Los administradores de TransicionEstructural no se responsabilizan de las opiniones vertidas por los usuarios del foro. Cada usuario asume la responsabilidad de los comentarios publicados.
0 Usuarios y 3 Visitantes están viendo este tema.
Las vacaciones más caras de nuestra vidaAtaque al bolsillo · La inflación, una demanda disparada e incluso los algoritmos para optimizar precios encarecen un verano que va a romper récords. Pero el sector dice que los beneficios no serán para tirar cohetesHabrá que madrugar más que nunca para encontrar sitio en las playas españolas, que este verano van a estar más concurridas que nunca. E. C.Zigor Aldama | Sábado, 3 de junio 2023 Habrá que madrugar más que nunca para encontrar sitio en las playas españolas, que este verano van a estar más concurridas que nunca. E. C. La tormenta perfecta descargará este verano con toda su furia sobre el bolsillo de quienes se vayan de viaje. Porque a la elevada inflación que dispara los precios en la hostelería se suma el implacable efecto de la ley de la oferta y la demanda, que encarece el alojamiento y los billetes de avión. Por si fuese poco, la adopción de tecnologías como el 'big data' y la inteligencia artificial para determinar precios dinámicos resulta especialmente eficaz a la hora de extraer hasta el último euro que el viajero está dispuesto a pagar. La suma de estos factores arroja un resultado claro: van a ser las vacaciones más caras de la historia.El primer bofetón, y quizá el más sonoro, lo dan las aerolíneas al reservar un vuelo. Porque, según la Confederación Española de Agencias de Viajes (CEAV), las tarifas han aumentado entre el 10% y el 20%. A pesar de ello, en los cuatro primeros meses del año el número de pasajeros se ha incrementado en un 2% con respecto a 2019, y la Asociación de Líneas Aéreas (ALA) vaticina que esa tasa alcance el 2,5% en verano. «Vamos al 100% de ocupación casi siempre. Tenemos 'overbooking' e incluso los pilotos que viajamos en 'stand by' nos quedamos a veces en tierra», comenta un comandante de Vueling que pide mantenerse en el anonimato.«Aunque aún no se operan tantos vuelos como antes de la pandemia, el número de pasajeros sube porque se están utilizando aviones más grandes», explica Javier Gándara, presidente de ALA, subrayando que las tarifas aún «son muy competitivas». Sobre todo si se tiene en cuenta que «el combustible todavía está en torno a un 40% más caro que antes de la pandemia y que se han pactado notables subidas salariales». En cualquier caso, la carestía depende del destino, y afecta sobre todo a los vuelos intercontinentales: si antes de la pandemia volar a Shanghái costaba en torno a 700 euros ida y vuelta, ahora la tarifa duplica esa cifra, algo que sucede con la mayoría de las ciudades del resto de Asia y de América.El efecto champánA pesar de todo, Gándara señala que esas tarifas «y el 'boom' que viven los destinos vacacionales» no compensarán este año las pérdidas provocadas por la covid. «Muchas líneas aéreas tuvieron que endeudarse para sobrevivir y solo alguna logrará recuperarse en 2023», analiza. Además, los viajes de negocios, la principal fuente de ingresos de estas empresas, se recuperan más lentamente y se están reconfigurando.Pase lo que pase, la gente no se va a quedar en tierra. «Acabo de salir de Correos y había cola para pedir el voto por correo. La gente viaja como nunca a pesar de los precios. Este verano vamos a romper récords, porque hay más reservas que en 2019», señala Ramón Estalella, secretario general de la Confederación Española de Hoteles y Alojamientos Turísticos (CEHAT). El porqué de la aparente contradicción entre una inflación elevada y una actividad turística desenfrenada la explica con dos razones: «Por un lado, durante la pandemia se ahorró más que nunca; por otro lado, ahora se prioriza el viaje sobre otros consumos».José Manuel Lastra, vicepresidente primero de la Confederacion Española De Agencias De Viajes (CEAV), es de la misma opinión. «La demanda ha estado tan constreñida en los últimos años que ahora no tiene en cuenta el factor precio. Es lo que llamamos efecto champán», corrobora. Es un fenómeno que primero reactivó el turismo nacional y que ahora se siente también en el internacional. «Hay más cruceros marítimos y fluviales, se ha abierto Asia y muchos viajan a Tailandia o Vietnam, Estados Unidos sigue teniendo tirón a pesar de que la inflación es superior a la de España, y, entre los destinos menos habituales, Albania pega fuerte», enumera, subrayando que, en cualquier caso, el sol y playa continuará siendo el rey absoluto del turismo estival.140 euros la nocheNo obstante, Estalella asegura que la