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Autor Tema: PPCC-Pisitófilos Creditófagos-Verano 2022  (Leído 459300 veces)

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Re:PPCC-Pisitófilos Creditófagos-Verano 2022
« Respuesta #2040 en: Agosto 28, 2022, 19:33:24 pm »
[...] En definitiva, si los terrenos fueran baratos y estuvieran en el sitio adecuado, nadie pagaría el peaje que le impone la actual generación propietaria. Sencillamente, todo el mundo se construiría su propia casa. Pero eso no ocurre...

Ni arranca el teletrabajo... por eso mismo; porque nadie pagaría la pernada, digo el peaje.

Cadavre Exquis

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Re:PPCC-Pisitófilos Creditófagos-Verano 2022
« Respuesta #2041 en: Agosto 28, 2022, 19:38:25 pm »

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El Científico del CSIC que Habla "Sin Anestesia" de la Crisis Energética: "En la UE Vamos Como Pollos Sin Cabeza"
El físico, divulgador y experto en energía del Centro Superior de Investigaciones Científicas Antonio Turiel advierte: "Si hay una falta de recursos energéticos, la economía no va a poder seguir creciendo. Aceptarlo implica asumir el fin del capitalismo. Pero eso, simplemente, es un tabú en nuestra sociedad".

David G. Maciejewski | 28 agosto, 2022

Antonio Turiel, investigador del CSIC.

Antonio Turiel es doctor en Física Teórica, licenciado en Físicas y Matemáticas, investigador del CSIC y divulgador de ciencia y energía. Ha escrito dos ensayos, Petrocalipsis: Crisis energética global y cómo (no) la vamos a solucionar y El Otoño de la Civilización, donde reflexiona sobre la crisis de recursos que podría sufrir la Humanidad en los próximos años y propone alternativas al concepto de "crecimiento económico", el cual considera desfasado e irrealista.

Turiel no se anda con medias tintas al presagiar cómo será el futuro de la humanidad. "Hablo para adultos, por eso digo las cosas sin anestesia", confiesa a EL ESPAÑOL | Porfolio el polémico científico, siempre dispuesto a ametrallar la conciencia de cualquiera que se interponga en su camino.

La falta de recursos energéticos, la tensión geopolítica desatada por la invasión de Ucrania, la doble vara de medir de la Unión Europea en materia de sostenibilidad y el imparable avance de un cambio climático que no entiende ni de ideologías ni de clases sociales se presentan en el horizonte, según él, como una mezcolanza de realidades potencialmente catastróficas para la estabilidad mundial.

"No queremos aceptar que esto ha venido para quedarse", explica Turiel en referencia tanto al reciente paquete de medidas de ahorro energético aprobado por el Gobierno español como al objetivo de la Comisión Europea de limitar un 15% el consumo de gas de aquí a primavera. "Estamos tomando medidas como si esto fuera provisional o se pudiera arreglar, pero lo que vamos a vivir es un recrudecimiento del problema", asegura, y recuerda que ya se empiezan a atisbar problemas graves con la energía nuclear en Francia o con la sequía que amenaza a gran parte del Viejo Mundo.

Pregunta.– Usted afirma en sus ensayos que hemos entrado en una fase crítica en materia de aprovechamiento de recursos energéticos. ¿Estamos ante un inminente colapso del sistema?

Respuesta.– Bueno, las cosas no las digo tan drásticas (ríe). Yo lo que defiendo es que hay un riesgo de que hayamos entrado en una fase de colapso global. Pero me baso en lo que ocurre en multitud de países. Estamos ofuscados con lo que está pasando en Ucrania y no nos damos cuenta de que existen naciones en una situación comprometida, y en prácticamente todas se ha seguido un mismo patrón: primero emergen problemas de acceso al diésel, después vemos una carestía de alimentos y luego llegan contratiempos con la electricidad, y eso al final estalla en revueltas y protestas. ¿Que pasa? Que esos problemas se están extendiendo por el mundo y empiezan a acariciar a Europa.

P.– ¿Cuál es esa cadena de desastres que está, según usted, resquebrajando la ya frágil estabilidad geopolítica mundial?

R.– Hagamos un breve repaso. Pakistán, que cuenta con 220 millones de habitantes, tiene problemas de acceso al gas, carestía de alimentos y cortes de luz de 10 o 12 horas al día. Es un país al borde de la guerra civil que, además, cuenta con armas atómicas. Otros ejemplos: hace unas semanas una multitud asaltó el parlamento de Irak, país productor de petróleo. Meses atrás, en Irán, la gente asaltaba las panaderías porque no había pan. Kazajistán se ha quedado sin harina y ya no exporta trigo, a pesar de que es uno de los ocho primeros exportadores del mundo. Sri Lanka ya ha colapsado.

Si miramos a Camerún, Etiopía, Somalia o Chad encontramos crisis alimentarias gravísimas. Nigeria, que es país productor de petróleo, uno de los principales suministradores de España, ha suspendido vuelos domésticos porque no tiene queroseno. El norte de Argentina se ha quedado sin combustible, Bolivia está con racionamientos, Ecuador sufre revueltas y Estados Unidos se encuentra con grandes dificultades para obtener diésel, especialmente en la costa este. Suma y sigue.

P.– Y esa tormenta se encuentra a las puertas de Europa...

R.– ¡Y en algunos lugares ya ha llegado! Austria se ha quedado sin diésel y ya tira de reservas estatales. En Países Bajos los agricultores están en pie de guerra porque el gobierno aprobó una legislación que obliga a reducir el uso de fertilizantes nitrogenados y, como tienen el precio de combustible por las nubes, llevan cuatro semanas con las carreteras cortadas. Otros países, como Francia, viven una situación muy delicada porque tienen la mitad de las nucleares paradas por un problema de corrosión prácticamente imposible de solucionar. Tenemos un cuadro global espeluznante, y se están intentando describir todos estos casos como sucesos aislados.


P.– ¿Todo responde a una misma lógica?

R.– Sí, que sabemos que la producción de petróleo convencional tocó máximos en 2018. El diésel ha caído un 15% desde entonces y falta por todas partes. En consecuencia, el transporte y las operaciones de minerías se encarecen. También falta queroseno, porque se le añade al diésel para intentar estirarlo más, y eso provoca que falte combustible de avión y suban los precios de los vuelos. El carbón tocó máximos en el 2019 y el uranio en 2016 y ya ha caído un 24%. Lo único que no ha tocado máximos es el gas, pero claro, la capacidad de Europa a nivel de suministro está muy tocada por la tensión con Rusia.

P.– Entiendo que es tentador que los políticos echen la culpa de los altos precios de los combustibles y la energía a la guerra de Ucrania, pero esto parece venir de antes. ¿Se podía saber lo que iba a ocurrir?

R.– Claro que sí, la guerra sólo ha acelerado y agravado tendencias precedentes. Recordemos que al final del año pasado el gas y la electricidad ya estaban disparados. En las últimas décadas se ha confiado en que la producción experimentase algún tipo de revelación milagrosa o que las renovables pudiesen compensar la carencia, pero ahora nos topamos con que estas también tienen sus limitaciones.

El problema es que aceptar que existe un problema de limitación de acceso a recursos implica asumir que el sistema capitalista no puede continuar. Los recursos tienen una cantidad limitada. Mucho antes de que se acaben llegan a un límite de extracción, un ritmo máximo que luego disminuye. Si tu sistema está orientado al crecimiento, cuando empieza a disminuir el flujo empiezas a tener problemas con tu propio sistema.

P.– ¿El sistema capitalista está en peligro de extinción?

R.– Claro, porque es una imposibilidad física. El sistema capitalista se basa en el crecimiento, y no vas a poder seguir creciendo si sigues aumentando el consumo de energía. Ante la falta de recursos energéticos, la economía no puede crecer. Por más que salgan algunos economistas diciendo que podemos desmaterializarnos o bajar la intensidad de consumo, en la práctica lo que se observa es que para que crezca la economía mundial tiene que crecer el consumo de energía. Eso no se ha querido aceptar, porque hacerlo supone asumir un cambio radical en nuestra vida y en nuestra economía, y eso es un tabú, porque no se puede hablar del fin del capitalismo.

P.– ¿Se están tomando medidas coherentes para adecuar la falta de combustibles y de gas? ¿Va la Unión Europea por el buen camino?

R.– La situación nos está forzando a hacer cambios, pero las medidas tomadas por Europa, como la reducción del 15% consumo de gas –España acordó limitarlo a 7%– se quedan cortas. Antes de la guerra, la dependencia del gas ruso era de un 40%, así que está claro que va a haber recortes más fuertes. En España, las medidas que se han propuesto son bastante tímidas: limitar el uso de la climatización, conceder algunas subvenciones a los combustibles o fomentar el transporte en trenes. Es decir, alimentar medidas que ya se están implementando en Francia, Alemania, Austria o Suiza. Todo esto es un principio de lo que viene: ya se anunció que en septiembre habría más medidas, porque la Unión Europea con un recorte del 15% no llega.

P.– ¿En qué se va a traducir ese descenso energético? ¿Dónde lo vamos a notar en el día a día, en nuestras vidas?

R.– Ya nos está cambiando la vida. Lo notamos en el precio de los carburantes, en el de la electricidad y en el del gas, y eso está afectando la viabilidad de muchas empresas que disminuyen su actividad económica o incluso quiebran. Ya sentimos el encarecimiento de la vida, un incremento de la inflación, un descenso económico y energético, y poco a poco entraremos en una recesión económica de la que nunca acabaremos de salir del todo. Empobrecimiento generalizado, reducción de salarios, incremento del paro y del coste de vida: esas van a ser las primeras fases del descenso energético si no se hace nada para evitarlo. Y ojo, que se puede paliar el golpe, pero con las medidas adoptadas estos meses ya estamos hablando de racionamiento.

P.– ¿Qué medidas se pueden adoptar para "paliar el golpe"?

R.– Empezar a hacer una redistribución de la sociedad, elegir a quién se le da energía, para qué, haciendo qué, prepararnos para producir más renovables, y no siempre de forma eléctrica. Y, por supuesto, debemos ir hacia el decrecimiento: hacer un menor consumo de materiales y energía, apostar por actividades y empleos localizados, garantizar el suministro de agua y alimentos básicos y frenar el paro.

