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Re:PPCC: Pisitófilos Creditófagos. Otoño 2025 por Cadavre Exquis
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Autor Tema: Re:PPCC: Pisitófilos Creditófagos. Otoño 2025  (Leído 51896 veces)

6 Usuarios y 20 Visitantes están viendo este tema.

tomasjos

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Re:PPCC: Pisitófilos Creditófagos. Otoño 2025
« Respuesta #1110 en: Hoy a las 09:10:48 »
Cinco Dias nos habla de cómo la estafa de la vivienda ha generado una visión rentista de la economía con los mismos argumentos que aqui se han comentado hace años.  Pero vuelven a insistir en el ofertademandismo, parece que de eso no se les saca.

https://cincodias.elpais.com/economia/2025-10-13/cuando-la-escasez-transforma-un-mercado.html

.
La economía básica nos enseña que los precios y las cantidades en un mercado se determinan por el cruce de la oferta con la demanda. Sin embargo, cuando observamos el mercado inmobiliario español actual muchos parecen olvidar esta sencilla lección. El resultado es una peligrosa confusión entre causas y consecuencias que nos impide comprender la verdadera naturaleza del problema que enfrentamos en este mercado.

Es comprensible que el actual encarecimiento de la vivienda despierte fantasmas del pasado. Quienes vivieron el boom inmobiliario de 2000-2007 reconocen ciertos patrones: precios que crecen a dos dígitos, dificultad de acceso para los jóvenes, conversaciones dominadas por el mercado inmobiliario. Así pues, no podemos acusar a nadie de estar tentando a pensar que estamos ante una repetición de aquella burbuja. Pero esta lectura superficial nos ciega ante una realidad que hoy es claramente diferente de aquél recuerdo ya lejano.

Lo primero a recordar es que, durante el boom de principios de siglo, España construía más de 700.000 viviendas anuales. Allí donde miraras veías grúas que claramente dominaban el paisaje urbano. El crédito fluía con una facilidad que hoy parece impensable. Si pedías para comprar una casa te daban lo que aquella valía y más por si querías estrenarla amueblada entera y festejarlo en el Caribe con un viaje. Aquel fue un fenómeno de sobreoferta alimentado por expectativas irreales y exceso de liquidez inflamado por crédito con tipos reales negativos. Hoy, en cambio, nos enfrentamos a su opuesto: un mercado estrangulado por la falta de oferta con una demanda que aumenta por razones demográficas y donde el crédito juega un papel muy secundario.

Los datos son reveladores según algunos estudios como los elaborados por la oficina de investigación de La Caixa Research o como se puede leer en el libro “Tres millones de viviendas” de Jorge Galindo. A diferencia del período del boom, en estos momentos existe un déficit de vivienda de entre 515.000 y 765.000 unidades. Y es que la construcción apenas ha podido alojar al 20% de los nuevos hogares formados. El resto ha tenido que recurrir a la reconversión de viviendas secundarias en principales, una solución temporal que tiene un límite natural. Este déficit, equivalente al 4% del parque de viviendas principales, explica aproximadamente el 39% del incremento de precios observado hasta 2024, ahora quizás más, según el primero de los trabajos analizados.

Pero aquí radica el núcleo de un problema que por su naturaleza se asemeja al de 2007 pero que ahora surge por razones diferentes: cuando un bien esencial se vuelve escaso, su naturaleza económica se transforma. La vivienda deja de ser principalmente un bien de uso para convertirse en un activo de inversión. No porque los inversores sean inherentemente especulativos, sino porque la escasez crea las condiciones perfectas para que la especulación florezca.

Este fenómeno no es exclusivo del mercado inmobiliario. La historia económica está plagada de ejemplos donde la escasez transforma mercados ordinarios en campos de batalla especulativos. Durante la crisis del petróleo de los años 70, el oro negro pasó de ser una materia prima industrial para convertirse en un arma geopolítica y un vehículo de especulación financiera. La escasez no solo elevó los precios; cambió fundamentalmente la naturaleza del mercado petrolero.

Más recientemente, hemos visto esta dinámica en mercados tan diversos como el de las tarjetas gráficas durante el boom de las criptomonedas o el de las mascarillas al inicio de la pandemia. En todos estos casos, un desequilibrio entre oferta y demanda no solo elevó precios, sino que atrajo a actores cuyo único interés era capitalizar la escasez, exacerbando aún más el problema original.

Lo particularmente perverso de esta dinámica en el mercado de la vivienda es que se retroalimenta. Cuando los precios suben consistentemente debido a la escasez, comprar vivienda se convierte en una apuesta aparentemente segura. Esto atrae capital que de otro modo se dirigiría a inversiones productivas. Familias que pueden permitírselo compran segundas viviendas como inversión. Fondos de inversión ven una oportunidad. El capital extranjero busca refugio en ladrillo español. Mientras, la eficiencia de las inversiones agregadas languidece. La lección que aprendimos hace 15 años fue dura, y ahora vamos camino de repetirla, pero al crear la escasez.

Más allá de los titulares sobre precios récord, las consecuencias de esta transformación del mercado son profundas y duraderas. Cuando la vivienda se convierte en un bien especulativo inaccesible, toda la estructura social se resiente. Los jóvenes retrasan su emancipación, con efectos en cascada sobre la natalidad y la formación de familias. Las empresas encuentran dificultades para atraer talento a ciudades donde los salarios no pueden competir con los precios inmobiliarios. La movilidad laboral se reduce, haciendo la economía menos dinámica y eficiente. Si me lo permiten, podríamos decir que es este el principal riesgo de crecimiento futuro de la economía española y, por ello, en los municipios donde puedan sortear estas limitaciones tienen ganado un futuro más positivo que aquellos que limiten la construcción.

Pero existe, además, un efecto menos visible pero igualmente corrosivo: la transformación de la mentalidad colectiva.   Cuando la vivienda se percibe principalmente como inversión y no como derecho o necesidad básica, se normaliza una visión rentista de la economía. El éxito se mide no por la capacidad de innovar o producir, sino por la habilidad de posicionarse ventajosamente en un juego de suma cero. Esto en economías globales donde el impulso del crecimiento pivota sobre otros activos muy diferentes implica que te quedarás atrás.


La solución a este problema no admite atajos ni remedios mágicos. La única manera de evitar que el mercado inmobiliario complete su transformación en un casino especulativo es abordar la raíz del problema: el déficit de oferta. Esto requiere un esfuerzo sostenido y coordinado para aumentar significativamente la construcción de vivienda, especialmente en las zonas de mayor presión demográfica como Madrid, Barcelona, Valencia o Málaga.

 La falta de vivienda explica buena parte del repunte de precios en España.
Aunque la relación es clara, hay excepciones: en provincias como Madrid, la presión de la demanda también impulsa el encarecimiento pese a un déficit moderado.
Belén Trincado Aznar
Pero mientras esperamos que la oferta se ajuste —un proceso que inevitablemente llevará años— debemos ser conscientes de los riesgos. Cada mes que pasa con el mercado en su estado actual es un mes en que más viviendas pasan de manos de residentes a inversores, un mes en que más jóvenes ven truncadas sus perspectivas vitales, un mes en que la vivienda se aleja un poco más de su función social fundamental.

La historia económica nos enseña que los mercados transformados por la escasez raramente vuelven a su estado original por sí solos. Requieren intervención decidida o, en su defecto, crisis dolorosas que reseteen las expectativas. En el caso de la vivienda, un bien tan fundamental para la cohesión social y el bienestar individual, no podemos permitirnos esperar a la segunda opción. El reconocimiento de que enfrentamos un problema de oferta, no una burbuja especulativa tradicional, es el primer paso. Actuar con la urgencia que la situación demanda es el imperativo del momento.

   
« última modificación: Hoy a las 10:18:37 por tomasjos »
La función de los más capaces en una sociedad humana medianamente sana es cuidar y proteger a aquellos menos capaces, no aprovecharse de ellos.

