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Han creado una economía notablemente desigual que se basa en productos financieros ficticios, y que está sostenida por las deudas, en lugar de impulsar el crecimiento; es rentista, no productiva. Por si fuera poco, la guerra de Gaza ha dado la puntilla al orden basado en reglas y EEUU es acusado de hipocresía cada vez que lo menciona. De modo que hay pocos aspectos en los que las ideas de la época dorada no hayan sido un desastre. El coste lo estamos pagando ahora y sea mayor en los años venideros. En este contexto, nuestras élites se preguntan por qué crece la extrema derecha. La pregunta real es por qué no ha barrido ya en todo Europa con este historial de objetivos alcanzados. Ha ganado unas elecciones un señor con una motosierra, quizá sea el momento de reflexionar en serio.
El proyecto de las élites nostálgicas y enfadadasAceptar estos efectos como parte de sus acciones tiene que resultar doloroso, y por eso resulta tan difícil de asimilar. En ese momento surge con fuerza la nostalgia de las élites: insisten en que ese mundo perdido debe conservarse, y recurren a la ira del hombre blanco rural, a los nacionalistas furibundos, a los ignorantes deplorables y a tantos otros calificativos con los que tratar de negar la realidad. Pero esa es una descripción que ahora bien pueden aplicarse a sí mismas. Lo que vivimos ahora es ese momento entre melancólico y resentido de las élites liberales frente a un mundo que se les escapa de las manos. Y eso es muy peligroso. Lo lógico sería entender el momento, reconocer la realidad, reaccionar y activar un camino de salida para Europa y Occidente. Pero el giro del establishment europeo, provocado por el malestar más que por la toma de conciencia, amenaza no con seguir anclado en el mundo que anhelan, sino con asir el volante con fuerza y apretar el acelerador. Lo previsible es que se refugien en las políticas que han llevado a cabo hasta la fecha, pero con una insistencia y una profundidad mayores. Ese es el proyecto de las élites enfadadas, y cada vez tiene más aspecto de comenzar a realizarse. Su opción preferida para el futuro no es otra que la de "seguir una política económica verdaderamente liberal no distorsionada por objetivos que limitan el crecimiento", es decir, continuar por la vieja senda que nos ha conducido a todos los problemas que afrontamos, pero caminando a más velocidad y con más ritmo. Cada vez hay más posturas entre las élites europeas favorables a esa posición, y la unión previsible entre la derecha y la extrema derechas europeas tras las elecciones del 9-J tendrá estos asuntos en su centro. Más neoliberalismo en economía, más neoconservadurismo en política nacional e internacional.
Hace unos días, el ex-primer ministro británico Gordon Brown publicaba en The Guardian un artículo sobre el auge de la extrema derecha y la relación entre la insatisfacción que atenaza a la sociedad y el crecimiento cero."Habiendo vivido una década de crecimiento consistentemente bajo, el continente [europeo] está ahora dividido entre una minoría optimista pero en declive, que todavía se aferra a la expectativa de que una marea creciente levante todos los barcos, y la mayoría creciente y más pesimista que ahora ve la vida como un juego de suma cero."Tengo que reconocer que tengo auténtica fascinación por el hecho de que este fenómeno, que es como un gigantesco paquidermo en la habitación de todos, recabe tan poquísima atención de los medios y de la opinión pública.Porque a nadie, a nada que lo piense, se le escapa que lo que señala Brown es exactamente el monstruo que está a punto de comerse a la sociedad del siglo