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Es ironía.
Cita de: el malo en Agosto 30, 2023, 16:32:13 pmIgual que pasó con el bloque capitalista, el día que el nivel de vida en "el otro bloque" empiece a superar el nuestro, nos pondremos las pilas. ... Para empezar, occidente es más individualista y donde más librepensadores hay. En Oriente la cultura es muy jerárquica, en el mundo islámico se rigen por valores de sumisión (a Alá)Aquí escribiendo desde los BRICS expandidos (Emiratos). Una vez se pasa el nivel de los esclavos de la construcción y hostelería, el nivel de vida aquí supera al español con mucho, y al europeo también bastante salvo casos excepcionales. Hace un mes estuve en Frankfurt y daba pena comparar.También aquí nadie se rige por valores de sumisión, son mucho más individualistas que los europeos y a la mínima hacen la peineta al jefe y a quien haga falta. O no exactamente, son de su unidad familiar y se la pela el resto. Pero también están escarmentados de sus países de origen (los nativos son menos del 10%) y no la lían. Aquí todo el mundo viene a hacer dinero y no meterse con nadie. Alá no pinta nada, más que algo de folclore.
Igual que pasó con el bloque capitalista, el día que el nivel de vida en "el otro bloque" empiece a superar el nuestro, nos pondremos las pilas. ... Para empezar, occidente es más individualista y donde más librepensadores hay. En Oriente la cultura es muy jerárquica, en el mundo islámico se rigen por valores de sumisión (a Alá)
[Hay una cosa que se llama principio de legalidad, imperio de la ley. ¿Dónde pone que un simple presidente del Gobierno puede establecer que gobierne la lista más votada o que el periodo de gobierno se limita a un plazo arbitrario? Hacerlo es incurrir en desviación de poder, uno de los motivos de nulidad de los actos administrativos? Los llamados actos políticos están fuera de nuestro Derecho, afortunadamente.][No va a haber nada que se parezca a una gran coalición porque el PP está dividido entre contestatarios conservadores —Ayuso— y contemporizadores liberales —Feijóo—. ¿Cuántos votos de Feijóo, en realidad eran de Ayuso? El 'grancoalicionismo' realmente existente es el 'frankensteinesismo'.]
Cita de: sudden and sharp en Septiembre 01, 2023, 18:33:45 pmEs ironía.Preparando la gran coalición?
TRES ENSEÑANAZAS DE CHINA.—— Toda revolución cultural acaba mal para los batalladores(*).— La corrupción se da en las alas conservadoras, y se evidencia cuando empiezan a presumir de 'liberales'(**).— El nacionalismo y el ejército deben estar sometidos a la plataforma común(***).___(*) Vid. Banda de los cuatro; resucitación de Mao o de Adam Smith, por las viudas, Trump, Milei, Ayuso, &c.(**) Vid. Bo Xilai, Rato, &c.(***) Vid. Pensamiento Xi Jinping, 'sanchezismo', &c.
Entre el paripé y el chantaje, Fernando ÓnegaAtentos a la escena. En un teatro institucional y con decoración austera se reúnen dos hombres de cuyas ambiciones dependemos 48 millones de españoles. Uno está allí para decirles a esos ciudadanos que él no es Inés Arrimadas y si ha ganado las elecciones, luchará por la presidencia del gobierno hasta el último suspiro. El otro está allí porque necesita poder decir a los mismos ciudadanos, unidos por su condición de votantes, que es hombre que no rechaza el diálogo ni con sus peores enemigos.Sigan atentos a la escena. Uno de esos hombres es muy valorado por su capacidad de resistencia, que le valió la superación de obstáculos que ningún otro podría superar. El objetivo de su vida, una vez conquistado el poder, es no perderlo. Para ello promoverá o asumirá pactos que a parte de la sociedad le parecen políticamente sacrílegos. El otro hombre vino a Madrid ungido como salvador de muchas cosas: de su partido, de una determinada idea de España y de los intereses de la derecha política y económica. Una vez hecho el traslado, el objetivo de su vida es llegar a la Moncloa. Para ello aceptó un peligroso pacto con la ultraderecha y quiere agotar todos los recursos. Y, si no puede llegar a la Moncloa, primum vivere , lo primero es sobrevivir.Para ello ingenió una llamativa hoja de ruta: diálogo con partidos que hace nada consideró enemigos de España, algo al parecer compatible con el entendimiento con Vox; sentada con el responsable del sanchismo que se propuso derogar, y lo más portentoso: petición a ese responsable de que se aparte y le deje el Boletín Oficial del Estado durante dos años para liderar seis grandes acuerdos de Estado.No es que haya ofrecido esos acuerdos. Es que le pidió a Pedro Sánchez que sea él quien los respalde, previo el gesto generoso, casi beatífico, de renunciar a la presidencia del gobierno. Estamos, sin duda, ante una interpretación desmedida, quizá quimérica, evidentemente ingenua, de la voluntad y del patriotismo del señor Sánchez. O estamos ante un regalo a la dialéctica de defensa y ataque del Partido Socialista: un paripé. Como Feijóo no es ingenuo ni quimérico, quizá tenga razón Jordi Juan cuando escribe que “ya sabía de antemano que la propuesta es imposible”.Tomemos, pues, la escena como una parte de la representación teatral de la investidura que aporta tres diagnósticos de la situación. Diagnóstico número uno: asistimos a una batalla personal de imagen. Se trata de convencer a la opinión pública, y sobre todo al PP, de que Núñez Feijóo no podrá gobernar porque le faltan cuatro diputados, pero es una pena, porque estamos ante un hombre de Estado, con disposición al diálogo y con aportaciones sólidas a la normalidad institucional. Lástima que tales cualidades y objetivos no sean puestos a disposición de quien reúna al final la mayoría suficiente para formar gobierno. Y lástima que haya por medio una renovación del Consejo General del Poder Judicial que resta credibilidad a cualquier oferta de entendimiento.Diagnóstico número dos: la clave del arco de la “normalidad institucional” que acabo de mencionar está, sigue estando, en la integración de los partidos nacionalistas e independentistas. Desde los últimos gabinetes de Felipe González, y con la excepción de los difícilmente repetibles periodos de mayoría absoluta, son imprescindibles para la estabilidad. Las minorías catalanas sostuvieron gobiernos del Estado. La deserción del PNV fue decisiva en la censura que tumbó a Rajoy. Y ahora mismo, lo que hagan esas fuerzas políticas es lo único que puede evitar repetir las elecciones. Lo único. Y ellas lo saben y utilizan ese poder con un detalle inquietante: el propio Feijóo acaba de calificar ese ambiente como de “chantaje”.Y diagnóstico número tres: todo lo que ocurre en este ceremonial vuelve a enterrar el ideal de los pactos de Estado que la transición ha mitificado. No hay pactos de Estado sin los nacionalismos y, por lo que vemos, solo el Partido Socialista está en condiciones de intentarlos. Si el PP entiende que son fruto de la presión y que se debilita al Estado para salvar a Sánchez, mal negocio para la convivencia y la confianza. Pues en esas estamos. Y Urkullu propone una convención constitucional para dar cabida a la “España plurinacional” sin necesidad de abrir el melón de la reforma de la Constitución. A este cronista le suena bien. Pero ignora cómo maridarla con la “obligación histórica de proteger al Estado”. Porque esa es, al final, la idea de Feijóo.
[Todo análisis de actualidad española que no tenga en cuenta el 'bonito 2024' occidental es una mierda pinchada en un palo.