LOS BONOS EUROPEOS, MOSTRANDO LAS VERGÜENZAS DE LA POLÍTICA ECONÓMICA 'TRUCOTRATISTA' DEL CENTRO DEL IMPERIO.- Los dos grandes asuntos de este momento histórico, de Rerrecesión y Transición Estructural del popularcapitalismo a la Era Cero, son la
Bolsa norteamericana —en el borde del precipicio—
y los bonos europeos —cómo la rentabilidad negativa se va enseñoreando—.
¿Por qué no se habla de ello y no solo en los medios de comunicación de masas?
¿Por qué se recrudece la cursilería y el cinismo psicologicista de los ganchos del timo inmobiliario?: «Sí está caro, ¿y qué?, sale más a cuenta comprar que alquilar, por no hablar del 'buy to rent' y del 'build to rent', con lo poco o nada que renta el dinero».
Por lo que respecta a la situación en EEUU, la última gran aportación es esta (lectura obligatoria):
https://www.project-syndicate.org/commentary/trump-art-of-the-spin-by-stephen-s-roach-2019-06Stephen Roach reprocha a la Academia que no critique a la actual autoridad fiscal norteamericana. Lo imputa al miedo, dado lo villano y vengativo que es su Presidente. Stephen Roach, viejo aliado nuestro, sí ha ganado mucho, mucho dinero trabajando para Morgan Stanley y no tiene pelos en la lengua. En su opinión —coincidente con la reiterada nuestra—:
-
la actual política fiscal de estímulo, en su doble vertiente tributaria y presupuestaria,
es inoportuna —está para combatir recesiones, no para estirar burbujas—;
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la actual política arancelaria, primero,
es contraria a la doble idea académica de que los aranceles son tributos odiosos y de que el déficit exterior norteamericano es autoinfligido —por la combinación de la hegemonía dólar y la persistencia de déficits fiscales, siendo muy peligroso culpar de él a China—; y, en segundo lugar,
incurre en desviación de poder porque se está usando para fines no comerciales; y
-
la política monetaria, actualmente, está siendo coaccionada para intentar sumarla al 'spin' cortoplacista antisistema, subvirtiéndose el 'statu quo' institucional.
La Bolsa está cerrando otra semana de impotencia en las alturas, mantenida a golpe de añagazas roñosas —llevamos 17 meses así y la autoridad fiscal norteamericana pretende aguantar otros 17 meses más hasta las próximas elecciones, demasiado tiempo—.
En relación con la rentabilidad de los bonos, vemos que conviene aclarar ciertos conceptos rudimentarios para facilitar el debate.
En España, llamamos genéricamente bonos a las letras del Tesoro, a los bonos propiamente dichos (desde 3 hasta 5 años) y a las obligaciones del Tesoro (a más de 5 años).
La adquisición de los bonos puede ser originaria (suscribiéndolo al principio, en el mercado primario, es decir, en la emisión)
o derivativa (de un suscriptor o tenedor, en el mercado secundario).
Las emisiones se realizan mediante subasta competitiva.
La rentabilidad de un bono es el beneficio que genera, tanto por el rendimiento explícito (cobro de los cupones de intereses periódicos)
como por el implícito (diferencia entre el valor de reembolso al final de su vida y el precio de adquisición).
No hay que llamar tipo de interés a la rentabilidad. El concepto tipo de interés está reservado al rendimiento explícito —en los llamados 'bonos cupón cero' o sin cupones, la única rentabilidad es la implícita—. Confundir ambos conceptos y hacer creer que la rentabilidad, como los 'tipos de interés de intervención', es decidida discrecionalmente por el emisor —'bancocentralculpismo'— son artimañas de los mistificadores, para que no pienses.
A diferencia de las acciones (cuotas de propiedad en sociedades anónimas),
los bonos pertenecen al Dinero (activos financieros). El Dinero empieza con el dinero (en minúscula), es decir, con los billetes y monedas. Los bonos se adquieren con dinero estricto y el emisor los honra (cupones y reembolso), también, con dinero estricto.
Los emisores de bonos pueden aprovecharse de que los tenedores de bonos, por diversas causas,
no tengan más remedio que reinvertir el dinero obtenido de ellos en nuevos bonos. Es el caso de las cuotas en deudas públicas que
fondos de pensiones y aseguradoras del mundo han de mantener en sus carteras, para materializar reservas. Pero, también, sucede en
situaciones raras, como fue el caso de la Deuda Pública Especial española, que en los 1990 recogió los Pagarés del Tesoro, títulos oficiales opacos fiscalmente —no nominativos, sino al portador—, aunque con rendimiento explícito por debajo de mercado —«el diferencial es un impuesto implícito», decía la autoridad fiscal de la época—, que se crearon en los 1980 para vaciar de dinero negro a los mercados financieros primarios privados y canalizarlo a financiar barato o al Estado o la Primera Alza Explosiva de la Burbuja.
