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El País con el debate intergeneracional, las pensiones, mi casa, mi caaaaasa, donde estará mi casahttps://elpais.com/espana/2021-06-06/jose-ramon-persigue-la-vida-de-sus-padres.html“Es difícil ver nuestro futuro. Mi abuelo sabía las cuatro reglas y pudo formar una familia y comprar una casa. Mi padre y mi madre estudiaron y pudieron comprar una casa. Yo he estudiado dos carreras, un máster, estudio un doctorado y hablo varios idiomas. Y seguramente, no podré comprar una casa”....El catedrático de Sociología Luis Garrido coincide con Jansen al observar que el pacto intergeneracional se resquebraja: “Solo aportaré un dato: en 2000, en España por cada 100 electores jóvenes, de 18 a 34 años, había 100 electores mayores de 55 años. En 2020 los mayores constituían ya el doble. La combinación de bajísima natalidad y envejecimiento creciente de la población harán que en 2040 haya 364 electores mayores por cada 100 jóvenes. Es decir: hasta ahora, los jóvenes no han conseguido que se les escuche y esto, desde el punto de vista de la fuerza electoral, no va a cambiar. Los mayores, además, votan con más claridad, con propósitos más evidentes, como, por ejemplo, mantener las pensiones”.
Sin chips: ¿Se acerca la próxima sequía tecnológica?La pandemia ha puesto contra las cuerdas la cienciahttps://www.larazon.es/tecnologia/20210606/zvzhqqa5w5bs3ggqlgh3focch4.html
El País con el debate intergeneracional, las pensiones, mi casa, mi caaaaasa, donde estará mi casahttps://elpais.com/espana/2021-06-06/jose-ramon-persigue-la-vida-de-sus-padres.htmlEl abuelo, Ramón Trillo, labrador y albañil, se fue en bicicleta desde su pueblo, Peal de Becerro, provincia de Jaén, hasta Tortosa (Tarragona) para trabajar en la recogida del arroz. Corrían los años cincuenta. La bicicleta no tenía frenos. El padre, José Ramón Trillo, con 24 años y con la Formación Profesional de nivel 2 de Electrónica, viajó en 1987 en autoestop desde Sevilla, donde estaba haciendo la mili, hasta Madrid, para una entrevista de un trabajo que consistiría en inspeccionar subestaciones eléctricas por toda España. Durmió en el sofá de la casa de un amigo. Le contrataron. Como le faltaba un mes de mili, en la empresa le computaron el primer mes como vacaciones. El hijo, José Ramón Trillo, protagonista de esta historia, de 27 años, nació y vive en Jódar (Jaén), una localidad de 11.800 habitantes rodeada de olivares, es licenciado en Matemáticas e Informática, máster en Ingeniería Electrónica y actualmente hace un doctorado sobre Inteligencia Artificial.En mayo de 2019, con 25, cuando cursaba el máster en Granada hizo una entrevista por teléfono para trabajar en la empresa Deloitte en Madrid. Le ofrecieron 1.500 euros brutos al mes sin pagas extras. Vio lo que costaban los alquileres en esa ciudad y comprobó que no le compensaba. Unos meses después, le ofrecieron, en Granada, otro trabajo en otra empresa informática: el sueldo era de 1.100 euros, pero le descontaban 1.000 prorrateados mes a mes por un ordenador especial que le proporcionaba obligatoriamente la misma empresa. Si se iba antes de pagarlo, debería abonar lo que faltara al dejar el trabajo. Entonces resolvió hacer el doctorado en la especialidad de sistemas inteligentes basados en tomas de decisiones.José Ramón, como cualquier otro joven de su edad, oye desde hace años que su generación vivirá peor que la de sus padres y, aunque siempre se ha negado a creerlo, tras la sacudida de la pandemia empieza a pensar que será verdad. Un informe intergeneracional de 2018 de la Resolution Foundation señalaba que apenas el 21% de los españoles consideraba ya entonces que la actual generación vivirá mejor que la anterior. Solo había dos países más pesimistas: Francia y Bélgica. El más optimista, en este aspecto, era China, donde apenas el 7% cree que los jóvenes van a vivir peor