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Cita de: sudden and sharp en Ayer a las 20:13:17De moemnto... Cry freedom !Marruecosusa... Francia, a la hespera. Con respecto a USA.Parece que el partido demócrata se ha decidido a alentar las movilizaciones y ha subido un nivel la dialéctica. Por ejemplo, con respecto a los ataques mortales a presuntas lanchas de narcotraficantes, varios portavoces han dicho que los que cometan crímenes de guerra no van a estar cubiertos por ninguna inmunidad cuando cambien las tornas.En cierta forma una pena porque, aunque hay grados, las administraciones demócratas no se han caracterizado por la ausencia de matonismo. Representa todo esto, un poco, la necesidad de estar en un bando o en otro.También se entiende que la gente se siente más segura al manifestarse si entiende que hay una cobertura del asunto, que prefieran no quedar como unos antisistema alocadillos...Una cosa que me ha sorprendido de las movilizaciones es la poca gente de color de piel oscura que se ve, en general.
De moemnto... Cry freedom !Marruecosusa... Francia, a la hespera.
Rondará el 12%... como la población.
Cita de: sudden and sharp en Ayer a las 22:56:17Rondará el 12%... como la población.Eso implica que en otros sitios esté muy por debajo del 12%.Va por barrios, en Whasington DC es el 45%
Una cosa que me ha sorprendido de las movilizaciones es la poca gente de color de piel oscura que se ve, en general.
La otra cara del crecimiento: 4,4 millones de personas viven hacinadas en EspañaLos precios disparados y la falta de viviendas provoca que más hogares estén "superpoblados", por debajo de los requisitos mínimos de espacio Cristina Dolz · 2025.10.19Un barrio residencial en San Sebastián. (EFE/Javier Etxezarreta).La economía española creció a un ritmo del 3,5% en 2024 y va camino del 3% en 2025, superando todas las expectativas. La demanda interna avanza con fuerza gracias, en gran medida, al aumento de población. Aunque las defunciones de los nacidos en España superan a los nacimientos desde el año 2017, las llegadas de extranjeros se mantienen en cifras elevadas, lo que impulsa el consumo, el empleo, pero también las necesidades de vivienda.La otra cara del 'milagro' económico español son los problemas que experimentan los nuevos hogares para reunir las condiciones habitacionales adecuadas. Es una cuestión de precios, disparados por la insuficiencia de la oferta para el nivel de la demanda, que se trasladan a una reducción de los espacios que un hogar se puede permitir para sus integrantes. En este contexto, los datos actualizados por Eurostat reflejan un crecimiento notable de la ratio de personas que viven en España en un hogar "superpoblado".Esto parece contradictorio con otro dato paralelo: el número de personas que viven solas crece progresivamente y el INE proyecta que dentro de 15 años sea el tipo de hogar más frecuente en España. Son dos realidades opuestas que conviven y que afectan a personas con unas condiciones materiales muy distintas. Personas mayores y hombres de mediana edad viven cada vez más solos, mientras que una parte de los extranjeros y de los jóvenes habitan más concentrados.El indicador concreto es la tasa de hacinamiento y se define como el porcentaje de población que reside en un hogar con menos habitaciones de las necesarias según el tamaño y la composición de la unidad de convivencia. La regla usada por el centro estadístico comunitario establece como mínimos exigibles de espacio para una vivienda la existencia de una habitación general para la casa más una habitación adicional por pareja; por persona de más de 18 años o por pareja de niños menores de 12 años, por poner varios ejemplos. https://datawrapper.dwcdn.net/k4EHhSegún esta clasificación, que no tiene en cuenta la superficie del inmueble, el 9,1% de la población de España vivía en condiciones de hacinamiento en 2024, la mayor tasa desde 2004, cuando marcó el 13,6%. Aunque pueda parecer un porcentaje reducido, se traduce en un total de 4,4 millones de personas. El recalentamiento del mercado de la vivienda está provocando que muchas ratios vuelvan a los niveles previos al estallido de la burbuja inmobiliaria, aunque actualmente se construya mucho menos.El hacinamiento es considerado a menudo como un indicador de pobreza y de privación social, ámbitos en los que España registra malos datos, liderando en 2024 como el país de la UE con mayor riesgo de pobreza infantil. Sin embargo, el hecho de que más del 80% de los hogares de España dispusieran de