XXI. A saber: que ya nadie se cree que vaya a volver el sueño de la prosperidad del siglo XX, pero tampoco tenemos otro ideal para reemplazarlo.Y esa minoria que espera que la marea vuelva a levantar los barcos es el status quo, que se empeña seguir hablando de reindustrialización y de trabajo garantizado y para toda la vida porque, basicamente, no se le ocurre ninguna otra cosa.Así, Brown propone que hagamos en Europa lo mismo que está haciendo Biden en EEUU. Joe Biden vio venir al monstruo cuando las clases medias blancas del midwest americano dejaron de votar a los demócratas por falta de una propuesta de futuro frente a la decadencia de su forma de vida industrial. Su solución, la que llevamos usando 100 años y que ha funcionado en el pasado, fue echar más leña al fuego. Bajo su mandato EEUU ha vuelto a invertir en infraestructuras y en reindustrialización como si lo fueran a prohibir y ha conseguido mantener su economía a flote y el empleo en máximos históricos.Y, sin embargo, el apoyo de los votantes a los demócratas no se ha movido sustancialmente. No parece que la solución propuesta termine de convencer a las mayorías.Porque en la historia no hay “re” que valga y esto lo sabe muy bien la gente a pie de calle. Más aún: es que la mayoría de la gente tampoco quiere volver a ese plan de trabajar 40 años de dependiente en una tienda en horario partido. No es solo que no podamos volver atrás, es que no queremos.El error es la premisa: pensar que estamos en un escenario de crecimiento cero. Es una idea que nace de una comprensión del crecimiento que solo admite lo que la economía industrial quiere medir.En los años de la revolución industrial, hubo una lista interminable de procesos que pasaron del ámbito privado a los mercados: La ropa dejó de hacerse en casa y nació una industria de la moda; los niños dejaron de cuidarse en la familia y se crearon guarderías y escuelas infantiles; la educación sacó la formación de los jóvenes de los gremios; el cuidado de las personas mayores pasó a realizarse en residencias; la ropa dejó de lavarse a mano y se vendieron millones de lavadoras; se instalaron sistemas de calefacción en las casas que dependían de un combustible que no se podía recoger -como la leña- y que había que comprar en el mercado; las familias dejaron de cultivar su propio huerto y de hacer su propio pan. Con cada tarea que salía del hogar, se creaba demanda de empleo en las fábricas, en las tiendas y en los servicios públicos.Para producir todas estas cosas, se utilizaron recursos naturales que hasta el momento no estaban en los libros de contabilidad. Las minas, los yacimientos de petróleo, el suelo agrario y, sobre todo, el suelo urbano, se incorporaron a la contabilidad nacional. Hoy, dos tercios de la riqueza total del mundo está “guardada” en ese suelo. Poca broma.¿Estaba creciendo el mundo? ¿O se estaba trasladando la satisfacción de necesidades de una esfera de la realidad que la economía no medía a otra que sí? Hubo un poco de todo. Pero el caso es que el mundo registró durante los años del periodo industrial tasas de crecimiento del 2%.Lo que está ocurriendo ahora es el proceso inverso: la economía cada vez mide menos cosas porque las personas -sobre todo las que nos hicimos mayores con Internet y con la capacidad adquisitiva muy mermada- cada vez satisfacemos más necesidades -como el aprendizaje, el ocio, el entretenimiento, la toma de decisiones o la consecución de status social- fuera de los mercados. Y este fenómeno produce un espejismo, una ilusión óptica de falta de crecimiento, mientras la vida cambia y crece cada vez más deprisa.Porque claro que el mundo está cambiando y está