Poco a poco, debemos adaptarnos a vivir con menos. Se puede hacer, y se puede vivir bien, pero hacen falta cambios estructurales. Para empezar, en el sistema financiero: no se pueden mantener tasas de crecimiento del capital como hasta ahora, ya que se han basado en el incremento del consumo de materiales y de energía... y eso ya no va a pasar nunca más. Hay que ir hacia un sistema adaptado al decrecimiento. No queda otra alternativa.

P.– En este galimatías energético... ¿Se encuentra al menos España en una situación privilegiada respecto a sus socios europeos?

R.– Aunque no va a durar para siempre, España sí que está en una situación de buen abastecimiento gracias a decisiones estratégicas tomadas en la última década, como la construcción de plantas de regasificación. En su momento las plantas no tenían mucha utilidad, porque el proceso de traer gas en barcos y reinyectarlo en el sistema era muy caro, pero con la situación actual España tiene el 38% de la capacidad de regasificación de Europa. Es un puerto de llegada del gas estadounidense, y también puede proveerse de Catar o de Australia.

P.– ¿Podemos hablar también de una independencia de combustibles como el petróleo y el diésel?

R.– Sí, porque tenemos una gran diversificación de proveedores y mantenemos refinerías en nuestro propio territorio y las hemos adaptado para funcionar con diversas mezclas de diferentes hidrocarburos. España está mejor abastecida. En el caso del petróleo, importamos crudo y producimos productos refinados. Hasta exportamos diésel. Estamos mucho mejor que la mayoría de países del mundo y de Europa. ¿Esto se mantendrá para siempre? Por supuesto que no. Estados Unidos está explotando los últimos pozos pendientes de desarrollo que quedaron tras la quiebra masiva de empresas dedicadas al fracking. Australia también se plantea cortar la exportación de gas. Y con respecto al petróleo, ahora mismo Nigeria, que nos exporta el 14%, está en una situación muy inestable.


P.– Salimos de la pandemia con unos precios de la alimentación disparados, con los carburantes por las nubes, una sequía terrible y una angustiosa incertidumbre provocada por la guerra de Ucrania. La gente, psicológicamente, está harta. ¿Cómo puede reaccionar una población exhausta a una nueva crisis, esta vez de suministros?

R.– Yo este invierno lo veo terrible. No sólo imagino movimientos populistas, sino revueltas en las calles. En España quizás no, porque está mejor abastecida, ¿pero en Francia y Alemania? Están fatal y lo van a llevar muy mal. ¿Y por qué? Porque todos estos problemas complejos se han explicado mal. No hay voluntad de hacer divulgación porque implica cuestionar el fondo de la cuestión, el propio sistema, y los políticos no tienen la honestidad de reconocerlo. Así que seguirán mareando la perdiz y confundiendo a la población. Si ante medidas tan tibias como las que ha propuesto el Gobierno español ya tienes a la oposición reaccionando de forma visceral y poco lógica, al final favorecerás la incomprensión de la sociedad, generarás un cabreo generalizado y el ascenso al poder de populismos.

P.– Usted ha denunciado que parte de nuestros problemas provienen de que vivimos en una sociedad distorsionada. ¿Qué parte de culpa tienen los medios de comunicación?

R.– Mira, el otro día me entrevistaron en una televisión catalana y, nada más acabar, salta un anuncio que hablaba de las virtudes del nuevo Honda Civic. Tú explicas una cosa de mucha gravedad y a continuación tienes publicidad que te incita al consumo. Eso genera una disonancia cognitiva. ¿Cómo quieres que te tomen en serio si justo a continuación, implícitamente, envías un mensaje absolutamente contradictorio? O, por ejemplo, el tema de la corbata de Sánchez: tiene un impacto nulo, cierto, pero es simbólico, y la reacción de algunas personas a la iniciativa fue ir con corbata a la playa. No estamos centrados.

P.– ¿Putin era conocedor de esta situación de potencial crisis en Europa y la ha aprovechado para invadir Ucrania?

R.– Putin es más consciente de la situación que otros líderes europeos. Por ejemplo, Rusia es el único país del mundo que ha reconocido que su producción de petróleo y gas no va a crecer. Cuando empieza esta guerra en Ucrania, lo hace como una guerra de posicionamiento, porque para ellos es importante tener acceso al Mar Negro y al Mediterráneo por razones estratégicas. Las zonas que han ocupado reflejan un interés en ese control geopolítico. Han entendido que, como va a disminuir su producción, la posición económicamente privilegiada de la que gozan en el presente no va a durar para siempre –de hecho, saben que nunca van a ser tan fuertes en la historia como ahora– y, por eso, han dado un puñetazo en la mesa.

P.– ¿Cree que Europa se encuentra en una posición de debilidad respecto a Putin?

R.– En el año 2014, cuando el Euromaidán, se dijo que Europa tenía demasiada dependencia del gas ruso. Nos dimos cuenta de que era un problema que comprometía nuestra política exterior y nuestra independencia. Entonces el gas de Putin representaba el 40% de las importaciones. Ocho años después representaba un 45% (ríe). En vez de disminuir, se incrementó.

La Unión Europea está desorientada. En poco más de un año hemos pasado por tres paquetes de medidas energéticas. Primero, el Paquete de Invierno; después, en enero, llegó aquella cosa tan extraña de calificar la nuclear y el gas en la taxonomía verde para poder hacer inversiones; finalmente, el brutal paquete REPowerEU de mayo, aprobó un 5% el aumento de consumo de carbón. Vamos como pollos sin cabeza, no sabemos a dónde tirar, y que se incremente el consumo de carbón revela que a Europa no le importa la lucha contra el cambio climático, pues contradice tres décadas de legislación, sino que desvela que lo único que le importa es preservar el sistema económico.

P.– Los objetivos climáticos alcanzados parecen, entonces, inasumibles.

R.– ¿Los hemos cumplido alguna vez? Piensa que el CO2 es acumulativo y se mantiene en la atmósfera durante 100 años. Incluso si parásemos las emisiones completamente, ahora mismo, todavía tendríamos dos siglos en los que la temperatura seguiría subiendo. Si miras la serie de CO2 de los últimos 40 años sólo ha habido dos años en los que no se emitía tanto: en la crisis del 2008 y en el confinamiento del 2020. Por lo demás, hay una tendencia creciente a la cantidad emitida anual, entre otras cosas porque se quema carbón, el que más CO2 produce.


P.– ¿Entonces para qué tanto discurso sobre el cambio climático desde las instituciones europeas? ¿Sirve para algo?

R.– ¡Nunca se ha cumplido un sólo objetivo de compromiso climático! Pero ni de broma, eh. Es todo una pura hipocresía. En el caso de Europa, dice que ha reducido sus emisiones de CO2 desde los años 90, pero eso depende de cómo lo mires, porque lo que han hecho tanto Europa como Estados Unidos es externalizar sus actividades más contaminantes a países como China. Luego esos productos se consumen aquí, lo que incluso aumenta aún más las emisiones porque hay que contar las del transporte que las importa. En un estudio reciente que analiza las emisiones de Europa contando las embebidas en los productos consumidos, se señala las emisiones totales son un 30% superiores a las contabilizadas oficialmente.

P.– ¿No ha habido ni una sola mejora? ¿Ni siquiera tras los objetivos de desarrollo sostenible?

R.– Desarrollo sostenible es, de entrada, un eufemismo para un oxímoron: crecimiento sostenible. Para conseguir la verdadera sostenibilidad se necesita un decrecimiento. No puede ser que después de tantos años, si realmente se hubiera hecho algo efectivo, no se note en las emisiones globales de CO2. Europa se escuda en decir que han hecho su parte del trabajo y el resto del mundo no. Pero eso es mentira. En el momento en el que externalizas tus fábricas y compras a otros países tienes parte de responsabilidad, aunque la quieras diluir. Típica hipocresía política. Nunca, nunca, nunca, si somos honestos, nunca hemos hecho nada para parar el cambio climático. Y ahora la UE, con el REPowerEU, se quita la careta y admite que, encima, aumentará un 5% el consumo de carbón.

P.– ¿Llegaremos a un punto de no retorno climático?

R.– No sabemos si ya hemos pasado ese punto de no retorno. Podría ser que sí, pero no lo sabemos. A lo que sí podemos enfrentarnos es a lo peor de los dos mundos: falta de energía y recursos y un cambio climático desbordado. Por eso debemos ser más estrictos: así como el problema del declive de combustibles fósiles supone un riesgo civilizatorio, el cambio climático supone un peligro para la continuidad de la especie en el planeta. Son dos problemas enormes con magnitudes diferentes.

P.– En esa tesitura de imposibilidad de crecimiento que defiende... ¿Corre la Unión Europea riesgo de resquebrajarse?

R.– Europa se está yendo por el desagüe de la historia. Si sigue este camino está condenada, porque no entiende la realidad: ni su dependencia de energía, ni que los planes de transición no son viables, ni que ya no tiene ni el peso ni la relevancia internacional que ostentaba. Si Rusia hubiera querido destruirnos antes lo podría haber hecho perfectamente sin disparar un sólo misil: corta el gas, el petróleo, el carbón, el uranio y listo. De hecho, Putin no tenía intención de hacer demasiado daño a Europa porque aún le interesábamos, pero le hemos tocado las narices y a ver ahora cómo pasamos este invierno, que será especialmente difícil en Alemania y Francia.


P.– Francia es uno de los países más vulnerables en la actual situación de crisis energética. ¿Corre nuestro vecino galo peligro de sufrir un clima de malestar social?

R.– Hablamos de un país en el que el 70% de su electricidad se genera a partir de centrales nucleares y que ahora tiene más de la mitad paradas. Necesita que España y Alemania le bombeen electricidad a saco. El año pasado por estas fechas Francia exportaba 7 GWh; el mes pasado importó 8 GWh. No es capaz de producir. Cuando Alemania empiece a cortar el grifo porque tenga sus propios problemas, Francia se irá al carajo. Es un país que no está adaptado, no tiene centrales de gas de ciclo combinado y en invierno la mayor parte de la gente se calienta mediante calefacción eléctrica, ya que la electricidad siempre había sido muy barata y abundante gracias a la nuclear.

