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Nos quejamos de que no hay democracia, pero en realidad yo creo que si la hay. Las clases superiores si se mueven, si se organizan, crean grupos de presión y los financian,intentan influir políticamente, alcanzan acuerdos entre ellos, crean asociaciones para defender lo suyo. Estos si viven en democracia...se la crean ellos mismos y juegan al asunto...para ellos claro. El resto no es capaz ni de organizarse en una junta de condominio, ni siquiera hoy día para defender lo único que tienen que ofrecer: su trabajo, mediante aquello que se denominaba sindicato. No crean lobbies por ejemplo para parar las importaciones chinas, las ETTs o cambiar la regulación bancaria y que deje de alimentar tanta especulación, ni la inmigración descontrolada, ni crean fundaciones para tomar acción y dar mala fama y provocar rechazo social al neoliberalismo, la especulación inmobiliaria y otras tantas cosas que les afectan directamente. Piensan que la democracia vendrá a ellos tranquilamente sentados viendo la tele. Ni siquiera realizan demostraciones de fuerza, cuando son el 99% de la población.Los de abajo tienen mas recursos económicos y tiempo que los de arriba simplemente porque son más, lo que pasa es que son pasivos e incapaces de coordinarse, alguien siempre les tiene que decir lo que hay que hacer y pensar. No son capaces de tomar acción de forma coordinada y durante largo tiempo hasta lograr lo que persiguen, a lo mas que llegan es a destellos de actividad política que se disipa rápidamente a las primeras de cambio. Mientras tanto los de arriba es que no paran.La democracia es un juego que hay que jugar. Los goles se meten buscando la pelota y driblando a los contrarios hasta llegar a su portería. Nadie va a traerme la pelota y a colocará frente a la portería contraria para que yo meta el gol....eso solo se lo hacen los padres a sus niños pequeños.
La Partidocracia española se cimienta en la disciplina de partido a través de las listas cerradas y las sanciones económicas a los diputados díscolos. http://elpais.com/diario/2010/06/30/sociedad/1277848801_850215.htmlUn gran paso para destruir la Partidocracia es prohibir las sanciones económicas a los diputados que rompen la disciplina de partido en las votaciones. Sí, con las listas cerradas, el diputado disidente tiene siempre la amenaza de no poder ser reelegido en la lista electoral (en los puestos que garantizan su elección de nuevo) pero al no tener una sanción económica puede tener libertad de conciencia a la hora de votar.Ahora el diputado es un mero agente pasivo en el Parlamento que sólo toca un botón donde ratifica la decisión de la cúpula del Partido que pertenece. Con la libertad de voto, el Parlamento sería un cosmos vivo donde en cada votación no se tendría asegurado el resultado de la misma.En España se prefiere por tradición un sistema proporcional. Con la disciplina de partido (que va en contra de la propia CE78 cuando no hay mandato imperativo y la acta del diputado es personal), el Partido se convierte en un propio lobby dentro del sistema institucional. Sin resistencia de los propios diputados del Partido (si se rebelan pueden ser expulsados del Partido o ser sancionados económicamente), no hay contrapesos eficaces que ejerzan de parapeto ante una mayoría absoluta o una mayoría parlamentaria sólida. Sin sanciones económicas, habrían rebeliones concurrentes que conllevarían incluso la caída de gobiernos a corto plazo. Además el grupo mixto o los no adscritos podría convertirse en el más numeroso al recibir los expulsados de los grupos parlamentarios que no acataron la disciplina del voto. Además puede haber la tentación de la corrupción. Mi voto cambia si recibo una prebenda. Sin embargo, al romper la disciplina del partido, no habría mayorías absolutas que se convierten en un rodillo (el PSOE de Felipe González o el PP de Mariano). El gobierno debe buscar el voto uno a uno de los afines y de la oposición como pasa en el mundo anglosajón (que debido al sistema uninominal por distrito, el diputado está condicionado por sus electores). Se debe buscar mayorías de consenso para sacar las leyes. Ningún grupo importante de España (los cuatro grandes) propone por ejemplo eliminar las sanciones económicas para sus diputados. El aparato del Partido (la ley de oligarquías de los Partidos) no quiere renunciar el poder casi absoluto que disponen actualmente. La corrupción institucional española se mantendrá aún más a lo largo del tiempo.
