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Como bien nos recuerda PPCC algunas veces, la suerte que tenemos los que hemos nacido en civilizaciones consolidadas y avanzadas, es que ante grandes males, disponemos de remedios asequibles. Para los accidentes de tráfico, están los seguros, al igual que para otras muchas cosas. Y así es como pasa por caja quien quiera y pueda. Es sencillo. Lo que me parece mal es cargar sobre las espaldas de la cobertura pública sanitaria, que debiera estar para los que realmente la necesitan sin buscar el peligro, el capricho de un conductor imprudente, un gordo, un fumador, un cocainómano o un alcoholico.
Cita de: Lego en Febrero 14, 2015, 16:30:25 pmPeligroso camino, Obcad.Como dije un día., yo fumo pero no conduzco. Si me quitan neumología o me cobran la oncología, entonces quiero ver a todos los accidentados de tráfico pasando por caja también. También me molesto mucho en comer bien así que exijo que se cobren todas las enfermedades derivadas de malos hábitos alimenticios, no sólo la obesidad. Es más. No sólo no hago parapente, es que no hago prácticamente nada, eso me mantiene bastante a salvo de lesiones. Tampoco soy de esquiar ni de hacer vela. Salvo que me pase nada malo, me sobra casi toda la sanidad pública. Salvo geriatría, todos los demás pacientes tienen su parte de responsabilidad en lo que les pasa.Estoy de acuerdo con tu planteamiento sobre la responsabilidad, al 110%. Pero creo que la manera de abordarlo no puede ser esa, por los interrogantes que acabo de sugerir. Creo que son planteamientos incompatibles con la sanidad universal. Me parece, a bote pronto, mejor camino el intentar cobrar a cada actividad su cuota. Así tenemos los impuestos especiales al tabaco, a la gasolina, las tasas federativas y seguros para deportes de riesgo, etc. Que sean suficientes o no, o que su recaudación se destine a paliar sus efectos o no, esa es otra discusión. Sin embargo creo que el camino que propones sería más simple y coherente si, directamente, se privatiza toda la sanidad, y así cada uno se hace responsable de su propio cuidado. Como bien nos recuerda PPCC algunas veces, la suerte que tenemos los que hemos nacido en civilizaciones consolidadas y avanzadas, es que ante grandes males, disponemos de remedios asequibles. Para los accidentes de tráfico, están los seguros, al igual que para otras muchas cosas. Y así es como pasa por caja quien quiera y pueda. Es sencillo. Lo que me parece mal es cargar sobre las espaldas de la cobertura pública sanitaria, que debiera estar para los que realmente la necesitan sin buscar el peligro, el capricho de un conductor imprudente, un gordo, un fumador, un cocainómano o un alcoholico.
Peligroso camino, Obcad.Como dije un día., yo fumo pero no conduzco. Si me quitan neumología o me cobran la oncología, entonces quiero ver a todos los accidentados de tráfico pasando por caja también. También me molesto mucho en comer bien así que exijo que se cobren todas las enfermedades derivadas de malos hábitos alimenticios, no sólo la obesidad. Es más. No sólo no hago parapente, es que no hago prácticamente nada, eso me mantiene bastante a salvo de lesiones. Tampoco soy de esquiar ni de hacer vela. Salvo que me pase nada malo, me sobra casi toda la sanidad pública. Salvo geriatría, todos los demás pacientes tienen su parte de responsabilidad en lo que les pasa.Estoy de acuerdo con tu planteamiento sobre la responsabilidad, al 110%. Pero creo que la manera de abordarlo no puede ser esa, por los interrogantes que acabo de sugerir. Creo que son planteamientos incompatibles con la sanidad universal. Me parece, a bote pronto, mejor camino el intentar cobrar a cada actividad su cuota. Así tenemos los impuestos especiales al tabaco, a la gasolina, las tasas federativas y seguros para deportes de riesgo, etc. Que sean suficientes o no, o que su recaudación se destine a paliar sus efectos o no, esa es otra discusión. Sin embargo creo que el camino que propones sería más simple y coherente si, directamente, se privatiza toda la sanidad, y así cada uno se hace responsable de su propio cuidado.
