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Colegas, me temo que pasáis demasiado tiempo en Burbuja.info
Rajando contra Putin, que ya se sabe que es malo malísimo. Sin embargo, no explican porqué es de lejos el líder internacional con mayor grado de aprobación (86%):http://vozpopuli.com/memesis/72051-por-que-putin-es-el-puto-amo-en-las-redes-socialesAdemás lo hace sin argumentos, sólo a través del infundio directo...
Cita de: terelu en Diciembre 10, 2015, 16:40:52 pmentre tanta escoria de papel y digital he encontrado por casualidad esta revista que tiene buena pinta:www.revista5w.comreportajes sobre la situación internacional que no tiene cabida en la basura periodistica española. bastante interesantes.escriben Xavier Aldekoa, Mikel Ayestarán o Javier Corso entre otrosdiganme que les parece
entre tanta escoria de papel y digital he encontrado por casualidad esta revista que tiene buena pinta:www.revista5w.comreportajes sobre la situación internacional que no tiene cabida en la basura periodistica española. bastante interesantes.escriben Xavier Aldekoa, Mikel Ayestarán o Javier Corso entre otrosdiganme que les parece
Prensa, ética y democraciaPor qué los medios españoles son los peores de Europa y qué se está haciendo para mejorarlosSebastiaan Faber THE NATION [...]A primera vista, el panorama de los medios de comunicación españoles es amplio y diverso. Los 47 millones de habitantes pueden elegir entre unos 85 periódicos. Dejando de lado los diarios deportivos, el mayor de los seis principales diarios nacionales es El País, con una tirada de 360.000 y unos 1,9 millones de lectores por día, seguido de cerca por el diario gratuito 20 Minutos (1,7 millones) y El Mundo (1.2 millones). El País, de centro-izquierda y estrechamente ligado al Partido Socialista, fue considerado durante mucho tiempo el diario de referencia en España, pero ha sufrido una pérdida de lectores, recursos y reputación. El Mundo, la voz principal de la derecha neoliberal (en contraposición a la derecha tradicionalista y católica) también ha pasado por dificultades, y el invierno pasado hasta despidió a su legendario director fundador, Pedro J. Ramírez. La oferta televisiva es igualmente amplia. Una ancha franja de redes comerciales existe al lado de canales de financiación pública, tanto nacionales como regionales; aquéllos copan alrededor del 80% del mercado.Pero esta aparente variedad de opciones es engañosa. La gran mayoría del mercado está en manos de unos diez conglomerados mediáticos. El grupo PRISA, que publica El País y sus ediciones globales en español, inglés y portugués, es propietario de un grupo de revistas, cadenas de televisión y radio, productoras y, hasta el año pasado, un brazo editorial masivo que llegaba hasta las Américas. El grupo Vocento posee 14 diarios, incluido el diario nacional ABC. El grupo Planeta, la mayor editorial en lengua española del mundo, tiene una participación importante en televisión y es dueño del periódico conservador La Razón. Aunque muchos de los conglomerados comenzaron como empresas familiares, ahora están controlados por empresas transnacionales o un puñado de poderosas instituciones financieras.Durante la última década y media, el declive de los ingresos por publicidad ha puesto a estas corporaciones contra las cuerdas. La Gran Recesión hizo que se dispararan las deudas. Hubo despidos masivos para satisfacer el deseo de los accionistas de beneficios a corto plazo, sin que se tocaran los astronómicos paquetes de compensación de los ejecutivos. En 2013, El País despidió a 129 empleados y recortó los salarios de la plantilla en un 8 por ciento, mientras ese mismo año el ejecutivo de PRISA, Juan Luis Cebrián, se embolsó más de 2 millones de euros. Como ha señalado el periodista Gregorio Morán, la mayor parte de los dirigentes actuales de los medios proviene de la misma élite burguesa que medró bajo el régimen de Franco.Lo que queda de las redacciones desmanteladas subsiste con un ejército de autónomos y becarios mal pagados. “La diferencia entre el que más cobra y el que menos en los periódicos tradicionales es escandalosa”, dice la joven periodista Berta del Río. En los principales periódicos digitales hoy, dice, los autónomos cobran entre 30 y 40 euros por reportaje, fotografía incluida. “Algunos no pagan nada. Y si pagan, es a 90 días” Por otra parte, dice, se espera que los periodistas produzcan seis o siete temas por semana, a la vez que se mantienen al día con las redes sociales. Esto deja poco tiempo para la investigación o la comprobación de la información.La deuda de los conglomerados ha impactado de forma directa en la libertad de prensa, afirma Guillem Martínez, periodista veterano que escribe para El País en Cataluña. “Desde la crisis de 2008, los bancos han cambiado su deuda en los principales medios por acciones”, dice. “Son propietarios y ejercen esa propiedad como en el siglo XIX”. A veces esto lleva a la supresión de noticias. El 8 de enero de este año --recuerda Martínez-- el Banco Santander suspendió la cotización en la bolsa americana. “Esa noticia no apareció en la prensa española”, afirma. Otras veces, los bancos han ejercido su poder en la misma sala de redacción. Martínez recuerda un caso en 2013, cuando un ejecutivo bancario llamó a un editor y le dijo que despidiera a un periodista que estaba tuiteando críticamente sobre el banco. “He trabajado en medios donde me han dicho que no dijera nada malo de una determinada empresa o sobre tal o cual político”, dice Mar Cabra, que ahora trabaja en Madrid para el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ). “Se consideraba normal. Algunas empresas o algunos partidos políticos eran tabú debido a la afinidad del medio con ellos o porque eran grandes anunciantes”.[...]