P.– ¿Qué países de nuestro entorno son los más susceptibles de sufrir las peores consecuencias de la crisis energética?

R.– En mayo, Alemania tuvo su primer déficit de balanza comercial en 35 años. Se ha hablado poco de esto, pero es crítico, porque es la razón de que se devalúe el euro. En Alemania se usa el gas no sólo de forma energética, sino para la industria de transformación química, que produce fertilizantes y sintetiza plásticos o sustancias químicas. BASF, uno de los principales polos de producción química de Europa, no sabe qué hacer: si comienza a cerrar fábricas faltarán componentes para ese sector industrial.

Reino Unido es otro de los países que lo va a pasar muy mal, especialmente tras la cuestión del brexit. Está en una situación crítica en la que le falta de todo. Hace unas semanas tuvieron que importar electricidad de Bélgica porque, si no, habrían tenido un gran apagón. Llegaron a pagarla por la friolera de 11.000 dólares el megavatio hora. ¡Y nosotros nos estamos quejando por los 200 o 300 euros!

P.– Si usted mira al futuro próximo, ¿de qué cree que van a tener que prescindir las familias?

R.- Una de las industrias más damnificadas va a ser la del automóvil. A la gente se le ha hecho creer que va a poder tener coches eléctricos, pero no es verdad. No hay suficiente litio, manganeso, cobalto, níquel, ni siquiera cobre. Nunca va a haber 26 millones de coches eléctricos como hoy los hay de combustión interna en España (en el mundo actualmente hay 1.400 millones). Es un amargo despertar. De lo que no somos conscientes es que todos estos temas no van a ser opcionales: hagamos lo que nos de la gana porque hay cosas que no nos vamos a poder permitir.

Vamos a dejar de tener coche o de poner el aire acondicionado porque no lo vamos a poder pagar. Así de sencillo. Psicológicamente es duro y hay gente que está frustrada porque ve que vive peor que sus padres y que sus hijos vivirán aún peor que ellos, y habrá cabreos, protestas o votaciones a movimientos populistas que ofrecen soluciones sencillas a problemas complejos. Por eso mismo es importante explicar las cosas bien: el gran daño es mentir.

P.– En ese escenario casi apocalíptico en el que entran en juego los populismos, ¿le resulta disparatado hablar de dictaduras?

R.– Podemos acabar en dictaduras, por supuesto, incluso de un sistema ecofascista que implemente reducciones al consumo impuestas por los límites biofísicos del planeta. Eso puede suceder. Y creo que es el escenario más probable porque es muy simple: un sistema autoritario ayuda a implementar esas "soluciones mágicas". Para evitarlo hay que hacer divulgación y pedagogía, crear complicidades y que la gente entienda de qué va esto.

P.– ¿Ecofascismo? ¿En qué consiste?

R.– El ecofascismo consiste en que, de manera autoritaria, un régimen consiga que la sociedad se adapte, por la fuerza, a los límites biofísicos del planeta. En un sistema represivo que raciona y obliga, pero de forma desigual y autoritaria. Mientras que unos tienen privilegios, otros, la mayoría, son miserables. Es, en esencia, un movimiento que se ampara en la lucha contra el cambio climático, en mantenerse dentro de los límites ecológicos pero que, sin embargo, deriva en una perversa regulación de las relaciones sociales. Es como en 1984: existe un enemigo común un contra el que una población supeditada al Gran Hermano debe luchar, y el que no es un adepto es un traidor.

P.– Habla como si esa distopía estuviese cada vez más cerca.

R.– ¡Ya estamos empezando! En Europa hemos visto un descenso de las libertades individuales y un empobrecimiento de la discusión política, cada vez más radicalizada. Poco a poco se avanza hacia una imposición de las cosas por narices. En este tipo de discusiones relacionadas con los materiales, la energía y el cambio climático, se dice que las decisiones son tomadas por técnicos, pero muchas veces son de carácter político y derivan en reparticiones injustas.

P.– Usted también ha hablado alguna vez de la preocupación que le genera la militarización de Europa. La OTAN sugirió que los integrantes de la Alianza aumentaran su presupuesto del 1,5% al 2% de su PIB. ¿Habrá guerra con Rusia?

R.– Yo creo que la militarización servirá para invadir los países del norte de África y aprovecharnos de sus recursos. Estoy convenido de que no va dirigida a luchar contra Putin. No habrá guerra contra Rusia porque tiene armas atómicas, igual que Francia, Estados Unidos y Reino Unido, y un conflicto directo implica la destrucción mutua asegurada. Yo creo que los aumentos de los presupuestos de los respectivos ministerios de Defensa tienen como objetivo que, cuando haya problemas, invadan países del norte de África. Somos así de cutres.

P.– ¿Cutres?

R.– Dijimos que no se podía pagar el gas de Gazprom con rublos porque era acceder al chantaje de Rusia. Algunos países como Polonia, Dinamarca u Holanda, se negaron, pero Italia, Francia, Alemania o España –cuyo mes de junio hizo récord de compras a Rusia, por cierto– siguieron pagando con rublos. Es una demostración de la enorme cutrez moral en la que vivimos.

P.– Vista la situación general... ¿Hay algún lugar al que podamos escapar?

R.– Mi hija de 16 años ya lo tiene todo calculado: Nueva Zelanda (ríe). Pero bueno, yo soy de la opinión de que lo que hay que hacer es, en cada sitio, adaptarse y hacer las cosas adecuadas para ser resiliente. No tenemos cuentas mágicas para mantener todo tal cual está, pero sí maneras de consumir la décima parte de lo que hacemos. El primer cambio es social: cambiar un sistema socioeconómico y cultural orientado al crecimiento. El capitalismo no funciona porque se funda sobre un cuestión ideológica, no lógica. No tiene lógica suponer que puedes crecer infinitamente en un planeta finito. Pero el sistema es insostenible. Yo no soy dado a las revoluciones, porque son peligrosas y sangrientas, así que por eso debemos evolucionar y superar las incongruencias de nuestro sistema. ¡Podemos vivir bien! Pero hay que hacerlo alcanzando cambios sociales y culturales.

P.– ¿Qué queda si acaba el capitalismo? Hay quien siempre tiene la tendencia a decir que llegará el comunismo. Es el mismo peloteo ideológico de siempre.

R.– ¡No, en absoluto! El comunismo es igualmente un sistema productivista que acaba chocando exactamente con los mismos límites que el capitalismo, y además lo hace de manera autoritaria. Ni mucho menos sería una solución. El sistema ideal sería apostar por sistemas de economía ecológica que respete nuestros ecosistemas, que son los que nos mantienen con vida. Apostar por el decrecimiento como hecho físico. Esto no es ideológico, sino lógico. Por eso, cuando alguien cuestiona el sistema capitalista, al tener una carga ideológica tan fuerte, te acusan directamente de actuar por ideología.

P.– ¿Cómo ve el mundo en 2050?

R.– Nunca hay que perder la esperanza. A mí la gente me dice que soy pesimista, pero yo digo que soy realista y hablo para adultos. Es como si le dices a alguien que tiene un cáncer: no es una buena noticia pero puedes luchar contra ello. Ahora es igual: tenemos un problema gigantesco, pero podemos superarlo y vivir mejor. Va a ser difícil, pero si nos lo proponemos podemos llegar a una situación mejor que la actual. Pero para ello hay que sudar, esforzarse y hacer las cosas como Dios manda. ¿Es posible? Yo creo que sí. Pero hace falta voluntad política y, sobre todo, social.
Saludos.

pollo

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Re:PPCC-Pisitófilos Creditófagos-Verano 2022
« Respuesta #2042 en: Agosto 28, 2022, 19:47:27 pm »
En cuanto a la vivienda, yo creo que el único camino es que el estado construya vivienda básica masivamente en competición con la iniciativa privada.

En cuanto a la inflación:  lo único que puede tener de fiscal es la parte impositiva de la denominada "transición verde" (impuestos a las emisiones de CO2).

Yo ya dije que este proceso era intrínsecamente inflacionario y hasta que se culmine de algún modo habrá inflación sobre el mítico 2%.  Es de cajón.
https://www.transicionestructural.net/index.php?topic=2550.msg195891#msg195891
Lo de la vivienda pública habría sido una solución hace 30 años, o hace 20. Creo que llegaría tarde ya. Acabarían sobrando por un tubo dentro de unos años si todo va como parece que va a ir. Lo mismo que está pasando en el trabajo, va a empezar en algún momento en la vivienda (si es que ya no ha empezado y sólo vemos la primera "capa" de efectos).


Derby

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Re:PPCC-Pisitófilos Creditófagos-Verano 2022
« Respuesta #2044 en: Agosto 28, 2022, 22:09:19 pm »
https://www.ft.com/content/989b2e50-e8b5-474c-86a3-190c6881b235

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A post-dollar world is coming

The currency may look strong but its weaknesses are mounting

This month, as the dollar surged to levels last seen nearly 20 years ago, analysts invoked the old Tina (there is no alternative) argument to predict more gains ahead for the mighty greenback.

What happened two decades ago suggests the dollar is closer to peaking than rallying further. Even as US stocks fell in the dotcom bust, the dollar continued rising, before entering a decline that started in 2002 and lasted six years. A similar turning point may be near. And this time, the US currency’s decline could last even longer.

Adjusted for inflation or not, the value of the dollar against other major currencies is now 20 per cent above its long-term trend, and above the peak reached in 2001. Since the 1970s, the typical upswing in a dollar cycle has lasted about seven years; the current upswing is in its 11th year. Moreover, fundamental imbalances bode ill for the dollar.

When a current account deficit runs persistently above 5 per cent of gross domestic product, it is a reliable signal of financial trouble to come. That is most true in developed countries, where these episodes are rare, and concentrated in crisis-prone nations such as Spain, Portugal and Ireland. The US current account deficit is now close to that 5 per cent threshold, which it has broken only once since 1960. That was during the dollar’s downswing after 2001.