Cita de: Lego en Febrero 17, 2016, 14:19:45 pm( ;Lo de Chosen se refiere al terror que me inspira la posibilidad de que sometan a votación con sufragio borreguil decisiones complejas. Por ejemplo, si yo quisiera colar una ley que me facilitara el expolio del erario municipal, mi mejor opción es convocar un referéndum y hacer una buena campaña, bien ideológica y sentimental, ganar y que se joda el interventor. La democracia no me da miedo si la responsabilidad la asume directamente el ciudadano. Es decir, si las consecuencias de cualquier decision afectan directamente al bolsillo del ciudadano.Para que se de un comportamiento borreguil, es necesario que el ciudadano _dependa_ de las decisiones de aquél que designa como su representante.Por ejemplo, si tu voto en asamblea determina luego lo que vas a tener que pagar de impuesto, la gente se lo va a pensar varias veces antes de votar un presupuesto. También está que la percepción social cambia radicalmente : si eres responsable de tus decisiones, y de las de los demás, tu participación está garantizada. Te vas a enterar, y vas a querer controlar. Asimismo, el debate politico se traslada a nivel de ciudadano. Vas a tener que convencer a la mayoría, o vas a tener que tomar partido sí o sí. (Nada de voto en blanco)
( ;Lo de Chosen se refiere al terror que me inspira la posibilidad de que sometan a votación con sufragio borreguil decisiones complejas. Por ejemplo, si yo quisiera colar una ley que me facilitara el expolio del erario municipal, mi mejor opción es convocar un referéndum y hacer una buena campaña, bien ideológica y sentimental, ganar y que se joda el interventor.
Cita de: saturno en Febrero 17, 2016, 18:03:44 pmCita de: Lego en Febrero 17, 2016, 14:19:45 pm( ;Lo de Chosen se refiere al terror que me inspira la posibilidad de que sometan a votación con sufragio borreguil decisiones complejas. Por ejemplo, si yo quisiera colar una ley que me facilitara el expolio del erario municipal, mi mejor opción es convocar un referéndum y hacer una buena campaña, bien ideológica y sentimental, ganar y que se joda el interventor. La democracia no me da miedo si la responsabilidad la asume directamente el ciudadano. Es decir, si las consecuencias de cualquier decision afectan directamente al bolsillo del ciudadano.Para que se de un comportamiento borreguil, es necesario que el ciudadano _dependa_ de las decisiones de aquél que designa como su representante.Por ejemplo, si tu voto en asamblea determina luego lo que vas a tener que pagar de impuesto, la gente se lo va a pensar varias veces antes de votar un presupuesto. También está que la percepción social cambia radicalmente : si eres responsable de tus decisiones, y de las de los demás, tu participación está garantizada. Te vas a enterar, y vas a querer controlar. Asimismo, el debate politico se traslada a nivel de ciudadano. Vas a tener que convencer a la mayoría, o vas a tener que tomar partido sí o sí. (Nada de voto en blanco)Eso supone creer que todo el mundo tiene inteligencia y formación suficiente para votar cuando no es así, estoy harto de ver gente que toma decisiones estúpidas sobre cuestiones de lo más simple. Sin embargo reconoces que hay que convencer, por lo que ya no son tan inteligentes, y X les tiene que convencer para que voten lo que les conviene, lo que implica el inicio de la representación y del "comportamiento borreguil" ya que en la siguiente votación harán lo que X o el macho alfa Y alternativo les diga, que será el otro representante con nociones del asunto a votar.
