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Yo soy neutral en éste tema, pero si en los medios aparecen titulares tan manifiestamente absurdos chorras como éste, me declaro también abiertamente escéptico del calentamiento global:CitarCAMPAÑA DE GREENPEACE POR EL CAMBIO CLIMÁTICOMarbella, San Sebastián o Benidorm podrían desaparecer si el Ártico se derrite http://bit.ly/1myzZ5vVamos a ver, el hielo del Ártico flota sobre el mar, luego si se derritiera, aún completamente, el efecto que tendría en la elevación del nivel de mar sería nulo*; otra cosa sería el deshielo de glaciares y el deshielo antártico (que se trata de hielo que reposa sobre tierra firme). Desde luego, con tal tipo de noticias, no hacen más que cubrirse de descrédito.*: Y ciertamente, sería una desgracia que así ocurriera, pero no por los motivos alegados.
CAMPAÑA DE GREENPEACE POR EL CAMBIO CLIMÁTICOMarbella, San Sebastián o Benidorm podrían desaparecer si el Ártico se derrite http://bit.ly/1myzZ5v
An unusual property of ice frozen at atmospheric pressure is that the solid is approximately 8.3% less dense than liquid water. The density of ice is 0.9167 g/cm3 at 0 °C,[3] whereas water has a density of 0.9998 g/cm³ at the same temperature.http://en.wikipedia.org/wiki/Ice
Para cuando vengan con el argumentario... http://www.skepticalscience.com/argument.phpLa de los datos poco fiables, el perro que mea y similares...http://www.skepticalscience.com/surface-temperature-measurements.htm
Cita de: NosTrasladamus en Abril 23, 2014, 15:19:23 pmPara cuando vengan con el argumentario... http://www.skepticalscience.com/argument.phpLa de los datos poco fiables, el perro que mea y similares...http://www.skepticalscience.com/surface-temperature-measurements.htmNostrasladamus:Yo he explicado con detalle, en post elaborados, porque digo lo que digo, algo que además esta basado en mis experiencias personales.
Que niega el negacionismo, y por quéEl negacionismo climático lo niega todo. A grandes rasgos, niega cualquiera de los puntos mencionados más arriba, y cualquier evidencia científica intermedia que sirva de fundamento a estas conclusiones. Unos niegan que haya calentamiento; otros admiten su existencia pero niegan su magnitud. Los hay que admiten la magnitud, pero niegan que vaya a seguir creciendo. Algunos de los que admiten que puede seguir creciendo afirman que será bueno; quienes admiten que no será bueno niegan que las consecuencias puedan ser catastróficas. Los que admiten que pueden ser catastróficas abogan por la mera adaptación. En este sentido, el negacionismo climático es internamente muy contradictorio. Pero hay algo que todo el negacionismo rechaza con unanimidad: que el cambio climático, si existe, sea atribuible al uso de combustibles fósiles.Por otra parte, los negacionistas climáticos, y la gran mayoría de sus seguidores en la opinión pública, suelen compartir un atributo común: su creencia en las virtudes de la economía de mercado desregulada y en crecimiento perpetuo (42), el denominado fundamentalismo de mercado – hoy diríamos neoliberalismo. Esto es especialmente cierto, pero no sólo, para el caso de líderes de opinión que no son científicos naturales sino sociales, en particular economistas, mucho más atendidos por los medios de comunicación y la clase política que los científicos naturales.Esto nos lleva a comprender uno de tantos mecanismos psicológicos que utiliza el negacionismo en su favor. Dado que el abordaje del problema climático no parece posible sin una planificación significativa de la economía, las personas con alergia a este concepto están sometidas al sesgo de confirmación de modo que, cuando reciben una noticia de carácter negacionista, le otorgan mucha mayor credibilidad que cualquier otro comentario de la realidad climática que acaba afirmando que la única forma de resolverlo es reduciendo las emisiones. Un mecanismo paralelo bien estudiado es la teoría del razonamiento motivado (43).Finalmente, un número no despreciable de científicos negacionistas son fundamentalistas cristianos, personas para quienes el árbitro de la realidad no es el método científico, sino la literalidad de la Biblia. Este hecho es muy acusado en EE.UU, mucho más que la creencia general, y tiene una influencia entre las élites mucho mayor de lo que se suele suponer (44).La combinación de alergia a la regulación de la economía y el elemento común de negación nos acerca al origen del negacionismo organizado, en particular a la financiación de la maquinaria. Efectivamente: el negacionismo climático tiene origen en, y es indisociable de, la maquinaria de promoción del pensamiento neoliberal originada en los años 1930 en la Mont Pélérin Society y reforzada en los años 1970 a partir del Informe Lewis Powell. Sus