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Benzino Napaloni

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Re:PPCC: Pisitófilos Creditófagos. Otoño 2025
« Respuesta #1111 en: Hoy a las 10:28:00 »
Cinco Dias nos habla de cómo la estafa de la vivienda ha generado una visión rentista de la economía con los mismos argumentos que aqui se han comentado hace años.  Pero vuelven a insistir en el ofertademandismo, parece que de eso no se les saca.

https://cincodias.elpais.com/economia/2025-10-13/cuando-la-escasez-transforma-un-mercado.html

Les pasa un poco como lo que ahora está pasando con la IA. Las tecnológicas saben perfectamente que hay una burbuja y que va a haber perdedores. Pero en la burbuja de las puntocom las pocas que resistieron -Amazon, Google, etc- se llevaron el premio gordo a la larga. Con lo que creen que merece la pena la carrera de la rata.

No es muy distinto de lo que ha pasado con el ladrillo. De hecho ya les adelanto que parte de los artículos que saldrán desde ya, dirán que "hay que resistir".

¿Y si en ambas burbujas esta vez no hay premio por "resistir"? En la de las puntocom había una tecnología real con una disrupción real, aunque muy sobrevalorada. La IA no pinta igual de bien. Del mismo modo, en un contexto de invierno demográfico, y ya veremos qué pasa con el dólar y las burbujas globales, ¿seguro que merece la pena resistir?

Porque no siempre vale la pena. Recuerden Terra, hubo casos de accionistas que sólo tiraron la toalla cuando las acciones cayeron al 3% del valor original.

tomasjos

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Re:PPCC: Pisitófilos Creditófagos. Otoño 2025
« Respuesta #1112 en: Hoy a las 12:57:10 »
Más noticias sobre el pico de precios, esta vez de Fotocasa. Como estarán las cosas para admitir bajadas en los precios quepiden los caseros, que no olvidemos que no son los precios en los que se cierran las operaciones
El precio del alquiler cae un 4,8% en el tercer trimestre: ¿cómo está por provincias? https://share.google/9iohRvFTa82PABnGt
« última modificación: Hoy a las 13:00:10 por tomasjos »
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Re:PPCC: Pisitófilos Creditófagos. Otoño 2025
« Respuesta #1113 en: Hoy a las 13:38:08 »
Sobre el último CIS, más allá de la evidente sobrevaloración del PSOE, hay un resultado que sí compro.

El "quien pueda hacer que haga" puede pasar a la historia como uno de los peores errores de alguien del Partido Popular. Me recuerda al de Ana Pastor queriendo tramitar rápido la moción de censura para no dar tiempo a armarla, y consiguió precipitar la mayoría a favor de aprobarla.

Felipe tuvo los GAL. Zapatero la crisis. Pero hacerle un Zapatero a Sánchez ha sido esta vez un error garrafal. Porque la alternativa a Felipe y Zapatero era el PP, pero esta vez hay un comensal más en la mesa.

Mi percepción es que la derecha suma mayoría ahora mismo, en votos y en escaños. Pero Vox puede estar a un tris de hacer el sorpasso al PP.


Las próximas elecciones pueden ser perfectamente una polarización, un referéndum entre Perro Sanxe y los Voxtrencos.

Con lo que sí, Abracadabra, y vuelvo a mandar. Sánchez tiene muucha baraka.

Àlexia Pascual i Pedro Sánchez canten "Abracadabra" de Lady Gaga
https://www.youtube.com/watch?v=7qBWodk3esM


PS: Es increíble lo que se pueden clavar las tendencias si se miran las cosas desde la distancia. Y la sátira y la burla es a menudo la mejor forma de quitar caretas y dejar la realidad al desnudo.
« última modificación: Hoy a las 13:48:52 por Benzino Napaloni »

tomasjos

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Re:PPCC: Pisitófilos Creditófagos. Otoño 2025
« Respuesta #1114 en: Hoy a las 14:55:59 »
El Economista se apunta al techo de precios  y al " hay zonas y zonas"

Los factores que indican que el precio de la vivienda empieza a tocar techo https://share.google/3009ZrrmfJ0Apj93B


Vivienda - Inmobiliario
Los factores que indican que el precio de la vivienda empieza a tocar techo
El mercado residencial muestra los primeros síntomas de fatiga

Agosto cerró anotando un descenso en el número de compraventa de viviendas y aunque este hecho podría considerarse un dato meramente estacional refleja realmente una realidad algo incómoda para el mercado inmobiliario: la vivienda empieza a tocar techo.

Concretamente, en el noveno mes del año se transaccionaron 48.700 unidades, lo que supone una caída del 3,5% respecto al mismo periodo del año anterior, según los datos de los Registradores. Este es el primer descenso en 14 meses y aunque todo apunta a que se trata de un bache por el periodo vacacional, cuando se analizan estos datos y se ponen en contexto, la cifra revela algo más profundo: hogares que no llegan a fin de mes, oferta que no termina de llegar donde hace falta y un precio que, lejos de desinflarse, sigue subiendo en los mercados tensionados.

Más allá de la cifra media, la clave está también en los números regionales y más concretamente en Madrid, uno de los mercados más candentes a nivel inmobiliario. En esta plaza las compraventas cayeron un 7,7%, incluso por encima de la media nacional, y también las hipotecas reflejaron un descenso del 4%. Estos datos ponen en evidencia que la tensión en el mercado residencial madrileño empieza a afectar al nivel de actividad de la región. De hecho, dan peso al último informe de UBS Global Real Estate Bubble Index, que mide el riesgo de burbuja en los principales mercados inmobiliarios del mundo y recientemente alertaba de que Madrid ha entrado en el top 10 de ciudades con mayor riesgo.

Concretamente, la capital española ha experimentado la mayor subida de precios de la vivienda en el último año respecto al resto de grandes urbes del mundo, con un encarecimiento del 14% y tras este encarecimiento se encuentra en un nivel de riesgo moderado con tendencia ascendente, colándose así en el registro de ciudades que se encaminan hacia una burbuja en la vivienda. De momento, Madrid se posiciona un punto medio de la tabla, donde lideran ciudades como Miami, que muestra el mayor riesgo de burbuja.

Pero lo de Madrid no es un caso aislado en España. El encarecimiento de la vivienda en los últimos años ha sido tal que el esfuerzo para hacer frente al pago de la hipoteca roza ya los niveles de 2007, justo cuando el país estaba a las puertas de la mayor crisis inmobiliaria que ha vivido nunca. Así lo apuntan los datos que maneja la Asociación Española de Análisis de Valor (AEV), que además alerta del riesgo creciente de burbuja en algunas regiones y en zonas específicas del país.

El deseo de los españoles por ser propietarios se mantiene pero la demanda cae porque cada vez son menos las personas capaces de acceder al mercado inmobiliario, ya sea en alquiler, y mucho menos en compraventa. El primer factor que impide el acceso es el precio.

La vivienda no ha dejado de encarecerse de forma constante en los enclaves con más empleo y servicios y no estamos hablando solo de los mercados conocidos como prime, el incremento se filtra también barrios más humildes pero consolidados con buenas conexiones y también al periurbano bien comunicado. Y cuando el precio sube más rápido que los salarios, cada euro de subida hace crecer el muro de entrada a la vivienda. En el sector se habla de no cruzar la línea roja en el esfuerzo financiero, o lo que es lo mismo, la capacidad de las familias de poder pagar su hipoteca sin reducir a casi cero el presupuesto que queda para el resto, para vivir. En demasiadas ciudades, no solo en grandes capitales, ese esfuerzo ya roza niveles que recuerdan a 2007.

Por otro lado está la financiación, el tipo de interés y la percepción de riesgo. Aunque el banco central ha iniciado la fase de normalización a la baja, el grueso de hipotecas vigentes y las nuevas operaciones conviven en un entorno de tipos todavía más altos que el que teníamos durante la década ultraexpansiva. La sensibilidad a día de hoy es alta y 50 puntos básicos arriba o abajo cambian la cuota y con ello el número de operaciones que pasan de ser un deseo familiar a una firma ante notario.

