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El great reset ... es que es de lo que llevamos hablando desde que ingresé en burbuja hacia 2008. Que el modelo economico está hecho un cristo. Que ha aumentado la desigualdad. Que la tecnología ha beneficiado mucho a pocos. Que se está viviendo peor. Gran reset...ya.
Mis queridos amigos:Muchos de ustedes me han preguntado mi opinión sobre lo que ha venido sucediendo en Estados Unidos desde el 3 de noviembre en el marco de la elección presidencial. En mi doble condición de experto en inteligencia y especialista del tema Estados Unidos me han hecho numerosas preguntas que resumiré en 2 grandes grupos: 1- ¿Hubo fraude electoral? ¿Es creíble la hipótesis de un golpe de Estado tendiente a invertir el resultado de la elección? 2- Si Biden fuese finalmente electo el 8 de diciembre y entronizado el 20 de enero de 2021, ¿qué consecuencias tendría su llegada al poder?Me esforzaré por responder claramente estas preguntas en las siguientes líneas. *¿Tiene el autor algún conflicto de intereses?Es importante que cada uno de ustedes sepa, antes de iniciar la lectura de esta carta, si su autor tiene algún conflicto de intereses que pudiese orientar sus palabras sobre el tema que aborda. Mi respuesta es que no. Es cierto que viví en Estados Unidos, en Kansas, bajo administración demócrata (Clinton) entre 1995 y 1998, época de la que guardo un excelente recuerdo. Estuve en Estados Unidos en múltiples ocasiones, antes y después de aquel episodio profesional, visitando a mi numerosa familia cercana –tres de mis hermanas y 48 de sus descendientes directos, todos ciudadanos estadounidenses y residentes en diferentes Estados, gobernados unos por los demócratas y otros por los republicanos. He visitado 46 de los 50 Estados de la Unión. En el verano de 1998 recibí la Meritorius Service Medal de Estados Unidos, en aquel momento bajo administración demócrata. No soy miembro de ninguno de los principales partidos políticos franceses (Les Republicains, Partido Socialista, Rassemblement National, La France Insoumise, LREM-Modem, Europe-Ecologie-Les Verts). Aunque me expreso a veces con vehemente severidad sobre las «modos de gobierno» estadounidenses, esa severidad no está nunca dirigida al pueblo estadounidense que, como muchos otros pueblos, es más bien generoso y sincero, pero es también ingenuo y está manipulado. Hoy abrigo grandes reservas, incluso hostilidad, hacia la OTAN, por haber comprobado sus derivas desde 1990, en el marco de mis funciones [1]Mi experiencia en materia de inteligencia me ha llevado a dar cada vez menos credibilidad a la enorme mayoría de las agencias de prensa y medios mainstream, en particular a los de Occidente [2]. No siento aprecio por la acción y/o «la influencia poderosa y nociva de los grupos de presión» transnacionales sobre el funcionamiento del mundo, independientemente de que sean grupos de presión financieros, mediáticos, comunitarios o de cualquier otra naturaleza. Después de haber dejado claro todo esto, como autor, pasemos al tema que nos interesa. Contexto pre-electoral de la elección presidencial estadounidenseDesde el fracaso de Hillary Clinton en la elección presidencial de 2016, Estados Unidos se ha dividido profundamente en 2 bandos irreconciliables que se detestan y se han enfrascado en una lucha “a muerte”. Al contrario de lo que la gente cree en Francia o en Europa, esos dos bandos no son los bandos republicano y demócrata, que sólo son las partes visibles del iceberg. Los dos bandos a los que yo me refiero tienen dos concepciones opuestas del mundo: son los «soberanistas» y los «globalistas». Los representantes de los «globalistas» los hallamos mayoritariamente entre los demócratas, pero también podemos encontrarlos, aunque en menor proporción, entre los republicanos. El 24 de septiembre de 2019, desde la tribuna de la Asamblea General de la ONU, Donald Trump claramente escogió su bando, expresó su visión del mundo y declaró la guerra a los globalistas al declarar:«Como mi bien amado país, todas las naciones representadas en este recinto tienen una historia, una cultura y un legado que aprecian y que merecen ser defendidos y celebrados, y que nos dan una fuerza y un potencial particular. El mundo libre debe abarcar sus cimientos “nacionales”. No debe tratar de renunciar a ellos y reemplazarlos…» [3]Segundos después, Donald Trump agregaba:«Si quieren ustedes la libertad, estén orgullosos de su país. Si quieren democracia, aférrense a su soberanía. Si quieren paz, amen su nación. Los jefes de Estado perspicaces siempre ponen el interés de su propio país en primer lugar. El porvenir no pertenece a los globalistas. El porvenir pertenece a los patriotas. El porvenir pertenece a las naciones independientes y soberanas que protegen a sus ciudadanos, que respetan a sus vecinos y que aceptan las diferencias que hacen a cada país especial y único.»Es comprensible para todos que ese discurso pueda suscitar la adhesión de un vasto sector de la población estadounidense, como lo demuestran los más de 73 millones de votos por Trump contabilizados en noviembre de 2020 –o sea, 10 millones más que en 2016, cuando obtuvo menos de 63 millones de sufragios. Para todos los que creían que Trump estaba perdiendo apoyo, ese 15% de aumento es una inmensa sorpresa… como en 2016. Es evidente que el bando de los globalistas no puede aceptar ese «discurso-programa». Así que hará todo lo que pueda por cerrarle al presidente saliente el camino a la reelección. Mayoritario en el «Estado Profundo estadounidense» (Deep State), disponiendo del control de la finanza y de los GAFAM (Google, Apple, Facebook, Amazone, Microsoft y Twitter), disponiendo también del control de la cuasi totalidad de los medios mainstream y de las agencias de prensa anglosajonas y europeas, el bando de los globalistas va a coordinar la acción de sus “brazos armados” para sacar a Donald Trump de la presidencia de Estados Unidos. El presidente Trump, por su parte, no es estúpido ni está solo. Dispone de un fortísimo apoyo