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Mensajes - Agui

en: Diciembre 24, 2013, 18:05:13 pm 1 General / Transición Estructural / APOYO AL JUEZ SILVA

No se si change. org, es una organización que actúa limpiamente o esta totalmente manipulada como otras.
 Pero lo que si sé es que este juez merece el respeto de los españoles, por su valentía al enfrentarse al poder de verdad poniendo en juego no solo su carrera sino quizás mucho más, y pienso que lo menos que se debe es mostrarle  apoyo.

https://www.change.org/es/peticiones/apoyo-al-juez-elpidio-silva-por-la-verdad-y-la-justicia

en: Octubre 31, 2013, 03:19:11 am 2 General / Transición Estructural / Mercancía, valor y relación social

Hola a todos, hace tiempo que os leo pero no me registré hasta ayer. Vengo también rebotao de Burbuja que se está haciendo insoportable.

Para presentarme y viendo el éxito que tuvo en este foro el debate entre Rallo y Pisitófilos subo un artículo muy potente sobre el tema escrito por el marxista argentino Rolando Astarita.

Si os apetece entablar un debate sobre el, ..., contar conmigo




"En una entrada anterior presenté una explicación de por qué, en la teoría de Marx, el capital es una relación social, consistente en la escisión entre propietarios y no propietarios de los medios de producción (aquí). En esta nota analizo por qué la mercancía y el valor son relaciones sociales. Más precisamente, por qué son el resultado necesario de una sociedad específica, caracterizada por la propiedad privada de los medios de producción. Este análisis permite también entender la diferencia sustancial entre la teoría del valor de Marx, y la teoría de Ricardo. Antes de entrar en el tema, aclaro que no pretendo sustituir la lectura de los textos de Marx. Simplemente trato de ayudar a la comprensión de algunos apartados del capítulo 1 de El Capital, como los referidos a la forma del valor.

Una primera aproximación

Empecemos con una primera aproximación a la noción de Marx de “forma social”. En los pasajes iniciales de El Capital Marx dice que en la sociedad capitalista la mercancía es “la forma elemental de la riqueza”, y poco después habla de la “forma social” de la riqueza material. Con esto quiere significar que, en la sociedad capitalista, los productos del trabajo humano, además de ser bienes físicos, tienen una propiedad o forma social, que consiste en ser mercancías. El trigo, por ejemplo, es mercancía, no por alguna cualidad física que le sea inherente, sino porque, bajo determinadas relaciones entre los seres humanos, es llevado al mercado para su comercialización; esto es, se convierte en mercancía. Su contenido material -y por ende, su utilidad-, es una condición para que sea mercancía, pero no determina al cereal como mercancía. Así, el trigo que producía una antigua familia campesina para su subsistencia, no era mercancía, aunque constituía una riqueza material que satisfacía sus necesidades. El ser mercancía, entonces, constituye una propiedad social, que remite a una forma de relacionarse entre los seres humanos para producir e intercambiar.

De la misma manera, también el valor constituye una cualidad social. Si digo, por ejemplo, que el trigo tiene tales y cuales propiedades nutritivas, y además vale x dólares, me estoy refiriendo a dos propiedades distintas. La primera atañe una cualidad física, que el trigo manifiesta con su cuerpo de trigo (la cantidad de nutrientes que posee la puedo examinar en el mismo trigo). La segunda, el hecho de que “vale”, es de otro tipo, es social, y por eso sólo la expresa el trigo a través de una relación, con el dinero, o con otra mercancía. Se trata de una propiedad objetiva (es el trigo el que tiene el valor), pero social, y por esta razón no puede manifestarse a través de alguna características física (véase Marx, 1999, p. 63, t. 1). Por eso también, el tener valor es una propiedad históricamente determinada; existieron sociedades en las cuales los productos del trabajo no eran mercancías, ni poseían valor, aunque sí valor de uso.


