[La vida y la muerte.— El ser humano tiene cuerpo, alma (animación del cuerpo) y espíritu. Solo el espíritu es inmortal. El propósito de la vida es vivirla siendo vector del espíritu.
A nosotros nos ha tocado la lotería con la vida: España es un sitio del universo que tiene gracia; y el cristianismo católico es una religión de primerísima categoría.
Un servidor, como buen jesuítico, es bastante poético-teilhardiano. Para empezar, hay integración entre el sentido común, la ciencia y el conocimiento, fe incluida. El universo se ajusta al proceso: materia → vida → pensamiento (Noosfera) → convergencia final (Punto Omega). Y el motor es el amor.
Hay que dar gracias al Padre (y a tu padre) por la creación (traerte al mundo). A Jesús, por la salvación-omega. Y al Espíritu Santo, por las alas cósmicas con las que viajas. Y a la Madre (y a tu madre), hay que agradecerle su socorro y su amparo.
En la frase «el propósito de la vida es ser feliz y amar» esta todo esto incluido.
Dicho todo lo cual, al Ladrillo, que le den.]