creciendo. Para empezar, estamos universalizando la educación, aprender hoy está al alcance de cualquiera, aunque no sume al PIB. Por mucho menos de lo que se pagaba hace 40 años por unos pocos CDs, tenemos acceso a toda la información, toda la música, todos los documentales y todos los libros que queramos leer. Aunque no sume al PIB.La gente viaja y descubre y conoce muchas más cosas de las que se podía haber imaginado hace 40 años. Aunque no sume al PIB. Como consecuencia de la distribución masiva de la información, muchos procesos físicos se han abaratado hasta hacer accesible para toda la humanidad cosas que antes no estaban al alcance de casi nadie. como tener acceso a un banco. Y hasta la mal llamada “inteligencia artificial” generativa es hija de la colaboración entre departamentos científicos que se produce en el ámbito de la academia, y no en los mercados.Solo desde el punto de vista de esos europeos de clase media que solo entienden el progreso en términos de propiedad material y que tenían la expectativa de seguir en su misma trayectoria de crecimiento indefinidamente se puede entender esa percepción de que no hay crecimiento.En otras palabras, no es que no exista crecimiento. Es que el “crecimiento”, el progreso de la sociedad, se está produciendo fuera de lo que mide la economía. La economía industrial ya no es suficiente para explicar el mundo. Y quizás nunca lo fue, pero mientras sirvió para reflejar la medida en la que mejoraban nuestras vidas, dio el pego. Ya no nos sirve, y cada vez va a servir menos.Hay dos gigantescos conflictos que emergen de esta transformación. Uno es que a medida que la distribución de la información saca cosas de los mercados, cada vez hay menos cosas invertibles. Cada vez hay menos empresas que requieran mucho capital y una gran inversión y que produzcan una rentabilidad garantizada. Así que el capital se ha movido en masa al único sitio de donde espera poder seguir sacando una rentabilidad sine-die: a la vivienda.Como consecuencia, la vivienda ha pasado de representar en torno al 7% de los ingresos de toda la vida de una familia, a representar el 40%. Más allá del impacto en la vida de la gente, la tragedia de esta tendencia es que la vivienda no produce puestos de trabajo, solo engorda el ciclo capital-beneficios-capital, o sea, se reinvierte para seguir extrayendo rentas.Cuanto más dinero dedicamos a la vivienda, menos buenos de trabajo, en un círculo vicioso que no acaba nunca. Es esto, y no la falta de crecimiento, lo que produce esa percepción de escasez. Es fascinante -o no- que nadie hable de ello.Y segundo. Mientras esto ocurre, seguimos exigiendo que la gente resuelva su vida en esa economía menguante. Esta es la crisis de la generación que se hizo mayor en los 2000. Vivimos con la exigencia de conseguir lo que nuestros padres tenían -o más- en una economía cada vez más pequeña y más extractiva. Mientras tanto, la actividad que realizamos fuera de la economía, que para nosotros es la forma natural de estar en el mundo, no computa en la vara de medir de la sociedad. Como consecuencia, tenemos una percepción de acuciante de escasez y falta de futuro. La salida de ese círculo vicioso pasa por impedir que la especulación siga extrayendo rentas que no le pertenecen. Pero la clave estará en imaginar una nueva sociedad donde el trabajo industrializado ya no sea la centralidad de la vida. Por eso hay que poner en marcha una agenda que haga que todas las cosas que pueden ser abundantes en el S XXI estén al alcance de todos.Como decía Arthur Clarke, guionista de 2001, odisea en el espacio, “el objetivo del futuro debe ser el pleno desempleo, para que podamos jugar”.