El segundo paso

En la sociedad capitalista los productos del trabajo se presentan como mercancías, y por lo tanto, como valores. En consecuencia, se intercambian en determinadas proporciones cuantitativas (x mercancía A por z mercancía B, etcétera). Esas proporciones son los valores de cambio (o los precios, si suponemos que hay dinero). Pero para que bienes cualitativamente diversos puedan compararse, argumenta Marx, debe existir alguna propiedad que les sea común. Además, cuando estudiamos los intercambios sistemáticos y repetidos de mercancías que son reproducibles por medio del trabajo, nos damos cuenta de que las proporciones en que se intercambian no son aleatorias. Tienen regularidades, esto es, existen ciertas proporciones entre los valores de cambio que se mantienen. Hegel dice en la Lógica que en estos casos hablamos de una “razón” que rige esas proporciones, que remite a alguna ley interna que rige. Esto nos lleva a pasar de la “superficie” (los valores de cambio, o los precios), a un nivel más esencial, que nos da la propiedad común que permite la comparación entre bienes cualitativamente distintos en sus valores de uso y propiedades físicas, y la ley que gobierna esos intercambios.

El análisis entonces demuestra que la única propiedad social que es común a las mercancías es que todas son productos del trabajo humano, considerado en su carácter de gasto humano de energía. Una vez hecha abstracción de los valores de uso -en tanto valores de uso todas las mercancías son diferentes- y del tipo específico de sus trabajos, queda solo un “residuo”, a saber, “una misma objetividad espectral, una mera gelatina de trabajo humano indiferenciado, esto es, gasto de fuerza de trabajo humana, sin consideración a la forma en que se gastó la misma” (Marx, 1999, p. 47, t. 1).

Llegamos así al concepto de valor, que podemos definir como el tiempo de trabajo objetivado, socialmente necesario, para producir la mercancía. Socialmente necesario porque para generar valor, los productores deben trabajar con una tecnología social y con una intensidad promedio, y también deben satisfacer necesidades sociales, que están determinadas cuantitativa y cualitativamente. De nuevo, vemos que el valor es una propiedad social: su contenido es tiempo de trabajo social. Aunque ese trabajo social -ese contenido o sustancia del valor-, aparece como una propiedad objetiva de las mercancías. Esto es, aparece como “valor” de la mercancía.

La pregunta que no se hace la economía burguesa

A partir de lo anterior, viene el punto que tal vez sea el paso crucial del argumento de Marx. El mismo empieza -al tratar la forma del valor, en el capítulo 1 de El Capital- por preguntarse por las características de la “objetividad” del valor. “La objetividad de las mercancías en cuanto valores se diferencia de mistress Quickly en que no se sabe por dónde agarrarla” (p. 58). Es que por más que se dé vuelta a una mercancía, no hay forma de aprehender algo que sea físicamente “valor”. Si volvemos un momento al pasaje  en que Marx se refiere al “residuo” que queda una vez hecha la abstracción de los valores de uso, vemos que habla de una “objetividad espectral”. Se refiere a que es una propiedad objetiva, pero que no se manifiesta en alguna característica física, que pueda ser medible; no hay “coágulos” o “bolitas” de trabajo socialmente necesario dentro de la mercancía, mediante los cuales ella pueda expresar que tiene valor. Esto se debe a que estamos ante una objetividad social, y como tal, “sólo puede ponerse de manifiesto en la relación social con otras mercancías” (p. 58). Solo a través de su comparación con otra mercancía, una mercancía determinada puede expresar que contiene valor.

Pero aquí se plantea una pregunta clave, que se hace Marx, y que nunca se había hecho la economía burguesa: ¿por qué esta forma del valor? ¿Por qué el tiempo de trabajo social tiene que manifestarse a través de esa propiedad objetiva de las cosas? Esto es, ¿por qué “el trabajo se representa en el valor”? ¿A qué se debe “que la medida del trabajo conforme a su duración se represente en la magnitud del valor alcanzada por el producto del trabajo”? (1999, p. 98, t. 1). En toda sociedad los seres humanos compararon directamente los tiempos de trabajo empleados en la producción de los diversos bienes, pero en la sociedad capitalista no comparan directamente trabajos, sino a través de “cosas que valen” en el mercado. ¿Por qué?