que los que les precedieron.He estudiado dos carreras, un máster, estudio un doctorado y hablo varios idiomas. Y seguramente no podré comprar una casaA José Ramón no le gusta el botellón, fue campeón infantil de ajedrez y es aficionado al gimnasio. Tenía una novia brasileña, pero cortaron hace tiempo. “Ahora estoy casado con mi carrera”. Ha sido educado en una familia de origen rural que profesa una fe absoluta en los estudios y en el esfuerzo como palanca social. El abuelo paterno, el de la bici, que a los 16 años solo sabía leer y escribir y dividir por una cifra, se sacó en los años sesenta el título de maestro albañil. Aún está orgullosamente colgado en la casa. El padre, además de la FP, también se hizo ingeniero cuando ya trabajaba y colgó el título al lado del de maestro de albañil. La madre, Juani Vílchez, de 55 años, se empeñó en ir a la universidad. Quiso estudiar Matemáticas. Pero su padre, camionero, la obligó a elegir otra cosa: “O Magisterio o la aceituna”. Con el tiempo, además de Magisterio, se desquitó sacando el título universitario de Psicopedagogía. También está colgado en la casa.José Ramón, el hijo, es, de cualquier modo, el que más títulos ha puesto en la pared: licenciatura, inglés, música, máster… También él está convencido, como todos los miembros de su familia, desde su abuelo, de que le servirán para abrirse camino. “Pero tal vez no en España”, matiza. Añade que probablemente le toque emigrar porque teme no encontrar, después de acabar el doctorado, con 29 años, un trabajo acorde con sus expectativas. Ya tiene amigos que lo han hecho. No le asusta. Proviene de una tierra de emigrantes y pertenece a una generación que va saltando de crisis en crisis, de la de 2008 a la del coronavirus. Pero tampoco ha asumido del todo lo que significará viajar al extranjero sin billete de vuelta, sin regreso previsto. No lo tiene claro. El mensaje que envió a este periódico empezaba así: “Es difícil ver nuestro futuro. Mi abuelo sabía las cuatro reglas y pudo formar una familia y comprar una casa. Mi padre y mi madre estudiaron y pudieron comprar una casa. Yo he estudiado dos carreras, un máster, estudio un doctorado y hablo varios idiomas. Y seguramente, no podré comprar una casa”.Un informe de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea), publicado en marzo, concluía que los jóvenes sin título universitario ganan actualmente un 50% menos que los jóvenes de los años ochenta sin ese mismo título. Si la comparación se establece entre universitarios, el porcentaje baja pero aún es significativo: un 25% menos. Todo esto se debe a que ahora los salarios precarios son inferiores, a que se trabajan menos días y menos horas por día debido a la temporalidad.Un piso en Canillejas“En cada crisis, van quedando lo que llamamos cicatrices, se van deteriorando las condiciones de trabajo que afectan a los nuevos contratados, es decir a los jóvenes”, explica Marcel Jansen, economista, uno de los autores del informe. “Mientras, no se toca a los contratos ya establecidos, a los trabajadores más mayores, ya consolidados. Antes de 2008, hacían falta cinco años de precariedad para lograr un contrato fijo. Ahora, yo calculo que ya van por ocho. Está en juego el pacto intergeneracional”, añade Jansen.Los padres de José Ramón se casaron en diciembre de 1990. José Ramón padre tenía entonces 27 años, la edad que tiene ahora su hijo. Juani, 24. Estuvieron a punto de comprarse en el barrio de Canillejas, en Madrid, un piso de 80 metros cuadrados que costaba entonces 10 millones de pesetas, lo que hoy equivaldría a 132.000 euros. (Por cierto: un piso muy parecido se vendía el viernes en Idealista.com por 230.000). Al final optaron por comprar otro piso por la mitad de precio en Jódar, su pueblo. José Ramón viajaba hasta allí los fines de semana y en vacaciones porque aún trabajaba de inspector. Había aceptado –y mantenido- ese