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Un inversor inmobiliario que ha comprado 200 pisos en el último año: "Gracias al riesgo que asumimos, podemos permitir que más personas alquilen""El año pasado compramos casi 200 pisos, tanto para alquilar como para vender, y la mayoría de ellos no estaban habitables", ha aclarado Pau Antó en laSexta Xplica.La problemática de la vivienda ha vuelto a ser tema de debate este sábado en laSexta Xplica. Esta semana, Pedro Sánchez anunció un nuevo plan para combatir la crisis habitacional.El inversor inmobiliario Pau Antó, propietario de una empresa que se dedica a la compra de viviendas para alquilar, ha pedido acabar con la visión hostil que en muchas ocasiones tienen los empresarios de su sector: "El año pasado compramos casi 200 pisos, tanto para alquilar como para vender, y la mayoría de ellos no estaban habitables"."Soy un rescatador de pisos, gracias al riesgo que asumimos comprando viviendas, podemos permitir que más personas alquilen o compren vivienda", ha concluido Pau Antó.(...)
China Misses Fiscal Spending Target on Effects of Housing SlumpTotal augmented spending for 2024 was 5% less than budgetedHousing slump leaves local governments strapped for cashChina’s government failed to meet its spending target for last year, as the housing market slump left local governments strapped for cash and unable to meet funding commitments.Total augmented spending was 38.6 trillion yuan ($5.3 trillion) for 2024, according to a statementfrom the Ministry of Finance on Friday. That’s 5% less than what was budgeted in March. Increased public spending is key to China’s economic recovery since private investment and consumption demand remains sluggish. But local authorities are struggling to keep up due to plunging land sale revenue and tighter borrowing rules imposed by Beijing to rein in debt risks.The latest data show that fiscal policy failed to provide an adequate boost to the economy last year. Actual spending by central and local governments under their two main budgets — which include everything from infrastructure projects to civil servants’ salaries — was less than 1% higher than the level in 2023, missing the targeted spending increase.Augmented fiscal revenue was 28.2 trillion yuan for last year, resulting in a deficit of 10.4 trillion yuan, equivalent to 7.7% of gross domestic product, according to Bloomberg calculations based on official data.New housing construction has been dropping for years and slashing demand for land. That’s made developers reluctant to purchase sites, choking off a key source of income for local governments at a time when they are collecting less tax from struggling companies.Cities, towns and villages across the country have struggled to pay wages and to spend as much as was budgeted, undercutting support for an economy that was already under pressure because of a lack of private demand.
Hemos llegado a este punto, sí...https://www.lasexta.com/programas/sexta-noche/inversor-inmobiliario-que-comprado-200-pisos-ultimo-ano-gracias-riesgo-que-asumimos-podemos-permitir-que-mas-personas-alquilen_20250119678ce5b06b777a000178fd43.htmlCitarUn inversor inmobiliario que ha comprado 200 pisos en el último año: "Gracias al riesgo que asumimos, podemos permitir que más personas alquilen"
Un inversor inmobiliario que ha comprado 200 pisos en el último año: "Gracias al riesgo que asumimos, podemos permitir que más personas alquilen"
Carta del corresponsalJapón se llena de casas vacíasSon casi nueve millones de viviendas las que permanecen abandonadas, incluso en Tokio, donde funcionarios en bici vigilan que no sean una amenaza vecinalMillones de casas abandonadas que amenazan con convertirse en vecindarios fantasmas o vertederos de basura, aún en las grandes ciudades, son una de las consecuencias más visibles del envejecimiento de Japón, un país que teme ser doblegado por el gasto social en pensiones y cuidado de la tercera edad. Actualmente hay 8,9 millones de casas vacías, o un 10,3% del total. Entre ellas se incluyen viviendas que llevan años sin poder alquilarse o cuyos dueños han renunciado a la propiedad, según la última estadística del Ministerio de Asuntos Internos y Comunicaciones de Japón realizada en 2023.Para 2033 el 30,4% de las viviendas del archipiélago estará vacío o abandonado, lo que quiere decir que, en promedio, cada hogar podría tener a su lado una casa deshabitada, dice un estudio del Instituto de Investigaciones Nomura (NRI, por sus siglas en inglés). Dentro de las causas del problema figuran el alto impuesto de sucesión, el costo de demoler las viviendas y la carga fiscal sobre terrenos con pocas perspectivas de venta, muchos de ellos en zonas rurales deshabitadas. A esto se suma una regulación catastral compleja y sin obligatoriedad que, hasta la reforma en abril