La respuesta es que se debe al tipo particular de trabajo que produce las mercancías. Es un tipo de trabajo específico, porque corresponde a una sociedad basada en propietarios privados de los medios de producción. Esto significa que cada uno trabaja de forma privada e independiente, pero a su vez forma parte de una división social del trabajo. De aquí que cada trabajo, que se realiza de manera independiente, tiene siempre que acreditarse como parte del trabajo social. En otros términos, son “productores privados de mercancías” (p. 131), que se enfrentan “como propietarios privados de cosas enajenables”, pero a la vez, integran el organismo productivo social. Son independientes, y por eso sus trabajos no son sociales de manera directa. Pero necesitan hacerlos valer en tanto trabajos sociales. Y esto último ocurre a través del mercado, donde los trabajos son comparados a través del valor de las mercancías. “Como personas independientes entre sí”, que están en una “relación de ajenidad recíproca” (p. 107), sus trabajos privados no son directamente sociales. En consecuencia, sólo se validan como sociales mediante la venta de sus productos.

Trabajo objetivado y forma de valor

Con lo anterior tenemos los elementos para comprender el que posiblemente sea el pasaje clave del análisis de la forma del valor, en que Marx demuestra por qué, para que haya valor, esto es, para que la mercancía tenga una propiedad que es a la vez social y objetiva, es necesario que encuentre la forma de expresarla, en su “lenguaje” de mercancía. Escribe: “Sin embargo, no basta con enunciar el carácter específico del trabajo del cual se compone el valor del lienzo” (p. 63). Esto es, no basta con decir que se ha empleado fuerza de trabajo humana, como gasto de energía. “La fuerza de trabajo humana, en estado líquido, o el trabajo humano, crea valor, pero no es valor”. Con esto Marx está diciendo que el trabajo constituye un principio explicativo del valor independiente, o sea, no remite a otro valor (véase Dobb sobre este aspecto, aquí). Sigue el pasaje: “Se convierte en valor al solidificarse, al pasar a la forma objetiva”. Podemos ver entonces que la mercancía tiene que adquirir esa “objetividad espectral” para que tenga la propiedad de “valer”, y para esto, es necesario que pueda expresarla como propiedad suya. Es lo que dice a continuación: “Para expresar el valor de la tela como gelatina de trabajo humano, es menester expresarlo en cuanto ‘objetividad’ que, como cosa, sea distinta del lienzo mismo, y a la vez común a él ya otra mercancía. El problema ya está resuelto” (ídem).

La forma del valor es entonces consustancial a la propiedad social, que deriva del trabajo realizado en condiciones de propiedad privada de los medios de producción. Para que el contenido del valor -tiempo de trabajo socialmente necesario- se plasme como propiedad objetiva de la mercancía, es imprescindible que ésta encuentre la manera de expresar esa propiedad. Y lo hace en el lenguaje de las mercancías, a través de los precios. Por eso, se trata de un mundo generado por los seres humanos, pero que éstos no dominan. Un mundo que, hasta cierto punto, se independiza de la sociedad: “el lienzo revela sus pensamientos en el único lenguaje que domina, el lenguaje de las mercancías” (p. 64). Esto es, la mercancía “dice” que su valor ha sido creado por trabajo humano abstracto, “diciendo” que otra mercancía, en cuanto es valor, está constituida por el mismo trabajo. De la misma manera “dice” que se trata de una objetividad que no es física, sino social, “diciendo” que el valor tiene el aspecto de otra mercancía (por ejemplo, el aspecto de oro, cuando éste se convierte en dinero). Por eso, para que haya valor, el trabajo privado debe ser validado como trabajo social en el intercambio: “es sólo en su intercambio donde los productos del trabajo adquieren una objetividad de valor, socialmente uniforme, separada de su objetividad de uso, sensorialmente diversa” (p. 89). Esa objetividad de valor es, por supuesto, el dinero. En esta concepción, la forma del valor es esencial para que exista el contenido, trabajo social objetivado; una cuestión que remite a la relación dialéctica entre forma y contenido, que presenta Hegel en la Lógica.