empleo por dos razones: Una, porque ―al contrario de lo que le sucedería a su hijo 30 años más tarde― el alquiler de un piso compartido le suponía solo el 20% de su sueldo. La segunda razón era aún más convincente: “No tenía otra opción. No podía volver a casa. Éramos muchos. Había que irse”, dice. La madre asiente: “Era otra mentalidad. Necesitábamos un lugar para nosotros”.Juani es la sexta de siete hermanas. En su casa vivían ellas, sus padres y su abuela. Además, la primera planta con salida a la calle servía para alojar una tienda de comestibles y variantes que abría a las seis de la mañana y cerraba a las doce de la noche, con un horario parecido a los bazares chinos de ahora, y en la que todos colaboraban. “Yo, cuando iba al instituto, me despertaba a las cuatro de la mañana para poder estudiar tranquila antes de que se levantara mi madre y abriera la tienda y empezara el trasiego de gente”, recuerda.Experiencia y comodidadEn 1989, la edad media para ser madre era de 26,5 años. En el primer semestre de 2020 ya ha subido a 32,7. En 1990, la edad media de emancipación rondaba los 27 años. En abril de 2021 alcanza los 30. El catedrático de Sociología Luis Garrido coincide con Jansen al observar que el pacto intergeneracional se resquebraja: “Solo aportaré un dato: en 2000, en España por cada 100 electores jóvenes, de 18 a 34 años, había 100 electores mayores de 55 años. En 2020 los mayores constituían ya el doble. La combinación de bajísima natalidad y envejecimiento creciente de la población harán que en 2040 haya 364 electores mayores por cada 100 jóvenes. Es decir: hasta ahora, los jóvenes no han conseguido que se les escuche y esto, desde el punto de vista de la fuerza electoral, no va a cambiar. Los mayores, además, votan con más claridad, con propósitos más evidentes, como, por ejemplo, mantener las pensiones”.Olga Cantó, catedrática de Economía de la Universidad de Alcalá, experta en desigualdad, asegura que el ascensor social había comenzado a renquear ya hacía años y que la pandemia empeorará la avería. “Estos golpes dados en momentos cruciales de la vida de las personas son decisivos. El sistema perjudica ya de por sí a los jóvenes, con un mercado laboral lleno de contratos precarios y parciales. Este mercado laboral los lastra. No hemos sabido curar la herida de la precariedad”, asegura. Esta especialista añade que será necesario arbitrar los denominados “estabilizadores económicos”, esto es, prestaciones sociales que alivien el golpe de las crisis y que compensen la situación perjudicial que viven los menores de 35 años. “Todo depende de qué país queremos. Y si queremos otro hay que empezar a actuar ya. Lo que tenemos ahora es fruto de lo que hemos hecho en los últimos 20 o 30 años, lo hemos cocinado durante todo este tiempo”, añade.Mi abuelo sabía cuatro reglas, pudo formar una familia y comprar una casa. Yo tengo dos carreras, un máster, hablo varios idiomas, estudio un doctorado y seguramente no podré comprarme una casa.Tampoco para los padres de José Ramón resultó fácil: el padre estudió formación profesional pero, hasta que se fue a la mili, ayudó al abuelo los fines de semana en las faenas de albañil y, en invierno, a recoger aceituna. Su casa no contó con cuarto de baño integrado hasta que él no tuvo 15 o 16 años. También Juani ayudó durante muchos años en el campo y en la tienda. “Yo no conocí el mar hasta que tuve 17 años. Y mi hijo lo vio a los tres meses”, cuenta. “Y la primera vez que viajé a Madrid fue a los 16, en una excursión de colegio. Mi hijo a los 18 se fue de voluntario a Alemania. Ni él ni su hermana han trabajado nunca en el campo. Han gozado de experiencias y de comodidades que yo, a su edad, ni soñé”, añade la madre.El matrimonio prosperó. Vendieron el piso de los cinco millones de pesetas por 60.000 euros y se compraron, también en Jódar, una casa de dos plantas y una terraza