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en: Mayo 24, 2012, 23:15:53 pm 1 General / Transición Estructural / ¿Qué es la «Posteconomía»?

Pongo esto aquí, creo que merecerá la pena leer este libro.

¿Qué es la «Posteconomía»?

Se trata de una nueva fase del sistema en la que el capitalismo va mutando hacia una nueva forma de feudalismo que algunos llaman «NEM» (Nueva Edad Media).

 Ya ha quedado claro que la crisis no es una crisis. Se trata de un auténtico asalto al poder absoluto por parte de las élites del capitalismo global. Unas élites financieras que utilizan el dogmatismo neoliberal de políticos y economistas para llevar a sus máximos históricos la transformación de la humanidad entera en millones de siervos atemorizados y empobrecidos. Es la Nueva Edad Media.

 Instalados en la crisis, comprobamos día a día que ésta es la excusa perfecta para un asalto al poder absoluto por parte de las élites financieras del mundo. En paralelo, justificando toda clase de desmanes, la economía se ha convertido en dogma religioso impuesto por la lógica de los mercados, y amenaza con el infierno a todo el que se atreva a disentir.

 La crisis es el arma fundamental de la «posteconomía», nueva fase del sistema en el cual el capitalismo está mutando hacia una forma inédita del feudalismo: recorte de libertades y prestaciones sociales, extensión sin límites de la pobreza y sustitución del pensamiento por la autoridad teocrática de los economistas, que nos amenazan con el infierno si nos atrevimos a disentir.

 Con una prosa rebosante de ironía y humor, Posteconomía. Hacia un capitalismo feudal muestra con erudición implacable y gran pasión un retrato del futuro que nos espera si no somos capaces de reaccionar, organizarnos y liberarnos de las deudas y de sus amos.

 Un libro que nos muestra que esto tiene solución: se llama anticapitalismo. Ser antisistema en un mundo de fanáticos se convierte en una postura ponderada, razonable, adulta y decente. Un movimiento que no aspira a conquistar el poder. Simplemente desobedece y combate.

 Su autor es Antonio Baños, periodista, colaborador de radio y prensa escrita. Su primer libro, La economía no existe (Los libros del lince) alcanzó varias ediciones y fue traducido al portugués. Posteconomía. Hacia un capitalismo feudal, publicado por la misma editorial, llegará a las librerías españolas la primera semana de junio.

en: Mayo 04, 2012, 10:12:16 am 2 General / Transición Estructural / Panorama acojonante.

Incluso en sitios como este foro, por donde circulan gentes cuyas inquietudes y conocimientos no tienen ni la más mínima semejanza con los habituales de los españolitos medios y típicos, creo que incluso aquí, no se percibe la profundidad de la sima a donde nos están arrojando.

El desplome es total en estos últimos meses, grandes superficies, hosteleria etc, hablan de descensos de entre el 25 y el 50%, la desesperación ya es evidente en amplias capas de la población, además dentro del pueblo trabajador ya se es consciente de que nadie está a salvo.

Estamos ante una economía anémica e hipoglucémica, y al igual que los físicos medievales se la está tratando con ayunos, sangrias y sanguijuelas, por lo que el colapso es más que previsible. La ceguera de la oligarquia dominante ante esta situación indica su total desconexión con la realidad de lo que ocurre en la calle.

Cuando los diabéticos tienen una crisis hipoglucémica, las dietas y las normas de nutrición se mandan al carajo y se les suministran azucares con urgencia para evitar un grave desenlace, y la economía española necesita esos azucares con urgencia, estamos ante una situación de precolapso total.

Si no, recordaremos la anécdota de aquel gitano que entrenando a su burro, consiguió que viviese sin comer, desgraciadamente una vez conseguido el burro se murió..

Me temo que nos va a ocurrir lo que al burro del gitano.
Pongo aqui este articulo de Rafael Poch, me ha gustado bastante, aunque no aporte nada nuevo diferente  de lo que aquí ya se dijo, es importante que llegue al gran público.

 05-04-2012 

España en el punto de mira

Rafael Poch
La Vanguardia

El Directorio europeo tiene miedo. La democracia y la protesta son su pesadilla.

El Directorio siente que el suelo tiembla bajo sus pies. Con Francia temporalmente fuera de juego por elecciones, su eje ya no es Merkozy, sino Berlín y la Comisión Europea. No les gusta lo que asoma en España, la gente vota equivocado y hace huelga, así que le aprietan la soga. Merkel no quiere intervenir a España, pero hay un antes y un después con Madrid y su nuevo gobierno conservador. En marzo ha pasado de niño bonito obediente, a ser visto con desconfianza y prevención.

Este Directorio germano-europeo no sólo exige austeridad, sino que no tolera chulerías. La chulería podría ser preludio de indisciplina y hay que atarla corto. Se trata de la declaración del 2 de marzo de Mariano Rajoy, quien, invocando la “soberanía nacional”, anunció unilateralmente una reducción del objetivo de déficit.

“Intolerable”, dicen en Francfort fuentes del lobby bancario europeo en condiciones de anonimato. “Un país no puede siquiera apuntar que se salta algo, o que lo hace invocando la soberanía nacional”. “Es la forma lo que asusta”, dicen. “Tenemos un pacto fiscal y lo menos que podía esperarse es que se lo hubiera comunicado primero a la Comisión Europea y que fuera ésta quien lo dijera”, observan.

Con su modus operandi, Rajoy, “colocó a la Comisión en una esquina”. “Nadie duda de que España acabará consiguiendo reducir su déficit, pero las cosas no se hacen así”, dicen. “Es la apariencia de rebelión lo que cuenta”. “Los mercados castigan eso inmediatamente”, advierten. Y así está ocurriendo.

Pocos días después, y pese al billón en “eurobonos para la banca” emitido en créditos a bajo interés por el BCE desde diciembre, las bolsas volvían a tambalearse, con subidas alarmantes de la prima de riesgo española e italiana. Los reproches llegaron desde Italia: la “gran preocupación” española de Mario Monti: “el gobierno de Madrid descuida las cuentas públicas”.

“La ingerencia en los asuntos españoles muestra el nerviosismo que hay: Monti, que aún no ha hecho en su país la reforma laboral que va a provocar una rebelión sindical en Italia, debe mantener la tensión”, señala la prensa económica alemana. Pero no es una cuestión italiana. Merkel da su brazo a torcer en materia de cortafuegos europeo citando la “fragilidad” de la situación española e italiana. Y exige que el grueso del ajuste español de dos años se haga en 2012. Juncker pone el gesto con su premonitorio estrangulamiento a Guindos.

“El legado de Zapatero pesaba mucho sobre España”, donde ahora hay, “un socio serio y digno de confianza que se toma en serio el ajuste estructural”, se felicitaba a principios de mes en su editorial el Frankfurter Allgemeine Zeitung. El establishment alemán no disimuló sus simpatías, pero en treinta días Rajoy pasó de niño bonito a ser tachado de “desertor” por el Financial Times Deutschland que califica su breve desafío verbal de “estrepitosa jugada individual”. Lo que ha cambiado es la sensación general de peligro: el Directorio tiene miedo.

Ya ha habido una carta de doce jefes de gobierno europeos pidiendo a los fanáticos-incompetentes de la austeridad de Berlín y Bruselas, más atención al crecimiento y al desempleo y exigiendo reducir la burocracia de la Unión Europea. La carta abre un escenario general de “desafío del Sur al Norte”, señalaba el editorial de un gran diario alemán. Pero el fantasma concreto es Francia.

Si el pacto fiscal se hunde, será en Francia. En el escenario de un asalto ciudadano a la Bastilla neoliberal, en la pesadilla de una Convención ciudadana que ponga en cuestión el actual edificio europeo, puede que España, Portugal e Italia aporten la infantería –Grecia lleva tiempo en ese papel en solitario-, pero la caballería institucional será francesa. Una burocracia no electa y el errático nacionalismo económico alemán, cuyo único programa es que Merkel logre mantenerse en el poder tras las generales de otoño de 2013, tiemblan sólo de pensarlo.

Dos son los enemigos de esa coalición de incompetentes: la soberanía nacional y la democracia. La soberanía nacional de España amagada por Rajoy es calderilla. La soberanía de la “Grande Nation” es otro asunto. Respecto a la democracia, la lista de todo lo que asusta al Directorio, la ofrece el sorprendente economista jefe del Financial Times Deutschland, Thomas Fricke, uno entre la decena escasa de periodistas de medios relevantes alemanes que lanzan mensajes coherentes.

Asustó el referéndum griego que no fue, dice Fricke, las elecciones helenas que están por venir, y las presidenciales francesas, porque las puede ganar un socialista escéptico con el pacto fiscal. Al contrario, los triunfos de ese prepotente conglomerado son completamente antidemocráticos: colocar a banqueros como jefes de gobierno no electos en Roma y Atenas, imponer contrareformas sociolaborales “extremadamente agresivas” por doquier, dictar intervencionismos. “El mensaje es claro: la democracia es algo estúpido”, dice Fricke.

Sin embargo a nadie se le escapa ya la estupidez de la política de ese Directorio de inútiles al servicio del sector financiero y sus intereses (“los mercados”). Cuando recetaron austeridad a ultranza en 2010 se levantó un coro de economistas que advirtieron que llevaría a más deuda y la recesión. Lo ignoraron. En Grecia ocurre precisamente eso: entonces la deuda era del 120% del PIB, ahora es el 170%. Y la vida de la gente cae en barrena.

Ante esa evidencia y ante las voces que reclaman que por lo menos se combine la austeridad con políticas orientadas al crecimiento y al empleo, esos inútiles aceptaron en 2011 hacer algo por el “crecimiento”, pero lo único que entienden por ello son medidas como facilitar el despido o flexibilizar la contratación. Ningún estudio económico, de esos institutos tan poco independientes, ha confirmado nunca que la flexibilidad laboral contribuya al empleo. En sus raros momentos de sinceridad, algunos políticos han llegado a admitir lo obvio: a corto plazo la facilidad del despido incrementa el desempleo.