financiadores principales, pero en absoluto únicos, son las empresas relacionadas con la energía.Dos textos académicos nos acercan a esta realidad: “Demostramos que distintas organizaciones del movimiento conservador se han movilizado durante los últimos años en forma de contra-movimiento de oposición a los esfuerzos del movimiento ecologista, y de sus aliados, para mostrar la gravedad de los problemas medioambientales globales.” – Aaron M. McCright and Riley E. Dunlap (2000), Departamento de Sociología, Washington State University (45)De modo que: “Las afirmaciones contrarias de los escépticos tienen una importancia secundaria … la lucha sobre el estado del planeta es una lucha sobre los valores sociales dominantes que institucionalizan obligaciones y esquemas de poder. Esta reacción ha quedado eclipsada, cuando no completamente oculta, debido a que los académicos se han preocupado demasiado de las propias afirmaciones contrarias y han dejado el significado del propio escepticismo relativamente indeterminado y subanalizado. Peter J. Jacques (2006), Department of Political Science, University of Central Florida; Department of Sociology, Oklahoma State University (46)Así pues no son tan importantes los argumentos concretos del negacionismo, que no consiguen superar el examen riguroso del método científico, como su significación como contra-movimiento de rechazo a unas evidencias que cuestionan los propios fundamentos de la sociedad industrial actual y, sobre todo, valores y estructuras de dominación consideradas inmutables.En cambio, un conocido estudio de 2011 muestra que sólo un máximo del 3% de los científicos relacionados con el clima son negacionistas, y que, además, son los peores cuando se les evalúa por la cantidad y relevancia de su producción científica (54).Por el contrario, un conocido trabajo de la historiadora de la ciencia de la Universidad de California, Naomí Oreskes, puso de manifiesto en 2004 la unanimidad de la comunidad científica respecto a la realidad del cambio climático y de sus causas (55), y un estudio muy reciente muestra que, de entre 13.926 papers académicos analizados, sólo 24 (el 0,17%) rechazan el cambio climático – esos que han conseguido superar los filtros, tal vez por haber elegido publicaciones de segundo orden en la mayoría de los casos, con revisores poco especializados – y han sido citados en promedio tres veces menos frecuentemente que el promedio de todos los demás. El autor señala que: “De algo podemos estar seguros: si alguno de esos artículos [negacionistas] hubiera encontrado la panacea que falsara el calentamiento global antropogénico, estaría en camino de ser uno de los más citados de la historia de la ciencia.” (56)Así, no es de extrañar que gran cantidad de academias de ciencias de todo el mundo hayan asumido los resultados de la ciencia del clima, se hayan producido gran cantidad de advertencias y llamamientos públicos desde estas instancias y que la revista Science publicara en 2011 un breve texto, firmado por 255 científicos, en el que se declaraba que los resultados de la ciencia del clima eran tan consistentes como los de la evolución o el origen del universo (57). Otra estrategia central se refiere al concepto de incertidumbre. Por una parte emplean el término de forma equívoca, sabiendo que el concepto popular de incertidumbre no es el científico, sino el económico, que equivale a “no se sabe”. En caso de que tengan en cuenta el concepto científico amplifican sus márgenes, o directamente toman por bueno el margen más conveniente (normalmente el inferior), sin tener en cuenta que la incertidumbre opera en ambos sentidos (es más: se ha demostrado que es más probable el margen ‘peor’ que el ‘mejor’) (58).Este hecho se hace evidente cuando los economistas entran en acción y definen los llamados modelos integrados económicos-climáticos en los que, además de descontar el futuro adoptan, sin advertir al lector, las predicciones climáticas más moderadas, a menudo sin ningún apoyo científico (59).Finalmente, el negacionismo emplea el denominado método SCAM (Scientific Certainty Argumentation Method) (60), bien estudiado, según el cual ‘no me creeré nada si no me lo dice usted con toda certidumbre y exactitud’. Como si el hecho de no conocerlo absolutamente todo con toda exactitud implicara que no conocemos nada en absoluto. Para ellos, la ciencia todavía no ha dicho la última palabra, lo que es completamente falso por lo menos respecto a las cuestiones básicas (61), de todo punto suficientes para motivar la adopción de medidas correctoras drásticas.En este campo se aprovechan del rigor científico y del habla normalmente cauta y prudente de los investigadores. Es teóricamente imposible dar, en términos científicos, algo