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Autor Tema: Economistas británicos urgen a recortar la semana laboral a 20h  (Leído 38399 veces)

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Tuttle

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Cut the working week to a maximum of 20 hours, urge top economists

Job sharing and increased leisure are the answer to rising unemployment, claims thinktank

http://www.guardian.co.uk/society/2012/jan/08/cut-working-week-urges-thinktank

Britain is struggling to shrug off the credit crisis; overworked parents are stricken with guilt about barely seeing their offspring; carbon dioxide is belching into the atmosphere from our power-hungry offices and homes. In London on Wednesday, experts will gather to offer a novel solution to all of these problems at once: a shorter working week.

A thinktank, the New Economics Foundation (NEF), which has organised the event with the Centre for Analysis of Social Exclusion at the London School of Economics, argues that if everyone worked fewer hours – say, 20 or so a week – there would be more jobs to go round, employees could spend more time with their families and energy-hungry excess consumption would be curbed. Anna Coote, of NEF, said: "There's a great disequilibrium between people who have got too much paid work, and those who have got too little or none."

She argued that we need to think again about what constitutes economic success, and whether aiming to boost Britain's GDP growth rate should be the government's first priority: "Are we just living to work, and working to earn, and earning to consume? There's no evidence that if you have shorter working hours as the norm, you have a less successful economy: quite the reverse." She cited Germany and the Netherlands.

Robert Skidelsky, the Keynesian economist, who has written a forthcoming book with his son, Edward, entitled How Much Is Enough?, argued that rapid technological change means that even when the downturn is over there will be fewer jobs to go around in the years ahead. "The civilised answer should be work-sharing. The government should legislate a maximum working week."

Many economists once believed that as technology improved, boosting workers' productivity, people would choose to bank these benefits by working fewer hours and enjoying more leisure. Instead, working hours have got longer in many countries. The UK has the longest working week of any major European economy.

Skidelsky says politicians and economists need to think less about the pursuit of growth. "The real question for welfare today is not the GDP growth rate, but how income is divided."

Parents of young children already have the right to request flexible working, but the NEF would like to see job-sharing and alternative work patterns become much more widespread, and is calling on the government to make flexible working a default right for everyone.

Marai

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Re:Economistas británicos urgen a recortar la semana laboral a 20h
« Respuesta #1 en: Enero 10, 2012, 11:09:51 am »
En mi "ranking" particular de cuestiones de importancia el punto de la jornada laboral y el reparto de trabajo estaría en el TOP 10 como una de las cuestiones importantes que influyen en las tasas de empleo, reparto de riquezas, calidad de vida etc.

Hace mucho tiempo que mi intuición (no tengo una opinión fuerte al respecto) va en la misma dirección que éste estudio de la NEF. Mi opinión es que las mejoras en la (macro)productividad económica deberían tener como objetivo principal una mejora generalizada de la calidad de vida además de cambios en la tipología de trabajos con los que los humanos nos ganamos la vida. Sin embargo hay otra corriente que cree que lo que es clave es la microproductividad: conseguir extraer el máximo de beneficio corporativo por unidad de trabajo.

Es bastante obvio que si eres capaz de explotar más a un trabajador (le haces trabajar más horas y por menos sueldo) el beneficio unitario aumenta. Sin embargo no está nada claro que con eso se consiga aumentar la producción en términos unitarios (o incluso en términos absolutos).

Mis observaciones particulares al respecto (comparando laboratorios) son que veo alta productividad en sitios donde se crea un ambiente de trabajo adecuado: buena organización, ambiente de colaboración, dirección sensata. En algunos sitios donde se fomenta la competitividad por encima de todo la productividad va más por ciclos. La diferencia principal es que a la gente se la ve mejor dispuesta y alegre en el primer caso.

pollo

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Re:Economistas británicos urgen a recortar la semana laboral a 20h
« Respuesta #2 en: Enero 10, 2012, 11:52:39 am »
¿Recordáis que llevo años diciendo que el asunto de la falta de trabajo imprescindible y el reparto del fruto del trabajo de la automatización son dos de los asuntos que sería imprescindible solucionar de una forma u otra para evitar el colapso total de la civilización moderna? Pues me alegra ver que aun existe gente (economistas dignos de ser llamados como tales porque piensan en economía y no se limitan a seguir la Biblia para bobos de turno) que piensa en serio sobre estos asuntos.
« última modificación: Enero 10, 2012, 12:05:09 pm por pollo »

pollo

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Re:Economistas británicos urgen a recortar la semana laboral a 20h
« Respuesta #3 en: Enero 10, 2012, 11:55:46 am »
En mi "ranking" particular de cuestiones de importancia el punto de la jornada laboral y el reparto de trabajo estaría en el TOP 10 como una de las cuestiones importantes que influyen en las tasas de empleo, reparto de riquezas, calidad de vida etc.

Hace mucho tiempo que mi intuición (no tengo una opinión fuerte al respecto) va en la misma dirección que éste estudio de la NEF. Mi opinión es que las mejoras en la (macro)productividad económica deberían tener como objetivo principal una mejora generalizada de la calidad de vida además de cambios en la tipología de trabajos con los que los humanos nos ganamos la vida. Sin embargo hay otra corriente que cree que lo que es clave es la microproductividad: conseguir extraer el máximo de beneficio corporativo por unidad de trabajo.

Es bastante obvio que si eres capaz de explotar más a un trabajador (le haces trabajar más horas y por menos sueldo) el beneficio unitario aumenta. Sin embargo no está nada claro que con eso se consiga aumentar la producción en términos unitarios (o incluso en términos absolutos).

Mis observaciones particulares al respecto (comparando laboratorios) son que veo alta productividad en sitios donde se crea un ambiente de trabajo adecuado: buena organización, ambiente de colaboración, dirección sensata. En algunos sitios donde se fomenta la competitividad por encima de todo la productividad va más por ciclos. La diferencia principal es que a la gente se la ve mejor dispuesta y alegre en el primer caso.

