El compañero
Neutrón-Mortgages se pregunta
si habrá alguien tan loco para pensar que puede ganar iniciando una guerra nuclear. Una pregunta que todos nos hemos hecho alguna vez esperando que ese alguien no exista.
El caso es que últimamente ya no estoy tan seguro.
Hace tiempo que hay un
boom de construcción de refugios nucleares domésticos:
https://www.telegraph.co.uk/money/property/building-bunker-panic-room-safety-nuclear-war/Es lógico. ¿Quién, pudiendo, no protegería su casa y la vida de los suyos?
Al mismo tiempo, en Rusia se han promulgado procedimientos muy detallados que la población debe seguir. La red de refugios nucleares rusa es extensa y proviene de la URSS. El primero tras la invasión de Febrero del 2022, y el segundo, a nivel regional, hace cerca de un año, antes de la última ofensiva de Zelenski.
La situación es muy complicada porque si para Rusia es existencial la expansión de la OTAN a Ucrania, para los EEUU y la UE también lo es porque una victoria de Rusia en Ucrania significaría un enorme desprestigio que, sumado al descrédito moral que se deriva de nuestra trayectoria, nos terminaría aislando de la mayoría del globo. Ya lo estamos bastante más de lo que creemos.
La hipótesis nuclear no es tan irracional como parece si eres Maltusiano, miembro del World Economic Forum, Ecologista Despótico y Oligarca.
Esta gente ya ha dicho bien claro que el mundo ideal debería tener
unos 600 millones de habitantes.
Estamos en 8.000.Desde luego que
se terminarían todos los problemas de vivienda.Sobre esta cuestión estoy terminando un resumen que les traigo porque, efectivamente, estamos mal. Muy mal.
Todavía sin título
A poco de comenzar la fase más reciente de la guerra en Ucrania, Javier Solana, sin duda uno de los europeos mejor informados sobre la cuestión de la ampliación de la OTAN al Este, dio una conferencia en Madrid bajo los auspicios de la Institución Libre de Enseñanza. La conferencia tuvo lugar el 7 de Marzo de 2022 y transcurrió con la sencillez y maestría habituales en el Sr. Solana. Durante el turno de preguntas, para sorpresa del público, aclaró que
las sanciones a Rusia, --financiación de la guerra aparte--, costarían a los ciudadanos europeos mucho más que a los rusos. Como tres veces más.
Dos años después vemos que las más de doce rondas de sanciones no han cumplido su objetivo de debilitar a Rusia. También vemos que
la Unión Europea es la gran perdedora económica y estratégica y que la mayor parte del mundo no nos apoya.
Además, Ucrania ha sufrido una una
enorme mortandad de hombres lanzados en sucesivas y pertinaces oleadas contra las tres líneas defensivas rusas.
Tras dos años de guerra abierta no se vislumbra que los EEUU se decidan a iniciar conversaciones de paz en un año electoral ni parece que Rusia --que gana cada día algo en el campo de batalla-- se vea a sí misma en el trance de pedirlo.
A su vez sabemos que el gobierno ruso tiene, en esta materia, el apoyo de más del 80% de su población. Algo inimaginable para nuestros gobernantes.
Pero quizás el principal obstáculo sea que
Rusia hace mucho tiempo que ya no confía en Occidente y dirige sus relaciones estratégicas hacia el resto del mundo.
Ha visto rotas las bien documentadas promesas de contención de la OTAN hacia el Este; recuerda la frase fatídica de Bush padre “
we prevailed”, “hemos ganado y tendrán que aceptarlo”, y ha visto la caída de Yanukovich en 2014 que mostró a
Victoria Nuland –Subsecretaria de Estado de los EEUU-- organizando sobre el terreno el nuevo gobierno de Kiev.
Para remacharlo hace poco que la Sra. Merkel explicó que las fallidas negociaciones de Minsk fueron un ardid para ganar tiempo y seguir armando al ejército de Ucrania mientras Kiev bombardeaba civiles en el Donetsk y los muertos eran ignorados por nuestra prensa.
En esta situación, que ya era complicada antes de la actual guerra entre Israel y Hamas,
acaba de anunciarse el retiro de la Sra. Nuland de sus altas funciones en el Departamento de Estado –a efectos prácticos fue durante muchos años la segunda autoridad en estas cuestiones. Un acontecimiento cuya evolución es difícil de pronosticar desde la belicosa retórica del Presidente Biden en su último discurso sobre el estado de la Unión.
