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El debate deberia ser, si hay o no alternativa el control genético como compensación a la falta de selección natural. Es un debate moral y etico que ha de abordarse antes o despues.
Yo no entraba en el tema de la selección genética porque lo que comento en el primer post, lo veo a bastante corto plazo. Y esta claro que a la selección genética de forma seria e industrial... aun le falta, al menos en mi opinión. No obstante, la selección genética no es buena idea. La variedad genética nos protege. Dale cinco generaciones de selección (Lo que llevaría a homogenización y redducción del pool genético) y llega una epidemia que nos mata a todos.
Una conclusión poco alentadora, pero en cualquier caso nos queda el consuelo de que el PIB nunca fue un buen indicador de la felicidad de la población, así que sean felices, que eso sí es lo importante.
Interesantes aportes. Lo unico que me queda mas claro cada dia es que en estos foros el conocimiento es mas critico y mas realista que lo que muchos autoabanderados del conocimiento.
Hay alguna excepción al habitual tecnooptimismo de la ciencia ficción. El libro La chica mecánica, de Paolo Bacigalupi, arrasó con los premios en 2010 (Hugo, Nebula, etc), y dibuja un futuro, tras el colapso de esta sociedad, completamente tecnopesimista, con una escasez terrible de energía y alimentos. Es una lectura interesante, aunque no sea un escenario probable porque se pasa varios pueblos con el pesimismo, pero si es muy original... No es casualidad la aparición y éxito de este libro precisamente en este momento histórico.
Los vientos de cambio que ha proporcionado internet han llevado a muchos teóricos a lo largo de la última década a definir la era digital como un momento con muchos paralelismos con la invención de la imprenta. Una era que nos hará cada vez más libres y capaces de ejercer nuestros derechos. Pero no todo el mundo está de acuerdo con estas afirmaciones. El académico bielorruso Evgeny Morozov es de esas personas que llegan a una fiesta, bajan la música y piden que todo el mundo hable más bajito. Anoche estuvo en Madrid, en el foro de Ciberrealismo, para rebajar unas expectativas digitales que ve desproporcionadas y que, según dice, están gravemente amenazadas por una tendencia hacia el solucionismo de los grandes capos de Silicon Valley.Cuando habla de solucionismo, Morozov se refiere a la creciente configuración de la tecnología hacia usos que nos ayudan a hacer la vida más fácil. “Geeks con buenas intenciones en San Francisco quieren aplicar las lecciones de internet a solucionar los problemas del mundo. Hay gente que piensa que si quitamos al intermediario quitamos también la hipocresía en la política y incluso el crimen”.¿Pero que puede tener de malo usar sensores y la tecnología para hacernos la vida más fácil? Según el académico, a medida que nuestros entornos se hacen inteligentes, veremos más intervenciones que nos evitan hacer cosas que alguien piensa que son necesarias evitar. Es decir, estamos delegando decisiones a empresas en vez de tomarlas nosotros mismos.“Ya existen coches que no conducen si no pasas un control de alcolemia interno. En Japón están desarrollando gafas que hacen que la comida parezca más grande y así te ayudará a comer menos. Las gafas de Google empezarán a monitorizar todo lo que haces en tu vida. Desde las calorías que consumes hasta las distancias que caminas. Si no caminas lo suficiente te puede avisar que tienes que hacer más. Podrá incluso borrar elementos de un menú con alto contenido de colesterol”.El móvil o la tableta se convertirá, según el bielorruso, en el intermediario de todo lo que ocurre en nuestras vidas. Es una delegación de responsabilidades sin precedentes. “Estamos dejando que Silicon Valley decida por nosotros”, añade.La policía recurre cada vez más a los datos para solucionar crímenes. “Se basan en información del pasado para predecir el futuro. Ya existen departamentos de policía que usan algoritmos complejos para intentar adelantarse a futuros delitos”, explica Morozov.El problema, dice, es que avanzamos hacia un