Los segundos son cortoplacidstas y miopes (los típicos empresaurios palilleros). Tienen ligeramente más beneficio a cortísimo plazo a cambio de hundir la economía que les ha de mantener a flote en su actividad. Ya se sabe que lo importante es calentar la silla y aparentar que se es muy "trabajador", no honrado, no eficiente, no inteligente, no no, "trabajador".
Este tipo de pensamiento es el verdadero cáncer a extirpar inculcado por décadas de gominismo y ejpertos.
« última modificación: Enero 10, 2012, 12:05:27 pm por pollo »

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Re:Economistas británicos urgen a recortar la semana laboral a 20h
« Respuesta #4 en: Enero 10, 2012, 13:20:36 pm »
Me traigo también aqui este texto que en su día ya dejé en b.info:

http://www.cookingideas.es/la-jornada-laboral-de-cuatro-horas-20100927.html

Citar
La jornada laboral de cuatro horas

En mi círculo de allegados hay tres grandes grupos de personas: los que no tienen trabajo; los que andan “de bolo en bolo”, trabajando inopinadamente semanas o días sueltos, y, finalmente, los que sí tienen empleo fijo, a la manera “tradicional”. Estos últimos suelen cumplir jornadas maratonianas, que apenas les dejan tiempo libre, mientras que los integrantes de los dos primeros grupos disfrutan de ingentes cantidades de ocio, tiempo que dedican a cavilar cómo poder afrontar los gastos con sus magros ingresos (de existir éstos).

Lo que tienen en común todos ellos es vivir en un estado de angustia casi perpetua, tratando de hallar el equilibrio entre los factores tiempo y dinero, y buscando en los ángulos derivados de la conjunción de ambos esa entelequia llamada felicidad.

Han pasado casi 80 años desde que el filósofo Bertrand Russell escribió su “Elogio de la ociosidad”, una diatriba contra la moral de la laboriosidad erigida por las clases ociosas. Russell se pregunta (¡en 1932!) por qué los trabajadores disponen de menos tiempo libre que antes de la introducción de las máquinas:

    “(…) la organización científica de la producción permite mantener las poblaciones modernas en un considerable bienestar con sólo una pequeña parte de la capacidad de trabajo del mundo entero”.

El filósofo, que cree que es más importante para el ser humano el dolce far niente que la laboriosidad, lanza un órdago: trabajar 4 horas diarias en lugar de 8 para repartir el ocio por igual y evitar así que “el tiempo libre produzca miseria por todas partes, en lugar de ser una fuente de felicidad universal”:

    “Si el asalariado ordinario trabajarse cuatro horas al día, alcanzaría para todos y no habría paro. Esta idea escandaliza a los ricos porque están convencidos de que el pobre no sabría cómo emplear tanto tiempo libre”.

A día de hoy, los argumentos de Russell pueden resultar ingenuos, empezando por el maniqueísmo de trabajo = malo, ocio = bueno,  pero en el fondo de su argumentación subyace una verdad insoslayable: la tecnología ha incumplido su promesa de liberarnos del trabajo y la sensación de que el tiempo no nos alcanza para alcanzar nuestros afanes es mayor que nunca. Tal vez no sea culpa de la falta de tiempo sino del exceso de afanes.

Los tímidos experimentos de reparto del trabajo se han saldado con un fracaso: hace 2 años Sarkozy liquidó la jornada laboral de 35 horas semanales en Francia, establecida diez años antes por el gobierno socialista, en parte por el influjo del sociólogo Jeremy Rifkin y su ensayo “El fin del trabajo”, en parte heredero intelectual de Bertrand Russell. Claro, que Rifkin y Russell pueden parecer apóstoles del estajonovismo a Tim Ferriss, autor del libro “La semana laboral de 4 horas”, que reconozco que no he leído pero que seguramente debería estar en la sección de ciencia ficción de las librerías.

Paradójicamente, la esclavitud no viene por el trabajo, como creía Russell, sino por el ocio. Persuadidos por la ubicua publicidad hemos aceptado como imprescindibles unos estándares de vida que rozan la suntuosidad. En estos términos, la economía depende más del consumo que de la producción y, claro, cuando aquél flaquea éste se desmorona.

Texto completo de “Elogio de la ociosidad”, de Bertrand Russell [.pdf].
http://www.alcoberro.info/pdf/russell3.pdf
« última modificación: Enero 10, 2012, 13:43:49 pm por NosTrasladamus »
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Re:Economistas británicos urgen a recortar la semana laboral a 20h
« Respuesta #5 en: Enero 10, 2012, 13:22:27 pm »
Y también os dejo este "chiste" clásico que a muchos nos hace reflexionar (los neoliberales/neoesclavistas que necesitan que exista un enorme "pool" subvencionado por el estado de desempleados y de asalariados "desechables" que les permita mantener horarios tendentes a infinito y salarios tendentes a cero -que es lo único que entendeis por "productividad"- en un macabro juego de las "sillas musicales",  ya podeis llamarme "vago" :biggrin: )

Citar
Un banquero de inversión americano estaba en el muelle de un pueblito costero mexicano cuando llegó un botecito con un solo pescador. Dentro del bote había varios atunes amarillos de buen tamaño.

El americano elogió al mexicano por la calidad del pescado y le pregunto:

"¿Cuánto tiempo le tomó pescarlos? "

El mexicano respondió:

"Sólo un poco tiempo".

El americano luego le preguntó:

"¿Porqué no permaneces más tiempo y sacas más pescado?"

El mexicano dijo que él tenía lo suficiente para satisfacer las necesidades inmediatas de su familia.

El americano luego preguntó:

"Pero.. ¿qué haces con el resto de tu tiempo?"

El pescador mexicano dijo:

"duermo hasta tarde, pesco un poco, juego con mis hijos, me hecho una siesta con mi señora, María, voy todas las noches al pueblo donde tomo vino y toco guitarra con mis amigos. Como ves tengo una vida divertida y ocupada."

El americano replicó:

"Soy un MBA de Harvard y podría ayudarte. Deja te explico... deberías gastar más tiempo en la pesca, con los ingresos comprar un bote más grande, con los ingresos del bote más grande podrías comprar varios botes, eventualmente tendrías una flota de botes pesqueros. En vez de vender el pescado a un intermediario lo podrías hacer directamente a un procesador, eventualmente abrir tu propia procesadora. Deberías controlar la producción, el procesamiento y la distribución. Deberías salir de este "pinche" pueblo e irte a Ciudad de México, luego a Los Angeles y eventualmente a Nueva York, donde manejarías tu empresa en expansión".

