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Facebook nos hace olvidar qué es un amigoMarina Sélina, RIA NovostiEl pasado lunes, 30 de julio, por iniciativa de la Organización de las Naciones Unidas el mundo volvió a celebrar por segunda vez el Día Internacional de la Amistad.Las posibilidades de comunicación entre las personas aumentan a ojos vista, pero, ¿representan realmente una ventaja para la amistad?¿Cien amigos? ¡Qué disparate!Recuerdo que en el colegio en la pared de una de las aulas colgaba un llamativo cartel que aseguraba: “Más vale tener cien amigos que cien rublos”. Ambas cosas, tantos amigos y tantos rublos, parecían una cantidad inaccesible. Y ¿qué es lo que ocurre en la actualidad? El dinero tiende a devaluarse, de eso no cabe la menor duda. ¿Y la amistad? En las redes sociales cien amigos para un usuario socialmente activo no es sino un número mínimo de contactos.Sin embargo, ya se ha comentado en más de una ocasión que el progreso técnico va quitando valor a la amistad. El famoso investigador ruso Igor Kon señalaba que el problema de la pérdida de la capacidad de mantener relaciones de amistad se planteó en el contexto de la industrialización, la urbanización, un ritmo más elevado de la vida e incluso, la aparición de la conexión telefónica.Y ahora que existen las redes sociales ni siquiera el teléfono hace falta.“Internet ofrece nuevas posibilidades de comunicación, impensables hasta su aparición, debido a las distancias geográficas y a la pertenencia a diferentes grupos sociales. En este sentido la red global sirve de vínculo para mundos que social y culturalmente eran anteriormente dispares”, señala Yulia Zubok, doctora en Sociología y directora del Departamento de Sociología Juvenil de la Academia de Ciencias de Rusia.Pero, ¿pueden los representantes de dichos mundos tan diferentes convertirse en amigos de verdad? La diferencia entre los amigos reales y los virtuales es tan evidente que ni siquiera hace falta hablar de ella.“Los contactos de uno en las redes sociales son, más bien, sus interlocutores”, dice la psicóloga Elena Yurkova, especializada en los estudios de la amistad. “Son una especie de compañeros con los que se mantiene un vínculo bastante estable que al mismo tiempo no supone ningún compromiso para las partes. Se añade y se elimina de la lista de contactos con suma facilidad”, explica la experta.Al parecer, los límites de este nuevo modo de comunicación están bien definidos. Sin embargo, los psicólogos avisan de que la gente acaba perdiendo la capacidad de tener amigos de verdad por la popularización de las redes sociales. La principal razón radica en que las relaciones de amistad precisan de vida real.“La amistad acude a todo tipo de percepción sensorial, a los abrazos y a los ademanes que expresan atención y simpatía. En el espacio virtual, al contrario, los receptores sensoriales se acaban atrofiando”, indica el psicólogo Yuri Lévchenko.“Como resultado de la constante comunicación vía Internet se pierde el hábito de la empatía, de la participación afectiva en la vida del otro, del saber captar el estado emocional de una persona, guiándose por la comunicación no verbal”, añade Elena Yurkova.Una necesidad natural que precisa de capacidades especiales¿Es necesaria la amistad? Muchos suponen que no, que con compañeros es suficiente. Y en general, prosiguen, no existe amistad verdadera, al igual que no existe amor verdadero. La gente defiende esta postura por motivos muy diferentes, algunos han tenido en su infancia experiencias negativas, hay quienes sufrieron traición de amigos y se convencieron de su propia autosuficiencia.No obstante, los psicólogos insisten en que un individuo sin amigos no es una personalidad completa, no es una persona feliz. Se debe a que por naturaleza los humanos somos seres sociales.“Toda persona, pase lo que pase, necesita amigos”, señala Elena Yurkova. “Los amigos son una especie de ancla en la vida de la gente, que les garantizan la integración emocional y la estabilidad en situaciones de riesgo”, explica Yulia Zubok.Los expertos destacan dos tipos principales de conceptos sociales sobre la amistad: el concepto de las relaciones emocionales y el concepto de las relaciones funcionales. En este último caso necesitamos a nuestros amigos, para tomar una taza de café y charlar durante la pausa en el trabajo, ir juntos al cine o para solucionar algún problema. Semejante tipo de relaciones se establece a menudo entre los compañeros de trabajo.Las relaciones emocionales, se refieren más bien al concepto de la verdadera amistad: solemos sentir afecto por nuestros amigos, les echamos de menos, estamos dispuestos a ayudarles y a compartir nuestros más secretos pensamientos.“La verdadera amistad es como un don de Dios, es una capacidad especial”, asegura Yuri Lévchenko. En su opinión, hay personas con mayor capacidad que otras de mantener relaciones de amistad.“Para evaluar la capacidad de tener amigos, a mi juicio, habría que destacar sus componentes emocional y activo. Por una parte, es un complejo fenómeno compuesto por la empatía y la comprensión y, por otra,la participación desinteresada en asuntos concretos. Si consideramos estos parámetros, veremos que, de acuerdo con los resultados de las investigaciones, aproximadamente uno de cada tres jóvenes indica poseer estas cualidades. Ello permite juzgar sobre el potencial del fenómeno de la amistad entre los jóvenes”, cuenta Yulia Zubok.Todas las edades se rinden ante el amor, pero no ante la amistadEl ámbito juvenil es conocido por ser el más propicio para la amistad. Es más fácil establecer relaciones de amistad en la infancia y la adolescencia. Este tipo de relaciones se suele mantener a lo largo de toda la vida, incluso si las personas pierden a sus amigos de vista, confirman los psicólogos. Y muy a menudo, al volver a encontrar al amigo del colegio o de la Universidad, uno siente desaparecer el distanciamiento causado por el tiempo pasado.Con amigos adquiridos en la edad adulta no ocurre lo mismo, con el paso de los años es cada vez más difícil encontrar amigos por el mero placer de estar juntos y conservar el vínculo con ellos.“Las investigaciones en nuestro país y en el extranjero revelan que con la edad la amistad cede su espacio a las relaciones familiares y profesionales, la gente simplemente no dispone de tiempo para dedicarlo a su amigos”, explica Elena Yurkova.Según Yulia Zubok, dado que la familia ha sido y sigue siendo la prioridad para la sociedad rusa pero la amistad tampoco deja de tener peso, entre estos dos valores existe una evidente relación. Es decir, el vínculo familiar puede tener rasgos amistosos. “Las familias más felices, según los encuestados, son aquellas cuyos miembros tienen el trato de amigos”, añade Yulia Zubok.No obstante, no todos los expertos coinciden en que en edad adulta las relaciones familiares sean capaces de reemplazar la amistad. “La amistad entre familiares es posible, pero es difícil establecer este tipo de relaciones”, indica Elena Yurkova. La amistad se ve obstaculizada por la rivalidad y los celos, factores más característicos de las relaciones familiares, asegura Yuri Lévchenko.El experto está seguro de que a medida de que pasa la vida, vamos perdiendo a nuestros amigos potenciales, porque no deja de intensificarse la percepción crítica de la gente. “Estamos acumulando clichés negativos que nos impiden ver con buenos ojos a quienes nos rodean, enamorarse y adquirir amigos”, indica.Los psicólogos no descartan que los actuales niños pudieran ser en la edad adulta todavía más solitarios que sus padres. Y no se trataría únicamente de la influencia de Internet.En primer lugar, las relaciones entre los individuos están determinadas cada vez en mayor grado por el beneficio propio. El proceso de comunicación, según demuestran años de estudios, tiende a racionalizarse de manera paulatina. Y aunque para la gente joven todavía sigue teniendo valor, se observa una estable tendencia hacia el aprovechamiento de la comunicación para ciertos objetivos”, explica Yulia Zubok.Segundo, el ambiente actual no propicia en absoluto el desarrollo de la capacidad de mantener relaciones de amistad. Según Elena Yurkova, los niños tienen ante sus ojos el ejemplo de los padres que van reduciendo su círculo de amistades.Merece la pena señalar que los actuales adultos, incluso aquellos que se criaron en los últimos años de la existencia de la Unión Soviética, solían recibir mucha información sobre la amistad de las películas infantiles. En la actualidad hay muy pocos productos cinematográficos destinados a niños y jóvenes que se dediquen a educar los sentimientos sociales. En cambio, tenemos numerosos programas televisivos, en los cuales problemas personales se someten a discusiones públicas, cuenta Elena Yurkova. En opinión de la psicóloga, tarde o temprano la humanidad habrá de enfrentarse a una nueva evaluación del sistema de relaciones interpersonales.