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@wandererEl Juego del Calamar. LLega a sus pantallas gracias a otros cambiadores del mundo.
Había escrito un mensaje pero estaban mal mis cálculosGracias Wanderer. Mañana te respondo un poco más.He empezado a ver la película esta que me dices y la verdad que tiene una pintaza
Se vende barrio obreroEl meollo del negocio de los agentes inmobiliarios en zonas humildes de Madrid consiste en conquistar a los vecinos mayores para que vendan sus pisos a inversores que luego los ponen en alquilerFernando Peinado | Madrid - 12 Nov 2021Sara Blázquez, agente inmobiliaria de Alamia, la semana pasada durante la visita a una clienta en un piso de Simancas, en el este de Madrid. | David ExpósitoHoy en día, casi ningún comercio de calle funciona en los barrios pobres de Madrid. La excepción más clara son las agencias inmobiliarias. En 700 metros de la zona más antigua del barrio de Simancas, en el este de Madrid, operan nueve establecimientos de este tipo, cada uno con un puñado de comerciales en plantilla. Son los jóvenes que visten de chaqueta y corbata, el trabajo más elegante en kilómetros a la redonda. Están entrenados para oler el negocio en los pequeños detalles del día a día: una ambulancia que se detiene frente a un portal, una esquela en el periódico, una abuela que hace tiempo dejó de dar su paseo matutino... Porque en las zonas más antiguas de Simancas, como en otras zonas del Madrid fuera de la M-30, está muriendo la generación de propietarios que recibió las llaves de su hogar del Ministerio de la Vivienda de Franco. Sus pisos viejos, destartalados y muy baratos son un suculento producto para inversores de fuera del barrio que luego alquilan a inmigrantes, los nuevos vecinos del Madrid obrero.Cada comercial tiene sus técnicas para encontrar al próximo abuelo interesado en vender. Los hay que tocan timbres como si fueran testigos de Jehová, cuenta Sara Blázquez, con 21 años de experiencia en el oficio. Ella prefiere hacer amistad con los dueños de los bares. Tomando el café de la mañana se entera de los chismes: quién se ha muerto, quién se ha arruinado. La iglesia es otro punto útil y también lo que gira en torno a ella: “El otro día pasé por delante de un portal y vi un papel anunciando una misa por doña Francisca. Tú piensas ‘pobrecilla’, pero al mismo tiempo se te viene a la cabeza, ‘piso libre”.Tanto interés está justificado porque Blázquez tiene en su teléfono una agenda con una treintena de inversores deseando encontrar chollos. Cuanto peor esté el piso, mejor. Uno de los secretos del negocio inmobiliario en los barrios obreros consiste en comprar por lo bajo para luego alquilar por lo alto. Y en Madrid no es difícil encontrar inquilinos. “¡Todo se alquila!”, dice Sara. Los alquileres en Simancas rondan los 700 euros por pisos de dos habitaciones. Si el comprador pagó entre 80.000 y 100.000 euros, pronto recuperará su inversión.Sara Blázquez no usa su teléfono para encontrar direcciones. Prefiere pedir señas a los vecinos del barrio para así tener una oportunidad de entablar conversación. | David ExpósitoHay pequeños ahorradores madrileños que ven en estos pisos la oportunidad para iniciarse en el mercado inmobiliario porque la barrera de entrada es muy baja. Otros son grandes tenedores que controlan decenas de pisos en Simancas y barrios de Madrid semejantes. Muchas veces estas viviendas necesitan lo que se conoce en este mundillo como “un lavado de cara”, es decir, una actualización al siglo XXI. Sara habla de “pisos yeyé” que dan un salto al presente con reformas que suelen incluir una tarima flotante, paredes lisas, plato de ducha y muebles de Ikea.Ella es una madrileña de 42 años que a lo largo de su carrera ha visto que el mercado inmobiliario es una montaña rusa. La pandemia de coronavirus no ha frenado el apetito de los inversores por los pisos baratos de barrio. Trabaja desde abril para Alamia, una joven agencia que se ha especializado en barrios obreros de Madrid. Su jefe es Miguel Quintana, un peruano de 36 años que tiene en su despacho un par de estatuillas de su anterior empresa, Vivienda Madrid, donde fue reconocido como el segundo mejor comercial en 2017 y el mejor de 2018. Entonces trabajaba en el distrito de Vallecas, en el sur de la ciudad. Tras estos éxitos abrió Alamia en 2020 con un par de socios. “Nos enfocamos en estos barrios porque tienen mejor salida”, cuenta él. “Si encontramos aquí un piso por menos de 100.000 euros nos basta hacer una llamada y está vendido en cuestión de horas”.Bloques de edificios