¿La desigualdad crece?La visión convencional sobre la riqueza y la desigualdad también es errónea. De 2000 a 2014, el PIB global creció más del doble, de 31,8 billones de dólares a más de 75 billones de dólares. En 2000, el tamaño combinado de las economías BRIC era alrededor de un cuarto del PIB de EEUU. Hoy, prácticamente lo han alcanzado, con un PIB combinado de más de 16 billones de dólares -frente a los 17,4 billones de dólares de EEUU-. De hecho, desde 2000, los BRIC han sido responsables de casi un tercio del crecimiento del PIB global. Y otros países emergentes han tenido un desempeño igualmente bueno. La economía de Nigeria creció 11 veces desde 2000, mientras que la de Indonesia creció más de cinco veces. Desde 2008, estos dos gigantes aportaron más al crecimiento del PIB global que EEUU.Estadísticas como estas refutan por completo la idea de que la desigualdad global está creciendo. El ingreso per capita en los países en desarrollo está creciendo mucho más rápido que en las economías avanzadas. De hecho, ésa es la razón por la cual una de las metas clave de Naciones Unidas -reducir a la mitad la cantidad de gente que vive en una pobreza absoluta- se alcanzó cinco años antes de la fecha planificada.
La hostia se va a repartir. Así que mejor que lo hagamos bien.
España, oligarquía y caciquismoLa mentira, la ignominia, la vacuidad, la mediocridad, la manipulación, la desfachatez y un largo etcétera invaden el devenir de una sociedad, la nuestra, absolutamente narcotizada por unos medios de comunicación que sirvieron, y aún sirven, de cortapisa al poder establecido. Durante la semana recién terminada, dos perlas me han llamado poderosamente la atención, a cual más cruel, a cual más inhumana. El presidente del gobierno, frente a todos y cada uno de esos informes que vienen advirtiendo de la descomposición del tejido social de nuestro país, con un incremento de la pobreza sin parangón en nuestra historia reciente, afirmó sin despeinarse que eso no existe en España. Rajoy, el “rey desnudo”.Sin embargo, cuando parecía que estábamos curados de espanto, hete aquí que llegó ese verbo suelto, nuestro inefable ministro de Asuntos exteriores, José Manuel García Margallo, y superó a su jefe de filas. Afirmó, mejor dicho, rebuznó, la enésima barrabasada. Aseguró que si España no hubiese prestado 32.744 millones de euros a Grecia se podrían haber subido "las prestaciones por desempleo un 50% o aumentado las pensiones un 38%”. ¡Mentira! España ha prestado a Grecia menos de 7.000 millones de euros. El resto del préstamo fue realizado por inversores privados, a los que avaló el gobierno español. O sea que si estos inversores cobran de Grecia, reciben pingues intereses, pero si Grecia no pagara o tuviera una quita, los inversores no perderían, quien perderían serían los españoles, tendríamos que pagar ese dinero prestado por inversores privados. Margallo, el “mamporrero”.España, élites parasitariasLa realidad es otra. Ustedes y los anteriores crearon una dinámica de incentivos muy llamativa. Acordaron con las élites oligopólicas patrias un sistema de remuneración perverso. Si el negocio privado de estos señores va mal, no pasa nada, se remunera “el emprendimiento” a costa de los sufridos contribuyentes. Si va bien, fantástico, estos prohombres se lo han merecido, han asumido un riesgo inherente al devenir de sus negocios. Lo de siempre, si todo va bien, los listillos se forran; si va mal, pelillos a la mar, los tontos e incautos contribuyentes a pagar a escote. España país de parásitos, bajo la estela del Honrado Concejo de la Mesta.Señor Margallo, si quiere, en una clase de dos horas, le detallo el aumento de la deuda pública de esta nuestra querida España durante la actual crisis sistémica. De los 597.349 millones de incremento en el montante de la deuda emitida solo por la Administración Central en el período 2008-2013, ¡227.091, casi la mitad, es para financiar a terceros! Por eso, ustedes y los anteriores, recortaron gastos en sanidad, pensiones, educación, dependencia, porque eran superfluos a la luz de unas élites que ya disfrutan de todo eso. Pero con ello se les ha permitido seguir disfrutando de su riqueza, de su renta a costa de los demás. Mientras, familias enteras que se hipotecaron bajo el paraguas de unas entidades financieras que no hicieron un análisis de riesgos mínimamente serio, que se hastíen, se les desahucia y santas pascuas. ¿Saben ustedes, señor Margallo, lo que en derecho anglosajón es el régimen de la segunda oportunidad para personas físicas y jurídicas? Ah, no, se me olvidaba, ustedes solo lo aplican a quienes “se lo merecen”. España, país feudal, de siervos y vasallos.