con los ucranianos empecinados en resistir hasta el final y ahora menos proclives que antes a cualquier tipo de concesiones. Entre tanto, la dictadura rusa sigue empeñada en protagonizar un conflicto largo, complejo y costoso, cuya derrota, por cierto, le resultaría políticamente desastrosa mientras todo Occidente permanece alineado en apoyo de Ucrania. La posibilidad de una escalada siempre existe, sobre todo si se produjera finalmente una derrota de Rusia, pero no creo que lleguemos exactamente a eso.¿Cuáles son las causas reales de la invasión rusa de Ucrania?Las razones tienen que ver con la OTAN y la falta de acuerdos sobre Crimea y el Donbas. Además, al tratar con un presidente americano senil y débil, Putin creyó que tenía una oportunidad muy favorable, aunque finalmente no resultó exactamente así.¿Está de acuerdo con quienes sostienen que estamos ya en una Tercera Guerra Mundial? ¿Existe el peligro cierto de una guerra nuclear o biológica?No se trata de ninguna Tercera Guerra Mundial, pero sí de una agresión grande y dramática, la primera de esta clase que se produce desde 1945. La situación ha creado un dilema muy grave, con los ucranianos empecinados en resistir hasta el final y ahora menos proclives que antes a cualquier tipo de concesiones. Entre tanto, la dictadura rusa sigue empeñada en protagonizar un conflicto largo, complejo y costoso, cuya derrota, por cierto, le resultaría políticamente desastrosa mientras todo Occidente permanece alineado en apoyo de Ucrania. La posibilidad de una escalada siempre existe, sobre todo si se produjera finalmente una derrota de Rusia, pero no creo que lleguemos exactamente a eso.¿Cuáles son las causas reales de la invasión rusa de Ucrania?Las razones tienen que ver con la OTAN y la falta de acuerdos sobre Crimea y el Donbas. Además, al tratar con un presidente americano senil y débil, Putin creyó que tenía una oportunidad muy favorable, aunque finalmente no resultó exactamente así.¿Está de acuerdo con quienes sostienen que estamos ya en una Tercera Guerra Mundial? ¿Existe el peligro cierto de una guerra nuclear o biológica?No se trata de ninguna Tercera Guerra Mundial, pero sí de una agresión grande y dramática, la primera de esta clase que se produce desde 1945. La situación ha creado un dilema muy grave, con los ucranianos empecinados en resistir hasta el final y ahora menos proclives que antes a cualquier tipo de concesiones. Entre tanto, la dictadura rusa sigue empeñada en protagonizar un conflicto largo, complejo y costoso, cuya derrota, por cierto, le resultaría políticamente desastrosa mientras todo Occidente permanece alineado en apoyo de Ucrania. La posibilidad de una escalada siempre existe, sobre todo si se produjera finalmente una derrota de Rusia, pero no creo que lleguemos exactamente a eso.¿Cuáles son las causas reales de la invasión rusa de Ucrania?Las razones tienen que ver con la OTAN y la falta de acuerdos sobre Crimea y el Donbas. Además, al tratar con un presidente americano senil y débil, Putin creyó que tenía una oportunidad muy favorable, aunque finalmente no resultó exactamente así.¿Está de acuerdo con quienes sostienen que estamos ya en una Tercera Guerra Mundial? ¿Existe el peligro cierto de una guerra nuclear o biológica?No se trata de ninguna Tercera Guerra Mundial, pero sí de una agresión grande y dramática, la primera de esta clase que se produce desde 1945. La situación ha creado un dilema muy grave, con los ucranianos empecinados en resistir hasta el final y ahora menos proclives que antes a cualquier tipo de concesiones. Entre tanto, la dictadura rusa sigue empeñada en protagonizar un conflicto largo, complejo y costoso, cuya derrota, por cierto, le resultaría políticamente desastrosa mientras todo Occidente permanece alineado en apoyo de Ucrania. La posibilidad de una escalada siempre existe, sobre todo si se produjera finalmente una derrota de Rusia, pero no creo que lleguemos exactamente a eso.¿Cuáles son las causas reales de la invasión rusa de Ucrania?Las razones tienen que ver con la OTAN y la falta de acuerdos sobre Crimea y el Donbas. Además, al tratar con un presidente americano senil y débil, Putin creyó que tenía una oportunidad muy favorable, aunque finalmente no resultó exactamente así.