ContextoA mucha gente se le escapa que el mecanismo principal de desinformación de nuestros medios se fundamenta en obviar el contexto adecuado para comprender una noticia. Recurrir a un dato u otro, un hecho u otro, para acompañar una noticia permite conseguir que el lector saque una conclusión u otra totalmente opuesta. Dos ejemplos de las últimas semanas nos ayudan a comprenderlo. El País difundía el 23 de octubre un tuit de su hemeroteca con el contenido “Amancio Ortega almuerza en el comedor de empleados. Así es el hombre más rico del mundo”. De allí nos llevaban a un panegírico del dueño de Zara, publicado en agosto de 2012, donde se ensalzaba la trayectoria de su empresa y su labor social. Pues bien, un ejemplo de contexto hubiera sido contarnos que, unos meses después, en Bangladesh, una empresa textil de las que suministraba a Zara se incendiaba con el saldo de varios empleados muertos que trabajaban en condiciones de miseria, algunos de ellos menores de edad (El Mundo, 25-4-2013), pero entonces Zara apenas era citada. Igualmente El País, en una muestra de sensibilidad social, publica el pasado 2 de septiembre una fotonoticia bajo el título “El rostro de la injusticia”, dedicado a un niño de 13 años que trabaja en condiciones de explotación en Bangladesh. Por supuesto, ni Zara ni Inditex ni Amacio Ortega aparecen, a pesar de que bien podía ser un niño de los que trabajan en sus fábricas.Algo similar sucede con unas recientes noticias sobre las eléctricas. El 23 de noviembre en un aparente publirreportaje que probablemente iba destinado a que la gente comprara acciones de la empresa, Público difunde la noticia “Endesa eleva su previsión de beneficios para 2015 y 2016”, destacando que repartirá beneficios entre los accionistas. Sin embargo, no se les ocurre relacionarlo, a modo de contexto para comprender esos beneficios, con un dato de un mes antes en el mismo periódico: que “el recibo de la luz se ha triplicado en los últimos treinta años” (Público, 22-10-2015). Es evidente que presentar unidas las dos informaciones hubiera servido para que los lectores comprendieron a qué se deben esos beneficios, de dónde los han sacado y qué bolsillos los han pagado.En realidad es el mismo formato del discurso intelectual y político dominante: contarnos cosas sin intentar buscar las razones o los orígenes. En el programa de televisión Salvados del 15 de noviembre, el periodista Jordi Évole está entrevistando a un sirio que le cuenta que cayó un misil en su casa y mató a los niños. El periodista español pone cara de consternado y calla, pero ni le pregunta quién disparó el misil. Así nunca entenderemos nada. Eso sucede porque el objetivo del programa es ver el drama y la desesperación de ese pobre hombre, no indagar en las razones ni responsabilidades del conflicto. Basta con ver a un hombre desgarrado por la muerte de sus hijos, no nos interesa quién los mató ni por qué. De ese modo se llega a una sociedad en la que un presidente del gobierno quizás logre cosechar más votos yendo a comentar un partido de fútbol a la radio que a un debate político a explicar su programa.
[...] por eso brindaré el dia que la moncloa y la zarzuela se recalifiquen como suelo rustico porque han dejado de ser utiles
[...] cuando todo el tinglado se venga abajo prometo abrir una botella de cava.
[...] tengo una botella de cava (catalán por supuesto) en la nevera para cuando se vaya a la mierda semejante estercolero periodistivo
Bienvenido, pobrecitohablador.