inflación no es la que tira de los precios en los hoteles. «Es la demanda», sentencia. El número de pernoctaciones en abril aumentó un 11% y empujó el precio medio de los alojamientos hasta 104,89 euros por noche, solo cinco euros menos que en agosto de 2019. Las previsiones apuntan a que en los meses estivales de este año se puede superar una media de 140 euros. «Los hoteleros no fijan los precios, lo hace el mercado. Da igual que los costes hayan subido un 17% en el último año, porque si nadie está dispuesto a pagarlos no se pueden trasladar al cliente. Ahora son algoritmos los que analizan el mercado y optimizan los precios», explica Estalella. Y lo mismo sucede con los billetes de avión. «Cada pasajero paga un precio diferente», recalca Gándara.Comparación con los años anterioresPrecio medio de una habitación de hotelEuros al día Comparación con los años anteriores Gráfico: G.H. (EL CORREO) Fuente: INEEs evidente que los márgenes de beneficio del sector hotelero están creciendo, ayudados por una caída en los precios de la energía, pero el responsable de CEHAT concuerda con su homólogo de ALA en que los beneficios no serán abultados. «Muchas empresas se tuvieron que endeudar durante la pandemia para mantenerse a flote. Ahora, esos márgenes se destinarán a pagar las deudas», analiza, subrayando que los hoteles que más han invertido en tecnología y ahorro energético son los que mejor preparados están para darle un buen bocado al jugoso pastel que se presenta en verano.España gana competitividadLa inflación, sin embargo, sí que se ha trasladado directamente a la hostelería. Así que la visita al chiringuito deparará algún susto que otro. Sobre todo porque tanto los alimentos como los alquileres y la mano de obra suponen una parte muy relevante de los costes del sector y todos están por las nubes. El sobrecoste de la electricidad y del gas se está suavizando, pero hay materias primas como los aceites que se han disparado un 50%. Y, como muchos trabajadores se fueron a otros sectores durante la pandemia, los sueldos en hostelería son los que más han subido: concretamente, un 12,6% en 2022.Incremento de costes salariales IV trimestre 2022; variación evolución interanual (%) Tabla: G.H. (EL CORREO) Fuente: Hostelería de España «A pesar de eso, hemos logrado minimizar las subidas de precio», afirma Emilio Gallego, secretario general de Hostelería de España. Y, precisamente, eso ha logrado que España gane competitividad frente a los países del entorno, donde la inflación ha sido más acusada. «Nosotros somos exportadores netos de alimentos y tenemos un porcentaje elevado de renovables, mientras que Reino Unido depende de las importaciones de comida y Alemania sufre la crisis energética de forma mucho más acusada», analiza Gallego. «Además, en nuestro país no hay aún una saturación en el sector hostelero –existen 180.000 bares y 280.000 establecimientos que emplean a 1,8 millones de trabajadores–, por lo que somos el país más competitivo del mundo y un destino cada vez más atractivo», sentencia.La previsión tiene premioPor todo ello, el responsable de la asociación de hostelería tiene claro que este año «se van a registrar los mejores datos de la historia» y resta importancia a la caída del poder adquisitivo de los españoles: «Los sueldos suben y las pensiones se han revalorizado un 8%. La gente quiere gastar en experiencias, en relajarse y divertirse. Hay un cambio sociológico y la gente es más hedonista y tiene más tiempo libre para disfrutarlo», zanja.La gran incógnita es si este 'turismo de venganza' se mantendrá a lo largo de los próximos años y si los precios acabarán bajando. Todos los expertos consultados tienen esperanza en que lo primero suceda, pero son escépticos en cuanto a lo segundo. «Lo que se ha hecho es recuperar la senda al alza que la pandemia truncó. Puede que los crecimientos se moderen, pero la cultura viajera se ha asentado en nuestro país y no tiene vuelta atrás», comenta Lastra, que sí ve cierto margen para que los billetes de avión bajen un poco de precio cuando las aerolíneas recuperen el equilibrio.«Lo que sí ha vuelto para quedarse es la reserva anticipada como fórmula para encontrar mejores precios», sentencia. Y todos concuerdan. «Aunque todavía se demanda más flexibilidad, la incertidumbre baja y, aunque las elecciones en julio nos preocupan, cada vez se reservan más vacaciones con antelación», concurre Estalella. La previsión tiene premio, pero no hay forma de evitar que en el chiringuito cobren las consumiciones como un restaurante con estrella Michelin. Y si una caña a 6 euros puede parecer cara, hay que recordar que para un británico es una auténtica ganga.
