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[...]El debate, convocado con carácter de emergencia a petición de Kuwait, arrancó guardando un minuto de silencia en memoria del más de un centenar de víctimas en esta oleada de violencia desde final de marzo. El secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, ya se declaró “profundamente alarmado” con la situación de tensión y pidió expresamente a las autoridades de Israel que “calibren” el uso de la fuerza contra los manifestantes.Nickolay Mladenov, coordinador especial para el proceso de Paz en Oriente Medio, participó por vídeoconferencia desde Jerusalén. “No hay excusa para los asesinatos”, condenó dirigiéndose a las dos partes en conflicto, “y menos para la causa de la paz”. “El enojo de la población, si no se canaliza de una manera constructiva, llevará a más destrucción”, dijo al referirse a la frustración creciente de los palestinos, “hay que dar un paso al frente e impedir la guerra”.[...]Karen Pierce, representante de Reino Unido, reconoció el derecho de Israel a defenderse, pero se mostró partidaria de investigar de una manera independiente la conducta de sus fuerzas militares. "El volumen de munición utilizado no se puede ignorar", declaró. Su homólogo francés, François Delattre, advierte de que se vive una situación “muy próxima a la de una tormenta perfecta”. “Condenamos los disparos indiscriminados a manifestantes", dijo, "esto solo refuerza a los radicales”.El enviado de las Naciones Unidas insistió durante el debate en que la actual situación pone de manifiesto “la urgente necesidad” de llegar a una solución política del conflicto. El secretario general de la ONU reiteró el lunes que la única alternativa “viable” es la solución de los dos Estados, “con Palestina e Israel viviendo como vecinos en paz y Jerusalén como capital”. El temor es que esta escalada degenere en un conflicto religioso que desestabilice toda la región.
Después de HamásMiguel-Anxo MuradoConsolidado el alto el fuego y resuelto el contencioso de los rehenes israelíes, lo que sigue ahora es lo más delicado del plan de paz de Donald Trump: la transición a una nueva autoridad en Gaza. Ayer nada parecía indicar que Hamás se dispusiera a entregar las armas. Al igual que en la tregua anterior, sus milicianos volvían a salir armados a las calles para hacer visible su autoridad y ajustar cuentas.A lo largo del fin de semana se han dedicado a ejecutar sumariamente a supuestos colaboracionistas y a enfrentarse con los clanes mafiosos con los que se disputan el control de la ayuda humanitaria. También han ido a por las autodenominadas Fuerzas Populares, facciones contrarias a Hamás que han surgido en distintas partes de la Franja al amparo del Ejército israelí, y de las que ahora el Movimiento de Resistencia Islámica quiere vengarse aprovechando que han quedado desprotegidos. Pero el enfrentamiento más sangriento ha sido con el clan Doghmush, una familia extensa que tiene vínculos con al Qaida y Estado Islámico. Durante la guerra, y en una de sus raras coincidencias, Hamás y los israelíes han matado a muchos de sus miembros, incluidos niños, pero no han conseguido destruir el clan.Por lo visto, Hamás está aprovechando que todavía dispone de armas para intentarlo de nuevo y hace dos días atacó un hospital donde se había refugiado una partida de los Doghmush.Con la atención mediática centrada en la tragedia humanitaria, a estos aspectos de la realidad interna de la Franja de Gaza no se les ha dado la importancia que merecen. Ahora pasan a ser esenciales, porque la viabilidad del alto el fuego dependerá de que se pueda restablecer el orden. Ese es el interés principal de Egipto, cuyo protagonismo arrancó ayer con la ceremonia de Sharm el Sheij. El Cairo toma así el relevo de Catar y Washington, que han hecho su parte forzando la voluntad de Hamás e Israel respectivamente.La preocupación de Egipto es doble. No quiere un éxodo desordenado de gazatíes hacia su territorio si se prolonga el caos. Por otra parte, teme que clanes como los Doghmush, vinculados al yihadismo internacionalista, alimenten a los grupúsculos de al Qaida y el Estado Islámico que operan ya en el Sinaí y suponen un quebradero de cabeza para la seguridad egipcia.Por eso, anticipándose al plan de Trump, al menos desde abril, los egipcios han estado formando discretamente a miles de policías palestinos para, junto con un grupo menor que se adiestra en Jordania, ponerlos a cargo del orden en Gaza. Si esto no fuera suficiente, Egipto propone incluso desplegar a su Ejército.Algo parecido está implícito en el plan de Trump. Habrá que ver, sin embargo, hasta qué punto lo asumen Hamás e Israel. Los primeros perderían por completo el control de la Franja y los segundos difícilmente podrían volver a invadirla o bombardearla. Por eso será interesante observar el recorrido de esta idea. Si se pone en práctica, ya no estaríamos hablando de un simple alto el fuego, sino de una realidad completamente nueva.