http://www.abc.es/20111205/madrid/abcp-para-pisos-zombie-20111205.html
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Esqueletos de hormigón o de acero, urbanizaciones fantasma, barrios con calles y alumbrado pero sin vecinos o edificios que se han quedado en el tramo del ladrillaje y el hueco de las ventanas, sin ni siquiera acristalar. Son los «edificios zombie» porque, en realidad, están ahí, enseñando lo que pudieran ser, pero muertos. Los expertos calculan que en Madrid, capital y región, hay unos 100.000 «pisos zombie». Terminar un «esqueleto» sale un 20% más caro que construir un edificio nuevo. Y ojo, pasados cuatro años la estructura se deteriora y el «muerto viviente» empieza a ser irreversible.
No hay censo. Todos lo dicen. Arquitectos, urbanistas y promotores siguen sin atreverse a dar una cifra de edificios fantasma. Pero sí se hacen la siguiente cuenta: sí desde hace cuatro años hay, como se sospecha, unos 100.000 pisos en ese estado y si, además, nos imaginamos un edificio de diez plantas con cuatro viviendas por planta (40 casas por edificio), el resultado es que en la comunidad madrileña existen hoy 2.500 «inmuebles zombie» aproximadamente.
El arquitecto urbanista y director general del Grupo Main S. L., José Parra-Moreno, nos recuerda, no sin preocupación, que «los “muertos vivientes” de la burbuja inmobiliaria se cuentan por millares. El panorama es desolador». Y añade el dato publicado en el Wall Street Journal, de Nueva York: en España hay 1,5 millones de unidades residenciales inacabadas, sin vender. En algunos casos la promotora no llegó ni a acometer la obra y el solar está vacío. Otras, las más, se inició la estructura y la cubierta pero se quedó ahí, en esqueleto. Otras promociones pudieron avanzar algo más y llegaron hasta la fachada, ventanas y balcones. Lo normal es que caduque la licencia de obra y que se pidan prórrogas. Esto, en Madrid, ha ocurrido en el 35% de las nuevas promociones de los últimos tres años.
Localizaciones
El batacazo del ladrillo ha afectado a todas las localizaciones: grandes ciudades, zonas rurales y costa. Sin embargo, las grandes urbes como Madrid sufren en sus propias carnes el parón de demasiadas actuaciones urbanísticas. Tampoco hay un dato exacto pero se cree que el 80% de los nuevos PAU ( Plan de Actuación Urbanística) madrileños están sin terminar. Los técnicos consideran que de 490.000 viviendas proyectadas, solo 103.000 están en marcha.
En Madrid hay 31 PAU. Hoy día, los proyectos que más «esqueletos» y «edificios zombie» tienen son Ensanche de Vallecas, Valdecarros, Montecarmelo, Los Ahijones, El Cañaveral, Los Cerros y Arroyo Fresno, en la capital. Fuera, los de Espartales Norte (Alcalá de Henares), Tres Cantos, Pinto, Ciempozuelos, Parla y Arroyomolinos, entre otros.
Hormigón trampa
Uno de los casos más insólitos es el de Los Berrocales, cercano a la A-3 (Madrid-Valencia) y a las urbanizaciones periféricas del municipio de Rivas Vaciamadrid. Todos los accesos viales al PAU «fantasma» están terminados y magnifícamente señalizados. Pero ahí se queda, en «fantasma», porque en cualquiera de las entradas diseñadas han puesto un bloque de hormigón, que casi no se ve y con el que uno puede estamparse, impidiendo el paso.
Queda, muerto también, un camino que quiso ser la entrada principal.Quedan, también, cuatro banderas con el emblema de Los Berrocales. A lo lejos, tras las alambradas, un secarral inmenso. Y nada más. En la calle Peñaranda de Bracamonte, en el Ensanche de Vallecas, hay un «esqueleto» descomunal. «Lleva año y medio parado», nos dice Sebastián, uno de los empleados de limpieza municipales. «Yo paso por aquí todos los días y se me cae el alma a los pies. ¡Es un signo de lo que estamos viviendo!».
Refugio de yonquis
Sin movernos de ese PAU, en la calle Arte Expresionista —qué ironía—, hay otro «zombie». El conserje del bloque de enfrente, uno de los pocos habitados, asegura que «le van a demoler porque ya no se tiene en pie y es un peligro. Aún así, se meten drogadictos de Las Barranquillas y otros que vienen a robar lo poco que queda como tuberías, metal o plásticos».
En Valdecarros se respira desolación. Ni un alma por la calle. Aquí se mezclan edificios que no han pasado de los hierros y un grupo de ocho supuestas viviendas unifamiliares que se han quedado en la fachada de ladrillo. Estamos en medio del campo. Mi compañero Víctor, el fotógrafo, y yo, pegamos un respingo porque algo se mueve, de sopetón, bajo nuestros pies. ¡Una rata! Pues no. Es una liebre que corre hacia unos matorrales.
Lo más triste viene a continuación: entre aquellas casas a medio construir, en medio de basura, corrientes de aire y humedad vive gente. No los vemos pero ahí están sus ropas, sus colchones, pequeños enseres y hasta un rollo de papel higiénico.
El decano de los arquitectos madrileños, José Antonio Granero, califica de «terrible» la situación pero confía en que un paulatino repunte con la ayuda de su gremio. Ojalá.