Resumiendo: combatieron una quiebra del sistema financiero inyectando dinero público, cuando la inyección creó deuda pública declararon que ésta –no la quiebra que la provocó- era el problema. Los bancos de Alemania y otros países del Norte que contribuyeron a la deuda privada del Sur europeo invirtiendo decenas de miles de millones de su superavit comercial en nuestras criminales fantasías inmobiliarias, redujeron un asunto claramente interrelacionado a un problema de “virtuosos y manirrotos”. Lo inaudito no ha sido el patoso y descarado nacionalismo alemán en todo esto, sino el servilismo y vasallaje de los políticos del Sur ante ese discurso. A continuación, para atajar todo ese embrollo de deuda aplicaron recorte social a los de abajo con la misma filosofía que condujo a la quiebra original. Ahora, ante la evidencia que el remedio es peor que la enfermedad, hablan de políticas de crecimiento pero por ello sólo entienden “reforma laboral”. En dos años, el atraco perfecto se ha convertido en evidente farsa. Mientras tanto la gente ha ido aprendiendo economía, en su propia carne y asoma la rebelión.

En los ministerios de Exteriores y de Finanzas de Berlín, se declaraban satisfechos con lo que el nuevo gobierno español apuntaba. Merkel estaba contenta, sobre todo con la firmeza de Rajoy ante las autonomías, señalaban las fuentes. Pero las cosas se tuercen. Primero la anecdótica chulería de Rajoy, que introduce el escenario de que algún día algún dirigente europeo se levante y le diga al Directorio que está desnudo. Luego los andaluces se equivocaron al votar. A eso se le añade el ambiguo y desvergonzado independentismo convergente, en Catalunya. Y encima una huelga general que ha dado  ánimos a la calle y que será inicio de una serie. Quien sabe si, ante la evidencia de que el problema está en el Directorio, el mundo sindical no llegará a la necesaria Huelga General Europea.

España ha llegado a la situación de Grecia en 2010. A partir de ahora una rápida bajada. Con su perspectiva griega de degeneración social para la mayoría, sus millones de parados, su juventud sin futuro, sus mayores más amenazados que nunca, en pensiones y puestos de trabajo de libre despido, reúne condiciones para que tome fuerza  su 15-M cívico-laboral. Por eso está en el punto de mira. El Directorio ya habla de intervención.

“Europa está molesta porque Rajoy retrasó los presupuestos por motivo electoral”, señala la editorial de otro gran diario alemán. “Los conservadores fracasan en Andalucía, preocupación por el déficit”, titula el Financial Times Deutschland. “Surgen dudas en los mercados ante el rumbo del ahorro del nuevo gobierno de Madrid”, señala el Handelsblatt.

“Grecia solo era el principio, Portugal ya está en quiebra, pero lo que  amenaza de verdad a Europa es España, incomparable con los otros dos”, dice Die Welt.

Es la soberanía y la democracia lo que molesta a “los mercados”. Pero, aunque cada vez más hundida en su condición de protectorado, en España todavía hay elecciones, huelgas y ciudadanía. La hora de la verdad se acerca para Europa, y España podría ser el eslabón débil de la cadena. Por eso está en el punto de mira.

en: Abril 05, 2012, 16:20:46 pm 4 General / Transición Estructural / Mantras mononeuronales

Me he puesto de mala leche dando un vistazo por otro foro,  siguen los fanboys, ciberpepiños y cibersorayos, con el consabido "tu más" y debatiendo si hay que recortar en las autonomias o en las jubilaciones.

Pues no señores, lo único que hay que recortar es lo superfluo y el despilfarro y eso hay que realizarlo con crisis y sin crisis, lo demás hay que conservarlo, están repitiendo de forma cansina los mantras que interesan a la oligarquia, nadie se plantea aumentar la recaudación en impuestos a los que se están beneficiando con todo esto y eliminar el fraude fiscal.

Los llamados mercados, o sea la oligarquia financiera está expoliando al pueblo español con la colaboración de los gobiernos de turno sean del PP o del PSOE, decia ayer Rajoy que tenemos que pagar 28.000 millones de intereses por la deuda, y yo le digo al señor Rajoy si el BCE hubiera dado a España el dinero que dio al 1% a la banca, no le pagariamos al 6% a esta y los intereses no pasarían de entre los 5.000 y 7.000 millones.

Nos están estafando y llevandonos a la postracción y además como loritos repetimos los mantras que nos imbuyen desde sus medios sin analizar las causas reales del problema. La banca siempre gana como en los casinos con ruleta trucada y la solución para algunos es bajar sueldos, pensiones, prestaciones sociales, sanidad y educación.

En terminos de regulación automática hemos caido en un bucle con realimentación postiva que nos lleva a la saturación del regulador, no existe salida  posible mientras aceptemos las reglas tramposas que nos han impuesto.

Esta es la cuestión, y mientras tanto los tontos útiles, o pagados, mareando a la perdíz para despistar aun más al personal ya despistado de por si.

en: Marzo 19, 2012, 18:30:09 pm 5 General / Transición Estructural / La desmemoria hispana

La reciente conferencia multitudinaria dada por Michael Hudson y sus colegas en Rimini ha dejado claro lo que algunos ya conociamos.

El agravamiento de la crisis hispana tiene su origen en una deficiente construcción monetaria de la zona euro, construcción asimétrica y realizada a la carta en beneficio de los poderes financieros de la europa central.

Pues bién, ¿nos coge por sorpresa?, ¿nadie habia avisado o dicho nada?, pues a lo que se ve parece que no, que no existen culpables, que nadie lo vio.

Aun recuerdo a Julio Anguita desgañitandose, avisando de las consecuencias del tratado de Maastricht, y siendo calificado de loco, visionario, antieuropeo, trasnochado, bueno le llamaron de todo menos guapo, le ridiculizaron los medios de PRISA hasta con los guiñoles.

Su propio partido le ninguneó y le hizo la cama, y como el PSOE a diferencia de Roma si paga traidores, aunque no demasiadoi, muchos de aquellos "disidentes" fundamentales para la desfenestración de Julio Anguita no tardaron demasiado en saltar a los bancos del PSOE.

Y ¿ahora que?, el tiempo y la realidad dan y quitan razones...¿pero quien se acuerda de aquello...?

La desmemoria del pueblo español es una de las causas de sus males, y no vale de disculpas alegar que se trata de desmemoria inducida por los medios, que ya somos mayores de edad..
Interesante debate en Andalucia, Gordillo ataca y el PSOE sale por peteneras repitiendo la palabrería hueca habitual, son 4 videos, pongo el enlace al primero, desde el se accede a los demás

01-DEBATE-CANAL-SUR-SANCHEZ-GORDILLO-1-DE-4.flv

en: Marzo 15, 2012, 19:08:37 pm 7 General / Transición Estructural / ¿Que hacer?

Los orígenes de la actual crisis económica parecen estar en las políticas de trasferencia de rentas del trabajo al capital a partir de los años setenta, con ello la contracción del consumo y consecuentemente de la demanda agregada correspondiente, así se redujo la tasa de beneficio del capital productivo y como alternativa se dió paso a una brutal expansión del capital financiero que mediante una orgía de crédito reactivó la demanda y produjo fuertes apalancamientos corporativos, llevando la deuda privada hasta el extremo de que el recorrido se agotó, y así estamos.

He estado leyendo casi todos los hilos de este subforo, sumamente interesantes, y de un más que aceptable nivel, como las polémicas sobre las diferentes soluciones que se están tomando según en que paises, pero todos esos planteamientos siempre se centran dentro de un plano de dibujo previamente establecido, generalmente un marco financiero, que son las reglas de juego establecidas y aceptadas por el sistema actual.

Pero la única conclusión que se saca es la inutilidad de las diferentes medidas, solo se matiza si unas son o no más dañinas que otras, pero que ninguna es la adecuada para desatar el nudo gordiano en que se ha convertido la economía debido a la aplicación de las políticas neoliberales.

Creo que tenemos que emular a Alejandro Magno, romper las reglas de juego y dar un corte al nudo gordiano, es la única forma de salir de la trampa que nos han metido. Si aceptamos las reglas del sistema que nos ha llevado a esta situación nunca podremos salir de ella, la crisis es sistémica por lo tanto inherente al sistema, hay que cambiarlo entonces para salir de este laberinto económico.

¿Que hacer?, no lo se, lo dejo a la imaginación del foro, para intentar realizar un reset mental, olvidarnos de todos las vueltas y revueltas de la FED y su EQ, del BCE y sus cataratas de liquidez a los bancos, de la deuda, del deficit, de las trampas de los banqueros, etc, y partiendo de un folio en blanco pensar que la economía tiene que estar al servicio de las gentes, que de momento aún persisten recursos suficientes para evitar el  dolor social, que solo se trata de organizar la explotación más eficiente y la distribución más justa de esos recursos, eso sería cortar el nudo gordiano económico, que es imposible de desatar.
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=146343

Juan Francisco Martín Seco nos recuerda un articulo escrito por el mismo en El Mundo en 1998, con el que se demuestra que en aquellos tiempos Martin Seco era uno de los pocos economistas que tenían una visión clara del futuro que nos aguardaba.

Sus prevsiones se están cumpliendo con una exactitud escalofriante, Martín Seco que fue Secretario de Estado de Hacienda en uno de los primeos gobiernos del PSOE en loa años 80, cayó en desgracia en el momento en que se opuso a la linea oficial, y a partir de entonces sus opiniones fueron sistematicamente ninguneadas, a todos los responsables de las políticas económicas tanto del PSOE como del PP durante estos catorce años, habría que juzgarles por crímenes de lesa`patria a la luz de este articulo.

En Europa, la crisis se llama euro

Juan Francisco Martín Seco
República

En una entrevista concedida al semanario Der Spiegel, el ministro del Interior alemán, Hans- Peter Friedrich, sostiene que “la posibilidad de Grecia para regenerarse y ser más competitiva es ciertamente mayor fuera de la Unión Monetaria”. Lo relevante de tales declaraciones es que se trata de la primera vez que un mandatario europeo asume públicamente que un país puede tener mejores perspectivas económicas fuera de la Eurozona que dentro de ella. No le falta razón al ministro, aunque solo sea porque dentro del euro a Grecia le va a resultar  imposible la recuperación. Antes o después, se va a ver obligada a abandonar la Unión Monetaria, y cuanto más tarde lo haga en peores condiciones se encontrará y mayor coste le supondrá adaptarse a las nuevas circunstancias.