¿Sabe usted, señor Margallo, que si el rescate de todo el sistema bancario patrio, más allá de cuatro cajas de ahorro, se hubiese hecho a costa de acreedores y gerencia no hubiese hecho falta ningún recorte adicional? ¿Sabe usted cuánto dinero tiene comprometido nuestro gobierno por avalar a terceros? España, oligarquía y caciquismo como forma actual de gobierno. ¡Si levantara la cabeza mi paisano Joaquín Costa!Austeridad y nerviosComo ya avisamos desde estas líneas España, junto a Portugal, iban a encabezar y liderar el bloque de rechazo al nuevo gobierno heleno. La razón, obvia, reconstituir el sistema existente con el objetivo de favorecer de manera permanente a la clase dominante, los más ricos, los intereses corporativos, los acreedores que asumieron riesgos innecesarios, los oligopolios,… La triste historia patria. Otra vez, la enésima. España, oligarquía y caciquismo. La sombra de mi paisano Joaquín Costa nos persigue inexorablemente.Ante la victoria de Syriza, si todo le sale bien a Grecia, y le saldrá, muchos tendrán que hacer sus maletas. De ahí los nervios, a flor de piel, de Rajoy, Cavaco Silva, Passos Coelho. ¡Basta de mentiras! Quienes defienden la austeridad, la contracción salarial y la miseria laboral defienden a los oligarcas, a los caciques. Se nos dice que todos hemos vivido por encima de nuestras posibilidades y ahora tenemos que apretarnos el cinturón. Este punto de vista se olvida convenientemente de donde venía la deuda. No de una orgía de gasto público, sino como el resultado directo del rescate, la recapitalización, y el aumento de la liquidez a un sistema bancario quebrado.Esa carga ahora toma la forma de un giro global a la austeridad, la política de reducción de los salarios y los precios internos para restaurar la competitividad y equilibrar el presupuesto. El problema, es que la austeridad es una idea muy peligrosa. No funciona. Los argumentos a favor de la austeridad son tenues, y la evidencia delgada. En lugar de ampliar el crecimiento y la oportunidad, el renacimiento repetido de esta idea económica siempre ha dado lugar a un crecimiento bajo, junto con el aumento de la pobreza y la desigualdad. ¡Si levantara la cabeza Joaquín Costa*!http://vozpopuli.com/blogs/5505-juan-laborda-espana-oligarquia-y-caciquismo
*Joaquín Costa Martínez (Monzón, 14 de septiembre de 1846 – Graus, 8 de febrero de 1911)1 fue un político, jurista, economista e historiador español, el mayor representante del movimiento intelectual decimonónico conocido como regeneracionismo,2 con sus conocidos lemas «escuela y despensa» y «doble llave al sepulcro del Cid para que no vuelva a cabalgarhttp://es.wikipedia.org/wiki/Joaqu%C3%ADn_Costa#cite_note-FOOTNOTEMateos_y_de_Cabo1997.7B.7B.7Bc.7D.7D.7D61-3
Lo que está sucediendo es que nos están sometiendo a un proceso de *saqueo* CALCADO, a los procesos neoliberales que practicaron con latinoamérica con la excusa de la "crisis de la deuda" desde los 70, 80 y 90
El cambio sensatoQueremos ayudar a los ciudadanos para que tomen sus propias decisionesALBERT RIVERA / LUIS GARICANOLos españoles tenemos mucho de lo que enorgullecernos en las últimas décadas. Contrariamente a lo que sugieren muchos que critican todo lo construido desde la Transición, entre los años 1978 y el 2000, España experimentó un período de creciente convergencia económica y política con Europa. Desde la Constitución democrática, hasta la entrada en el euro, pasando por la entrada en la OTAN o en la Unión Europea, España fue cumpliendo hitos hacia un futuro común con Europa. Y a medida que el país se hacía más libre y democrático, la economía crecía. En esos años creamos una democracia imperfecta, pero que mejoraba cada año, un sistema sanitario excelente, y un Estado de bienestar que redujo enormemente la pobreza.Desgraciadamente, y aunque los españoles no fuimos conscientes de ello, tras la entrada en el euro el