El pescador mexicano preguntó:

"Pero, ¿cuánto tiempo tarda todo eso?"

A lo cual respondió el americano:

"entre 15 y 20 años"

El mexicano:

"¿Y luego qué?"

El americano se rió y dijo que esa era la mejor parte. "Cuando llegue la hora deberías anunciar un IPO (Oferta inicial de acciones) y vender las acciones de tu empresa al público. Te volverás rico, tendrás millones".

El mexicano:

"Millones ...¿y luego qué?"

Dijo el americano:

"Luego te puedes retirar. Te mueves a un pueblito en la costa donde puedes dormir hasta tarde, pescar un poco, jugar con tus hijos, echar una siesta con tu mujer, ir todas las noches al pueblo a tomar vino y tocar la guitarra con tus amigos"
« última modificación: Enero 10, 2012, 14:45:18 pm por NosTrasladamus »
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Re:Economistas británicos urgen a recortar la semana laboral a 20h
« Respuesta #6 en: Enero 10, 2012, 14:10:37 pm »
No me resisto a pegar aquí un buen fragmento del texto de Rusell que enlazan en el artículo sobre la jornada laboral de 4 horas. Tengamos en cuenta que el "Elogio de la ociosidad" fué escrito en 1932, tras la primera guerra mundial y en plena crisis de 1929, crisis de sobreproducción como la actual ó, como diría hoy en día SNB de el "ir siempre a más", un ir a más espoleado por el crédito -de ahí el que el colapso de la estafa de los financieros arrastre con ellos a la economía real- y el mantra falaz del "crecimiento sostenible". http://es.wikipedia.org/wiki/Sobreproducci%C3%B3n#Crisis_de_sobreproducci.C3.B3n justamente lo que se está volviendo a exacerbar hoy:

Citar
[...]la sobreproducción se extendió durante la década de 1920 en Estados Unidos y fue motivada por un aumento de la productividad y una bajada de la demanda (economía) por la existencia de un alto número de desempleados.


 Hay que leer más y escuchar menos los cantos de sirena de los falsimedia...  ;)

http://www.alcoberro.info/pdf/russell3.pdf

Citar
Cada vez que alguien que ya dispone de lo suficiente para vivir se propone ocuparse en alguna clase de trabajo diario, como la enseñanza o la mecanografía, se le dice, a él o a ella, que tal conducta lleva a quitar el pan de la boca a otras personas, y que, por tanto, es inicua. Si este argumento fuese válido, bastaría con que todos nos mantuviésemos inactivos para tener la boca llena de pan.

 Lo que olvida la gente que dice tales cosas es que un hombre suele gastar lo que gana, y al gastar genera empleo. Al gastar sus ingresos, un hombre pone tanto pan en las bocas de los demás como les quita al ganar.

El verdadero malvado, desde este punto de vista, es el hombre que ahorra. Si se limita a meter sus ahorros en un calcetín, como el proverbial campesino francés, es obvio que no genera empleo. Si invierte sus ahorros, la cuestión es menos obvia, y se plantean diferentes casos.

Una de las cosas que con más frecuencia se hacen con los ahorros es prestarlos a algún
gobierno. En vista del hecho de que el grueso del gasto público de la mayor parte de los gobiernos civilizados consiste en el pago de deudas de guerras pasadas o en la preparación de guerras futuras, el hombre que presta su dinero a un gobierno se halla en la misma situación que el malvado de Shakespeare que alquila asesinos.

El resultado estricto de los hábitos de ahorro del hombre es el incremento de las fuerzas armadas del estado al que presta sus economías. Resulta evidente que sería mejor que gastara el dinero, aun cuando lo gastara en bebida o en juego.

Pero -se me dirá- el caso es absolutamente distinto cuando los ahorros se invierten en empresas industriales. Cuando tales empresas tienen éxito y producen algo útil, se puede admitir.

En nuestros días, sin embargo, nadie negará que la mayoría de las empresas fracasan. Esto significa que una gran cantidad de trabajo humano, que hubiera podido dedicarse a producir algo susceptible de ser disfrutado, se consumió en la fabricación de máquinas que, una vez construidas, permanecen paradas y no benefician a nadie.

Por ende, el hombre que invierte sus ahorros en un negocio que quiebra, perjudica a los demás tanto como a sí mismo. Si gasta su dinero -digamos- en dar fiestas a sus amigos, éstos se divertirán -cabe esperarlo-, al tiempo en que se beneficien todos aquellos con quienes gastó su dinero, como el carnicero, el panadero y el contrabandista de alcohol. Pero si lo gasta -digamos- en tender rieles para tranvías en un lugar donde los tranvías resultan innecesarios, habrá desviado un considerable
volumen de trabajo por caminos en los que no dará placer a nadie.

Sin embargo, cuando se empobrezca por el fracaso de su inversión, se le considerará víctima de una desgracia inmerecida, en tanto que al alegre derrochador, que gastó su dinero filantrópicamente, se le despreciará como persona alocada y frívola.

Nada de esto pasa de lo preliminar. Quiero decir, con toda seriedad, que la fe en las virtudes del trabajo está haciendo mucho daño en el mundo moderno y que el camino hacia la felicidad y la prosperidad pasa por una reducción organizada de aquél.

Ante todo, ¿qué es el trabajo? Hay dos clases de trabajo; la primera: modificar la disposición de la materia en, o cerca de, la superficie de la tierra, en relación con otra materia dada; la segunda: mandar a otros que lo hagan.

La primera clase de trabajo es desagradable y está mal pagada; la segunda es agradable y muy bien pagada. La segunda clase es susceptible de extenderse indefinidamente: no solamente están los que dan órdenes, sino también los que dan consejos acerca de qué órdenes deben darse.