La pregunta que surge es si el problema radica exclusivamente en Grecia o si abarca a toda la Eurozona, y si no se verán obligados a abandonar la moneda única poco a poco todos los países. Hay que pensar que incluso Francia, si se quedase sola junto con Alemania, comenzaría a tener graves dificultades para mantener la misma divisa y el mismo tipo de cambio que el país germánico.

Lo más grave de la situación actual es que a estas alturas continuamos errando en el diagnóstico. Seguimos pensando que el problema reside en la prodigalidad de Grecia y de otros países periféricos o que la causante de esta situación es la crisis importada de EEUU, o incluso la política suicida de ajustes impuesta por Alemania al resto de los países. Todos estos factores pueden ser reales y es posible que hayan contribuido a aumentar el laberinto en el que se encuentra la Eurozona, pero ninguno de ellos es la causa última. El fondo del asunto se encuentra en las contradicciones del proyecto y en la inviabilidad de una unión monetaria sin verdadera unión fiscal, a la que Alemania no estará dispuesta nunca porque toda unión fiscal, por poco progresiva que sea, conduce a fuertes flujos de recursos de las regiones más opulentas a las menos favorecidas. Basta con ver lo que ha ocurrido con la unificación alemana.

En Europa, se quiera o no, la crisis se llama euro y no desaparecerá hasta que la Unión Monetaria se rompa. Los políticos se niegan a aceptar que se han equivocado. Solo los enormes intereses en juego pueden ocultar el verdadero diagnóstico, diagnóstico que estaba claro desde el principio. Hace quince años, en el diario El Mundo escribía yo lo siguiente en un artículo:

“Haríamos mal, no obstante, en pensar que a corto plazo las contradicciones del proyecto Unión Monetaria (UM) van a generar un fuerte cataclismo económico y financiero. No es previsible, sobre todo porque las fuerzas capitalistas y empresariales están fuertemente interesadas en el proceso. Más bien puede suceder lo contrario: que la aparición del euro se salude de momento con cierta euforia financiera y económica, tal como ya está ocurriendo en estos momentos. Pero los envites económicos se dilucidan a medio y a largo plazo, y ahí sí que, ineludible y progresivamente, irán surgiendo todas las incoherencias y las lacras del diseño adoptado.

Los ciudadanos europeos se irán percatando de que la idea de democracia se les escurre poco a poco entre las manos, para quedar reducida a una palabra sin contenido, y que las decisiones económicas, aquellas que afectan fundamentalmente a sus vidas, son tomadas bien por los mercados financieros –eufemismo para indicar los poderes económicos- o bien por instituciones europeas políticamente irresponsables y sobre las que ellos no tienen ninguna influencia. Comprenderán que la UM ha servido para eliminar cualquier riesgo que pudiera acechar a los dueños del dinero, alejándoles de los peligros de la inflación o de las devaluaciones, pero a condición de ir aumentando gradualmente los de la mayoría de la población, comenzando por la amenaza del desempleo o de la precariedad laboral, y terminando por las contingencias sociales, cada vez menos cubiertas por los sistemas públicos de protección.

Los sistemas fiscales en un mercado único con libre circulación de capitales sin armonización fiscal y en el que, con enorme hipocresía, se admite la existencia de paraísos fiscales para los que no se establece la menor sanción, irán perdiendo paulatinamente progresividad y recayendo en exclusiva sobre los trabajadores, mientras las rentas empresariales y de capital se ven exentas de toda tributación ante el chantaje de emigrar a otros territorios dentro de la Unión más confortables fiscalmente.

Las enormes tasas de paro actuales, lejos de reducirse, se incrementarán espoleadas por la política deflacionista de una institución, el BCE, que tiene como única misión la estabilidad de precios, y por la carrera sin fin de los Estados por tener la menor tasa de inflación -¿hasta dónde?- con la que ganar competitividad y aumentar así su participación en ese mercado único. Ningún Estado se preocupará de agrandar la tarta, tan solo de robar un trozo de pastel al vecino. Ante una política monetaria común y la imposibilidad de modificar el tipo de cambio, los salarios se transformarán en la única variable de ajuste posible, incluso cuando el desequilibrio venga motivado por el hecho de que los empresarios pretendan obtener más beneficios.

La dimensión exigua, casi ridícula, del presupuesto comunitario imposibilita la existencia de verdaderos mecanismos de compensación interterritorial capaces de neutralizar los desequilibrios regionales que la moneda y el mercado único generarán. Los actuales fondos estructurales y de cohesión son un remedo, cuantitativamente inoperantes, pero su existencia incluso se cuestiona para el futuro. Bienvenido sea el Euro, regocijémonos ahora, porque tras la euforia y el triunfalismo aparecerán muy pronto los obstáculos y las complicaciones.”  (El Mundo, 16 de marzo de 1998).

Creo que, por desgracia, estos vaticinios se van cumpliendo al pie de la letra. ¿Clarividencia? No. Simple realismo y carencia de intereses y prejuicios. Los mandatarios europeos harían bien en cantar la palinodia, reconocer que se han equivocado y dedicarse a trazar con el mayor sigilo un plan coherente y lo menos traumático posible para desandar el camino andado. Aferrarse a la idea de mantener como sea la UM va a tener consecuencias muy graves para todos los países, pero en mayor medida para los periféricos que, gracias a la moneda única, presentan graves desequilibrios y un fuerte endeudamiento.

en: Marzo 12, 2012, 13:01:00 pm 9 General / Energía / Una utopía energética.

Imaginad un barrio nuevo, un ensanche como muchos realizados recientemente, de entre 3000 y 4000 viviendas.

De su centro geográfico partirían galerias visitables hacia los conjuntos de bloques, de estas galerias se accedería a cada bloque de viviendas por conducciones accesibles y arquetas.

En esas galerias y conducciones se instalarán tuberías, perfectamente calorifugadas para circuitos de agua caliente sanitaria (ACS) y calefacción, que accederan a cada bloque y despues a cada vivienda en donde se instalaran dos contadores de termias uno para ACS y otro para calefacción.

La acometida de calefacción de cada vivienda tendría una válvula termostatica regulada por los sensores de temperatura ambiente con consigna ajustable a voluntad.

En el centro geográfico citado se instalaría una central térmica con dos calderas una para ACS y otra para calefacción, con cogeneración eléctrica en ambos casos, la opción de dos en lugar de una común para ACS y calefacción es por el bajo rendimiento que tendría en la época del año sin calefacción.

Las calderas serían de pelets, que se descargarían directamente de un camión volquete a una tolva subterranea desde la que con un tornillo sinfin se alimentarían las calderas, todo automático. La plantilla sería de unas tres personas y se encargarían además del mantenimienro del conjunto con alguna ayuda externa transitoria para casos puntuales.

En el techo y los jardines anexos a la central térmica se instalarian o bien paneles FV o bien discos sterling.

Supongamos que son 4.000 viviendas, Durante el invierno las necesidades de calefacción se pueden estimar en unos 8 MWter y las de ACS en 3 MWter, lo que posibilitaria cogenerar unos 4 MWel, añadiendo una pequeña aportación solar, el barrio tendría mientras fuese necesaria la calefacción un balance excedentario con la compañia distribuidora. Los cálculos lo he estimado a ojo de buen cubero, si detenerme demasiado en pensarlos, son por lo tanto discutibles.

Aunque en verano el balance sería deficitario, al final en conjunto sería bastante neutro.

De todas formas el barrio podía ser autosuficiente en caso de emergencia incluso en verano, desconectando los servicios eléctricos no esenciales.

¿Que os parece?, ¿véis a nuestros políticos y ladrilleros pensando en algo como esto?

P.D. Por supuesto todo gestionado democráticamente por los habitantes del barrio-
 
Uno de los mayores problemas de la estructura económica española es la ausencia de una burguesia con capacidad para la producción industrial.

En los años del proteccionismo surgieron una serie de técnicos que intentaron fabricar aqui aquello que era prohibitivo importar, esto creó una serie de medianas empresas que completaban la gama de productos que ofrecian las filiales españolas de las grandes multinacionales.

Usaré como referencia el sector eléctrico por ser el que mejor conozco, en los años 50 y 60 en España además de de las filiales de las multinacionales como CENEMESA filial de Westinghouse, General Electrica Española, filial de General Electric Co., Siemens España, AEG Iberica de Electricidad, Isodel, etc existian una serie de medianas empresas que fabricaban material complementario e incluso competían con las grandes en algunos productos, me recuerdo de AGUT, TEM, Telergom, Crady etc, casi todas ellas fundadas por técnicos que por su experiencia en las grandes empresas habían conocido materiales importados y habían tenido la idea de fabricarlos aquí, yo conocí personalmente a muchos de ellos.

Algunas de aquellas multinacionales desaparecieron especialmente las norteamericanas al cambiar las firmas matrices las lineas de producción como ocurrió con GEC y Westinhouse, otras desaparecieron con la matriz como AEG y otras se hicieron casi hegemónicas como Siemens abarcando catalogos mucho más completos.

Por otra parte desembarcaron aqui otros dos gigantes ABB y Schneider usando como cabezas de playa la filial de ASEA por parte de ABB y Telemecanica Eléctrica Española por parte dec Schneider, además compraron a los herederos de los fundadores una gran parte de las medianas empresas españolas, en realidad compraron cuota de mercado y red conmercial, las demás empresas nacidas en la posguerra que no encontraron comprador foráneo cerraron casi todas.

Hoy en día el mercado de material eléctrico es un oligopio de multinacionales en manos de tres firmas: Siemens, grupo Schneider (Merlin Guerin y Telemecanique) y ABB, con la honrosa excepción de los vascos que con apoyo institucional agruparon en el grupo Team a Ingelectric, Indar, Alconza, Arteche y alguna pequeña más.

Ya no existe recorrido para ningún fabricante innovador (o copiador) que tenga la idea de fabricar algo en las actuales condiciones de mercado, la prueba es la evolución que atravesó Phoenix Contac que de ser una idea autónoma pasó progresivamente a ser una filial cada vez más dependiente de la empresa matriz.