Es obligado recordar que
hace ahora dos años, a finales de Marzo de 2022, Ucrania y Rusia llegaron a un acuerdo de paz en Turquía que fue vetado por Boris Johnson y el presidente Biden y que ambos dieron garantías de su apoyo a Kiev hasta la derrota de Rusia. El ya frecuente “
lo que haga falta”, "whatever it takes" que pagamos todos: los hombres de Ucrania con sus vidas, la diáspora de millones de sus familias y los ciudadanos europeos viviendo un empobrecimiento acelerado sin que podamos excluir hostilidades en el territorio de la UE por la entrada abierta de nuestras tropas en Ucrania.
Por todo ello
es difícil entender las decisiones que, en este y otros temas, viene tomando la Unión Europea desde hace décadas para, consistentemente, terminar favoreciendo los diseños de Norteamérica a costa de nuestros intereses.
En este contexto, el Primer Ministro de Alemania y el Presidente de la República Francesa han estado en titulares y en las redes por dos cosas:
La primera, por sus pronunciamientos a favor o en contra de enviar a Ucrania tropas y misiles de largo alcance que exigen que militares de ambos países se encuentren en el escenario de la guerra para su programación y lanzamiento.
La segunda, que
Olaf Scholz --siguiendo la estela del Primer Ministro canadiense,
Justin Trudeau, durante la huelga de sus camioneros--, acaba de anunciar que perseguirá administrativamente --fuera del sistema judicial-- la libertad de expresión de lo que su coalición llama "extrema derecha". Como de costumbre, la actual izquierda europea olvida la existencia de una poderosa "extrema izquierda" gobernante en países como España.
Lo mismo acaba de hacer
Emmanuel Macron en la Asamblea Francesa el pasado 14 de Febrero contra "quienes en el futuro se opongan a normas gubernamentales" sobre cuestiones médicas (vacunaciones entre ellas).
La ciudadanía contempla con preocupación y asombro cómo actúan gobiernos tan importantes, y la propia la Comisión,
para terminar haciendo lo que conviene a Washington. Es extensa la desazón ciudadana a pesar de lo mal informados que hemos estado sobre las causas y la marcha de esta guerra así como sobre la constante degradación de las libertades de las que alardeamos ante el resto del mundo.
A pesar de todo, como en su día advirtió el Sr. Borrell, el relato que prevalece no es el que, por decirlo en lenguaje OTAN, deseaban los “gestores de nuestro espacio cognitivo”.
Desde Febrero de 2022 los ciudadanos de la UE no tenemos acceso a medios televisivos públicos rusos. Lo cual, francamente, no sería un gran problema. Simplemente ver que nos censuran.
Pero la cuestión es que
el resto del mundo sí tiene dicho acceso y cada día que pasa se hace más evidente que están más cerca de la realidad que nosotros. Esto sí que es grave.
La consecuencia es que
cada vez es menos creíble el mantra de “nuestras libertades” hoy evanescentes. El resultado es la pérdida de credibilidad de nuestras instituciones. Hemos olvidado que la credibilidad se gana gota a gota y se pierde a chorros.
Es quizás
tiempo de recordar que la Unión Europea fue una creación de los EEUU.
Nuestra historia reciente arranca en 1948, con la creación del American Committee on United Europe supervisado por el National Security Council o NSC. Aquel embrión de la actual UE fue creado y dirigido desde los servicios de inteligencia norteamericanos que lanzan
tres organizaciones: El European Movement, el grupo Bilderberg y el Action Committeee para unos Estados Unidos de Europa.. Desde dicho comité se pone en marcha la CECA con objetivos que supervisaban los EEUU y que, por no alargarnos, se centraban en construir una izquierda (partidos, sindicatos y cultura) no soviética para crear un estado asistencial que sirviese de barrera de contención al modelo soviético.[/b][/i].
Es decir: el desastre fratricida de nuestras guerras europeas del siglo XX se salda con una Europa unida bajo criterios norteamericanos en
un proceso patrocinado por la International Organizations Division, un departamento de la CIA.
De aquello hace tres cuartos de siglo y hoy no podemos evadir nuestra responsabilidad como europeos ni sus efectos. Mucho menos quienes han gobernado este proceso de decaimiento en tantos órdenes de la vida.
Cuando ante numerosas decisiones y leyes europeas nos preguntamos para quién trabaja la UE, la historia nos ayuda a entender por qué nosotros, los ciudadanos europeos, no somos su principal prioridad.
Un saludo cordial