desde la que contempla la hermosa sierra de Mágina. El padre decidió dejar las inspecciones eléctricas y convertirse en profesor de Tecnología en el instituto de Jódar donde trabaja su mujer y han estudiado sus hijos. “Una mañana, cuando me llegó la carta de admisión al instituto, sentado en un tanque de gasolina en la refinería de Puertollano, pensé que había que elegir entre la profesión y la familia, entre los viajes y la familia, y escogí la familia”, recuerda.Tal vez la diferencia se esconda ahí: los padres sabían que la recompensa se encontraba al otro lado de los títulos, que ciertas cosas seguras (la familia, la casa, el trabajo fijo, el subir en la escalera social) estaban ahí, que estuvieron siempre ahí. Su hijo José Ramón no lo tiene tan claro. A pesar de todos sus diplomas, de toda su inteligencia. Presiente que esas certezas no andan ya cerca: “Es muy incierto, no se ve nuestro futuro. Yo decidí casarme con la carrera, y, además, lo que compruebo es que no hay estabilidad en nada. Una amiga mía, harta ya, está estudiando oposiciones, anda con sustituciones no sé cuántos años. Y un primo mío también está haciendo oposiciones para policía local. ¿Y la casa? ¿Qué casa? Yo no pienso en comprarme una. Para nada”. Luego, con un optimismo y una voluntad que le viene de familia, del abuelo de la bici sin frenos, se contradice y cambia el gesto: “Vamos a tratar de no vivir peor que nuestros padres”.Hoy El País viene cargado de "pequeñas historias del señor Feliciano" a la inversa de las trasladadas por aquí recientemente.
El País con el debate intergeneracional, .......
...... lo del alquiler es escandaloso!!!
Cita de: Maloserá en Junio 06, 2021, 11:32:02 amHoy El País viene cargado de "pequeñas historias del señor Feliciano" a la inversa de las trasladadas por aquí recientemente.ALEXANDRA ARISPE29 años. Madrid. Servicio posventaTrabajos en prácticas a 300 euros por ocho horas. Zulos a las afueras por 400 euros al mes. Nos dicen que somos la generación perdida, que no entendemos el sacrificio... Es cierto que no hemos vivido una guerra ni pasado hambre, pero eso no significa que esto sea normal. Tengo asumidísimo que no voy a tener jubilación. Tampoco tengo opción a ahorrar, así que no voy a tener nunca un piso. Estamos gobernados por pusilánimes, igual es hora de salir a la calle.CRISTÓBAL BECERRA27 años. Málaga. Organizador de eventosMe he independizado dos veces. Cobraba 800 euros y pagaba casi 500 euros por un zulo de 30 metros. Y cuando llegó el verano me echaron porque les sale más rentable alquilarlo vacacionalmente. Tuve que volverme a casa de mis padres. Desde la pandemia, estoy sin facturar porque no hay eventos musicales ni nada. La sensación es de desesperanza. Da igual lo que hagamos. Y por parte de los gobiernos, solo se les ve preocupados por no incomodar a los empresarios, a los caseros..... Luego se quejan de la desafección por la política, del alza de los populismos. ¿Qué quieren? Se han olvidado de nosotros. No podemos trabajar, no podemos construir una vida y ya, ni salir a olvidarnos de ello podemos. Somos los culpables automáticos de todo. Como lo de los botellones... Ni que los paisanos de 70 tomando cañas a las 12 del mediodía no contagiasen. Están convirtiendo ser joven en un delito.CELIA DOLCI33 años. Málaga. Directora de teatro y profesora de artes escénicasVivo con unos 600, 800 euros al mes de los cuales tengo que ahorrar. En verano me rescinden el contrato. El futuro tras la covid se ha puesto todavía más negro porque todo el dinero que había guardado se ha esfumado. Hay que reinventarse otra vez, empezar de cero. La mente ya se agota. Y las expectativas en cuanto a vivienda o maternidad son cero.GUILLEM VALLÉS27 años. Valencia. Auxiliar administrativoVivo en la montaña rusa del eterno adolescente. En algunos momentos estoy a gustito. Al fin y al cabo, no me muero de hambre. Pero