UNA ROTACIÓN DE ÉLITES AHORA SERÍA IRRELEVANTE.—
Incluso podría dar falsas esperanzas a los malos.
Nosotros siempre hemos dicho que la democracia que hay solo es formal, no material. Las democracias formales hacen creer que 'poniendo a los nuestros', cambiarán las cosas. Y, por otro lado, hay situaciones en las que no hay democracia formal, pero sí material (vid. centralismo democrático).
Pero empecemos por el principio, que no es otro que el
gripado que sufre el capitalismo popularcapitalista y, en particular, el engranaje más agarrotado: la vivienda.
Entendemos por
gentrificación la actualización al alza de los valores de catálogo inmobiliario, unificada con
fachadismo, y justificadora de
lavado de dinero negro.
Un ejemplo pudiera ser la Taberna Garibaldi:
El fachadismo es un concepto que me enseñó el arquitecto
Francisco Javier Sáenz de Oiza en Bruselas. Inicialmente el fachadismo fue vivienda normalita con fachada aparente. Hoy, se usa en rehabilitación de edificios: se respeta la fachada histórica —la mayoría sin otro valor que la memoria urbana— para esconder un edificio funcional, pero funcional no el sentido aquitectónico (vid. funcionalismo —'utilitas', 'venustas' y 'firmitas', Le Corbusier, Mies van der Rohe, Bauhaus—), sino funcional porque 'funciona' para el juego de dinero-sin-trabajar popularcapitalista.
El fachadismo es el pisito de hace más de medio siglo —medio amortizado pues— al que se le ponen cocina y cuartos de baño de 'alta gama' o 'alto standing' para justificar los valores de catálogo con los que el propietariado es pastoreado en los
publirreportajes gentrificadores de cada fin de semana, coincidiendo con existencias a la venta de fondos y sociedades de inversión inmobiliaria.
No hace falta decir que el lavado de dinero negro es porque la gentrificación misma significa que
algo que no vale nada, ahora pasa a tener un precio-de-catálogo inasequible. Superpónganse una actividad económica ordinaria, pero de difícil o nulo control por el fisco, y el alzamiento civil socioeconómico dirigido a conservar el 'statu quo' que estamos padeciendo desde el pinchazo de la burbuja 2006-2010.
Gentrificación es 'poner en valor' inmuebles en ciudades.
La gentrificación se extiende como
una mancha de aceite y se contagia. Empieza en una calle y se expande a la zona; luego, se traslada al barrio; y acaba predicándose de toda la ciudad como objeto inmobiliario y turístico.
Opera
en todos los niveles, desde el urbanismo hasta la vivienda turística, pasando por tiendas de moda y restaurantes.
Los locales de negocio, más que las viviendas, funcionan como gentrificadores de calles comerciales irrelevantes. Por eso, es común que los tenderos tomen posiciones inmobiliarias en la cercanía de sus tiendas en cuanto ven que sube la cifra de negocio. El ejemplo paradigmático de esto es el dueño de Zara, que tiene tres negocios: el peor, el suyo, fabricar y vender ropa; luego, el inmobiliario; y, finalmente, el mejor, el bursátil.
No es casualidad que la apoteosis delirante del proceso de gentrificación venga de la mano de una empresa anglo, Airbnb, y que coincida con el canto de cisne del modelito popularcapitalista.
El máximo esplendor es el mejor indicador anticipado de la decadencia. Con esta, se da la vuelta el proceso y empieza la
desgentrificación. Fijémonos en Detroit; y, ahora, en Filadelfia, ciudad que un servidor conoce bien.
Madrid se desgentrificará conforme la mano de obra migrante rompa a exigir lo que es suyo, lo que se conjugará con la
desoccidentalización de Europa, en cuanto sea de conocimiento público que la guerra en Ucrania era por el dólar, contra el euro. En nuestra modesta opinión, Madrid tiene mal futuro en el nuevo modelo que sustituye al popularcapitalista, con más UE y BRICS+. No olvidemos que, aunque tenga restos arqueológicos prerromanos y visigodos, Madrid es de fundación árabe ('Magerit') y de vocación ilustrada y afrancesada.
El Madrid actual es obsceno, con el propietariado intentando normalizar la facturación falsa mafiosa del entorno personal de su representación política. No hay nada más anticapitalista. Por cierto, también lo es incautar dólares de propiedad rusa después de que el primer ministro británico pidiera a Occidente ser más audaz en la confiscación de activos rusos. ¿Dónde quedan, respectivamente, el fisco y el dólar? ¿Socavan o no estas conductas el sistema, por no hablar de los modales de los anarcoparásitos que se creen los amos del mundo?
¿El sistema capitalista lo aguanta todo? ¿Qué hay, sino pánico a la transición estructural, detrás de la apariencia de seguridad en uno mismo que denota la obscena subversión de las reglas capitalistas?
En 2006-2010 el sistema capitalista le hizo la cruz al popularcapitalismo y se puso a transicionar al nuevo modelo de capitalismo planificado. Y un sistema no son solo sus élites.