proceso de convergencia se detuvo y España entró en un camino muy diferente del que había seguido con anterioridad. El euro permitió unos años de dinero fácil, de gasto suntuario en ciudades de las artes y la cultura, de pelotazos, de corrupción, de capitalismo de maletín y de “amiguetes”. No hay indicador más claro de este cambio que el abandono escolar, que, tras haberse reducido continuamente durante dos décadas, invirtió su tendencia en el 2000 hasta convertirse en uno de los mayores de Europa. Los jóvenes recibían la señal de que, con el dinero fácil, no hacía falta estudiar, sino empezar a trabajar, cuanto antes, y preferentemente en la construcción. La (relativa) dicha del dinero fácil fue breve: tras unos años de vivir el espejismo de un crecimiento sin productividad, alimentado por el ladrillo, la burbuja explotó y nos sumergimos en una profunda crisis.La burbuja, y la cultura del pelotazo, los chanchullos y los enchufes nos han dejado con una España que no está preparada para competir en el mundo de la globalización, ni en la revolución de las tecnologías de la información: el fracaso de nuestro sistema educativo, el vaciamiento de los principios del mérito y la capacidad en el sector público, la desaparición de miles de pymes, en muchos casos por retrasos e impagos del sector público, dejan una economía que tendrá muchos problemas para generar el crecimiento necesario para acabar con el paro, asegurar la sostenibilidad del Estado de bienestar y el futuro de nuestros hijos. Además, el reparto del coste de la crisis ha sido brutalmente injusto: los jóvenes y los desempleados de larga duración han visto recortadas radicalmente sus oportunidades. Es difícil construir una vida desde la precariedad.Ahora se trata de reconducir a España a la senda del crecimiento económico, la igualdad de oportunidades, la cultura del esfuerzo y la honestidad, y la profundización de la democracia por la que se había encaminado tras la Transición. Para ello necesitamos un modelo de crecimiento basado en el conocimiento y en la formación, en el esfuerzo y en el mérito. España necesita una revolución educativa e institucional que permita a los españoles recuperar la confianza en que el futuro será mejor que el presente, que nuestros hijos podrán aspirar a una vida mejor que la que nosotros disfrutamos.Para lograr este objetivo no existen atajos ni soluciones mágicas, sino buenas políticas basadas en la experiencia de otros países. Existen sociedades, sobre todo en el norte de Europa, que han demostrado ser capaces de combinar la flexibilidad para encajar en la economía mundial con la igualdad de oportunidades y la seguridad para sus ciudadanos. El programa económico que presentaremos este martes 17 de febrero en Madrid intenta orientar a nuestra economía e instituciones en esa dirección.Se trata de cambiar, de reformar, de regenerar, sí. Hemos vivido demasiados años en la corrupción y en el chanchullo. Pero se trata de hacerlo desde la sensatez, desde la seguridad, manteniendo la confianza tanto de los españoles como de los extranjeros que nos deben prestar cientos de miles de millones cada año para refinanciar nuestra deuda y el déficit público.Frente a visiones intervencionistas de la regeneración que España necesita, los ciudadanos son el centro de nuestra actuación. Queremos capacitar y ayudar a los ciudadanos para que tomen sus propias decisiones, pero para ello necesitan toda la información sin trampas. Por ello, el cambio que proponemos parte no solo de la seguridad y la confianza, sino también de la transparencia.Nuestro programa económico tiene cuatro prioridades. La primera es la de luchar por asegurar un salario digno y por eliminar las causas de la desigualdad y la pobreza. La segunda es asegurar la educación de nuestros jóvenes para la economía del conocimiento. La tercera, facilitar la innovación y el crecimiento de las empresas y la actividad de los autónomos. Y la cuarta, asegurar una fiscalidad justa, la sostenibilidad del gasto público y del Estado de bienestar, y la lucha contra la corrupción y por unas instituciones transparentes.Nuestras propuestas tratan de reflejar las mejores prácticas de otros países y la mejor evidencia sobre lo que funciona. Pero cada país es diferente, y lo que funciona en uno