en el barrio de Simancas. | David ExpósitoHace dos años el Ayuntamiento de Madrid sacó un estudio que estimaba que el 69% de los madrileños viven en pisos en propiedad. Es una herencia de los tiempos franquistas, cuando el lema era “un país de propietarios y no de proletarios”. Francisco Franco se dio un baño de masas en esta zona de Madrid, San Blas, cuando en 1962 entregó miles de estos pisos que habían sido sorteados como vivienda social. Muchos eran pobres de solemnidad a los que la buena nueva les llegó en una carta. Pero España está cambiando porque muchos inmigrantes y jóvenes de origen español lo tienen muy difícil para acceder a la vivienda en propiedad. En los barrios obreros ya rige el inquilinato.Vecinos de San Blas (donde se encuentra el barrio de Simancas) aclamaban a Franco el 17 de julio de 1962, durante un discurso por la entrega de miles de viviendas sociales y de renta limitada. | FIEL (EFE)El jefe de Alamia estima que cerca de la mitad de los vecinos de Simancas son propietarios y la otra mitad alquila. Calcula que en algunos barrios vallecanos como Portazgo o San Diego un 60% o 70% de los pisos son habitados por inquilinos. Otros agentes inmobiliarios de la zona, que conocen el terreno como la palma de su mano, coinciden con esas estimaciones.Todo se alquila fácilmente, incluso los bajos comerciales que antiguamente eran ocupados por videoclubs, ultramarinos, mercerías, zapaterías o bares y ahora son usados como viviendas. Simancas se está quedando sin comercio. Se quedaría a oscuras de no ser por las inmobiliarias, que tienen las luces más brillantes del barrio.Al entrar en Tengo tu Casa, cinco comerciales levantan la cabeza de sus ordenadores de escritorio y saludan al visitante. Esta tarde les toca trabajo al teléfono. Tienen bases de datos con la información que han recopilado de cada vecino. Saben quién vive tras cada puerta.“Este barrio entero está a la venta”, dice el comercial Patricio Bernini, un argentino de 34 años que conoce Simancas al dedillo porque lleva los últimos cinco trabajando en esta oficina. Tengo tu Casa tiene 10 oficinas en los distritos obreros de Ciudad Lineal y San Blas. Están especializados en este mercado porque creen que la clave es conocer a fondo el terreno: “Quien mucho abarca, poco aprieta”, explica Bernini. “A mí si me preguntas de la sierra no sé decirte, pero acá es otra cosa”.Conduce al periodista a la entrada del negocio, donde han colocado un maniquí con traje y corbata como si fuera Massimo Dutti, solo que a este lo han amarrado con cadena y candado. Desde allí Bernini señala con el índice los pisos del bloque más cercano. “Reformado, reformado, reformado”. Muchos han sido “lavados de cara”, lo que da una idea de que recientemente hubo un cambio de manos en la propiedad.Los agentes comerciales tienen todo tipo de trucos para extraer información de cada vivienda. Una buena táctica es entablar amistad con los presidentes de comunidad, porque eso de que en Madrid no te conocen tus vecinos es relativo. Otra artimaña consiste en lanzar un cebo para ver quién pica, como le ha pasado a José Luis Murciano, un vecino de 70 años: “Te llaman y te dicen ‘es que he escuchado que el del cuarto vende’ y es todo mentira”. Por supuesto, como en todo oficio, unos van con la honestidad de cara y otros se dan a la picaresca.El comercial Patricio Bernini, en la puerta de la inmobiliaria Tengo tu Casa, en Simancas.Ir de traje y corbata es un arma de doble filo. Cuentan que a los inversores les gusta, pero a un vecino que va en vaqueros y deportivas por su barrio humilde le causa suspicacias ser abordado por alguien que viste como un pincel. Desde luego no es un trabajo fácil. Bernini dice que el traje gusta a la gente mayor. Él, que es de origen argentino, trata de suavizar su acento y hacer uso de su don de gentes: “Les tratas de usted, les dices un par de cosas y ya te los tienes ganados”.Pero es complicado encontrar un buen comercial, según el jefe de Alamia. Muchos se rinden demasiado pronto. “No esperes que acepten venderte el piso nada más abrirte la puerta”, les recomienda él. “Si vas 20 veces a un piso y tiras la toalla a lo mejor estás perdiendo una ocasión que iba a materializarse en la visita 21″.El que se lo trabaja puede tener grandes recompensas en forma de comisiones. “Pagamos el salario básico de 1.050 euros al mes, pero si vienes solo por eso mejor vete a un Mercadona. Aquí puedes ganar lo que te dé la gana. Hasta 6.000 euros al mes”. Este mercado está que arde y nunca se sabe cuándo un mayor estará listo para vender su piso.