A pit whodunnitWho is keeping coal alive?The financiers saving the world’s dirtiest fuel from extinction(...)Financing more digging at existing mines—the second link in the supply chain—is no problem either. Last year coal production hit a record 8bn tonnes. It is not quite business as usual. Since 2018 many mining “majors” (large, diversified groups listed on public markets) have sold some or all of their coal assets. Yet rather than being decommissioned, disposed assets have been picked up by private miners, emerging-market rivals and private-equity groups. New owners have no qualms about making full use of mines. In 2021 Anglo American, a London-based major, spun off its South African mines into a new firm that instantly pledged to crank up output.Like traders, the miners have been printing money. Australia’s three biggest pure-play coal producers went from posting net debt of $1bn in 2021 to $6bn in net cash last year. They have repaid most of their long-term borrowing, so have no big deadlines to meet soon. “The conversation has gone from ‘How do I refinance my debt?’ to ‘What do I do with my extra cash?’,” says a finance chief at one of them.Coal miners can still borrow money when needed. Data compiled by Urgewald shows that they secured an aggregate $62bn in bank loans between 2019 and 2021. According to the charity’s research, Japanese firms (smbc, Sumitomo, Mitsubishi) were the biggest lenders, followed by Bank of China and America’s jpMorgan Chase and Citigroup. European banks also featured in the top 15. During this period coal miners, mainly Chinese, also managed to sell $150bn worth of bonds and shares, often underwritten by Chinese banks. The liquidity is not drying out. Urgewald calculates that in 2022 60 large banks helped channel $13bn towards the world’s 30 largest coal producers.This is possible because the coal-exclusion policies of financial firms are wildly inconsistent. Many do not kick in until 2025. Some cover only new clients. Others prohibit financing for projects, but not general corporate loans that miners may use to dig for coal. Policies that do restrict such lending often do so only for miners that derive lots of their revenue from coal, typically 25% or 50%. Many big firms, including Glencore, a Swiss commodities giant which produces 110m tonnes a year, fall below such thresholds.Some policies are vaguely worded to allow for exemptions. Although Goldman Sachs, a bank, promises to stop financing thermal-coal mining companies that do not have a diversification strategy “within a reasonable timeframe”, it has reportedly continued to lend to Peabody, a huge Australian miner that derived 78% of its revenue from coal sales in 2022 (it may have helped that the firm recently launched a modest solar subsidiary). Out of 426 large banks, investors and insurers assessed by Reclaim Finance, another charity, only 26 were deemed to have a coal-exit policy consistent with a 2050 net-zero scenario. Even fewer have said they will exit completely. Most of China and India’s state-owned banks have said nothing at all.In short, few banks are ready to hurt their top line or their country’s supply. Analysts reckon that this will help existing mines meet demand until the early 2030s. At this point, there may finally be a crunch. Western banks, many of which periodically revise their policies, will gradually tighten the screws. The paucity of new projects today—the third link in the chain—means there may not be enough fresh supply when old mines stop producing. Although finance for new projects is getting harder to attain, it is still available. As Western banks retreat, other players are coming to the fore. Capital expenditure by Western miners has been feeble for years. Having spent big in the 2000s, many suffered when prices crashed in the mid-2010s. Even though they are making hefty profits again, the majors prefer to buy rivals, reopen old mines or return capital to shareholders rather than launch new ventures. The investment drought is most severe in coal. Building a pit from scratch can take more than a decade. Years are spent obtaining permits, which in the West are increasingly refused.Financing for new projects in rich countries is a particular hurdle. Last year Adani Group, an Indian firm that runs Carmichael, a