Nations see their currencies weaken when the rest of the world no longer trusts that they can pay their bills. The US currently owes the world a net $18tn, or 73 per cent of US GDP, far beyond the 50 per cent threshold that has often foretold past currency crises.

Finally, investors tend to move away from the dollar when the US economy is slowing relative to the rest of the world. In recent years, the US has been growing significantly faster than the median rate for other developed economies, but it is poised to grow slower than its peers in coming years.

If the dollar is close to entering a downswing, the question is whether that period lasts long enough, and goes deep enough, to threaten its status as the world’s most trusted currency.

Since the 15th century, the last five global empires have issued the world’s reserve currency — the one most often used by other countries — for 94 years on average. The dollar has held reserve status for more than 100 years, so its reign is already older than most.

The dollar has been bolstered by the weaknesses of its rivals. The euro has been repeatedly undermined by financial crises, while the renminbi is heavily managed by an authoritarian regime. Nonetheless, alternatives are gaining ground.

Beyond the Big Four currencies — of the US, Europe, Japan and the UK — lies the category of “other currencies” that includes the Canadian and Australian dollar, the Swiss franc and the renminbi. They now account for 10 per cent of global reserves, up from 2 per cent in 2001.

Their gains, which accelerated during the pandemic, have come mainly at the expense of the US dollar. The dollar share of foreign exchange reserves is currently at 59 per cent — the lowest since 1995. Digital currencies may look battered now, but they remain a long-run alternative as well.

Meanwhile, the impact of US sanctions on Russia is demonstrating how much influence the US wields over a dollar-driven world, inspiring many countries to speed up their search for options. It’s possible that the next step is not towards a single reserve currency, but to currency blocs.

South-east Asia’s largest economies are increasingly settling payments to one another directly, avoiding the dollar. Malaysia and Singapore are among the countries making similar arrangements with China, which is also extending offers of renminbi support to nations in financial distress. Central banks from Asia to the Middle East are setting up bilateral currency swap lines, also with the intention of reducing dependence on the dollar.

Today, as in the dotcom era, the dollar appears to be benefiting from its safe-haven status, with most of the world’s markets selling off. But investors are not rushing to buy US assets. They are reducing their risk everywhere and holding the resulting cash in dollars.

This is not a vote of confidence in the US economy, and it is worth recalling that bullish analysts offered the same reason for buying tech stocks at their recent peak valuations: there is no alternative. That ended badly. Tina is never a viable investment strategy, especially not when the fundamentals are deteriorating.

So don’t be fooled by the strong dollar. The post-dollar world is coming.
“Everything can be taken from a man but one thing: the last of the human freedoms — to choose one’s attitude in any given set of circumstances, to choose one’s own way.”— Viktor E. Frankl
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sudden and sharp

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Re:PPCC-Pisitófilos Creditófagos-Verano 2022
« Respuesta #2045 en: Agosto 28, 2022, 22:49:15 pm »
El titular

Ribera se estrella con la luz: el precio se desboca y duplica al de antes de la excepción ibérica

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El titular

Europa languidece: las señales de que lo peor está por llegar

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El titular

Pobreza y miseria, el objetivo cada vez más confeso de nuestros gobernantes

La foto







Ya sabéis qué dicen acerca de cuantas palabras no valen lo que una imagen.    ;)

El enlace

https://www.libremercado.com/

Derby

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Re:PPCC-Pisitófilos Creditófagos-Verano 2022
« Respuesta #2046 en: Agosto 29, 2022, 08:29:12 am »
https://www.msn.com/es-es/dinero/formacion-empleo/la-gran-dimisi%C3%B3n-llega-a-espa%C3%B1a-miles-de-personas-han-abandonado-su-trabajo-en-lo-que-llevamos-de-2022/

Citar
La ‘gran dimisión’ llega a España: miles de personas han abandonado su trabajo en lo que llevamos de 2022

La ‘gran dimisión’ llega a España: miles de personas han abandonado su trabajo en lo que llevamos de 2022

En la primera mitad de este año más de 30.000 empleados han renunciado a su puesto de trabajo de manera voluntaria.

(...)Tal y como reflejan los informes de la Seguridad Social, en lo que llevamos de año nuestro país ha registrado los mayores índices de renuncia desde que se tienen datos: en torno a 30.000. Solamente en abril, 5.500 personas abandonaron su puesto de trabajo por propia iniciativa.

El anterior techo de dimisiones tuvo lugar en el año 2007, cuando en plena burbuja económica, se despidieron de sus obligaciones laborales 4.700 trabajadores. Los datos señalan que durante 2021 la tendencia en España ya era creciente. Por ejemplo, entre enero y marzo se produjeron unas 2.000 renuncias al mes, un número que fue aumentando de manera paulatina, con algún altibajo, hasta que en diciembre superó las 3.000.

Este año esa dinámica se ha mantenido, aunque es muy probable que en el tercer trimestre se ralentice, ya que históricamente es una época de gran movilidad laboral por la actividad económica del verano. Aunque, de momento, no han saltado las alarmas, la ministra de trabajo, Yolanda Díaz, ya tuvo el pasado mes de mayo un encuentro con los principales sindicatos para abordar este problema.

Abandona quien puede

En la renuncia al trabajo también hay una cuestión de clase social. Generalmente, quien se encuentra en niveles socioeconómicos bajos se aferra al trabajo porque es su único medio de poder subsistir. Por el contrario, quienes tienen ahorros o provienen de familias con grandes patrimonios pueden arriesgarse a intentar cambiar de trabajo o a exigir mejores condiciones en el que tienen, porque si les sale mal las consecuencias no son tan negativas. Pueden permitirse equivocarse.

La precariedad o el estrés son otros de los factores que explican, en parte, la renuncia al puesto de trabajo, pero hay otros factores. Es cierto que las cuestiones tangibles, como el sueldo, son claves para decidir aceptar o rechazar un empleo, pero existen otras no tangibles como sentirse valorado por los jefes o sentir motivación y satisfacción por lo que se está haciendo.
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Re:PPCC-Pisitófilos Creditófagos-Verano 2022
« Respuesta #2047 en: Agosto 29, 2022, 09:31:49 am »
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La ‘gran dimisión’ llega a España: miles de personas han abandonado su trabajo en lo que llevamos de 2022

La ‘gran dimisión’ llega a España: miles de personas han abandonado su trabajo en lo que llevamos de 2022

En la primera mitad de este año más de 30.000 empleados han renunciado a su puesto de trabajo de manera voluntaria.

(...)Tal y como reflejan los informes de la Seguridad Social, en lo que llevamos de año nuestro país ha registrado los mayores índices de renuncia desde que se tienen datos: en torno a 30.000. Solamente en abril, 5.500 personas abandonaron su puesto de trabajo por propia iniciativa.

El anterior techo de dimisiones tuvo lugar en el año 2007, cuando en plena burbuja económica, se despidieron de sus obligaciones laborales 4.700 trabajadores. Los datos señalan que durante 2021 la tendencia en España ya era creciente. Por ejemplo, entre enero y marzo se produjeron unas 2.000 renuncias al mes, un número que fue aumentando de manera paulatina, con algún altibajo, hasta que en diciembre superó las 3.000.

Este año esa dinámica se ha mantenido, aunque es muy probable que en el tercer trimestre se ralentice, ya que históricamente es una época de gran movilidad laboral por la actividad económica del verano. Aunque, de momento, no han saltado las alarmas, la ministra de trabajo, Yolanda Díaz, ya tuvo el pasado mes de mayo un encuentro con los principales sindicatos para abordar este problema.

Abandona quien puede

En la renuncia al trabajo también hay una cuestión de clase social. Generalmente, quien se encuentra en niveles socioeconómicos bajos se aferra al trabajo porque es su único medio de poder subsistir. Por el contrario, quienes tienen ahorros o provienen de familias con grandes patrimonios pueden arriesgarse a intentar cambiar de trabajo o a exigir mejores condiciones en el que tienen, porque si les sale mal las consecuencias no son tan negativas. Pueden permitirse equivocarse.

La precariedad o el estrés son otros de los factores que explican, en parte, la renuncia al puesto de trabajo, pero hay otros factores. Es cierto que las cuestiones tangibles, como el sueldo, son claves para decidir aceptar o rechazar un empleo, pero existen otras no tangibles como sentirse valorado por los jefes o sentir motivación y satisfacción por lo que se está haciendo.

En Dinamarca, idolatrada por los "libeggales" por el despido libre y tal, pasa esto pero a todos los niveles. Hay tanto trabajo que hasta el último mono puede hacerle la peineta al jefe en cualquier momento. Si hay despido libre, también hay renuncia libre. Están acostumbrados a no aguantar ni media tontería.

Aquí... pues con las pocas renuncias que hay, hay empresarietes que ya se lo están tomando bastante mal. Y sólo hemos empezado.

El verano deja sin cubrir la mitad de empleos en hostelería, un reto crónico: "Falta personal cualificado"

Citar
La mitad de las vacantes para hostelería han quedado desiertas este verano, pero el problema para contratar personal cualificado va más allá de la temporada alta y de las zonas turísticas: dos de cada tres empresarios tienen dificultades para encontrar empleados "en todo momento".

Así queda fielmente reflejado en la encuesta sobre este asunto realizada a los empresarios por la patronal Hostelería de España para conocer esta situación que ya no solo se circunscribe a la temporada alta, si bien es mucho más evidente en estas fechas.


Según ha explicado el secretario general de esta patronal, Emilio Gallego, la mitad de las 100.000 vacantes que el sector ha ofertado para este verano han quedado desiertas porque ha sido imposible encontrar personal disponible.

Este es sin duda uno de los desafíos que afronta un sector que según la Encuesta de Población Activa (EPA) emplea, solo en bares y restaurantes, a 1,26 millones de personas, lo que representa un 9,5% más que hace un año, pero un 4,5% menos aún que antes de la pandemia.

Este verano ha habido negocios que no han podido desplegar toda su capacidad por falta de personal cualificado
Subraya el estudio que el empleo en temporada alta es difícil de cubrir para un 38,6% de los empresarios encuestados, aunque la mayoría tiene dificultades en todo momento y solo un 7,6% reduce el problema a encontrar empleados extra para ocasiones especiales como las celebraciones.