[...] Pero España está cambiando porque muchos inmigrantes y jóvenes de origen español lo tienen muy difícil para acceder a la vivienda en propiedad. En los barrios obreros ya rige el inquilinato.
Probablemente esto tenga mucho que ver con el hecho de que la rentabilidad más alta se esté obteniendo en barrios del sur de Madrid.CitarSe vende barrio obreroEl meollo del negocio de los agentes inmobiliarios en zonas humildes de Madrid consiste en conquistar a los vecinos mayores para que vendan sus pisos a inversores que luego los ponen en alquilerFernando Peinado | Madrid - 12 Nov 2021[[
Se vende barrio obreroEl meollo del negocio de los agentes inmobiliarios en zonas humildes de Madrid consiste en conquistar a los vecinos mayores para que vendan sus pisos a inversores que luego los ponen en alquilerFernando Peinado | Madrid - 12 Nov 2021[
Probablemente esto tenga mucho que ver con el hecho de que la rentabilidad más alta se esté obteniendo en barrios del sur de Madrid.CitarSe vende barrio obreroEl meollo del negocio de los agentes inmobiliarios en zonas humildes de Madrid consiste en conquistar a los vecinos mayores para que vendan sus pisos a inversores que luego los ponen en alquilerFernando Peinado | Madrid - 12 Nov 2021Sara Blázquez, agente inmobiliaria de Alamia, la semana pasada durante la visita a una clienta en un piso de Simancas, en el este de Madrid. | David ExpósitoHoy en día, casi ningún comercio de calle funciona en los barrios pobres de Madrid. La excepción más clara son las agencias inmobiliarias. En 700 metros de la zona más antigua del barrio de Simancas, en el este de Madrid, operan nueve establecimientos de este tipo, cada uno con un puñado de comerciales en plantilla. Son los jóvenes que visten de chaqueta y corbata, el trabajo más elegante en kilómetros a la redonda. Están entrenados para oler el negocio en los pequeños detalles del día a día: una ambulancia que se detiene frente a un portal, una esquela en el periódico, una abuela que hace tiempo dejó de dar su paseo matutino... Porque en las zonas más antiguas de Simancas, como en otras zonas del Madrid fuera de la M-30, está muriendo la generación de propietarios que recibió las llaves de su hogar del Ministerio de la Vivienda de Franco. Sus pisos viejos, destartalados y muy baratos son un suculento producto para inversores de fuera del barrio que luego alquilan a inmigrantes, los nuevos vecinos del Madrid obrero.Cada comercial tiene sus técnicas para encontrar al próximo abuelo interesado en vender. Los hay que tocan timbres como si fueran testigos de Jehová, cuenta Sara Blázquez, con 21 años de experiencia en el oficio. Ella prefiere hacer amistad con los dueños de los bares. Tomando el café de la mañana se entera de los chismes: quién se ha muerto, quién se ha arruinado. La iglesia es otro punto útil y también lo que gira en torno a ella: “El otro día pasé por delante de un portal y vi un papel anunciando una misa por doña Francisca. Tú piensas ‘pobrecilla’, pero al mismo tiempo se te viene a la cabeza, ‘piso libre”.Tanto interés está justificado porque Blázquez tiene en su teléfono una agenda con una treintena de inversores deseando encontrar chollos. Cuanto peor esté el piso, mejor. Uno de los secretos del negocio inmobiliario en los barrios obreros consiste en comprar por lo bajo para luego alquilar por lo alto. Y en Madrid no es difícil encontrar inquilinos. “¡Todo se alquila!”, dice Sara. Los alquileres en Simancas rondan los 700 euros por pisos de dos habitaciones. Si el comprador pagó entre 80.000 y 100.000 euros, pronto recuperará su inversión.Sara Blázquez no usa su teléfono para encontrar direcciones. Prefiere pedir señas a los vecinos del barrio para así tener una oportunidad de entablar conversación. | David ExpósitoHay pequeños ahorradores madrileños que ven en estos pisos la oportunidad para iniciarse en el mercado inmobiliario porque la barrera de entrada es muy baja. Otros son grandes tenedores que controlan decenas de pisos en Simancas y barrios de Madrid semejantes. Muchas veces estas viviendas necesitan lo que se conoce en este mundillo como “un lavado de cara”, es decir, una actualización al siglo XXI. Sara habla de “pisos yeyé” que dan un salto al presente con reformas que suelen incluir una tarima flotante, paredes lisas, plato de ducha y muebles de Ikea.Ella es una madrileña de 42 años que a lo largo de su carrera ha visto que el mercado inmobiliario es una montaña rusa. La pandemia de coronavirus no ha frenado el apetito