en otros siento una enorme frustración, ya que ni me planteo (solo sueño) un proyecto vital que incluya vivienda, familia y trabajo estable.LAURA GONZÁLEZ31 años. Huelva. AdministrativaEstaba independizada pero llegó el confinamiento, me despidieron y tuve que volver a casa de mis padres. Tuve la gran suerte de encontrar trabajo, pero los alquileres están muy caros. La Constitución Española dice en el artículo 47 que todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. ¡¡AYUDA YA, POR FAVOR!!LAURA CARRILLO28 años. A Estrada (Galicia). IlustradoraCuando mi madre tenía 27 años, ya llevaba 12 trabajando. A esa edad, mi madre se casó, tuvo a a mi hermano y, seis años después, a mí. A mis 28 años, tras un grado, un máster, bastantes cursos especializados y dos años trabajando de forma intermitente, vivo con mis padres, no encuentro un trabajo que sea estable y mucho menos relacionado con mi formación. Me preguntan si tengo novio, si ya me he independizado, si quiero tener hijos. Me dicen que mi generación es muy infantil, que tenemos que trabajar, madurar. ¿Cómo voy a plantearme mantener una relación estable con alguien si no tengo ni dinero para tener un colchón propio, si aún duermo en mi cama de 90, si aún me cubro con mis sábanas de niña?JORGE TORRES26 años. Leganés. Consultor tecnológicoProcedo de una familia numerosa al sur de Madrid donde se hacía difícil llegar a fin de mes. He conseguido comprar un piso y vivir solo. Debemos priorizar para salir adelante, no hay otra forma. Tanto mi círculo como yo no hemos tenido ninguna ayuda de nuestros padres, simplemente hemos ido amoldando nuestra vida a nuestro trabajo. La mayoria de los jóvenes no tienen filosofía de ahorro, prefieren disfrutar del momento. Me parece lícito, es cuestion de prioridades. Es difícil, pero yo pago una letra de 310 euros y vivo solo. Te tienes que amoldar al dinero que tengas.ELENA PÉREZ19 años. Barcelona. EstudianteCrecimos oyendo que teníamos que estudiar y prepararnos para el futuro. Estamos obligados a formar parte de un sistema -en el que muchos ni siquiera creemos- para tener un “buen futuro”. Instituto, universidad, máster, cursos, idiomas... Necesitamos más y más, como si toda nuestra valía como personas se basara en lo preparados que estemos. Y en el fondo, por muchos títulos que tengamos, sabemos que terminaremos de estudiar y seremos uno más en el mundo laboral. Asumimos que a muchos nos tocará emigrar, o nos tocará trabajar en algo para lo que ni siquiera habíamos estudiado. Nos criamos con esa falta de ilusión.ALBERTO CARRASCAL29 años. Madrid. ParadoHace dos años yo tenía un trabajo estable y muchos sueños. Dejé mi trabajo para estudiar un MBA, pero en marzo de 2020 el mundo colapsó y me encontré un panorama desolador: crisis, ERTE, desempleo e incertidumbre. Ahora me veo obligado a buscar trabajos no cualificados de cualquier tipo. Por ejemplo, de mozo de almacén en una planta logística de Amazon con contrato temporal renovable mes a mes sin saber qué mes va a ser el último. Pero no se me caen los anillos. Parece que la economía va mejorando. Me llegan ofertas de prácticas por 500 o 600 euros, algo que no solo un graduado MBA no debería cobrar, sino nadie que quiera vivir dignamente. Pero mantengo la esperanza. He estado con los de arriba, compartiendo aula con gente millonaria, y con los de abajo, gente que sobrevive cada día, con los que compartí el almacén, y todos tenemos ganas de salir adelante. Quizá necesitaba ese golpe de realidad. Pase lo que pase, está siendo una etapa de introspección y crecimiento personal: cada día valoro más el tiempo que dedico a los míos.ADRIÁN TORRILLAS28 años. Valencia. Inspector de calidad“¿Dónde está el porvenir que forjaron nuestros viejos?”, cantaba Eskorbuto en los años 80. Podríamos seguir cantándolo. Cuando comencé la universidad, en 2013, la crisis estaba de lleno en casa y tuve que