por absolutamente cierto. La comunidad científica nunca se expresa en estos términos, sino que habla de (conclusión) probable, muy probable, certeza virtual, que normalmente cuantifica objetivamente (a veces subjetivamente de forma colectiva), con los correspondientes márgenes de incertidumbre expresados en % o en la unidad de que se trate. [Entiendo que este comportamiento, exigible en el entorno formal de la Academia, debería ser revisado (y no penalizado) cuando se dirigen al público]. Una tercera estrategia consiste en politizar la ciencia. Esta expresión resultará sin duda sorprendente a todo científico que la oiga por primera vez, a quien le parecerá un verdadero oxímoron. No estamos hablando de politizar la aplicación de la ciencia (de la tecnología, pues), cosa que tiene todo el sentido. Lo que hace el negacionismo es dar la impresión de que los resultados ‘oficiales’ de la climatología son 1) ‘de izquierdas ‘o bien 2) un producto ‘del sistema’. Convierten un problema físico en un problema político (62).De esta forma se aprovechan del desconocimiento general del método y del proceso científico (del que por otra parte se llenan la boca afirmando que sólo ellos lo emplean con rigor), y trasladan las conclusiones de los climatólogos y asimilados al terreno de la opinión, polarizando la misma. En estas circunstancias se produce el fenómeno típico de la comunicación política: todos tenemos tendencia a atribuir mayor credibilidad a los argumentos emitidos por personas o ideologías con las que nos identificamos. Así pues, en estas condiciones inducidas siempre existirá un número significativo de personas, líderes de opinión o políticos, que ejercerán de contrapeso, a menudo suficiente, de cualquier iniciativa que pretenda legislar en favor de la disminución del uso de combustibles fósiles.Una manifestación de esta politización tiene como diana el propio IPCC. En la medida de su carácter ‘intergubernamental’, y el hecho de estar en la égida de Naciones Unidas, se le acusa de organismo politizado y sometido al sesgo del pensamiento de grupo, cuando no se le acusa directamente de conspirador, generador de argumentos que conduzcan a un ‘nuevo orden mundial’, naturalmente socialista, y con base en la ONU. Perspectiva que, desde luego, es rechazada por los emisores del argumento de forma radical (63).La eficacia de esta estrategia se debe a que resulta a todas luces evidente que, si hubiera que reducir drásticamente las emisiones de CO2, esto deberá llevarse a cabo en el terreno internacional, y algún organismo tendrá que velar por los acuerdos a los que se pueda llegar y, eventualmente, forzar su cumplimiento.Una variante consiste en establecer una narrativa que describe a los científicos del IPCC como incompetentes (‘esos muchachos del IPCC ‘), gente que esgrime una’ teoría’ a la que llegan a través de unos modelos imperfectos. En este punto se hace uso de la confusión popular entre los conceptos de ‘teoría’ e ‘hipótesis’, del desconocimiento de la diferencia sustantiva entre modelos de las ciencias ‘duras’ y los modelos económicos, y se oculta el hecho de que la ciencia del clima emplea los modelos como una herramienta más: muchas de las conclusiones, en todo caso las más relevantes, no necesitan de los modelos para estar lo suficientemente bien fundamentadas (64). Finalmente, el hecho de que la derecha considere incompetente a la izquierda es un hecho bien estudiado, que el negacionismo también sabe aprovechar.Por otra parte, el hecho de atribuir ‘oficialidad’ a los resultados de la climatología, narrarlos como los ‘originados en el sistema’, obtiene eco en determinados grupos sociales con sensibilidad de izquierdas, y también entre ciertos grupos de adolescentes. En entornos más elaborados, el negacionismo ha encontrado un buen aliado en la filosofía de la ciencia, como cuando hace referencia a Thomas Kuhn. También en algunas manifestaciones simplificadas del posmodernismo, en particular y especialmente a Paul Féréyabend, que son leídos como legitimadores teóricos de la ausencia de verdades absolutas, ni siquiera las evidencias científicas (65,66). Hay (por lo menos) una última línea estratégica que refuerza el conjunto: el inversionismo, a saber, acusar al otro de lo que uno mismo hace. Se trata de atribuir la ejecución de las estrategias mencionadas más arriba a todo aquel que defienda los resultados de la ciencia del clima, la gravedad del problema o plantee soluciones que incomoden al poder económico (63,67). Entre un gran número de ejemplos destaca el comentario de la cadena Fox, acusando a James Hansen, considerado el mejor climatólogo del mundo, de obrar de la misma forma que cuando la industria del tabaco pagaba a los médicos para negar los peligros del tabaco (68).