mega coal mine being built in Queensland, had to refinance out of its own pocket $500m in bonds it had issued for the project. Some opportunistic pots of money will continue to target juicy profits, especially if prices rise. The first deep coal pit to be dug in Britain in decades is ultimately owned by emr Capital, a private-equity firm incorporated in the Cayman Islands. Peter Ryan of Goba Capital, an investment firm in Miami, expects its coal assets, which span the whole supply chain, to grow eight-fold by 2030.The picture in Asia, though, is different. Banks are still on the scene. Asian investors are starting to back new mines at home. Family offices, set up to invest the fortunes of the rich, are increasingly interested. Any business dynasty in Indonesia, where mining is the backbone of the economy, has to have some coal in its holdings, says a trader who sources his wares there. In India obscure property firms are bidding for land that may be mined for coal. Eventually companies from the same countries may come to dig mines overseas, with banks following them. Chinese forays in the West will remain rare; Indian and Indonesian firms, which already own an archipelago of coal assets in Australia, are bound to increase their footprint.The coal market of the 2030s will thus look very different. “From ownership and operation to funding and consumption, coal will be a developing-market commodity,” predicts a boss of a mining major. Supply constraints will keep prices high, but the cast of exporters cashing in will shrink. Colombia and South Africa, which serve Europe, will no longer have a market. Russia will find it harder to flog cargoes to China, despite discounts. All three will export less coal for less money. Australia will appease critics by focusing on the most efficient coal: it may export lower volumes, but charge more. Indonesia could become the swing exporter, like Saudi Arabia is for oil today. It will sell more of its basic coal—often for more money.Although coal is on a downward slope, its goodbye is likely to be an uncomfortably long one. By the 2040s demand may finally crater for good, as enough renewables come on stream. Yet even then some countries may choose to keep their options open. More energy shocks will come. “And when there is one, the commodity no one wants is the one we need to use again,” says a big trader who serves Asia. “That feature of coal could stay for ever.”
Want to know why younger generations seem so pissed? Look at the housing market.Gen Zers and millennials have serious economic anxiety.Factors at play include a shaky economy, student debt payments, inflation, and healthcare costs.But the biggest issue is probably a housing market that simply feels unfair. Gen Zers and millennials are anxious.You see it in survey results. You sense it in anti-capitalist TikTok videos. You hear about it when talking to your friends or colleagues, or if you're a parent of a 20-something or 30-something, from your kids. This economy has younger Americans on edge.Here's just a sampling of recent research:*A new survey from Deloitte found the high cost of living is the "top societal concern" of both generations, according to my colleague Josée Rose. More than half of both generations said they live paycheck to paycheck.*A study by TIAA Institute earlier in the year found that 41% of young adults said their finances control their lives. *Gen Zers are missing their credit-card payments at an increasing rate, per the Federal Reserve Bank of New York.*And in the workplace, 32% of young adults (18 to 29-years old) said they are not satisfied with their pay, and 34% aren't happy with their opportunities for promotion, per Pew. There are lots of possible causes for this economic anxiety to point to. From a shaky economy to student debt, to general inflation and spiking healthcare costs, there's lots to be worried about.But there's arguably no bigger factor than housing. "I think if you talk to people my age or younger who are salty about capitalism,' two things have really driven their discontent," influential writer and geriatric millennial Matt Yglesias noted earlier this year. "One was the long, weak labor market in the wake of the Great Recession, and the other is how badly the housing market functions."(...)