Las tablas de rentabilidades de bonos ('yield curve') disponibles para el común de los mortales
están hechas sin considerar la inflación, es decir, la pérdida o ganancia de poder adquisitivo del dinero estricto.
Se dice que precios y rentabilidades de los bonos tienen dinámicas contrapuestas. Pero no hay que olvidar que la causalidad es en un sentido solamente: la rentabilidad se mueve porque se mueve el precio de adquisición.
Se adquieren bonos en los mercados secundarios por cuatro razones:
-
adquisiciones por el propio emisor o para administrar la 'yield curve' o para 'monetizar', es decir, anular la deuda cambiándola por dinero estricto, lo que se conoce con la metáfora de la inyección de liquidez —lo que debiera presionar al alza a la inflación, que es lo que todo deudor quiere que pase, ¡atención, salvo si está condenado a estar emitiendo deuda toda la vida—;
- preferencia sobre los
depósitos bancarios;
- especulación
intramonetaria; y
- especulación
intermonetaria.
Dicho de otra forma,
hay cuatro riesgos que determinan el precio de los bonos:
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riesgo de default —que el Tesoro no pueda honrar la deuda emitida o que los depósitos no estén seguros en la banca y los depositantes 'se tiren' a la deuda pública—;
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riesgo de inflación —pérdida de poder adquisitivo del dinero estricto que se cobra en intereses y reembolso, y correlativa ganancia o pérdida de quien tiene que pagarlos—;
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riesgo de tipos de interés —que suba el nivel general de tipos de interés, las nuevas emisiones sean más atractivas y baje precio secundario de las emisiones en circulación o, en caso contrario, que baje el nivel general de tipos de interés, las nuevas emisiones sean menos atractivas y suba el precio secundario de las emisiones en circulación, bajando la rentabilidad para hipotéticos adquirentes secundarios—; y,
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riesgo de tipos de cambio —las expectativas de tipos de cambio cambian la preferencia entre títulos de deuda pública según la moneda en que estén denominados—.
En nuestra modesta opinión, primero,
la negatividad de los bonos de la eurozona no se explica en absoluto por las adquisiciones por el BCE—las adquisiciones no son tan masivas y la negatividad está también en las subastas, v. gr., la última subasta del bono español a 3 años ha sido del -0,408%—. Segundo,
los depósitos bancarios están seguros —cfr. la crisis del banco Popular—, por lo que no tiene mucha razón de ser que se prefiera tener el Dinero en bonos a tenerlo en depósitos o en dinero estricto en efectivo.
La especulación directa o 'carry trade' intramonetario ya tiene algo de capacidad explicativa, aunque insuficiente para justificar las cifras negativas que están viéndose. Finalmente,
donde creemos encontrar la potencia explicativa es en la especulación intermonetaria o, dicho en otros términos, que la deuda pública de la eurozona es 'boccato di cardenale' —no por razones feas sino por razones como las que hacen que los bonos suizos sean negativos desde hace tanto tiempo—.
Los mercados estarían descontando una próxima gran devaluación de la moneda alternativa, el dólar norteamericano. Que el tipo de cambio EUR/USD haya estado cayendo desde que comenzó la inflexión de la Transición Estructural, cuando la economía norteamericana llegó al borde del precipicio en febrero de 2018, es consistente con esta hipótesis.
En suma, nuestra evaluación actual de los cuatro riesgos es la siguiente:
- 'default' del banco central, riesgo nulo;
- 'default' de los bancos de depósitos y en relación con los depósitos mismos, casi nulo;
- inflación y tipos de interés —prácticamente, es lo mismo, si bien los tipos de interés son determinados por la inflación, no al revés—, el riesgo está descontado y sus variaciones ya son poco explicativas a la hora de justificar la caída en negatividad de deudas de países estrangulados financieramente como España;
decir que «las rentabilidades de los bonos son negativas porque hay riesgo de deflación» es tan tautológico como decir que tienes frío porque tu temperatura es muy baja;
- tipos de cambio, riesgo muy alto o, lo que es lo mismo, que,
súbitamente, nos podemos encontrar con el EUR/USD en 1,600, en cuanto flaquee el 'trucotrato' de los payasos naranja horripilantes, cuyo único afán es retrasar el Repinchazo de la Reburbuja.
Las políticas de toda autoridad monetaria respecto de su deuda soberana están teñidas de ambigüedad. No es fácil descifrarlas.
En las decisiones sobre tipo de interés de intervención y rendimiento explícito en las emisiones de deuda, no hay tanta discrecionalidad como cacarean los bancocentralculpistas, especialmente, los 'performers' falsoliberales, para los que la Historia no tiene leyes objetivas, sino que se escribe por media docena de personajes sobresalientes, entre los que estarían los Srs. Draghi, Powell, Trump y Gil y Gil.