“La necesidad de establecer vínculos con otras personas y sentir emociones al respecto persistirá sin lugar a dudas, pero cambiarán las maneras de satisfacerla. Hoy en día muchos son capaces de suplir esta carencia mediante juegos de ordenador. Creo que el sistema de relaciones interpersonales sufrirá cambios, tras lo cual tendrán que modificarse los existentes conceptos de la amistad, el amor y la familia”, emite su pronóstico la experta.No merece la pena enfrentarse a los estereotipos¿Es posible la amistad entre el hombre y la mujer? ¿Es la amistad femenina un concepto diferente de la amistad masculina?Los psicólogos aseguran que a menudo, al intentar dar una respuesta a estas preguntas, nos dejamos llevar por los estereotipos, sobre todo en relación a la amistad entre personas de diferente sexo.“Nuestros estereotipos sobre las relaciones entre hombres y mujeres se construyen por la sociedad en la que vivimos. Aquellas personas que creen posible la amistad entre personas de diferente sexo sucumben menos a los estereotipos de género, sus juicios son más neutros. Así, los papeles del hombre y la mujer no se polarizan, al hombre no se adjudica posición dominante ni a la mujer pasividad, de modo que las características psicológicas tienen más que ver con el carácter individual de la gente y no con su sexo”, opina Elena Yurkova.Yuri Lévchenko también sostiene que la amistad entre hombres y mujeres es posible. Sin embargo, los expertos precisan que este tipo de amistad puede estar teñido de ciertos matices propios de las relaciones entre sexos.En cuanto a la amistad femenina, es producto incuestionable de los estereotipos, aunque sí que existe una determinada diferencia entre la amistad entre los hombres y entre las mujeres, indican los expertos.Sin embargo, intentar destacar en el fenómeno de la amistad cualquier tipo de categorías y tipos sería también sucumbir a los estereotipos, señala Yuri Lévchenko. “Por ejemplo, unos voluntarios se dedican a socorrer a los necesitados, no son sus amigos, pero actúan como tales. Por otra parte, una persona clasificada como amigo en teoría puede abandonar a uno en un apuro y otro, considerado un simple compañero, posiblemente arriesgará su vida para prestar ayuda”, indica el psicólogo, insistiendo en la necesidad de percibir nuestro entorno de una manera imparcial y no a través del prisma de las creencias sociales.Un amigo no es un psicoterapeutaAfortunadamente, en la sociedad actual uno no necesita poner en peligro la vida de uno para salvar a los amigos pero sí puede servirles de consuelo, cosa que ocurre muy a menudo. Al menos en Rusia, pues, según demuestra un reciente estudio, los estadounidenses tienen cada vez menos amigos, pero sienten confianza hacia los psicoanalistas.Los habitantes de nuestro país suelen tener un mayor número de amigos y los aprecian más, mientras que una visita a un especialista sigue siendo algo bastante exótico. “En nuestra sociedad el papel de consejeros sobre todos los problemas personales recae precisamente sobre los amigos”, señala Yulia Zubok.No obstante, en ambos países falta algo: en Estados Unidos, empatía y ayuda desinteresada; y en Rusia, consejo profesional. “Siempre se puede acudir a un amigo con un problema y recibir ayuda, el amigo nos distraerá y nos ofrecerá un consejo, pero partirá de su propias experiencias”, indica Yuri Lévchenko, precisando que ni un amigo ni un psicólogo son capaces de solucionar los problemas de uno.“El psicólogo es un observador, mientras que el amigo es una persona que muestra sincero interés”, asiente Elena Yurkova.“Si apreciamos a los amigos, seguramente no siempre es buena idea cargarles con nuestros problemas”, añade Yuri Lévchenko, “sino que podemos alegrarles con alguna buena noticia e interesarnos por sus propios problemas”, prosigue.LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI
7 Reasons the 21st Century is Making You MiserableBy: David Wong September 09, 2007 2,039,744 viewsScientists call it the Naked Photo Test, and it works like this: say a photo turns up of you nakedly doing something that would shame you and your family for generations. Bestiality, perhaps. Ask yourself how many people in your life you would trust with that photo. If you're like the rest of us, you probably have at most two.Even more depressing, studies show that about one out of four people have no one they can confide in.The Sad Bear 1, by NedroidThe average number of close friends we say we have is dropping fast, down dramatically in just the last 20 years. Why?#1. We don't have enough annoying strangers in our lives.That's not sarcasm. Annoyance is something you build up a tolerance to, like alcohol or a bad smell. The more we're able to edit the annoyance out of our lives, the less we're able to handle it.The problem is we've built an awesome, sprawling web of technology meant purely to let us avoid annoying people. Do all your Christmas shopping online and avoid the fat lady ramming her cart into you at Target. Spend $5,000 on a home theater system so you can see movies on a big screen without a toddler kicking the back of your seat. Hell, rent the DVD's from Netflix and you don't even have to spend the 30 seconds with the confused kid working the register at Blockbuster.Get stuck in the waiting room at the doctor? No way we're striking up a conversation with the smelly old man in the next seat. We'll plug the iPod into our ears and have a text conversation with a friend or play our DS. Filter that annoyance right out of our world.Now that would be awesome if it were actually possible to keep all of the irritating shit out of your life. But, it's not. It never will be. As long as you have needs, you'll have to deal with people you can't stand from time to time. We're losing that skill, the one that lets us deal with strangers and tolerate their shrill voices and clunky senses of humor and body odor and squeaky shoes. So, what encounters you do have with the outside world, the world you can't control, make you want to go on a screaming crotch-punching spree.#2. We don't have enough annoying friends, either.Lots of us were born into towns full of people we couldn't stand. As a kid, maybe you found yourself in an elementary school classroom, packed in with two dozen kids you did not choose and who shared none of your tastes or interests. Maybe you got beat up a lot.But, you've grown up. And if you're, say, a huge DragonForce fan, you can go find their forum and meet a dozen people just like you. Or even better, start a private room with your favorite few and lock everybody else out. Say goodbye to the tedious, awkward, painful process of dealing with somebody who's truly different. That's another Old World inconvenience, like having to wash your clothes in a creek or wait for a raccoon to wander by the outhouse so you can wipe your ass with it.The problem is that peacefully dealing with incompatible people is crucial to living in a society. In fact, if you think about it, peacefully dealing with people you can't stand is society. Just people with opposite tastes and conflicting personalities sharing space and cooperating, often through gritted teeth.Fifty years ago, you had to sit in a crowded room to see a movie. You didn't get to choose; you either did that or you missed the movie. When you got a new car, everyone on the block came and stood in your yard to look it over. You can bet that some of those people were assholes.Yet, on the whole, people back then were apparently happier in their jobs and more satisfied with their lives. And get this: They had more friends.That's right. Even though they had almost no ability to filter their peers according to common interests (hell, often you were just friends with the guy who happened to live next door), they still came up with more close friends than we have now-people they could trust.It turns out, apparently, that after you get over that first irritation, after you shed your shell of "they listen to different music because they wouldn't understand mine" superiority, there's a sort of comfort in needing other people and being needed on a level beyond common interests. It turns out humans are social animals after all. And that ability to suffer fools, to tolerate annoyance, that's literally the one single thing that allows you to function in a world populated by other people who aren't you. Otherwise, you turn emo. Science has proven it.