aplazar mis estudios indefinidamente. Casi siete años después, me encantaría volver a estudiar. Con mi pareja vemos difícil formar una familia con los recursos que tenemos. Pocas de las cosas que me pudieron ofrecer mis padres se las podré yo ofrecer a mis hijos. Es palpable el pesimismo en la juventud y me temo que nos hemos acostumbrado a que los alquileres estén cada vez más altos y los sueldos congelados, ¿Ahorros? Ja.GERARDO GUERRERO28 años. Cádiz. OpositorCrecí en el optimismo. Incluso en 2015 guardaba la esperanza de incorporarme al mercado laboral y tener tarde o temprano un mínimo proyecto de vida. El problema está en las expectativas. La realidad ha truncado nuestras vidas y vivimos frustrados. Soy afortunado: mis padres se pueden permitir mantenernos a mí y a mi hermana por muy mal que nos vaya. Pero qué triste es eso. A veces se me acelera el corazón pensando en que me voy a la puerta del Ayuntamiento a reivindicar trabajo y vivienda para los jóvenes. Un día a la semana, como Greta Thunberg, a luchar por lo que importa. Pero me calmo autoconvenciéndome de que lo mejor que puedo hacer es seguir estudiando mi oposición. Descorazonador. No importamos a nadie.QUIONA RIBES34 años. Barcelona. Comercial y artistaEstoy en esa edad en la que no eres ni lo suficientemente joven, ni lo necesariamente adulta. He crecido con el pesimismo de una generación que compite ya no contra los demás, sino con la autocrítica y la autoexigencia. El sentir que era buena en todo pero no destacable en nada me creó tal ansiedad que terminé necesitando ayuda psicológica. Tienes estudios, pareja, amigos, familia, ¡e incluso personalidad propia! Y, aún así, sigues sintiendo que tu vida no tiene nada de particular. Somos una generación tan original que hemos terminado pareciéndonos todos.Crecemos con el “no limits” grabado a fuego mientras atravesamos crisis económicas que prenden fuego a tus alas en cuanto tratas de volar. Miro a mis padres y a mis abuelos, con su piso pagado, su coche, su familia... ¿Cuándo podré yo ahorrar lo suficiente? Si vivo en Barcelona, en un piso de 55 metros cuadrados por 1.000 euros al mes más gastos. Mi único deseo ahora es tener una vejez como la de mis abuelos, pero me pregunto, ¿no debería, con 34 años, estar disfrutando de mi juventud?VÍCTOR HERNÁN32 años. Alcorcón. Periodista y técnico informático, trabaja de mozo de almacénTerminé una relación con la que fue mi novia durante 12 años y me creé una cuenta en Tinder. Hace unas semanas empecé a hablar con Carolina. Todo iba normal hasta que salió el tema de con quién vives. Tengo 32 años y aún vivo con mis padres. En ese momento me sentí avergonzado. Te preguntas qué has logrado. ¿Cuándo va a empezar mi vida propia? Nací en Colombia y llevo viviendo en España casi 20 años. Aunque soy migrante, siento que no he tenido las dificultades que han tenido mis padres. Tengo tres hermanos, éramos pequeños y la adaptación fue sencilla. Mis padres siempre han tenido el valor de la educación. Lo digo porque, como me decía un profesor en 2010-2011, tienen que pasar 20 años para que el hijo de un migrante vaya a la universidad.Yo estudié Periodismo. Pero al acabar, el choque fue grande por la crisis económica y social y de la prensa. Así que conseguí trabajo de conserje. Luego hice un grado superior de desarrollo web y estoy preparando el First Certificate en inglés. Trabajo como mozo de almacén, que al menos me da un respiro.Ni pienso en la idea de comprar una casa para la que como mínimo se necesitan 30.000 euros. A veces pienso, mira, lo dejo todo y me voy a un pueblo a criar vacas. No descarto irme al extranjero.LUIS MONGE29 años. Murciano en Ecuador. Antropólogo y educadorNací en Cieza, Murcia. Soy parte de la que llaman la generación más formada de la historia de España. En mi país y en Inglaterra he trabajado de camarero, de cocinero, de socorrista e incluso