La Partidocracia española se cimienta en la disciplina de partido a través de las listas cerradas y las sanciones económicas a los diputados díscolos. http://elpais.com/diario/2010/06/30/sociedad/1277848801_850215.html
La adulteraciónRecientemente Raffaele Simone, lingüista y ensayista italiano, se ha sumado a la corriente crítica, que pretende explicar por qué la Democracia está fracasando y, posiblemente, en trance de desaparecer. Su ensayo, El monstruo amable (Taurus), que ha sido muy jaleado por insignes cabeceras, aborda el asunto y usa para ello un subtítulo beligerante, ¿El mundo se vuelve de derechas?, lo que ya de partida apunta a la tradicional reivindicación de que la Democracia moderna es un invento de la izquierda. Por lo que su devenir estaría íntimamente ligado a la suerte del socialismo. Así, con una serie de argumentaciones más o menos consistentes, Simone establece un paralelismo entre el triunfo de una derecha frívola, vacía de ideología, materialista y de “rostro amable”, y el declinar de la democracia moderna. Ya con anterioridad, en la Revista Claves de Razón Práctica (nº236) y bajo el título Cómo fracasan las democracias, reforzaba esta opinión con párrafos llenos de lugares comunes, como el que se añade a continuación:“El primero de esos problemas es la toma de conciencia, a consecuencia de la llegada de la globalización, del neoliberalismo y de las catástrofes económico-financieras que ha generado, por el hecho de que la autonomía política de los Estados esté condicionada por las oligarquías económico-financieras planetarias. Una parte de esas oligarquías están a la vista de todos (los grandes bancos, los grandes grupos de intereses, los conglomerados industriales) y en parte ocultas (las mafias internacionales, los grandes inversores individuales).”También escribe Simone: “la impresión parece ser que la democracia como régimen y como actitud está acabada, y que se hace necesario algo nuevo y más adecuado a las nuevas condiciones”. Y añade de manera todavía más inquietante: “Desconocemos si en política existen ciclos afines a los económicos, pero podría perfectamente darse el caso. Aunque ninguno de nosotros sea capaz de imaginar lo que podría venir después de un ciclo como el que está tocando a su fin.” Si lo nuestro es la Democracia social, sin duda la democracia está en crisisLos argumentos del análisis de Raffaele Simone prenden con facilidad en una opinión pública desconcertada, que en estos tiempos de tribulaciones consume con fruición hipótesis grandilocuentes y efectistas, sobre todo aquellas que parecen explicar lo más complejo con inusitada facilidad y ofrecen, sin mayor rigor que el propio del diletante, soluciones milagrosas. Un peligroso juego al que muchos intelectuales se prestan con entusiasmo, porque puestos a elegir entre profundizar en la verdad o alcanzar la fama, escogen lo segundo.El valor de los principiosPero Simone se equivoca, como se equivocan todos aquellos para los que la democracia en origen ha de ser fiel a una ideología. Es cierto que estamos incursos en una crisis que puede tener consecuencias impredecibles. Sin embargo, sólo puede entenderse como una crisis democrática en tanto en cuanto hayamos unido con pegamento la idea de Democracia a esa otra idea que hemos dado en llamar Estado social. Dicho con otras palabras, si lo nuestro es la Democracia social, sin duda la democracia está en crisis. Pero si lo que entendemos por Democracia son unas reglas del juego, un sistema de Gobierno y de control del Poder, no es así, al menos no en origen. Cosa distinta es que cuando apelamos a la recuperación de los valores democráticos, estemos en realidad apelando al resurgir de unas determinadas creencias. Para mucha gente, la democracia es en realidad un sistema clientelar que ha de satisfacer sus necesidadesRecientemente alguien me hacía una pregunta retórica: “¿Tiene la Democracia algún sentido sin Estado de bienestar?”, como si ambas cosas formaran parte de una idea que estaría por encima de la finalidad original de cada una de ellas. Es evidente que lo que tenía en su cabeza era la idea de Democracia Social, es decir, la democracia como medio, no como fin. Una visión