[Es un error entender el 'lock-in effect' (efecto cadena y bola) como un fenómeno única y exclusivamente hipotecario. Precisamente, estamos aprendiendo en el tardopopularcapitalismo que la idiocia inmobiliaria está desconectada de la racionalidad financiera. Es más, es imbécil creer que resucitará el volumen de transacciones con precios al alza cuando las autoridades rompan a bajar los tipos de interés de intervención. Lo harán porque la recesión será ya toda una depresión. Y sí, resucitará el volumen, ¡pero lo hará al tiempo que bajen los precios!, como sucede en todo mercado de verdad cuando se da la vuelta (el volumen confirma la tendencia, que decía Dow).]
[Es un error entender la guerra de Ucrania como una guerra intraeslava entre unos 'pobreticos' y un liberticida. Hay causalidad entre la guerra de Ucrania y la descomposición del modelito popularcapitalista. Este conflicto se remonta a la glásnost, la perestroika y la disolución de la URSS.
Francia no tiene un Estado (mayúscula, administración central) como los de EEUU, RU o Rusia. Francia es un estado (minúscula) de la UE y de la eurozona, encima, el país nuclear-eléctrico paneuropeo.
Lo que haga Francia contra Rusia ha de entenderse hecho por la UE. Es inverosímil que las decisiones del estado francés contra Rusia no estén consensuadas con los otros 26 estados. Por lo que respecta a los PIGS, no me cabe duda de que está decidido expresamente que España, gran país receptor de ucranianos, Portugal y Grecia queden al margen de la 'mise-en-scène' del mutis anglo; pero Italia, cuidado con Italia, donde hay 14 bases norteamericanas.
Las elecciones europeas son justo dentro de un mes. Actualmente, la UE está dirigida por la derecha: Von der Leyen, el letón Dromvoskis, Lagarde, De Guindos; Borrell es, precisamente, la excepción que confirma la regla («A ver, que salga el rojo»).
La pisitofilia creditofágica, como todo 'popularcapitalistiteo', es cosa de las izquierdas reformistas. Sin embargo, es la derecha política la que se lo ha tomado con más fruición por motivos personales (forrarse) y electorales (pastoreo de la mayoría natural).
La ideíta de un capitalismo populachero y campechano fue, en origen, socialdemócrata (2.ª Internacional, que hoy preside Sánchez). No tiene que ver con el bienestarismo, que es una idea genuinamente de la derecha (¡qué traición más grande a la derecha es, en este sentido, el falsoliberalismo anti-pensiones!). Sin embargo, aunque la sublimación del proletariado en propietariado (de la señorita Pepis) es una ideíta 'blandirroja', el dueño y señor del montaje piramidal-generacional de El Ladrillo es la derecha.
Es esta derecha política actual vergonzante, que se limpia el trasero con la tradición, el liberalismo clásico, el bienestarismo y la democracia cristiana, la que, en Europa, no ha tenido pantalones para hacer frente a los intereses de EEUU y RU en el asunto de Ucrania. Ha optado por el pan para hoy y el hambre para mañana.
En efecto, como avisa elípticamente el Banco España, en su Informe Anual 2023, «es posible que los efectos del endurecimiento de la política monetaria sobre la actividad y los precios terminen siendo mayores de lo previsto».
Ahora bien, dado que la guerra de Ucrania nos está enseñando que lo que es una locura puede acabar pareciéndonos hasta razonabilísimo, no me gusta, pero absolutamente nada, que Francia irrumpa sobre el terreno, Francia, que posee todo un arsenal de armas nucleares.
No hay nada que me hubiera gustado saber más que lo que Xi Jinping le ha advertido a Macron, que ya no podrá presentarse a las elecciones de 2027, a diferencia del primero, que, desde la reforma de 2018, puede incluso perpetuarse.
Con lo fácil que es salir por la TV y decir: «Trabajadores, no se dejen engañar, sus viviendas no valen nada».]