de 2024, permitía a un heredero abandonar su propiedad y esfumarse.En algunos distritos de Tokio equipos de funcionarios circulan en bicicleta en busca de jardines invadidos por la maleza, casas con los cristales rotos y otras señales evidentes de abandono. “Cuando recibimos una queja de un vecino afectado por una construcción abandonada intentamos localizar a su propietario o heredero”, explica Taeko Chiba, miembro de un equipo de cinco funcionarios del distrito de Setagaya, un sector residencial tokiota de casi un millón de habitantes. Una vez ubicado el dueño, los funcionarios intentan convencerlo para que acelere la demolición, algo que se dificulta por el aumento de impuestos cuando el terreno queda vacío y que los gobiernos locales solo pueden decidir en caso de amenaza para el vecindario.Al buscar en TikTok el término japonés “casa vacía”, aparecen vídeos de incendios originados en viviendas abandonadas, casas rebosantes de basura o invadidas por animales silvestres. También se encuentran ejemplos de cómo inmuebles que estaban en el más completo abandono son convertidos en acogedoras viviendas, oficinas compartidas o pensiones. Reformar viviendas viejas para compartir, una tendencia acelerada por el teletrabajo y la precariedad laboral de los jóvenes, es solo parte de la solución, explica Wataru Sakakibara, experto del NRI.Desechar y renovarSegún Sakakibara, al problema de las casas vacías contribuye la cultura japonesa de “desechar y renovar”, originada en su condición de archipiélago volcánico propenso a los desastres naturales. Dicha cultura propició un prototipo de casa de madera de dos pisos que suele ser reemplazada después de 30 años.“Para frenar el aumento de casas vacías hay que detener la caída de la natalidad”, continúa el experto, y explica cómo, pese a la contracción económica, persisten normativas para fomentar la construcción iniciadas tras la Segunda Guerra Mundial y necesarias en periodos de gran crecimiento. El corto ciclo de vida de las casas japonesas dio lugar a un multimillonario mercado inmobiliario “difícil de cambiar”, concluye el especialista.En 2022, Japón registró cerca de 770.000 nacimientos, un mínimo histórico que las previsiones oficiales preveían para 2030 y que incluyó entre sus causas el descenso de matrimonios, la caída de los embarazos y la precariedad laboral en la pandemia. La Universidad de Keiyo estima que Japón bajará de los 125 millones de habitantes actuales a los 88 millones de 2065, un descenso del 30%. El país lleva décadas intentando frenar la caída poblacional con políticas poco exitosas, como subsidios a los matrimonios jóvenes y aplicaciones digitales para encontrar pareja.La mayor participación de la mujer en el mercado laboral y la reticencia a matrimonios donde persisten los roles tradicionales desiguales son otras causas de la natalidad menguante.
Donald Trump in fiery call with Denmark’s prime minister over GreenlandUS president insisted he wants to take over Arctic islandMette Frederiksen meets Donald Trump in 2019 © Shealah Craighead/Official White House PhotoDonald Trump insisted he was serious in his determination to take over Greenland in a fiery telephone call with Denmark’s prime minister, according to senior European officials.The US president spoke to Mette Frederiksen, the Danish premier, for 45 minutes last week. The White House has not commented on the call but Frederiksen said she had emphasised that the vast Arctic island — an autonomous part of the kingdom of Denmark — was not for sale, while noting America’s “big interest” in it.Five current and former senior European officials briefed on the call said the conversation had gone very badly.They added that Trump had been aggressive and confrontational following the Danish prime minister’s comments that the island was not for sale, despite her offer of more co-operation on military bases and mineral exploitation.“It was horrendous,” said one of the people. Another added: “He was very firm. It was a cold shower. Before, it was hard to take it seriously. But I do think it is serious, and potentially very dangerous.”The details of the call are likely to deepen European concerns that Trump’s return to power will strain transatlantic ties more than ever, as the US president heaps pressure on allies to give up territory.Trump has started his second term musing about potentially taking over Greenland, the Panama Canal, and even Canada.Donald Trump’s plane, used by the president’s son Don Jr, landing in Nuuk, Greenland, earlier this month © Ritzau Scanpix/AFP/Getty ImagesMany European officials had hoped his comments about seeking control of Greenland for “national security” reasons were a negotiating ploy to gain more influence over the Nato territory. Russia and China are both also jostling for position in the Arctic.But the call with Frederiksen has crushed such hopes, deepening the foreign policy crisis between the Nato allies.