Pero hay además un factor psicológico, ya que la gente compra vivienda cuando siente suelo bajo los pies y la incertidumbre que rodea al mercado inmobiliario no ayuda a la toma de decisiones. Otro factor clave es la oferta, que a día de hoy es escasa, lenta y en algunos casos mal ubicada. Aunque las tendencias sociales se mueven deprisa y la creación de hogares no se frena, la producción de vivienda arrastra procesos largos, empezando desde el suelo, pasando por las licencias, las variaciones en los costes de construcción y el periodo de obra. Todos estos elementos son difíciles de corregir, especialmente si no hay voluntad política y medidas efectivas para ello.

Todo esto lleva a un escenario preocupante para la población que no encuentra producto disponible para la compra y mucho menos a precios accesibles. Entonces, ¿estamos ante un pinchazo o ante una pausa? La evidencia apunta a una desaceleración selectiva, mientras que la vivienda "buena" vuela, la realidad es que hay menos operaciones, tiempos de venta algo más largos fuera de las zonas hiper demandadas y una mayor negociación en productos con peor ubicación o calidad. Se trata de un mercado a dos velocidades que obliga al comprador a hilar fino y al vendedor a anclar expectativas en datos reales y no fijarse, como viene siendo costumbre, en el precio del vecino.



« última modificación: Hoy a las 15:01:48 por tomasjos »
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el malo

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Re:PPCC: Pisitófilos Creditófagos. Otoño 2025
« Respuesta #1115 en: Hoy a las 15:11:22 »
Cinco Dias nos habla de cómo la estafa de la vivienda ha generado una visión rentista de la economía con los mismos argumentos que aqui se han comentado hace años.  Pero vuelven a insistir en el ofertademandismo, parece que de eso no se les saca.

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La economía básica nos enseña que los precios y las cantidades en un mercado se determinan por el cruce de la oferta con la demanda. Sin embargo, cuando observamos el mercado inmobiliario español actual muchos parecen olvidar esta sencilla lección. El resultado es una peligrosa confusión entre causas y consecuencias que nos impide comprender la verdadera naturaleza del problema que enfrentamos en este mercado.

Es comprensible que el actual encarecimiento de la vivienda despierte fantasmas del pasado. Quienes vivieron el boom inmobiliario de 2000-2007 reconocen ciertos patrones: precios que crecen a dos dígitos, dificultad de acceso para los jóvenes, conversaciones dominadas por el mercado inmobiliario. Así pues, no podemos acusar a nadie de estar tentando a pensar que estamos ante una repetición de aquella burbuja. Pero esta lectura superficial nos ciega ante una realidad que hoy es claramente diferente de aquél recuerdo ya lejano.

Lo primero a recordar es que, durante el boom de principios de siglo, España construía más de 700.000 viviendas anuales. Allí donde miraras veías grúas que claramente dominaban el paisaje urbano. El crédito fluía con una facilidad que hoy parece impensable. Si pedías para comprar una casa te daban lo que aquella valía y más por si querías estrenarla amueblada entera y festejarlo en el Caribe con un viaje. Aquel fue un fenómeno de sobreoferta alimentado por expectativas irreales y exceso de liquidez inflamado por crédito con tipos reales negativos. Hoy, en cambio, nos enfrentamos a su opuesto: un mercado estrangulado por la falta de oferta con una demanda que aumenta por razones demográficas y donde el crédito juega un papel muy secundario.

Los datos son reveladores según algunos estudios como los elaborados por la oficina de investigación de La Caixa Research o como se puede leer en el libro “Tres millones de viviendas” de Jorge Galindo. A diferencia del período del boom, en estos momentos existe un déficit de vivienda de entre 515.000 y 765.000 unidades. Y es que la construcción apenas ha podido alojar al 20% de los nuevos hogares formados. El resto ha tenido que recurrir a la reconversión de viviendas secundarias en principales, una solución temporal que tiene un límite natural. Este déficit, equivalente al 4% del parque de viviendas principales, explica aproximadamente el 39% del incremento de precios observado hasta 2024, ahora quizás más, según el primero de los trabajos analizados.

Pero aquí radica el núcleo de un problema que por su naturaleza se asemeja al de 2007 pero que ahora surge por razones diferentes: cuando un bien esencial se vuelve escaso, su naturaleza económica se transforma. La vivienda deja de ser principalmente un bien de uso para convertirse en un activo de inversión. No porque los inversores sean inherentemente especulativos, sino porque la escasez crea las condiciones perfectas para que la especulación florezca.

Este fenómeno no es exclusivo del mercado inmobiliario. La historia económica está plagada de ejemplos donde la escasez transforma mercados ordinarios en campos de batalla especulativos. Durante la crisis del petróleo de los años 70, el oro negro pasó de ser una materia prima industrial para convertirse en un arma geopolítica y un vehículo de especulación financiera. La escasez no solo elevó los precios; cambió fundamentalmente la naturaleza del mercado petrolero.

Más recientemente, hemos visto esta dinámica en mercados tan diversos como el de las tarjetas gráficas durante el boom de las criptomonedas o el de las mascarillas al inicio de la pandemia. En todos estos casos, un desequilibrio entre oferta y demanda no solo elevó precios, sino que atrajo a actores cuyo único interés era capitalizar la escasez, exacerbando aún más el problema original.

Lo particularmente perverso de esta dinámica en el mercado de la vivienda es que se retroalimenta. Cuando los precios suben consistentemente debido a la escasez, comprar vivienda se convierte en una apuesta aparentemente segura. Esto atrae capital que de otro modo se dirigiría a inversiones productivas. Familias que pueden permitírselo compran segundas viviendas como inversión. Fondos de inversión ven una oportunidad. El capital extranjero busca refugio en ladrillo español. Mientras, la eficiencia de las inversiones agregadas languidece. La lección que aprendimos hace 15 años fue dura, y ahora vamos camino de repetirla, pero al crear la escasez.

Más allá de los titulares sobre precios récord, las consecuencias de esta transformación del mercado son profundas y duraderas. Cuando la vivienda se convierte en un bien especulativo inaccesible, toda la estructura social se resiente. Los jóvenes retrasan su emancipación, con efectos en cascada sobre la natalidad y la formación de familias. Las empresas encuentran dificultades para atraer talento a ciudades donde los salarios no pueden competir con los precios inmobiliarios. La movilidad laboral se reduce, haciendo la economía menos dinámica y eficiente. Si me lo permiten, podríamos decir que es este el principal riesgo de crecimiento futuro de la economía española y, por ello, en los municipios donde puedan sortear estas limitaciones tienen ganado un futuro más positivo que aquellos que limiten la construcción.

Pero existe, además, un efecto menos visible pero igualmente corrosivo: la transformación de la mentalidad colectiva.   Cuando la vivienda se percibe principalmente como inversión y no como derecho o necesidad básica, se normaliza una visión rentista de la economía. El éxito se mide no por la capacidad de innovar o producir, sino por la habilidad de posicionarse ventajosamente en un juego de suma cero. Esto en economías globales donde el impulso del crecimiento pivota sobre otros activos muy diferentes implica que te quedarás atrás.


La solución a este problema no admite atajos ni remedios mágicos. La única manera de evitar que el mercado inmobiliario complete su transformación en un casino especulativo es abordar la raíz del problema: el déficit de oferta. Esto requiere un esfuerzo sostenido y coordinado para aumentar significativamente la construcción de vivienda, especialmente en las zonas de mayor presión demográfica como Madrid, Barcelona, Valencia o Málaga.