https://www.elconfidencial.com/cultura/2024-05-20/ricos-elites-enfado-resentimiento-premio_3886113/CitarHan creado una economía notablemente desigual que se basa en productos financieros ficticios, y que está sostenida por las deudas, en lugar de impulsar el crecimiento; es rentista, no productiva. Por si fuera poco, la guerra de Gaza ha dado la puntilla al orden basado en reglas y EEUU es acusado de hipocresía cada vez que lo menciona. De modo que hay pocos aspectos en los que las ideas de la época dorada no hayan sido un desastre. El coste lo estamos pagando ahora y sea mayor en los años venideros. En este contexto, nuestras élites se preguntan por qué crece la extrema derecha. La pregunta real es por qué no ha barrido ya en todo Europa con este historial de objetivos alcanzados. Ha ganado unas elecciones un señor con una motosierra, quizá sea el momento de reflexionar en serio.CitarEl proyecto de las élites nostálgicas y enfadadasAceptar estos efectos como parte de sus acciones tiene que resultar doloroso, y por eso resulta tan difícil de asimilar. En ese momento surge con fuerza la nostalgia de las élites: insisten en que ese mundo perdido debe conservarse, y recurren a la ira del hombre blanco rural, a los nacionalistas furibundos, a los ignorantes deplorables y a tantos otros calificativos con los que tratar de negar la realidad. Pero esa es una descripción que ahora bien pueden aplicarse a sí mismas. Lo que vivimos ahora es ese momento entre melancólico y resentido de las élites liberales frente a un mundo que se les escapa de las manos. Y eso es muy peligroso. Lo lógico sería entender el momento, reconocer la realidad, reaccionar y activar un camino de salida para Europa y Occidente. Pero el giro del establishment europeo, provocado por el malestar más que por la toma de conciencia, amenaza no con seguir anclado en el mundo que anhelan, sino con asir el volante con fuerza y apretar el acelerador. Lo previsible es que se refugien en las políticas que han llevado a cabo hasta la fecha, pero con una insistencia y una profundidad mayores. Ese es el proyecto de las élites enfadadas, y cada vez tiene más aspecto de comenzar a realizarse. Su opción preferida para el futuro no es otra que la de "seguir una política económica verdaderamente liberal no distorsionada por objetivos que limitan el crecimiento", es decir, continuar por la vieja senda que nos ha conducido a todos los problemas que afrontamos, pero caminando a más velocidad y con más ritmo. Cada vez hay más posturas entre las élites europeas favorables a esa posición, y la unión previsible entre la derecha y la extrema derechas europeas tras las elecciones del 9-J tendrá estos asuntos en su centro. Más neoliberalismo en economía, más neoconservadurismo en política nacional e internacional.
Después del miedo, está la envidia: —Qué mierda de vida tengo en comparación con la de los nihilistas superfluos ('лишний человек', lishni chelovek) que han nacido de pie, derechitas cobardes.
El hombre superfluo (del ruso: «лишний человек», lishni chelovek) es un personaje tipo de la literatura rusa del siglo xix. Su presencia en poemas, novelas y obras teatrales rusas es suficientemente recurrente para ser considerado un arquetipo nacional.1El hombre superfluo es habitualmente un aristócrata, inteligente, sensible y también idealista, pero lo que lo define es su nihilismo.2 Al ser melancólico y dubitativo como Hamlet2 acaba siendo incapaz de ocuparse de cualquier acción efectiva. Aunque el personaje es consciente de la estupidez y la injusticia de la sociedad que lo rodea, se considera incapaz de cambiar las cosas y acabará siendo un simple espectador.1
Una dura prueba para el sector energético MICHAEL SPENCEMILÁN – Muchos damos la electricidad por sentada: accionamos un interruptor y esperamos que la luz se encienda. Pero la capacidad y resiliencia de los sistemas de generación, transmisión y distribución de energía no está garantizada; y cuando fallan, toda la economía se queda a oscuras.Hace poco participé en una reunión de la Power and Energy Society (PES), una organización patrocinada por el Instituto de Ingenieros Eléctricos y Electrónicos (IEEE). En el evento (al que asistieron más de 13 000 profesionales de la industria de todo el mundo y cientos de empresas que fueron a exhibir equipos y sistemas de avanzada) reinó una actitud de vibrante optimismo.Pero a pesar de la confianza imperante, todos en la reunión eran conscientes de los tremendos