popular, de una mayoría en el Senado, en la Corte Suprema y 27 de los 50 gobernadores de los Estados de la Unión son republicanos. En la Cámara de Representantes, acaba de reducir en 12 escaños (por ahora…) la ventaja que tenían los demócratas sobre los republicanos. Ha instalado una administración federal que le es mayoritariamente fiel (no totalmente…), ha cambiado a una mayoría de los jueces federales, resistió exitosamente a 2 intentos del Estado Profundo y de los demócratas de destituirlo (el Rusiagate fabricado desde 2016, que acabó desinflándose… porque era falso y los investigadores, los jueces y la opinión pública estadounidense acabaron dándose cuenta, y el intento de destitución iniciado en la Cámara de Representantes, que se fue a pique cuando llegó al Senado).Por cierto, Trump mostró lucidez cuando dijo, en su último discurso electoral, el 2 de noviembre de 2020, en Carolina del Norte: «Si algo he hecho durante mi mandato ha sido poner en evidencia la deshonestidad de los medios.» [4] Los medios mainstream estadounidenses siempre han suscitado y respaldado las acciones antiTrump. Es en este contexto de tensiones extremas y después de una campaña electoral durante en la que se han visto todos los golpes bajos posibles –de ambas partes– que se produce la elección del 3 de noviembre de 2020. ¿Han sido honestos los medios y los institutos de sondeos o han tratado de manipular a la opinión?Los medios mainstream estadounidenses –por cierto, al igual que los medios europeos– no brillan precisamente por su honestidad, pluralismo e imparcialidad. Bajo el control de un puñado de multimillonarios, esos medios defienden las causas e intereses de sus «patrones», miembros activos o simples colaboradores del Estado Profundo. Todo se vale, hasta las mentiras más descaradas. Se pone de relieve todo lo que perjudique al adversario (Trump) y se oculta todo lo que pudiera perjudicar al bando al que se quiere beneficiar (Biden). Los periodistas hacen carrera sólo si se someten o/y se autocensuran. Hoy estamos en una situación de «guerra informativa» electoral [5]. Los simples mortales encuentran muchas dificultades para informarse correctamente [6].Hace 4 años que esos medios estadounidenses, perfectamente secundados por los medios “hermanos” europeos vienen dedicándose, las 24 horas del día, a denigrar la imagen del presidente Trump ante la opinión pública estadounidense, occidental y mundial. Durante los meses anteriores a la elección se apoyaron en sondeos ampliamente sesgados para hacerle creer al pueblo estadounidense y al mundo –como en 2016– que la elección estaba “decidida” y que una gran ola demócrata iba a sumergir el país. Por citar sólo el ejemplo de la Florida, 4 días antes de la elección una amplia mayoría de los sondeos daba a Biden ganador con entre 1 y 5 puntos… pero el ganador fue Trump por 3,4 puntos. Las diferencias comprobadas entre esos últimos sondeos y el resultado del escrutinio son tales que no puede hablarse del margen de error sino de mentira y manipulación, interesada y… descarada. Esos sondeos y artículos engañosos se repitieron en la casi totalidad de los Estados de la Unión. Los resultados de Trump y del Partido Republicano, el día de la elección, revelaron la envergadura de esas mentiras-manipulaciones mediáticas y de los falsos sondeos preelectorales. ¿Es creíble la hipótesis de un fraude importante en varios Estados claves el día del escrutinio?Mi íntima convicción me dice que sí ya que existen, en mi opinión, demasiados índices concordantes tendientes a que la jauría “mediática” occidental –de la que ya sabemos quién la controla– pueda convencerme de lo contrario. Los presidentes de China y Rusia no se equivocan en esperar a que se proclamen resultados oficiales, lo cual no sucederá hasta el 8 de diciembre, antes de felicitar al vencedor, cuando realmente se sepa quién es [7].Estos son los indicios que me hacen dudar de la honestidad del escrutinio. 1 – La curiosa precipitación, por demás sospechosa, de la jauría mediática estadounidense, seguida de inmediato por su “hermana” de la Unión Europea –que también sabemos quién la controla– en querer imponer un vencedor cuando todavía no se conocen los resultados oficiales de 5 o 6 Estados. Todos sabemos que esos medios estadounidenses son «partidistas» y que son los más feroces adversarios de Trump. Conocemos su método consistente en criticar, cuestionar, modificar, no reconocer, poner en tela de juicio todos los resultados electorales que no les convienen en todo el planeta (como las elecciones presidenciales de Siria, en 2014; de Venezuela, en 2018; de Bolivia, en 2019, y de Bielorrusia, en 2020, por citar sólo 4). También conocemos su propensión a querer promover, más bien imponer, el candidato que les conviene, sin importar que ese candidato sólo cuente con un apoyo muy minoritario (como en los casos de Francia, en 2017; de Bolivia, en 2019; de Bielorrusia, en 2020. También es el caso de Navalni, quien no representa estrictamente nada en Rusia, y sin embargo nuestros medios nos lo “venden” como el contrincante número 1 de Putin). 2 – Las muy desacostumbradas acciones de Google, Facebook, YouTube y Twitter censurando, de manera concertada y simultánea, nada más y nada menos que al presidente de Estados Unidos. Esta colusión evidente de esas grandes empresas de servicios, de las que también sabemos quién las controla, simplemente no es “natural” ni democrática… 3 – Por primera vez en la historia de Estados Unidos, el voto por correspondencia se utilizó masivamente ya que más de un 42% de los electores que votaron lo hicieron por correspondencia (más de 64 millones), a pesar de ser mundialmente reconocido que ese tipo de voto favorece el fraude electoral.El voto por correspondencia incluso se eliminó en Francia en 1975 porque se juzgó propicio al fraude electoral [8].Dicho sea de paso, es extraño que algunos diputados de la mayoría LREM [9] estén tratando ahora de restablecer en Francia el voto por correspondencia, aprovechando la oportunidad que ofrece la epidemia de Covid-19 [10].