“The intent was very clear. They want it. The Danes are now in crisis mode,”[/color] said one person briefed on the call. Another said: “The Danes are utterly freaked out by this.”A former Danish official added: “It was a very tough conversation. He threatened specific measures against Denmark such as targeted tariffs.”The Danish prime minister’s office said it did “not recognise the interpretation of the conversation given by anonymous sources”.Greenland, home to just 57,000 people, is an entry point to new shipping routes gradually opening up through the Arctic; it also boasts abundant but hard to access minerals.“President Trump has been clear that the safety and security of Greenland is important to the United States as China and Russia make significant investments throughout the Arctic region,” a White House National Security Council spokesperson said.“The President is committed to not only protecting US interests in the Arctic but also working with Greenland to ensure mutual prosperity for both nations.”Trump threatened in early January to impose duties on Denmark if it opposed him on Greenland. He also declined to rule out using military force to take control of the island.“People really don’t even know if Denmark has any legal right to it but, if they do, they should give it up because we need it for national security,” Trump said at a press conference days before taking office.“I’m talking about protecting the free world,” he added. “You have China ships all over the place. You have Russian ships all over the place. We’re not letting that happen.”Múte Egede, Greenland’s prime minister, has repeatedly stressed that the island’s inhabitants want independence rather than US — or Danish — citizenship. But he has welcomed US business interest in mining and tourism.Frederiksen held a meeting with chief executives of large Danish companies including Novo Nordisk and Carlsberg last week to discuss Trump’s threats, including potential tariffs against her country.On the day of the Trump call, she told Denmark’s TV2: “There is no doubt that there is great interest in and around Greenland. Based on the conversation I had today, there is no reason to believe that it should be less than what we have heard in the public debate.”
Office Buildings Sit VacantAs renovations costs climb, aging buildings are left behindTenants are seeking smaller, environmentally friendly spacesIn one of Frankfurt’s most central neighborhoods, a stone’s throw from the city’s main train station, a 19-story highrise once occupied by DZ Bank’s Union Investment unit has been vacant for more than four years.The Brutalist tower, which opened its doors in 1977, is one of the more striking victims of a dynamic that has accelerated in the aftermath of the Covid pandemic. With high-profile tenants increasingly opting for newly built spaces — and renovation costs climbing — Frankfurt’s older buildings are being left behind.The empty 19-story highrise property, center, once occupied by DZ Bank’s Union Investment unit, in Frankfurt.Photographer: Alex Kraus/BloombergRising office vacancies are a problem throughout Germany. Yet in the country’s banking capital, one of the few cities on the continent with a business district skyline, these empty spaces are increasingly visible.Vacancy rates in Frankfurt grew from nearly 7% in 2019 to just below 10% in the third quarter of last year, according to a December report published by real estate broker Cushman & Wakefield. Among the city’s office towers alone, this number could grow to as much as 20% by 2028, according to the broker.(...)
FICHA | LA FICCIÓN DE ACTIVOS.—Aunque lo parezca, no es marxista decir que:• siempre ha habido ricos y pobres• la historia tiene leyes objetivas• las clases sociales cuyas luchas escriben la historia son las clases horizontales.Hay dos tipos de clases horizontales: dominantes y dominadas. El dominio es el poder de alguien sobre algo.A las luchas de clases horizontales se le superponen luchas transversales de las innumerables clases verticales, unas más importantes que otras, pero todas secundarias.Las luchas de clases, ya horizontales, ya verticales, pueden ser:• externas (entre)• internas (dentro)Las relaciones entre personalidades, ya de la misma clase, ya de distinta, es irrelevante para la historia.Las dialécticas de Estados e imperios son luchas dentro de las clases dominantes. En estas luchas internas se dilucida el dominio sobre las clases dominadas.Llamamos guerras a las luchas armadas. Que una lucha sea una guerra depende de qué se entiende por armamento.Dicho lo anterior, ¿es razonable creer que el proletariado se desclasa horizontalmente —sublimación en propietariado— usando como arma la ficción de activos?