puede no funcionar en otro. Por ello nos comprometemos en nuestro programa a instaurar un riguroso programa de evaluación continua de todas las políticas, de forma que aquellas que no funcionen como deseamos sean rediseñadas o eliminadas.Las propuestas que haremos el martes no serán un punto final. Al contrario, abriremos un debate con la sociedad sobre nuestras propuestas, de modo que podamos incorporar las mejores ideas de todos. Pretendemos que este documento se discuta en las redes sociales Twitter, y Facebook, en hogares, en escuelas, en Universidades, en empresas y Administraciones. Pretendemos que sea un documento vivo, que cambie y evolucione con las aportaciones de todos los ciudadanos.Albert Rivera es presidente de Ciudadanos y Luis Garicano es catedrático de Economía y Estrategia de la LSE y coordinador del programa económico de Ciudadanos.http://elpais.com/elpais/2015/02/13/opinion/1423841534_920429.html
Cita de: saturno en Febrero 15, 2015, 02:33:06 amCita de: obcad en Febrero 15, 2015, 00:19:32 amLa hostia se va a repartir. Así que mejor que lo hagamos bien.Soy de los que no entiendo su asociacion de ideas.Si la hostia se va a repartir, lo lógico es que también se repartan los costes ¿no?Si los ricos no pagan, será que la "hostia" está ahí, que ya la están repartiendo. Que viene de mucho antes. Que sí, que de lo que se trata, sí, es de repartir hostias. No vayamos a equivocarnos quién debe darlas, y a quién.(Que sí, que sí, ¡Diviértanse!)Mi asociación de ideas es: los ricos no van a pagar, de hecho, su eficiencia acaparadora se acrecienta con la tecnificación de las finanzas. Así que los eliminamos de la discusión sobre el reparto. Y entonces, usted se revelará contra esa idea, y entonces yo le aconsejaré que se tome una de Piketty cada ocho horas.La hostia se va a repartir entre los demas y ojo, los que vienen. Y esto ultimo es muy feo y muy grave. Nuestras deudas se las van a comer nuestros niños -ya lo están haciendo-. Los 5K millones semanales que está pidiendo marianico son para gasto corriente . Así hasta que nosotros muramos en masa, como una plaga de langostas cuando llega el invierno, y la población se reduzca a la mitad. Durante todo ese tiempo, los ricos habrán seguido sin pagar. Llámeme Ud. pesimista.
Cita de: obcad en Febrero 15, 2015, 00:19:32 amLa hostia se va a repartir. Así que mejor que lo hagamos bien.Soy de los que no entiendo su asociacion de ideas.Si la hostia se va a repartir, lo lógico es que también se repartan los costes ¿no?Si los ricos no pagan, será que la "hostia" está ahí, que ya la están repartiendo. Que viene de mucho antes. Que sí, que de lo que se trata, sí, es de repartir hostias. No vayamos a equivocarnos quién debe darlas, y a quién.(Que sí, que sí, ¡Diviértanse!)
Tendemos a pensar en esquemas binarios. Bueno/malo, Izquierda/Derecha, Arriba/Abajo, Frío/Calor y además mostramos dificultad para encontrar el punto de lo razonable que nunca está en los extremos en los cuales, por pereza gregaria, solemos ubicarnos mentalmente. Pensar es un rollo que además muestra un espíritu que trata de distanciarse de la manada. Bicho raro, enemigo potencial. Pensar resulta incómodo, leñe. Me parece que Albert Rivera, tratando de salir de la aldea identitaria catalana, va a tener que estudiar a tope para enterarse. Por su parte, Luis Garicano, que sí se entera, no puede darse por enterado. Ojalá diera el paso porque es muy buena persona y le tengo en gran aprecio. Es un momento difícil porque el paso es arriesgado y se trata de apostar. Creo que quienes no apuesten y den el paso ---sin estridencias ni extremismos-- se equivocan incluso desde una perspectiva utilitarista.Es evidente que ni uno solo de los partidos en liza comenzando por los "genios Podemitas" y terminando por Rivera y los suyos pueden construir un relato verídico y coherente de lo que está sucediendo y de lo que viene.Y no pueden porque supondría su salida directa del circuito político ortodoxo, es decir, el que no cuestiona la situación de dependencia Europea de los designios del Gran Imperio benévolo y batallador (Nota 1) y para colmo nos pretenden vender que estar en la OTAN es alguna forma de progreso cuando en realidad no es más que el Cuerpo de Cipayos del momento para lo que nos manden incluyendo suministrar