¿Será que esos diputados tienen intenciones de ampliar las posibilidades de fraude en Francia para alcanzar la reelección en las próximas elecciones locales?Afirmar que no hubo el menor fraude electoral en Estados Unidos, con 64 millones de votos por correspondencia, simplemente no es creíble. Sin asumir por mi cuenta todo el conjunto de denuncias de fraudes emitidas por los republicanos, y enumeradas en un artículo reproducido en Profession Gendarme [11], voy a retener, sin embargo, un solo ejemplo –reconocido por los dos partidos, tanto el demócrata como el republicano– que no es por lo tanto cuestionable ni cuestionado. Según confesó ella misma al New York Times, Abigail Bowen, la secretaria electoral del condado de Shiawassee (Estado de Michigan), agregó, por error según ella, un cero de más en el conteo de los votos de Biden. En vez de inscribir 15 371 votos a favor del demócrata, su equipo agregó 150 371 sufragios. Dado el hecho que en los teclados de computadora la tecla del 0 no está cerca de la tecla del 5, es extraño decir que fue un error involuntario. La secretaria agrega que el error le fue notificado 20 minutos después y que lo corrigió enseguida. (Felizmente alguien se dio cuenta de este error, al parecer involuntario…)Está muy bien que ese error haya sido rectificado… pero eso plantea, de todas maneras, varias interrogantes: ¿Cuántos “errores” de 0 similares a este se cometieron, voluntariamente o no? ¿Cuántos “errores” de ese tipo fueron detectados, notificados y corregidos? ¿Cuántos de esos “errores” fueron validados en el conteo final? ¿Tiene entonces o no razones justificadas un candidato, sea demócrata o republicano, para solicitar que vuelvan a contarse los votos cuando el resultado se sitúa en un margen del 1% en uno de los Estados de la Unión? ¿No es eso lo que se hace en todas las democracias dignas de ese nombre? ¿Acaso es competencia de los medios proclamar un ganador sin disponer de resultados avalados? Lo que yo observo es que en 5 Estados calificados de swing states [12] los resultados están en ese margen del 1%: se trata de los Estados de Arizona, Georgia, Wisconsin, Pensilvania y Nevada [13]. En esos 5 Estados, Trump encabezaba la votación, pero Biden supuestamente acabó aventajándolo en todos por unos miles de votos gracias a la llegada oportuna, milagrosa, masiva y repentina de votos por correspondencia que le resultaron muy, muy, muy favorables. A estas alturas ya ustedes habrán comprendido que, en mi opinión, el voto por correspondencia es la puerta abierta al fraude. Cuando ese voto por correspondencia es masivo, el fraude puede hacerse importante y ser ampliamente suficiente para invertir un resultado en el margen del 1%. Es infinitamente poco probable que no haya habido fraudes. No especularé aquí sobre a quién pudieran haber favorecido esos fraudes y estoy seguro de que nunca llegarán a obtenerse todas las pruebas. Digo solamente que los “ingenuos” medios mainstream estadounidenses y europeos, que tanto quisieran negar a Trump el derecho a que vuelvan a contarse los votos, a que se abran investigaciones y a que se realicen verificaciones, esos mismos medios que –tratándose de otros países– tanto se preocupan por los conteos de votos y que tan fácilmente denuncian un «fraude electoral», no se engrandecen con todo esto. Sabíamos que Francia y sus periodistas que se mofan del presunto perdedor –porque se llama Trump– transmitían la imagen de una “mediocracia”. Pero, ¿también deben convertirse en una mediacracia que trata de imponernos presidentes y todo lo que debemos pensar, sobre todos los temas? Abordemos ahora el segundo tema de mi carta. Si el “globalista” Biden fuese electo el 8 de diciembre y entronizado el 20 de enero de 2021, ¿qué evolución podemos esperar para el planeta los europeos y los franceses?Biden es un anciano, de quien todos saben que ya no goza de todas sus facultades mentales –el próximo 20 de enero habrá cumplido 79 años. Debido a ello, si Biden resulta electo, se hallará bajo la influencia de otras personas y tomaría sus decisiones únicamente siguiendo consejos y bajo el «estrecho control» de su entorno cercano, emanación del «Deep State» o Estado Profundo y conformado con «globalistas» acérrimos. Es además ese entorno lo que habrá ayudado a Biden a ganar, así que sería ese entorno quien gobernaría, de hecho, Estados Unidos. Dado su obediencia «neoconservadora», ese entorno de Biden es resueltamente proisraelí y favorable a que se mantenga sobre el planeta una hegemonía absoluta de Estados Unidos. El profundo estudio de ese entorno (biografías, influencias a las que se somete, redes y comunidades de las que forma parte) resultaría muy revelador pero, por desgracia, nada sorprendente. En Francia tenemos los mismos. Habría que prepararse, por ende, con vista a un recrudecimiento de la injerencia agresiva de Estados Unidos tanto en el Medio Oriente (Líbano, Siria, Irak, Irán), por supuesto, a favor de Israel. Pero también en las fronteras de Rusia, en el Mar de China y en Sudamérica. El nuevo equipo de gobierno, brazo armado del «Deep State», creará los pretextos –aunque no existan– e instrumentalizará la nebulosa terrorista, como siempre lo ha hecho Washington en el pasado, para justificar sus actos de injerencia. Trump logró reducir gradual y considerablemente los bombardeos estadounidenses en el planeta (Estados Unidos utilizó 47 000 bombas en 2017, 16 000 en 2018, 12 000 en 2019 y 928 en enero y febrero de 2020, según los últimos datos conocidos) [14]. Trajo de regreso a Estados Unidos gran cantidad de soldados que estaban desplegados fuera del país, principalmente del Medio Oriente. Bajo el primer mandato de Trump, la coalición occidental mató mucho menos gente que bajo los 2 mandatos de su predecesor [el demócrata Barack Obama]. Si un equipo globalista se apodera de la Casa Blanca, esa tendencia podría invertirse a partir de la primavera de 2021… y la sangre correría otra vez. La OTAN sigue sin entender que debería –incluso en su propio interés– poner fin a tales