#3. Texting is a shitty way to communicate.I have this friend who uses the expression "No, thank you," in a sarcastic way. It means, "I'd rather be shot in the face." He puts a little ironic lilt on the last two words that lets you know. You ask, "Want to go see that new Rob Schneider movie?" And, he'll say, "No, thank you."So one day we had this exchange via text: Me: "Hey, do you want me to bring over that leftover chili I made?" Him: "No, thank you"That pissed me off. I'm proud of my chili. It takes four days to make it. I grind up the dried peppers myself; the meat is expensive, hand-tortured veal. And, now my offer to give him some is dismissed with his bitchy catchphrase?I didn't speak to him for six months. He sent me a letter, I mailed it back, unread, with a dead rat packed inside.It was my wife who finally ran into him and realized that the "No, thank you" he replied with was not meant to be sarcastic, but was a literal, "No, but thank you for offering." He had no room in his freezer, it turns out.So did we really need a study to tell us that more than 40 percent of what you say in an e-mail is misunderstood? Well, they did one anyway.How many of your friends have you only spoken with online? If 40 percent of your personality has gotten lost in the text transition, do these people even really know you? The people who dislike you via text, on message boards or chatrooms or whatever, is it because you're really incompatible? Or, is it because of the misunderstood 40 percent? And, what about the ones who like you?Many of us try to make up that difference in sheer numbers, piling up six dozen friends on MySpace. But here's the problem ...#4. Online company only makes us lonelier.When someone speaks to you face-to-face, what percentage of the meaning is actually in the words, as opposed to the body language and tone of voice? Take a guess.It's 7 percent. The other 93 percent is nonverbal, according to studies. No, I don't know how they arrived at that exact number. They have a machine or something. But we didn't need it. I mean, come on. Most of our humor is sarcasm, and sarcasm is just mismatching the words with the tone. Like my friend's "No, thank you."You don't wait for a girl to verbally tell you she likes you. It's the sparkle in her eyes, her posture, the way she grabs your head and shoves your face into her boobs.That's the crux of the problem. That human ability to absorb the moods of others through that kind of subconscious osmosis is crucial. Kids born without it are considered mentally handicapped. People who have lots of it are called "charismatic" and become movie stars and politicians. It's not what they say; it's this energy they put off that makes us feel good about ourselves.When we're living in Text World, all that is stripped away. There's a weird side effect to it, too: absent a sense of the other person's mood, every line we read gets filtered through our own mood instead. The reason I read my friend's chili message as sarcastic was because I was in an irritable mood. In that state of mind, I was eager to be offended.And worse, if I do enough of my communicating this way, my mood never changes. After all, people keep saying nasty things to me! Of course I'm depressed! It's me against the world!No, what I need is somebody to shake me by the shoulders and snap me out of it. Which leads us to No. 5 ...#5. We don't get criticized enough.Most of what sucks about not having close friends isn't the missed birthday parties or the sad, single-player games of ping pong with the wall. No, what sucks is the lack of real criticism.In my time online I've been called "fag" approximately 104,165 times. I keep an Excel spreadsheet. I've also been called "asshole" and "cockweasel" and "fuckcamel" and "cuntwaffle" and "shitglutton" and "porksword" and "wangbasket" and "shitwhistle" and "thundercunt" and "fartminge" and "shitflannel" and "knobgoblin" and "boring."And none of it mattered, because none of those people knew me well enough to really hit the target. I've been insulted lots, but I've been criticized very little. And don't ever confuse the two. An insult is just someone who hates you making a noise to indicate their hatred. A barking dog. Criticism is someone trying to help you, by telling you something about yourself that you were a little too comfortable not knowing.Above: A flamboyant transvestite with aboutfive times as many friends as the average personTragically, there are now a whole lot of people who never have those conversations. The interventions, the brutal honesty, the, "you know, everybody's pissed off because of what you said last night, but nobody wants to say anything because they're afraid of you," sort of conversations. Those horrible, awkward, wrenchingly uncomfortable sessions that you can only have with someone who sees right to the center of you.E-mail and texting are awesome tools for avoiding that level of honesty. With text, you can respond when you feel like it. You can measure your words. You can pick and choose which questions to answer. The person on the other end can't see your face, can't see you get nervous, can't detect when you're lying. You have almost total control and as a result that other person never sees past your armor, never sees you at your worst, never knows the embarrassing little things about yourself that you can't control. Gone are the common quirks, humiliations and vulnerabilities that real friendships are built on.Browse around people's MySpace pages, look at the characters they create for themselves. If you've built a pool of friends via a blog, building yourself up as a misunderstood, mysterious Master of the Night, it's kind of hard to log on and talk about how you went to prom and got diarrhea out on the dance floor. You never get to really be yourself, and that's a very lonely feeling.And, on top of all that ...#6. We're victims of the Outrage Machine.A whole lot of the people still reading this are saying, "Of course I'm depressed! People are starving! America has turned into Nazi Germany! My parents watch retarded television shows and talk about them for hours afterward! People are dying in meaningless wars all over the world!"But how did we wind up with a more negative view of the world than our parents? Or grandparents? Back then, people didn't live as long and babies died more often. Diseases were more common. In those days, if your buddy moved away the only way to communicate was with pen and paper and a stamp. We have Iraq, but our parents had Vietnam (which killed 50 times more people) and their parents had World War 2 (which killed 1,000 times as many). Some of your grandparents grew up at a time when nobody had air conditioning. All of their parents grew up without it.We are physically better off today in every possible way in which such things can be measured ... but you sure as hell wouldn't know that if you're getting your news online. Why?Well, ask yourself: If some music site posts an article called, "Fall Out Boy is a Fine Band" and on the same day posts another one called, "Fall Out Boy is the Shittiest Fucking Band of the Last 100 Years, Say Experts," which do you think will get the most traffic? The second