una vivienda en propiedad durante décadas ha frenado el hacinamiento, por lo que España siempre ha sido uno de los países de la UE con menor incidencia de este problema.A partir de 2020, la ratio de población en viviendas superpobladas comenzó a repuntar según aumentaban los precios y llegaban cifras récord de extranjeros. Pero, incluso con el crecimiento reciente, España tiene una tasa inferior a países comparables como Francia (10,4%), Alemania (11,5%) e Italia (23,9%). El mayor problema en la UE se encuentra en los países de Europa del Este, con tasas muy elevadas de hacinamiento, del entorno del 40% de la población.Afecta a casi uno de cada cinco extranjerosEn España, la aglomeración de población en las viviendas se produce sobre todo en ciudades grandes y medianas y en el régimen de alquiler. El 20% de los que viven en un alquiler de mercado sufren hacinamiento frente al 7,8% de los propietarios con hipoteca y el 5,1% sin hipoteca. Además, la situación es muy distinta por nacionalidad y por edad. Los nacidos en España, con una red social y material más amplia y sólida, se ven menos afectados, mientras que los extranjeros están más expuestos a la evolución del mercado de cada momento sin posibilidad de acudir a ayuda familiar.En concreto, la población mayor de 18 años con nacionalidad extranjera que vive hacinada en España asciende al 18,8% y al 23% si solo se cuentan los extranjeros con nacionalidades de fuera de la UE. En contraste, los habitantes españoles en esta situación son el 6,5%. Si se compara con la serie histórica, la ratio empeora especialmente entre los foráneos, sobre todo en los extremos de edad: menores de 30 años y mayores de 65. Entre los españoles, la peor parte se la llevan los jóvenes y los mayores de 65 apenas tienen incidencia de hacinamiento. https://datawrapper.dwcdn.net/p20M7Si el fenómeno empeora, podría estar indicando una integración deficiente del gran crecimiento de poblaciónque impulsa el crecimiento de la economía española. El hacinamiento tiene efectos negativos demostrados sobre la salud física y mental, con una mayor propensión a enfermedades infecciosas, estrés psicológico y alteración del sueño. Además, diversas investigaciones académicas relacionan habitar en una vivienda de este tipo con malos resultados educativos.
Una sociedad de rentistas y sirvientes deja a la Europa del turismo atrapada y sin vacacionesMás de un 30% de la población no puede permitirse una semana de vacaciones La expansión del turismo atrapa a la economía en un modelo precario...... y con millones de 'sirvientes' (asalariados que trabajan en el turismo)12:15 - 21/10/2025El turismo se ha erigido como el principal motor de crecimiento de los países del Mediterráneo. Las vacaciones de los visitantes extranjeros son una gran fuente ingresos para los nacionales y para equilibrar la balanza de pagos. Esta bonita estampa que parece una simbiosis casi perfecta, oculta, sin embargo, otra cara menos amable que empieza a verse cada vez con más claridad. Los países de Europa donde el turismo tiene un peso cada vez mayor en la economía son al mismo tiempo los países donde una menor proporción de personas puede permitirse una semana de vacaciones. El turismo es un arma de doble filo para la economía y las desigualdades internas en los países que tienen a este sector como uno de sus pilares son la prueba de ello.El turismo, además de generar ingresos, también incrementa los precios internos de los bienes que demandan los visitantes (normalmente extranjeros con una renta media que suele ser superior que la del país que visitan), al mismo tiempo que se generan ciertas desigualdades en los países receptores, entre aquellos que se benefician en mayor medida del turismo (se les puede denominar como rentistas: caseros, dueños de cadenas de hoteles, propietarios de ciertos comercios u hostelería...) y los que ocupan empleos (asalariados o sirvientes) que requieren escasa cualificación en el sector (los que no pueden permitirse las vacaciones). Esto genera lo que un analista ha denominado como una sociedad de rentistas y sirvientes un tanto desigual. Una trampa de la que resulta muy difícil salir.Hace escasas semanas, Eurostat, la agencia de estadísticas de Bruselas, publicaba un dato paradójico, los reyes del turismo en Europa se quedan sin vacaciones: españoles, portugueses, italianos y griegos eran los que tenían más dificultades para irse de vacaciones una semana al año dentro de los países de la zona euro. Mientras que solo el 8,9% de los habitantes