derivas. La mala noticia es que una administración Biden también trataría de implicar a la OTAN, al Reino Unido, a Francia y a la Unión Europea en todos los trabajos sucios que sus estrategas neoconservadores sean capaces de urdir [15]. La mala noticia para Francia es que su dependencia económica (su deuda y el CAC40) y el creciente servilismo hacia Estados Unidos de las élites francesas, formadas precisamente para que sean serviles, le impedirán rechazar todas las invitaciones de Estados Unidos a ser parte de coaliciones creadas en defensa de causas dudosas. La buena noticia es el hecho que, a ambos lados del Atlántico, los pueblos están empezando a abrir los ojos. Sea o no del agrado de nuestros medios de difusión, de nuestros políticos y de nuestra opinión pública manipulada, el «soberanista» Trump incrementó en un 15% el total de votos que obtuvo en 2016. Sus partidarios controlan la Corte Suprema, el Senado, una mayoría de Estados y se acercan a la paridad en cuanto al número de escaños que controlan en la Cámara de Representantes. Sus partidarios también controlan las zonas rurales estadounidenses. Los demócratas sólo controlan realmente las grandes ciudades. GIF - 51.1 KBEn azul, los condados demócratas, en rojo los condados republicanos. Fuente : New York Post En esas condiciones, no será fácil gobernar Estados Unidos y hacer cualquier cosa, sobre todo teniendo en cuenta que la economía estadounidense está en baja y que la deuda es abismal. Tampoco será fácil gobernar una Unión Europea cuya parte occidental está en bancarrota, con poblaciones a punto de rebelarse, con PIBs en retroceso y presupuestos militares que se verán, quiérase o no, inevitablemente afectados. En tales condiciones, lo sabio sería dedicarse a resolver sus propios problemas en vez de ir a hacer el papel de sheriff en otras partes del mundo. Lo inteligente sería también no inmiscuirse en los asuntos de Estados soberanos bajo el falso pretexto de luchar contra un terrorismo que nosotros mismos contribuimos ampliamente a crear y a mantener mediante nuestra política exterior calamitosa (hacia países como Libia, Siria, Irak, Yemen, Irán, Rusia, Bielorrusia, Venezuela, Brasil y Bolivia, entre otros) y con posicionamientos oficiales irresponsables insultantes para decenas de países (como en el asunto de las caricaturas) [16]. Tarde o temprano, una coalición occidental orquestada por globalistas agresivos acabará por romperse los dientes en algún lugar, se asombrará de lo que le ha sucedido, tendrá que bajarse de su pedestal y ser menos arrogante. Se multiplicarán entonces las marchas, las ceremonias fúnebres, las manifestaciones ruidosas y ostentosas contra un enemigo que nosotros mismos habremos provocado y los pueblos tendrán que contar sus muertos y llorarlos. Basta con ver la “brillante” campaña que han dirigido los gobiernos de los países miembros de tales coaliciones en la llamada «guerra contra el coronavirus» para intuir que tampoco ganaremos la próxima… Général Dominique Delawarde
Les dejo esta carta de un general de inteligencia francés. No tengo referencias de este hombre, pero lo publica la redvoltaire, por enmarcar el tema. Interesante. Si alguien puede dar norte de este sujeto, se agradecería.CitarMis queridos amigos:Muchos de ustedes me han preguntado mi opinión sobre lo que ha venido sucediendo en Estados Unidos desde el 3 de noviembre en el marco de la elección presidencial. En mi doble condición de experto en inteligencia y especialista del tema Estados Unidos me han hecho numerosas preguntas que resumiré en 2 grandes grupos: 1- ¿Hubo fraude electoral? ¿Es creíble la hipótesis de un golpe de Estado tendiente a invertir el resultado de la elección? 2- Si Biden fuese finalmente electo el 8 de diciembre y entronizado el 20 de enero de 2021, ¿qué consecuencias tendría su llegada al poder?Me esforzaré por responder claramente estas preguntas en las siguientes líneas. *¿Tiene el autor algún conflicto de intereses?Es importante que cada uno de ustedes sepa, antes de iniciar la lectura de esta carta, si su autor tiene algún conflicto de intereses que pudiese orientar sus palabras sobre el tema que aborda. Mi respuesta es que no. Es cierto que viví en Estados Unidos, en Kansas, bajo administración demócrata (Clinton) entre 1995 y 1998, época de la que guardo un excelente recuerdo. Estuve en Estados Unidos en múltiples ocasiones, antes y después de aquel episodio profesional, visitando a mi numerosa familia cercana –tres de mis hermanas y 48 de sus descendientes directos, todos ciudadanos estadounidenses y residentes en diferentes Estados, gobernados unos por los demócratas y otros por los republicanos. He visitado 46 de los 50 Estados de la Unión. En el verano de 1998 recibí la Meritorius Service Medal de Estados Unidos, en aquel momento bajo administración demócrata. No soy miembro de ninguno de los principales partidos políticos franceses (Les Republicains, Partido Socialista, Rassemblement National, La France Insoumise, LREM-Modem, Europe-Ecologie-Les Verts). Aunque me expreso a veces con vehemente severidad sobre las «modos de gobierno» estadounidenses, esa severidad no está nunca dirigida al pueblo estadounidense que, como muchos otros pueblos, es más bien generoso y sincero, pero es también ingenuo y está manipulado. Hoy abrigo grandes reservas, incluso hostilidad, hacia la OTAN, por haber comprobado sus derivas desde 1990, en el marco de mis funciones [1]Mi experiencia en materia de inteligencia me ha llevado a dar cada vez menos credibilidad a la enorme mayoría de las agencias de prensa y medios mainstream, en particular a los de Occidente [2]. No siento aprecio por la acción y/o «la influencia poderosa y nociva de los grupos de presión» transnacionales sobre el funcionamiento del mundo, independientemente de que sean grupos de presión financieros, mediáticos, comunitarios o de cualquier otra naturaleza. Después de haber dejado claro todo esto, como autor, pasemos al tema que nos interesa. Contexto pre-electoral de la elección presidencial estadounidenseDesde