one wins in a blowout. Outrage manufactures word-of-mouth.The news blogs many of you read? The people running them know the same thing. Every site is in a dogfight for traffic (even if they don't run ads, they still measure their success by the size of their audience) and so they carefully pick through the wires for the most inflammatory story possible. The other blogs start echoing the same story from the same point of view. If you want, you can surf all day and never swim out of the warm, stagnant waters of the "aren't those bastards evil" pool.Actually, if you count the guy holding the camera, this manstatistically has more friends than most of us do.Only in that climate could those silly 9/11 conspiracy theories come about (saying the Bush administration and the FDNY blew up the towers, and that the planes were holograms). To hear these people talk, every opposing politician is Hitler, and every election is the freaking apocalypse. All because it keeps you reading.This wasn't as much a problem in the old days, of course. Some of us remember having only three channels on TV. That's right. Three. We're talking about the '80s here. So there was something unifying in the way we all sat down to watch the same news, all of it coming from the same point of view. Even if the point of view was retarded and wrong, even if some stories went criminally unreported, we at least all shared it.That's over. There effectively is no "mass media" any more so, where before we disagreed because we saw the same news and interpreted it differently, now we disagree because we're seeing completely different freaking news. When we can't even agree on the basic facts, the differences become irreconcilable. That constant feeling of being at bitter odds with the rest of the world brings with it a tension that just builds and builds.We humans used to have lots of natural ways to release that kind of angst. But these days...#7. We feel worthless, because we actually are worth less.There's one advantage to having mostly online friends, and it's one that nobody ever talks about:They demand less from you.Sure, you emotionally support them, comfort them after a breakup, maybe even talk them out of a suicide. But knowing someone in meatspace adds a whole, long list of annoying demands. Wasting your whole afternoon helping them fix their computer. Going to funerals with them. Toting them around in your car every day after theirs gets repossessed by the bank. Having them show up unannounced when you were just settling in to watch the Dirty Jobs marathon on the Discovery channel, then mentioning how hungry they are until you finally give them half your sandwich.You have so much more control in Instant Messenger, or on a forum, or in World of Warcraft.The problem is you are hard-wired by evolution to need to do things for people. Everybody for the last five thousand years seemed to realize this and then we suddenly forgot it in the last few decades. We get suicidal teens and scramble to teach them self-esteem. Well, unfortunately, self-esteem and the ability to like yourself only come after you've done something that makes you likable. You can't bullshit yourself. If I think Todd over here is worthless for sitting in his room all day, drinking Pabst and playing video games one-handed because he's masturbating with the other one, what will I think of myself if I do the same thing?You want to break out of that black tar pit of self-hatred? Brush the black hair out of your eyes, step away from the computer and buy a nice gift for someone you loathe. Send a card to your worst enemy. Make dinner for your mom and dad. Or just do something simple, with an tangible result. Go clean the leaves out of the gutter. Grow a damn plant.It ain't rocket science; you are a social animal and thus you are born with little happiness hormones that are released into your bloodstream when you see a physical benefit to your actions. Think about all those teenagers in their dark rooms, glued to their PC's, turning every life problem into ridiculous melodrama. Why do they make those cuts on their arms? It's because making the pain-and subsequent healing-tangible releases endorphins they don't get otherwise. It's pain, but at least it's real.That form of stress relief via mild discomfort used to be part of our daily lives, via our routine of hunting gazelles and gathering berries and climbing rocks and fighting bears. No more. This is why office jobs make so many of us miserable; we don't get any physical, tangible result from our work. But do construction out in the hot sun for two months, and for the rest of your life you can drive past a certain house and say, "Holy shit, I built that." Maybe that's why mass shootings are more common in offices than construction sites.It's the kind of physical, dirt-under-your-nails satisfaction that you can only get by turning off the computer, going outdoors and re-connecting with the real world. That feeling, that "I built that" or "I grew that" or "I fed that guy" or "I made these pants" feeling, can't be matched by anything the internet has to offer.Except, you know, this website.David Wong is the Senior Editor of Cracked.com and the author of the dongtacular horror novel John Dies at the End, available wherever books are sold or by clicking those words.Read more: 7 Reasons the 21st Century is Making You Miserable | Cracked.com http://www.cracked.com/article_15231_7-reasons-21st-century-making-you-miserable.html#ixzz22frNo3es
"En Wall Street sustituyeron a los jugadores por científicos, y eso nos llevó a la catástrofe" Esteban Hernández 17/07/2012 (06:00h)Dylan Evans, exacadémico y consultor británico, ha pasado diez años de su vida entrevistando a jugadores de póker, de backgammon y de blackjack, examinando cómo toman decisiones y cómo logran manejarse en entornos de elevada incertidumbre. Obtener éxitos en ese contexto requiere habilidades especiales, asegura Evans, porque en ellos se está especialmente sujeto a la influencia del azar, porque se dispone de información muy limitada y porque las acciones de los competidores tienen como objetivo mucho más el engaño que la cooperación. Evans entiende que hace falta una clase de habilidad especial para lidiar con estas situaciones, la inteligencia de riesgo, que se basa en una ajustada valoración de posibilidades, en ser capaz de sacar el máximo partido a los datos escasos y, sobre todo, en medir bien nuestros límites.Los jugadores se dedican a ganar dineroEn esa serie de entrevistas, cuyos resultados pueden leerse en Risk intelligence: How to live with uncertainty, Evans descubrió cualidades entre los jugadores muy alejadas de los estereotipos que solemos manejar. Entre la gente a la que observó está el equipo de blackjack que inspiró la película 21, de cuyos integrantes aseguraba que eran especialmente trabajadores y disciplinados. Asimismo, encontró en ellos cualidades intuitivas de primer orden, además de algunas habilidades inesperadas. Según Evans, cuando hablamos de jugadores solemos contemplar el lado más tétrico de la actividad, lo cual nos impide ver con objetividad todo lo que nos pueden enseñar. Así, asociamos de modo inmediato el concepto jugador con el de adicto, lo cual es como tratar de alcohólico a alguien que disfruta degustando un buen vino. Los jugadores expertos se dedican a hacer dinero, no a perderlo, y para ello, advierte Evans, necesitan perder la compulsividad propia del adicto. Su tarea principal es evaluar las oportunidades que tienen y eso implica también saber cuándo no apostar.La impaciencia por actuar hace que cualquier respuesta parezca buena, lo que a menudo conduce a grandes erroresOtra lección interesante que podemos extraer de la experiencia de los jugadores reside en la forma de afrontar el éxito y el fracaso. Mientras que los perdedores sienten un chute de adrenalina cuando ganan y no se muestran demasiado dolidos cuando pierden, los profesionales no obtienen una gran recompensa emocional cuando se llevan el primer premio, pero sí odian perder, y para evitarlo evalúan constantemente sus decisiones. El placer que obtienen de su triunfo es, pues, de tipo cognitivo y es producto de su aprendizaje