¿Está de acuerdo con quienes sostienen que estamos ya en una Tercera Guerra Mundial? ¿Existe el peligro cierto de una guerra nuclear o biológica?No se trata de ninguna Tercera Guerra Mundial, pero sí de una agresión grande y dramática, la primera de esta clase que se produce desde 1945. La situación ha creado un dilema muy grave, con los ucranianos empecinados en resistir hasta el final y ahora menos proclives que antes a cualquier tipo de concesiones. Entre tanto, la dictadura rusa sigue empeñada en protagonizar un conflicto largo, complejo y costoso, cuya derrota, por cierto, le resultaría políticamente desastrosa mientras todo Occidente permanece alineado en apoyo de Ucrania. La posibilidad de una escalada siempre existe, sobre todo si se produjera finalmente una derrota de Rusia, pero no creo que lleguemos exactamente a eso.¿Cuáles son las causas reales de la invasión rusa de Ucrania?Las razones tienen que ver con la OTAN y la falta de acuerdos sobre Crimea y el Donbas. Además, al tratar con un presidente americano senil y débil, Putin creyó que tenía una oportunidad muy favorable, aunque finalmente no resultó exactamente así.¿Está de acuerdo con quienes sostienen que estamos ya en una Tercera Guerra Mundial? ¿Existe el peligro cierto de una guerra nuclear o biológica?No se trata de ninguna Tercera Guerra Mundial, pero sí de una agresión grande y dramática, la primera de esta clase que se produce desde 1945. La situación ha creado un dilema muy grave, con los ucranianos empecinados en resistir hasta el final y ahora menos proclives que antes a cualquier tipo de concesiones. Entre tanto, la dictadura rusa sigue empeñada en protagonizar un conflicto largo, complejo y costoso, cuya derrota, por cierto, le resultaría políticamente desastrosa mientras todo Occidente permanece alineado en apoyo de Ucrania. La posibilidad de una escalada siempre existe, sobre todo si se produjera finalmente una derrota de Rusia, pero no creo que lleguemos exactamente a eso.¿Cuáles son las causas reales de la invasión rusa de Ucrania?Las razones tienen que ver con la OTAN y la falta de acuerdos sobre Crimea y el Donbas. Además, al tratar con un presidente americano senil y débil, Putin creyó que tenía una oportunidad muy favorable, aunque finalmente no resultó exactamente así.¿Está de acuerdo con quienes sostienen que estamos ya en una Tercera Guerra Mundial? ¿Existe el peligro cierto de una guerra nuclear o biológica?No se trata de ninguna Tercera Guerra Mundial, pero sí de una agresión grande y dramática, la primera de esta clase que se produce desde 1945. La situación ha creado un dilema muy grave, con los ucranianos empecinados en resistir hasta el final y ahora menos proclives que antes a cualquier tipo de concesiones. Entre tanto, la dictadura rusa sigue empeñada en protagonizar un conflicto largo, complejo y costoso, cuya derrota, por cierto, le resultaría políticamente desastrosa mientras todo Occidente permanece alineado en apoyo de Ucrania. La posibilidad de una escalada siempre existe, sobre todo si se produjera finalmente una derrota de Rusia, pero no creo que lleguemos exactamente a eso.¿Le preocupa el auge exacerbado de los nacionalismos en Europa y, sin ir más lejos, también en España?El nacionalismo fue el movimiento revolucionario por excelencia del siglo XIX hasta 1945, y luego se extendió a otras partes del mundo. En Europa, el verdadero problema es más el «micro-nacionalismo», aunque puede ser necesaria alguna reforma de la Unión Europa.Hay quienes caen ahora en la cuenta de que Mussolini llegó al poder en 1922 y que hoy, justo 100 años después, la «ultraderecha» italiana, como ellos la denominan, parte como favorita en las elecciones del próximo 25 de septiembre. ¿La historia tal vez se repita hoy aunque con distintos matices?No lo creo. El ultranacionalismo no es ninguna tradición italiana arraigada, como sí lo es el autoritarismo y el expansionismo militar en Rusia. No hay peligro de un «atavismo» político en Italia semejante al ruso. Eso de ondear el espantapájaros del «fascismo» es casi siempre una argucia política, aunque también hay periodistas y profesores que encuentran en ello un modo barato y postizo de garantizarse más empleo. Como dijo Marx, cuando la historia «se repite» es casi siempre como farsa. Ahora bien, es muy distinto si se trata de una verdadera tradición nacional de siglos, como es el caso del autoritarismo y militarismo expansionista rusos. Pero la tradición italiana es muy diferente de la rusa, porque no se trata del fascismo sino del «transformismo»: todo partido de tipo neofascista o de ultraderecha se ha transformado allí, como sucederá del mismo modo con los «Fratelli d’Italia».Las guerras las ganan siempre los «buenos», mientras que los «malos» son los perdedores, como los alemanes en la Segunda Guerra Mundial, que sin