¿Quién se acuerda del odio de clase?La disolución de la conciencia de clase no implica necesariamente la de los antagonismos que la sustentaban(...)La prensa internacional se ha cebado con todo tipo de noticias relativas a las reacciones y fenómenos desatados por el asesinato de Thompson y la detención de Mangione, convertido entretanto en un héroe casi legendario, una especie de moderno Robin Hood.(...)Todo esto se ha vinculado a las tantas veces denunciadas tendencias hostigadoras de las redes, a las nubes de haters insaciables que navegan a todas horas por ellas, a los discursos del odio que no dejan de fomentar. Y por supuesto que cabe establecer la relación entre una cosa y la otra. Pese a lo cual no está de más reconsiderar en este marco una noción acuñada antes de que existieran las redes, antes también de que existiera siquiera Internet. Me refiero a lo que se entiende por odio de clase o, más ampliamente, odio entre clases.–Ah, pero… ¿existe tal cosa?Uno de los grandes logros del capitalismo ha consistido en diluir la conciencia de clase. Y junto a ella, el concepto de “lucha de clases”, que apenas ya nadie emplea con comodidad. Es este un concepto que la ideología burguesa se apresuró a desactivar vinculándolo, precisamente, al odio, que parece segregarse casi inevitablemente del término lucha. La lucha de clases implicaba el odio entre clases, y el odio entre clases no podía darse en otro sentido que en el que iba de la clase supuestamente oprimida a la dominadora. Pues, ¿por qué iba a sentir odio la clase dominadora, imbuida como estaba de valores cristianos y disfrutando con impunidad de los merecidos privilegios y beneficios que le aportaba el ser la impulsora del progreso de la humanidad?El odio era asunto del sector más ingrato y resentido de la clase trabajadoraLa burguesía podía ser odiosa, pero el odio corría a cuenta del proletariado. Y ni siquiera del proletariado en su conjunto: el odio era asunto del sector más ingrato y resentido de la clase trabajadora, un sentimiento alentado por ideas subversivas, diabólicas, que atentaban contra la armonía social.Viene a cuento exhumar, a este respecto, un viejo artículo del anarquista italiano Errico Malatesta titulado precisamente así: “¿Lucha de clase u odio entre clases?” (1923). En él, Malatesta recuerda cómo protestó indignado ante los jueces de Milán contra la acusación que se le había hecho de haber incitado al odio, cuando él simplemente había procurado demostrar “que los males sociales no dependen de la maldad de éste o aquel patrón, de éste o aquel gobernante, sino de la misma institución del patronato y del gobierno, y que, por lo tanto, no se pueden remediar los males cambiando las personas de los dominadores, sino que es necesario abatir el principio mismo de la dominación del hombre por el hombre”.Volveré otro día al alegato de Malatesta. De momento, prefiero insistir en esa identificación casi automática de la lucha de clases con el odio entre clases.Si se pudiera hablar de un subconsciente de clase, cabría decir que la burguesía triunfante guardaba en el suyo el recuerdo del Terror, de los desmanes de la Revolución francesa, la gran revuelta con la que ella misma derrotó al Antiguo Régimen. Dos siglos y medio después, ¿no sigue siendo la guillotina el icono más representativo del odio de clase? ¿Y no fue ella el brazo ejecutor de un odio amasado durante siglos, que llegado el momento se desbordó? Haciendo escuela de su propia experiencia, la burguesía sabía bien que el odio es una herramienta temible, capaz –como querían tantos agitadores– de articular la rabia, el descontento, y poner en riesgo el orden constituido. Lo sabía en la medida en que el odio había articulado su propia conciencia de clase, y permanecía agazapado por debajo de sus piadosas exhibiciones, siempre velando por sus intereses.En Retrato del artista en 1956, de Jaime Gil de Biedma, se encuentra un ilustrador pasaje de esto último. Está escrito al hilo de la noticia de que en esos días –septiembre de 1956– iban a ser repatriados a España un buen número de exiliados en la URSS, un contingente constituido en su mayor parte por ya crecidos “niños de la guerra”, hijos de militantes comunistas que fueron enviados a Moscú durante la Guerra Civil. Algunos sectores de la población española no vieron con buenos ojos el regreso de estos exiliados, que consideraban peligrosos, y criticaron la “generosidad” de Franco, que quiso convertir ese retorno en una maniobra propagandística del talante abierto y bondadoso del régimen. La familia de Jaime Gil se sumó a esas críticas. Lo que dio lugar al siguiente comentario por parte de éste:“Cómo me sorprende siempre, en el trato con la alta burguesía –tan bien educada, tan bien provista de amables sentimientos y, en el caso de mi familia, tan simpática–, cuando un tópico que yo consideraba trivial de pronto les eriza, igual que si se hubiera disparado un timbre de alarma. Entonces revelan un egoísmo feroz y absolutamente sin resquicios, como un imperativo de la especie, un egoísmo que inhibe en ellos