de los inversores por los pisos baratos de barrio. Trabaja desde abril para Alamia, una joven agencia que se ha especializado en barrios obreros de Madrid. Su jefe es Miguel Quintana, un peruano de 36 años que tiene en su despacho un par de estatuillas de su anterior empresa, Vivienda Madrid, donde fue reconocido como el segundo mejor comercial en 2017 y el mejor de 2018. Entonces trabajaba en el distrito de Vallecas, en el sur de la ciudad. Tras estos éxitos abrió Alamia en 2020 con un par de socios. “Nos enfocamos en estos barrios porque tienen mejor salida”, cuenta él. “Si encontramos aquí un piso por menos de 100.000 euros nos basta hacer una llamada y está vendido en cuestión de horas”.Bloques de edificios en el barrio de Simancas. | David ExpósitoHace dos años el Ayuntamiento de Madrid sacó un estudio que estimaba que el 69% de los madrileños viven en pisos en propiedad. Es una herencia de los tiempos franquistas, cuando el lema era “un país de propietarios y no de proletarios”. Francisco Franco se dio un baño de masas en esta zona de Madrid, San Blas, cuando en 1962 entregó miles de estos pisos que habían sido sorteados como vivienda social. Muchos eran pobres de solemnidad a los que la buena nueva les llegó en una carta. Pero España está cambiando porque muchos inmigrantes y jóvenes de origen español lo tienen muy difícil para acceder a la vivienda en propiedad. En los barrios obreros ya rige el inquilinato.Vecinos de San Blas (donde se encuentra el barrio de Simancas) aclamaban a Franco el 17 de julio de 1962, durante un discurso por la entrega de miles de viviendas sociales y de renta limitada. | FIEL (EFE)El jefe de Alamia estima que cerca de la mitad de los vecinos de Simancas son propietarios y la otra mitad alquila. Calcula que en algunos barrios vallecanos como Portazgo o San Diego un 60% o 70% de los pisos son habitados por inquilinos. Otros agentes inmobiliarios de la zona, que conocen el terreno como la palma de su mano, coinciden con esas estimaciones.Todo se alquila fácilmente, incluso los bajos comerciales que antiguamente eran ocupados por videoclubs, ultramarinos, mercerías, zapaterías o bares y ahora son usados como viviendas. Simancas se está quedando sin comercio. Se quedaría a oscuras de no ser por las inmobiliarias, que tienen las luces más brillantes del barrio.Al entrar en Tengo tu Casa, cinco comerciales levantan la cabeza de sus ordenadores de escritorio y saludan al visitante. Esta tarde les toca trabajo al teléfono. Tienen bases de datos con la información que han recopilado de cada vecino. Saben quién vive tras cada puerta.“Este barrio entero está a la venta”, dice el comercial Patricio Bernini, un argentino de 34 años que conoce Simancas al dedillo porque lleva los últimos cinco trabajando en esta oficina. Tengo tu Casa tiene 10 oficinas en los distritos obreros de Ciudad Lineal y San Blas. Están especializados en este mercado porque creen que la clave es conocer a fondo el terreno: “Quien mucho abarca, poco aprieta”, explica Bernini. “A mí si me preguntas de la sierra no sé decirte, pero acá es otra cosa”.Conduce al periodista a la entrada del negocio, donde han colocado un maniquí con traje y corbata como si fuera Massimo Dutti, solo que a este lo han amarrado con cadena y candado. Desde allí Bernini señala con el índice los pisos del bloque más cercano. “Reformado, reformado, reformado”. Muchos han sido “lavados de cara”, lo que da una idea de que recientemente hubo un cambio de manos en la propiedad.Los agentes comerciales tienen todo tipo de trucos para extraer información de cada vivienda. Una buena táctica es entablar amistad con los presidentes de comunidad, porque eso de que en Madrid no te conocen tus vecinos es relativo. Otra artimaña consiste en lanzar un cebo para ver quién pica, como le ha pasado a José Luis Murciano, un vecino de 70 años: “Te llaman y te dicen ‘es que he escuchado que el del cuarto vende’ y es todo mentira”. Por supuesto, como en todo oficio, unos van con la honestidad de cara y otros se dan a la picaresca.El comercial Patricio Bernini, en la puerta de la inmobiliaria Tengo tu Casa, en Simancas.Ir de traje y corbata es un arma de doble filo. Cuentan que a los inversores les gusta, pero a un vecino que va en vaqueros y deportivas por su barrio humilde le causa suspicacias ser abordado por alguien que viste como un pincel. Desde luego no es un trabajo fácil. Bernini dice que el traje gusta a la gente mayor. Él, que es de origen argentino, trata de suavizar