duda lo fueron. Pero nadie habla ya en cambio de las atrocidades cometidas por los rusos, en especial durante los últimos seis de la guerra bajo el mandato de ese Stalin al que algunos veneran todavía...Nada más verídico que eso. Es curioso cómo después de muchos miles de libros y películas, el entendimiento de la Segunda Guerra Mundial sigue siendo superficial y a veces incluso muy distorsionado. En Occidente se presenta como la lucha por la libertad y la democracia, mientras que a escala mundial representaba la lucha para garantizar el triunfo del totalitarismo. De hecho, cuatro años después un tercio de la humanidad vivía ya bajo el yugo del totalitarismo. El mejor libro sobre la guerra que se ha publicado en los últimos años es de Sean McMeekin, titulado en inglés «Stalin’s War» (2021). Los crímenes soviéticos fueron muchos, con numerosos asesinatos y todavía más notablemente la mayor ola de violaciones en masa de mujeres en la historia del mundo, una expresión de la esencia misma del estalinismo y sus atrocidades derivadas del poder. Y además, a diferencia de Alemania, se trataba de una larga tradición rusa. Los rusos ocuparon Finlandia durante casi cuarenta años en el siglo XVIII, y los historiadores finlandeses calculan que durante esa etapa de su historia murió una cuarta parte de la población.Las guerras las ganan siempre los «buenos», mientras que los «malos» son los perdedores, como los alemanes en la Segunda Guerra Mundial, que sin duda lo fueron. Pero nadie habla ya en cambio de las atrocidades cometidas por los rusos, en especial durante los últimos seis de la guerra bajo el mandato de ese Stalin al que algunos veneran todavía...Nada más verídico que eso. Es curioso cómo después de muchos miles de libros y películas, el entendimiento de la Segunda Guerra Mundial sigue siendo superficial y a veces incluso muy distorsionado. En Occidente se presenta como la lucha por la libertad y la democracia, mientras que a escala mundial representaba la lucha para garantizar el triunfo del totalitarismo. De hecho, cuatro años después un tercio de la humanidad vivía ya bajo el yugo del totalitarismo. El mejor libro sobre la guerra que se ha publicado en los últimos años es de Sean McMeekin, titulado en inglés «Stalin’s War» (2021). Los crímenes soviéticos fueron muchos, con numerosos asesinatos y todavía más notablemente la mayor ola de violaciones en masa de mujeres en la historia del mundo, una expresión de la esencia misma del estalinismo y sus atrocidades derivadas del poder. Y además, a diferencia de Alemania, se trataba de una larga tradición rusa. Los rusos ocuparon Finlandia durante casi cuarenta años en el siglo XVIII, y los historiadores finlandeses calculan que durante esa etapa de su historia murió una cuarta parte de la población.Las guerras las ganan siempre los «buenos», mientras que los «malos» son los perdedores, como los alemanes en la Segunda Guerra Mundial, que sin duda lo fueron. Pero nadie habla ya en cambio de las atrocidades cometidas por los rusos, en especial durante los últimos seis de la guerra bajo el mandato de ese Stalin al que algunos veneran todavía...Nada más verídico que eso. Es curioso cómo después de muchos miles de libros y películas, el entendimiento de la Segunda Guerra Mundial sigue siendo superficial y a veces incluso muy distorsionado. En Occidente se presenta como la lucha por la libertad y la democracia, mientras que a escala mundial representaba la lucha para garantizar el triunfo del totalitarismo. De hecho, cuatro años después un tercio de la humanidad vivía ya bajo el yugo del totalitarismo. El mejor libro sobre la guerra que se ha publicado en los últimos años es de Sean McMeekin, titulado en inglés «Stalin’s War» (2021). Los crímenes soviéticos fueron muchos, con numerosos asesinatos y todavía más notablemente la mayor ola de violaciones en masa de mujeres en la historia del mundo, una expresión de la esencia misma del estalinismo y sus atrocidades derivadas del poder. Y además, a diferencia de Alemania, se trataba de una larga tradición rusa. Los rusos ocuparon Finlandia durante casi cuarenta años en el siglo XVIII, y los historiadores finlandeses calculan que durante esa etapa de su historia murió una cuarta parte de la población.Las guerras las ganan siempre los «buenos», mientras que los «malos» son los perdedores, como los alemanes en la Segunda Guerra Mundial, que sin duda lo fueron. Pero nadie habla ya en cambio de las atrocidades cometidas por los rusos, en especial durante los últimos seis de la guerra bajo