continuo.Manejar bien los tiempos, clave del éxitoEsa capacidad de análisis constante les lleva también a saber cuándo tomar una decisión. Muchos de los grandes errores que sufrimos en nuestra sociedad provienen precisamente de llevar a efecto las medidas en un instante erróneo. En un entorno de incertidumbre, es muy probable que si esperamos para tomar una decisión a manejar la cantidad de información adecuada, sólo consigamos paralizar toda iniciativa. En otras ocasiones, por el contrario, la impaciencia por actuar lleva a tomar como buena cualquier respuesta, lo que a menudo conduce a grandes errores. Los jugadores profesionales saben manejar bien los tiempos, y eso es gran parte de su éxito.Se olvidaron de la intuición en favor de la ciencia, lo que nos llevó a esta gran crisisY todas estas cualidades eran propias de los viejos banqueros de inversión. Según Evans, en 1970, Wall Street estaba literalmente lleno de jugadores, inversores muy aficionados al póker, al backgammon o al bridge. Una década después comenzaron a ser reemplazados por una nueva ola de banqueros, a los que no les gustaba el riesgo y que despreciaban el juego, y ese fue el principio del fin. Las decisiones comenzaron a tomarse a partir de las fórmulas que aportaban científicos y matemáticos, y de las que decían que eran lo suficientemente seguras como para evitar todo riesgo. Se olvidaron de la intuición en favor de la ciencia, lo que les llevó también a realizar apuestas demasiado comunes. Los jugadores saben (y los inversores del pasado también) que para hacer dinero, había que ir en sentido contrario a lo que la mayoría de la gente esperaba, mientras que los actuales gestores prefirieron tomar caminos demasiado transitados.Ser conscientes de nuestros límitesSin embargo, estos modelos matemáticos y estas nuevas perspectivas no lograron evitar el riesgo, como prometían, sino que nos introdujeron en una otra clase de incertidumbre, cuyo mal manejo terminó causando esta enorme crisis, asegura Evans. Tanto las perspectivas antiguas como las nuevas podían llevar a escenarios catastróficos, cada una por un camino, pero los gestores actuales no quisieron siquiera contemplar esa posibilidad.Y este es el gran error a evitar, apunta Evans. La inteligencia del riesgo presente en los jugadores no sólo tiene que ver con el conocimiento correcto de los hechos y con una comprensión adecuada sino fundamentalmente con ser conscientes de nuestros límites y de los de nuestro saber. Y en eso, argumenta Evans, sí que se ha fallado estrepitosamente.
¿Por qué hay tantas violaciones en Suecia?El caso Assange puso el foco en el sistema sueco.Ruth Alexander, BBC. Sábado, 15 de septiembre de 2012.El caso de Julian Assange ha puesto en la mira los altos índices de violaciones en Suecia. Pero, ¿qué dicen realmente estas estadísticas?Por ejemplo, veamos cuáles son los dos países del mundo donde hay más secuestros. No son México ni Colombia, sino Australia y Canadá.Las cifras oficiales de las Naciones Unidas muestran que en 2010 hubo 17 secuestros por cada 100.000 personas en Australia y 12,7 en Canadá. Esto se compara con sólo 0,6 en Colombia y 1,1 en México. Entonces ¿por qué no oímos historias terribles sobre secuestros en esos países? ¿Hay gente desapareciendo en las calles de Sídney y Toronto, mientras el mundo mira hacia otro lado?No. El elevado número de casos de secuestro en estos dos países se explica por el hecho de que incluyen las disputas entre los padres por la custodia de sus hijos. Si un padre o madre pasa con un hijo el fin de semana y el otro progenitor se opone y además llama a la policía, el incidente será registrado como un secuestro, explica Enrico Bisogno, un estadístico de Naciones Unidas.CompararEl comparar tasas de criminalidad entre países está lleno de dificultades. Esto es bien sabido entre los criminólogos y especialistas en estadística, pero no tanto entre los periodistas y comentaristas.Suecia tiene la tasa más alta de violaciones en Europa, según le dijo a la BBC la escritora Naomi Wolf en alusión al caso de Julian Assange, el fundador de Wikileaks, que está intentando evitar su extradición de Reino Unido a Suecia por acusaciones de violación y agresión sexual que él niega.¿Es cierto? Sí. La policía sueca registró en 2010 el mayor número de delitos - cerca de 63 cada 100.000 habitantes - en Europa. El segundo más alto del mundo.Esto fue tres veces mayor que el número de casos en el mismo año en la vecina Noruega, y el doble de la tasa en Estados Unidos y Reino Unido. Supera en más de 30 veces el número en India, que registró alrededor de dos violaciones por cada 100.000 personas. Teniendo en cuenta esos datos, parecería que Suecia es un lugar mucho más peligroso que esos otros países. Pero eso es un error, señala Klara Selin, socióloga del Consejo Nacional para la Prevención del Delito de Estocolmo. La especialista dice que no se puede comparar los registros entre países, ya que los procedimientos policiales y las definiciones legales varían sustantivamente."En Suecia hay una intención explícita de registrar todos los casos de violencia sexual por separado, para que sea visible en las estadísticas", explica."Por ejemplo, cuando una mujer va a la policía y dice que su esposo o novio la violó casi todos los días durante el último año, la policía tiene que registrar cada uno de esos eventos, lo que podría suponer más de 300. En muchos otros países eso no sería más que un registro".De todas maneras, el número de violaciones denunciadas en Suecia prácticamente se ha triplicado en los últimos siete años. En 2003, alrededor de 2.200 delitos fueron denunciados a la policía, mientras que en 2010 fueron casi 6.000. Por lo tanto, algo está pasando.¿Epidemia?Pero Klara Selin dice que las estadísticas no representan una epidemia de crímenes sino un cambio de actitud. El debate público sobre este tipo de delito en Suecia durante las últimas dos décadas ha tenido el efecto de despertar la conciencia, dice la especialista, y alentar a las mujeres a acudir a la policía si sufren un ataque.La policía también ha mejorado el manejo de los casos, sugiere, aunque no niega que ha habido un cierto aumento real en el número de ataques, una preocupación que también aparece en un informe de Amnistía Internacional de 2010."Podría haber también un cierto aumento de la criminalidad real debido a los cambios sociales. Con internet, por ejemplo, es mucho más fácil en estos días conocer a alguien. Asimismo, el consumo de alcohol ha aumentado mucho."La explicación más importante es que la gente va a la policía con más frecuencia, pero también que en 2005 hubo cambios en las leyes sobre delitos sexuales, lo que hizo la definición legal de violación mucho más amplia". El cambio en la ley incluyó los casos en que la víctima está dormida o intoxicada, situaciones que antes formaban parte de otra categoría de delitos. Por lo tanto comparar las estadísticas de violación entre países puede ser engañoso.Botsuana tiene el índice más alto de violaciones denunciadas - 92,9 cada 100.000 habitantes- pero hay 63 países que no tienen ninguna estadística, incluida Sudáfrica, donde una encuesta de hace tres años mostró que uno de cada cuatro hombres interrogados admitió haber cometido una violación.En 2010, un informe de Amnistía Internacional puso de relieve que existe violencia sexual en todos los países, y sin embargo, las cifras oficiales muestran que algunos países como Hong Kong y Mongolia no tienen ningún caso.IcebergEvidentemente, las mujeres en algunos países son mucho menos propensas a reportar un ataque que en otros. El estadístico Enrico Bisogno, de la ONU, dice que según las encuestas en muchos países sólo uno de cada 10 casos son denunciados a la policía. "A menudo describimos la situación como una especie de iceberg, donde lo que vemos es sólo la punta. El resto está por debajo del radar de la ley", dice.Naomi Wolf ha escrito también que Suecia tiene la tasa más baja de castigos de Europa.La socióloga se basaba en un informe de hace nueve años que calcula el porcentajes de condenas según el número de delitos registrados por la policía. Pero esta es una forma problemática de medir estadísticas, ya que una persona