el fracaso de Hillary Clinton en la elección presidencial de 2016, Estados Unidos se ha dividido profundamente en 2 bandos irreconciliables que se detestan y se han enfrascado en una lucha “a muerte”. Al contrario de lo que la gente cree en Francia o en Europa, esos dos bandos no son los bandos republicano y demócrata, que sólo son las partes visibles del iceberg. Los dos bandos a los que yo me refiero tienen dos concepciones opuestas del mundo: son los «soberanistas» y los «globalistas». Los representantes de los «globalistas» los hallamos mayoritariamente entre los demócratas, pero también podemos encontrarlos, aunque en menor proporción, entre los republicanos. El 24 de septiembre de 2019, desde la tribuna de la Asamblea General de la ONU, Donald Trump claramente escogió su bando, expresó su visión del mundo y declaró la guerra a los globalistas al declarar:«Como mi bien amado país, todas las naciones representadas en este recinto tienen una historia, una cultura y un legado que aprecian y que merecen ser defendidos y celebrados, y que nos dan una fuerza y un potencial particular. El mundo libre debe abarcar sus cimientos “nacionales”. No debe tratar de renunciar a ellos y reemplazarlos…» [3]Segundos después, Donald Trump agregaba:«Si quieren ustedes la libertad, estén orgullosos de su país. Si quieren democracia, aférrense a su soberanía. Si quieren paz, amen su nación. Los jefes de Estado perspicaces siempre ponen el interés de su propio país en primer lugar. El porvenir no pertenece a los globalistas. El porvenir pertenece a los patriotas. El porvenir pertenece a las naciones independientes y soberanas que protegen a sus ciudadanos, que respetan a sus vecinos y que aceptan las diferencias que hacen a cada país especial y único.»Es comprensible para todos que ese discurso pueda suscitar la adhesión de un vasto sector de la población estadounidense, como lo demuestran los más de 73 millones de votos por Trump contabilizados en noviembre de 2020 –o sea, 10 millones más que en 2016, cuando obtuvo menos de 63 millones de sufragios. Para todos los que creían que Trump estaba perdiendo apoyo, ese 15% de aumento es una inmensa sorpresa… como en 2016. Es evidente que el bando de los globalistas no puede aceptar ese «discurso-programa». Así que hará todo lo que pueda por cerrarle al presidente saliente el camino a la reelección. Mayoritario en el «Estado Profundo estadounidense» (Deep State), disponiendo del control de la finanza y de los GAFAM (Google, Apple, Facebook, Amazone, Microsoft y Twitter), disponiendo también del control de la cuasi totalidad de los medios mainstream y de las agencias de prensa anglosajonas y europeas, el bando de los globalistas va a coordinar la acción de sus “brazos armados” para sacar a Donald Trump de la presidencia de Estados Unidos. El presidente Trump, por su parte, no es estúpido ni está solo. Dispone de un fortísimo apoyo popular, de una mayoría en el Senado, en la Corte Suprema y 27 de los 50 gobernadores de los Estados de la Unión son republicanos. En la Cámara de Representantes, acaba de reducir en 12 escaños (por ahora…) la ventaja que tenían los demócratas sobre los republicanos. Ha instalado una administración federal que le es mayoritariamente fiel (no totalmente…), ha cambiado a una mayoría de los jueces federales, resistió exitosamente a 2 intentos del Estado Profundo y de los demócratas de destituirlo (el Rusiagate fabricado desde 2016, que acabó desinflándose… porque era falso y los investigadores, los jueces y la opinión pública estadounidense acabaron dándose cuenta, y el intento de destitución iniciado en la Cámara de Representantes, que se fue a pique cuando llegó al Senado).Por cierto, Trump mostró lucidez cuando dijo, en su último discurso electoral, el 2 de noviembre de 2020, en Carolina del Norte: «Si algo he hecho durante mi mandato ha sido poner en evidencia la deshonestidad de los medios.» [4] Los medios mainstream estadounidenses siempre han suscitado y respaldado las acciones antiTrump. Es en este contexto de tensiones extremas y después de una campaña electoral durante en la que se han visto todos los golpes bajos posibles –de ambas partes– que se produce la elección del 3 de noviembre de 2020. ¿Han sido honestos los medios y los institutos de sondeos o han tratado de manipular a la opinión?Los medios mainstream estadounidenses –por cierto, al igual que los medios europeos– no brillan precisamente por su honestidad, pluralismo e imparcialidad. Bajo el control de un puñado de multimillonarios, esos medios defienden las causas e intereses de sus «patrones», miembros activos o simples colaboradores del Estado Profundo. Todo se vale, hasta las mentiras más descaradas. Se pone de relieve todo lo que perjudique al adversario (Trump) y se oculta todo lo que pudiera perjudicar al bando al que se quiere beneficiar (Biden). Los periodistas hacen carrera sólo si se someten o/y se autocensuran. Hoy estamos en una situación de «guerra informativa» electoral [5]. Los simples mortales encuentran muchas dificultades para informarse correctamente [6].Hace 4 años que esos medios estadounidenses, perfectamente secundados por los medios “hermanos” europeos vienen dedicándose, las 24 horas del día, a denigrar la imagen del presidente Trump ante la opinión pública estadounidense, occidental y mundial. Durante los meses anteriores a la elección se apoyaron en sondeos ampliamente sesgados para hacerle creer al pueblo estadounidense y al mundo –como en 2016– que la elección estaba “decidida” y que una gran ola demócrata iba a sumergir el país. Por citar sólo el ejemplo de la Florida, 4 días antes de la elección una amplia mayoría de los sondeos daba a Biden ganador con entre 1 y 5 puntos… pero el ganador fue Trump por 3,4 puntos. Las diferencias comprobadas entre esos últimos sondeos y el resultado del escrutinio son tales que no puede hablarse del margen de error sino de mentira y manipulación, interesada y… descarada. Esos sondeos y artículos engañosos se repitieron en la casi totalidad de los Estados de la Unión. Los resultados de Trump y del Partido Republicano, el día de la elección, revelaron la envergadura de esas mentiras-manipulaciones mediáticas y de los falsos sondeos preelectorales. ¿Es creíble la hipótesis de un fraude importante en varios Estados claves el día del escrutinio?Mi íntima convicción me dice que sí ya que existen, en mi opinión, demasiados índices concordantes tendientes a que la jauría “mediática” occidental –de la que ya sabemos quién la controla– pueda convencerme de lo contrario. Los presidentes de China y Rusia no se equivocan en esperar a que se proclamen resultados oficiales, lo cual no sucederá hasta el 8 de diciembre, antes de felicitar al vencedor, cuando realmente se sepa quién es [7].Estos son los indicios que me hacen dudar de la honestidad del escrutinio. 