desafíos a los que se enfrenta el sector de la energía, comenzando por la creciente frecuencia de fenómenos meteorológicos extremos. Las empresas están trabajando en diseñar modos innovadores de restaurar el servicio en menos tiempo tras un corte; e invierten en infraestructuras que mejoren la capacidad de responder a situaciones extraordinarias. Esto incluye la búsqueda de minimizar el riesgo de que el sistema mismo provoque o agrave una situación extraordinaria, por ejemplo un incendio forestal.El desafío se agrava porque el sector de la energía también tiene que hacer avances en el área de la transición verde. Esto implica reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero y al mismo tiempo mantener una provisión de energía estable a la economía. Como el uso de fuentes de energía renovables es distinto al de los combustibles fósiles, esto implica transformar no sólo la generación de energía sino también su transmisión y distribución (incluido el almacenamiento).En tanto, factores como la adopción del vehículo eléctrico y la multiplicación de centros de datos y sistemas de computación en la nube hacen prever un aumento de la demanda de electricidad. En particular, se espera que en los próximos años la necesidad de energía de los sistemas de inteligencia artificial crezca en forma exponencial. Según una estimación, en 2027 el sector de la IA consumirá entre 85 y 135 teravatios hora al año, más o menos lo mismo que los Países Bajos.Para hacer frente a estos desafíos, los tres componentes del sistema energético se deben integrar en lo que se denomina «redes inteligentes», administradas por sistemas digitales y (cada vez más) por la IA. Pero el desarrollo de redes inteligentes no es tarea pequeña, ya que dependen de una multitud de dispositivos y sistemas (por ejemplo, medidores residenciales inteligentes y sistemas de gestión de recursos energéticos distribuidos) necesarios para administrar una multiplicidad de fuentes de energía flexibles y fluctuantes e integrarlas a la red eléctrica. Y como la base de todo el sistema es digital, también se necesitan mecanismos de ciberseguridad eficaces que aseguren su estabilidad y resiliencia.Todo esto implicará costos. La Agencia Internacional de la Energía calcula que para que la economía mundial alcance en 2050 la emisión neta nula, habrá que duplicar la inversión anual mundial en redes inteligentes (de 300 000 millones a 600 000 millones de dólares) de aquí a 2030. Esto es una fracción importante de los cuatro a seis billones de dólares por año que según se estima se necesitarán para financiar la totalidad de la transición energética. Pero las necesidades de inversión siguen incumplidas; incluso en las economías avanzadas, el déficit de inversión en redes inteligentes supera los cien mil millones de dólares.Para hacer frente a todos estos desafíos se necesitarán acciones coordinadas entre sistemas que por lo general son muy complejos. Un buen ejemplo es Estados Unidos. Las más o menos 3000 empresas de electricidad estadounidenses operan en una variedad de combinaciones de generación, transmisión y distribución, además de ejercer un papel de formación de mercados en cuanto intermediarios entre la generación y la distribución. Cada estado tiene autoridades regulatorias propias, y puede ocurrir que la distribución local se regule en el nivel municipal. En cuanto a la infraestructura nuclear, en Estados Unidos la gestiona en el nivel federal el Departamento de Energía, que también financia investigaciones y (conforme a la Ley de Reducción de la Inflación aprobada en 2022) inversiones en el sector de la energía. Y además, la Agencia de Protección Ambiental tiene gran influencia sobre el rumbo y la velocidad de la transición energética.Otras entidades supervisan las tres grandes regiones en las que se divide la red eléctrica estadounidense y sus interconexiones. Por ejemplo, la North American Electric Reliability Corporation (una organización sin fines de lucro) tiene bajo su mirada seis entidades regionales que en conjunto abarcan todos los sistemas de energía interconectados de Canadá y el vecino Estados Unidos, además de una parte de México.Para lograr la necesaria transformación de los sistemas de energía tendremos que encontrar el modo de financiar las inversiones pertinentes y definir quién aportará en última instancia los fondos y de qué manera coordinar un sistema de redes inteligentes complejo, tecnológicamente avanzado y cambiante.Cuesta