puede haber cometido varios delitos. La ONU considera las estadísticas oficiales según el número de condenas por violación por cada 100.000 habitantes y, de hecho, con ese criterio, Suecia tiene el mayor número de condenas por habitante en Europa, después de Rusia. En 2010, hubo 3,7 condenas por cada 100.000 habitantes.De todas maneras, como explica Wolf, sigue siendo verdad que las mujeres en Suecia reportan un alto número de delitos y sólo un pequeño número de los violadores son castigados. Por lo tanto, hay mucho que las estadísticas oficiales no nos dicen. Ciertamente no revelan el número real de violaciones que ocurren en Suecia o cualquier otro país. Y no dan una idea clara de qué países tienen peores índices de criminalidad que otros. La violación es particularmente compleja, pero se podría pensar que sería sencillo analizar las tasas de homicidios en los distintos países: sólo es cuestión de contar los cadáveres y comparar.Pero no es tan simple, dice Enrico Bisogno. "Por ejemplo, si le doy un puñetazo a alguien y la persona muere después, algunos países pueden considerar esto como un homicidio intencional, otros como un homicidio culposo. O, por ejemplo, en algunos países los asesinatos relacionados con la dote se codifican por separado". De hecho, una comparación de las tasas de homicidios entre los países más y menos desarrollados puede dar pistas tanto sobre la salud como sobre los niveles de delincuencia, según el profesor Chris Lewis, un criminólogo de la Universidad de Portsmouth de Reino Unido. ¿Por qué? Las estadísticas muestran que hay mayor probabilidad de sobrevivir a un ataque en una ciudad donde uno es atendido rápidamente y llevado a un hospital que está bien equipado.
Technology: Help Or Hindrance To Writers?My brother is texting me from Colorado about the election. There are approximately 800 more pressing things I should be doing, but I go back and forth with him about the vote on whether to legalize weed in his state. Between texts, I try to respond to an email but my keyboard has decided that it hates the letters G, T, B, and N, making it impossible for me to tell anyone “no” or even “maybe.”“It’s got to be a short in the keyboard,” my brother texts. This is no good. I have a column (this one) due stat. I tell him so, because he is a computer guru and should therefore be able to fix any technological problem despite being 1,400 miles away. “What’s your column on?” he asks.“Technology, and whether it’s helping or hurting our productivity. The irony is not lost on me.” I am ripping letters off the keyboard and shooting pressurized air into every crevice. The sound terrifies my cat, who leaps across my office, leaving a gash down my arm. I am bleeding like an emo kid. USB cords are tangled all over my desk as I search for another functional keyboard. My phone buzzes as my brother texts advice. Others are asking where I’m watching election results. For the thousandth time, I find myself pining for a quiet room with nothing in it but a desk, a typewriter or notebook, and maybe an Irish coffee.Many believe that Satan is the father of lies, but I'd argue that the title might go to the internet.I wish I were making all this up. I’m not. My love/hate relationship with technology often bends toward the “hate” end of that scale, but let’s be honest: If there were no benefits to the computer age, I would actually be using a notebook rather than looking for a replacement keyboard right now. I feel like one of those people who threatens to move to Canada if their candidate isn’t elected, then backtracks because it’s, you know, pretty cold up there.The question remains: Do modern conveniences and the internet make us more productive as writers or just more distracted? Solow's Productivity Paradox (named for Nobel Laureate/economist Robert Solow) says, "You can see the computer age everywhere but in the productivity statistics." Let's figure out whether it's true. It’s laptop vs. typewriter, internet vs. card catalog, analog vs. digital, screen-induced eye strain vs. pen-induced hand cramp…a battle to the death.Factor: Access to informationBack in my day, if you wanted to know how many people a year are killed by hippos or how fast you’d have to be in order to outrun one, you’d have to walk through the snow, up the mountain to a building called a library. Once there, you’d need to stick your face into an actual card catalog and call upon your intimate knowledge of the Dewey decimal system in order to find the answers. If you wanted to interview an expert for some aspect of the book you were writing, you’d have to track down his or her phone number, dial it using a spinning disc with holes in it, and make an appointment. Today, you can sit in the comfort of your office and use Google to find instant answers to damn near any question or to find the contact details for almost anyone. This more efficient way of accessing information significantly shortens our research time and leaves us with more time for actual writing.So the point goes to: ComputersFactor: Accurate informationThe vast resources at our fingertips are useful, to be sure, but they're also fraught with peril. Many believe that Satan is the father of lies, but I'd argue that the title might go to the internet. Going back to the question of how many folks die via hippo each year—an issue that's relevant to each of our lives—we find answers ranging from "probably none" to "200 to 300" to "780" to "2,900 in Africa alone" to "12045 if my math is correct" to "8094058 human injuries over the span of one hippos [sic] life." The library card catalog might not have been the most convenient method of finding information, but by God, you could be assured that the answers you found within its dusty drawers were not provided by the 15-year-old pothead jackass who lives next door.So the point goes to: TypewritersFactor: Education and resourcesIt's possible to find a local group of writers you can regularly meet with face-to-face to workshop material, gather inspiration, and help each other meet goals. Of course it is. But what if you don't live in a city buzzing with literary energy? Maybe you live in a small town, an igloo, or some place where you have to risk being one of the 8094058 people attacked by hippos each year in order to get to your village. Then what? Internet to the rescue.Online writers workshops and writing courses like the ones offered here on LitReactor can be a huge boost to productivity. I know what you're thinking: "Yeah, but you write for LitReactor, so you're biased." I see why you'd say that, but let me be totally straight with you: I don't contribute to LitReactor for prestige (blog posts are not the path to fame), for money (I started as a volunteer who didn't make a penny), or for lack of anything else to do (just ask my poor editors how far behind I get). I do it because after I'd stopped working at the magazine I was editing, I did nothing but sit around and talk about how I was going to write some short stories, going to write a novel, going to get some stuff published. Talk, talk, talk. Then I stumbled across the site, took a few courses, read some craft essays, stopped talking, and started writing. I write columns like this one because I feel like I owe these guys a little something for being the thing that finally helped me put some words on the page. There are more online support groups, workshops, educational courses, contests, and resources than ever right now and even if you don't live in a remote igloo, you'd be silly not to take advantage them.So the point goes to: Computers Factor: Ease of useThings my typewriter never said to me: "This is an application downloaded from the internet. Are you sure you want to open it?" "An update is available. Would you like to download it now?" "How about now?" "Now?" "A virus has been detected." "Incorrect password. Please try again."Things my typewriter never forced me to endure: The spinning rainbow beach ball of death, the blue screen of death, crash reports, hard drive crashes, shorted-out keyboards, lost work caused by power outages.Point: TypewritersFactor: Self-publishing optionsSelf-publishing isn't new. Ben Franklin