haciendo chapuzas. Trabajos muy loables pero para los que yo no me formé. Ahora vivo en Ecuador y coordino proyectos en temas de protección a la infancia. El corazón de muchos y muchas como yo está en España, pero en Ecuador me siento valorado y respetado. Nuestra vida está entre dos mundos, pero tenemos la sensación de que se ha construido otra valla, esta vez simbólica y cada vez más alta, que nos impide regresar a casa. Yo quisiera ser parte de las historias de la vida de mis seres queridos. Quiero salir en las fotos que veo en sus redes sociales o en las que pasan por los grupos de WhatsApp. Y quiero aportar a mi país, por supuesto quiero contribuir a mejorarlo, además ahora, que hace más falta que nunca. Todos los días me levanto pensando: “Voy a comprar un billete de vuelta a casa”. Luego miro en paginas de búsqueda de empleo, cierro el portátil y me voy a trabajar. Y por el camino voy pensando: "¿Por qué se nos sigue negando una vida digna de ser vivida en nuestro hogar?".CARMEN ROS33 años. Murcia. Arquitecta autónomaCuando eres autónoma sientes que cuesta el doble llegar a todo: estabilidad profesional y económica, emocional... Y luego la maternidad. Para las mujeres de mi edad, este paréntesis de año y medio ha supuesto un punto de inflexión. Mis amigas y yo decimos que este guantazo no lo vimos venir. Hace nada éramos jóvenes y de pronto tenemos que empezar a correr si queremos ser madres. Tengo mucha suerte de tener a la persona perfecta a mi lado. Él también es autónomo. Solo falta que los condicionantes externos se alineen. La baja de maternidad para autónomas es prácticamente inexistente y yo también he preferido desarrollar mi carrera profesional antes de nada. Pero no deberían ser cosas incompatibles.ENRIQUE ZAMORA23 años. Huelva. Estudiante de MásterEstudié periodismo y ahora un máster en escritura creativa, pero estoy pensando en opositar aunque no me hace ilusión. Quizás en otra situación económica intentaría algo más aventurero, pero en esta es mejor asegurar y ejercer mis inquietudes literarias en mi tiempo libre. Entre lo malo y lo menos malo, prefiero lo segundo. Ser joven en 2021 es sufrir este desfase entre quien sabes que puedes ser y quien eres en realidad por falta de medios. Es triste, pero, con la que se nos viene, he decidido desechar los discursos románticos del esfuerzo.SARA LÓPEZ24 años. Madrid. Escritora en paroBuscar cada día en los portales de empleo un trabajo con la ilusión de ser independiente. No recibir ninguna llamada. Entrar en las páginas que ofrecen pisos en alquiler a ver fotos. Mirar la cesta online de un comercio que finalmente dejas abandonada, sabiendo que no te lo puedes permitir. Tratar de ignorar cuánto te queda en la cuenta bancaria cada vez que realizas un gasto. Idealizar un pasado que no has vivido, pero que ya recuerdas con nostalgia. Convertir en un deseo necesidades básicas que nuestros padres tenían cubiertas. Pensar que con muy poco seríamos mucho más felices, que es justo lo que no tenemos. Soñar con ser algún día un adulto funcional. Así resumiría qué es ser un joven milenial de clase trabajadora en 2021.LUCÍA VICENTE18 años. Cuenca. Estudiante de BachilleratoLos jóvenes de ahora hemos crecido entre crisis, pero no conocemos eso de tener el plato vacío. Nuestras crisis son muy distintas a las que se conocían antes. Llevan precariedad, pero, sobre todo, incertidumbre. Queremos labrarnos un futuro por lo menos la mitad de digno que el que tuvieron nuestros padres. Le damos cada vez más importancia a la salud mental. Somos una generación nada preparada para fracasar o para hacer frente a la realidad, puesto que no nos ha faltado jamás nada, ni en las casas más humildes.SOFÍA MARTÍN29 años. Madrid. Gestora de proyectosAunque me sienta satisfecha con mi vida, siento que hay todavía una carga sobre mis hombros: encontrar casa y formar una familia. Es un tema