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Transición Estructural / Re:La dinámica intergeneracional
« en: Enero 25, 2012, 21:57:15 pm »
Gracias a todos por el hilo. Aporto un par de texto de caracter filosófico relacionados con la idea de GENERACIÓN. Parece que fue Ortega y Gasset el "inventor" de esto que hablamos aquí, es decir las ideas de que son las generaciones las que "mueven" la Historia:
http://www.cialc.unam.mx/pensamientoycultura/biblioteca%20virtual/diccionario/generacion.htm
Y una crítica desde el materialismo histórico:
http://nodulo.org/ec/2008/n076p06.htm
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. El concepto generación alcanzó difusión en América Latina a partir de la obra de José Ortega y Gasset, que definió una generación como el conjunto de hombres que comparten un mismo espacio y tiempo histórico, tienen (casi) la misma edad, son coetáneos y mantienen algún contacto vital. La generación es además una minoría, culta y sensible a los cambios de las circunstancias que la rodean en un momento específico. El concepto se articula con base en una teoría y un método en vistas a comprender y explicar el cambio histórico.
Sin embargo, es de observarse que Ortega y Gasset no fue el primero que usó el concepto de generación, de hecho tiene una larga historia. Estaba ya presente en los filósofos presocráticos como Empédocles, Anaxágoras y Demócrito; pero fue Aristóteles el que lo desarrolló con mayor precisión. Para el estagirita la generación es el cambio del no ser al ser; el cambio absoluto implica una generación absoluta y el cambio relativo implica una generación relativa. Tal interpretación fue aceptada por los escolásticos medievales. Tomás de Aquino, siguiendo a Aristóteles, consideraba que una generación es un “llegar a ser”. A lo largo de la historia del pensamiento occidental el concepto generación se ha ramificado y refinado adquiriendo, incluso, derivaciones lógicas y biológicas. Pero fue Ortega el que dotó al concepto de una nueva vitalidad y sentido: propone una teoría de las generaciones como instrumento dé investigación histórica, el cual permite acceder a la comprensión de la historia, a su investigación y estudio desde una perspectiva vital y dinámica.
Ello bajo el supuesto de que la historia no es un “haber sido”, sino un estar “siendo”; es decir, en la historia se manifiestan hechos que el hombre realiza, a los que el hombre imprime sus ideas, pensamientos, anhelos, pasiones... La misión de la historia es, entonces, descubrir la auténtica “realidad de la vida humana” y “comprender las variaciones del espíritu humano”. En la realidad histórica los hechos y los acontecimientos se mueven en múltiples direcciones, repercuten en distinta intensidad y magnitud en ella. Estos cambios o variaciones tienen diferentes rangos y jerarquías que se manifiestan por conducto de un fenómeno primario que Ortega denomina sensibilidad vital.
Por medio de la sensibilidad vital la generación mantiene una estrecha vinculación con las circunstancias, esto es, con la ideología del gusto, la moralidad, etcétera, de una época histórica. En la realidad histórica encuéntranse unidad y en permanente comunicación distintas generaciones, que entablan relaciones de coincidencia o desacuerdo en los diversos terrenos: ideológico, político, estético... Cuando la circunstancia histórica es trastocada por cambios profundos y decisivos que transforman el ámbito local o universal, son las vanguardias generacionales quienes perciben las primeras señales de cambio, estableciendo un compromiso activo entre individuos y masa. El método de las generaciones para su aplicación toma en cuenta que:
1) En períodos de quince años cambia el cariz de la vida y varía la tonalidad histórica.
2) Una generación se encuentra entre dos generaciones: cada gene-ración representa un “trozo vital”, único e intransferible del tiempo histórico, por eso el hombre es “sustancialmente histórico”.
3) La realidad histórica está constituida por la vida de los hombres entre 30 y 60 años, período de plena actividad histórica.
4) De 30 a 45 años el hombre combate a favor de ciertos ideales o, mejor dicho, a favor de su ideología.
5) Entre los 45 y 60 años la generación llega al pleno desarrollo de sus aspiraciones, accede al poder y posteriormente las nuevas generaciones asimilarán sus experiencias, aciertos y errores para continuar transformando la realidad histórica.
6) Cada generación posee su propia sensibilidad vital, que le permite asumir el compromiso con la circunstancia que le rodea, de no hacerlo estaría traicionando su rol histórico.
La influencia cultural y filosófica de Ortega y Gasset fue grande y profunda, y por lo mismo es difícil de cuantificar.