 La falta de vivienda explica buena parte del repunte de precios en España.
Aunque la relación es clara, hay excepciones: en provincias como Madrid, la presión de la demanda también impulsa el encarecimiento pese a un déficit moderado.
Belén Trincado Aznar
Pero mientras esperamos que la oferta se ajuste —un proceso que inevitablemente llevará años— debemos ser conscientes de los riesgos. Cada mes que pasa con el mercado en su estado actual es un mes en que más viviendas pasan de manos de residentes a inversores, un mes en que más jóvenes ven truncadas sus perspectivas vitales, un mes en que la vivienda se aleja un poco más de su función social fundamental.

La historia económica nos enseña que los mercados transformados por la escasez raramente vuelven a su estado original por sí solos. Requieren intervención decidida o, en su defecto, crisis dolorosas que reseteen las expectativas. En el caso de la vivienda, un bien tan fundamental para la cohesión social y el bienestar individual, no podemos permitirnos esperar a la segunda opción. El reconocimiento de que enfrentamos un problema de oferta, no una burbuja especulativa tradicional, es el primer paso. Actuar con la urgencia que la situación demanda es el imperativo del momento.

   


Un razonamiento tan absurdo que ni siquiera el articulista ha sabido regatear: si de verdad es un déficit de oferta no sirve de nada construir más porque los acaparadores comprarán la oferta disponible, quedándonos peor que al principio. Por otro lado tampoco me saben decir cómo es posible que en un entorno de falta de oferta las constructoras no estén otra vez construyendo medio millón de pisitos anuales (¡si se vende todo! ¿es que no quieren ganar dinero o qué?).

Como salga adelante la propuesta de Barcelona de que sólo se puede comprar un piso para vivir en el nos vamos a reir con la evolución de los precios en la zona. De hecho sólo haría falta implementarla en los barrios con la renta per cápita más baja de las grandes ciudades, así no tocas al propietariado de clase media y proteges a las clases trabajadoras de la especulación. Ni que decir tiene que en los nuevos PAUs habría que implementar la misma medida. Las tonterías se acababan rapidito.

Y así llegaríamos al mercado a varias velocidades de las que habló asustadísimos en su día:
- clase riquísima con varias propiedades en barrios de lujo, exprimiendo a otros miembros de esa clase con dinero por tener el privilegio en vivir en el Viso, Pedrables, Abando, etc.
- clase trabajadora viviendo en barrios de clase trabajadora con un pisito por persona. Si se intenta trampear, exprópiese. Si el trabajador se cree capitalista, que ahorre y se compre un piso de los del primer grupo para exprimir a las clases adineradas
- clase media que actúe sus pretensiones y ocupe el lugar dejado por los otros dos. Claro que sin bichos a los que exprimir (porque se irán a las zonas trabajadoras o a los PAUs nuevos) igual tienen que rebajar sus expectativas.

Yo celebraría con un buen cava catalán que la medida se aprobara en ciertos barrios de Barcelona, unido a una moratoria de 5 años para vender a quien tenga más de un piso bajo amenaza de expropiación. Eso unido a un precio máximo en zonas tensionadas y dejamos al pisito herido de muerte (de nuevo, en zonas con problemas de accesibilidad, que nadie venga reclamando áticos en Castellana a 700€ al mes).

Lo de los locales comerciales lo dejamos para otro día, pero por supuesto 0 reconversiones en residencial, y al que tenga el local vacío unos IBIs de cagarse la perra.

Benzino Napaloni

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Re:PPCC: Pisitófilos Creditófagos. Otoño 2025
« Respuesta #1116 en: Hoy a las 15:14:39 »
Lo de "hay zonas y zonas" tiene más intríngulis de lo que parece.

Por supuesto que hay zonas y zonas. No es lo mismo el pleno Paseo de la Castellana o la Diagonal de Barcelona, que Pedregal del Resecón. (Pueblo ficticio en el universo de Mortadelo y Filemón, guiño guiño).

El problema del momento en que se infló la burbuja es que se compraba todo porque todo "se colocaba". Mientras duraba la burbuja de expectativas, había que meterse en lo que fuese.

Gran video de los Pantomima Full para ilustrarlo:

Propietario
https://www.youtube.com/watch?v=q9xOLGsK5jg


Y claro, cuando la burbuja de expectativas se va a tomar vientos, pues resulta que sí importa estar bien comunicado o no, con servicios cerca o no, o vivir en un nido de cucarachas o algo más decente. Cuando pincha la burbuja, la roña es lo primero que cae.

El "hay zonas y zonas" no sale por eso. ¿Recuerdan el inicio de la crisis de 2008? Hubo berzotas que se reían de los eventuales despedidos, sin imaginar que los siguientes en acabar los lunes al sol eran ellos mismos. Lo único que está bastante a salvo es lo de siempre y los de siempre: los ricos de verdad. Los que no necesitan trabajar, ni siquiera necesitan especular para vivir. Ya están forrados. Los casoplones de verdad son lo único "premium" de verdad, porque no están en el mercado corriente.

El "hay zonas y zonas" sale porque el "quiero y no puedo" se sabe amenazado. Que su himbersión por la que ha pagado 3, 4, 500k, o vaya usted a saber, no vale eso. Que no está en una zona privilegiada de verdad ni tiene calidades ni características realmente privilegiadas.


Que "hay zonas y zonas" porque aunque sé que están bajando los precios, MI himbersión lo sigue valiendo. :roto2: :tragatochos: :tragatochos: :tragatochos:

Raf909

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Re:PPCC: Pisitófilos Creditófagos. Otoño 2025
« Respuesta #1117 en: Hoy a las 15:30:29 »
Cinco Dias nos habla de cómo la estafa de la vivienda ha generado una visión rentista de la economía con los mismos argumentos que aqui se han comentado hace años.  Pero vuelven a insistir en el ofertademandismo, parece que de eso no se les saca.

https://cincodias.elpais.com/economia/2025-10-13/cuando-la-escasez-transforma-un-mercado.html

.
La economía básica nos enseña que los precios y las cantidades en un mercado se determinan por el cruce de la oferta con la demanda. Sin embargo, cuando observamos el mercado inmobiliario español actual muchos parecen olvidar esta sencilla lección. El resultado es una peligrosa confusión entre causas y consecuencias que nos impide comprender la verdadera naturaleza del problema que enfrentamos en este mercado.

Es comprensible que el actual encarecimiento de la vivienda despierte fantasmas del pasado. Quienes vivieron el boom inmobiliario de 2000-2007 reconocen ciertos patrones: precios que crecen a dos dígitos, dificultad de acceso para los jóvenes, conversaciones dominadas por el mercado inmobiliario. Así pues, no podemos acusar a nadie de estar tentando a pensar que estamos ante una repetición de aquella burbuja. Pero esta lectura superficial nos ciega ante una realidad que hoy es claramente diferente de aquél recuerdo ya lejano.

Lo primero a recordar es que, durante el boom de principios de siglo, España construía más de 700.000 viviendas anuales. Allí donde miraras veías grúas que claramente dominaban el paisaje urbano. El crédito fluía con una facilidad que hoy parece impensable. Si pedías para comprar una casa te daban lo que aquella valía y más por si querías estrenarla amueblada entera y festejarlo en el Caribe con un viaje. Aquel fue un fenómeno de sobreoferta alimentado por expectativas irreales y exceso de liquidez inflamado por crédito con tipos reales negativos. Hoy, en cambio, nos enfrentamos a su opuesto: un mercado estrangulado por la falta de oferta con una demanda que aumenta por razones demográficas y donde el crédito juega un papel muy secundario.

Los datos son reveladores según algunos estudios como los elaborados por la oficina de investigación de La Caixa Research o como se puede leer en el libro “Tres millones de viviendas” de Jorge Galindo. A diferencia del período del boom, en estos momentos existe un déficit de vivienda de entre 515.000 y 765.000 unidades. Y es que la construcción apenas ha podido alojar al 20% de los nuevos hogares formados. El resto ha tenido que recurrir a la reconversión de viviendas secundarias en principales, una solución temporal que tiene un límite natural. Este déficit, equivalente al 4% del parque de viviendas principales, explica aproximadamente el 39% del incremento de precios observado hasta 2024, ahora quizás más, según el primero de los trabajos analizados.