Saliéndonos de lo que podemos considerar bienes de equipo, la industria ligera y de bienes de consumo, que fue tan importante en Cataluña y Levante, ha desaparecido aplastada por la globalización, incluidas algunas deslocalizaciones poco reflexivas de los fabricantes patrios que ahora están pagando las consecuencias.

Dentro de la industria, debido a esa estructura monopolista, ya no existe apenas camino para emprender lo que antes se llamaba una idea felíz, por eso el campo queda solo abierto a ciertas industrias y servicios generalmente los derivados de la construcción, asi como  las TIC, los auxiliares de grandes compañias y suministradores de las administraciones públicas.

O sea que de fabricación industrial muy poco, incluso dentro del comercio la presencia oligopolica es cada vez más acusada en detrimento de la pequeña burguesía comercial.

Por ello en España, al deasaparecer la incipiente burguesía industrial creada al calor del proteccionismo ya no existe una burguesia industrial propiamente dicha, los vástagos de aquella burguesía vendieron el capital acumulado y se pasaron con sus frutos a la cultura del pelotazo rápido que es la que domina hoy en día la mentalidad española.

Me hacen mucha gracia los hilos de otro foro que evidencian que muchos foristas no ven más allá de una gestión comercial o de una micro TIC  cuando hablan de PYMES y de emprendedores, se nota que nunca pisaron en su vida una nave industrial de cierto tamaño, pero los servicios sin una base industrial sólida tienen muy poco recorrido, su propio nombre los describe.

Concluyendo, en este mundo globalizado es muy dificil que en España se vuelva a crear una incipiente burguesia industrial como la que ya hubo en cierta medida, dependemos de las multinacionales y estas manejan una palabra mágica, se llama deslocalización.

En estas circunstancias el paro estructural, aunque regrese el tan añorado crédito, no va a descender nunca de los cinco millones como mínimo.

Miguel de Unamuno  dijo "Que inventen ellos", ahora podemos añadir "Que fabriquen ellos", no se ve solución para este país llamado España.
En vista de lo ocurrido hoy en mi opinión se puede concluir lo siguiente.

La estrategia de CCOO Y UGT, (y quizás también la de Rajoy) pasaba por una negociación que permitiese modificar las aristas más punzantes de la reforma laboral durante su trámite parlamentario. Una especie de repetición de los Pactos de la Moncloa.

Por ello CCOO y UGT tenían que acudir con una cierta y aparente posición de fuerza a la negociación, lo cual también convenía al gobierno del PP como coartada frente a la CEOE, para justificar ciertas concesiones cosméticas a los sindicatos "oficiales", que posiblemente ya estaba medio pactada.

Así que la burocracia sindical de CCOO y UGT tenía miedo a una muy escasa participación que dejase en evidencia su escasa capacidad de convocatoria.

Pero lo último que esperaban unos y otros era un éxito tan rotundo en participación, que indica que las gentes tuvieron olfato para ver la importancia de lo que estaba en juego y se movilizaron pese al rechazo que les causa la postura de la cúpula de la burocracia sindical.

Por otra parte la presencia de bloques alternativos de sindicatos minoritarios e indignados radicalizó las manifestaciones.

Por ello la cúpula de la burocracía sindical ahora está atrapada, no tiene argumentos para firmar cualquier cosa sin sufrir un serio castigo de sus bases, y está obligada a convocar una huelga general ya que se ha demostrado que existen condiciones para ello.

Parece claro que ni las cúpulas sindicales ni el gobierno esperaban una asistencia tan masiva.

en: Enero 19, 2012, 13:43:30 pm 12 General / Geopolítica / Países ricos, pueblos pobres

Creo que el siguiente articulo merece ser difundido.

Países ricos, pueblos pobres

19 enero 2012 | Categorías: Internacional | |

Arcadi Oliveres – Consejo Científico de ATTAC España
 
El senado norteamericano editó, recientemente, un informe, sobre la explotación del petróleo de Guinea Ecuatorial, una antigua colonia española en África, por Exxon-Fluid, la mayor empresa petrolera del mundo.
 
El informe del senado norteamericano afirma que si lo que cobra el gobierno de Guinea Ecuatorial se repartiera equitativamente entre sus ciudadanos (que son pocos, medio millón de personas, la cuarta parte de Barcelona), cada ciudadano de Guinea Ecuatorial recibiría anualmente 35.000 dólares, superior a la renta per cápita española que es de 28.000 dólares.
 
ATTAC.TV emitió un video con fragmentos de una conferencia de Arcadi Oliveres, Profesor del Departamento de Economía Aplicada de UAB (Universidad Autónoma de Barcelona), que se reproduce en esta oportunidad:
 
¿Con cuánto viven actualmente los guineanos? Con 500 dólares al año según nos informa Naciones Unidas. Esto significa que alguien se queda con los 33.500 dólares restantes.
 
¿Quién se los queda? sigamos con el informe del Senado Norteamericano, el presidente señor Teodoro Obiang, un sanguinario conocido por todo el mundo. ¿Quién más se lo queda? su camarilla de amigos. ¿Quién más se lo queda? sus ministros ¿quién más se lo queda? sus familiares.
 
¿Y qué hacen estos ladrones con el dinero que han robado? ¿Se lo guardan en casa? Ni hablar, ningún ladrón guarda el dinero en casa. La mayoría de ellos han constituido sociedades pantalla para disimular el nombre y guardar el dinero. ¿Y dónde guardan este dinero? En Madrid, en el banco de Santander.
 
La pobreza tiene nombre
 
Esta es la realidad. La pobreza tiene nombres y el nombre se llama Nestlé, Coca cola, Samsung, Bayer, el banco de Santander y compañía. Estos son los responsables que, además, coinciden con los responsables de la crisis económica, entre ellos el banco de Santander, los especuladores y el mayor de los fraudulentos de España que se llama Emilio Botín. Así hay que decir las cosas y creo que vale la pena saberlo.
 
Hay muchos que todos recordamos como dirigentes corruptos como Pinochet en Chile, Videla en Argentina, Fujimori en Perú, Somoza en Nicaragua, Suharto en Indonesia, Marcos en Filipinas, Mobutu en el Congo, Obian en Guinea. Todos ellos presididos por el mayor ladrón de todos: Hassan II de Marruecos.
 
Cuando este hombre falleció hace diez años, dejó el país, que no en Rabat y a su nombre que no a nombre de Marruecos, 50 mil millones de dólares, la misma fortuna del Señor Bill Gates que es uno de los más ricos del mundo; esto lo tenía él. Pero, ¡cuidado! mientras Hassan II tenía en París 50 mil millones de dólares, Marruecos debía en forma de
 deuda externa 20 mil millones de dólares. Su estimado monarca se había quedado dos veces y media la deuda de Marruecos. Sin embargo tal monarca era alguien perfectamente bien recibido en las cancillerías occidentales. Cuando Hassan II llegaba a Madrid, Juan Carlos le decía “mi querido hermano”. Pues que vigile con la parentela porque con
 gente de este estilo no se puede ir demasiado lejos.
 
Pagar la deuda
 
Y ¿Qué pasa? Pasa algo más grave, que estos países han acumulado esta deuda y ahora deben pagarla. ¿Y qué significa deber pagar la deuda o tener que pagar la deuda? Igual que cuando nosotros tenemos una hipoteca, que por un lado es hacer frente a los intereses y por otro hacer frente al retorno del capital. Cada año, lo que ellos nos envían
 a nosotros para pagar esta deuda, deuda que sus dirigentes tienen escondida en París o en donde sea, Cada año para pagar esta deuda estos países nos mandan una cantidad que oscila entre 5 o 6 veces más que la ayuda al desarrollo que nosotros podamos enviarles.
 
Y la gente dice: es que la ayuda al desarrollo no funciona, llevamos 50 años ayudándoles y no crecen. ¿Cómo van a crecer si les damos 1 y les quitamos 6? esto es completamente imposible. Hay que perdonar la deuda, y España puede perdonar la deuda. ¿Podría la Sra. Salgado perdonar la deuda y renunciar cada año a 900 millones de euros? Naturalmente… si hiciera frente a algo muy importante: el fraude fiscal.
 
Fraude fiscal en España
 
Una universidad de Barcelona que se llama Pompeu Fabra elaboró, no hace mucho, un estudio sobre el fraude fiscal que los ricos cometen en España. ¿Cuánto estafa al fisco esta gente? 80 mil millones de euros al año. Y solo con 900 de estos 80 mil podríamos perdonar la deuda.
 
Estamos en manos de delincuentes. Hay que decirlo con toda verdad: estamos en manos de delincuentes y nada más que esto.
 
Las armas y la guerra
 
¿Y cuál es el último problema? Pues sin duda, la guerra. Estos países no solo están sometidos a explotación económica sino a guerra. Y ¿Cuál es la consecuencia de la guerra? pues sencillamente las armas. Si no hubiera armas no habría guerras o se hacían con piedras y a los 15 días se habría terminado.
 
Las armas se fabrican, se venden y se gana dinero en el norte; se sufren y se pagan en el sur. Y démonos cuenta de algo: el tráfico de armas es completamente inverso al tráfico de drogas. Las drogas se producen en el sur y se consumen en el norte. Las armas se producen en el norte y se consumen en el sur. Con lo cual podemos llegar a
 sospechar, aunque no siempre podemos llegar a demostrar, que hay armas que se pagan con drogas y que hay drogas que se pagan con armas.
 
No siempre lo podemos acreditar pero hay un caso en que sí se puede acreditar. Hace unos 16 años los productores de coca en Colombia fueron informados que podrían mandar sus avionetas más o menos libremente a Estados Unidos, que la policía norteamericana miraría a otro lado y no impediría la llegada de avionetas para que vaciaran la coca allí.
 
A cambio el gobierno norteamericano les pediría que cuando hubieran vaciado las avionetas no las regresaran de vacío y esperaran que ellos mismos se las cargarían de armas y estas armas deberían dejarlas en el viaje de regreso a Colombia, a medio camino en Nicaragua para alimentar lo que se llamaba en aquel momento “la Contra” nicaragüense. Pero había un cerebro gris de esta operación de la casi nadie sabía nada. ¿Cómo se llamaba este señor? se llamaba Bob Gates que no tiene nada que ver con Bill Gates y hoy en día es el ministro de defensa del señor Barack Obama. Esta es la situación de cómo funciona este mundo.
 