su acento y hacer uso de su don de gentes: “Les tratas de usted, les dices un par de cosas y ya te los tienes ganados”.Pero es complicado encontrar un buen comercial, según el jefe de Alamia. Muchos se rinden demasiado pronto. “No esperes que acepten venderte el piso nada más abrirte la puerta”, les recomienda él. “Si vas 20 veces a un piso y tiras la toalla a lo mejor estás perdiendo una ocasión que iba a materializarse en la visita 21″.El que se lo trabaja puede tener grandes recompensas en forma de comisiones. “Pagamos el salario básico de 1.050 euros al mes, pero si vienes solo por eso mejor vete a un Mercadona. Aquí puedes ganar lo que te dé la gana. Hasta 6.000 euros al mes”. Este mercado está que arde y nunca se sabe cuándo un mayor estará listo para vender su piso.Saludos.P.D. Seguramente el forero valensianet no dejará de apreciar este fragmento del artículo:Citar[...] Pero España está cambiando porque muchos inmigrantes y jóvenes de origen español lo tienen muy difícil para acceder a la vivienda en propiedad. En los barrios obreros ya rige el inquilinato.P.P.D. Me he tropezado con el artículo a través de este tweet de Juan Porras que, como he comentado alguna vez, se dedica al tema inmobiliario y al que parece que no ha hecho mucha gracia el artículo publicado en El País.https://twitter.com/ElHombreMalo/status/1459115735599431682
Cita de: shostakovich en Noviembre 14, 2021, 01:09:12 amHabía escrito un mensaje pero estaban mal mis cálculosGracias Wanderer. Mañana te respondo un poco más.He empezado a ver la película esta que me dices y la verdad que tiene una pintazaSi te vas a animar a ver esa película, te recomiendo que antes te veas la serie, pues es su cierre.Es una serie relativamente corta (13+1 episodios de unos 22 minutos), visual y auditivamente increíblemente bella, pero definitivamente dura en todos y cada uno de sus episodios. Todo el material lo tienes disponible en Netflix.
Cita de: wanderer en Noviembre 14, 2021, 12:32:21 pmCita de: shostakovich en Noviembre 14, 2021, 01:09:12 amHabía escrito un mensaje pero estaban mal mis cálculosGracias Wanderer. Mañana te respondo un poco más.He empezado a ver la película esta que me dices y la verdad que tiene una pintazaSi te vas a animar a ver esa película, te recomiendo que antes te veas la serie, pues es su cierre.Es una serie relativamente corta (13+1 episodios de unos 22 minutos), visual y auditivamente increíblemente bella, pero definitivamente dura en todos y cada uno de sus episodios. Todo el material lo tienes disponible en Netflix.Yo también me pondré con el primer capítulo, gracias.Pero veo que son 13 capítulos + la peli + alguna OVA?
¿Por qué las cadenas de suministro están bloqueadas? MICHAEL SPENCE(...) Las redes de suministro globales son igualmente complejas. Pero, si bien podríamos estar en condiciones de anticipar tendencias amplias –como que la demanda aumentará-, no existe ningún modelo o conjunto de modelos que nos permitan predecir con algún grado de precisión de qué manera esas tendencias podrían afectar elementos específicos en las cadenas de suministro. No tenemos manera de saber, por ejemplo, dónde se producirán los nuevos cuellos de botella, mucho menos de qué manera los participantes del mercado deberían adaptar su comportamiento.Cuando los pronósticos no son lo suficientemente específicos como para ser accionables, el sistema no puede ajustarse de manera oportuna o eficiente. El sistema es esencialmente miope: descubre los bloqueos cuando ocurren. Y como no se caracteriza por ser demasiado flexible, las grandes desviaciones de los patrones normales producen respuestas demoradas, escaseces, retrasos y cuellos de botella, como los que estamos viendo hoy en día.La conclusión es clara: necesitamos mejores modelos para predecir de qué manera evolucionarán las cadenas de suministro, incluidas sus posibles respuestas a los shocks. Estos pronósticos tendrán que estar a disposición pública para que todos los participantes puedan verlos y adaptarlos. La inteligencia artificial probablemente sería la clave del éxito; por cierto, existe una aplicación natural de la tecnología. Pero también se necesitaría una cooperación internacional mediante la cual los países compartieran datos en tiempo real generados por redes de las cadenas de suministro.Los costos de un huracán o un tsunami se reducen enormemente cuando pronósticos precisos le permiten a la gente planear anticipadamente. Lo mismo sucede con las alteraciones de las cadenas de suministro.