de Luxemburgo, el 13% de los de los Países Bajos o el 14% de los finlandeses declararon no poder permitirse pasar una semana de vacaciones fuera de casa, más del 30% de italianos, portugueses o españoles aseguraron que no podían. En el caso de Grecia, el porcentaje ascendía hasta el 46%.Está claro que el nivel de renta per cápita (mucho más bajo en el sur que en el norte) explica gran parte de esta diferencia, pero también es cierto que ese bajo nivel de renta puede ser producto de una economía muy intensiva en sectores de bajo valor añadido como el propio turismo o que precisamente la llegada masiva de turistas incremente los precios internos reduciendo las posibilidades de que los nacionales puedan hacer turismo en su propio país.Esta combinación, junto a otros factores, genera una sociedad que queda atrapada entre el bajo valor añadido del turismo y las externalidades negativas que genera el mismo (gentrificación, vivienda cada vez más cara y poco accesible, precios más altos de otros bienes en algunas zonas, precariedad laboral...). Marko Jukic, analista senior en Bismarck Analysis, realizaba un certero análisis hace dos meses en el que explicaba de forma entendible y cómo funcionaba esta trampa, una trampa que se hace más fuerte a medida que los países que la sufren tienen más problemas. Cuanto peor funciona la economía, el turismo parece una válvula de escape más valiosa, pero lo cierto es que el turismo parte del problema y no de la solución, según este experto.Aunque la economía española parece mostrar gran dinamismo y potencial, tal y como revelan las cifras más gruesas y superficiales de la economía (PIB y empleo), lo cierto es que cuando se escarba un poco se encuentran las miserias: una productividad estancada, un PIB per cápita que apenas crece, unos salarios reales que llevan décadas estancados y una desigualdad de renta que está entre las más altas de Europa, según el coeficiente de Gini. Este coeficiente, en el que cero supone que todos los ciudadanos tienen la misma renta y 100 que toda la renta la acumula un ciudadano, revela que Italia, Portugal, Grecia y España son los países más desiguales dentro de la zona euro (solo por detrás de los bálticos). Los países del sur de Europa presentan niveles que superan el 31 en la escala de 0 a 100, frente a los niveles de 24 o 27 de los países nórdicos, Países Bajos, Bélgica, Polonia o Irlanda.'Cuanto peor, mejor para el turismo'"A medida que estos problemas se agravan, el turismo se vuelve más atractivo para empresarios, políticos y legisladores: si bien los trabajadores pueden emigrar, las propiedades no, y la mano de obra mal remunerada puede importarse fácilmente del extranjero para atender a turistas de países más ricos. El turismo puede convertirse en el ejemplo de éxito de la nueva economía, ofreciendo un discurso esperanzador y ganador a una base electoral cada vez más compuesta por terratenientes de edad avanzada. Pero en realidad es solo una forma de aliviar temporalmente la tensión financiera causada por problemas económicos y culturales más profundos que siguen sin resolverse", asegura Jukic.El caso de España es un buen ejemplo de lo anterior. Un país en el que cada año crece la población en 500.000 personas por la llegada masiva de mano de obra extranjera que encuentra acomodo en sectores como la hostelería, el comercio o el turismo. Los números que genera este último sector se venden además como auténticos éxitos: 100 millones turistas y cuántos más pueden caber. Pero la realidad a la que apunta Jukic es bien diferente, esta esperanza es una forma de desviar la atención de los verdaderos problemas.El turismo no es prosperidad"El turismo no es una vía de prosperidad para el sur de Europa, ni probablemente para ninguna nación con una población considerable, debido a la propia naturaleza de la actividad: por una recompensa financiera relativamente limitada, requiere un uso intensivo de mano de obra y capital, a la vez que constituye una competencia de suma cero entre países —en la que cada país tiene una capacidad muy limitada para competir mediante el ingenio o la diferenciación—, al tiempo que prácticamente solo genera externalidades negativas en cascada sobre el resto de la economía y la sociedad, desde la sobrepoblación urbana hasta reduce los incentivos para generar mano de obra cualificada", aseguraba este analista.Los datos de PIB y productividad apuntan a esta dura realidad. Los países del sur de Europa dependen cada vez más del turismo, un sector que a su vez