Algunas de sus propuestas fueron aceptadas, adaptadas, criticadas y otras simplemente desechadas. Pero han cobrado vigencia e intensidad en diferentes momentos. En América Latina la teoría de las generaciones fue conocida inicialmente entre los años 1921-1929 gracias a su libro El tema de nuestro tiempo; la temática de las generaciones en él esbozada fue ampliada y perfeccionada en una conferencia que dictó en Madrid en 1933, luego fue publicada en 1974 bajo el título En torno a Galileo, e inmediatamente fue estudiada en el orbe iberoamericano. La teoría de las generaciones, si bien es cierto no tuvo el mismo impacto que otros aspectos de la filosofía orteguiana, aún así influyó en varios pensadores latinoamericanos que interpretándola o adaptándola a sus propios requerimientos la emplearon para comprender el cambio histórico de sus respectivas circunstancias. Lo que a la vez les ayudaba a profundizar en la reflexión que ya de tiempo atrás venían realizando acerca del “ser latinoamericano”, del “quiénes somos y hacia dónde vamos”.
Empero, pueden ubicarse los países donde la teoría de las generaciones fue mayormente desarrollada o parcialmente utilizada: Argentina, Perú y México. En Argentina el filósofo e historiador de las ideas Arturo Andrés Roig la utilizó para fundar su concepción de las etapas intelectuales de su país en sus libros Breve historia intelectual de Mendoza (1966) y La filosofía de las luces en la ciudad agrícola (1967). De forma más ceñida al espíritu orteguiano, Jaime Perrioux la implementó en su obra Las generaciones argentinas (1970). En el Perú la teoría de las generaciones fue principalmente aplicada en el terreno literario como se muestra en los libros de los siguientes destacados críticos literarios: Jorge Pucinelli, en Esquema de las generaciones literarias peruanas (1951); Augusto Tamayo, en Literatura peruana (1965); Luis Alberto Sánchez, en La literatura peruana (1966). Por su parte, en México la teoría orteguiana fue instrumentalizada por algunos historiadores para hacer luz sobre sucesivas generaciones políticas e intelectuales que configuraron al país desde la centuria pasada, como puede observarse en las obras de Luis González y González: Los artificios del cardenismo (1979) y La ronda de las generaciones (1984). Finalmente, Enrique Krause hace algo semejante en sus textos: Caudillos culturales de la Revolución mexicana (1976) y Daniel Cosío Villegas: una biografía intelectual (1980), en los cuales aplica de manera acertada y original el método de las generaciones.
Al margen de los diversos grados de influencia cultural y la variación y adaptación que el concepto generacional de Ortega y Gasset fue adquiriendo en los diversos países latinoamericanos, este filósofo español quedará anclado en la historia y memoria latinoamericana, ya que su aportación intelectual en ese terreno abrió nuevos horizontes y dio importantes y decisivas banderas de lucha a nuevas generaciones de jóvenes pensadores en América Latina, lo que de una u otra forma fue un estimulo en su camino hacia la autoconciencia.
Ferrater Mora, José. Ortega y Gasset: etapas de una filosofía, Seix Barral, Barcelona, 1973. Ortega y Gasset, José. El tema de nuestro tiempo, 1981, Alianza, Madrid; En torno a Galileo (Esquema de la crisis), Alianza, Madrid, 1982. Tzvi Medin. Ortega y Gasset en la cultura hispanoamericana, Fondo de Cultura Económica, México, 1984.
http://www.cialc.unam.mx/pensamientoycultura/biblioteca%20virtual/diccionario/generacion.htm
Y una crítica desde el materialismo histórico:
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En el campo de la Historia, la aportación de Ortega se centró en la Teoría de las generaciones, según la cual los cambios de época se deben a «variaciones en la sensibilidad vital» que se traducen en el cambio de generaciones: el desplazamiento de una generación vieja por una nueva. Así, en la filosofía de Ortega, la generación pasa a ser «una categoría histórica», «el concepto fundamental de la historiología y el instrumento más eficaz del método histórico», según él mismo expuso en la presentación de los cursos del Instituto de Humanidades. Con esta teoría, inspirada en la de los ciclos histórico-culturales de Spengler –aunque siempre lo negase–, trató Ortega de explicar los cambios en la Historia prescindiendo de la teoría de la lucha de clases. Así, sin afrontar directamente una crítica del materialismo histórico, intentó Ortega desplazar al marxismo del horizonte ideológico de los españoles. Para tan ambicioso designio, Ortega no llegó a elaborar los instrumentos conceptuales adecuados. Así, sorprende la debilidad de los conceptos que constituyen su punto de partida y que, por evidenciarse en sí misma, nos limitamos a citar:
«No, el cuerpo de la realidad histórica posee una anatomía perfectamente jerarquizada, un orden de subordinación de dependencia entre las diversas clases de hechos. Así, las transformaciones de orden industrial o político son poco profundas: dependen de las ideas, de las preferencias morales y estéticas que tengan los contemporáneos. Pero, a su vez, la ideología, gusto y moralidad no son más que consecuencias o especificaciones de la sensación radical ante la vida, de cómo se sienta la existencia en su integridad indiferenciada. Esta que llamamos 'sensibilidad vital' es el fenómeno primario en Historia y lo primero que habríamos de definir para comprender una época. (...) Las variaciones de la sensibilidad vital que son decisivas en historia se presentan bajo la forma de generación. Una generación no es un puñado de hombres egregios, ni simplemente una masa: es como un nuevo cuerpo social íntegro, con su minoría selecta y su muchedumbre, que ha sido lanzado sobre el ámbito de la existencia con una trayectoria vital determinada. La generación, compromiso dinámico entre masa e individuo, es el concepto más importante de la Historia y, por decirlo así, el gozne sobre el que ésta ejecuta sus movimientos. Una generación es una variedad humana, en el sentido riguroso que dan a este término los naturalistas. Los miembros de ella vienen al mundo dotados de ciertos caracteres típicos, que les prestan una fisonomía común, diferenciándolos de la generación anterior. Dentro de ese marco de identidad pueden ser los individuos del más diverso temple, hasta el punto de que, habiendo de vivir los unos junto a los otros, a fuer de contemporáneos se sienten a veces como antagonistas. Pero bajo la más violenta contraposición de los pro y los anti descubre fácilmente la mirada una común filigrana. Unos y otros son hombres de su tiempo y por mucho que se diferencien se parecen más todavía. El reaccionario y el revolucionario del siglo XIX son mucho más afines entre si que cualquiera de ellos con cualquiera de nosotros.»{12}
Haciendo abstracción de la terminología organicista que utiliza, hasta el punto de producir la impresión de que los caracteres típicos de cada generación son de origen genético, en la definición orteguiana de la generación –y de su función en la Historia– aparece una inversión de la relación causa-efecto. Eso que Ortega denomina «variaciones en la sensibilidad vital» no es la causa del desarrollo histórico, sino uno de los efectos en que éste se manifiesta. Del análisis del pensamiento de Ortega se deduce que esas variaciones son la forma en que se manifiesta un cambio de las Ideas, con mayúscula. Es decir, una variación en las ideas disueltas en cada época, que están flotando, y que el individuo no las posee, sino que está en ellas... Empero, a su vez, como fue enunciado por la teoría del materialismo histórico, y la investigación histórica empírica ha confirmado, esas Ideas surgen de las condiciones humanas de existencia. Es decir, de las condiciones en que el hombre realiza su actividad productiva, en función del desarrollo técnico y social y de los sucesivos problemas que tal actividad le va suscitando. Aunque hay un fluir constante de nuevas ideas –a lo largo de la historia de las formaciones sociales–, hay etapas en que éstas eclosionan con mayor abundancia, constituyendo un salto cualitativo respecto al nivel anterior. Sólo metafóricamente se puede definir tal fenómeno como «variación de la sensibilidad vital» y, en todo caso, no se manifiesta de forma homogéneamente generacional. Como en cada época histórica las nuevas ideas coexisten y luchan con las viejas –en función de la contraposición de intereses y distintos niveles gnoseológicos de quienes las sustentan, no puede sorprender que, en una misma generación esa «variación de la sensibilidad vital» se manifieste de forma muy diferente. Sin excluir que en una nueva generación puedan ser comunes algunas ideas, hay muchas más que son contrapuestas y conducen a los miembros de esa generación a un choque frontal. En ese sentido se podrían aducir muchos ejemplos históricos, pero, por su mayor nitidez, basta señalar el de la generación juvenil que en la década del treinta se enfrentó duramente entre sí desde posiciones fascistas y marxistas.
El concepto de generación es relevante en el campo biológico de la genética de poblaciones. Así, por ejemplo, la brevedad generacional de la Drosophila melanogaster permite formular leyes estadísticas sobre la transmisión de los genes y estudiar los fenómenos de mutación. En el campo de la literatura, también puede ser útil, taxonómicamente, el concepto de generación. Cuando enunciamos «generación del 98», «generación del 27», &c., todos tenemos en cuenta los rasgos comunes que caracterizaron a ciertos autores y su tendencia estética predominante. Incluso puede ser interesante –como hipótesis de trabajo aplicable a fenómenos como la veteranía de los dirigentes soviéticos y la irrupción juvenil en Occidente– la tesis orteguiana de que el espíritu de las generaciones se manifiesta en épocas cumulativas y épocas eliminatorias y polémicas. Esta utilidad relativa del concepto de generación lo sitúa en su adecuada perspectiva. Lo que ya nadie puede sostener seriamente es que el concepto de generación sea el más importante de la Historia, ni que la teoría de las generaciones sea capaz de sustituir al materialismo histórico como fundamento científico del estudio del desarrollo histórico. El escaso eco que esta teoría orteguiana tuvo internacionalmente, incluso entre los adversarios del marxismo, es bien elocuente.
http://nodulo.org/ec/2008/n076p06.htm