self-published Poor Richard's Almanac. Thomas Paine self-published Common Sense. Mark Twain self-published Huckleberry Finn. What is new is the relative simplicity and affordability of self-publishing. Gone are the days when you needed a boat-load of cash, a buddy with a printing press, and a few thousand dead trees to get your book to the masses. That's not to say the process is flawless or without its challenges, just that—much like crossing the Andes—it's a bit easier today than it was a century ago. There are no shortage of self-publishing companies and platforms for writers who want to make their own way. Point: Computers Factor: Creativity and flowHow much time do you spend marketing your work online, managing social media profiles, answering emails, updating your websites, or using online tools to promote your readings or events? If you're like most authors, the answer is more than an hour a week. In some cases, WAY more than an hour a week. Pre-interwebz, you might have spent that time reading, daydreaming in the park, scribbling in a notebook, or brainstorming plot twists...you know, things that invite the muse to hang out with you. (You also might have spent it watching Price Is Right or tentacle porn, but let's pretend that's not the case.)So not only has the digital age gobbled up time that you might've spent fostering creativity, every notification of new email, tweet, or Facebook message prevents you from getting "in the zone" and interrupts your flow of thoughts. Dave Eggers put it this way in an interview with The Guardian: "Writing is a deep-sea dive. You need hours just to get into it: down, down, down. If you’re called back to the surface every couple of minutes by an email, you can’t ever get back down. I have a great friend who became a Twitterer and he says he hasn’t written anything for a year."Point: TypewritersFactor: RevisionsFor those too young to remember, Wite-Out—or "Liquid Paper" if you want to sound less like you're discussing a severe snowstorm or Aryan field trip—was a gloopy white liquid used to paint over mistakes you made while typing. (You could also use it in conjunction with those little round stickers that reinforced the holes in loose-leaf paper to give yourself a redneck French manicure, but that's a tip for another day.) No matter how careful you were, it would always end up smeared all over the page and across your face because no one was ever patient enough to wait for it to fully dry before trying to type another letter over the error. If you were using a notebook rather than a typewriter, there'd be scribbles and cross-outs where you'd made mistakes with your pen, or eraser debris in the margins of the pages where you'd made mistakes with a pencil. The advantage to these primitive and ridiculous methods of error correction was that it was much less tempting to rewrite each sentence fourteen times before moving forward with the story you were working on. So you kids with your word processing fanciness and backspace keys, get off of my lawn.Still, the point goes to: ComputersFactor: Distractibility and procrastinationWe have come to the ultimate argument against modern conveniences...the idea that for every minute technology shaves off our research and revision time, it devours at least ten with unnecessary emails, social media distractions, and the ever-present siren call of auto-tuned memes and cat pictures. The cold white stare of a blank page is terrifying. Miniature puppies in teacups, less so. Sitting at an internet-connected computer, a writer's barrier to procrastination is less of a barrier and more of a fragile gossamer veil. There are ways around it: creating a not-to-do list as well as a to-do list ("I will not check Facebook until 1pm"), disconnecting your internet completely, or using programs like Leechblock for Firefox, StayFocused for Chrome, SelfControl, RescueTime, or Freedom. Still, there's no Reddit or Buzzfeed button on a typewriter.Point: TypewritersThe final score? Computers, 4. Typewriters, 4.Looks like it's up to you to break the tie. (I, um, did that on purpose.) Think about it and tell us the truth: Would you get more actual writing done sitting at a desk with nothing but a typewriter or notebook, or in a modern office with an internet-connected computer?
Nadie tiene 500 amigosFacebook se asemeja a una máquina de prolongación de amistades en estado terminal. 30 noviembre 2012 Nacho PalouNi 200 ni 100, que es la cantidad típica de amigos que tiene cada usuario en Facebook. De los 900 millones de personas que habitan Facebookistán, un tercio, unos 300 millones, ha reducido el tiempo que dedica a la red social por puro aburrimiento como principal motivo. Es lo que dice una encuesta que confirma que Facebook aburre ya hasta a las ovejas. El estudio está disponible en internet para cualquiera que quiera consultarlo; igual que está en internet el cuándo, dónde y con quién te tomaste el último mojito.Al principio Facebook parecía una buena idea; un medio diseñado para interactuar con amigos y conocidos, encontrar gente del pasado y mantenerse en contacto con ellos de forma fácil, cómoda y directa. En la práctica esa facilidad nos satura y la comodidad nos convierte en unos vagos sociales: basta un me gusta para dar por celebrado que quien fuera tu mejor amigo en el colegio acaba de ser padre.De modo que en realidad la mayoría de esos cientos de amigos de Facebook apenas son más que una colección de personas medio conocidas. Facebook se asemeja más a un cementerio de amistades pasadas. O, en el mejor de los casos, a una máquina de prolongación artificial de amistades en estado terminal; las que no pueden sobrevivir de forma natural pero que se mantienen con algunos me gusta, toques y comentarios ocasionales, como mucho. Nadie tiene 500 amigos. Facebook se asemeja más a un cementerio de amistades pasadas ”Porque con una media de más de 100 amigos por usuario es simplemente imposible prestar atención a todo lo que pasa y sucede en Facebook. No al menos a nada que suceda más allá del momento en el que se consulta, o poco más. Salvo que se mire demasiado a menudo. Y esa fracción de atención que tú puedes dedicar a tus amigos es muy parecida a la que ellos te pueden prestar a ti. Exceptuando esos momentos puntuales en los que sometes a alguien –o eres sometido por alguien– a escrutinio y cotilleo. Una ex pareja, por ejemplo. Así que al final ignoramos a la mayoría de los contactos. A muchos de ellos de forma habitual. Pero los mantenemos en la colección. Silenciamos las publicaciones de esa tía abuela lejana que no hace más que publicar horribles fotos de unos primos a los que no conoces; creamos listas para mantener a algunos de los amigos de Facebook excluidos de lo que se comparte habitualmente, pero sin que se note mucho que no son bienvenidos. Y aceptamos solicitudes de amistad de viejos conocidos a los que damos largas para no tener que quedar a tomar café.Así que parece que en Facebook, más que amistades, lo que se busca es audiencia para el espectáculo de exhibicionismo que es en muchos casos; un espectáculo en el que sólo dejamos ver nuestro perfil bueno. Como sea, en Facebook, como en internet en general, es necesario tener controlado qué se comparte y con quién. Qué es –y también lo que no es– público; lo que se comparte con todos o sólo con determinadas personas. Es verdad que parece que hace falta tener una ingeniería para poder configurar correctamente las intrincadas y complejas opciones de privacidad de Facebook, que además cambian constantemente. Precisamente por eso conviene comprobarlas de vez en cuando. Existen herramientas on-line que ayudan a revisar esa configuración.Pero nadie está a salvo de meter la pata o de publicar una actualización o fotografía desafortunada en algún momento. Ni de que algo que debería ser privado acabe siendo público. Si te preocupa eso lo mejor es no publicar nada que pueda resultar comprometido o dar lugar a interpretaciones. El sitio de humor The Onion lo sintetizaba perfectamente con este titular: "Debido a Facebook, ningún candidato será elegido en las elecciones presidenciales de 2040".*Artículo originalmente publicado en el nº183 de GQ.