genera una creciente porción de los nuevos ocupados y de la ocupación total, pero, sin embargo, no ha habido una clara convergencia en PIB per cápita con estos países más avanzados de Europa que son los que llegan en masa como turistas. De una forma un tanto burda se podría decir que se ha creado una nueva versión de los amos y los sirvientes del siglo XXI (similiar a la comentada anteriormente de rentistas y sirvientes a nivel doméstico), con la evidente ventaja de que hoy, los amos (los turistas) sí pagan a los sirvientes (los trabajadores del sector turístico en el sur de Europa).El bucle infinito del turismoEl bucle es infinito. El sur de Europa no termina de prosperar, pero tampoco puede abandonar y exterminar esta actividad que se ha convertido en un sector too big to fail (demasiado grande para caer). En España, el turismo es el sector que mantiene con superávit la balanza por cuenta corriente, lo que ha permitido reducir la deuda neta externa del país, pero al mismo tiempo mantiene aletargada a la economía en una dinámica de bajos salarios y baja productividad. La trampa del turismo está servida y la incapacidad de una parte de los europeos del sur de poder permitirse una semana de vacaciones es una prueba más de ello. La Europa del sur que no puede viajar."Según mis cálculos, el turismo creció como porcentaje de la economía en todos los principales países del sur de Europa entre 1999 y 2019. Pero más que un nuevo vector potencial de dinamismo y crecimiento económico, el auge del turismo es una señal de alerta, una señal de una economía que está fallando en todo lo demás", aseguraba Jukic.Más allá de la relación que se genera entre el turista y la economía que recibe a esos millones visitantes, el turismo también genera una desigualdad interna, según Jukic. "En el turismo, la fuerza laboral permanece sin cualificar y subempleada para siempre. Una economía basada en el turismo se compone en realidad de una clase de rentistas inmobiliarios no cualificados (los que poseen las viviendas, apartamentos... que alquilan a los visitantes) y una clase mucho mayor de trabajadores nacionales con salarios bajos. Ser sirviente, cocinero o camarero es un rollo. Pero, francamente, también lo es ser casero o dueño de un restaurante. Hay profesiones mejores y más gratificantes que las naciones pueden desarrollar".Este experto pone de ejemplo las naciones industriales o que tienen una buena parte de su economía dedicada a servicios de mayor valor añadido como los financieros. "Una fuerza laboral industrial es aquella en la que todos, casi independientemente de sus habilidades o inteligencia, están capacitados para realizar tareas técnicas difíciles y complejas, desde los fontaneros hasta los ingenieros jefes. Esto los convierte en trabajadores cualificados, capital humano de mayor valor. Son más valiosos no solo por su utilidad, sino porque se adaptan mejor a las nuevas industrias en caso de una fuerte competencia extranjera, nuevas tecnologías que dejen obsoleta la industria tradicional, o simplemente guerras, pandemias y otras crisis. Una fuerza laboral cualificada incluso aumenta la probabilidad de avances científicos y técnicos poco comunes, como Ozempic en Dinamarca o las fundiciones de chips en Taiwán", asegura Jukic.Por lo tanto, Jukic cree que los gobiernos no deberían intentar fomentar una economía basada en el turismo con subsidios a la construcción, infraestructuras costosas dirigidas al turismo, inmigración con bajos salarios u otras políticas similares, ya que todas ellas no resolverán los problemas subyacentes o incluso los agravarán. La sociedad estará cada vez más fragmentada entre esos rentistas que generan ingresos 'fáciles' y crecientes con el turismo y esa mano de obra barata que se encarga de atender a la creciente masa de visitantes."Los fondos y la capacidad estatal restantes deberían destinarse, en cambio, a aumentar la competitividad de las industrias nacionales, a impulsar industrias completamente nuevas lideradas por jóvenes emprendedores, a reducir la carga fiscal y de prestaciones sociales incluso para disgusto de los votantes de mayor edad... Es el progreso en estas direcciones, y no el número de turistas que llegan en vuelos de RyanAir, lo que dará al sur de Europa la oportunidad de converger con sus vecinos del norte este siglo y recuperar un prestigio que se remonta a la época del mundo antiguo", sentencia el experto de Bismark Analysis.
Cuando llegue la extrema derecha, acceder a una vivienda será imposible para los jóvenes.