El apartado sobre el fetichismo

El apartado dedicado al fetichismo de la mercancía, que sigue al de la forma del valor, profundiza lo anterior (de hecho, la explicación del fetichismo ya está contenida en el análisis de la forma del valor).

Al inicio del mismo, Marx se pregunta de dónde devienen las complejidades que ha mostrado el análisis de la mercancía, y responde que no pueden derivar del valor de uso, ni del trabajo concreto (destinado a generar valores de uso). Pero tampoco “del contenido de las determinaciones del valor” (p. 87), esto es, de las características que conforman la sustancia del valor. Es que siempre los seres humanos emplearon energía en el trabajo; también tuvieron que interesarse por los tiempos de trabajo invertidos, y además, es un hecho que “tan pronto como los hombres trabajan unos para otros, su trabajo adquiere también una forma social” (p. 88).

Por eso, Marx vuelve a preguntarse de dónde sale ese carácter enigmático que distingue al producto del trabajo “no bien asume la forma de mercancía”. La respuesta es “de esa forma misma”. Es que la igualdad de los trabajos humanos, en la sociedad productora de mercancías, adquiere la igualdad de valores de los productos del trabajo; la medida del gasto de trabajo humano toma la forma de cantidad de valor; y “las relaciones entre los productores… revisten la forma de una relación social entre los productos de sus trabajos” (ídem). Esto significa que una relación social entre los seres humanos, adopta “la forma fantasmagórica de una relación entre cosas” (p. 89). Pero ello ocurre porque se trata de un trabajo social particular: son productores privados, propietarios privados de los medios de producción. En palabras de Marx: “Si los objetos para el uso se convierten en mercancías, ello se debe únicamente a que son productos de trabajos privados ejercidos independientemente los unos de los otros” (1999, p. 89, t. 1). También: “La división social del trabajo convierte en mercancía el producto del trabajo, y con ello torna en necesaria la transformación del mismo en dinero” (p. 132). No es un capricho, sino una necesidad que deriva de la misma estructura social. Dado que los trabajos son privados, dado “el comportamiento puramente atomístico de los hombres en su proceso social de producción” (p. 113), sólo en el acto de cambio esos trabajos adquieren su realidad como partes del trabajo social. Por eso también, la venta del producto es el “salto mortal” de la mercancía, el momento en que el trabajo privado se sanciona como social. Si por alguna circunstancia, el productor no puede vender su producto, metamorfosear la mercancía en dinero, significa que su trabajo privado no ha generado valor, no ha sido validado socialmente.

Asimismo, refiriéndose a la objetivación del trabajo en tanto valor de la mercancía, Marx escribe: “de hecho, los trabajos privados no alcanzan realidad como partes del trabajo social en conjunto, sino por medio de las relaciones que el intercambio establece entre los productos del trabajo y, a través de los mismos, entre los productores. A éstos, por ende, las relaciones sociales entre sus trabajos privados se les ponen de manifiesto como lo que son, vale decir, no como relaciones directamente sociales trabadas entre las personas mismas, en sus trabajos, sino por el contrario, como relaciones propias de cosas entre las personas y relaciones sociales entre las cosas” (p. 89). Los trabajos privados solo alcanzan realidad como partes del trabajo social conjunto a través del intercambio. Éste es el punto que Ricardo pasa por alto (también Sraffa e incluso algunos marxistas influenciados por el enfoque ricardiano). Parecen olvidar que en la sociedad mercantil los trabajos “no son directamente sociales”.