Pero aquí radica el núcleo de un problema que por su naturaleza se asemeja al de 2007 pero que ahora surge por razones diferentes: cuando un bien esencial se vuelve escaso, su naturaleza económica se transforma. La vivienda deja de ser principalmente un bien de uso para convertirse en un activo de inversión. No porque los inversores sean inherentemente especulativos, sino porque la escasez crea las condiciones perfectas para que la especulación florezca.

Este fenómeno no es exclusivo del mercado inmobiliario. La historia económica está plagada de ejemplos donde la escasez transforma mercados ordinarios en campos de batalla especulativos. Durante la crisis del petróleo de los años 70, el oro negro pasó de ser una materia prima industrial para convertirse en un arma geopolítica y un vehículo de especulación financiera. La escasez no solo elevó los precios; cambió fundamentalmente la naturaleza del mercado petrolero.

Más recientemente, hemos visto esta dinámica en mercados tan diversos como el de las tarjetas gráficas durante el boom de las criptomonedas o el de las mascarillas al inicio de la pandemia. En todos estos casos, un desequilibrio entre oferta y demanda no solo elevó precios, sino que atrajo a actores cuyo único interés era capitalizar la escasez, exacerbando aún más el problema original.

Lo particularmente perverso de esta dinámica en el mercado de la vivienda es que se retroalimenta. Cuando los precios suben consistentemente debido a la escasez, comprar vivienda se convierte en una apuesta aparentemente segura. Esto atrae capital que de otro modo se dirigiría a inversiones productivas. Familias que pueden permitírselo compran segundas viviendas como inversión. Fondos de inversión ven una oportunidad. El capital extranjero busca refugio en ladrillo español. Mientras, la eficiencia de las inversiones agregadas languidece. La lección que aprendimos hace 15 años fue dura, y ahora vamos camino de repetirla, pero al crear la escasez.

Más allá de los titulares sobre precios récord, las consecuencias de esta transformación del mercado son profundas y duraderas. Cuando la vivienda se convierte en un bien especulativo inaccesible, toda la estructura social se resiente. Los jóvenes retrasan su emancipación, con efectos en cascada sobre la natalidad y la formación de familias. Las empresas encuentran dificultades para atraer talento a ciudades donde los salarios no pueden competir con los precios inmobiliarios. La movilidad laboral se reduce, haciendo la economía menos dinámica y eficiente. Si me lo permiten, podríamos decir que es este el principal riesgo de crecimiento futuro de la economía española y, por ello, en los municipios donde puedan sortear estas limitaciones tienen ganado un futuro más positivo que aquellos que limiten la construcción.

Pero existe, además, un efecto menos visible pero igualmente corrosivo: la transformación de la mentalidad colectiva.   Cuando la vivienda se percibe principalmente como inversión y no como derecho o necesidad básica, se normaliza una visión rentista de la economía. El éxito se mide no por la capacidad de innovar o producir, sino por la habilidad de posicionarse ventajosamente en un juego de suma cero. Esto en economías globales donde el impulso del crecimiento pivota sobre otros activos muy diferentes implica que te quedarás atrás.


La solución a este problema no admite atajos ni remedios mágicos. La única manera de evitar que el mercado inmobiliario complete su transformación en un casino especulativo es abordar la raíz del problema: el déficit de oferta. Esto requiere un esfuerzo sostenido y coordinado para aumentar significativamente la construcción de vivienda, especialmente en las zonas de mayor presión demográfica como Madrid, Barcelona, Valencia o Málaga.

 La falta de vivienda explica buena parte del repunte de precios en España.
Aunque la relación es clara, hay excepciones: en provincias como Madrid, la presión de la demanda también impulsa el encarecimiento pese a un déficit moderado.
Belén Trincado Aznar
Pero mientras esperamos que la oferta se ajuste —un proceso que inevitablemente llevará años— debemos ser conscientes de los riesgos. Cada mes que pasa con el mercado en su estado actual es un mes en que más viviendas pasan de manos de residentes a inversores, un mes en que más jóvenes ven truncadas sus perspectivas vitales, un mes en que la vivienda se aleja un poco más de su función social fundamental.

La historia económica nos enseña que los mercados transformados por la escasez raramente vuelven a su estado original por sí solos. Requieren intervención decidida o, en su defecto, crisis dolorosas que reseteen las expectativas. En el caso de la vivienda, un bien tan fundamental para la cohesión social y el bienestar individual, no podemos permitirnos esperar a la segunda opción. El reconocimiento de que enfrentamos un problema de oferta, no una burbuja especulativa tradicional, es el primer paso. Actuar con la urgencia que la situación demanda es el imperativo del momento.

   


Un razonamiento tan absurdo que ni siquiera el articulista ha sabido regatear: si de verdad es un déficit de oferta no sirve de nada construir más porque los acaparadores comprarán la oferta disponible, quedándonos peor que al principio. Por otro lado tampoco me saben decir cómo es posible que en un entorno de falta de oferta las constructoras no estén otra vez construyendo medio millón de pisitos anuales (¡si se vende todo! ¿es que no quieren ganar dinero o qué?).

Como salga adelante la propuesta de Barcelona de que sólo se puede comprar un piso para vivir en el nos vamos a reir con la evolución de los precios en la zona. De hecho sólo haría falta implementarla en los barrios con la renta per cápita más baja de las grandes ciudades, así no tocas al propietariado de clase media y proteges a las clases trabajadoras de la especulación. Ni que decir tiene que en los nuevos PAUs habría que implementar la misma medida. Las tonterías se acababan rapidito.

Y así llegaríamos al mercado a varias velocidades de las que habló asustadísimos en su día:
- clase riquísima con varias propiedades en barrios de lujo, exprimiendo a otros miembros de esa clase con dinero por tener el privilegio en vivir en el Viso, Pedrables, Abando, etc.
- clase trabajadora viviendo en barrios de clase trabajadora con un pisito por persona. Si se intenta trampear, exprópiese. Si el trabajador se cree capitalista, que ahorre y se compre un piso de los del primer grupo para exprimir a las clases adineradas
- clase media que actúe sus pretensiones y ocupe el lugar dejado por los otros dos. Claro que sin bichos a los que exprimir (porque se irán a las zonas trabajadoras o a los PAUs nuevos) igual tienen que rebajar sus expectativas.

Yo celebraría con un buen cava catalán que la medida se aprobara en ciertos barrios de Barcelona, unido a una moratoria de 5 años para vender a quien tenga más de un piso bajo amenaza de expropiación. Eso unido a un precio máximo en zonas tensionadas y dejamos al pisito herido de muerte (de nuevo, en zonas con problemas de accesibilidad, que nadie venga reclamando áticos en Castellana a 700€ al mes).

Lo de los locales comerciales lo dejamos para otro día, pero por supuesto 0 reconversiones en residencial, y al que tenga el local vacío unos IBIs de cagarse la perra.

No hace falta restringir barrios en Barcelona. Se hace a nivel estatal, solo 2 propiedades por persona física y obligado a residir en vivienda habitual. Y se tiene que capar la posesión de personas jurídicas.

Yo tengo la sensación de que hay varias burbujas a la vez: IA, vivienda, Bitcoin, Bolsa. Cuando caiga una, caerán el resto por contagio y pánico. El problema? Como será global, preparémonos para otra expansión de QEs y demás medidas de expansión monetaria, nada de asumir pérdidas y recoger el cable.

tomasjos

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Re:PPCC: Pisitófilos Creditófagos. Otoño 2025
« Respuesta #1118 en: Hoy a las 15:31:58 »
Cinco Dias nos habla de cómo la estafa de la vivienda ha generado una visión rentista de la economía con los mismos argumentos que aqui se han comentado hace años.  Pero vuelven a insistir en el ofertademandismo, parece que de eso no se les saca.

https://cincodias.elpais.com/economia/2025-10-13/cuando-la-escasez-transforma-un-mercado.html

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Es comprensible que el actual encarecimiento de la vivienda despierte fantasmas del pasado. Quienes vivieron el boom inmobiliario de 2000-2007 reconocen ciertos patrones: precios que crecen a dos dígitos, dificultad de acceso para los jóvenes, conversaciones dominadas por el mercado inmobiliario. Así pues, no podemos acusar a nadie de estar tentando a pensar que estamos ante una repetición de aquella burbuja. Pero esta lectura superficial nos ciega ante una realidad que hoy es claramente diferente de aquél recuerdo ya lejano.