"Este verano ha habido negocios que no han podido desplegar toda su capacidad por falta de personal cualificado", sentencia Gallego, quien reclama un plan de choque de formación específico de acceso a la hostelería para conseguir que las personas que buscan empleo puedan optar a las vacantes que se ofertan.

Las causas
La cualificación es el principal escollo a la hora de contratar, seguido del rechazo a los horarios, la baja incorporación de los jóvenes al mercado laboral y el trasvase a otros sectores como la construcción o el comercio a raíz de las restricciones derivadas de la pandemia, apunta el estudio.

Sueldos "insuficientes" no ayudan a ocupar las vacantes de un sector en el que camareros y cocineros son los puestos más difíciles de cubrir, aunque el 21,1% de los empresarios apunta que tiene problemas para encontrar todos los puestos en general.

Llama la atención que el medio "más eficaz" para encontrar personas interesadas en sus vacantes sea el "boca a boca" para el 72,4 % de los empresarios encuestados, seguido de los anuncios en web y redes sociales.

Más allá de este círculo de cercanía que permite el boca a boca ha sido muy difícil encontrar trabajadores este verano
"Más allá de este círculo de cercanía que permite el boca a boca ha sido muy difícil encontrar trabajadores este verano", asevera Gallego.

Pierden relevancia para este fin, por tanto, los servicios autonómicos de empleo, las escuelas de hostelería y las empresas de selección de personal.

Una vez que los encuentran, optan en su mayoría por contratos estables, según este estudio que apunta que solo un 11,1% usa preferentemente el contrato temporal, frente al 64,4% de fijo ordinario y el 24,5% de fijo discontinuo.

La despoblación
También señala la encuesta que un 17% de los encuestados asegura que la despoblación agrava lógicamente y "en proporción" la falta de personal, tal y como confirma el vicepresidente de la Federación de Turismo y Hostelería de Guadalajara, Mario de Lucas.

En esta provincia, los empresarios tienen como "competencia" a la logística, un sector cuyas naves han proliferado en esta zona y que requiere un "perfil de trabajador muy parecido" al que necesita la hostelería, pero con "horarios más conciliables con la vida personal", explica.

Los locales de hostelería de C-LM vuelven a la actividad entre la ilusión y la desesperanza
La respuesta del dueño de un bar a un cliente que se queja del trato recibido
Aunque la situación difiere en función de las zonas, asegura que es un factor que limita la capacidad de expansión de los negocios y que incluso ha habido empresarios que este verano han tenido que reducir las mesas de terrazas para las que tenían permiso al carecer de personal par atenderlas.

"Ya no hablamos de una filosofía, son empresarios reales con consecuencias reales derivadas de no poder contratar trabajadores cualificados", asevera.

Una vez expuesto el problema, hay que buscar soluciones; en este punto, los hosteleros proponen, por orden de preferencia, planes de formación, la flexibilidad de los contratos a extranjeros, el diseño de planes de alquiler de viviendas para trabajadores y de contingentes de candidatos extranjeros.

 :roto2:

  • Planes de formación. ¿Quién los paga, el Estado? ¿Y quién los imparte, los mismos antiguos trabajadores que hicieron la peineta?
  • Flexibilidad de contratos a extranjeros. ¿Qué extranjeros? :roto2: Si hasta los refugiados ucranianos empiezan a volver a Ucrania porque prefieren eso a regalar su sueldo a un rentista.
  • Alquiler de viviendas para trabajadores. Pues ale, al lío, a convencer a los caseros o a ser ustedes mismos los que formalicen los contratos.
  • Contingentes de candidatos extranjeros. GOTO 2

Empieza el nerviosismo, pero aún apuestan sólo por parches. En vez de arreglar la natalidad aquí, a probar suerte con la inmigración. Ni una palabra de que ya probamos eso en los 2000 y que con la crisis muchos nos calaron. Ahora muchos saben que no atamos los perros con longaniza.

Del alquiler de vivienda para trabajadores, a ver en qué se concreta eso porque después de tantas pirulas no me creo ná.

El Peak Currantes está aquí, y a demasiados les va a pillar con el paso cambiado.

Vipamo

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Re:PPCC-Pisitófilos Creditófagos-Verano 2022
« Respuesta #2048 en: Agosto 29, 2022, 10:35:30 am »
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La ‘gran dimisión’ llega a España: miles de personas han abandonado su trabajo en lo que llevamos de 2022

La ‘gran dimisión’ llega a España: miles de personas han abandonado su trabajo en lo que llevamos de 2022

En la primera mitad de este año más de 30.000 empleados han renunciado a su puesto de trabajo de manera voluntaria.

(...)Tal y como reflejan los informes de la Seguridad Social, en lo que llevamos de año nuestro país ha registrado los mayores índices de renuncia desde que se tienen datos: en torno a 30.000. Solamente en abril, 5.500 personas abandonaron su puesto de trabajo por propia iniciativa.

El anterior techo de dimisiones tuvo lugar en el año 2007, cuando en plena burbuja económica, se despidieron de sus obligaciones laborales 4.700 trabajadores. Los datos señalan que durante 2021 la tendencia en España ya era creciente. Por ejemplo, entre enero y marzo se produjeron unas 2.000 renuncias al mes, un número que fue aumentando de manera paulatina, con algún altibajo, hasta que en diciembre superó las 3.000.

Este año esa dinámica se ha mantenido, aunque es muy probable que en el tercer trimestre se ralentice, ya que históricamente es una época de gran movilidad laboral por la actividad económica del verano. Aunque, de momento, no han saltado las alarmas, la ministra de trabajo, Yolanda Díaz, ya tuvo el pasado mes de mayo un encuentro con los principales sindicatos para abordar este problema.

Abandona quien puede

En la renuncia al trabajo también hay una cuestión de clase social. Generalmente, quien se encuentra en niveles socioeconómicos bajos se aferra al trabajo porque es su único medio de poder subsistir. Por el contrario, quienes tienen ahorros o provienen de familias con grandes patrimonios pueden arriesgarse a intentar cambiar de trabajo o a exigir mejores condiciones en el que tienen, porque si les sale mal las consecuencias no son tan negativas. Pueden permitirse equivocarse.

La precariedad o el estrés son otros de los factores que explican, en parte, la renuncia al puesto de trabajo, pero hay otros factores. Es cierto que las cuestiones tangibles, como el sueldo, son claves para decidir aceptar o rechazar un empleo, pero existen otras no tangibles como sentirse valorado por los jefes o sentir motivación y satisfacción por lo que se está haciendo.

En Dinamarca, idolatrada por los "libeggales" por el despido libre y tal, pasa esto pero a todos los niveles. Hay tanto trabajo que hasta el último mono puede hacerle la peineta al jefe en cualquier momento. Si hay despido libre, también hay renuncia libre. Están acostumbrados a no aguantar ni media tontería.

Aquí... pues con las pocas renuncias que hay, hay empresarietes que ya se lo están tomando bastante mal. Y sólo hemos empezado.

El verano deja sin cubrir la mitad de empleos en hostelería, un reto crónico: "Falta personal cualificado"

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La mitad de las vacantes para hostelería han quedado desiertas este verano, pero el problema para contratar personal cualificado va más allá de la temporada alta y de las zonas turísticas: dos de cada tres empresarios tienen dificultades para encontrar empleados "en todo momento".

Así queda fielmente reflejado en la encuesta sobre este asunto realizada a los empresarios por la patronal Hostelería de España para conocer esta situación que ya no solo se circunscribe a la temporada alta, si bien es mucho más evidente en estas fechas.


Según ha explicado el secretario general de esta patronal, Emilio Gallego, la mitad de las 100.000 vacantes que el sector ha ofertado para este verano han quedado desiertas porque ha sido imposible encontrar personal disponible.

Este es sin duda uno de los desafíos que afronta un sector que según la Encuesta de Población Activa (EPA) emplea, solo en bares y restaurantes, a 1,26 millones de personas, lo que representa un 9,5% más que hace un año, pero un 4,5% menos aún que antes de la pandemia.

Este verano ha habido negocios que no han podido desplegar toda su capacidad por falta de personal cualificado
Subraya el estudio que el empleo en temporada alta es difícil de cubrir para un 38,6% de los empresarios encuestados, aunque la mayoría tiene dificultades en todo momento y solo un 7,6% reduce el problema a encontrar empleados extra para ocasiones especiales como las celebraciones.



"Este verano ha habido negocios que no han podido desplegar toda su capacidad por falta de personal cualificado", sentencia Gallego, quien reclama un plan de choque de formación específico de acceso a la hostelería para conseguir que las personas que buscan empleo puedan optar a las vacantes que se ofertan.

Las causas
La cualificación es el principal escollo a la hora de contratar, seguido del rechazo a los horarios, la baja incorporación de los jóvenes al mercado laboral y el trasvase a otros sectores como la construcción o el comercio a raíz de las restricciones derivadas de la pandemia, apunta el estudio.

Sueldos "insuficientes" no ayudan a ocupar las vacantes de un sector en el que camareros y cocineros son los puestos más difíciles de cubrir, aunque el 21,1% de los empresarios apunta que tiene problemas para encontrar todos los puestos en general.

Llama la atención que el medio "más eficaz" para encontrar personas interesadas en sus vacantes sea el "boca a boca" para el 72,4 % de los empresarios encuestados, seguido de los anuncios en web y redes sociales.

Más allá de este círculo de cercanía que permite el boca a boca ha sido muy difícil encontrar trabajadores este verano
"Más allá de este círculo de cercanía que permite el boca a boca ha sido muy difícil encontrar trabajadores este verano", asevera Gallego.

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Una vez que los encuentran, optan en su mayoría por contratos estables, según este estudio que apunta que solo un 11,1% usa preferentemente el contrato temporal, frente al 64,4% de fijo ordinario y el 24,5% de fijo discontinuo.

La despoblación
También señala la encuesta que un 17% de los encuestados asegura que la despoblación agrava lógicamente y "en proporción" la falta de personal, tal y como confirma el vicepresidente de la Federación de Turismo y Hostelería de Guadalajara, Mario de Lucas.