En otras sociedades

El carácter específicamente social del trabajo en la sociedad productora de mercancías es subrayado por Marx al compararlo con el trabajo en otras sociedades, donde los hombres no relacionan entre sí los productos de sus trabajos en tanto valores. Así, en la Edad Media europea, dado que las relaciones personales constituyen la base social, los trabajos y productos no asumen la forma de valores y mercancías, y los trabajos son directamente sociales (véase p. 94). Algo similar ocurre si el trabajo es colectivo, esto es, si está “directamente socializado”. En las familias patriarcales rurales, por ejemplo, “los diversos trabajos… en su forma natural son funciones sociales, ya que son funciones de la familia y ésta practica su propia división natural del trabajo, al igual que se hace en la producción de mercancías” (p. 95). Pero en este caso, y a diferencia de lo que ocurre en la producción mercantil, el gasto de fuerzas individuales de trabajo “se pone de manifiesto desde un primer momento como determinación social de los trabajos mismos” (ídem). También bajo “una asociación de hombres libres que trabajen con medios de producción colectivos y empleen, conscientemente, sus fuerzas de trabajo individuales, como una fuerza social” (p. 96), los trabajos serán directamente sociales. No necesitarán validarse como sociales a partir del intercambio de productos con valor.

Trabajo abstracto y concreto

Lo desarrollado hasta aquí permite comprender la importancia que tiene el examen crítico, realizado por Marx, de la distinción entre el trabajo concreto y abstracto. Recordemos que luego de haber reducido, mediante el análisis, el valor a trabajo socialmente necesario objetivado, Marx explica que así como la mercancía tiene valor de uso y valor, el trabajo tiene dos determinaciones: en tanto generador de valores de uso, todos los trabajos son concretos (reúnen múltiples particularidades, habilidades, etcétera), pero como generadores de valor, todos se igualan en cuanto gastos humanos de energía. En este último respecto, hablamos de trabajo abstracto. Pero, ¿cuál es la relevancia de esta distinción?

Reside en que pone de manifiesto el carácter específico del trabajo en la sociedad productora de mercancías. Es que en toda sociedad los seres humanos debieron gastar fuerza de trabajo (energía, músculos, nervios) para procurarse los bienes de uso. En este sentido, puede decirse que el trabajo, “considerado como universalidad abstracta”, es una categoría que expresa “la relación más simple y antigua en que entran los hombres cualquiera sea la forma de sociedad” (Marx, 1980, p. 305). Sin embargo, sólo en la sociedad capitalista el trabajo abstracto pasa a tener generalidad, y adquiere “realidad práctica”. Pasa a ser general porque solo en la sociedad capitalista se llega a una totalidad muy desarrollada de géneros de trabajos, ninguno de los cuales predomina sobre los demás. Para millones de seres humanos, hoy el trabajo cuenta como “simple gasto de energía”, es “trabajo simple” (y alienante), que sólo les produce un ingreso.

Pero en segundo lugar, y vinculado a lo que acabamos de explicar, el trabajo abstracto adquiere “realidad práctica” porque el gasto humano de energía ya no está presupuesto en la particularidad del trabajo, como sucedía en las sociedades no productoras de mercancías. En aquellas sociedades, el gasto humano de energía era un rasgo, una determinación, del mismo trabajo, que “se pone de manifiesto desde un primer momento como determinación social de los trabajos mismos, puesto que las fuerzas individuales de trabajo sólo actúan, desde su origen, como órganos de fuerza colectiva de la familia” (Marx, 1999, p. 95, t. 1). En esas sociedades no se trabajaba para producir valor, sino valor de uso. Lo que subyace a esta situación es una relación social: existe una fuerza colectiva -en el ejemplo citado, una familia- que distribuye el trabajo del conjunto, y cada una de las partes está asumida, ab initio, como parte de ese todo. El gasto humano de energía está presupuesto como gasto de la la colectividad productiva.