Por lo general, dos grupos organizados de hombres dan simultáneamente dos clases opuestas de consejos; esto se llama política. Para esta clase de trabajo no se requiere el conocimiento de los temas acerca de los cuales ha de darse consejo, sino el conocimiento del arte de hablar y escribir persuasivamente, es decir, del arte de la propaganda.

En Europa, aunque no en Norteamérica, hay una tercera clase de hombres, más respetada que cualquiera de las clases de trabajadores. Hay hombres que, merced a la propiedad de la tierra,
están en condiciones de hacer que otros paguen por el privilegio de que les consienta existir y trabajar.

Estos terratenientes son gentes ociosas, y por ello cabría esperar que yo los elogiara. Desgraciadamente, su ociosidad solamente resulta posible gracias a la laboriosidad de otros; en efecto, su deseo de cómoda ociosidad es la fuente histórica de todo el evangelio del trabajo. Lo último que podrían desear es que otros siguieran su ejemplo.

Desde el comienzo de la civilización hasta la revolución industrial, un hombre podía, por lo general, producir, trabajando duramente, poco más de lo imprescindible para su propia subsistencia y la de su familia, aun cuando su mujer trabajara al menos tan duramente como él, y sus hijos agregaran su trabajo tan pronto como tenían la edad necesaria para ello. El pequeño excedente sobre lo estrictamente necesario no se dejaba en manos de los que lo producían, sino que se lo apropiaban los guerreros y los sacerdotes.

En tiempos de hambruna no había excedente; los guerreros y los sacerdotes, sin embargo, seguían reservándose tanto como en otros tiempos, con el resultado de que muchos de los trabajadores morían de hambre. Este sistema perduró en Rusia hasta 1917 y todavía perdura en Oriente; en Inglaterra, a pesar de la revolución industrial, se mantuvo en plenitud durante las guerras napoleónicas y hasta hace cien años, cuando la nueva clase de los industriales ganó poder.

En Norteamérica, el sistema terminó con la revolución, excepto en el Sur, donde sobrevivió hasta la guerra civil. Un sistema que duró tanto y que terminó tan recientemente ha dejado, como es natural, una huella profunda en los pensamientos y las opiniones de los hombres.

Buena parte de lo que damos por sentado acerca de la conveniencia del trabajo procede de este sistema, y, al ser preindustrial, no está adaptado al mundo moderno. La técnica moderna ha hecho posible que el ocio, dentro de ciertos límites, no sea la prerrogativa de clases privilegiadas poco
numerosas, sino un derecho equitativamente repartido en toda la comunidad.

La moral del trabajo es la moral de los 'esclavos, y el mundo moderno no tiene necesidad de esclavitud.

Es evidente que, en las comunidades primitivas, los campesinos, de haber podido decidir, no hubieran entregado el escaso excedente con que subsistían los guerreros y los sacerdotes,
sino que hubiesen producido menos o consumido más.

Al principio, era la fuerza lo que los obligaba a producir y entregar el excedente. Gradualmente, sin embargo, resultó posible inducir a muchos de ellos a aceptar una ética según la cual era su deber trabajar intensamente, aunque parte de su trabajo fuera a sostener a otros, que permanecían ociosos. Por este medio, la compulsión requerida se fue reduciendo y los gastos de gobierno disminuyeron.

En nuestros días, el noventa y nueve por ciento de los asalariados británicos, se sentirían realmente impresionados si se les dijera que el rey no debe tener ingresos mayores que los de un
trabajador.

El deber, en términos históricos, ha sido un medio, ideado por los poseedores del poder, para inducir a los demás a vivir para el interés de sus amos más que para su propio interés. Por supuesto, los poseedores del poder también han hecho lo propio aún ante si mismos, y sé las arreglan para creer que sus intereses son idénticos a los más grandes intereses de la humanidad.

A veces esto es cierto; los atenienses propietarios de esclavos, por ejemplo, empleaban parte de su tiempo libre en hacer una contribución permanente a la civilización, que hubiera sido imposible bajo un sistema económico justo.

El tiempo libre es esencial para la civilización, y, en épocas pasadas, sólo el trabajo de los más hacía posible el tiempo libre de los menos. Pero el trabajo era valioso, no porque el trabajo en sí fuera bueno, sino porque el ocio es bueno. Y con la técnica moderna sería posible distribuir justamente el ocio, sin menoscabo para la civilización.

La técnica moderna ha hecho posible reducir enormemente la cantidad de trabajo requerida para asegurar lo imprescindible para la vida de todos. Esto se hizo evidente durante la guerra.

En aquel tiempo, todos los hombres de las fuerzas armadas, todos los hombres y todas las mujeres ocupados en la fabricación de municiones, todos los hombres y todas las mujeres ocupados en espiar, en hacer propaganda bélica o en las oficinas del gobierno relacionadas con la guerra, fueron apartados de las ocupaciones productivas.

A pesar de ello, el nivel general de bienestar físico entre los asalariados no especializados de las naciones aliadas fue más alto que antes y que después. La significación de este hecho fue encubierta por las finanzas: los préstamos hacían aparecer las cosas como si el futuro estuviera alimentando al presente. Pero esto, desde luego, hubiese sido imposible; un hombre no puede comerse una rebanada de pan que todavía no existe.

La guerra demostró de modo concluyente que la organización científica de la producción permite mantener las poblaciones modernas en un considerable bienestar con sólo una pequeña parte de la capacidad de trabajo del mundo entero. Si la organización científica, que se había concebido para liberar hombres que lucharan y fabricaran municiones, se hubiera mantenido al finalizar la guerra, y se hubiesen reducido a cuatro las horas de trabajo, todo hubiera ido bien.

En lugar de ello, fue restaurado el antiguo caos: aquellos cuyo trabajo se necesitaba se vieron obligados a trabajar largas horas, y al resto se le dejó morir de hambre por falta de empleo. ¿Por qué? Porque el trabajo es un deber, y un hombre no debe recibir salarios proporcionados a lo que ha producido, sino proporcionados a su virtud, demostrada por su laboriosidad.

Ésta es la moral del estado esclavista, aplicada en circunstancias completamente distintas de aquellas en las que surgió. No es de extrañar que el resultado haya sido desastroso.