entorno en el que la ausencia de fricción entre personas impedirá el avance de la sociedad. “Dejadme ofrecer un argumento por el que pienso que esto es un camino peligroso. La desobediencia civil tiene que romper leyes para serlo. (…) Posiblemente no hubiera ocurrido el caso de Rosa Parks bajo este régimen de entornos inteligentes. Hay autobuses que saben cuánta gente hay en cada parada. Pronto habrá autobuses sin conductores. En teoría, podrías construir un sistema eficiente que no dejaría subir al autobús a Rosa Parks. No deja que la fricción ocurra porque se adelanta hacia ella”. Sin la fricción, defiende Mozorov, no es posible avanzar ni generar debates que posteriormente ayuden a revisar las leyes.El creciente control que ejercen los nuevos intermediarios también puede llevar hacia una era de puritanismo. “Apple no permitió en su tienda, recientemente, un libro que incluía la palabra ‘vagina’ en el título, a pesar de que era un libro médico. Parece que los hippies de Silicon Valley empiezan a ser más conservadores. La respuestas a estas políticas son claras. Necesitan ganar dinero. Delegan estas decisiones a los algoritmos y no hay demanda para verificar cómo funcionan. Nos ofrecen un mundo con menos transparencia y más conservadurismo que pensábamos que habíamos superado”.Contenido configurado, según nuestras necesidadesMorozov prevé un futuro informativo ya avanzado por el libro Filter Bubble en el que el contenido se adapta y personaliza a nuestras necesidades y capacidades intelectuales. “Si estoy leyendo un artículo de Angelina Jolie y el ordenador sabe que tengo interés en temas internacionales, me hablará al final del artículo sobre la película que acaba de rodar en Bosnia. Si eres una persona más interesada en celebrities, te contará más información sobre Brad Pitt”. Lo que produce es una destrucción de la narrativa que compartimos todo y nos mete más en nuestra burbuja, argumenta el bielorruso.El Open Source no es tan bonito como lo pintanEl pensador bielorruso quiso rebajar también una tendencia a idealizar el funcionamiento del Open Source. “Todos los movimientos sociales actuales como la Primavera Árabe y Occupy Wall Street dicen que funcionan como Wikipedia. Aspiran a no tener jerarquías y a ser completamente descentralizados. Pero lo que olvidan es que en Wikipedia hay muchas burocracia. Hay deliberaciones internas entre los editores que no vemos. Funciona distinto a la burocracia tradicional pero no significa que no es burocracia. Esto crea mitos alrededor de aplicar el funcionamiento digital al mundo real”.Ceder privacidad a cambio de descuentosA Morozov le incomoda una creciente tendencia a ofrecer descuentos a cambio de revelar información privada. “Ya existen aseguradoras de coches que te rebajan las cuotas si aceptas tener un sistema que monitoriza cómo conduces. El argumento lógico es que si soy un conductor que circula de forma segura, merezco pagar menos. En un futuro se podría aplicar a la dieta. Google Glasses puede analizar lo que comes y si eres una persona muy sana, cobrarte menos por tus cuotas de seguro médico. El problema es que llega un momento en el que casi no tienes la opción de no ser trackeado. Se asumirá que si no aceptas que te sigan, tienes algo que esconder. Intenta conseguir un trabajo en EEUU o una plaza en la universidad sin una cuenta en Facebook. Te miran como si fueses un raro. Ya no hay elección”.Al escritor no le faltan argumentos interesantes para abordar el futuro de internet con escepticismo. Para aprender a cuestionar siempre las cosas por muy buenas que sean. Pero hubo quien echó en cara a Morozov, en el encuentro en el Círculo de Bellas Artes, que está dando por hecho que el humano es estúpido y que seguirá todas las pautas marcadas por Silicon Valley.A lo que él respondió que “habrá espacio para la resistencia. Las personas encontrarán formas de evadir al control de alcolemia en tu coche y engañar a los autobuses inteligentes. Pero eso lo sabrá hacer una pequeña minoría”.Morozov insiste en que no está en contra del progreso. Lo que no le gusta es que la gente acepte lo que viene sin cuestionarlo.