imaginar de qué manera podrían movilizarse inversiones en la escala necesaria sin el poder de financiación de los gobiernos nacionales. Esto vale sobre todo para los Estados Unidos, donde no existe un impuesto universal al carbono que empareje el terreno de juego. Por eso es buena noticia el anuncio realizado el mes pasado por el gobierno del presidente Joe Biden de una variedad de iniciativas e inversiones pensadas para sostener y acelerar el cambio estructural en el sector de la energía.En cuanto al origen final de los fondos, la respuesta es complicada. En principio, las inversiones que reduzcan los costos o aumenten la calidad y estabilidad del servicio deberían trasladarse a las tarifas. El problema es que para aumentar la calidad del servicio, se necesitan inversiones dispersas en una variedad de entidades que poseen diferentes activos dentro de la red. Coordinar todas estas modificaciones y transferencias tarifarias será como mínimo complicado, teniendo en cuenta la gran descentralización de las estructuras regulatorias.En lo referido a inversiones que faciliten la transición a la energía verde (incluida la reducción de las emisiones, un bien público global) está claro quién no debe pagar: las comunidades locales. De hecho, tratar de financiar esas inversiones desde el nivel local provocará ineficiencias y subinversión. También sería injusto: no hay ningún motivo razonable por el que los consumidores que viven en áreas con sistemas heredados problemáticos tengan que pagar más. Si se les pide hacerlo, lo más probable es que se resistan.Una idea mejor sería usar una política industrial ampliada en el nivel federal que no sólo ayude a financiar y (sobre todo) coordinar inversiones a largo plazo en el sector de la energía sino que también guíe el desarrollo de un sistema de redes inteligentes interconectado y complejo. Este sistema necesita al mismo tiempo un banquero y un arquitecto que, cooperando con las empresas, las autoridades regulatorias, los inversores, los investigadores y organizaciones de la industria como PES, lleve adelante una transformación estructural compleja, justa y eficiente. Los gobiernos nacionales tienen que involucrarse en la provisión de ambas funciones.Traducción: Esteban Flamini
¿Por qué todo el mundo habla del auge de la extrema derecha (que yo no veo por ninguna parte) pero nadie dice nada de las causas?No es que el pepito quiera crecimiento y prosperidad eterna, creo que todos sabemos que eso no existe. Ni que el pepito no quiera trabajar (al revés, Pepito Pérez quiere curro.. y a ser posible uno en el que alguien le diga exactamente qué, cúando y cómo tiene que hacer.. sin que haya que pensar mucho).Lo que a Pepito le cabrea es ver cómo él mismo trabaja como un cabrito para que cada día le inflen más y más a impuestos y ver cómo esos impuestos van en corruptelas y hoteles pagados a inmigrantes. Además Pepito ya no puede permitirse casi ni pagar la hipoteca. Exclavitud moderna: curra mucho para que te quitemos más del 95% de tu sueldo entre impuestos y gastos fijos.Encima Pepito tiene que oir cosas del estilo de "el dinero público no es de nadie" de nuestros gestores públicos, o ver cómo a él no le dejan llevar su coche viejo al centro de la ciudad con la excusa del CO2, pero su presidente se gasta en un fin de semana en Falcon todo el CO2 que Pepito y su familia emitirían en toda su vida.Así que no, el auge de la extrema derecha (si es que es cierto) no viene del decrecimiento económico. Es ocasionado por unas élites parasitarias extractivas que hace tiempo que se pasaron de rosca y no tienen ninguna intención de volver atrás. El parásito está matando al huesped, y es tan inútil que no se da cuenta de que cuando el huepsed muera, él mismo va detrás.
Me piden que escriba sobre por qué en los clubes de lectura, en los clubes de escucha de podcasts, en las presentaciones de libros o en los retiros creativos no hay hombres. “Bueno, eso es matizable”. Sí, voy a ser concreta: en un club de escucha que recientemente he organizado, en tres sesiones en las que nos hemos reunido entre 30 y 50 personas cada vez solo ha asistido un hombre. Hablo con amigos escritores y les pregunto por los clubes de lectura sobre sus libros en los que participan: “Solo hay mujeres”, me contestan al segundo. Hablo con otro amigo que recientemente ha organizado un retiro creativo: solo mujeres. Pregunto a otra amiga que ha organizado un máster para aprender a crear contenido: solo mujeres.