Lo que está sucediendo es que nos están sometiendo a un proceso de *saqueo* CALCADO, a los procesos neoliberales que practicaron con latinoamérica con la excusa de la "crisis de la deuda" desde los 70, 80 y 90
.... Y esta jodido, porque no tenemos los datos o la ciencia para poder demostrarlo; y toda otra demostración, lo siento, pero no es científica: es una simulación con datos cocinados....-El CO2. El tema es que lo perjudicial es el CO2. En los registros paleoclimáticos, sabemos que 300ppm es normal en una era interglaciar del cuaternario; y ahora estamos cerca de los 400ppm. Es razonable pensar que la mayor densidad de CO2 se debe al efecto humano. ...Vemos que los niveles en el Carbonífero(C), un periodo de temperaturas bastante frias, se asemeja al actual, aunque el nivel de ppm sea seguramente el doble. En el triásico y jurásico, el CO2 es seis o siete veces mayor al actual; es cierto que el jurásico fue extraordinariamente cálido, con una temperatura cerca de tres grados mayor a la actual (17º de Media). Otro argumento en contra es la acidez oceánica, que puede ser en sí un motivo apr auna extinción masiva (La de justo antes del triásico fue por esto... ¡¡¡Pero es que el mar acumula más CO2 cuanto mas frio está!!! Lo mejor para evitar la acidez del mar es aumentar su temperatura!!! Normlamente las catástrofes por exceso de CO2 en el mar se han dado por impactos de asteroides o grandes eventos volcánicos; que además de liberar un exceso de carbono, han provocado un enfriamiento que ha permitido que el mar lo absorbiera.-Nos hablan del nivel del mar. Pero la correlación entre temperatura y nivel del mar no esta totalmente demostrada: es cierto que en el jurásico, son solo 3 grados más, se estima que el nivel del mar estaba en 60 m sobre el actual. Pero en el Cámbrico, con 7º más (El periodo mas caliente registrado, donde el CO2 era de 4600ppm) el nivel del mar osciló entre 30 y 60m más que ahora.- El argumento del IPCC se basa en la creencia (en la fé) que este cambio no es normal....Lo que es más, estamos al final de un periodo interglaciar, donde la tendencia es al frío. Y ese es el problema. Que la historia de la tierra va en una dirección, y para demostrarnos que el problema esta en la otra, hace falta una ciencia mucho más sólida que la que poseen.