http://youtu.be/t6bKm8cDq80
Debate#3: The Net Delusion - Contra el rebaño digital (CÉSAR RENDUELES)La literatura especializada en las TIC se caracteriza por un optimismo prácticamente ausente en cualquier otro ámbito de los estudios sociales salvo, tal vez, la psicología positiva. El horizonte dominante de las ciencias humanas se ha ido configurando en buena medida mediante sucesivas oposiciones teóricas marcadas por la hermenéutica de la sospecha. Y lo cierto es que, después de un par de siglos, es un paisaje de epistemología negativa de lo más frondoso. El corolario es que casi cualquier práctica social imaginable, hasta las aparentemente más inofensivas, cuenta con un amplio abanico de estudios agresivamente críticos dirigidos a mostrar su negatividad. Siempre hay suficiente teoría cultural, economía neoclásica o crítica marxista como para denunciar el microsometimiento, la crisis de significado, la ineficacia económica o la injusticia de prácticamente lo que sea.El caso de las TIC es excepcional. En los últimos veinte años ha aparecido una gigantesca masa de ensayos de toda índole, desde estudios muy técnicos hasta manifiestos políticos pasando por textos de divulgación, que presentan las herramientas de comunicación contemporáneas como un vivero privilegiado del progreso económico, la innovación social, la transformación personal y la democratización políticas. Aún más, según el consenso dominante, las TIC no sólo generan dinámicas sociales sistemáticamente asertivas, sino que además actúan como un agente depurador. Su mediación es capaz de revertir el deterioro de aquellos sectores analógicos preexistentes con los que entran en relación. La economía del conocimiento es la vía privilegiada de progreso económico en las fases terminales de descenso de la tasa de ganancia que padecemos; el activismo digital es una alternativa al agotamiento de los elementos básicos tanto de la experiencia política hegemónica como del antagonismo clásico…En suma, para la ideología contemporánea, Internet es un juego de suma positiva universal que ha transformado hasta el punto de su virtual superación los dilemas prácticos heredados de la modernidad.Carecemos de un corpus crítico amplio y sistemático sobre las TIC. Es llamativo, aunque sólo sea porque el pistoletazo de salida de la crisis financiera actual fue el pinchazo de la burbuja de las empresas puntocom, que arrastró a varias economías nacionales del sudeste asiático y a unos cuantos millones de personas. Del mismo modo, y a despecho de uno de los dogmas in- conmovibles de la ideología económica, carecemos de pruebas empíricas fiables de la relación directa entre un uso intensivo de las TIC y la mejora de la productividad. La constante y brutal sobreinversión tecnológica actual –que tiene fascinantes similitudes con la crisis del ferrocarril del siglo XIX– es un asunto que apenas preocupa a un puñado de investigadores.Un análisis menos dócil de la concepción heredada de las TIC seguramente apuntaría a una realidad inquietante: la llamada economía del conocimiento es un subproducto de la deriva financiera de la economía mundial. No es una conclusión apetecible ni siquiera para los más refractarios a las dinámicas globales del turbocapitalismo contemporáneo. Muchos críticos de la mundialización capitalista perciben que en las TIC está en juego el germen de una alternativa al callejón sin salida keynesiano de los años setenta, es decir, una tercera vía al dilema entre la burocracia estatal y la privatización. Los proyectos críticos con la industria tecnológica a menudo desarrollan estrategias cooperativas novedosas, una especie de realización emancipada del general intellect [1]. Abundan las iniciativas con una fuerte dimensión altruista que requieren un bajo nivel de centralización y fomentan procesos de coordinación emergente. Muchas, además, no tienen objetivos comerciales ni cuentan con la participación de instituciones formales.Por si eso fuera poco, se ha generalizado el sobrentendido de que el debate en torno a las TIC se desarrolla en un terreno ecuménico particularmente adecuado para que la izquierda política supere sus propias limitaciones organizativas. El activismo digital parece poner de acuerdo a personas procedentes de muy distintas tradiciones ideológicas. Pero, al