En esta provincia, los empresarios tienen como "competencia" a la logística, un sector cuyas naves han proliferado en esta zona y que requiere un "perfil de trabajador muy parecido" al que necesita la hostelería, pero con "horarios más conciliables con la vida personal", explica.

Los locales de hostelería de C-LM vuelven a la actividad entre la ilusión y la desesperanza
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"Ya no hablamos de una filosofía, son empresarios reales con consecuencias reales derivadas de no poder contratar trabajadores cualificados", asevera.

Una vez expuesto el problema, hay que buscar soluciones; en este punto, los hosteleros proponen, por orden de preferencia, planes de formación, la flexibilidad de los contratos a extranjeros, el diseño de planes de alquiler de viviendas para trabajadores y de contingentes de candidatos extranjeros.

 :roto2:

  • Planes de formación. ¿Quién los paga, el Estado? ¿Y quién los imparte, los mismos antiguos trabajadores que hicieron la peineta?
  • Flexibilidad de contratos a extranjeros. ¿Qué extranjeros? :roto2: Si hasta los refugiados ucranianos empiezan a volver a Ucrania porque prefieren eso a regalar su sueldo a un rentista.
  • Alquiler de viviendas para trabajadores. Pues ale, al lío, a convencer a los caseros o a ser ustedes mismos los que formalicen los contratos.
  • Contingentes de candidatos extranjeros. GOTO 2

Empieza el nerviosismo, pero aún apuestan sólo por parches. En vez de arreglar la natalidad aquí, a probar suerte con la inmigración. Ni una palabra de que ya probamos eso en los 2000 y que con la crisis muchos nos calaron. Ahora muchos saben que no atamos los perros con longaniza.

Del alquiler de vivienda para trabajadores, a ver en qué se concreta eso porque después de tantas pirulas no me creo ná.

El Peak Currantes está aquí, y a demasiados les va a pillar con el paso cambiado.

Discrepo en lo que te refieres a que los inmigrantes no vendrán.
Vendrán inmigrantes y vendrán a raudales. Más pobres que los ucranianos que huyeron de la guerra (por cierto estos ucranianos eran de clase media a alta. Recordad  los coches con los que huyeron. Las clases bajas se quedaron y están siendo  sacrificadas a decenas de miles en el frente.)

Volviendo a la inmigración potencial, en África, Asía y América hay cientos de millones de personas que ante la
falta de cualquier perspectiva en su país vendrían encantados de la
vida.

wanderer

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Re:PPCC-Pisitófilos Creditófagos-Verano 2022
« Respuesta #2049 en: Agosto 29, 2022, 10:42:46 am »
Esto que traigo de Miguel Ángel Quintana Paz podría tanto en el principal, como en el hilo del Fin del trabajo o en el de A Brave New World. Me parece provocador y discutible, pero ahí va:

Citar
La educación fracasa: pero ¿y si no fuera un error, sino una característica de nuestro sistema?
«La verdadera grieta al ponernos a educar es bien otra: la que se abre entre quienes creen que educar debe servir para algo (propagar ideología, perpetuar nuestro sistema económico) y cuantos creemos que educar debe servirle a alguien (al educando)»

https://theobjective.com/elsubjetivo/opinion/2021-09-23/educacion-fracaso-error-caracteristica-sistema/

La verdadera grieta en el campo de la educación no es la que nos separa entre izquierdistas y derechistas. O la que nos divide entre innovadores y tradicionalistas. La verdadera grieta al ponernos a educar es bien otra: la que se abre entre quienes creen que educar debe servir para algo (propagar ideología, perpetuar nuestro sistema económico) y cuantos creemos que educar debe servirle a alguien (al educando).

Buena parte de nuestras izquierdas y derechas creen que educar consiste sobre todo en un privilegio para los docentes: durante miles de horas, tendrán a su disposición a millones de niños encerrados en miles de colegios, y obligados a escuchar con mayor o menor desgana las ideas que al profesor, nuncio de la Bondad en la Tierra, le pete inculcarles. Hay educadores a los que solo sugerirles que esta anda lejos de ser su misión trascendente les enrabieta. Como si a un sacerdote le sugirieras que abandonara sus altares (¿propiciatorios?), cual si a un predicador le invitaras a bajarse del púlpito.

Dado que la mayor parte de estos profesores-propagandistas son de izquierda (los datos muestran este sesgo por doquier: Europa, Estados Unidos, Canadá…), y dado que también fue todo un ídolo de la izquierda, Juan Jacobo Rousseau, quien mayores esperanzas depositó sobre este rol redentor de la educación, la derecha a menudo se ha refugiado en la otra táctica educativa que mencionábamos antes. Propongamos una instrucción no centrada en adoctrinar, sino en formar futuros trabajadores, o emprendedores del mañana. En vez de clases sobre Valores éticos, enseñemos Valores bursátiles; en vez de Igualdad de género, Contabilidad.

Pero, como decíamos al inicio, estamos trabajando con una dicotomía errónea. A la postre, la separación entre izquierdas y derechas no resulta tan importante. Cuando unas y otras creen que la educación sirve para hacerle algo al alumno (meterle ideas correctas, adiestrarlo en habilidades útiles) siempre es posible, al final, un pacto de buena amistad.

Y, de hecho, eso es lo que tenemos a nuestro derredor. Escuelas, colegios y universidades que lo mismo suministran ideología «para hacer buenos ciudadanos» que entrenan competencias «para mejorar nuestra mano de obra». Y si alguien osara recordar que un alumno es algo más que un ciudadano o un productor futuro (que un alumno es una persona, por ejemplo, con dignidad propia, y por lo tanto no sujeto al uso que otros, ideologías o sistemas económicos, organizaciones políticas o empresas, dispongan de él) a quien así hable habrá de tomársele como un tipo harto inconveniente.

Ahora bien, he aquí que nos topamos, una vez instalados en ese marco, con toda una sorpresa. O con una doble sorpresa, pues afecta a las dos patas de esa educación utilitaria que estamos describiendo.

En primer lugar, miramos a las nuevas generaciones de alumnos y salta a la vista que cada vez aprenden menos cosas. Los temarios de los libros de texto, poco a poco, se jibarizan; a sus habilidades de cálculo mental las sustituye una calculadora; su vocabulario se empobrece. ¿Cómo es posible, si ese fuera el caballo de batalla de muchos ideólogos educativos, que no crezcan las «competencias» de nuestros educandos, sino que incluso mermen? Quizá solo en el conocimiento del inglés sea palpable la tendencia contraria (pero ¿es por las clases de esa asignatura o gracias a videojuegos e internet?).

En segundo lugar, las cosas tampoco funcionan mucho mejor en la cara ideologizante de nuestros centros educativos. Lo advirtió hace ya años Peter Sloterdijk: si el objetivo de tanta y tanta educación como llevamos impartida en los últimos siglos era mejorar la moralidad de la especie humana, resulta dudoso su éxito. Como alemán que es, bien sabe él de la refinada cultura que podían exhibir muchos nacionalsocialistas; como niños que todos hemos sido, bien conocemos lo indiferentes (cuando no difidentes) que nos dejaban nuestras maestras y sus cansinas insistencia en que nos portásemos requetebién. Sí, seguiremos haciendo murales por la paz mundial y ejercicios en clase «contra toda violencia»; pero luego, en el patio del colegio, cuando nadie nos mire, solo si jugamos a imitar un concurso de belleza y queremos hablar como las misses repetiremos las banalidades pacifistas de nuestros mayores.

¿Para qué sirve entonces la educación, si no sirve para las cosas que quieren los que dicen que sirve?

Hace unos días el profesor Enrique Galindo nos recordaba en Twitter una inquietante hipótesis. (Galindo es buen ejemplo de que la grieta importante en educación no es la que divide a conservadores e izquierdistas; como militante de Izquierda Unida que es, muchas cosas me separan de él; como crítico con la educación actual, muchas cosas nos acomunan). Se trata de una conversación con un alto cargo francés que recoge Michel Desmurget en su libro La fábrica de cretinos digitales. Merece la pena reproducirla:

«Después del blablablá habitual acerca de los beneficios de los dispositivos digitales, la conversación fue transcurriendo del siguiente modo:

-Yo (Desmurget): Todos los estudios demuestran una importante reducción de las competencias cognitivas de estos jóvenes, desde el lenguaje hasta la capacidad de atención, pasando por los conocimientos culturales y fundamentales más básicos. Y, como ya sabemos, sobre todo gracias a los informes PISA, la digitalización de los colegios no hace más que empeorar la situación.

-Él (alto cargo francés): Se habla de la economía del conocimiento, pero se trata de algo minoritario. En el futuro, más del 90 % de los empleos serán de escasa cualificación, en los sectores de ayuda a las personas dependientes, servicios, transporte, limpieza en el hogar… Para estos puestos tampoco hacen falta personas muy formadas.

-Yo: ¿Y entonces para qué hacer que todos estudien una carrera universitaria, si van a terminar como dependientes en Decathlon?

-Él: Pues porque un estudiante sale más barato que un parado y está más aceptado socialmente. Todos conocemos ya el nivel de esos títulos. Son solo de cara a la galería. No hay que ser ingenuos. Además, cuanto más tiempo estén en la Universidad, más nos ahorraremos en pensiones».


¿Nos hallamos ante una declaración aislada, consecuencia indeseada de que el capitoste galo de referencia acabara de comer demasiado brie o de ingerir excesivo Burdeos? El propio Galindo desmonta esa sospecha, trayendo un par de citas de documentos en este caso oficiales, de nada menos que la OCDE, en línea similar.

Así, en su publicación Las escuelas de mañana, de 2001, se habla ya de «no todo el mundo elegirá una carrera en el dinámico sector de la nueva economía (de hecho, la mayoría no lo hará), por lo que los planes de estudio no pueden diseñarse como si todos debieran llegar lejos».

Y hace ocho años, en su informe Mejores competencias, mejores empleos, mejores condiciones de vida, se insistía en que «hay indicios de una tendencia hacia el aumento de la polarización de competencias: se necesitan trabajadores altamente calificados para labores relacionadas con la tecnología; se contratan trabajadores menos calificados para la prestación de servicios que no pueden automatizarse, digitalizarse o subcontratarse, tales como el cuidado de otras personas; se sustituyen las competencias medias por robots inteligentes».