1 – La curiosa precipitación, por demás sospechosa, de la jauría mediática estadounidense, seguida de inmediato por su “hermana” de la Unión Europea –que también sabemos quién la controla– en querer imponer un vencedor cuando todavía no se conocen los resultados oficiales de 5 o 6 Estados. Todos sabemos que esos medios estadounidenses son «partidistas» y que son los más feroces adversarios de Trump. Conocemos su método consistente en criticar, cuestionar, modificar, no reconocer, poner en tela de juicio todos los resultados electorales que no les convienen en todo el planeta (como las elecciones presidenciales de Siria, en 2014; de Venezuela, en 2018; de Bolivia, en 2019, y de Bielorrusia, en 2020, por citar sólo 4). También conocemos su propensión a querer promover, más bien imponer, el candidato que les conviene, sin importar que ese candidato sólo cuente con un apoyo muy minoritario (como en los casos de Francia, en 2017; de Bolivia, en 2019; de Bielorrusia, en 2020. También es el caso de Navalni, quien no representa estrictamente nada en Rusia, y sin embargo nuestros medios nos lo “venden” como el contrincante número 1 de Putin). 2 – Las muy desacostumbradas acciones de Google, Facebook, YouTube y Twitter censurando, de manera concertada y simultánea, nada más y nada menos que al presidente de Estados Unidos. Esta colusión evidente de esas grandes empresas de servicios, de las que también sabemos quién las controla, simplemente no es “natural” ni democrática… 3 – Por primera vez en la historia de Estados Unidos, el voto por correspondencia se utilizó masivamente ya que más de un 42% de los electores que votaron lo hicieron por correspondencia (más de 64 millones), a pesar de ser mundialmente reconocido que ese tipo de voto favorece el fraude electoral.El voto por correspondencia incluso se eliminó en Francia en 1975 porque se juzgó propicio al fraude electoral [8].Dicho sea de paso, es extraño que algunos diputados de la mayoría LREM [9] estén tratando ahora de restablecer en Francia el voto por correspondencia, aprovechando la oportunidad que ofrece la epidemia de Covid-19 [10].¿Será que esos diputados tienen intenciones de ampliar las posibilidades de fraude en Francia para alcanzar la reelección en las próximas elecciones locales?Afirmar que no hubo el menor fraude electoral en Estados Unidos, con 64 millones de votos por correspondencia, simplemente no es creíble. Sin asumir por mi cuenta todo el conjunto de denuncias de fraudes emitidas por los republicanos, y enumeradas en un artículo reproducido en Profession Gendarme [11], voy a retener, sin embargo, un solo ejemplo –reconocido por los dos partidos, tanto el demócrata como el republicano– que no es por lo tanto cuestionable ni cuestionado. Según confesó ella misma al New York Times, Abigail Bowen, la secretaria electoral del condado de Shiawassee (Estado de Michigan), agregó, por error según ella, un cero de más en el conteo de los votos de Biden. En vez de inscribir 15 371 votos a favor del demócrata, su equipo agregó 150 371 sufragios. Dado el hecho que en los teclados de computadora la tecla del 0 no está cerca de la tecla del 5, es extraño decir que fue un error involuntario. La secretaria agrega que el error le fue notificado 20 minutos después y que lo corrigió enseguida. (Felizmente alguien se dio cuenta de este error, al parecer involuntario…)Está muy bien que ese error haya sido rectificado… pero eso plantea, de todas maneras, varias interrogantes: ¿Cuántos “errores” de 0 similares a este se cometieron, voluntariamente o no? ¿Cuántos “errores” de ese tipo fueron detectados, notificados y corregidos? ¿Cuántos de esos “errores” fueron validados en el conteo final? ¿Tiene entonces o no razones justificadas un candidato, sea demócrata o republicano, para solicitar que vuelvan a contarse los votos cuando el resultado se sitúa en un margen del 1% en uno de los Estados de la Unión? ¿No es eso lo que se hace en todas las democracias dignas de ese nombre? ¿Acaso es competencia de los medios proclamar un ganador sin disponer de resultados avalados? Lo que yo observo es que en 5 Estados calificados de swing states [12] los resultados están en ese margen del 1%: se trata de los Estados de Arizona, Georgia, Wisconsin, Pensilvania y Nevada [13]. En esos 5 Estados, Trump encabezaba la votación, pero Biden supuestamente acabó aventajándolo en todos por unos miles de votos gracias a la llegada oportuna, milagrosa, masiva y repentina de votos por correspondencia que le resultaron muy, muy, muy favorables. A estas alturas ya ustedes habrán comprendido que, en mi opinión, el voto por correspondencia es la puerta abierta al fraude. Cuando ese voto por correspondencia es masivo, el fraude puede hacerse importante y ser ampliamente suficiente para invertir un resultado en el margen del 1%. Es infinitamente poco probable que no haya habido fraudes. No especularé aquí sobre a quién pudieran haber favorecido esos fraudes y estoy seguro de que nunca llegarán a obtenerse todas las pruebas. Digo solamente que los “ingenuos” medios mainstream estadounidenses y europeos, que tanto quisieran negar a Trump el derecho a que vuelvan a contarse los votos, a que se abran investigaciones y a que se realicen