Cuando los jóvenes prefieran alejarse del progreso y la tecnologíaEn el cine hemos visto muchas veces cómo sería el futuro a medio plazo, en la mayoría de las ocasiones es una propuesta postapocalíptica, sin esperanzas ni ilusiones. En la mejor de las ocasiones el planeta está hecho un desastre por el agotamiento de los recursos naturales, otras veces somos los seres humanos los que nos hemos extinguido por nuestra cultura del consumismo sin sentido… Pero te has planteado alguna vez la posibilidad de que en futuras generaciones se decidan a abandonar el progreso y la tecnología, regresando al medio rural y vivir de nuevo desconectados?Se me ocurrió esta reflexión al ver la foto de la chica “Amish” patinadora. Podría ser una foto del futuro a largo plazo?Te imaginas que dentro de 100 años haya gente dispuesta a abandonar todo lo relacionado con la tecnología y el progreso, que vuelva a vivir al campo como lo hicieron nuestros abuelos?Piensas que sería un atraso abandonar los coches, el aire acondicionado, el email, el cine en 3D, etc? Seguro? Te imaginas volver a vivir en granjas o comunidades, cosechar nuestros alimentos, conocer a tu vecino, compartir tu comida y una copa de vino… En serio necesitamos tanto progreso y tecnología?No sé tú, pero en mi caso personal voy encontrando cada día cosas que me chocan, que van contra mis principios morales. Quieres un ejemplo? Pues el que más me llama la atención es que tengo casi 700 followers en twitter pero no conozco los nombres de ninguno de mis vecinos, y eso que llevo casi 6 años viviendo en la misma calle. A eso me vengo a referir, que quizás los jóvenes del futuro prefieran tener 20 amigos 1.0 del mundo real frente a los 2.400 amigos 2.0 para coleccionar en Facebook.No hace mucho escuché una conversación de lo más absurda entre una madre y su hija. Era una adolescente que antes de apagar el móvil en el teatro estaba revisando su correo electrónico. Le comentó a su madre que había aceptado a Fulanito y Menganito como amigos en Tuenti, a lo que su madre le dijo que si les conocía de algo. La chica le respondió algo que se ha convertido en una especie de mantra para los chavales de hoy en día: No, no les conozco, pero lo importante es que ya tengo 2 amigos más en Tuenti y soy la más popular de mi clase.Hasta cuando durará ese mantra entre los jóvenes? Quién será el primero que se atreva a decirle gilipollas al próximo que presuma de tener más amigos que tú en facebook? No debe ser fácil (hoy en día) estar fuera de las redes sociales y remar en solitario. Pero mantengo la esperanza de que algún día todo éste circo se vaya a tomar por culo definitivamente. Que la gente retome el mando sobre su privacidad, se olvide del exibicionismo en el que acabó convirtiéndose facebook y el resto de redes sociales.Para muchos será imposible “desconectar” y emprender una nueva vida contracorriente, de hecho las redes sociales para mucha gente es algo tan adictivo como cualquier droga. De media nos pasamos 40min al día visitando tuenti/facebook/hi5 o la que sea. No todo el mundo está preparado para volver a vivir sin móvil y sin internet.Pero no lo descarto si se produjera un gran cambio a nivel global, algo relacionado con la superpoblación de las grandes ciudades europeas y chinas, una crisis energética que impida producir electricidad para todos (por lo que tener un gadget será un lujo inaccesible), o un desastre ecológico que removiera conciencias.Recuerdas la película de M. Night Shyamalan, El Bosque, donde un grupo de ciudadanos americanos, hartos de todo, creaban su propia realidad paralela viviendo como hace 300 años? No creo que tardemos mucho en conocer algún caso similar en la vida real. Los Amish lo llevan haciendo desde el siglo XVI y sabes una cosa? En los últimos 20 años la población Amish ha crecido un 84% en Estados Unidos y Canadá, puede que ya se esté produciendo ese abandono de la tecnología y no nos demos cuenta todavía.
SINOPSIS Muchos de nosotros pensamos que, a diferencia de las humanidades, la ciencia es la responsable de la transformación de nuestro mundo, de nuestro modo de vida. En cambio, para este sabio humanista que fue Erwin Schrödinger, Premio Nobel de Física en 1933, la ciencia no se diferencia en absoluto de otras disciplinas que contribuyen igualmente al desarrollo de nuestro conocimiento, como la filosofía, la historia o la geografía, a las que ¡a nadie se le ocurriría atribuir, como única finalidad, la mejora de las condiciones de la sociedad humana ! Schrödinger no sólo nos recuerda que hay ciencias tan ajenas a la sociedad como la sismología a la astrofísica, sino que cuestiona la idea de que la felicidad de la raza humana sólo provenga de los adelantos tecnológicos que la ciencia aporta.¿Para qué sirve, entonces, la ciencia ? Su respuesta es tajante : «La finalidad de la ciencia, y su valor, son los mismos que los de cualquier otra rama del conocimiento humano. Ninguna de ellas por sí sola tiene finalidad y valor. Sólo los tienen todas a la vez». Y es que, según nuestro sabio, por encima de cualquier otra cosa debemos permanecer fieles a la enseñanza del dios délfico : «Conócete a ti mismo». Este pensamiento es el que rige este breve y sustancioso ensayo, reflexiones que Erwin Schrödinger expuso en febrero de 1950 en cuatro conferencias patrocinadas por el Dublin Institute de Estudios Superiores de la University College de Dublín, bajo el título de «La ciencia como parte integrante del humanismo».