Al leer estos textos, de repente, todo cuadra. Ya no es un misterio que una escuela que se dice orientada a instruir al alumno para que sirva a la sociedad luego instruya de manera tan escasa; ya no resulta enigmático que cada vez más dinero dedicado a la educación forme de modo cada vez peor. ¿Y si todo eso no fuera un error de nuestro sistema educativo, sino una característica intencionada del mismo? (Como dicen los informáticos: it’s not a bug, but a feature).

¿Y si la vía que tienen nuestros colegios e institutos de servir al país no fuera ilustrar hasta el máximo posible a cada uno de los que por ellos pasan? ¿Y si el propósito fuera retener estabulados a millones de niños y jóvenes para que no molesten a los que estamos en edades productivas? ¿Y si se les entretuviera en tanto con un poco de ideología por acá, un poco de saberes por allá, pero sin esfuerzos excesivos, que al fin y al cabo la mayoría de esos alumnos terminarán haciendo cosas como cuidar ancianos o fregar esas escaleras donde Roomba no marcha del todo bien? ¿Y si nuestros profesores fueran ya solo animadores socioculturales mejor pagados que sus homónimos en Benidorm, que amenizan a jubilados en vez de a púberes?

La hipótesis es sencilla, aunque desasosegante. Mas ya Occam nos advirtió que lo primero no empece para que algo sea verdad. Hay un viejo chiste soviético que habla de que en sus fábricas los obreros hacían como que trabajaban, mientras el Estado hacía como que les pagaba por ello. Poco a poco, nuestra educación se asimila a ello: un sistema donde los profesores hacen como que enseñan, y los alumnos como que aprenden. Y a ningún gobierno le molesta que así sea: se afanará, al contrario, en que obtener suspensos cada vez importe menos, en que cada vez se deban hacer menos recuperaciones, en que el esfuerzo sea menos y menos necesario. La economía del futuro no necesita otra cosa. Y corregir exámenes en septiembre resulta un tostonazo.

Mientras, los que pensamos que educar vale por sí mismo, no por lo que la economía futura, o por lo que una u otra ideología ansíen hacer del estudiante; los que creemos que darle a un chico saber es como darle salud o fuerza física o afecto o disfrute de la vida (cosas que se justifican no por lo que podrá hacer luego con tales virtudes, sino porque ellas mismas fundan lo valioso de nuestra existencia); los que creemos que la educación debe hacer mejores personas porque sí, no porque luego vayan a ser útiles a la sociedad o a la economía, deberemos aguardar tiempos mejores. ¿Con alguna esperanza? Bueno, justo si hemos leído libros antiguos (de esos que no sirven para nada) sabemos ninguna decadencia es perpetua; así que acaso pronto los hados tornen a sernos propicios y arriben tiempos mejores para educar.
"De lo que que no se puede hablar, es mejor callar" (L. Wittgenstein; Tractatus Logico-Philosophicus).

Benzino Napaloni

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Re:PPCC-Pisitófilos Creditófagos-Verano 2022
« Respuesta #2050 en: Agosto 29, 2022, 10:59:20 am »
Discrepo en lo que te refieres a que los inmigrantes no vendrán.
Vendrán inmigrantes y vendrán a raudales. Más pobres que los ucranianos que huyeron de la guerra (por cierto estos ucranianos eran de clase media a alta. Recordad  los coches con los que huyeron. Las clases bajas se quedaron y están siendo  sacrificadas a decenas de miles en el frente.)

Volviendo a la inmigración potencial, en África, Asía y América hay cientos de millones de personas que ante la
falta de cualquier perspectiva en su país vendrían encantados de la
vida.

Insisto, no vendrán. Respuesta corta.

Respuesta larga. Primero está Hispanoamérica, la fuente preferida de inmigrantes por obvias razones culturales y de idioma. Problema: octubre de 2008. Un millón más de parados en un solo mes, la mayor parte obreros de la construcción, y a su vez la mayor parte inmigrantes también. Desde entonces allí ya nos conocen y saben que no atamos los perros con longaniza. En concreto saben que si vienen será para matarse a trabajar y ahorrar cero. El profesional cualificado, con que apriete un poco más los idiomas, ya salta a donde quiera. Quedan, es cierto, los que huyen de la miseria o de sitios donde la vida vale poco y las muertes por asesinato no son noticia de lo comunes que son. ¿Pero están formados? ¿Nada más venir van a saber hacer cocina u hostelería? No digamos ya profesiones técnicas de nivel medio. Del alto ya ni hablamos.

Y si hablamos de otros continentes, peor todavía. Prácticamente no se habla español en África, y en Asia aún menos. Dado lo mal que aún andamos aquí de idiomas internacionales, ¿cómo van a ser productivos, o incluso aprender el oficio, si primero hay que salvar la brecha cultural?


Venir pueden venir... pero la contribución que harían es otro asunto. Porque ya no sólo empiezan a faltar camareros, está empezando a faltar de todo. Hasta se prevé que falten médicos en pocos años si es que no faltan ya. ¿Vamos a atraer inmigrantes pagándoles mil euritos y que se las apañen en un piso patera sin intimidad?

Mi apuesta es clara: no vendrán inmigrantes. Al menos, no en el número ni en la calidad que se desearía para mantener el chiringo sin reformas.

Saturio

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Re:PPCC-Pisitófilos Creditófagos-Verano 2022
« Respuesta #2051 en: Agosto 29, 2022, 11:08:45 am »
Esto que traigo de Miguel Ángel Quintana Paz podría tanto en el principal, como en el hilo del Fin del trabajo o en el de A Brave New World. Me parece provocador y discutible, pero ahí va:

Citar
La educación fracasa: pero ¿y si no fuera un error, sino una característica de nuestro sistema?
«La verdadera grieta al ponernos a educar es bien otra: la que se abre entre quienes creen que educar debe servir para algo (propagar ideología, perpetuar nuestro sistema económico) y cuantos creemos que educar debe servirle a alguien (al educando)»

https://theobjective.com/elsubjetivo/opinion/2021-09-23/educacion-fracaso-error-caracteristica-sistema/

La verdadera grieta en el campo de la educación no es la que nos separa entre izquierdistas y derechistas. O la que nos divide entre innovadores y tradicionalistas. La verdadera grieta al ponernos a educar es bien otra: la que se abre entre quienes creen que educar debe servir para algo (propagar ideología, perpetuar nuestro sistema económico) y cuantos creemos que educar debe servirle a alguien (al educando).

Buena parte de nuestras izquierdas y derechas creen que educar consiste sobre todo en un privilegio para los docentes: durante miles de horas, tendrán a su disposición a millones de niños encerrados en miles de colegios, y obligados a escuchar con mayor o menor desgana las ideas que al profesor, nuncio de la Bondad en la Tierra, le pete inculcarles. Hay educadores a los que solo sugerirles que esta anda lejos de ser su misión trascendente les enrabieta. Como si a un sacerdote le sugirieras que abandonara sus altares (¿propiciatorios?), cual si a un predicador le invitaras a bajarse del púlpito.

Dado que la mayor parte de estos profesores-propagandistas son de izquierda (los datos muestran este sesgo por doquier: Europa, Estados Unidos, Canadá…), y dado que también fue todo un ídolo de la izquierda, Juan Jacobo Rousseau, quien mayores esperanzas depositó sobre este rol redentor de la educación, la derecha a menudo se ha refugiado en la otra táctica educativa que mencionábamos antes. Propongamos una instrucción no centrada en adoctrinar, sino en formar futuros trabajadores, o emprendedores del mañana. En vez de clases sobre Valores éticos, enseñemos Valores bursátiles; en vez de Igualdad de género, Contabilidad.

Pero, como decíamos al inicio, estamos trabajando con una dicotomía errónea. A la postre, la separación entre izquierdas y derechas no resulta tan importante. Cuando unas y otras creen que la educación sirve para hacerle algo al alumno (meterle ideas correctas, adiestrarlo en habilidades útiles) siempre es posible, al final, un pacto de buena amistad.

Y, de hecho, eso es lo que tenemos a nuestro derredor. Escuelas, colegios y universidades que lo mismo suministran ideología «para hacer buenos ciudadanos» que entrenan competencias «para mejorar nuestra mano de obra». Y si alguien osara recordar que un alumno es algo más que un ciudadano o un productor futuro (que un alumno es una persona, por ejemplo, con dignidad propia, y por lo tanto no sujeto al uso que otros, ideologías o sistemas económicos, organizaciones políticas o empresas, dispongan de él) a quien así hable habrá de tomársele como un tipo harto inconveniente.

Ahora bien, he aquí que nos topamos, una vez instalados en ese marco, con toda una sorpresa. O con una doble sorpresa, pues afecta a las dos patas de esa educación utilitaria que estamos describiendo.

En primer lugar, miramos a las nuevas generaciones de alumnos y salta a la vista que cada vez aprenden menos cosas. Los temarios de los libros de texto, poco a poco, se jibarizan; a sus habilidades de cálculo mental las sustituye una calculadora; su vocabulario se empobrece. ¿Cómo es posible, si ese fuera el caballo de batalla de muchos ideólogos educativos, que no crezcan las «competencias» de nuestros educandos, sino que incluso mermen? Quizá solo en el conocimiento del inglés sea palpable la tendencia contraria (pero ¿es por las clases de esa asignatura o gracias a videojuegos e internet?).

En segundo lugar, las cosas tampoco funcionan mucho mejor en la cara ideologizante de nuestros centros educativos. Lo advirtió hace ya años Peter Sloterdijk: si el objetivo de tanta y tanta educación como llevamos impartida en los últimos siglos era mejorar la moralidad de la especie humana, resulta dudoso su éxito. Como alemán que es, bien sabe él de la refinada cultura que podían exhibir muchos nacionalsocialistas; como niños que todos hemos sido, bien conocemos lo indiferentes (cuando no difidentes) que nos dejaban nuestras maestras y sus cansinas insistencia en que nos portásemos requetebién. Sí, seguiremos haciendo murales por la paz mundial y ejercicios en clase «contra toda violencia»; pero luego, en el patio del colegio, cuando nadie nos mire, solo si jugamos a imitar un concurso de belleza y queremos hablar como las misses repetiremos las banalidades pacifistas de nuestros mayores.