Lo primero a recordar es que, durante el boom de principios de siglo, España construía más de 700.000 viviendas anuales. Allí donde miraras veías grúas que claramente dominaban el paisaje urbano. El crédito fluía con una facilidad que hoy parece impensable. Si pedías para comprar una casa te daban lo que aquella valía y más por si querías estrenarla amueblada entera y festejarlo en el Caribe con un viaje. Aquel fue un fenómeno de sobreoferta alimentado por expectativas irreales y exceso de liquidez inflamado por crédito con tipos reales negativos. Hoy, en cambio, nos enfrentamos a su opuesto: un mercado estrangulado por la falta de oferta con una demanda que aumenta por razones demográficas y donde el crédito juega un papel muy secundario.

Los datos son reveladores según algunos estudios como los elaborados por la oficina de investigación de La Caixa Research o como se puede leer en el libro “Tres millones de viviendas” de Jorge Galindo. A diferencia del período del boom, en estos momentos existe un déficit de vivienda de entre 515.000 y 765.000 unidades. Y es que la construcción apenas ha podido alojar al 20% de los nuevos hogares formados. El resto ha tenido que recurrir a la reconversión de viviendas secundarias en principales, una solución temporal que tiene un límite natural. Este déficit, equivalente al 4% del parque de viviendas principales, explica aproximadamente el 39% del incremento de precios observado hasta 2024, ahora quizás más, según el primero de los trabajos analizados.

Pero aquí radica el núcleo de un problema que por su naturaleza se asemeja al de 2007 pero que ahora surge por razones diferentes: cuando un bien esencial se vuelve escaso, su naturaleza económica se transforma. La vivienda deja de ser principalmente un bien de uso para convertirse en un activo de inversión. No porque los inversores sean inherentemente especulativos, sino porque la escasez crea las condiciones perfectas para que la especulación florezca.

Este fenómeno no es exclusivo del mercado inmobiliario. La historia económica está plagada de ejemplos donde la escasez transforma mercados ordinarios en campos de batalla especulativos. Durante la crisis del petróleo de los años 70, el oro negro pasó de ser una materia prima industrial para convertirse en un arma geopolítica y un vehículo de especulación financiera. La escasez no solo elevó los precios; cambió fundamentalmente la naturaleza del mercado petrolero.

Más recientemente, hemos visto esta dinámica en mercados tan diversos como el de las tarjetas gráficas durante el boom de las criptomonedas o el de las mascarillas al inicio de la pandemia. En todos estos casos, un desequilibrio entre oferta y demanda no solo elevó precios, sino que atrajo a actores cuyo único interés era capitalizar la escasez, exacerbando aún más el problema original.

Lo particularmente perverso de esta dinámica en el mercado de la vivienda es que se retroalimenta. Cuando los precios suben consistentemente debido a la escasez, comprar vivienda se convierte en una apuesta aparentemente segura. Esto atrae capital que de otro modo se dirigiría a inversiones productivas. Familias que pueden permitírselo compran segundas viviendas como inversión. Fondos de inversión ven una oportunidad. El capital extranjero busca refugio en ladrillo español. Mientras, la eficiencia de las inversiones agregadas languidece. La lección que aprendimos hace 15 años fue dura, y ahora vamos camino de repetirla, pero al crear la escasez.

Más allá de los titulares sobre precios récord, las consecuencias de esta transformación del mercado son profundas y duraderas. Cuando la vivienda se convierte en un bien especulativo inaccesible, toda la estructura social se resiente. Los jóvenes retrasan su emancipación, con efectos en cascada sobre la natalidad y la formación de familias. Las empresas encuentran dificultades para atraer talento a ciudades donde los salarios no pueden competir con los precios inmobiliarios. La movilidad laboral se reduce, haciendo la economía menos dinámica y eficiente. Si me lo permiten, podríamos decir que es este el principal riesgo de crecimiento futuro de la economía española y, por ello, en los municipios donde puedan sortear estas limitaciones tienen ganado un futuro más positivo que aquellos que limiten la construcción.

Pero existe, además, un efecto menos visible pero igualmente corrosivo: la transformación de la mentalidad colectiva.   Cuando la vivienda se percibe principalmente como inversión y no como derecho o necesidad básica, se normaliza una visión rentista de la economía. El éxito se mide no por la capacidad de innovar o producir, sino por la habilidad de posicionarse ventajosamente en un juego de suma cero. Esto en economías globales donde el impulso del crecimiento pivota sobre otros activos muy diferentes implica que te quedarás atrás.


La solución a este problema no admite atajos ni remedios mágicos. La única manera de evitar que el mercado inmobiliario complete su transformación en un casino especulativo es abordar la raíz del problema: el déficit de oferta. Esto requiere un esfuerzo sostenido y coordinado para aumentar significativamente la construcción de vivienda, especialmente en las zonas de mayor presión demográfica como Madrid, Barcelona, Valencia o Málaga.

 La falta de vivienda explica buena parte del repunte de precios en España.
Aunque la relación es clara, hay excepciones: en provincias como Madrid, la presión de la demanda también impulsa el encarecimiento pese a un déficit moderado.
Belén Trincado Aznar
Pero mientras esperamos que la oferta se ajuste —un proceso que inevitablemente llevará años— debemos ser conscientes de los riesgos. Cada mes que pasa con el mercado en su estado actual es un mes en que más viviendas pasan de manos de residentes a inversores, un mes en que más jóvenes ven truncadas sus perspectivas vitales, un mes en que la vivienda se aleja un poco más de su función social fundamental.

La historia económica nos enseña que los mercados transformados por la escasez raramente vuelven a su estado original por sí solos. Requieren intervención decidida o, en su defecto, crisis dolorosas que reseteen las expectativas. En el caso de la vivienda, un bien tan fundamental para la cohesión social y el bienestar individual, no podemos permitirnos esperar a la segunda opción. El reconocimiento de que enfrentamos un problema de oferta, no una burbuja especulativa tradicional, es el primer paso. Actuar con la urgencia que la situación demanda es el imperativo del momento.

   


Un razonamiento tan absurdo que ni siquiera el articulista ha sabido regatear: si de verdad es un déficit de oferta no sirve de nada construir más porque los acaparadores comprarán la oferta disponible, quedándonos peor que al principio. Por otro lado tampoco me saben decir cómo es posible que en un entorno de falta de oferta las constructoras no estén otra vez construyendo medio millón de pisitos anuales (¡si se vende todo! ¿es que no quieren ganar dinero o qué?).

Como salga adelante la propuesta de Barcelona de que sólo se puede comprar un piso para vivir en el nos vamos a reir con la evolución de los precios en la zona. De hecho sólo haría falta implementarla en los barrios con la renta per cápita más baja de las grandes ciudades, así no tocas al propietariado de clase media y proteges a las clases trabajadoras de la especulación. Ni que decir tiene que en los nuevos PAUs habría que implementar la misma medida. Las tonterías se acababan rapidito.