Tomemos un ejemplo. Supongamos que, en un momento determinado, cierto número de personas trabaja en la manufactura de alfileres. Trabajando -digamos- ocho horas por día, hacen tantos alfileres como el mundo necesita. Alguien inventa un ingenio con el cual el mismo número de personas puede hacer dos veces el número de alfileres que hacía antes. Pero el mundo no necesita duplicar ese número de alfileres: los alfileres son ya tan baratos, que difícilmente pudiera venderse alguno más a un precio inferior.

En un mundo sensato, todos los implicados en la fabricación de alfileres pasarían a trabajar cuatro horas en lugar de ocho, y todo lo demás continuaría como antes. Pero en el mundo real esto se juzgaría desmoralizador. Los hombres aún trabajan ocho horas; hay demasiados alfileres; algunos patronos quiebran, y la mitad de los hombres anteriormente empleados en la fabricación de alfileres son despedidos y quedan sin trabajo.

Al final, hay tanto tiempo libre como en el otro plan, pero la mitad de los hombres están absolutamente ociosos, mientras la otra mitad sigue trabajando demasiado.

De este modo, queda asegurado que el inevitable tiempo libre produzca miseria por todas partes, en lugar de ser una fuente de felicidad universal. ¿Puede imaginarse algo más insensato?
« última modificación: Enero 10, 2012, 15:07:01 pm por NosTrasladamus »
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Re:Economistas británicos urgen a recortar la semana laboral a 20h
« Respuesta #7 en: Enero 10, 2012, 15:03:27 pm »
No me resisto a pegar aquí un buen fragmento del texto de Rusell que enlazan en el artículo sobre la jornada laboral de 4 horas (Tengamos en cuenta que fué escrito en 1932, tras la primera guerra mundial y en plena crisis de 1929, crisis de sobreproducción ó, como diría SNB de el "ir siempre a más", un ir a más espoleado por el crédito -de ahí el que el colapso de la estafa de los financieros arrastre con ellos a la economía real- y el mantra falaz del "crecimiento sostenible"). Hay que leer más y escuchar menos los cantos de sirena de los falsimedia...  ;)

Citar
Lo que olvida la gente que dice tales cosas es que un hombre suele gastar lo que gana, y al gastar genera empleo. Al gastar sus ingresos, un hombre pone tanto pan en las bocas de los demás como les quita al ganar.

El verdadero malvado, desde este punto de vista, es el hombre que ahorra. Si se limita a meter sus ahorros en un calcetín, como el proverbial campesino francés, es obvio que no genera empleo. Si invierte sus ahorros, la cuestión es menos obvia, y se plantean diferentes casos.

Una de las cosas que con más frecuencia se hacen con los ahorros es prestarlos a algún
gobierno
. En vista del hecho de que el grueso del gasto público de la mayor parte de los gobiernos civilizados consiste en el pago de deudas de guerras pasadas o en la preparación de guerras futuras, el hombre que presta su dinero a un gobierno se halla en la misma situación que el malvado de Shakespeare que alquila asesinos. (esto es muy interesante y enlaza con una polémica muy actual en EEUU sobre como Ron Paul saca los colores a los demócratas de toda la vida)

...

Pero -se me dirá- el caso es absolutamente distinto cuando los ahorros se invierten en empresas industriales. Cuando tales empresas tienen éxito y producen algo útil, se puede admitir.

En nuestros días, sin embargo, nadie negará que la mayoría de las empresas fracasan. Esto significa que una gran cantidad de trabajo humano, que hubiera podido dedicarse a producir algo susceptible de ser disfrutado, se consumió en la fabricación de máquinas que, una vez construidas, permanecen paradas y no benefician a nadie.

Por ende, el hombre que invierte sus ahorros en un negocio que quiebra, perjudica a los demás tanto como a sí mismo. Si gasta su dinero -digamos- en dar fiestas a sus amigos, éstos se divertirán -cabe esperarlo-, al tiempo en que se beneficien todos aquellos con quienes gastó su dinero, como el carnicero, el panadero y el contrabandista de alcohol. Pero si lo gasta -digamos- en tender rieles para tranvías en un lugar donde los tranvías resultan innecesarios, habrá desviado un considerable volumen de trabajo por caminos en los que no dará placer a nadie.  (En realidad invertir el dinero en una empresa que fracasa no es tirarlo ya que mientras existe tambien gasta en empleos y cosas producidas por otros)

....

Ante todo, ¿qué es el trabajo? Hay dos clases de trabajo; la primera: modificar la disposición de la materia en, o cerca de, la superficie de la tierra, en relación con otra materia dada; la segunda: mandar a otros que lo hagan.

La primera clase de trabajo es desagradable y está mal pagada; la segunda es agradable y muy bien pagada. La segunda clase es susceptible de extenderse indefinidamente: no solamente están los que dan órdenes, sino también los que dan consejos acerca de qué órdenes deben darse.

Por lo general, dos grupos organizados de hombres dan simultáneamente dos clases opuestas de consejos; esto se llama política. Para esta clase de trabajo no se requiere el conocimiento de los temas acerca de los cuales ha de darse consejo, sino el conocimiento del arte de hablar y escribir persuasivamente, es decir, del arte de la propaganda.

En Europa, aunque no en Norteamérica, hay una tercera clase de hombres, más respetada que cualquiera de las clases de trabajadores. Hay hombres que, merced a la propiedad de la tierra,
están en condiciones de hacer que otros paguen por el privilegio de que les consienta existir y trabajar. (Ahora hay más clases de rentistas y se considera tan sagradas sus rentas como las de las tierras y alquileres de viviendas como puede comprobarse en la crisis actual en la que los simpas son yu-yu)

Estos terratenientes son gentes ociosas, y por ello cabría esperar que yo los elogiara. Desgraciadamente, su ociosidad solamente resulta posible gracias a la laboriosidad de otros; en efecto, su deseo de cómoda ociosidad es la fuente histórica de todo el evangelio del trabajo. Lo último que podrían desear es que otros siguieran su ejemplo.