España en la venta de armamento
 
Y en este mundo del tráfico de armas y el tráfico de drogas España ocupa un papel preponderante. Hace 15 días se dio a conocer las estadísticas del comercio de armas del mundo. España es el 6º país que más armas exporta en el mundo. Y una organización que todos conocemos y que se llama Intermón Oxfam ha declarado que después de EEUU España es el país que más municiones vende a las guerras africanas.
 
Éxodo del hambre
 
¿Y qué sucede? bueno, que si les pagamos mal el café, que si nos quedamos con su petróleo, que si después resulta que les cobramos la deuda externa abusivamente y si, al final les mandamos armas para que tengan guerras, esta gente vive mal…¿Cuál es el primer problema? Uno lo ha dicho muy bien: algunos mueren por el camino, otros de hambre.
 
Ahora con la crisis quizá se haya reducido un poco pero según el ministerio del interior entre los años 2006, 2007 y 2008 12mil personas que se sepa fallecieron ahogadas intentando atravesar el estrecho o intentando llegar a las Canarias. Que se sepa, porque otros tantos deberían ahogarse sin que se supiera. 12 mil que se sepa…
 
Fuente: Ecupres.

en: Enero 14, 2012, 11:19:58 am 13 General / Transición Estructural / Salir del Euro


Salir del Euro…

Ramon Boixadera i Bosch
Mientras tanto electrónico

… es deseable.

Desde el Tratado de Maastricht existe un importante debate en el campo progresista, sobre si éste significa o no la necesaria adopción del neoliberalismo como único marco para la política económica en los Estados Miembros, o si bien las instituciones europeas podían ser incluso la única posibilidad de escapar al deje reaccionario de la política económica actual.

Por un lado, se señalaba que la adopción del ecu/euro coincidía con la emergencia de preocupantes fenómenos (los bajos salarios, las deslocalizaciones, los desequilibrios exteriores, la degradación de los servicios públicos, la uniformización a la baja de los derechos laborales), que eran asociados por los críticos al sesgo de las instituciones europeas por el control de precios y del gasto público, en detrimento de una política industrial ambiciosa o un proyecto socialmente inclusivo.

Por el otro lado, se argüía que así sucedía también en países alejados de la UE, tales como EEUU, y que eran el resultado de factores, como la globalización, que podían ser más eficazmente combatidos dentro de la UE al eliminar la competencia entre estados; que en el seno de ésta se mantenían proyectos nacionales heterogéneos en el campo económico (véase Suecia); y que los frenos a las políticas de desarrollo no eran tales, puesto que los acuerdos sobre déficit, que supuestamente limitaban el uso de la política fiscal, eran poco más que papel mojado una vez incumplidos por Alemania y Francia. En cuanto a la política industrial, ésta estaba en el centro de la estrategia Europea (Agenda de Lisboa) como lo estaba también la mejora de las condiciones laborales (Tratado de Ámsterdam) etc.

Las divergencias se mantenían respeto a la política cambiaria y monetaria, núcleo de las reformas introducidas por la UE. En un extremo, se consideraba que la heterogeneidad de los países europeos era tal que una armonización de los tipos de interés y de cambio resultaba catastrófica: prueba de ello era el masivo crecimiento de la deuda, interna y externa, en los países periféricos.

A este análisis se oponían quienes decían que la experiencia de control cambiario pre-UE a nivel nacional había sido esencialmente desastrosa, con enormes fluctuaciones y traumáticas depreciaciones. Era preferible asegurar el equilibrio externo mediante una planificación ordenada del desarrollo, que necesariamente debía coordinarse a nivel europeo. En cuanto a los tipos de interés, éstos eran más bajos que nunca, ¿no debía celebrase la eutanasia del rentista?

Este debate parece haber perdido su sentido con la crisis económica. Los ataques a la deuda pública de los países periféricos han puesto a éstos en manos de las instituciones europeas, quienes han recetado una dolorosa austeridad a cambio de su ayuda. Los partidarios de un europeísmo de izquierdas se resisten a su derrota: el BCE podría intervenir en el mercado secundario para garantizar el valor de la deuda de los países del euro, tal y como han hecho la Fed o el BoE, sin violar los tratados —y tal y como el propio BCE hace con otros activos bancarios, no menos distintos entre sí que las deudas soberanas, para mantener la liquidez de los mercados financieros—. Una intervención de este tipo permitiría, ciertamente, a los Estados que lo desearan desarrollar políticas expansivas sin preocuparse de su recepción en el mercado de bonos.

Pero un cambio en la política del BCE requiere una reforma unánime de los tratados que eliminara su “independencia”, en tanto que es improbable que su staff evolucione a posiciones más ilustradas por sí mismos. Una vez los socialistas alemanes se han declarado favorables a la “regla de oro”, esa UEM “distinta” (¿democrática?) es sencillamente imposible. Bien lo saben los votantes españoles que han preferido elegir un parlamento en mayor sintonía con los nuevos amos —quizá con la esperanza de que sean clementes—.

En cuanto a otros instrumentos (tales como eurobonos o fondos de intervención), que retornarían la confianza a los acreedores, se basan en un razonamiento contradictorio, en tanto que serían los mismos Estados los que recibirían el dinero de los mismos bancos. Salvo que estos nuevos mecanismos reforzaran (si eso es posible) la aceptación de las políticas deseadas por el sector financiero —raramente progresistas— sufrirían la misma suerte que las recientes subastas de bonos del Estado.

Paradójicamente, puede esperarse una convergencia parecida contra el euro en el campo conservador (y es importante señalar que tanto en Grecia como en Italia son las fuerzas parlamentarias de derecha mayoritaria quienes más se han resistido a apoyar los golpes de palacio producidos, lo que no es necesariamente tan sólo un ardid populista), debido al más que probable fracaso de las políticas de austeridad.

Como es sabido, el razonamiento tecnocrático que sustenta el actual consenso es el siguiente: el endeudamiento familiar de los últimos años (así como el endeudamiento público actual, de ahí el énfasis en la contención del gasto) no estaba respaldado por la acumulación de activos productivos, lo que impulsó una burbuja inmobiliaria que debilitó el sector financiero (y, cabría añadir, a las familias) y, en general, indujo tensiones inflacionistas que afectaron negativamente a la competitividad.

Por ello hay que favorecer, por el contrario, el endeudamiento empresarial para invertir, pues el capital fijo sirve de garantía para los créditos y aumenta la renta nacional. Para estimular la inversión se consideran necesarios una mayor tasa de beneficio y un fácil acceso al crédito empresarial, de ahí la importancia de la reducción salarial (o “reformas laborales”) y las ayudas a los bancos (los únicos putativamente capacitados para dirimir el buen y el mal crédito).

Tal diagnóstico ignora que, con las fábricas a medio rendimiento (el uso de la capacidad instalada ha caído un 10%), sería poco razonable que los capitalistas ampliaran sus negocios. Por el mismo motivo, es improbable que el acceso al crédito estuviera limitando su expansión: en 2010 (a diferencia de los seis años anteriores), el flujo monetario de caja de las empresas españolas fue positivo. En estas condiciones, una reducción salarial tendría como principal resultado una caída en el consumo, el principal componente del PIB. La presión añadida en las cuentas públicas (un mayor gasto en prestaciones de desempleo, una menor recaudación de lo previsto), consolidaría, como reacción, el sesgo negativo en el gasto de la Administración en el medio plazo, y amplificaría la caída inicial de la demanda interior, como viene sucediendo desde 2009.

En el sector exterior, la reducción en los costes laborales conseguida en 2009-2010 fue replicada en la eurozona, por lo que las caídas salariales no supusieron ninguna ventaja adicional para las exportaciones. Pese a que el colapso de las importaciones (por la débil demanda interior) ha permitido que la contribución de la demanda exterior al crecimiento en España supere probablemente al de Alemania, la economía sigue en recesión, y seguirá destruyendo empleo en los próximos años (¿6,7 millones de desempleados?) si sigue empeñada en éste camino. Es notable que la contención del gasto ni siquiera puede mitigar la fragilidad financiera del sistema, en tanto que los ingresos caen más rápido que las deudas: por eso tampoco podrán evitarse más desahucios, ni nuevas rondas de quiebras en el sector empresarial.

Tal situación no es socialmente sostenible, y obviamente no está en el interés de los trabajadores, por más que pueda ser maquillada si —como puede esperarse— se extiende el reparto de trabajo vía contratación a tiempo parcial o temporalidad, o se anima a la migración de parte de la población activa.

Pero tampoco está en el interés de los capitalistas españoles: y es que a pesar de que los salarios más bajos podrían permitir un aumento de la tasa de ganancia, ésta se producirá a costa de la desaparición de no pocas empresas y de la reducción de la intensidad de uso de las factorías (lo que implicaría una caída de la tasa de beneficio efectiva), sin un horizonte claro para la recuperación.

El contraste con los experimentos monetaristas de los primeros ’80 en el Reino Unido y Estados Unidos es interesante. Reagan, una vez contenida la clase trabajadora, no tuvo reparo en aplicar un keynesianismo de derechas mediante la expansión del gasto militar, con lo que los beneficios y la bolsa recuperaron rápidamente el terreno perdido. Esta “solución”, basada en impuestos bajos y un exorbitante déficit, es imposible aquí, en cuanto la competencia fiscal y el fraude erosionaron ya la base impositiva —y el déficit no está permitido—.

El experimento thatcheriano, superficialmente menos exitoso, compró los votos con una privatización salvaje de los activos públicos: algo que se está intentando aquí en el sector sanitario, pero que difícilmente podrá emular el apoyo mayoritario que consiguió su programa en Inglaterra, y que fue apuntalado con iniciativas masivas de reparto —como la regresiva privatización del parque de vivienda pública— imposibles de replicar aquí.