Y así llegaríamos al mercado a varias velocidades de las que habló asustadísimos en su día:
- clase riquísima con varias propiedades en barrios de lujo, exprimiendo a otros miembros de esa clase con dinero por tener el privilegio en vivir en el Viso, Pedrables, Abando, etc.
- clase trabajadora viviendo en barrios de clase trabajadora con un pisito por persona. Si se intenta trampear, exprópiese. Si el trabajador se cree capitalista, que ahorre y se compre un piso de los del primer grupo para exprimir a las clases adineradas
- clase media que actúe sus pretensiones y ocupe el lugar dejado por los otros dos. Claro que sin bichos a los que exprimir (porque se irán a las zonas trabajadoras o a los PAUs nuevos) igual tienen que rebajar sus expectativas.

Yo celebraría con un buen cava catalán que la medida se aprobara en ciertos barrios de Barcelona, unido a una moratoria de 5 años para vender a quien tenga más de un piso bajo amenaza de expropiación. Eso unido a un precio máximo en zonas tensionadas y dejamos al pisito herido de muerte (de nuevo, en zonas con problemas de accesibilidad, que nadie venga reclamando áticos en Castellana a 700€ al mes).

Lo de los locales comerciales lo dejamos para otro día, pero por supuesto 0 reconversiones en residencial, y al que tenga el local vacío unos IBIs de cagarse la perra.

Los 700 - y menos - en la Castellana llegan solos en cuanto se asuma que ya no renta comprar pisos, que ya no son un deposito de valor. En ese momento "tonto el último", y los regalarán con las tapas del yogur.

Por cierto, ha sido en octubre , como decia Tochovista :roto2:
La función de los más capaces en una sociedad humana medianamente sana es cuidar y proteger a aquellos menos capaces, no aprovecharse de ellos.

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Re:PPCC: Pisitófilos Creditófagos. Otoño 2025
« Respuesta #1119 en: Hoy a las 15:34:14 »
Un razonamiento tan absurdo que ni siquiera el articulista ha sabido regatear: si de verdad es un déficit de oferta no sirve de nada construir más porque los acaparadores comprarán la oferta disponible, quedándonos peor que al principio. Por otro lado tampoco me saben decir cómo es posible que en un entorno de falta de oferta las constructoras no estén otra vez construyendo medio millón de pisitos anuales (¡si se vende todo! ¿es que no quieren ganar dinero o qué?).

Como salga adelante la propuesta de Barcelona de que sólo se puede comprar un piso para vivir en el nos vamos a reir con la evolución de los precios en la zona. De hecho sólo haría falta implementarla en los barrios con la renta per cápita más baja de las grandes ciudades, así no tocas al propietariado de clase media y proteges a las clases trabajadoras de la especulación. Ni que decir tiene que en los nuevos PAUs habría que implementar la misma medida. Las tonterías se acababan rapidito.

Y así llegaríamos al mercado a varias velocidades de las que habló asustadísimos en su día:
- clase riquísima con varias propiedades en barrios de lujo, exprimiendo a otros miembros de esa clase con dinero por tener el privilegio en vivir en el Viso, Pedrables, Abando, etc.
- clase trabajadora viviendo en barrios de clase trabajadora con un pisito por persona. Si se intenta trampear, exprópiese. Si el trabajador se cree capitalista, que ahorre y se compre un piso de los del primer grupo para exprimir a las clases adineradas
- clase media que actúe sus pretensiones y ocupe el lugar dejado por los otros dos. Claro que sin bichos a los que exprimir (porque se irán a las zonas trabajadoras o a los PAUs nuevos) igual tienen que rebajar sus expectativas.

Yo celebraría con un buen cava catalán que la medida se aprobara en ciertos barrios de Barcelona, unido a una moratoria de 5 años para vender a quien tenga más de un piso bajo amenaza de expropiación. Eso unido a un precio máximo en zonas tensionadas y dejamos al pisito herido de muerte (de nuevo, en zonas con problemas de accesibilidad, que nadie venga reclamando áticos en Castellana a 700€ al mes).

Lo de los locales comerciales lo dejamos para otro día, pero por supuesto 0 reconversiones en residencial, y al que tenga el local vacío unos IBIs de cagarse la perra.

Si de aquí a 2027 no estalla del todo la burbuja inmobiliaria, a Collboni le van a atacar por todos los frentes imaginables (e inimaginables).

Tiene que ver con las licencias de pisos turísticos, que duran cinco años. Cuando Collboni llegó a la alcaldía en 2023 dijo que a tomar por saco, que no se daba una sola licencia más y que las que quedaban no se renovaban. A lo sumo en 2028 no quedaría ninguna. Pero un año antes son las municipales. Preveo una presión brutal para sacar a Collboni del cargo y tratar de reactivar esas licencias antes de que sea tarde (tarde para los rentistas, claro).


Voy a tener que dar la razón a PPCC cuando marcaba 2025 como el año del cambio. Ya han empezado las primeras (tímidas) bajadas de precios, pero viniendo de donde venimos es un cambio tremendo en el relato. Súmenle a eso que los fondos ya empiezan a "desinvertir", y tenemos la ruta marcada y la bola de nieve empezando a rodar.

2025 ha sido el del veranito de más de un hostelero dando vacaciones a su plantilla, o de los alemanes diciéndonos que las noches de hotel a 300 euros cada una, que por aquí. 2026 ya va a ser abiertamente de recoger cable.



Yo tengo la sensación de que hay varias burbujas a la vez: IA, vivienda, Bitcoin, Bolsa. Cuando caiga una, caerán el resto por contagio y pánico. El problema? Como será global, preparémonos para otra expansión de QEs y demás medidas de expansión monetaria, nada de asumir pérdidas y recoger el cable.

Es el dólar lo que tiene que caer, arrastrará al resto. Pero esta vez no veo otro "bailout" como en 2009. Porque esta vez EEUU ya está abiertamente en decadencia, China sube, y no nos olvidemos del invierno demográfico. Una patada adelante más serviría si acaso para que los que han perpetrado este desastre aguanten lo justo para irse al otro barrio sin pagar por lo que han hecho y que les quiten lo bailao.

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Re:PPCC: Pisitófilos Creditófagos. Otoño 2025
« Respuesta #1120 en: Hoy a las 15:39:54 »

Los 700 - y menos - en la Castellana llegan solos en cuanto se asuma que ya no renta comprar pisos, que ya no son un deposito de valor. En ese momento "tonto el último", y los regalarán con las tapas del yogur.

Por cierto, ha sido en octubre , como decia Tochovista :roto2:

:roto2:

Y porque no he encontrado el 'chop' del talibán con una tapa de yogur en la mano y un envase vacío por sombrero.

Octubre suele ser un momento en el que se producen caídas si la cosa va mal. Es cuando llegan las consecuencias de un verano flojo.

Por lo demás es eso, la burbuja de expectativas. Si cunde la sensación de que "mariquita el último", pues hombre, en la Castellana a 700 no lo veo. Pero últimamente se veía tranquilamente el triple, y no siempre en la Castellana. Si la burbuja de expectativas se gira, y cunde la sensación de que te puedes comer toneladas de tocho que no valdrán ni la mitad de lo que pagaste por ellas, verás el tiempo que tardarás en vender.

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Re:PPCC: Pisitófilos Creditófagos. Otoño 2025
« Respuesta #1121 en: Hoy a las 15:52:55 »
Por cierto, que se desplomen los precios de los locales y las naves industriales es importantísimo. Hace rentables pequeñas empresas que ahora no lo son, o lo son mucho menos y permite generar un ecosistema empresarial a escala local. Esa linea roja también tiene que caer, por el bien del empresariado y de los trabajadores
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Re:PPCC: Pisitófilos Creditófagos. Otoño 2025
« Respuesta #1123 en: Hoy a las 16:04:20 »
[¡No le sigan el juego a la retórica engañosa!

Si fuera verdad que falta oferta, no habría ningún problema para que la banca de depósitos financiara normalmente una campaña de construcción masiva. Bastante barato, por cierto.

Además, construir vivienda es cosa de solo 18 meses (aunque en China lo consiguen en menos de la mitad).