Desde el comienzo de la civilización hasta la revolución industrial, un hombre podía, por lo general, producir, trabajando duramente, poco más de lo imprescindible para su propia subsistencia y la de su familia, aun cuando su mujer trabajara al menos tan duramente como él, y sus hijos agregaran su trabajo tan pronto como tenían la edad necesaria para ello. El pequeño excedente sobre lo estrictamente necesario no se dejaba en manos de los que lo producían, sino que se lo apropiaban los guerreros y los sacerdotes.

En tiempos de hambruna no había excedente; los guerreros y los sacerdotes, sin embargo, seguían reservándose tanto como en otros tiempos, con el resultado de que muchos de los trabajadores morían de hambre. Este sistema perduró en Rusia hasta 1917 y todavía perdura en Oriente; en Inglaterra, a pesar de la revolución industrial, se mantuvo en plenitud durante las guerras napoleónicas y hasta hace cien años, cuando la nueva clase de los industriales ganó poder.

En Norteamérica, el sistema terminó con la revolución, excepto en el Sur, donde sobrevivió hasta la guerra civil. Un sistema que duró tanto y que terminó tan recientemente ha dejado, como es natural, una huella profunda en los pensamientos y las opiniones de los hombres.

Buena parte de lo que damos por sentado acerca de la conveniencia del trabajo procede de este sistema, y, al ser preindustrial, no está adaptado al mundo moderno. La técnica moderna ha hecho posible que el ocio, dentro de ciertos límites, no sea la prerrogativa de clases privilegiadas poco numerosas, sino un derecho equitativamente repartido en toda la comunidad.

La moral del trabajo es la moral de los 'esclavos, y el mundo moderno no tiene necesidad de esclavitud.

Es evidente que, en las comunidades primitivas, los campesinos, de haber podido decidir, no hubieran entregado el escaso excedente con que subsistían los guerreros y los sacerdotes,
sino que hubiesen producido menos o consumido más.

Al principio, era la fuerza lo que los obligaba a producir y entregar el excedente. Gradualmente, sin embargo, resultó posible inducir a muchos de ellos a aceptar una ética según la cual era su deber trabajar intensamente, aunque parte de su trabajo fuera a sostener a otros, que permanecían ociosos. Por este medio, la compulsión requerida se fue reduciendo y los gastos de gobierno disminuyeron.

En nuestros días, el noventa y nueve por ciento de los asalariados británicos, se sentirían realmente impresionados si se les dijera que el rey no debe tener ingresos mayores que los de un
trabajador.

El deber, en términos históricos, ha sido un medio, ideado por los poseedores del poder, para inducir a los demás a vivir para el interés de sus amos más que para su propio interés. Por supuesto, los poseedores del poder también han hecho lo propio aún ante si mismos, y sé las arreglan para creer que sus intereses son idénticos a los más grandes intereses de la humanidad.

A veces esto es cierto; los atenienses propietarios de esclavos, por ejemplo, empleaban parte de su tiempo libre en hacer una contribución permanente a la civilización, que hubiera sido imposible bajo un sistema económico justo.

El tiempo libre es esencial para la civilización, y, en épocas pasadas, sólo el trabajo de los más hacía posible el tiempo libre de los menos. Pero el trabajo era valioso, no porque el trabajo en sí fuera bueno, sino porque el ocio es bueno. Y con la técnica moderna sería posible distribuir justamente el ocio, sin menoscabo para la civilización.

La técnica moderna ha hecho posible reducir enormemente la cantidad de trabajo requerida para asegurar lo imprescindible para la vida de todos. Esto se hizo evidente durante la guerra.

En aquel tiempo, todos los hombres de las fuerzas armadas, todos los hombres y todas las mujeres ocupados en la fabricación de municiones, todos los hombres y todas las mujeres ocupados en espiar, en hacer propaganda bélica o en las oficinas del gobierno relacionadas con la guerra, fueron apartados de las ocupaciones productivas.

A pesar de ello, el nivel general de bienestar físico entre los asalariados no especializados de las naciones aliadas fue más alto que antes y que después. La significación de este hecho fue encubierta por las finanzas: los préstamos hacían aparecer las cosas como si el futuro estuviera alimentando al presente. Pero esto, desde luego, hubiese sido imposible; un hombre no puede comerse una rebanada de pan que todavía no existe.

La guerra demostró de modo concluyente que la organización científica de la producción permite mantener las poblaciones modernas en un considerable bienestar con sólo una pequeña parte de la capacidad de trabajo del mundo entero. Si la organización científica, que se había concebido para liberar hombres que lucharan y fabricaran municiones, se hubiera mantenido al finalizar la guerra, y se hubiesen reducido a cuatro las horas de trabajo, todo hubiera ido bien.

En lugar de ello, fue restaurado el antiguo caos: aquellos cuyo trabajo se necesitaba se vieron obligados a trabajar largas horas, y al resto se le dejó morir de hambre por falta de empleo. ¿Por qué? Porque el trabajo es un deber, y un hombre no debe recibir salarios proporcionados a lo que ha producido, sino proporcionados a su virtud, demostrada por su laboriosidad.

Ésta es la moral del estado esclavista, aplicada en circunstancias completamente distintas de aquellas en las que surgió. No es de extrañar que el resultado haya sido desastroso.

Tomemos un ejemplo. Supongamos que, en un momento determinado, cierto número de personas trabaja en la manufactura de alfileres. Trabajando -digamos- ocho horas por día, hacen tantos alfileres como el mundo necesita. Alguien inventa un ingenio con el cual el mismo número de personas puede hacer dos veces el número de alfileres que hacía antes. Pero el mundo no necesita duplicar ese número de alfileres: los alfileres son ya tan baratos, que difícilmente pudiera venderse alguno más a un precio inferior.

En un mundo sensato, todos los implicados en la fabricación de alfileres pasarían a trabajar cuatro horas en lugar de ocho, y todo lo demás continuaría como antes. Pero en el mundo real esto se juzgaría desmoralizador. Los hombres aún trabajan ocho horas; hay demasiados alfileres; algunos patronos quiebran, y la mitad de los hombres anteriormente empleados en la fabricación de alfileres son despedidos y quedan sin trabajo.