verificaciones, esos mismos medios que –tratándose de otros países– tanto se preocupan por los conteos de votos y que tan fácilmente denuncian un «fraude electoral», no se engrandecen con todo esto. Sabíamos que Francia y sus periodistas que se mofan del presunto perdedor –porque se llama Trump– transmitían la imagen de una “mediocracia”. Pero, ¿también deben convertirse en una mediacracia que trata de imponernos presidentes y todo lo que debemos pensar, sobre todos los temas? Abordemos ahora el segundo tema de mi carta. Si el “globalista” Biden fuese electo el 8 de diciembre y entronizado el 20 de enero de 2021, ¿qué evolución podemos esperar para el planeta los europeos y los franceses?Biden es un anciano, de quien todos saben que ya no goza de todas sus facultades mentales –el próximo 20 de enero habrá cumplido 79 años. Debido a ello, si Biden resulta electo, se hallará bajo la influencia de otras personas y tomaría sus decisiones únicamente siguiendo consejos y bajo el «estrecho control» de su entorno cercano, emanación del «Deep State» o Estado Profundo y conformado con «globalistas» acérrimos. Es además ese entorno lo que habrá ayudado a Biden a ganar, así que sería ese entorno quien gobernaría, de hecho, Estados Unidos. Dado su obediencia «neoconservadora», ese entorno de Biden es resueltamente proisraelí y favorable a que se mantenga sobre el planeta una hegemonía absoluta de Estados Unidos. El profundo estudio de ese entorno (biografías, influencias a las que se somete, redes y comunidades de las que forma parte) resultaría muy revelador pero, por desgracia, nada sorprendente. En Francia tenemos los mismos. Habría que prepararse, por ende, con vista a un recrudecimiento de la injerencia agresiva de Estados Unidos tanto en el Medio Oriente (Líbano, Siria, Irak, Irán), por supuesto, a favor de Israel. Pero también en las fronteras de Rusia, en el Mar de China y en Sudamérica. El nuevo equipo de gobierno, brazo armado del «Deep State», creará los pretextos –aunque no existan– e instrumentalizará la nebulosa terrorista, como siempre lo ha hecho Washington en el pasado, para justificar sus actos de injerencia. Trump logró reducir gradual y considerablemente los bombardeos estadounidenses en el planeta (Estados Unidos utilizó 47 000 bombas en 2017, 16 000 en 2018, 12 000 en 2019 y 928 en enero y febrero de 2020, según los últimos datos conocidos) [14]. Trajo de regreso a Estados Unidos gran cantidad de soldados que estaban desplegados fuera del país, principalmente del Medio Oriente. Bajo el primer mandato de Trump, la coalición occidental mató mucho menos gente que bajo los 2 mandatos de su predecesor [el demócrata Barack Obama]. Si un equipo globalista se apodera de la Casa Blanca, esa tendencia podría invertirse a partir de la primavera de 2021… y la sangre correría otra vez. La OTAN sigue sin entender que debería –incluso en su propio interés– poner fin a tales derivas. La mala noticia es que una administración Biden también trataría de implicar a la OTAN, al Reino Unido, a Francia y a la Unión Europea en todos los trabajos sucios que sus estrategas neoconservadores sean capaces de urdir [15]. La mala noticia para Francia es que su dependencia económica (su deuda y el CAC40) y el creciente servilismo hacia Estados Unidos de las élites francesas, formadas precisamente para que sean serviles, le impedirán rechazar todas las invitaciones de Estados Unidos a ser parte de coaliciones creadas en defensa de causas dudosas. La buena noticia es el hecho que, a ambos lados del Atlántico, los pueblos están empezando a abrir los ojos. Sea o no del agrado de nuestros medios de difusión, de nuestros políticos y de nuestra opinión pública manipulada, el «soberanista» Trump incrementó en un 15% el total de votos que obtuvo en 2016. Sus partidarios controlan la Corte Suprema, el Senado, una mayoría de Estados y se acercan a la paridad en cuanto al número de escaños que controlan en la Cámara de Representantes. Sus partidarios también controlan las zonas rurales estadounidenses. Los demócratas sólo controlan realmente las grandes ciudades. GIF - 51.1 KBEn azul, los condados demócratas, en rojo los condados republicanos. Fuente : New York Post En esas condiciones, no será fácil gobernar Estados Unidos y hacer cualquier cosa, sobre todo teniendo en cuenta que la economía estadounidense está en baja y que la deuda es abismal. Tampoco será fácil gobernar una Unión Europea cuya parte occidental está en bancarrota, con poblaciones a punto de rebelarse, con PIBs en retroceso y presupuestos militares que se verán, quiérase o no, inevitablemente afectados. En tales condiciones, lo sabio sería dedicarse a resolver sus propios problemas en vez de ir a hacer el papel de sheriff en otras partes del mundo. Lo inteligente sería también no inmiscuirse en los asuntos de Estados soberanos bajo el falso pretexto de luchar contra un terrorismo que nosotros mismos contribuimos ampliamente a crear y a mantener mediante nuestra política exterior calamitosa (hacia países como Libia, Siria, Irak, Yemen, Irán, Rusia, Bielorrusia, Venezuela, Brasil y Bolivia, entre otros) y con posicionamientos oficiales irresponsables insultantes para decenas de países (como en el asunto de las caricaturas) [16]. Tarde o temprano, una coalición occidental orquestada por globalistas agresivos acabará por romperse los dientes en algún lugar, se asombrará de lo que le ha sucedido, tendrá que bajarse de su pedestal y ser menos arrogante. Se multiplicarán entonces las marchas, las ceremonias fúnebres, las manifestaciones ruidosas y ostentosas contra un enemigo que nosotros mismos habremos provocado y los pueblos tendrán que contar sus muertos y llorarlos. Basta con ver la “brillante” campaña que han dirigido los gobiernos de los países miembros de tales coaliciones en la llamada «guerra contra el coronavirus» para intuir que tampoco ganaremos la próxima… Général Dominique Delawarde https://www.voltairenet.org/article211636.htmlsaludPD. si alguien considera que debería ir en otro hilo, procédase.