utilitarista muy extendida en la actualidad que, sin embargo, es, en mi opinión, el vórtice de la frustración. De ahí que mensajes como los de Simone corran como la pólvora en determinados ambientes.Y es que la tendencia a culpabilizar a la Democracia evidencia que a una parte importante de la sociedad no le interesa separar y establecer jerarquías. Para mucha gente, la democracia es en realidad un sistema clientelar que ha de satisfacer sus necesidades. Lo que ha llevado a que la política consista en redistribuir la riqueza y, en última instancia, gastar como si no hubiera mañana. Así pues, para algunos, la Democracia fracasará en tanto que no satisfaga sus necesidades materiales, meta la mano en el bolsillo del contribuyente hasta donde se estime necesario y elimine de cuajo todas nuestras incertidumbres. Por eso entregan el voto a un candidato no porque defienda unos principios, demuestre honradez y capacidad, sino porque promete darles un trozo mayor de la tarta.Como bien explicaba Karl Popper, la democracia no se basa en el principio de que debe gobernar la mayoría, sino en el de que los diversos métodos igualitarios para el control democrático, como son el sufragio universal y el gobierno representativo, han de ser considerados sobre todo salvaguardias institucionales contra cualquier tipo de tiranía, también contra la tiranía del Estado de bienestar, cuya capacidad de redistribuir la riqueza y proveer bienes, puesta en manos de los políticos, parece no tener tasa. Y es ahí, contrariamente a los argumentos de Simone, donde estaría el problema, la gran contradicción. Cuando la Democracia desborda su cometido, está condenada al fracaso. Se transforma en un sistema clientelar masivoCuando la Democracia desborda su cometido, que no es otro que establecer unas reglas del juego iguales para todos, y deja de ser ese sofisticado sistema de controles y contrapesos con el que regular el ejercicio del Poder, está condenada al fracaso. Se transforma en un sistema clientelar masivo, que no sólo favorecerá a los mercantilistas –corrupción mediante- sino que aspirará a comprar a todos los grupos de interés. Y como las demandas tienden a infinito y los recursos disponibles son finitos, tarde o temprano dejará de cumplir sus compromisos.Sin embargo, no se trata de hacer incompatibles Democracia y Estado de bienestar, sino de separarlos, de establecer la necesaria jerarquía. Si las reglas del juego y la provisión de servicios no están convenientemente separadas, si no hay una jerarquía que sitúe a estas reglas, y sus necesarias líneas rojas, en la cúspide, de tal suerte que limite el tamaño del Estado, estaremos firmando un cheque en blanco a los políticos, a los grupos de interés y a los oportunistas. Y el Estado de bienestar aplastará a la Democracia.A veces, por más que la ciencia política, cada vez más sofisticada y dotada de mejores herramientas, pretenda llevarnos en línea recta hacia la felicidad por el camino del progreso, mediante la maravillosa redistribución de la riqueza y la ingeniería social, no hay mejor seguro contra el desastre que los principios. Y la Democracia tiene los suyos. No son principios científicos, cierto, sino filosóficos. Y quizá sea precisamente por eso que, a pesar de todos los pesares, es el único sistema de gobierno conocido donde al ejercicio del Poder y a la arrogancia se les puede poner freno.
...... La gran mayoría es incapaz hasta de defender a sus hijos.Una granja de pollos jugando a que ellos y el granjero son "amigos"
Cita de: juancoco en Julio 16, 2016, 16:16:13 pm...... La gran mayoría es incapaz hasta de defender a sus hijos.Una granja de pollos jugando a que ellos y el granjero son "amigos"brillante lo de la granja lo de defender es que alcanza el ridiculo, por ejemplolos mandan al matadero y en muchas ocasiones ni es por la guerra civil que los ancestros anidan en su propio ombligo
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En la misma entrevista, Trump amenaza con retirar a Estados Unidos del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN, o NAFTA en sus siglas inglesas) con México y Canadá. "Si no logro un cambio [en el tratado], saldría de Nafta inmediatamente", dice.