La fidelidad al neoliberalismo presenta pues un aspecto paradójico en España, en cuanto el botín que puede ofrecerse a quienes contribuyen al saqueo apenas justifica el coste de manufacturar una recesión. Por supuesto, la “disciplina en las fábricas” es tan importante como el dinero, pero difícilmente podía considerarse que ésta estuviera en riesgo antes de la crisis.

Quienes sí se benefician a pesar de todo son los bancos (con sus indultados y sus ministros), pues ganan directamente con la caída salarial sin que deban temer pérdidas en caso de una nueva crisis financiera cuando el Estado se ha comprometido a garantizar sus pérdidas ante el BCE. Son ellos, naturalmente, el principal freno a una alternativa, pero está claro que incluso en el campo conservador, no existe una base mayoritaria para el status quo.

… es posible.

Recientemente, un grupo de economistas de la SOAS, en un impresionante estudio sobre las medidas de política económica tomadas tras la crisis en Grecia, ha descubierto una paradoja similar: ¿si éstas no benefician a nadie en Grecia, por qué se mantienen?

Sus conclusiones señalan al imperialismo/neo-mercantilismo de la economía alemana. El imperativo de ésta por exportar obliga a Grecia a mantener un déficit exterior elevado, toda vez que recuperar su posición competitiva es imposible con un tipo de cambios fijo. A la vez, la obsesión por mantener una distribución de la renta desigual en Grecia (y que sirva como ejemplo a los obreros alemanes) está dificultando que se repartan los costes de la crisis y ha desencadenado la debacle, cuyo síntoma más notable sería el aumento de los déficits públicos. Romper el diktat europeo saliendo del euro debe ser entonces el objetivo primordial del Gobierno griego.

Esta propuesta ha sido recibida con escepticismo. Se señala, en primer lugar, la dudosa legalidad de que Grecia recupere su moneda sin abandonar la UE —a pesar de que, a efectos legales, el retorno de la dracma no es menos anómalo que la persistencia de la corona sueca, que debía haber ya integrado la UEM—.

Es cierto que la pertenencia al Mercado Común —necesaria para evitar un colapso en las exportaciones— podría estar en riesgo si en futuras reformas se ligara más estrechamente al euro, pero tal posibilidad ha recibido ya el veto del Reino Unido. Si Grecia (o España) aceptara, como es posible, un segundo tratado internacional en el que fija sus compromisos con el euro, su denuncia (siempre posible para un estado soberano) no podría significar su expulsión de las instituciones regidas por el Tratado de Lisboa.

Otra crítica señala al potencial efecto contractivo que la más que probable depreciación de la nueva moneda podría tener sobre la balanza de pagos, y sobre los efectos negativos que una ruptura con el euro (particularmente, como contiene su propuesta, si se acompaña de un default masivo en la deuda en moneda exterior) comportaría en el acceso a divisas.

El primer temor es, a mi modo de ver, exagerado: en 2007-2008, la depreciación de la libra produjo una expansión importante de la demanda exterior británica, a pesar de la especialización particularmente disfuncional (construcción, finanzas, menguante extracción petrolífera...) que presentaba. Por el mismo motivo se explica la resistencia de países como Polonia ante la crisis. Por lo demás, España ha tenido un buen comportamiento exportador (por encima de la media de la eurozona), lo que invita al optimismo.

Es cierto que los pagos de intereses aumentarían (toda vez que los pasivos exteriores seguirían denominados en divisas), pero una bancarrota parcial es posible. En el caso de España, donde el peso de los pasivos privados exteriores es elevado, el Estado probablemente debería refinanciar segmentos del sector privado para evitar su insolvencia (a cambio, naturalmente, de control proporcional en su gestión), pero el aumento de la deuda pública podría ser monetizado sin consecuencias una vez la gestión monetaria retornara a un Banco Central dependiente del Gobierno (lo cual exigiría, sin embargo, una reforma de la Ley de Autonomía, ya se plantea en Hungría).

En cuanto al posible desabastecimiento temporal de importaciones, los autores aconsejan, con sensatez, que Grecia mantenga reservas de recursos esenciales. Aun así, algunos productos (como medicamentos) no podrían ser comprados en grandes cantidades sin alertar del giro monetario, por lo que la salida debería prepararse con tiempo.

Es este problema, el organizativo, el que ha levantado la tercera crítica: ¿de dónde saldrán las planchas para imprimir billetes, y cómo se evitará el corralito?

La respuesta debe ser: no puede evitarse. Está por ver si esta situación genera o no disrupción social: dependerá de la capacidad del Estado para evitar la ruptura de inventarios en tiendas y en introducir aceleradamente los medios de pago necesarios para las transacciones diarias (electrónicos, billetes de euro reutilizados etc.), aunque no es imposible pensar que sí. Sin embargo, se pone en evidencia que la ruptura con el euro debe ser suficientemente consensual (algo que creo es posible) para evitar el pánico.

Una cuarta crítica merece más atención. Según los autores, la recuperación de la autonomía política debería abrir el paso a una “austeridad” distinta, en la que equilibrio en las cuentas públicas se conseguiría desplazando la carga del impuesto hacia rentistas y empresas, y aumentado el poder adquisitivo de los trabajadores —directamente a través del aumento de salarios mínimos y pensiones complementarias, e indirectamente a través de la defensa de la negociación colectiva, la fijación de condiciones laborales superiores y la disminución del desempleo—. Pero se ha contestado, eliminado el déficit público: ¿acaso no sería esto posible dentro del euro?

… es necesario.

La lógica de este programa económico es estrictamente contraria a la del plan actual: impulsando el consumo y el gasto público, se crearían los ingresos con los que cubrir el déficit y estimular la inversión. En España, un programa expansivo debería al menos recuperar los 3 millones de empleos perdidos durante la crisis.

Este plan no es posible para España dentro del euro. Sin afectar a las previsiones de inflación, exportaciones y productividad del Gobierno, un programa de este tipo exigiría en el corto plazo (dos años) aumentos reales del 6 por ciento en la demanda interna. Para que tal crecimiento fuera intenso en mano de obra, debería probablemente reproducirse la estructura productiva anterior a la crisis —aunque difícilmente puede apoyarse en la ampliación del parque residencial, ya muy elevado—. Eso implicaría un programa de obras públicas pilotado por el Estado, con una carga colosal del presupuesto público (pues se requieren crecimientos anuales de hasta el 30 por ciento en la inversión en construcción, en tan sólo un par de años).

Tal programa podría centrarse en la rehabilitación de viviendas antiguas (o adaptación de las nuevas para hacerlas más eficientes en el uso de energía etc.) y reorganización de espacios urbanos, eliminando el sesgo derechista (o arbitrariamente monumental) que suele tomar la “política urbana” en este país y que facilitó las críticas al Plan E. Del mismo modo, tales fondos podrían destinarse a la construcción de infraestructuras como vías férreas de mercancías o transporte de cercanías, para las que hay ya importantes estudios y proyectos —con el irónico aval de la UE—, lo que debería facilitar su rápida aprobación y licitación.

La combinación de control del déficit y recuperación de las rentas salariales tiene un referente político claro en las sociedades escandinavas, y tiene ya campo abonado en las reivindicaciones tradicionales de sindicatos y partidos de izquierda, lo que debería facilitar su adopción. Estos puntos fuertes son, por desgracia, sus puntos débiles. La recesión actual debería haber movilizado a sus aliados naturales, las clases populares, en su favor: hasta el momento, los resultados no han sido especialmente positivos.

Seguramente hay varias causas: la exclusión de nuestro sistema electoral, la fuerza de los medios de comunicación en defensa del dogma, y la lenta erosión del sustrato tradicional de la clase obrera (hombres en grandes factorías), que ha dificultado la identificación misma de los intereses de la mayoría ciudadana. Vivimos en una sociedad de servicios en la que buena parte de los trabajadores se encuentra físicamente aislado de sus compañeros, cuando no legalmente por una maraña de contratas y subcontratas; donde se ha criminalizado la pobreza y la marginalidad; con aparentes jerarquías introducidas por la educación; con una cultura basada en el consumo, y en el consumo diferenciado; con una inmigración masiva de variopinta procedencia etc. Esto dificulta que un programa “de izquierdas” sea interiorizado como propio por aquéllos a quienes se dirige, a pesar de que la notable desigualdad de la sociedad española representa más una polarización entre bajos salarios y empresariado que no una aguda estratificación de los sueldos privados, lo que a priori debería facilitar la construcción de coaliciones progresistas.

Es probable que tal identificación de las clases populares con la redistribución y lo público deviniera natural una vez el Estado iniciara políticas en su favor, pero lo cierto es que un cambio de políticas exigiría en primer lugar un aumento de la movilización y consciencia política del ciudadano medio. Debemos asumir esta tarea de organización y formación en todos los niveles de participación política, pero con intereses contrarios tan bien defendidos, el éxito no está asegurado.

Y es que los cambios redistributivos que una política de este tipo precisa son de enorme magnitud. Suponiendo que la inversión residencial de los hogares pasara a estar dominada por el Estado, tal y como se ha expuesto, y que la inversión privada se recuperara al ritmo del aumento del consumo final, volver a los niveles pre-crisis implicaría un crecimiento de la masa salarial alrededor de un 15 por ciento en total en los próximos dos años, si deseamos evitar que el consumo privado crezca de nuevo por encima de los salarios (lo que implicaría un endeudamiento que los balances de los hogares difícilmente podrían soportar). Sin embargo, el gasto público debería aumentar, en consecuencia, alrededor del 50 por ciento: incluso manteniendo la subida del IVA y reintroduciendo los impuestos suprimidos desde 2007, y con unas bases impositivas mayores como resultado de la redistribución hacia los salarios (a la par que menores transferencias corrientes por desempleo), debería recaudarse todavía otro 20% del PIB.

Esta recaudación tributaria adicional difícilmente podría venir tan solo de una mayor tributación de las rentas empresariales, pues éstas representan “únicamente” la mitad del PIB. Habría entonces que recurrir a una importante tributación de los activos no productivos y financieros de los rentistas residentes: un campo relativamente inexplorado en términos tributarios (los impuestos de sucesiones, donaciones y patrimonio han tenido siempre tipos efectivos muy bajos) en el que se sustentan, sin embargo, las desigualdades sociales.

