FASCISTILLAS DE LA SEÑORITA PEPIS.—
Los fascistas se encuadran en socialismo-de-derecha heterodoxo (v.
https://www.transicionestructural.net/index.php?topic=2630.msg252701#msg252701).
Según el DRAE, fascista es «
Excesivamente autoritario» y punto. Falta en la definición el elemento político. Pero está implícito porque esta definición tiene dos que la preceden: «
Perteneciente o relativo al fascismo» y «Partidario del fascismo». Y, según el DRAE, fascismo es la «
Actitud autoritaria y antidemocrática que socialmente se considera relacionada con el fascismo», siendo este fascismo de primer grado, definitorio del fascismo-actitud, el «
Movimiento político y social de carácter totalitario que se desarrolló en Italia en la primera mitad del siglo XX, y que se caracterizaba por el corporativismo y la exaltación nacionalista» o la «
Doctrina del fascismo italiano y de los movimientos políticos similares surgidos en otros países». Entre estos 'movimientos similares' están el falangismo y el nacional-sindicalismo españoles, fusionados 'manu militari' por Franco el día 23 de abril de 1937 (Decreto de unificación).
Resumiendo, en España, hay un fascismo 'stricto sensu' —falangista o nacional-sindicalista— y otro vulgar. Los vulgares no le hacen ascos, sino todo lo contrario, a los estrictos.
Hay dos grandes grupos de fascistas vulgares: el
tragavirotes y el
singuango.
El fascismo vulgar es un cualidad originaria, no derivativa. Y, en consecuencia, los fascistas anteponen su fascismo a todo.
Da igual lo que hagan. Son fascistas y siempre van dando la nota.
Que son ateos, fascista primero. Que creen en Dios, como fascista.
Que son caseros, fascistas. Que son bichos, fascistas.
Que son jueces, fascistas. Que justiciables, fascistas.
Que participan en redes sociales, a la fascista. Que no, también.
Son fascistas.
Ahora bien, en situaciones de cambio estructural aparece mucho
fascista impostor para fardar y hacer masa para que se amparen en ella los fascistas, ya estrictos, ya vulgares. «
Que conste que yo soy falangista», puede llegar a decir cualquier liberal o conservador de medio pelillo.
Entre los fascistas estrictos hay
fascistas-abuelita de Caperucita. Saben que hay membrillos que no saben detectarlos, se disfrazan de liberales clásicos o socialistas-de-derecha ortodoxa (bienestaristas) o tradicionalistas. Pero la mona, cuando se viste de seda, mona se queda, enseguida son detectados y aislados.
Así que, esto se convierte en un baile de disfraces. Unos parecen fascistas, pero no son más que comemierdas, y otros, que parecen derechistas ortodoxos, son fascistas. Estos segundos comparten disfraz con los
felones de la moneda nacional. Y es porque, en general, los fascistas son de El Ladrillo. Y los felones de la moneda nacional, lo son porque el antagonista de El Ladrillo es El Capital & Dinero.
Pero, ya que sale el euro, como dice la canción de Eurythmics:
Some of them want to use you.
Some of them want to get used by you.
Some of them want to abuse you.
Some of them want to be abused.Veamos.
Ahora es tiempo de tanatorio para un modelo socioeconómico matado por el propio sistema. Sus apegados han luchado por él echados al monte. Han perdido. Pero están más resentidos que nunca y creen que pueden resucitarlo a hostias. Las hostias les gustan a los fascistas, aunque no son privativas de ellos. Entonces parece que salen fascistas como narcisos de prado tóxicos después de la lluvia, pero entre las flores, los cardos fascistas-fascistas son los de siempre, media docena. Los demás no tienen ni media hostia, a pesar de sus ladriditos de caniches-de-derecha taza de té.
Cuando el modelo chuta, los fascistas están tan complacidos que no salen a pasear; y la derecha, que es una, se normaliza. Incluso hay fascistas dóberman que engolan la voz y dicen: «¡
Hay que ver qué gran hombre de Estado es Felipe González!». Llegan incluso a hermanar con los socialistas-de-izquierdas heterodoxos, sobre todo si están metidos como ellos en la rueda de la fortuna podrida.
Pero, cuando el modelo declina y el sistema lo mata, se les sube su fascismo a la cabeza y, entonces, cometen el error de hacer como que se ponen muy en plan antisistema, cuando son de la derecha, es decir, están ahí para para y por el sistema. Y hacen gilipolleces tipo «¡al suelo todo el mundo!» o «hacer-haga, hache-hache, ocho-ocho».
Sin embargo, debiera darles igual, porque sea el modelo que fuere, ellos iban a seguir gozando siendo fascistas.
Ahora bien, los fascistas-fascistas, los fascistas impostores y los fascistas-abuelita de Caperucita, en situaciones ambiguas de cambio de modelo provocado por el sistema, en las que
los conservadores no saben qué conservar, les vienen de perlas a las izquierdas.
Las izquierdas juegan con los fascistas de todo pelaje porque hacen el ridículo a los ojos del sistema. Así, los ponen a su servicio gafando al resto de avatares de la derecha.
¡Qué loquita está la derecha en esta época!
¿Por qué no ponen un
Día del Orgullo Facha?, ya puestos.
Ustedes qué creen que piensan del «Sááánchez, Sááánchez, Sááánchez» el Santa y BlackRock —que no BlackStone—?
¡Cuánto fascistilla de la señorita Pepis hay en Mierdrid!
Madrid, de las modistillas a los fascistillas.