cualquier posible impulso de simpatía humana. La exhibición es escalofriante”.Negándose a sí misma que ella, en cuanto clase, participara de ese sentimiento, la burguesía se empeñó siempre en sofocar el odio social a fuerza de reducirlo a una categoría moral. El odio de clase era odio, sin más. Algo nocivo que siempre hay que condenar y reprimir de manera contundente.Pero el odio no deja de ser la manifestación más extrema del antagonismo consustancial a toda conciencia de identidad. En la medida en que la conciencia de clase no deja de ser una marca de identidad, el antagonismo de clase (da igual ahora qué clase) va implícito en ella. Si esta conciencia se ha desdibujado, debemos preguntarnos qué ha sido del antagonismo que la inspiraba y la sustentaba. ¿Cabe pensar en una especie de “victoria moral” de la sociedad, conforme a la cual la ciudadanía se habría hecho más virtuosa, menos propensa a sentimientos negativos como el odio? No da esa impresión, a la vista de cómo marchan las cosas. Mucho más probable es que ese desdibujamiento se haya producido a consecuencia del desplazamiento –o el relegamiento más bien– del antagonismo de clase en favor de otros, por ejemplo los que alimentan la conciencia de identidad nacional, racial o de género.La conciencia nacional, o de raza, o de género se han vuelto mucho más sólidas que la de trabajadorYa nadie se toma en serio conceptos como el de burguesía o proletariado, entre otras razones porque nadie se reconoce a sí mismo como burgués o proletario. El señuelo de la movilidad social reduce la conciencia de clase a una posición supuestamente provisional dentro de una pirámide por la que cabe ascender o descender conforme a los méritos de cada uno. Al descartarse todo determinismo acerca de la posición ocupada, el antagonismo pierde fuerza. Pues el antagonismo se nutre, en buena medida, de un sentimiento de inevitabilidad de la propia condición. Y a este respecto la conciencia nacional, o de raza, o de género se han vuelto mucho más sólidas que la de trabajador, ya no digamos la de trabajador malpagado o en paro. Lejos de atribuir su situación a una falla estructural de la sociedad, este trabajador se ha vuelto más proclive a achacarla a la invasión de inmigrantes o a la rapacidad de la clase política (la única franja social que en la actualidad es percibida como clase o “casta”, muy por encima incluso que las imprecisamente llamadas clases “alta” y “baja”).En cualquier caso, que la conciencia de clase haya dejado de ser una marca de identidad para el común de la ciudadanía implica que esta identidad se construye a partir de otros antagonismos. Y el capitalismo tiene buen cuidado en incentivar los antagonismos que no ponen en cuestión su orden económico. Su éxito en esta tarea viene siendo espectacular, sin duda. Pero no cabe pretender que la fuerza identitaria del antagonismo se haya diluido. Queda más o menos atomizada en toda clase de discursos del odio que encuentran su cauce en las redes y los medios de comunicación. Lo decisivo es que muy pocos de estos discursos ponen en peligro el sistema dentro del cual se generan y circulan. El único capaz de alarmar a este sistema sería –sigue siendo– el que apunta a sus élites en razón de lo que las consolida como tales: el abuso de sus mecanismos de explotación. Y esto es lo que ha venido a ocurrir con el sistema de atención médica estadounidense. Ejecutivos como Thompson no han cesado de tensar la cuerda con que elevan los beneficios de sus empresas y se ha dejado oír un crujido de rabia y de resentimiento agazapados que ha sorprendido a sus responsables, demasiado acostumbrados a una silente impunidad. Por supuesto que no hay motivos para sospechar un rebrote del viejo “odio de clase”. Pero no se trata tampoco de una de tantas “oleadas” de la red y de sus haters. Oído atento a una situación muy generalizada de descontento que, de seguir alimentándose, podría propiciar estallidos indeseados y, más preocupantemente para algunos, argumentos con que articular ese descontento y poner en apuros a las incontroladas estrategias con que las grandes compañías –ahora de seguros, otro día pueden ser las farmacéuticas o financieras– no cesan de engrosar sus beneficios incalculables.
Además, está el bucle retengo/alquilo/vendo. La inmensa mayoría de propietarios 'himbertidos' —particulares o profesionales—, están en los tres modos a la vez: «Lo vendería sí... aunque no hay nada que hacer seguro con el dinero; mientras tanto lo alquilaría, pero con la condición de que... y de que... y de que...; lo rentedré, si no, hasta que..., aunque la verdad es que no necesito el dinero». Y lo verdaderamente relevante es que la matriz de decisión varía incluso a lo largo del día al menos un par de veces. Son perezosos y volubles, se creen ricachones de verdad y están permanente dudando acerca del destino que han de darle a lo que llaman 'mi capital'. Algunos se enganchan a este blog por atracción-repulsión morbosa. Su vida gira en torno al activo ficticio que les hace sentir ricos en ausencia de 'comunistas' aguafiestas.