carne de cañón a pie de obra.Nos venden igualmente que estar en el Euro es una forma de protegernos de los Políticos irresponsables que nos gobiernan --elegidos por nosotros-- o que de alguna forma los países que sí se benefician de un Euro flojo pasarán a darnos limosna para que nos quedemos y les preservemos el cotarro. Vamos, lo mismito que están tratando de hacer con Tsipras y Varoufakis mientras Europa soporta y financia a un gobierno títere y mantenido en Ucrania. Lo digo en plan suave tras escuchar a Poroshenko amenazar con la ley marcial no sea que su gente siga votando con los pies.Hay un paso ciudadano que no se ha dado en España: Plantearse Europa con seriedad y una cierta autonomía. Se ha hecho todo lo contrario.Nota 1. Está por Internet el PDF del libro de Texto de Zbignev Brzezinski...."The Grand Chessboard" American Primacy and its Geostrategic Imperatives. Es de 1997. Hace 18 años. Está pasando ahora.Lean al menos las primeras páginas y el mapa de la página 94. Reconocerán y verán el sentido que tienen los desplazamientos de la OTAN hacia el Este, Ucrania, y las Guerras en "Musulmania", todas al sur de Rusia, que tanto sorprendieron al general Wesley Clark cuando se enteró de las 7 invasiones planificadas desde el 2001.
Podemos y los posos del franquismoRecientemente, una persona con conocimiento de causa me dijo con pesar: “el daño que el franquismo hizo a España fue tremendo. Ahora lo vemos con claridad”. No se refería a las cuestiones negativas más obvias de la dictadura, sino a ese poso, a esa forma de pensar que caló en la sociedad española y que, en lo fundamental, ha llegado casi intacta hasta nuestros días.Y es que el franquismo desarrollista fue uno de esos fenómenos desconcertantes en el que parecen ir de la mano con total normalidad la falta de libertad política y el bienestar económico. Lo cual, salvando las distancias, tiene otro inquietante ejemplo en China, donde el impresionante desarrollo económico y la veloz generación de una pujante clase media, cada día más ambiciosa y activa, discurren en paralelo en un país donde los derechos, que en Occidente nos parecen elementales, no existen.El hecho es que ambos casos, el franquismo y la dictadura China, generan la ilusión de que la libertad política no es un ingrediente imprescindible para alcanzar la prosperidad y el bienestar; que la democracia liberal, con todas sus exigencias y condicionalidades, está sobrevalorada; y que es, incluso, prescindible. En definitiva, que, cuando los objetivos irrenunciables son la redistribución de la riqueza y mantener el país unido y a salvo, mejor un gobierno fuerte, que nadie pueda cuestionar, que abrir el espacio político al conjunto de la sociedad. Así pues, la construcción y consolidación del Estado social podría acometerse de manera directa sin pasar por la engorrosa liberalización de las mentes. Esta perversión de que la libertad política y la responsabilidad individual pueden ser más un estorbo que una ventaja, que la democracia liberal no es ni mucho menos imprescindible cuando lo que cuenta es sobrevivir, es la idea-fuerza que subyace en la España oficial. Pero también en el consciente colectivo de la España real. Si no fuera así, habría sido imposible que la Transición llegara intacta hasta nuestros días. Y es que tanto en las élites como en el pueblo llano se manifiesta un desentendimiento patológico hacia los requerimientos fundamentales de la democracia liberal, los cuales, más allá del derecho al voto, consisten en la sana desconfianza hacia el gobierno y, en consecuencia, su fiscalización, la existencia de mecanismos que establezcan una relación directa entre cargos electos y electores, el equilibrio y contrapeso entre poderes y unas instituciones neutrales en las que primen las relaciones impersonales.La vertiginosa degradación del modelo político españolCierto es que, incluso, en las democracias liberales más auténticas y consolidadas el régimen de acceso abierto y el sistema legal-racional tienden a la degeneración; es decir, con el tiempo vuelven a aflorar rasgos característicos del Estado Natural o de la autoridad tradicional, como son:a) relaciones de tipo personalista (clientelismo, intercambio de favores y corrupción) b) restricciones en forma de barreras a la