Too Big to Sail: How a Legal Revolution Clogged Our PortsWe are now in a giant parking lot game that threatens the global economy. Thank deregulation and the Ocean Shipping Reform Act of 1998.(...) To understand why we’re in crisis, it’s useful to start with what caused the Suez problem, the ultra-large container vessels that are essential to global shipping. Over the last 20 years, these too big to sail container ships have become pervasive, perhaps the “most burning issues in maritime transport.” Why does size matter? Well, such mega-ships are making the import bottlenecks much worse than they should be. Marc Levinson, an economist who wrote a book on container shipping called The Box, had a useful discussion on the podcast Odd Lots about why these ships have “generally fouled up the transportation system.”CitarYou actually have fewer ships calling at most ports today than you used to have. They’re much bigger. And so think of what this does to the operation of the port. You don’t have a smooth flow of cargo going through the port. Now you’ve got nothing happening in the port. It’s dead today. And then tomorrow, a ship shows up and it wants to unload 3,000 containers in your port. What do you do with this? How do you get it unloaded? Where do you put the containers?One thing that’s happened is that ships spend more time in port, which is very wasteful because it just takes more time to get so many containers on and off. The trucks are lined up at the gate because there’s so many containers to bring into, send out on these ships or so many containers to deliver. The railroads can’t handle this sudden flood of containers. So you have the cargo sitting around longer before it gets removed from the port.All of these things have tended to make transit times longer and have made it harder for shippers to get their freight where it’s supposed to be on deadline. And that’s bad for everybody.If ultra-large ships are so bad, then why do we use them? As is often the case, this business trend started with a good idea, which then was turned horribly wrong by unregulated monopolization. In the 1960s, ‘containerization’ - or standardizing the flow of cargo on shipping containers that can go over ships, rail, or truck - made shipping far more efficient. And with containerization came the growth in ship size, because larger ships can carry more stuff at a lower cost per container. As ship sizes gradually increased from the 1960s into the 1990s, shipping prices declined, and world trade boomed.Starting in the 2000s, increases in ship size accelerated. But once you go from big ships to Empire State Building size ones, cost savings are minimal, and diseconomies of scale kick in. Efficiency gains from newer generations of mega-ships are four to six times lower than previous generations, and 60% of that gain has to do with better engines, not size. Ultra-large ships can be harder to steer, they create massive instability in scheduling, and they require lots of extra infrastructure. Loading and unloading containers for these behemoths can only be done at a small number of ports, and if a mega-ship is early or late, it can create what is in effect a traffic jam. And that’s what’s happening en masse.This traffic jam has turned into a political crisis. The inability to export and import goods is far more impactful than the Trump tariffs on trade. It has caused firms to order more inventory than they otherwise would, tying up their working capital, since they don’t know when they will receive their next load of goods. I’ve talked to business leaders who have already planned to re-shore production, and politicians are beginning the conversation about policies to make that happen. But there is no consensus why the transportation grid is so inflexible, especially in the U.S. It just seems like a giant tangled up mess.The easiest excuse is that we are in a boom of imports, and our system was simply not set up to handle it. With imports up 30% and now at a record high, our ports, ocean carriers, truckers, and railroads simply cannot handle the flow of stuff coming at us. But that argument doesn’t entirely wash. Sure it’s a boom, but transportation systems have *always* been boom and bust industries, because putting massive amounts of capital with a lead-in time of years is inherently unstable. There’s a strong argument that the first modern recessions in industrializing nations happened in the early 1800s as a result of the cyclicality of the railroad business. And yet, it’s virtually unprecedented to have a breakdown like what we’re seeing.And there’s another problem with the import surge as the sole explanation. There’s substantial amounts of unused capacity in our transportation networks. If capacity were full, you’d expect to see everything maxed out to be as efficiently used as possible. But that’s not what’s happening. Boston’s port, for instance, is pretty much empty. Trucking giant J.B. Hunt announced on a recent earnings call that though its revenue is up, its intermodal shipping volumes are down. Despite the argument there’s a ‘trucker shortage,’ in California, one firm specializing in trucking from ports (‘drayage’) is actually laying off truckers because they simply can’t get to the terminals to load or unload containers.Naturally, different stakeholders in the shipping industry - ocean carriers, trucking firms, truckers, freight forwarders, shippers, ports, terminal operators, port commissioners, and regulators - are blaming each other for the bottlenecks.But what is going unsaid is that these bottlenecks are actually excellent news for two sets of players: the highly consolidated container shipping firms, with names like Maersk, MSC, COSCO, Evergreen, and One. There are eight dominant firms, all foreign-owned, and this year they are on pace to hit $100 billion in profit. It is also good for terminal operators, which are the firms that lease space from ports and run the warehouses, cranes, and docks. Terminal operators are often owned by ocean