Al final, hay tanto tiempo libre como en el otro plan, pero la mitad de los hombres están absolutamente ociosos, mientras la otra mitad sigue trabajando demasiado.

De este modo, queda asegurado que el inevitable tiempo libre produzca miseria por todas partes, en lugar de ser una fuente de felicidad universal. ¿Puede imaginarse algo más insensato?

Grande Russell que posteriormente fue testigo privilegiado de una época de desarrollo brutal de la productividad y de mejoras generalizadas en la calidad de vida (los 50s en EEUU).

Debe estar revolviéndose en su tumba con el retroceso del siglo XXI.

pollo

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Re:Economistas británicos urgen a recortar la semana laboral a 20h
« Respuesta #8 en: Enero 10, 2012, 15:12:12 pm »
Hay un tercer tipo de trabajo, que o sé si encajaría directamente en esta clasificación: los trabajos que sirven para optimizar la realización de otras tareas. Trabajos que mejoran la eficiencia. Los servicios en general se podrían encajar aquí. El "problema" artificial viene cuando las mejoras en eficiencia se aprovechan para emprobrecer a todos en beneficio de unos pocos.

Currobena

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Re:Economistas británicos urgen a recortar la semana laboral a 20h
« Respuesta #9 en: Enero 10, 2012, 15:33:28 pm »
Cut the working week to a maximum of 20 hours, urge top economists

Job sharing and increased leisure are the answer to rising unemployment, claims thinktank

http://www.guardian.co.uk/society/2012/jan/08/cut-working-week-urges-thinktank

Britain is struggling to shrug off the credit crisis; overworked parents are stricken with guilt about barely seeing their offspring; carbon dioxide is belching into the atmosphere from our power-hungry offices and homes. In London on Wednesday, experts will gather to offer a novel solution to all of these problems at once: a shorter working week.

A thinktank, the New Economics Foundation (NEF), which has organised the event with the Centre for Analysis of Social Exclusion at the London School of Economics, argues that if everyone worked fewer hours – say, 20 or so a week – there would be more jobs to go round, employees could spend more time with their families and energy-hungry excess consumption would be curbed. Anna Coote, of NEF, said: "There's a great disequilibrium between people who have got too much paid work, and those who have got too little or none."

She argued that we need to think again about what constitutes economic success, and whether aiming to boost Britain's GDP growth rate should be the government's first priority: "Are we just living to work, and working to earn, and earning to consume? There's no evidence that if you have shorter working hours as the norm, you have a less successful economy: quite the reverse." She cited Germany and the Netherlands.

Robert Skidelsky, the Keynesian economist, who has written a forthcoming book with his son, Edward, entitled How Much Is Enough?, argued that rapid technological change means that even when the downturn is over there will be fewer jobs to go around in the years ahead. "The civilised answer should be work-sharing. The government should legislate a maximum working week."

Many economists once believed that as technology improved, boosting workers' productivity, people would choose to bank these benefits by working fewer hours and enjoying more leisure. Instead, working hours have got longer in many countries. The UK has the longest working week of any major European economy.

Skidelsky says politicians and economists need to think less about the pursuit of growth. "The real question for welfare today is not the GDP growth rate, but how income is divided."

Parents of young children already have the right to request flexible working, but the NEF would like to see job-sharing and alternative work patterns become much more widespread, and is calling on the government to make flexible working a default right for everyone.


Pregunta inocente: ¿qué diferencia hay entre esto y los minijobs que se comentaba podían reducir el paro?
Estoy cansado de darme con la pared y cada vez me queda menos tiempo...

NosTrasladamus

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Re:Economistas británicos urgen a recortar la semana laboral a 20h
« Respuesta #10 en: Enero 10, 2012, 15:40:33 pm »
Pregunta inocente: ¿qué diferencia hay entre esto y los minijobs que se comentaba podían reducir el paro?

Mucho me temo que lo que la patronal cortijera plantea no es ni muchísimo menos una reducción generalizada de la jornada laboral (de hecho les salen úlceras cada vez que alguien plantea siquiera las 35 horas semanales, como hicieron en Francia) sino que estos "minijobs"  los proponen para obligar a los "vagos" de los desempleados a trabajar a cambio de cobrar algo, para poder así erradicar las prestaciones y cotizaciones por desempleo... de paso aumentarían el dumping laboral pues los ex-trabajadores "minijobizados" pasarían a competir con los que aún quedan a tiempo completo, lo que permitiría apretarles aún más las tuercas a estos o despedirles (una vez hayan logrado quitarse de encima la obligatoriedad de la indemnización por despido y los convenios colectivos) y sustituirlos por desempleados minijobizados... a los que por supuesto pagarían un minisueldo pero está por ver si realmente  mantendrían una jornada reducida de trabajo (algo que ya sucede ahora con jornadas de 9 y 10 horas de las que solo se pagan 7'5 u 8, aqui se entra a las 8 y se sale a la hora que haga falta, que esto son lentejas y da gracias a que te pagamos, desagradecido, vago, que lo que hace falta es implicarse en la empresa y ser más productivo, que estais todo el día protestando y pidiendo, con gente como vosotros no me extraña que vaya el país como va... ) confundir una cosa con la otra (reducción de jornada laboral con la estafa de los "minijobs"), no obstante, sospecho que es lo que les interesa...
« última modificación: Enero 10, 2012, 16:41:41 pm por NosTrasladamus »
No es signo de buena salud el estar bien adaptado a una sociedad profundamente enferma

pollo

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Re:Economistas británicos urgen a recortar la semana laboral a 20h
« Respuesta #11 en: Enero 10, 2012, 17:11:40 pm »
Cut the working week to a maximum of 20 hours, urge top economists

Job sharing and increased leisure are the answer to rising unemployment, claims thinktank

http://www.guardian.co.uk/society/2012/jan/08/cut-working-week-urges-thinktank

Britain is struggling to shrug off the credit crisis; overworked parents are stricken with guilt about barely seeing their offspring; carbon dioxide is belching into the atmosphere from our power-hungry offices and homes. In London on Wednesday, experts will gather to offer a novel solution to all of these problems at once: a shorter working week.