Una costumbre muy propia de los usuarios de videoconsolas, informática y electrónica en general es la de guardar las cajas de cada aparato que se compran, ya sea por puro coleccionismo o por lo que pueda pasar en el futuro, como alguna mudanza. La cosa es que PlayStation ha iniciado una viral conversación en redes sociales al pedir a los jugadores que tiren las cajas de sus PlayStation, que ya va siendo hora.
Leon WalrasPrincipio de una teoría matemática del intercambioJournal of Economists , Volumen 34, 1874( pág. 5 - 22 ). VILas curvas de utilidad y las cantidades poseídas de mercancías son, pues, en última instancia, los elementos necesarios y suficientes para el establecimiento de precios corrientes o de equilibrio. De estos elementos resultan matemáticamente, en primer lugar, las curvas de demanda parcial y total. Y de las curvas de demanda parcial y total resultan matemáticamente, en segundo lugar, los precios corrientes o de equilibrio. Las curvas de demanda resultan matemáticamente de las curvas de utilidad y cantidad debido a que cada transportista busca obtener la máxima satisfacción de sus necesidades. Y los precios resultan matemáticamente de las curvas de demanda por el hecho de que debe haber, en el mercado, un solo precio, aquel para el cual la demanda efectiva total es igual a la oferta efectiva total,Así: — El cambio de dos mercancías, entre ellas, en un mercado regido por la libre competencia, es una operación por la cual todos los portadores de una u otra mercancía obtienen la mayor satisfacción de sus necesidades compatible con esta condición de dar la mercancía que vender y recibir las mercaderías que compren en común e idéntica proporción.El objeto principal de la teoría de la riqueza social es generalizar esta proposición mostrando que se aplica al intercambio de muchos. bienes en cuanto al intercambio de dos bienes entre ellos, y que se aplica a la libre competencia tanto en materia de producción como en materia de intercambio. El objeto principal de la teoría de la producción de la riqueza social es sacar las consecuencias mostrando cómo se deduce de ella la regla de organización de la industria agrícola, manufacturera y comercial. También puede decirse que contiene el germen de toda economía política, pura y aplicada. Por el momento, sólo dibujaré un corolario que me interesa en un título en particular. Con pa y p b siendo los precios corrientes o de equilibrio, r a , 1 , r b , 1 , r a , 2 , r b , 2 , r a , 3 , r b , 3 …siendo las rarezas de las mercancías (A) y (B), o las intensidades de las últimas necesidades satisfechas de estas mercancías]después del intercambio, entre los portadores (1) (2) (3)…tenemosLo que podemos enunciar así:Los precios corrientes o precios de equilibrio son iguales a las razones de rareza.O de otro modo:Los valores de cambio son proporcionales a las rarezas.Era la teoría de mi difunto padre y maestro que la escasez es la causa del valor de cambio. Lo había expuesto ya en 1831 en su obra titulada: Sobre la naturaleza de la riqueza y el origen del valor , y aún lo sustentaba en una Memoria sobre el origen del valor de cambio.que leyó en este mismo lugar en septiembre de 1849, y que se inserta en la colección de las obras de la Academia. Mi padre definía la escasez por la doble condición de utilidad y limitación en la cantidad. Ahora bien, quiero señalarlo: la escasez así definida se confunde estrictamente con la escasez tal como la tenemos aquí, es decir, con la intensidad de la última necesidad satisfecha. En efecto, no podría haber una última necesidad satisfecha si no hubiera necesidad, si la mercancía no tuviera ni utilidad de extensión, ni utilidad de intensidad, si fuera inútil . Y la intensidad de la última necesidad satisfecha sería cero si la mercancía, teniendo además una curva de utilidad, existiera en cantidad mayor que la utilidad de extensión, si fuera ilimitada en cantidad.. Por lo tanto, mi rareza es la misma que la rareza de mi padre. Sólo hay este más de que se concibe como una magnitud matemática, y que el valor de cambio no sólo la sigue