carriers, who then can use their vertical integrated power to exclude competitive shipping lines, or they are owned by private equity giants like Brookfield Asset Management or Oaktree Capital’s Ports America.Both carriers and terminal operators are bottlenecks in the system, and they profit not just by charging normal prices, but also by imposing a variety of surcharges on anyone who needs their service. This is similar to how airlines will offer a price for a ticket, but then also charge baggage fees, ticket change fees, or administrative fees on top of that. In 2009, for instance, roughly 50% of total freight charged came from surcharges. The ability to extract extra revenue, especially when demand is high, means that we’re not in an all-hands on deck situation, but a situation which is working quite well for some, and terribly for much of the industry and the public.A Bottleneck for Me is a Profit Center for TheeWho benefits from a bottleneck? As we’ve seen, the answer is those with market power. In fact, a monopolist in some sense be defined as a firm that drives its profit model by capturing control over a bottleneck, like a toll booth.And in shipping, the dominant firms are ocean carriers, and getting a container slot on one of their ships is the bottleneck. These charts give a good idea of how consolidated the ocean lines have become. The top ten ocean lines in 1998 had a little over 40% of the market, today it’s over 80%. I’ve also included something called the Herfindahl-Hirschman index, which is a measure of market concentration.(...) In other words, mega-ships like the Ever Given are a new phenomenon that are tied not to economic logic but to the consolidation of ocean carrier lines and their ability to offload risk onto counter parties. As Jensen observed, without the consolidation, “ships would likely not have grown above 12,000-14,000 TEUs [twenty-foot equivalent units].” So we’ve moved from a grid with lots of different size ships owned by different lines that could dock in lots of ports, to one dominated by hundreds of mega-ships that can only go to certain ports, all controlled by a de facto small cartel. The game in the business is to acquire market power and then use mega-ships to offload costs onto others and block new entrants.The Confusing Debate(...)Meanwhile, Flexport CEO Ryan Peterson, perhaps the PR savviest of the bunch, has become an internet sensation with his tirades against poor port management and financial gamesmanship (and his adorable family pictures of his toddler dressed up as a containership captain). Peterson rented a boat to travel around the Long Beach port complex and showed how empty containers were clogging up the works.“What caused all the supply chain bottlenecks?” Peterson asked in one Twitter thread. “Modern finance with its obsession with ‘Return on Equity,’” meaning the kind of financial models that prioritize hyper-efficiency over all forms of resiliency. Most leaders, Peterson said, “stripped their company of all but the bare minimum of assets. Just in time everything. No excess capacity. No strategic reserves. No cash on the balance sheet. Minimal R&D.” The shock absorbers of the economy, he argued, are gone.https://twitter.com/typesfast/status/1453753930266005513CitarRyan Petersen @typesfastThe global logistics companies have no excess capacity, there are no reserves of chassis (trailers for hauling containers), no extra shipping containers, no extra yard space, no extra warehouse capacity.October 28th 2021The reason that someone like Peterson is getting famous in this moment is because his diagnosis makes sense. He is tracing the problem to the extreme power that financial capitalists have over legitimate shipping businesses. When we ramp up imports, according to Petersen, there was just no flexibility in the system to handle it.(...) The Ocean Shipping Reform Act of 1998 undid the Shipping Act, bringing deregulation in force to shipping. The goal was to induce the same “efficiency” gains to shipping, that policymakers imagined they saw in trucking, rail and airlines.(...) After OSRA passed, the dire warnings mostly came true. Ocean carriers immediately consolidated, and terminal operators consolidated in response. So did port traffic. In 1995, the top 10 U.S. container ports controlled 78% of traffic, by 2009 that was 85% of traffic. Smaller ports, especially those focused on exports, lost out. Remaining ports desperately spent money to dredge harbors and accommodate the mega-ships, for fear of being bypassed by the remaining giant carrier lines.There were other serious consequences. The American shipping fleet disappeared, and U.S. shipping is now run by foreign ocean carriers (one of which is controlled by the Chinese government). The boom and bust cycle returned, with huge overcapacity leading to bankruptcies like that of Hanjin in 2016. And in a trend that started earlier but accelerated during Covid, U.S. agricultural exporters gradually lost access to shipping, because the shipping oligopoly made more money returning empty containers to Asia than filling them with bulk commodities from the U.S. first. Earlier this month, for instance, one large domestic milk producer testified to the House Agricultural Committee that “we’ve been told it is more cost effective to skip the Port of Oakland (one of our primary export ports) than to accept exports.”Finally, big importers, firms such as Walmart, got better pricing on shipping than independent stores. The difference in what big importers get versus the little guy has gotten so bad during Covid that shipping industry consultants are directly recommending big importers use their cost advantage to monopolize their industries. “If I were a large importer, I would look at this as a strategic opportunity,” said Jensen, and use it “to drive my competitors out of business.”Most outside the industry didn’t notice what eliminating public utility rules meant. But now it’s becoming clearer.Concentration CreepAnother result of the concentration