The Losing Bet on Climate Change 187 Jun 23, 2014 9:37 AM EDT By Barry Ritholtz Two recent articles with related themes caught my eye. They are important for anyone who manages money, either professionally or for themselves. Together, they may just indicate a turning point in the debate on what might be the response to anthropogenic global warming.The first, from former Treasury Secretary and Goldman Sachs Chief Executive Officer Hank Paulson, was headlined ``The Coming Climate Crash.'' In it, Paulson observes: “There is a time for weighing evidence and a time for acting. And if there’s one thing I’ve learned throughout my work in finance, government and conservation, it is to act before problems become too big to manage.”Climate ChangeThat posture comes from the rational wing of the Republican Party, an ever-decreasing niche. Despite the best efforts of the extremists, there are still some Republicans who believe in science. Many of these folks (regardless of their faith) do not think that the Bible was the literal word of God, and that humans were given a brain for a reason, namely, to think, to reason, to make judgments based on scientific evidence. Paulson goes even further, drawing parallels between the recent financial crisis and a brewing environmental one in the near future:<blockquote> For too many years, we failed to rein in the excesses building up in the nation’s financial markets. When the credit bubble burst in 2008, the damage was devastating. Millions suffered. Many still do.We’re making the same mistake today with climate change. We’re staring down a climate bubble that poses enormous risks to both our environment and economy. The warning signs are clear and growing more urgent as the risks go unchecked.This is a crisis we can’t afford to ignore. I feel as if I’m watching as we fly in slow motion on a collision course toward a giant mountain. We can see the crash coming, and yet we’re sitting on our hands rather than altering course. </blockquote>The politics of global warming are not where my interest lay. (See ``Profit From Global Warning or Get Left Behind.'') I am far more interested in your cognitive biases and how they manifest themselves in your investment portfolios. Evidence of portfolio changes related to climate change abound. This morning, an Bloomberg article titled ``Hedge Funds Bet on Sugar as Dryness Threatens Crops'' discussed some of the wagers institutional investors have been making:<blockquote> Hedge funds got more bullish on sugar before prices climbed to the highest since October as dry weather threatened supply from India to Brazil. Money managers raised their net-long position for the first time in four weeks. A lack of rain in Brazil is compounding damage from the first-quarter drought and will cut yields, says Job Economia & Planejamento, a researcher in Sao Paulo. Risks of crop damage are rising as an El Nino weather pattern threatens to reduce monsoon rainfall in India, the largest producer after Brazil. Global output will fall short of demand in the year ending Sept. 30, with the gap widening next season, according to Bruno Lima, a senior risk-management consultant at FCStone do Brasil. </blockquote>Global warming and climate change are misnomers. What we are witnessing is rising global weather volatility. As I suggested a decade ago, ``Global Weather Volatility was a Strong Buy.'' There are a variety of ways to express this trade, such as the sugar futures trade discussed above.But what we really need is a Volatility Index for Climate (VXG is my idea for the symbol). As I noted in 2005, “Global Warming is actually misnamed — it should be called Global Weather Volatility. Because of gulfstreams, ocean currents, etc., any overall increase in temperatures thermodynamically interacts with these other weather climatological elements and leads not only to a general warming, but to colder winters, stronger storms, etc.” That turned out to be prescient.None of this is especially complicated -- the physics of increasing energy in a closed system will introduce a range of variable outputs that can potentially be several standard deviations away from historical norms.Which leads us back to the both the cognitive and investing aspects of this. Changes in weather are going to be disruptive for investors. Opportunities and risks will abound. Your choices will be to either take advantage of these opportunities for your clients or your own holdings or let them pass by because you have come to the scientifically unsupported conclusion that there is no such thing as global warming -- or maybe there is, but it's only modest, and besides, it's natural and caused by sunspots and not human activity, or whatever slice of agnotology your cognitive dissonance has foisted upon you. Regardless, this isn't going to be a political discussion. I am not remotely a “green,” and you won’t hear me lecturing people to drive a Prius or recycle or any other such environmental admonitions. My own household fleet of cars ands boats numbers many more than the number of people in our home, with no vehicle having any less than 300 horsepower. This isn't about politics, this is about investing. That is something that the 2,000-plus people who commented on our first such discussion missed. In ``Global Warming Battle Is Over Market Share, Not Science,'' we looked at the market competition driven by climate change. The science is settled, with the debate left to the trolls, conspiracy theorists, and corporate shills who much prefer to repeat thoroughly discredited memes than to discuss market share or investment-related issues. As I am fond of pointing out, someone has to be on the money-losing side of the trade, and it might as well be the anti-science crowd. Call it Darwin’s revenge: Ignorance as an evolutionary adaptive failure. I have but two goals: The ability to bet on global weather volatility, and a way to express the trade I like to call “short unscience.” As soon as I figure out how to do this, I am going to make a killing.
The first, from former Treasury Secretary and Goldman Sachs Chief Executive Officer Hank Paulson, was headlined ``The Coming Climate Crash.'' In it, Paulson observes: “There is a time for weighing evidence and a time for acting. And if there’s one thing I’ve learned throughout my work in finance, government and conservation, it is to act before problems become too big to manage.”