y la acompaña necesariamente, sino que necesariamente se mide contra ella. Ahora bien, si se demuestra matemáticamente que la rareza y el valor de cambio son dos fenómenos concomitantes y proporcionales, se demuestra matemáticamente que la rareza es la causa del valor de cambio.El valor de cambio es un hecho relativo; la rareza es un hecho absoluto. Si, de las dos mercancías presentes (A) y (B), una se vuelve inútil o, mientras sigue siendo útil, se vuelve ilimitada en cantidad, ya no sería rara y ya no tendría ningún valor de cambio. En este caso, el otro también dejaría de tener valor.de cambio, pero no dejaría de ser raro; incluso sería más o menos raro en cada uno de los que son portadores de ella.Digo en cada uno de los que serían portadores. Y, en efecto, es esencial volver a señalar esto, contra toda confusión, entre rareza y valor de cambio: el valor de cambio es real u objetivo, está en las cosas; la escasez está en nosotros, es subjetiva o personal. No hay nada que sea la escasez de la mercancía (A) o de la mercancía (B), nada, por lo tanto, que sea la razón de la escasez de (A) a la escasez de (B) o la razón de la rareza de (B) a la rareza de (A). Lo que hay son las rarezas de la mercancía (A) y la mercancía (B) para los portadores (1) (2) (3)… de estas dos mercancías, y la razón común de las rarezas de (A) a las rarezas de (B) o la proporción común de las rarezas de (B) a las rarezas de (A), para estos portadores.Es tan sólo en lo que concierne a tal o cual individuo que resulta posible, mediante una asimilación rigurosa de la escasez , de la utilidad efectiva y de la cantidad poseída , por un lado, con la velocidad , el espacio recorrido y el tiempo empleado en el viaje , por otro lado, definir la rareza la derivada de la utilidad efectiva con respecto a la cantidad poseída , exactamente como la velocidad se define como la derivada del espacio recorrido con respecto al tiempo que se tarda en recorrerlo .Me detendré, por hoy, en esta conclusión. Quizás baste mostrar la importancia de un método que, introduciendo en la economía política pura la precisión de las definiciones, el rigor de las deducciones de la mecánica pura, permite una solución matemática, no sólo de cuestiones de economía política aplicada en las que los economistas ya están en acuerdo entre ellos, pero también de aquellos en un número bastante grande que todavía los dividen con grave detrimento de la ciencia y el progreso económico. León Walras.
Cita de: pollo en Junio 04, 2023, 12:45:14 pmMeter en el mismo saco las sensaciones que me produce salvar un país de la desertización (realidad) y las que me produce Irene Montero y sus adláteres locas (postureo e ideología) no es en ningún caso una buena estrategia.El coche es un ejemplo perfecto de esto.Nadie en su sano juicio coge el coche hasta para ir a cagar por voluntad propia. Es un gasto, un estrés, y muy ineficiente si se trata de repetir la primera escena de Office Space. Todos como orugas procesionarias para ir al cubículo de la oficina, comer un menú del día recalentado, y volver a casa pensando que qué estás haciendo con tu vida.Pero aquí la solución no es prohibir. Colau lo acaba de comprobar: la filfa de las "superillas" ha sido un fiasco absoluto. No puedes empezar restringiendo la movilidad, primero hay que dar alternativas.El coche privado da una libertad de movimientos brutal. No para el día a día en ciudad para trayectos que sí pueden hacerse fácil en transporte público, cierto. Pero puedes hacer compras por ti mismo y no depender de un horario de entrega, que a veces el repartidor ni cumple el horario prometido. O escaparte un fin de semana por ahí.Para mí es el ejemplo perfecto de algo de lo que no hay que abusar, o hay que cuidarse de usar mal. Pero al mismo tiempo, algo en lo que no se debe dejar al iluminado de turno con sus ideas de bombero.
Meter en el mismo saco las sensaciones que me produce salvar un país de la desertización (realidad) y las que me produce Irene Montero y sus adláteres locas (postureo e ideología) no es en ningún caso una buena estrategia.