La principal dificultad radica en que los activos financieros de las empresas (así como aquéllos de particulares fraudulentamente registrados como “empresariales”) escapan con facilidad a la tributación gracias a la presencia de paraísos fiscales en el interior de la UE. Con ello no sugiero que tales aumentos impositivos no son factibles, sino que recaerían desproporcionadamente en la pequeña burguesía y ahorradores, y serían pues, enormemente impopulares.

Con el tiempo, la recuperación del consumo privado permitiría una reducción del peso del gasto público pari passu con la probable caída de los ingresos por tributación patrimonial y extraordinarios. Pero hay que recordar que en el medio plazo, un programa de estabilización exigiría una tasa de crecimiento real por encima del de la productividad, pues deberían absorberse todavía dos millones de parados. Esta tasa de crecimiento, más elevada que la que probablemente “desearán” los Gobiernos de otros países, y los tipos de cambio fijo limitan severamente las posibilidades de éxito de la política industrial para aumentar suficientemente las exportaciones. Más aún, una política socialmente conflictiva suele generar inflación (en tanto que los productores aumentan los precios para escapar al reparto de costes acordado en la mesa salarial o impulsado desde el Gobierno), lo que también afectaría negativamente la balanza comercial.

Dado que esta deuda externa sería necesariamente privada (una vez el Estado ha renunciado al recurso al crédito), el horizonte es el de otra ronda de insolvencias, causado esta vez por el drenaje externo de recursos. En el entorno actual, el desencadenante podría ser la negativa de los bancos de países con superávits (o de un BCE contrario al expansionismo que se negara a ser prestatario de último recurso) a refinanciar los créditos contraídos por la banca española, lo que probablemente iniciaría otra ronda de quiebras como la actual.

Ante la dificultad de reanudar con el “boom” dentro del euro, parece necesario abrir la cuestión del reparto del trabajo. La fórmula de reorganizar las cargas de trabajo, además de socialmente deseable, permite además un punto de encuentro con los partidarios del decrecimiento, pues reduce no sólo el peso de la producción mercantil en la esfera personal de los trabajadores, sino en la sociedad en su conjunto.

Intentar estabilizar el PIB en los niveles actuales, con una reducción lineal de las jornadas laborales del 20 por ciento es seguramente posible del lado “de la oferta”, en tanto incluso los titulados sufren tasas de desempleo de dos dígitos y los estudios OCDE sugieren la sobretitulación de una cuarta parte de la población laboral. Tensiones puntuales en segmentos específicos de la mano de obra podrían cubrirse con migraciones y cambios regulatorios en el estatus de ciertas profesiones (farmacéuticos, ingenieros superiores etc.). No es improbable que incluso reducciones más osadas fueran necesarias, toda vez que la extracción (la intensidad de uso) de la fuerza laboral tiende a aumentar tras una reforma de este tipo. Sin una caída en los salarios medios netos por trabajador, ni un aumento del producto, esto precisaría una transferencia de magnitud relativa similar que recaería estrictamente sobre las rentas empresariales. No sorprende pues la reacción frente a los tiempos de jornadas laborales máximos, de los que la efímera vida de las 35 horas francesas es un buen testimonio.

De nuevo, la supervivencia de esta estrategia en un horizonte más largo dependería de la buena voluntad de la banca extranjera o del BCE en financiar nuestros déficits externos.

Pero la dificultad central se encuentra en la facilidad con que la burguesía podría crear líneas de resistencia, no ya usando sus recursos para influenciar en otra dirección la política parlamentaria, sino en su propio campo: el pago de impuestos y el control de la inflación.

Cualquier desviación en los pagos privados, incluso meramente diferirlos, pondría una gran tensión en el gasto público, toda vez que el recurso al crédito (o al BCE) sería imposible en este contexto, y dificultaría la implementación de la estrategia trazada. Por otro lado, un aumento de los precios para resistir la caída de la tasa de beneficios podría resultar enormemente impopular incluso si no redujera la competitividad de nuestros productos en el exterior —y si lo hiciera, el desempleo producido por deslocalizaciones y la sustitución de la oferta por importaciones, dificultaría aún más seguir por esta senda—.

Por todo ello, una austeridad “progresista” es imposible dentro del euro: incluso si se conquista el Estado para los trabajadores, la política económica puede fácilmente ser desestabilizada por la patronal, y lo será, en tanto que ésta preferirá los riesgos de la actual austeridad a su expropiación.

… no basta.

Salir del euro permite romper el nudo gordiano que se ha planteado. El Estado recuperará la capacidad de fijar sus tipos de interés y de monetizar su deuda, mientras que el tipo de cambio podrá depreciarse para mejorar la posición exterior.

Es éste último dulce el que está escondido tras el optimismo de la SOAS, algo naïf, en las posibilidades abiertas tras la ruptura de la eurozona: Grecia, con una nueva dracma, podrá seguir una estrategia neo-mercantilista à l’allemande, con lo que las ganancias en los mercados externos podrán servir para mejorar la situación de los trabajadores, sin alienar a los capitalistas nacionales. El recurso a la monetización de la deuda pública por parte del Banco de Grecia sería concebible para aliviar la presión que pueda surgir sobre el Estado durante su transición (algo particularmente importante en España, como ya ha se ha dicho), pero no como un recurso habitual del Estado.

Pero en realidad, ésta es sólo una de las posibilidades. Las ganancias exteriores pueden sencillamente canalizarse hacia la patronal, sin mejorar la situación de los obreros. Es cierto que éstos se beneficiarían del empleo adicional (o por lo menos, de la estabilización de una economía en colapso), ¿pero es ésta estrategia viable?

Mi pesimismo nace de la experiencia alemana. Allí, la defensa de la “posición exterior” (una obsesión desde la IIGM), se ha transformado en un brutal sistema de disciplina de los trabajadores, como sucede en los países asiáticos. Por lo demás esta estrategia, de ser seguida por otros países (y es evidente que el énfasis en el desarrollo de las exportaciones está extendido en todos los países europeos) desandaría las mejoras obtenidas en el corto plazo, pues otros países romperían el euro (o seguirían con draconianos programas de reducción de salarios allí donde todavía es posible, como Irlanda) para imitar el éxito aparente de la economía griega (o española). Esto significaría una vuelta a la recesión y a la exigencia de “sacrificios”.

Es por eso que debemos evitar esta retórica, y construir una plataforma política en la que la ruptura del euro sea inequívocamente asociado al desarrollo de la demanda interior, confiando a la flexibilidad del tipo de cambio tan sólo un rol secundario —el de estabilizar, dentro de un amplio margen (aunque necesariamente con un déficit menor), la balanza de pagos—.

Ya se ha señalado que una recuperación de la demanda interior vía impuestos difícilmente puede plantearse en estos momentos, debido a la débil movilización de la ciudadanía española. Del mismo modo, recuperar la demanda interior vía crédito es difícilmente deseable, pues el sobreendeudamiento empresarial ya provocó la crisis de los ’00 y el de las familias la actual. ¿Qué nos queda?

La respuesta es: el endeudamiento público. Esto puede resultar provocativo en cuánto son precisamente los déficits (y déficits modestos en comparación a los que un plan “keynesiano” podría requerir) los que nos han puesto a los pies de la banca y el BCE. Pero fuera del euro, existe una alternativa a la bancarización de las necesidades financieras del Estado: su monetización directa, para la que la Constitución no es un obstáculo, en tanto está claramente en riesgo “la sostenibilidad económica o social del Estado” (135.4).

Ésta es una opción raramente considerada por los economistas, tal es el poder de la teoría cuantitativa de la moneda y los miedos a la hiperinflación. Es difícilmente disputable que el recurso a la monetización ha coincidido en el tiempo con episodios hiperinflacionistas, pero creo que la causalidad debería invertirse: el desmoronamiento del sistema económico (y social) que precede/coincide con la hiperinflación es la que deslegitima el Estado para fijar los medios de pago, vender bonos o recaudar impuestos. Es por eso que la moneda que permanece en circulación no encuentra tomadores (por lo que su valor decae radioactivamente), mientras que el Estado no tiene otra alternativa que emitirla para mantener sus pagos.

Este tipo de experiencias son excepcionales y no describen la situación actual: es precisamente para evitar el desmoronamiento de la economía que se recurriría a la monetización. Un incremento de la masa monetaria en estas condiciones (como la experiencia japonesa, aun siendo demasiado tímida en su uso de la política fiscal, demuestra) no tiene por qué tener impacto alguno en los precios.

El problema del argumento es que se basa en un monetarismo residual: una expansión de la base monetaria sería necesariamente inflacionista, en cuanto aumentaría el poder adquisitivo frente a unos recursos escasos. Esta lógica es falaz: la nueva base monetaria cubriría una expansión del producto real de valor equivalente; el gasto público crea efectivamente un ingreso y un empleo que no existirían de otro modo, impulso que la economía requiere para salir de la depresión actual.

Epílogo: Una tregua

La adopción de un programa expansivo de la demanda pública, financiado por la emisión monetaria, puede conseguir el apoyo mayoritario entre clases que la salida del euro requiere. Por el otro lado, puede ser adoptado beneficiosamente por otros países, lo que lo convierte en firmemente internacionalista. Este programa tiene detractores, especialmente en las finanzas, pero es una resistencia que puede ser vencida sin romper con la UE —o con la sociedad de mercado—.

Naturalmente, es sólo una concesión: no resuelve, por ejemplo, el problema del reparto salarial en España. Aunque la recuperación del empleo es sin duda la demanda social más urgente, es sólo uno de los escollos hacia una sociedad más justa y sostenible.

Pero es una concesión que permite recuperar el Estado para causas progresistas: sin duda, la provisión de mayores servicios sociales y bienes públicos beneficia a los más débiles. Con el tiempo, la recuperación de lo público y la caída del desempleo aumentarán la confianza de los trabajadores en una sociedad distinta y en otro equilibrio de poderes, gravemente erosionadas en las últimas décadas, y servirá de apoyo a sus reivindicaciones.

Fuente:

http://www.mientrastanto.org/boletin-98/notas/salir-del-euro



En España no había ahorro suficiente para financiar las locuras del ladrillo y del incremento de consumo ligado al mismo, y se trajo dinero desde el ahorro exterior.