mismo tiempo, los puntos de consenso –desmercantilización, altruismo, reciprocidad– tienen un fuerte parecido de familia con el programa izquierdista clásico. Al menos desde el Manifiesto, el anticapitalismo ha aspirado a la universalidad. El programa socialista era el de la clase trabajadora, pero sólo en cuanto portavoz de aspiraciones humanas básicas. Con los movimientos cooperativos de Internet, la izquierda parece reencontrarse con una versión cool y tecnológicamente avanzada de su propia tradición universalista. Por primera vez en mucho tiempo, los activistas comparten argumentos y proyectos con una gran cantidad de personas ajenas a su tradición organizativa e incluso con opiniones antagónicas. La razón de fondo es que predomina una comprensión de Internet como la realización más acabada del ideal de la acción comunicativa habermasiano: individuos libres interactuando sin lastres analógicos, de modo que su racionalidad común pueda emerger sin cortapisas.No obstante, ya comienzan a escucharse tímidamente algunas voces discordantes en este Edén de la libertad, la igualdad, la propiedad y Google. Es el caso de “Contra el rebaño digital”, un texto que ha tenido un amplio impacto en todo el mundo, y “The Net Delusion”, un ensayo menos urgente y conocido pero mucho más ponderado. Aunque son dos trabajos diferentes y en muchos sentidos antagónicos, ambos avanzan en la dirección de una crítica del ciberfetichismo contemporáneo.Contra el rebaño digital es un alegato contra la ideología californiana de Silicon Valley. Su autor, Jaron Lanier, es una de las personalidades más conocidas en el campo de la informática, especialmente por sus trabajos pioneros en el ámbito de la realidad virtual. No es un académico, pertenece a la generación de programadores que consolidaron el modelo hoy dominante de In- ternet, en el que la diferencia entre mainstream y underground cada vez se difumina más. A pesar de la impresionante despliegue de conocimientos técnicos que hace Lanier, lo cierto es que Contra el rebaño digital defiende, en esencia, una especie de neohumanismo tecnológico más bien impresionista. Sus críticas, en cambio, están mucho mejor articuladas.Según la ideología californiana, Internet es un espacio donde concurren fragmentos de inteligencia que se agrupan hasta componer una especie de mente colmena. El ejemplo citado unánimemente es Wikipedia. Para los internet-centralistas Wikipedia es una metáfora del funcionamiento general de la red, donde cada uno de nosotros contribuye al conocimiento agregado con los fragmentos de saber experto que posee. La moraleja es que la inteligencia es colectiva y granular. Con las herramientas adecuadas, los microsaberes se acumulan dando lugar a niveles emergentes de conocimiento. La magia de las redes telemáticas es que permiten que esos fragmentos cognitivos se acumulen ordenadamente sin una coordinación centralizada. De hecho, se suele decir que lo hacen más eficazmente que si un nodo central los controlara.Con independencia de sus debilidades epistemológicas, es notorio que el modelo de la mente colmena carece de criterios de crítica, evaluación y corrección que no sean estrictamente endógenos. La inteligencia colectiva es una especie de espíritu hegeliano que sólo puede superar el autoengaño reflexivamente. Su capacidad para hacerlo es discutible. En palabras de Lanier: “En la era predigital nadie tenía la capacidad mental para engañarse a sí mismo de la manera en que podemos hacerlo ahora rutinariamente. Antes, las limitaciones de la memoria y del cálculo humano ponían un coto a las complejidades del autoengaño. En las finanzas, la aparición de fondos de riesgo asistidos por ordenador y operaciones similares han convertido el capitalismo en un buscador. Uno opera con el buscador en la nube informática, y él se ocupa de buscar dinero”Para Lanier el auge de la conectividad, la red social, el cloud computing y la cultura compartida ha dado lugar a una exaltación de las dinámicas de masas profundamente negativa. En un contexto digital completamente desinstitucionalizado, los simulacros de sociabilidad–los “amigos” de Facebook– y de cooperación – los “likes” que regulan las portadas de los medios digitales– emergen como por arte de magia a partir de la concurrencia individual y voluntaria en el