Suelo donde hacerlo hay de sobra en España en todos sitios, especialmente en Madrid. Lo de las hipotéticas trabas burocráticas se resuelve en un instante, con un decreto ley. No es como, por ejemplo, la sobrecarga de trabajo en Justicia o Hacienda o las colas en Sanidad.

NO SE CONSTRUYE PORQUE A LOS ESTAFADORES NO LES SALE DE LOS COJONES.

¡Da igual! Incluso sin construcción nueva, HAY VIVIENDA VACÍA PARA ABURRIR, especialmente en Madrid.

¡QUE ES UNA ESTAAAFA!]


[Leemos en internet lo siguiente:

CIUDAD PARA PEREGRINOS EN EL MONTE DO GOZO

Durante el 'Xacobeo 1993', se levantó una ciudad en el Monte do Gozo, a las afueras de Santiago de Compostela, como parte de un ambicioso proyecto para acoger a cientos de miles de peregrinos.

La iniciativa incluyó, no solo un gran complejo de acogida, incluyendo albergues, zonas de acampada, servicios sanitarios y espacios de ocio. Se extendió a la infraestructura del entorno del Monte do Gozo y a un gran auditorio al aire libre, que acogió conciertos emblemáticos, como uno de Bruce Springsteen.

Este proyecto marcó un antes y un después para la ciudad.


Cuando se quiere, se puede.

¡QUE ES UNA ESTAAAFA!]


[¡Que se metan el Ladrillo por el culo!]


[Tenemos que aprender a dar las noticias tóxicas del temita descojonándonos.]


P. S.: Estos comentarios completan...
https://www.transicionestructural.net/index.php?topic=2630.msg250486#msg250486
« última modificación: Hoy a las 16:09:44 por asustadísimos »

Elcasco

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Re:PPCC: Pisitófilos Creditófagos. Otoño 2025
« Respuesta #1124 en: Hoy a las 16:38:35 »
https://www.expansion.com/inmobiliario/mercado/2025/10/13/68ebe348468aebd96d8b45b4.html

http://archive.today/giXUA

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Blackstone, Cerberus y Ares ponen a la venta 25.000 viviendas de alquiler en España

REBECA ARROYO
@rebearroyo
13 OCT. 2025 - 00:02

Blackstone, Cerberus y Ares han lanzado procesos para la venta de más de 15.000 pisos en el país. Azora, CBRE IM y Madison estudian recapitalizar Nestar con 9.500 unidades.

Los grandes fondos de inversión han decidido poner a prueba el interés del mercado por el alquiler residencial en España y han lanzado a la venta, o estudian hacerlo en los próximos meses, grandes carteras de viviendas granulares (dispersas en varios inmuebles) o concentradas en un edificio, así como proyectos build to rent (promociones destinadas al alquiler).

Blackstone, Cerberus y Ares trabajan en la venta de más de 15.000 viviendas en España por unos 3.300 millones de euros, mientras que Azora, CBRE IM y Madison, por su parte, estudian recapitalizar Nestar, una plataforma que suma aproximadamente 9.500 viviendas con un valor bruto de unos 1.750 millones.

Los fondos buscan dar el relevo en estas carteras a inversores más core, es decir, con plazos de inversión más largos y que exijan menor rentabilidad a cambio de riesgos más contenidos.

Pese a que son muchos los inversores que han apostado por este negocio en los últimos años, el parque de vivienda en alquiler en manos institucionales supone apenas el 8% del total en España, lo que asciende a unas 124.000 viviendas, muy por detrás de otros países del entorno como Alemania o Francia.

Procesos en marcha

El primero en dar un paso al frente ha sido Ares. El fondo ha contratado a Eastdil y JLL para la venta de 6.000 viviendas gestionadas por Avalon, gran parte de las cuales proceden del plan VIVE de Madrid. Fuentes del mercado, que valoran esta cartera en 1.200 millones, señalan que el proceso está ya avanzado con algunas ofertas sobre la mesa.

Blackstone también ha movido ficha y se espera que el documento detallado de venta empiece ya a llegar a potenciales interesados. También liderado por JLL y Eastdil, la cartera en venta alcanza las 5.200 unidades, que cuelgan de la Socimi Fidere y que se ubican en Madrid y Guadalajara. Se trata de 4.000 unidades en 36 edificios controlados al completo por el fondo y otras 1.200 viviendas repartidas en distintos inmuebles. Blackstone cuenta además con otra Socimi, Testa, que tiene unas 9.000 viviendas en cartera que no se incluyen en esta transacción.

El siguiente en sumarse a la carrera ha sido Cerberus. En este caso, el fondo sondea la venta de entre 3.500 y 4.000 unidades granulares a unos precios que oscilarían entre los 750 millones y 900 millones de euros, dependiendo del perímetro final de la cartera. Estas viviendas se concentran principalmente en Madrid.

Cerberus, que creó esta plataforma para gestionar los inmuebles adquiridos a Sabadell, BBVA y Santander, contaba a cierre de 2024 con 4.701 viviendas repartidas en Andalucía, Cataluña, Comunidad Valenciana y Comunidad de Madrid que le generaron unas rentas de 38,4 millones de euros el pasado año.

Otra de las plataformas que se encuentra en un punto de inflexión es Nestar. Este vehículo se creó en 2018 con los mimbres de Lazora. Azora sumó fuerzas en ese momento con CBRE GIP (ahora CBREIM) y Madison para impulsar la plataforma, que contaba por entonces con 6.458 viviendas y 750 millones de fondos propios para aumentar la cartera.

Según los últimos datos disponibles, Nestar suma ya cerca de 9.500 unidades en las principales áreas urbanas, con más de 1.500 unidades de nueva construcción y una valoración de 1.750 millones.

Una vez cumplidos siete años desde su entrada en Nestar, CBREIM y Madison buscan ahora una ventana de salida. Para estudiar distintas alternativas contrataron a CBRE. La alternativa preferida sería una recapitalización de este vehículo con la entrada de nuevos socios que dieran salida a los actuales. Se trataría, por tanto, de una operación similar a la de 2018, cuando Azora buscó nuevos compañeros de viaje para hacer crecer Lazora, manteniendo su gestión.

La venta de estas grandes carteras se suma al goteo de desinversiones en proyectos build to rent que se ha producido en los últimos doce meses y que han tenido como protagonistas a fondos, aseguradoras y promotoras.

Aluvión de operaciones en BTR

Aunque con volúmenes mucho menores, y en ventas unitarias o en pequeños paquetes, en los últimos meses se ha producido un aluvión de desinversiones en el negocio del build to rent (BTR). Por ejemplo, Nuveen cerró el pasado julio la venta de un conjunto residencial de 531 unidades en el barrio de Cuatro Vientos (Madrid) que compró Hines.

La gestora había sacado al mercado este activo, incluido bajo el paraguas de la plataforma Stay, junto a otro en Pamplona por unos 200 millones. Ya en diciembre había vendido a M&G un complejo en Valencia por 80 millones de euros. DWS, gestora controlada por Deutsche Bank, traspasó a Vivenio 180 viviendas de alquiler en el Ensanche de Vallecas (Madrid) por unos 50 millones.

Esta operación se sumaba a que llevó a cabo a finales de 2024, que incluía 235 viviendas, también en el Ensanche de Vallecas, y que adquirió el fondo CER III de Catella por 60 millones. AXA acordó con Zurich el traspaso de dos edificios de viviendas protegidas en Madrid, una operación que marcó la entrada de la aseguradora en residencial en España. Neinor, por su parte, vendió 251 unidades de su cartera de BTR, incluyendo las promociones Delta y Sevilla a Round Hill Capital, así como parte del porfolio Sardes a 1810 Capital.

Esta rotación se produce en un contexto marcado por la enorme demanda de vivienda en alquiler y una oferta profesionalizada escasa, pero también se da en un momento regulatorio que genera incertidumbre en el inversor. De fondo, además, pesa un entorno de tipos estable. El BCE abogó en su última reunión de septiembre por una política monetaria continuista, manteniendo los tipos en el 2%.

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