A thinktank, the New Economics Foundation (NEF), which has organised the event with the Centre for Analysis of Social Exclusion at the London School of Economics, argues that if everyone worked fewer hours – say, 20 or so a week – there would be more jobs to go round, employees could spend more time with their families and energy-hungry excess consumption would be curbed. Anna Coote, of NEF, said: "There's a great disequilibrium between people who have got too much paid work, and those who have got too little or none."

She argued that we need to think again about what constitutes economic success, and whether aiming to boost Britain's GDP growth rate should be the government's first priority: "Are we just living to work, and working to earn, and earning to consume? There's no evidence that if you have shorter working hours as the norm, you have a less successful economy: quite the reverse." She cited Germany and the Netherlands.

Robert Skidelsky, the Keynesian economist, who has written a forthcoming book with his son, Edward, entitled How Much Is Enough?, argued that rapid technological change means that even when the downturn is over there will be fewer jobs to go around in the years ahead. "The civilised answer should be work-sharing. The government should legislate a maximum working week."

Many economists once believed that as technology improved, boosting workers' productivity, people would choose to bank these benefits by working fewer hours and enjoying more leisure. Instead, working hours have got longer in many countries. The UK has the longest working week of any major European economy.

Skidelsky says politicians and economists need to think less about the pursuit of growth. "The real question for welfare today is not the GDP growth rate, but how income is divided."

Parents of young children already have the right to request flexible working, but the NEF would like to see job-sharing and alternative work patterns become much more widespread, and is calling on the government to make flexible working a default right for everyone.


Pregunta inocente: ¿qué diferencia hay entre esto y los minijobs que se comentaba podían reducir el paro?
Respuesta objetiva:

Minijobs: dos clases de trabajadores. Los que tienen la "suerte" de tener un trabajo a tiempo completo, por un lado y los que no, por otro. Se intentarían colar los minijobs en unos sectores sí y en otros no con las excusas tontas de siempre. Se crearían dos estructuras de precios.

Reducción de jornada laboral: todos trabajan menos, todos se reparten el trabajo, todos tienen más tiempo libre. Se cambiaría además la tendencia a la deseducación de muchos críos y otra serie de ventajas indirectas. Los precios se estabilizarían o tenderían a la baja para adatarse al menor poder adquisitivo.

La alternativa es tener una sociedad disfuncional y con tensión constante, traducida en delincuencia, problemas continuados, corrupción y otra serie de problemas que aparecen a largo plazo (lo de la tuberculosis resistente a los antibióticos o el problema energético están relacionado muy estrechamente a causas económicas y de distribución del tiempo).
« última modificación: Enero 10, 2012, 17:18:01 pm por pollo »

dmar

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Re:Economistas británicos urgen a recortar la semana laboral a 20h
« Respuesta #12 en: Enero 10, 2012, 21:42:40 pm »
Grande, Bertrand Russell.

Voy a hablar del "elephant in the room".  Llevo más de dos años trabajando a media jornada por la crisis...  Con medio sueldo.  Les aseguro que en esa situación cada hora de más que te ofrezcan trabajar y cobrar se agradece.
Cuatro horas con medio sueldo es una mierda.  Cuatro horas con todo el sueldo, inviable.  A ver cómo lo cuadramos.

Más cosas:

-Cuatro horas es muy poco para ser productivo.  Cinco me parece más equilibrado.  O cuatro jornadas de cinco horas, pero creo que hace falta "engancharse" al trabajo y tener menos interrupciones.  Además a menos jornadas, menos coste del transporte.
-Con cuatro horas servidor ha llegado a aburrirse.  Claro, que si hubiera tenido más dinero disponible igual hubiera podido salir de casa a hacer algo, apuntarme a un curso, hacer viajes, etc...
-En España, con nuestros precios de vivienda actuales, es inviable (sabíais que lo iba a decir, eh).
-En España nuestros empresarios adoran ver a un tío diez horas calentando la silla.  Ya me imagino las carcajadas cuando les digan lo de las 20.  Los minijobs currarán 6 ó 7 horas para cobrar menos del SMI.
-En España, con nuestros empreEGOsario y microPYMEs lo de la organización, buén ambiente y productividad, como que no.

De acuerdo con marai en que más horas no equivalen a mayor productividad.  Sobre todo si eres hispanistaní y curras después de comer (bostezo).

Por último, también habéis comentado el "elephant in the room" opuesto: la intuición de que la tecnología hace que empiece a faltar curro para todos. Lo cual es bueno, pero hay que saber llevarlo a buén puerto.

Dan

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Re:Economistas británicos urgen a recortar la semana laboral a 20h
« Respuesta #13 en: Enero 10, 2012, 22:08:34 pm »

Por último, también habéis comentado el "elephant in the room" opuesto: la intuición de que la tecnología hace que empiece a faltar curro para todos. Lo cual es bueno, pero hay que saber llevarlo a buén puerto.

Efectivamente, podría suponer una reorientacion muy positiva o un desastre. Si uno tiene la suficiente cultura, cuando termine una jornada laboral corta pues se baja al parque con la guitarra a tocar con los amigos, pinta cuadros, o se lee un libro o hace deporte o echa un kiki, todo eso sale barato y le llena la vida a uno y a los que tiene alrededor.

Si por el contrario se orienta mal o no hay base cultural, pues salen ghettos donde se pasa uno la tarde comiendo forraje y trapicheando para permitirse entretenimientos de consumo y se convierte en Baltimore west district, para los que hayais visto The Wire.

Es una cuestion muy cultural. Uno puede empobrecerse como Cuba o la India o puede empobrecerse como Philadelphia o Guatemala.

Estamos preparados para apostar por algo así?

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Re:Economistas británicos urgen a recortar la semana laboral a 20h
« Respuesta #14 en: Enero 11, 2012, 16:51:57 pm »
Me parece muy bien que en este foro se haya reunido mucho personal neo izquierda y tal...Cada loco con su tema.

Pero por favor, un poco de rigor y menos gimme gimme gimme.

Creen uds empresas, cooperativas si quieren. A ver si en cuatro horitas diarias desempeñan su labor.

Todo esto está encaminado a un brave new world que no veas.

 


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