Distinta es la situación en la sociedad mercantil capitalista. Ahora, los trabajos privados, para validarse, deben ser productores de valores de uso y de valor, ya que el trabajo concreto (el trabajo en su forma natural) no es directamente social. Sólo se hace social a través de la generación de valores, que se sancionan en el mercado, mediante el lenguaje de los precios. Por eso, el trabajo debe aparecer bajo la forma indiferenciada de trabajo humano. Es una sociedad en la que se trabaja para producir valores, aunque para esto haya que crear valores de uso. Esta escisión, este doble carácter del trabajo, está en la base de la contradicción entre el desarrollo de las fuerzas productivas -creación de riqueza material- y los problemas derivados de la valorización del capital (caída de la tasa de ganancia). Es que el capital debe producir valor y valor de uso, y esta contradicción estalla cuando la valorización del capital entra en conflicto con la producción material, se interrumpe la acumulación y se paralizan las fuerzas productivas (véase Marx, 1999, cap. 15, t. 3).

Mercado, propiedad privada y teoría socialista

Naturalmente, la teoría del valor de Marx encierra una crítica al mercado. Dado que los trabajos se comparan a través de los precios, la regulación de los tiempos de trabajo ocurre a posteriori, “como necesidad natural intrínseca, muda, que sólo es perceptible en el cambio barométrico de los precios del mercado y que se impone violentamente a la desordenada arbitrariedad de los productores de mercancías” (1999, p. 433, t. 1)̣. En este ámbito, “la casualidad y el arbitrio llevan a cabo su enmarañado juego en la distribución de los productores de mercancías y de sus medios de producción entre los diversos ramos sociales del trabajo” (ídem). Por eso, en tanto subsista la propiedad privada burguesa, existirán los movimientos anárquicos de los precios, las subas y bajas abruptas de la producción, con sus consecuencias de despilfarro de trabajo humano social. Esa “anarquía de la división social del trabajo” no se puede suprimir con medidas administrativas; ni con intervenciones del Estado burgués (al estilo de controles de precios, y similares). Su origen y razón de ser es social, lo que significa que es consustancial al modo de producción capitalista.

Más en general, podemos decir que este modo de producción se distingue, en primer lugar, por el hecho de que la producción para el mercado pasa a ser la forma dominante y generalizada de la producción; y en segundo lugar, porque tiene como objetivo “directo y determinante de la producción”, la generación de plusvalía. De ahí que el eje de la crítica marxista es a la propiedad privada de los medios de producción. Ya en el El Manifiesto Comunista Marx y Engels plantearon que el rasgo distintivo de la teoría del comunismo (y de su programa) es la abolición de la propiedad burguesa: “la teoría de los comunistas puede ser resumida en una sola frase: abolición de la propiedad privada”. La noción de la mercancía, el valor y el capital como relaciones sociales, históricamente determinadas, está en la base de esta crítica a la relación social sobre la que se levanta la civilización burguesa."

http://rolandoastarita.wordpress.com/2013/09/17/mercancia-valor-y-relacion-social/

en: Septiembre 29, 2013, 02:19:08 am 3 General / Divulgación T.E. / Renta Básica: ¿Democracia económica?

Radio POLITEIA: Renta Básica ¿Democracia Económica?

Analizamos la noción de Renta Básica. Discutimos y debatimos sobre sus variantes, su alcance, las problemáticas a las que responde y las que puede generar, así como sus posibles consecuencias en el orden económico, político y social. ¿Es la Renta Básica una forma o aspecto de la Democracia Económica?
Con Vicente Ríos, Jordi Llátzer, Ramiro Pinto y Salva Mestre.

http://www.ivoox.com/renta-basica-democracia-economica-28-9-13-politeia-oikos-audios-mp3_rf_2398072_1.html
No soy economista. Ni nada que se le parezca. Todo lo que sigue son meras elucubraciones. Este hilo de posts no pretende ser una recomendación, ni mucho menos. Simplemente un ruedo de debate donde planteemos los escenarios más probables.

Insisto, esto no es más que una carta de navegación. Allí a donde decida poner proa y surcar los mares agitados es una decisión personal de cada cual. Inevitablemente todo estará teñido por mis opiniones personales, traten de evitar esos escollos si lo estiman oportuno.