in ocean carriers is that the entire supply chain in shipping has become far more consolidated across the board. Greg Miller of American Shipper, for instance, has noted an oligopoly of container producers, with the top three Chinese builders making 83% of all new boxes. Container leasing is also concentrated, with the top five players having 82% of the world’s leasing capacity. As Miller put it, “Add it all up and it equates to a grand total of just 16 companies — eight liners, three factory groups and five box lessors — that control over 80% of container-ship capacity, box-production capacity and box-leasing capacity.”The net effect is a massive consolidated industry with little interest in change, and no desire to undo the bottlenecks inducing outsized profits. As Miller noted, “shareholders of each of these 16 companies would benefit financially if today’s high pricing persists.”And the concentration explains why the situation at the ports is a mess. When those in power are doing well, and they can hide their dealings behind secret contracts, they don’t have responsibility for problems like too many empty containers crowding the yard, a lack of chassis, poor management of trucking appointments, problems for towage or barge operators, or anything else. They just raise fees and collect monopoly profits.There is a path forward. To address the immediate crisis, the Biden administration has pushed ports to offload boxes faster (with incredible whining from the carriers), and is seeking investment in port infrastructure. Congress should get involved, and investigate the shipping industry the way it did big tech a few years ago. To this end, restoring transparency in pricing across the board by making most contracts and pricing public would help problems and bottlenecks become apparent. (Federal Maritime Commissioner Dan Maffei has noted this.)Finally, we have to restore mid-sized ships and ports. In Portland, Maine, a mid-size port that serves mid-size ships is now thriving, serving both exporters and importers in a reasonably smooth manner. That’s a good model. Public investment in new shipping firms would be useful here. Of course, we can’t undo 20 years of ultra-large container ship construction, but we can end incentives for building more of them by charging harbor maintenance fees based on ship size, or otherwise forcing carriers to internalize the full cost of big ships. This will have to be on a national scale, with the threat of antitrust, so carriers can’t play U.S. ports off one another.More fundamentally, it’s time to start to talk about re-regulating the sector with transparent pricing to facilitate new entrants and end price discrimination. That way, we will stop the wild swings and monopolization in the industry, ensure that access to shipping is more equal, help small exporters and importers, and protect our sovereignty.If we actually govern once again with clear rules to tame the power of the shipping barons, then we’ll never have to deal with a shipping crisis like this again.
You actually have fewer ships calling at most ports today than you used to have. They’re much bigger. And so think of what this does to the operation of the port. You don’t have a smooth flow of cargo going through the port. Now you’ve got nothing happening in the port. It’s dead today. And then tomorrow, a ship shows up and it wants to unload 3,000 containers in your port. What do you do with this? How do you get it unloaded? Where do you put the containers?One thing that’s happened is that ships spend more time in port, which is very wasteful because it just takes more time to get so many containers on and off. The trucks are lined up at the gate because there’s so many containers to bring into, send out on these ships or so many containers to deliver. The railroads can’t handle this sudden flood of containers. So you have the cargo sitting around longer before it gets removed from the port.All of these things have tended to make transit times longer and have made it harder for shippers to get their freight where it’s supposed to be on deadline. And that’s bad for everybody.
Ryan Petersen @typesfastThe global logistics companies have no excess capacity, there are no reserves of chassis (trailers for hauling containers), no extra shipping containers, no extra yard space, no extra warehouse capacity.October 28th 2021
Chinese property developer Aoyuan to sell assets worth US$115 millionHONG KONG: Chinese property developer China Aoyuan said in a Hong Kong stock exchange filing on Sunday that it would dispose of some of the assets held in its Hong Kong units for HK$900 million (US$115.5 million).An estimated loss of around HK$177 million (US$22.7 million) was expected from the disposal of shares in the small developer's units Double Bliss, Mingwan Investments and Prestige Well. The HK$900 million includes sales of shares and loans.China's property sector has been under intense pressure and scrutiny in recent months as China Evergrande Group grapples with possible default.Last week, it made a last-minute bond payment but that did little to alleviate strains in the country's wider property sector."Having regard to the prevailing market conditions, the directors consider that the disposal represents a good opportunity to realise the value of the properties, enhance the liquidity of the group and generate additional working capital," Aoyuan's filing read.Separately, Chinese developer Sunac China Holdings announced a HK$5.1 billion share sale in a stock exchange filing on Sunday. It will also place shares in its property services unit for HK$2.3 billion."The purposes of the placing and the subscription are to further enlarge the company’s shareholder base and optimise the capital structure of the company," the company said in a statement.Evergrande, the world's most indebted developer, has been stumbling from deadline to deadline as it contends with more than US$300 billion in liabilities, US$19 billion of which are dollar bonds.Source: Reuters