US banks prepare for losses in rush for commercial property exitLenders prepare to offload debt at a discount even when borrowers are up to date on paymentsSome US banks are preparing to sell off property loans at a discount even when borrowers are up to date on repayments, a sign of their determination to reduce exposure to the teetering commercial real estate market.The willingness of some lenders to take losses on so-called performing real estate loans follows multiple warnings that the asset class is the “next shoe to drop” after the recent turmoil in the US regional banking industry.“The fact that banks want to sell loans is coming up in a lot of conversations,” said Chad Littell, an analyst at CoStar, a research company focused on commercial real estate. “I am hearing more about it than any time in the past decade.”HSBC USA is in the process of selling off hundreds of millions of dollars of commercial real estate loans, potentially at a discount, as part of an effort to wind down direct lending to US property developers, according to three people familiar with the matter.Meanwhile, PacWest last month sold $2.6bn of construction loans at a loss. And a clutch of other banks are making it easier to execute similar sales in the future by changing the way they account for commercial real estate debt.Typically, banks are reluctant to accept losses on big blocks of loans that will retain their full value as long as borrowers make repayments on time. But some are being convinced to take the plunge amid fears of an increase in delinquencies — especially on debt secured against office properties that have experienced falling demand due to the enduring popularity of working from home.Meanwhile, a slowdown in demand for commercial mortgage-backed securities has left banks of all sizes holding on to more property debt than they or regulators would like.While the practice of offloading performing loans is not as prevalent as it was during the 2008 crisis, many market participants expect the volume of deals to increase this year and next.As banks prepare to close the second quarter “they are super focused on keeping a clean loan book”, said David Aviram, a principal at Maverick Real Estate Partners, a private fund that specialises in commercial real estate loans. “The banks don’t want to raise the concerns of regulators or investors.”The moves by banks to offload the loans come as executives and regulators raise alarm bells over the health of the commercial real estate sector.Wells Fargo chief executive Charlie Scharf this week told analysts and investors that the bank, which has $142bn in commercial real estate loans outstanding, is managing its exposure to the area. “We will see losses, no question about it,” said Scharf.Meanwhile, Martin Gruenberg, chair of the US Federal Deposit Insurance Corporation, this week warned that real estate loans — especially those backed by offices — face challenges if demand remains weak and “values continue to soften”.“These will be matters of ongoing supervisory attention by the FDIC,” he added.Other banks are changing the way they account for loans by switching their designation to “available for sale” from “hold to maturity”, a move that makes it easier to offload the debt down the line.Citizens, which has been reducing its commercial property lending, more than doubled its stock of loans available for sale to $1.8bn during the first quarter. Like many other banks, it does not disclose what percentage of those loans are to commercial real estate borrowers.Customers Bancorp, based in suburban Philadelphia, cut its commercial real estate lending by nearly $25mn in the first quarter. It also recategorised $16mn of these loans as “held for sale”, up from zero in the previous quarter.One loan broker said it was preparing to bring several deals to market in the coming weeks and was experiencing the largest amount of activity in three years.The discounts applied to sales of performing loans outside of the office sector remain relatively modest and are driven partly by interest rate rises.Real estate investment group Kennedy-Wilson, for instance, agreed to pay $2.4bn, or 92 cents on the dollar, for the block of PacWest loans that had an aggregate principal value of $2.6bn. Shares of PacWest surged nearly 20 per cent after it announced the transaction.“We’re getting more calls . . . as a result of what PacWest was able to execute with Kennedy-Wilson,” one real estate credit investor said. “All the regional banks are looking at that stock price and saying ‘the market really liked that and we should execute something similar’.”According to two of the people briefed on the HSBC sales process, the loans are fetching bids that would price the loans in the mid-90s as a percentage of their face value — meaning the bank would have to take a loss of as much as 5 per cent.HSBC has not decided whether it is willing take a loss on the sale or how large one might be, according to another person familiar with the process. HSBC declined to comment.