En este foro quién más y quién menos ya tiene la mayoría de los conceptos interiorizados, sin embargo pienso que es importante empezar con un repaso para dummies por si sirve para que corrijamos errores entre todos y tomar perspectiva. Me gusta hacerlo con un planteamiento multiaxial, así no supeditamos unas coordenadas a otras completamente distintas.

El índice que propongo es el siguiente:

Eje del valor del dinero (fiat): inflación, deflación, hiperinflación, estanflación y biflación.

Eje de lugares comunes (algunos de estos estaban anunciados en el anterior hilo* y se han ido cumpliendo, por lo que no se mencionarán si ya están realizados, aunque alucino viendo como algunos se han cumplido con creces al repasar): subidas de impuestos, recortes de gasto público (mira mamá, salimos en la tele), privatizaciones, recortes de derechos y libertades, migracion negativa, pan y circo (cortinas de humo everywhere, everywhere), etc...

Eje de eventualidades (eventos disruptores): intervención, rescate (estatal o autonómico), rebobinado, corralito, corralón (que no son lo mismo), neopeseta, neomarco (o euro B o minieuro), ... hasta el infinito madmaxiano y más allá.


En cada caso de cada eje se intentará plantear cuales son los activos refugio más apropiados (es la finalidad última del hilo, al fin y al cabo). Después ya cada cual que se componga su ruta de viaje  ;) y siempre con la máxima de que en la diversificación está la virtud, asignando distintas proporciones en cada activo refugio.

Con todo eso repasado y una vez corregidos los errores que haya podido cometer en la exposición, propongo pasar a un debate en el que se pueda plantear cuales son los escenarios que cada cual ve más plausibles y, a poder ser, de forma argumentada (o argumentando sobre la marcha). Lo principal es que tratemos de ser críticos con nuestras propias concepciones y a veces expuestas por otros se encuentra más fallos. No se trata de hacer postulado hacia una opción u otra.

Agradezco de antemano los posts de agradecimiento pero pienso que es más práctico que se dejen para cuando esté todo hablado y así no cortamos el hilo argumental, si parece bien a todo el mundo. Lo que no quita que este hilo solo tiene sentido si los demás aportan. Para que sea un monólogo mío lo cerramos y punto (para monólogos ya tengo el blog).

Se me olvidaba. Sabemos que por mucho que nos devanemos los sesos estos hijos de puta que nos pastorean encontrarán el modo de saquearnos. Es simplemente que la resistencia pasiva económica todavía no está perseguida y por tanto es una obligación cívica.

*Por último, decir a quien pueda no saberlo que este hilo es una versión 2.0 de otro similar en burbuja. Allí se debatió sobre algunos conceptos y se pulieron otros. Fundamentalmente casi todo lo que puse en aquel hilo procedía de lo que he podido aprender en aquel foro de muchísimos foreros a los que agradezco sus aportaciones. Al César...

(edito porque había escrito mal el tag fundamental y al borrarlo no sé ponerlo de nuevo: ¡"quehaydelomioísmo"!)

en: Enero 30, 2012, 01:44:11 am 5 General / A pie de calle / El rincón de la decencia

Con más gente como el inspector de trabajo Domínguez, España funcionaría mucho mejor. Pero no, en vez de tener un cuerpo de funcionarios reducido, formado por personal pata negra y bien pagado, lo que tenemos es un cuerpo de funcionarios con modos de trabajar decimonónicos, hipertrofiado - hasta un celador de hospital es funcionario - y con el personal con responsabilidades bajas y medias sobrepagado - lo que arroja un agregado carísimo - y el personal de élite, con sueldos que son una falta al respeto.

A veces hay excepciones, pero por desgracia son escasas.

Citar
Atención, llega el inspector Domínguez. Terremoto en Telecinco por la visita sorpresa del funcionario de Trabajo a Fuencarral: nadie en el plató que no tenga contrato laboral.

Ocurrió el pasado mes de diciembre. El inspector Domínguez se presentó por sorpresa en las instalaciones de Fuencarral para comprobar que todo marchaba de acuerdo a la legislación vigente y no se estaba cometiendo ninguna irregularidad.