competencia económica y políticac) captura del Estado por grupos de interesesd) híper-legislación y manipulación del sistema legal (exceso de leyes, complejas y contradictorias que se aplican de forma discrecional)Sin embargo, cuando las democracias tienen su origen en sólidas convenciones, este proceso de degradación es lento, paulatino y fácilmente identificable. Y puede contrarrestarse con continuos retoques y reformas. Por el contrario, en el caso español la degradación se ha producido en la más absoluta oscuridad y a una velocidad vertiginosa. Casi en un parpadeo, el deseable sistema de libre acceso hacia el que debíamos transitar mutó en un régimen de barreras infranqueables, en el que las relaciones impersonales cedieron el sitio al personalismo, el clientelismo y la corrupción.¿A qué se debe esta anomalía? Sencillamente a que el sistema institucional español no fue el producto de sólidas convenciones, de una demanda social bien armada por las élites intelectuales. Sí, es cierto que la mayoría de los españoles, tras casi 40 años de dictadura, demandaba en general mayores cotas de libertad, pero faltó ese núcleo duro, honesto y cualificado que ayudara a separar el trigo de la paja. En consecuencia, la clase política heredera del franquismo, lejos de hacer pedagogía y preparar el advenimiento de una democracia con todos sus atributos, diseñó un sistema con el que controlar todos los resortes del poder. Y esta circunstancia, más pronto que tarde, hizo que afloraran rasgos característicos del Estado Natural.Que la clase política nos diera gato por liebre es comprensible. Tenía muchos incentivos para hacerlo y prácticamente ninguno para no hacerlo. De hecho, este nuevo trato que fue la Transición fue aceptado por la inmensa mayoría de españoles en la confianza de que, tal y como había sucedido en la feliz década de los '60, la prosperidad no estaría condicionada por las virtudes del nuevo modelo político. Y que, al fin y al cabo, el derecho a voto era recurso más que suficiente para forzar a los sucesivos gobiernos a consolidar y desarrollar un Estado de bienestar cada vez más omnipresente, donde, por supuesto, prestaciones fundamentales, como la educación, la sanidad y las pensiones, estarían aseguradas.Apostarlo todo al Estado de bienestarAsí, los españoles decidimos no mirar con lupa el nuevo modelo político a cambio de que las cosas siguieran funcionando, en lo material, tal y como lo habían hecho durante la etapa final del franquismo. Es decir, lo apostamos todo al Estado de bienestar en detrimento de la engorrosa democracia que, después de todo, no parecía ser indispensable.En esta desgraciada desviación tuvieron su papel las hoscas élites intelectuales, que siempre se han esforzado por situarse en un plano distinto al de la sociedad, como si habitaran en un universo paralelo, alimentando la falacia de que España no tiene solución porque el ciudadano común es extraordinariamente bruto e ignorante. Como si en Inglaterra, Estados Unidos, Francia o, incluso, Suecia el pueblo llano fuera un dechado de virtudes, cuando de ningún modo es así. Más bien han sido las élites españolas las que han resultado ser bastante peores que sus homólogas foráneas, mostrándose vergonzosamente sumisas al poder y colaborando con devoción en la impostura. Hoy, esos posos del franquismo contribuyen a que agentes políticos como Podemos alcancen, de un día para otro, la categoría de fenómenos de masas y tengan posibilidades reales de alcanzar el poder. Al fin y al cabo, lo único importante, al igual que hace 40 años, es asegurarnos el bienestar material a corto plazo. Y de paso, ajustar cuentas con los viejos partidos por no haber cumplido aquel trato que estaba implícito en la Transición. Que sea Dios o el diablo quien nos dé satisfacción, parece sernos del todo indiferente. Y más aún cómo lo haga. Desgraciadamente, en política no existen los milagros. Los políticos no son más que prestidigitadores que actúan ante un público complaciente y entregado. Apúntelo para cuando toque llorar y rasgarse las vestiduras por enésima vez.
....... "Más bien han sido las élites españolas las que han resultado ser bastante peores que sus homólogas foráneas, mostrándose vergonzosamente sumisas al poder y colaborando con devoción en la impostura."