Como parece lógico ese dinero que la banca importó del exterior para financiar al ladrillo y al consumo tiene que haberse reflejado de alguna forma en el PIB de aquellos años.

A mi me parece, sin ser demasiado experto, que el crecimiento del PIB sin tener en cuenta ese dinero es un indicador falseado, no es lo mismo un país que crece por ejemplo al 3% anual endeudandose con el exterior, que otro que crezca lo mismo sin endeudarse (hablo fundamentalmente de deuda privada).

¿Conoce alguien algún estudio o información al respecto?

Gracias

en: Enero 09, 2012, 10:41:27 am 15 General / Geopolítica / La guerra económica entre EE.UU. e Irán


http://www.rebelion.org/noticia.php?id=142577

La guerra económica entre EE.UU. e Irán

Pepe Escobar
Asia Times Online

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

Intentemos un curso rápido sobre cómo arruinar la economía global.
Una enmienda clave de la Ley de Autorización para la Defensa Nacional firmada por el presidente de EE.UU., Barack Obama, el último día de 2011 –cuando nadie prestaba atención– impone sanciones a cualquier país o compañía que compre petróleo iraní y lo paguen a través del Banco Central de Irán. Desde este verano, cualquiera que lo haga no podrá realizar negocios con EE.UU.

Esta enmienda –para todos los fines prácticos una declaración de guerra económica– se la debéis al Comité EE.UU.-Israel de Asuntos Públicos (AIPAC), por órdenes directas del gobierno israelí bajo el primer ministro Benjamin "Bibi" Netanyahu.

Torrentes de discursos político han tratado de justificarla como el plan B del gobierno de Obama en lugar de permitir que los perros de guerra israelíes realicen un ataque unilateral contra Irán por su supuesto programa de armas nucleares.

Sin embargo, la estrategia israelí original era realmente aún más histérica –que se impidiera efectivamente a todo país o compañía que pagara por petróleo iraní importado, con las posibles excepciones de China e India-. Además, los que ponen a Israel por sobre los intereses de EE.UU. trataron de convencer a todos de que esto no conduciría a interminables aumentos del precio del petróleo.

Exhibiendo una vez más su incomparable capacidad de disparar a sus propios pies calzados de Ferragamo, los gobiernos de la Unión Europea (UE) están discutiendo si o no seguir comprando petróleo de Irán. La duda existencial es si deberían comenzar o esperar unos meses. Inevitablemente, como la muerte y los impuestos, el resultado ha sido –qué iba a ser– un aumento astronómico de los precios del petróleo. El barril Brent de crudo gira ahora en torno a los 114 dólares y la única posibilidad es que suba.

Entrégame el crudo a tiempo

Irán es el segundo productor de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), y exporta hasta 2,5 millones de barriles diarios. Cerca de 450.000 de esos barriles van a la Unión Europea, el segundo mercado iraní después de China.

El necesario burócrata anónimo, el comisionado de Energía de la UE, Gunther Ottinger, ha estado divulgando que la UE puede contar con Arabia Saudí para compensar la falta de petróleo de Irán.

Cualquier analista petrolero que se respete sabe que Arabia Saudí no tiene la necesaria capacidad adicional disponible. Además, y crucialmente, Arabia Saudí tiene que ganar mucho dinero con petróleo caro. Después de todo, la contrarrevolucionaria Casa de Saud necesita urgentemente esos fondos para sobornar a sus súbditos para que descarten toda posibilidad de una Primavera Árabe autóctona.

Hay que agregar la amenaza de Teherán de bloquear el Estrecho de Ormuz, impidiendo así que un sexto del petróleo del mundo y un 70% de las exportaciones de la OPEP lleguen al mercado; no es sorprendente que los negociantes petroleros hagan todo lo que pueden por asegurarse la posesión de todo el crudo que puedan conseguir.

Hay que olvidar el petróleo asequible a 50 dólares o incluso 75 dólares por barril. El precio del petróleo puede estar destinado a llegar pronto a 120 dólares por barril e incluso a 150 dólares para el verano, precisamente como en el año 2008 afectado por la crisis. La OPEP, a propósito, bombea más petróleo que nunca desde finales de 2008.

Por lo tanto, lo que comenzó como un artefacto explosivo improvisado del camino urdido por Israel, se ha convertido ahora en un múltiple atentado suicida contra sectores enteros de la economía global.

No es sorprendente que el presidente de la comisión de seguridad nacional y política exterior del Parlamento iraní, Ala'eddin Broujerdi, haya advertido de que Occidente puede estar cometiendo un “disparate estratégico” con estas sanciones al petróleo.

Traducción: tal como van las cosas, el nombre del juego para 2012 es una profunda recesión global.

Obama se la juega

Primero Washington filtró que las sanciones contra el Banco Central de Irán no “están sobre la mesa”. Después de todo, el propio gobierno de Obama sabía que se convertirían en un aumento del precio del petróleo y solo pueden conducir a más recesión global. El régimen iraní, además, obtendría más dinero por sus exportaciones de petróleo.

No obstante, el combo Bibi-AIPAC no tuvo problemas para imponer la enmienda a través de esas Mecas de los que ponen primero a Israel, el Senado y el Congreso de EE.UU. – incluso si el secretario del Tesoro de EE.UU., Tim Geithner, se opuso expresamente-

Es posible que la enmienda que acaba de aprobarse no represente las “sanciones paralizantes” exigidas a gritos por el gobierno israelí. Teherán sentirá la presión, pero no a un nivel intolerable. Sin embargo, solo esos irresponsables del Congreso de EE.UU. –aborrecidos por la abrumadora mayoría de los estadounidenses según numerosos sondeos– podrían llegar a creer que conseguirán sacar los 2,5 millones de barriles diarios de Irán del mercado mundial sin consecuencias drásticas para la economía global.

Asia necesitará cada vez más petróleo y seguirá comprando petróleo de Irán. Y los precios del petróleo seguirán flirteando con la estratósfera.

¿Entonces por qué firmo Obama la enmienda? Para el gobierno de Obama todo depende actualmente del cálculo electoral. Esos dementes terminales del circo presidencial republicano –con la honorable excepción de Ron Paul– pregonan la guerra contra Irán desde el momento en que resultan elegidos, y algunos sectores sutanciales del electorado estadounidense son lo bastante despistados como para aceptarlo.

Nadie, sin embargo, hace algunos cálculos elementales para concluir que las economías estadounidense y europea, ciertamente no necesitan que el petróleo flirtee con el nivel de 120 dólares si se espera una recuperación mínima.

Muéstrame lo que tienes

Aparte de ese grupo contraproducente de la OTAN en crisis terminal, todos sus vecinos dejarán de lado la declaración israelí-estadounidense de guerra económica:

Rusia ya dijo que la pasará por alto.
India ya está pagando el petróleo iraní a través de Halbank en Turquía.
Irán negocia activamente la venta de más petróleo a China. Irán es el segundo de China después de Arabia Saudí. China paga en euros, y pronto pagará en yuanes. Para marzo los dos países habrán sellado un acuerdo sobre nuevos precios.
Venezuela controla un banco binacional con Irán desde 2009; es como pagan a Irán por su negocio en Latinoamérica.
Incluso algunos aliados tradicionales de EE.UU. quieren quedarse afuera. Turquía, que importa cerca de un 30% de su petróleo de Irán, buscará una cláusula de escape que exima al importador turco de petróleo, Tupras, de las sanciones estadounidenses.
Y Corea del Sur hará lo mismo, para comprar cerca de 200.000 barriles diarios, un 10% de su petróleo, a Irán en 2012.
China, India, Corea del Sur, todos tienen complejos vínculos comerciales en ambas direcciones con Irán (el comercio China-Irán, por ejemplo, es de 30.000 millones de dólares anuales, y subiendo). Nada de esto se acabará porque lo diga el eje Washington/Tel Aviv. Por lo tanto se puede esperar una racha de nuevos bancos privados establecidos en todo el mundo en desarrollo con el propósito de comprar petróleo iraní.

Washington no tendrá el valor de tratar de imponer sanciones a bancos chinos porque estén tratando con Irán.

Por otra parte, hay que elogiar la valentía de Teherán. Después de una implacable campaña de asesinatos encubiertos; secuestros de científicos iraníes; ataques a través de la frontera en la provincia Sistan-Baluchistán; sabotaje israelí de su infraestructura, con virus y otros medios; invasión de su territorio por drones espías estadounidenses; interminables amenazas israelíes y republicanas de un inminente ataque de “Conmoción y pavor”; y la venta de 60.000 millones de dólares en armas de EE.UU. a Arabia Saudí, Teherán todavía no cede.

Teherán acaba de ensayar –exitosamente– sus propios misiles crucero, precisamente en el estrecho de Ormuz. Entonces, cuando Teherán reacciona ante los continuos actos agresivos de Occidente, le acusan de “actos de provocación”.

El viernes pasado, el consejo de redacción del New York Times se mostró totalmente enamorado de las amenazas del Pentágono a Irán, mientras pedía “máxima presión económica”.

El resultado final es que los iraníes de a pie sufrirán, afectados por la crisis, y los endeudados europeos de a pie también sufrirán. La economía de EE.UU. también sufrirá. Y cada vez que perciba que Occidente exagera su histeria, Teherán seguirá reservándose el derecho de provocar un aumento astronómico de los precios del petróleo.

El régimen en Teherán seguirá vendiendo petróleo, seguirá enriqueciendo uranio y, sobre todo, no caerá. Como un misil Hellfire que cae sobre una fiesta pastuna de matrimonio, esas sanciones occidentales fracasarán miserablemente. Pero no sin haber provocado mucho daño colateral, en el propio Occidente.

Pepe Escobar es autor de Globalistan: How the Globalized World is Dissolving into Liquid War (Nimble Books, 2007) y de Red Zone Blues: a snapshot of Baghdad during the surge. Su nuevo libro, recién aparecido, es Obama does Globalistan (Nimble Books, 2009). Contacto: pepeasia@yahoo.com.

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Fuente: http://www.atimes.com/atimes/Middle_East/NA07Ak01.html

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