[...]

De repente, desde los despachos de Fuencarral llegó una orden a todos los programas: ningún colaborador que no tenga contrato laboral se sentará en el plató. Se trató de una disposición de aplicación inmediata. Es decir, el mismo día que en que el inspector Domínguez llegaba a Fuencarral no debía haber ningún colaborador con relación mercantil.

[...]

José Ignacio Domínguez es un inspector que ha sancionado a todas las productoras audiovisuales con sede en Madrid en el último año y medio. Ninguna se ha librado.

Antes de trabajar en las auditorias de las productoras audiovisuales, Domínguez se encargó del caso que afectó a los grandes despachos de abogados de nuestro país. En el año 2005, el inspector decidió actuar contra los principales bufetes a raíz de una demanda presentada por un letrado que alertó sobre los llamados ‘falsos autónomos’, es decir, trabajadores que figuraban por cuenta propia pese a desempeñar una tarea para un único empleador.

Tras constatar que se trataba de una práctica extendida en el sector, Domínguez levantó actas de infracción por valor de varios millones de euros. Algunos decidieron hacer los deberes, como la firma Cremades & Calvo-Sotelo que regularizó la situación de sus 60 abogados.

Amparado en una sentencia del Tribunal Supremo, la inspección de Trabajo decidió exigir a los bufetes las cuotas que no habían pagado a la Seguridad Social en los últimos cuatro años. El monto total de esa deuda ascendía a unos 24 millones de euros.

Cuando la Inspección inició procedimientos liquidadores contra varios despachos, el lobby de los letrados pasó a la acción. Con gran eficacia, por cierto: el PSOE promovió un cambio legislativo, a través de una enmienda a un proyecto de ley sobre otra cuestión que supuso, de hecho, una amnistía. Los abogados pasaron a ser considerados, eso sí, ‘trabajadores especiales’.

José Ignacio Domínguez también ha trabajado en otras categorías profesionales: ha abordado el caso de los dentistas contratados por las grandes clínicas, los médicos, el colectivo contratado por los estudios de arquitectos…

http://www.elconfidencialdigital.com/medios/071981/atencion-llega-el-inspector-dominguez-terremoto-en-telecinco-por-la-visita-sorpresa-del-funcionario-de-trabajo-a-fuencarral-nadie-en-el-plato-que-no-tenga-contrato-laboral

en: Enero 03, 2012, 08:57:02 am 6 General / A pie de calle / Europeización del foro.

También podría haber abierto este hilo en funcionamiento del foro, pero he considerado más oportuno en esta sección.

Esto es un pequeño ejercicio de "autocrítica", y para mi el primero.

Hablamos mucho en este foro sobre la "Unificación de Europa", la creación de los "Estados Unidos de Europa", la "europeización" de España, etc... Pero no dejamos de ser un foro provincial, ( AirFrance los vuelos internos europeos ya los considera vuelos provinciales  :roto2:).

Es cierto que el nivel del foro es alto, y contamos con la participación de españoles que están expatriados.

¿ Pero que os parece la idea de dar a conocer el foro a otras personas de la UE y que participaran en el foro?

Se me hace un poco extraño construir Europa, pero en cada sitio sólo visto desde el ángulo de un país/región. Al final Europa se tendrá que construir entre todos los que formamos parte de la misma.

Igual aportar visiones de personas de otros sitios nos hace enriquecer el foro. Es más, creo que los españoles que crean realmente en la unificación de Europa, y esten capacitados para ello, deberían formar parte de alguna manera en esa construcción. Igual, en pleno SXXI, uno de los mayores activos que podríamos tener los españoles, es que un grupo nutrido de españoles fuéra partícipe desde el principio en la construcción europea. Es una manera, aunque sea tímida o débil, de entrar en el engranaje de ese proceso.

Es sólo una idea que se me ha pasado por la cabeza. Es cierto que este foro al final va a tener principalmente un carácter local, ya que principalmente se habla de nuestra transición estructural. Pero esa transición para por el mítico "más UE".
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