espacio telemático. Lanier incide en la forma en la que el modelo hegemónico de las TIC está transformando de un modo reductivo nuestra perspectiva de la personalidad humana: “La atribución de inteligencia a las máquinas, a las multitudes de fragmentos o a otras deidades tecnológicas más que iluminar el tema lo oscurecen. Cuando a las personas se les dice que un ordenador es inteligente, tienden a cambiarse a sí mismas para que parezca que el ordenador funciona mejor, en lugar de exigir que el ordenador cambie para resultar más útil”.Es una intuición brillante. Las herramientas 2.0 no han resuelto el problema de la fragilización del vínculo social en la modernidad, más bien lo han hecho más opaco mediante la difusión de prótesis sociales informáticas. Del mismo modo, los psicofármacos no acabaron con la experiencia de la alienación industrial, más bien la hicieron más tolerable y menos conflictiva. Las TIC han generado una realidad social disminuida, no aumentada. Por primera vez la cultura de masas es algo más que una metáfora. Internet no ha mejorado nuestra sociabilidad en un entorno postcomunitario, sencillamente ha rebajado nuestras expectativas respecto al vínculo social. Tampoco ha aumentado nuestra inteligencia colectiva, sencillamente nos induce a rebajar el listón de lo que consideramos un comentario inteligente (140 caracteres es, realmente, un umbral modesto)Se trata de una dinámica social entrópica que se expande más allá de la cotidianidad consumista y afecta a los proyectos científicos avanzados. Según Lanier, en la mayor parte de las startups relacionadas con las TIC “uno se encuentra con salas llenas de ingenieros doctorados en el MIT que no se dedican a buscar curas contra el cáncer o fuentes de agua potable segura para el mundo subdesarrollado, sino a desarrollar proyectos para enviar imágenes digitales de ositos de peluche y dragones entre miembros adultos de redes sociales. Al final del camino de la búsqueda de la sofisticación tecnológica parece haber una casa de juegos donde la humanidad retrocede hasta el jardín de infancia”.¿Es este un proceso que afecta exclusivamente a la actividad cognitivas y a la licuefacción de nuestra vida social? ¿Han quedado incólumes las prácticas políticas convencionales? La respuesta de Evgeny Morozov es un rotundo no. The Net Delusión propone un análisis riguroso y exhaustivo del modo en que las TIC se han incorporado al ámbito político y, en especial, a las iniciativas de lucha contra el totalitarismo. Según el dogma dominante, las estrategias de demo- cratización han encontrado un aliado privilegiado en las herramientas digitales de comunicación. “The revolution will be Twittered!”, en palabras del periodista Andrew Sullivan en 2009.Según Morozov, se trata de una extensión de un modelo de intervención política heredado de la Guerra Fría y que se basa en la idea de que las dosis masivas de información y comunicación son letales para los regímenes represivos. Sin ir más lejos, un editorial de 2010 de The Guardian exhortaba a “bombardear Irán con banda ancha”. Seguramente, también se trata de un mito en el caso de la Guerra Fría. El papel que desempeñó la sociedad civil, por no hablar de Radio Free Europe, en la caída de los regímenes soviéticos ha sido sistemáticamente sobrevalorado. Sin embargo, ese mito se ha convertido en un dogma cuya principal consecuencia es que el único ámbito donde Occidente sigue ideológicamente comprometido con la defensa de la democracia es el ciberespacio.La cuestión crucial es que no hay buenas razones para pensar que Internet favorece a los oprimidos y no a los opresores, más allá de una creencia irracional en el poder emancipador de la comunicación online: “Los políticos occidentales está perdidos en las brumas del ciberuto pismo, una creencia casi religiosa en la capacidad de Internet para hacer cosas sobrenaturales, desde erradicar el analfabetismo en África a organizar la información mundial”. En realidad, las mismas herramientas informáticas que permiten a los activistas organizarse y difundir sus mensajes facilitan a los gobiernos localizarlos, monitorizarlos e infiltrarse en sus organizaciones. La censura 2.0 ha alcanzado altas cotas de sofisticación, hoy es posible vigilar con herramientas automatizadas una enorme cantidad de