Bulgarian president says Ukraine’s victory over Russia ‘impossible’"Every day that this war continues is disastrous for Ukraine, Russia and all of us. This inevitably affects all elections - in Europe, in the USA, and everywhere in the world. We will choose in this and the next election between war and peace. Every citizen is obliged to understand this," Radev said on Saturday. [Shutterstock/roibu]Bulgarian President Rumen Radev has described Ukraine’s victory over Russia as “impossible” and linked the two-year war with Russia to the assassination attempt on Slovak Prime Minister Robert Fico.“Every day that this war continues is disastrous for Ukraine, Russia and all of us. This inevitably affects all elections – in Europe, in the USA, and everywhere in the world. We will choose in this and the next election between war and peace. Every citizen is obliged to understand this,” Radev said on Saturday.Asked by a journalist what signal the attempted assassination of Fico sent to Europe, the Bulgarian president spoke of the Russian invasion of Ukraine.“It is unacceptable to present the continuation of the war and the impossible victory over Russia as the only possible solution,” declared Radev.He said it is extremely dangerous for passions between Russia and Ukraine to flare up in Europe as well and for “voices for peace to be greeted with shots”, but did not comment on the profile of the Slovak citizen arrested for the attempted murder, which leads to radical pro-Russian groups.A month before the assassination attempt, Fico condemned the Kremlin’s aggression and supported Ukraine during a meeting with his Ukrainian counterpart, Denis Shmyhal, in Bratislava.“The attempted assassination of a European prime minister by a radicalised fanatic, because of his support for peace, is indicative of this ingrained intolerance of dissent and hatred. Many politicians, parties and media have contributed to this with their portrayal of every different voice as pro-Russian, which is extremely unfair and leads to all these negative consequences,” Radev added.The Bulgarian president warned that if the war continues, Ukraine will be a “demographically devastated country, with completely destroyed infrastructure, industry, production, and this will have extremely serious consequences not only for Ukraine but also for the whole of Europe”.Radev called for political efforts for peace, not for giving weapons: “With weapons, without weapons – we are going to a similar outcome. We have to realise that. The difference will be thousands of human casualties and a devastated country (Ukraine) for which recovery we will have to pay,” he said, adding that “it is inevitable”.The Bulgarian president is a staunch opponent of sending military aid to Ukraine, although during his caretaker government (2021-2022), Bulgaria exported large quantities of weapons to Kyiv through intermediaries.During his meeting with Ukrainian President Volodymyr Zelenskyy in Sofia in July 2023, Radev referred several times to the Russian invasion using the term “conflict”. Zelenskyy replied that the West and Bulgaria were helping Ukraine to prevent the war from spilling over.“I want to tell you that your army, everything you have, will not be enough to fight the Russian Federation if it comes here (to Bulgaria). Not because your army is weak, you have a powerful army, and your people are good, but that would not be enough to fight a country of 160 million people. That is why it is good to give so that people can defend themselves, so that the war does not come to you, to the Poles, to the Romanians,” Zelensky said during his meeting with Radev on July 6, 2023.Political experts expect Radev to enter Bulgarian party politics at the latest in 2027, when his second term as president ends, and become a decisive factor in Sofia.
Pues ayer en Vistalegre hubo una reunión que indica lo contrario. Estoy de acuerdo que el auge de estos individuos es una consecuencia, pero extrema derecha (o como la quieras llamar) haberla, hayla. Ya ha pasado otras veces, sigo recomendando el libro End Times de Peter Turchin.Esas élites que están nerviosas porque no hay sitio para todos, o porque algunos dentro de ellas, pueden perder sus puestos de privilegio.