el mandato de ese Stalin al que algunos veneran todavía...Nada más verídico que eso. Es curioso cómo después de muchos miles de libros y películas, el entendimiento de la Segunda Guerra Mundial sigue siendo superficial y a veces incluso muy distorsionado. En Occidente se presenta como la lucha por la libertad y la democracia, mientras que a escala mundial representaba la lucha para garantizar el triunfo del totalitarismo. De hecho, cuatro años después un tercio de la humanidad vivía ya bajo el yugo del totalitarismo. El mejor libro sobre la guerra que se ha publicado en los últimos años es de Sean McMeekin, titulado en inglés «Stalin’s War» (2021). Los crímenes soviéticos fueron muchos, con numerosos asesinatos y todavía más notablemente la mayor ola de violaciones en masa de mujeres en la historia del mundo, una expresión de la esencia misma del estalinismo y sus atrocidades derivadas del poder. Y además, a diferencia de Alemania, se trataba de una larga tradición rusa. Los rusos ocuparon Finlandia durante casi cuarenta años en el siglo XVIII, y los historiadores finlandeses calculan que durante esa etapa de su historia murió una cuarta parte de la población.Las guerras las ganan siempre los «buenos», mientras que los «malos» son los perdedores, como los alemanes en la Segunda Guerra Mundial, que sin duda lo fueron. Pero nadie habla ya en cambio de las atrocidades cometidas por los rusos, en especial durante los últimos seis de la guerra bajo el mandato de ese Stalin al que algunos veneran todavía...Nada más verídico que eso. Es curioso cómo después de muchos miles de libros y películas, el entendimiento de la Segunda Guerra Mundial sigue siendo superficial y a veces incluso muy distorsionado. En Occidente se presenta como la lucha por la libertad y la democracia, mientras que a escala mundial representaba la lucha para garantizar el triunfo del totalitarismo. De hecho, cuatro años después un tercio de la humanidad vivía ya bajo el yugo del totalitarismo. El mejor libro sobre la guerra que se ha publicado en los últimos años es de Sean McMeekin, titulado en inglés «Stalin’s War» (2021). Los crímenes soviéticos fueron muchos, con numerosos asesinatos y todavía más notablemente la mayor ola de violaciones en masa de mujeres en la historia del mundo, una expresión de la esencia misma del estalinismo y sus atrocidades derivadas del poder. Y además, a diferencia de Alemania, se trataba de una larga tradición rusa. Los rusos ocuparon Finlandia durante casi cuarenta años en el siglo XVIII, y los historiadores finlandeses calculan que durante esa etapa de su historia murió una cuarta parte de la población.¿Putin es acaso un demonio y Biden, un ángel de luz?Putin es un demonio, pero no es irracional sino un hombre muy calculador. Biden, por su parte, es senil, confuso y débil. Fue nominado por los demócratas en 2020 como un «moderado» para disfrazar a un partido muy radical e izquierdista y engañar de este modo a los votantes americanos, cosa que al final se consiguió mediante el control unipartidista de los medios de comunicación. El otro aspecto crucial fue la revolución en los sistemas de votación introducida bajo el argumento de la pandemia.¿Cree que el mundo se aproxima a una especie de apocalipsis o que ha entrado tal vez ya en una nueva era o encrucijada muy peligrosa?El porvenir será difícil y muy peligroso, sí. Mi opinión personal es que se evitará el apocalipsis en cuanto a Ucrania, pero no un gran desastre, que, de hecho, ha ocurrido ya. Los dos grandes problemas de este momento son, en primer lugar, el auge de China. Pero también el colapso interno de una gran parte de la civilización occidental con la revolución cultural del «neomarxismo» o «wokeism» de la política de identidad, y el reemplazo religioso del cristianismo por el humanismo mecanicista y transhumanista, junto con el panecologismo. Esto representa una transformación sin precedentes en la historia humana. De este modo, la guerra de Ucrania es una gran distracción que disfraza los verdaderos problemas.¿Qué le preocupa más de lo que está sucediendo hoy en España?La recuperación económica será larga, dura y difícil, pero aún peor es la fragmentación política, a la cual no se ve ningún remedio inmediato. En el siglo XXI, las izquierdas españolas se han vuelto a su vómito, enarbolando de nuevo la bandera de su tradición de los exaltados desde 1821, brevemente superada durante los años de la Transición. Además, como es típico de las izquierdas españolas siempre tan destructivas, están muy reñidas entre sí.