textos y comunicaciones o bien recurrir a sistemas de vigilancia de la disidencia basada en el crowdsourcing [2]. Las redes sociales permiten a los go- biernos y a sus acólitos intervenir y sabotear mediante estrategias coordinadas de trolling [3] toda clase de foros y comunidades: la democratización del acceso se ha convertido también en la de- mocratización de la censura.Pero, más importante todavía, Internet desincentiva el compromiso político. Tanto la abundancia de opciones de entretenimiento, como el tipo de relación social lábil que puede ofrecer una comunidad online es incompatible con la implicación política densa que exige la oposición a un régimen autoritario y represivo. Se trata, tal vez, del principal punto de contacto entre los planteamientos, muy heterogéneos, de Lanier y Morozov. La aparente ultrapolitización del ciberespacio público se basa en un malentendido. El auge del activismo en Internet –la infinidad de campañas, grupos de Facebook, solicitudes de adhesión o, sencillamente, información– tiene el efecto paradójico de degradar la relación política, en la medida en que exige un nivel de compromiso personal extremadamente tenue.Morozov cita la tesis clásica de Kierkegaard en contra de los medios de comunicación como espacio privilegiado de la esfera pública moderna. Según Kierkegaard, la prensa fomenta que la gente mantenga opiniones contundentes sobre casi todo, pero no que actúe en consecuencia. Más bien al contrario, la saturación de información lleva a posponer las decisiones cruciales, la abundancia de opciones limita el compromiso. Kierkegaard creía que sólo asumiendo riesgos auténticos se aprende a discriminar entre las distintas opciones y se adquiere el tipo de sabiduría práctica que requiere la acción política. Pero la actividad política digital contemporánea sólo marginalmente tiene que ver con esta clase de implicación profunda, más bien guarda un parentesco cercano con el resto de dinámicas narcisistas que regulan la red. En palabras de Morozov: “A causa de su granularidad, el activismo digital proporciona demasiadas salidas fáciles. Mucha gente está buscando el sacrificio menos doloroso, decidiendo donar un penique donde en otro caso donaría un dólar. El jurado de las ciencias sociales aún está deliberando acerca del modo en que las campañas online canibalizan a sus hermanos analógicos, pero parece razonable suponer que los efectos no siempre son positivos. Si los psicólogos tienen razón y la mayor parte de las gente apoya las causas políticas sencillamente porque eso les hace sentirse bien, entonces es una mala noticia que participar en grupos de Facebook me haga tan feliz como escribir cartas a mis representantes electos u organizar manifestaciones sin provocar ninguno de los efectos que pueden beneficiar a la sociedad en su conjunto” Referencias:[1] Ver: http://www.generation-online.org/p/fpvirno10.htm[2] http://es.wikipedia.org/wiki/Crowdsourcing[3] http://es.wikipedia.org/wiki/Troll_%28Internet%29
Cita de: Tichy en Diciembre 01, 2012, 17:33:13 pmEl Open Source no es tan bonito como lo pintanEl pensador bielorruso quiso rebajar también una tendencia a idealizar el funcionamiento del Open Source. “Todos los movimientos sociales actuales como la Primavera Árabe y Occupy Wall Street dicen que funcionan como Wikipedia. Aspiran a no tener jerarquías y a ser completamente descentralizados. Pero lo que olvidan es que en Wikipedia hay muchas burocracia. Hay deliberaciones internas entre los editores que no vemos. Funciona distinto a la burocracia tradicional pero no significa que no es burocracia. Esto crea mitos alrededor de aplicar el funcionamiento digital al mundo real”.
El Open Source no es tan bonito como lo pintanEl pensador bielorruso quiso rebajar también una tendencia a idealizar el funcionamiento del Open Source. “Todos los movimientos sociales actuales como la Primavera Árabe y Occupy Wall Street dicen que funcionan como Wikipedia. Aspiran a no tener jerarquías y a ser completamente descentralizados. Pero lo que olvidan es que en Wikipedia hay muchas burocracia. Hay deliberaciones internas entre los editores que no vemos. Funciona distinto a la burocracia tradicional pero no significa que no es burocracia. Esto crea mitos alrededor de aplicar el funcionamiento digital al mundo real”.