¿Para qué sirve entonces la educación, si no sirve para las cosas que quieren los que dicen que sirve?

Hace unos días el profesor Enrique Galindo nos recordaba en Twitter una inquietante hipótesis. (Galindo es buen ejemplo de que la grieta importante en educación no es la que divide a conservadores e izquierdistas; como militante de Izquierda Unida que es, muchas cosas me separan de él; como crítico con la educación actual, muchas cosas nos acomunan). Se trata de una conversación con un alto cargo francés que recoge Michel Desmurget en su libro La fábrica de cretinos digitales. Merece la pena reproducirla:

«Después del blablablá habitual acerca de los beneficios de los dispositivos digitales, la conversación fue transcurriendo del siguiente modo:

-Yo (Desmurget): Todos los estudios demuestran una importante reducción de las competencias cognitivas de estos jóvenes, desde el lenguaje hasta la capacidad de atención, pasando por los conocimientos culturales y fundamentales más básicos. Y, como ya sabemos, sobre todo gracias a los informes PISA, la digitalización de los colegios no hace más que empeorar la situación.

-Él (alto cargo francés): Se habla de la economía del conocimiento, pero se trata de algo minoritario. En el futuro, más del 90 % de los empleos serán de escasa cualificación, en los sectores de ayuda a las personas dependientes, servicios, transporte, limpieza en el hogar… Para estos puestos tampoco hacen falta personas muy formadas.

-Yo: ¿Y entonces para qué hacer que todos estudien una carrera universitaria, si van a terminar como dependientes en Decathlon?

-Él: Pues porque un estudiante sale más barato que un parado y está más aceptado socialmente. Todos conocemos ya el nivel de esos títulos. Son solo de cara a la galería. No hay que ser ingenuos. Además, cuanto más tiempo estén en la Universidad, más nos ahorraremos en pensiones».


¿Nos hallamos ante una declaración aislada, consecuencia indeseada de que el capitoste galo de referencia acabara de comer demasiado brie o de ingerir excesivo Burdeos? El propio Galindo desmonta esa sospecha, trayendo un par de citas de documentos en este caso oficiales, de nada menos que la OCDE, en línea similar.

Así, en su publicación Las escuelas de mañana, de 2001, se habla ya de «no todo el mundo elegirá una carrera en el dinámico sector de la nueva economía (de hecho, la mayoría no lo hará), por lo que los planes de estudio no pueden diseñarse como si todos debieran llegar lejos».

Y hace ocho años, en su informe Mejores competencias, mejores empleos, mejores condiciones de vida, se insistía en que «hay indicios de una tendencia hacia el aumento de la polarización de competencias: se necesitan trabajadores altamente calificados para labores relacionadas con la tecnología; se contratan trabajadores menos calificados para la prestación de servicios que no pueden automatizarse, digitalizarse o subcontratarse, tales como el cuidado de otras personas; se sustituyen las competencias medias por robots inteligentes».

Al leer estos textos, de repente, todo cuadra. Ya no es un misterio que una escuela que se dice orientada a instruir al alumno para que sirva a la sociedad luego instruya de manera tan escasa; ya no resulta enigmático que cada vez más dinero dedicado a la educación forme de modo cada vez peor. ¿Y si todo eso no fuera un error de nuestro sistema educativo, sino una característica intencionada del mismo? (Como dicen los informáticos: it’s not a bug, but a feature).

¿Y si la vía que tienen nuestros colegios e institutos de servir al país no fuera ilustrar hasta el máximo posible a cada uno de los que por ellos pasan? ¿Y si el propósito fuera retener estabulados a millones de niños y jóvenes para que no molesten a los que estamos en edades productivas? ¿Y si se les entretuviera en tanto con un poco de ideología por acá, un poco de saberes por allá, pero sin esfuerzos excesivos, que al fin y al cabo la mayoría de esos alumnos terminarán haciendo cosas como cuidar ancianos o fregar esas escaleras donde Roomba no marcha del todo bien? ¿Y si nuestros profesores fueran ya solo animadores socioculturales mejor pagados que sus homónimos en Benidorm, que amenizan a jubilados en vez de a púberes?

La hipótesis es sencilla, aunque desasosegante. Mas ya Occam nos advirtió que lo primero no empece para que algo sea verdad. Hay un viejo chiste soviético que habla de que en sus fábricas los obreros hacían como que trabajaban, mientras el Estado hacía como que les pagaba por ello. Poco a poco, nuestra educación se asimila a ello: un sistema donde los profesores hacen como que enseñan, y los alumnos como que aprenden. Y a ningún gobierno le molesta que así sea: se afanará, al contrario, en que obtener suspensos cada vez importe menos, en que cada vez se deban hacer menos recuperaciones, en que el esfuerzo sea menos y menos necesario. La economía del futuro no necesita otra cosa. Y corregir exámenes en septiembre resulta un tostonazo.

Mientras, los que pensamos que educar vale por sí mismo, no por lo que la economía futura, o por lo que una u otra ideología ansíen hacer del estudiante; los que creemos que darle a un chico saber es como darle salud o fuerza física o afecto o disfrute de la vida (cosas que se justifican no por lo que podrá hacer luego con tales virtudes, sino porque ellas mismas fundan lo valioso de nuestra existencia); los que creemos que la educación debe hacer mejores personas porque sí, no porque luego vayan a ser útiles a la sociedad o a la economía, deberemos aguardar tiempos mejores. ¿Con alguna esperanza? Bueno, justo si hemos leído libros antiguos (de esos que no sirven para nada) sabemos ninguna decadencia es perpetua; así que acaso pronto los hados tornen a sernos propicios y arriben tiempos mejores para educar.

Hombre, si los chavales de Valdefierro aprendiesen de verdad qué iban a hacer los chavales de Pedralbes.
Este sistema permite que algún gilipollas salga de vez en cuando diciendo que hay gente que "no es necesaria".

Benzino Napaloni

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Re:PPCC-Pisitófilos Creditófagos-Verano 2022
« Respuesta #2052 en: Agosto 29, 2022, 11:15:34 am »
Esto que traigo de Miguel Ángel Quintana Paz podría tanto en el principal, como en el hilo del Fin del trabajo o en el de A Brave New World. Me parece provocador y discutible, pero ahí va:

[...]

Interesante compararlo con la denostada escuela franquista. No era precisamente un dechado de virtudes, pero en algunos sentidos se ha ido al otro extremo.

La escuela antigua abusaba de la figura de la repetición, la memoria, y el no discutir y cuestionar. Justo el enfoque que se necesitaba para la mayoría de los trabajos: ser capaz de memorizar todo lo que iba a hacer falta, y ser capaz de repetirlo una y otra vez sin aburrirse ni desmotivarse. En el bachillerato y la universidad se aflojaba algo ese punto, pero tampoco mucho. Después de todo, al que le va a tocar dirigir hay que dotarle de ciertas capacidades. También estaba el tema de la segregación, no ya por sexos sino por capacidades.

Pero al abrir la mano al discutir y cuestionar, hemos acabado como el chiste del problema de las patatas:
https://paginaspersonales.deusto.es/airibar/personal/textos_web/Textos_ciencia.html#1


Y en línea con la Navaja de Occam, está una de las tiras de Historias de la Puta Mili para ilustrarlo. El sargento de cocina está haciendo el rancho, judías a la vinagreta como siempre, y le encasquetan un nuevo recluta para asistir en cocina. El recluta, que sabe de cocina, se sorprende de que no se hagan comidas de más calidad con los ingredientes que tiene a la vista. Le hace una demostración al sargento, el sargento lo prueba y le encanta el sabor. Pero acto seguido le ordena a otro recluta que anda por ahí que se cague inmediatamente en el perolo.

El sargento le explica entonces al recluta que no puede permitir que los reclutas se licencien convertidos en gourmets de morro fino, porque eso va a chocar entre otras cosas con la mierda de seguro de paro que les espera. ¿Comprendes muchacho por qué es tan importante la labor de un sargento de cocina? Pues ale, devuélveme el gorro, y a pelar papas como un cabrón.

Vamos, que el sistema "fabrica" exactamente lo que necesita... Aunque a estas alturas es cierto que el trabajo de fábrica "todos los días haciendo lo mismo" ha perdido algo de protagonismo. Sobre todo en lo que usa informática, la gran fuente de amor/odio desde hace años.

wanderer

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Re:PPCC-Pisitófilos Creditófagos-Verano 2022
« Respuesta #2053 en: Agosto 29, 2022, 11:18:01 am »
[...]
Hombre, si los chavales de Valdefierro aprendiesen de verdad qué iban a hacer los chavales de Pedralbes.
Este sistema permite que algún gilipollas salga de vez en cuando diciendo que hay gente que "no es necesaria".

Me parece que el tema no es tanto ése, sino que como diría Niño Becerra "la mayoría no son necesarios", sin que importe su origen social.

Traigo esto porque contrasta con la idea de Peak Currantes (sin que la niegue frontalmente). Creo con todo, que aunque sea provocadora la idea del artículo (y bastante veraz en describir como es la educación actual), el Peak Currantes se impondrá y al obligar a valorar en su justa medida el trabajo, también impondrá que no se podrá permitir que amplias masas de educandos acaben sus estudios muy ideologizados por una parte, y sin saber hacer ni el huevo por otra.

Porque yo disparo la siguiente idea: si van a haber pocos trabajadores, no podemos permitirnos que sean una panda de catetos agilipollados por monstruosidades como el wokismo. Ya veremos...
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Juan

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Re:PPCC-Pisitófilos Creditófagos-Verano 2022
« Respuesta #2054 en: Agosto 29, 2022, 11:40:55 am »
No sé si hemos hablando de este señor, Ismael Clemente, CEO de Merlin Capital.

Sé que el video va a hacer las delicias de todos, especialmente de Hynkel.

https://twitter.com/rankandyank/status/1555621345119043584

Contra esta gente vivimos.

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