Por aquellos años, en Rusia se puso en marcha el proceso de reconstrucción nacional tras la desmembración de la URSS, lo que incluyó la represión directa de los oligarcas capitalistas —que mayoritariamente viven en Reino Unido—, proceso liderado por un agente de inteligencia.
¡Qué cursioso! La 1.ª alza explosiva de los juegos de dinero-sin-trabajar popularcapitalistas conllevó la caída del Pacto de Varsovia, la desmembración de la URSS y el surgimiento de una oligarquía capitalista anglorrusa. Y, al término de la 2.ª alza explosiva, es cuando se ponen en marcha procesos de rerrusificación y racionalización de la propiedad de los grandes centros de acumulación capitalista rusos, además de la afinación de la fuerza militar aeroespacial.
Son
dos frentes, modelo y Estado, que muestran al mundo que esta vez no se trata solo de rotar élites; y que, además, nos dicen qué hay que hacer.
La gallina es un animal muy, muy gregario. ¿Por qué hay quien piensa que estamos ante un problema solo de élites? La razón es sencilla: el gallinero está horripilado y desconcertadísimo:
El compañero Saturno ha traído buenos enlaces a materiales de Arrighi:
https://www.transicionestructural.net/index.php?topic=2572.msg229277#msg229277Con todos mis respetos a Braudel, Arrighi y Bourdieu,
no estamos ante ninguna ceguera de 'grupos gobernantes' (supuesto «esclerótico 'ancien régime' de Washington») o errores de las élites, como dicen casi todos los geopolitólogos actuales —hay quien incluso dice 'élites corporativas', algo muy parecido a nuestro concepto de 'trabajadores-directivos superasalariados'—.
Cambiar personas solo sirve para gestionar vaivenes coyunturales.
Pero tampoco estamos ante la muerte del imperio hegemónico. Los sistemas se manifiestan históricamente a través de modelos. ¡Por supuesto que el imperio morirá con la muerte de su último modelo! Pero el último modelo es el que no tiene sustituto posible. Y este no es el caso actual.
El modelo de sustitución del popularcapitalismo ochentero ya está en marcha. Es el
capitalismo planificado y con soberanías financieras (fiscales y monetarias) en equilibrio dinámico. Solo falta la suelta, es decir, su vuelo en solitario, con el permiso de los triunfadores del modelo muerto en la segunda parte de los años 2000, que se enrocan en sus juegos de dinero-sin-trabajar y votan estupideces, resentidos contra el sistema: proteccionismo, separatismo, anarcoparasitismo.
Estamos solo ante un problema 'de modelo', que no es poca cosa.
Son los modelos, y no los sistemas ni los imperios, los que mueren por estrangulamiento financiero. Y la financierización (se dice así, no 'financiarización') no es ninguna fase de la evolución ni del sistema ni del modelo. Lo que sí pudiera ser una fase es el
abuso del endeudamiento, es decir, la traída masiva de Renta del futuro, que es lo que determina dicho estrangulamiento, abuso que deja un futuro problemático en la medida que dicha traída no es para inversión productiva y, por ende, para dar un salto de Renta (apalancamiento).
Con la teoría de élites (gentrificadoras) viene la del
caos controlado. Son cosas del tardopopularcapitalismo, que se disolverán en cuanto culmine la transición estructural.
Leído en 'geoestrategia.es' (escrito en este febrero):
Hay escenarios más que suficientes para futuros acontecimientos turbulentos en Estados Unidos [...]. La élite estadounidense ha soñado durante mucho tiempo con convertirse en la élite mundial. Hace más de medio siglo, comenzó a preparar lentamente una gran guerra contra la humanidad, disfrazando esta preparación con la bandera de la globalización, la liberalización y la democratización general. A principios del siglo XXI (11/09/2001), liberó de la botella al genio llamado «caos global controlado». Desde el principio, el genio demostró estar mal controlado. Y hoy finalmente ha dejado de obedecer a la élite estadounidense que lo liberó. Existe una alta probabilidad de que este genio elija a Estados Unidos como su principal objetivo.
La teoría del caos controlado se debe Stephen Mann (Chaos Theory and Strategic Thought // Parameters", US Army War College Quarterly, Vol. XXII, Autumn 1992, pp. 54-68). En síntesis, la teoría propone que el caos es consustancial al mundo y que solo EEUU puede administrarlo. ¡Paparruchadas!
Nosotros entendemos que
el caos solo afecta a algún componente del devenir, y no de los principales; de modo que, si quieres controlar al otro 'caotizándole', vas a tener que intentar infundir en sus ecuaciones tal cantidad de caos que, al final, quien corres peligro eres tú. La pomposa teoría del caos controlado, controlado por ti, supuestamente, al final, se queda en teoría de la mosca cojonera. Sería banal si no fuera porque causa muerte.
No estamos ante un problema 'de personas', sino 'de estructura'.
Y a esta situación le quedan dos cortes de pelo.