En mi modesta opinión, existe un relato oficial para justificar lo que se hace.Ante un problema sobre el que no tienen mucha idea deciden tomar unas decisiones y luego se crea el relato que justifica las decisiones para que estas no parezcan tan disparatadas o tan desacertadas o tan tomadas dentro de una gran incertidumbre.Pasa lo mismo cuando te compras un coche. Primero te compras un determinado modelo por dios sabe qué motivos reales (que ni tu mismo tienes muy claros) y luego lo justificas con unos supuestos motivos racionales.Se decide que todo el mundo lleve la mascarilla siempre. Yo creo que esa decisión se toma realmente porque no se sabe como disciplinar a la gente para que la lleve en las circunstancias de riesgo y luego se intenta justificar con el rollo de que "se propaga por el aire". ¡Cojones, ¿por dónde se va a propagar?, ¿por el vacío?. Lo del rollo de las gotículas frente a aerosoles es la mayor gilipollez que he oído. Las gotículas son aerosoles. ¿Han medido el diámetro mínimo de babas/mocos en suspensión que puede transportar carga vírica que infecte?.Ni idea. Evidentemente intentarán tapar o no publicar tanto las cosas que cuestionen las decisiones tomadas para hacer ver que han acertado. Evidentemente si se empieza a encontrar el virus en muestras de 2019 o antes, intentarán no darle mucha publicidad para que no parezca que fallaron en la detección. Pero vamos que al final todo se sabrá. No creo que las conspiraciones sean sostenibles.Y fijaros en lo que decís. El virus no es estacional. Argentina ha dado los máximos el 21 de octubre. Está afectando a países del Hemisferio Sur, del Norte y de la zona ecuatorial.En realidad no se sabe casi nada de la propagación. Hay estudios de todos los gustos. Unos dicen que los fumadores se contagian menos pero de ser cierto no se sabe por qué. Durante una temporada se dijo que si la temperatura y la latitud, ahora no se puede decir nada de eso. Si alguien encuentra algún estudio que diga que la radiación ultravioleta o la temperatura afectan al virus (y digo al virus no a su propagación) que lo cuelgue, se lo agradeceré. Otros dicen que a los niños/jóvenes les afecta menos por la inmunidad cruzada de la triple vírica o no se qué otra vacuna (por mera relación casual, tampoco saben por qué). Buscan el virus en el metro aire del metro de Londres y no lo encuentran. Parece que sólo el 15% de los convivientes con un positivo se contagian pero luego en una residencia se detectan 86 casos en un día.Intentar modelizar la cosa tiene su mérito y es necesario hacerlo pero que lo que dicen los modelos se corresponda con lo que realmente pasa...
Estacionalidad. Argentina tuvo una incidencia moderada-baja en su otoño y ahora tiene el pico máximo, coincidente con nuestro marzo (pico máximo de contagios entre febrero y marzo en Europa) nuestro final de verano-principio de principio de otoño está teniendo una incidencia sensiblemente inferior a marzo. ¿Acaso sabemos las dinámicas de expansión de un virus respiratorio en todas las regiones del planeta? Si miran las curvas de incidencia de la gripe en las diferentes regiones del mundo verán que coinciden ¿Sabemos el comportamiento de un virus respiratorio durante su fase basal? ¿Qué organismos funcionan como reservorios durante la misma y bajo qué condiciones ambientales artificiales se propaga? Lo que sí sabemos es que durante el verano TODA Europa tuvo un número de fallecimientos bajísimo con medidas MENOS estrictas y que ha repuntado con el cambio de temperaturas. Por favor ya.Estacionalidad:https://jamanetwork.com/journals/jamanetworkopen/fullarticle/2767010?fbclid=IwAR0UPHepN1aFAsBL-zkSFQYAYE1w445bMsCBDYRclYHNrg_GX2cJz-WlPokUn saludo.
https://www.voltairenet.org/article211636.htmlsaludPD. si alguien considera que debería ir en otro hilo, procédase.
A los investigadores les sorprendió que, basándose solo en datos de movilidad, su modelo predijo correctamente que los vecindarios de menos ingresos tenían tasas de contagios más altas en comparación con los de más ingresos. “Identificamos dos mecanismos: primero, los vecindarios de menores ingresos no pudieron reducir tanto su movilidad a principios de marzo; y segundo, los locales que visitaron tienden a ser más pequeños, más concurridos y, por lo tanto, de mayor riesgo”, explica Serina Chang, investigadora de la Universidad de Stanford. Y pone un ejemplo: “En promedio, una visita a la tienda de comestibles era dos veces más peligrosa para una persona de bajos ingresos. Las tiendas de alimentos visitadas por personas de pocos ingresos tenían, en promedio, un 59% más de personas por metro cuadrado y las personas se quedaban un 17% más”. Solo usando los datos de los móviles, pudieron observar con claridad los patrones que provocan más contagios entre la gente con menos recursos: menos teletrabajo y mayores aglomeraciones. “Me sorprendió la medida en que los datos de movilidad codificaban estas disparidades”, reconoce Chang.(...)“Uno de nuestros resultados importantes es que la reapertura no tiene por qué ser todo o nada”, resume Chang. “Predecimos que la reapertura total resultará en un aumento dramático en las infecciones, el cierre completo será difícil para la economía, pero si reabrimos parcialmente con límites de ocupación, podemos recuperar la mayor parte de la actividad económica sin provocar una gran cantidad de infecciones”, aclara. Al reducir el aforo de los locales drásticamente, al 20%, se tumban un 80% de nuevos contagios, pero las visitas de clientes solo caen un 60%, según los datos que ofrece su estudio. La clientela se distribuye en otros horarios para evitar los momentos de mayor aglomeración y la economía no se resiente tanto como cuando hay que cerrar porque la gráfica de contagios se ha disparado. Esta medida, además, es la que más protege a los vulnerables, porque así no se ven tan expuestos durante tanto tiempo en los locales más pequeños y abarrotados que suelen visitar habitualmente.
Hoy sabemos que la Polinesia Francesa dio su máximo a primeros de noviembre cuando tienen una temperatura media de 28,8 grados
Osea, que las medidas adoptadas son fantásticas para frenar la gripe, pero totalmente irrelevantes de cara a frenar el Covid. Bienvenido al club.Cuando tengas un minuto, calcula cuanto nos ha costado frenar la gripe "este año".
Este especialista explica que las personas con gripe generan aerosoles infecciosos, que son pequeñas gotas que permanecen suspendidas en el aire durante mucho tiempo, incluso cuando no están tosiendo, y especialmente durante los primeros días de la enfermedad