recurrente cuando vuelvo de Madrid al pueblo, una "to-do list", una lista de cosas por hacer antes de los 30, cuyas casillas tengo que rellenar sí o sí. Pero siempre con un precio: no desarrollar una carrera profesional. Son escasas las amigas que han conseguido formar una familia y tener un empleo digno paralelamente. Veo asomar esos “es que no se puede tener todo” ajenos. Y es cierto. Por eso creo que es sano rehacer la lista conforme va viniendo la vida.MIGUEL CORDERO25 años. Asturiano en Múnich. Desarrollador web.En Madrid estudié ingeniería industrial, y ahora trabajo de desarrollador web en Múnich. Considero que el sistema español me ha fallado. Al salir de España ves que se valora tu trabajo. Hay más oportunidades, ves el mundo con otra perspectiva. Te hace ver el mundo con ilusión y con ganas, y no el infierno laboral de España, sin oportunidades o con trabajos precarios con sueldos tres veces menores de los que podrías estar cobrando en Alemania. La culpa es de las políticas que se llevan a cabo. No creo que vuelva hasta que me jubile. Salir de mi país ha significado alegría. No entiendo qué ocurre con el sistema educativo español para que todo este sufrimiento que tenemos en determinadas carreras no se vea recompensado luego
Hoy El País viene cargado de "pequeñas historias del señor Feliciano" a la inversa de las trasladadas por aquí recientemente.
Desabastecimiento global de chips, teletrabajo, efectos mariposa encadenados...CitarSin chips: ¿Se acerca la próxima sequía tecnológica?La pandemia ha puesto contra las cuerdas la cienciahttps://www.larazon.es/tecnologia/20210606/zvzhqqa5w5bs3ggqlgh3focch4.html
Es bueno que LoPaís manipule a los jóvenes de manera tan burda.Así montarán un 15M y votarán a Podemos PD: Sólo intentaba hacer un sarcasmo.
Cita de: CHOSEN en Junio 06, 2021, 12:57:36 pmEs bueno que LoPaís manipule a los jóvenes de manera tan burda.Así montarán un 15M y votarán a Podemos PD: Sólo intentaba hacer un sarcasmo.Esto de poner a los jóvenes a contar sus penas puede ser una preparación del pensionazo.El argumento será: te bajo las pensiones y te subo los impuestos por justicia con la juventud, para dejarles un mundo más verde y sostenible.[...]
La mujer que enseñó a Xi Jinping a torear un rinoceronte gris: "Ven diferente los riesgos"Michele Wucker es la autora del concepto rinoceronte gris, una idea opuesta a la del cisne negro: aquellos eventos que vemos venir pero no hacemos nada para solucionarloshttps://www.elconfidencial.com/mundo/2021-06-05/michele-wucker-pandemia-rinoceronte-gris_3115963/
El problema es que las pensiones se les puede bajar sólo a los viejunos, pero los aumentos de impuestos (más aún si son indirectos), van para todos.O el tarifazo eléctrico, sin ir más lejos.
Y el sistema de dinero papel necesita más deuda.
Creo que el pisito y los crock, catacrok y requetecatacrock son las sombras de la caverna. Valoraciones en unos papeles que son clicks. Mientras, la geopolítica sigue su curso. Y el sistema de dinero papel necesita más deuda. Ergo nadie va a matar el ingenio hasta que no haya recambio. Y los recambios siempre han necesitado una guerra. Si el evento este del velo covidiano ha sido el intento de una guerra sin balas de la que saliera una "nueva normalidad".... Mucho habrá que esperar de las vacunas.... Y no se si desde la felicidad lela de la que siempre habla mpt.... No me hagan mucho caso. Estoy desvelado.Salud, en todo caso. Enviado desde mi Moto G (5) mediante Tapatalk
SEGÚN URBANDATAEl precio de la vivienda de segunda mano sube un 2,5% en el primer trimestreEl esfuerzo de compra nacional, es decir los años de renta bruta por hogar que se necesitan para adquirir una vivienda, alcanzó los 7,6 años de media entre enero y marzo de este añohttps://www.elconfidencial.com/vivienda/2021-06-07/el-precio-de-la-vivienda-de-segunda-mano-sube-un-2-5-en-el-primer-trimestre_3118844/