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El debate generacional se diluye a medida que España cambia a ritmo vertiginoso por la inmigración. Esto ya no va de "jóvenes vs mayores" . Si he entendido bien y -y si no que me corrijan- los cuatro pilares de la nueva era estructural, por orden de ejecución, son los siguientes:- Inmigración supermasiva- "Abaratamiento radical inmobiliario"- Planes europeos de inversión- Plan Draghi/Plan Letta- Recorte de las pensiones- En cuanto a la inmigración supermasiva: https://elpais.com/economia/2024-04-30/espana-necesitara-24-millones-de-inmigrantes-para-mantener-la-relacion-entre-trabajadores-y-pensionistas.html Lo dice claro el Banco España. O esto o la quiebra. El último año en el que la natalidad en España estuvo a niveles saludables y compatibles con el reemplazo generacional fue 1980. Se encargó el propio Sánchez de recordarlo en sede parlamentaria. Sin crecimiento de población es muy difícil el crecimiento-PIB y sin éste imposible pagar las deudas.- Sin "abaratamiento radical inmobiliario" ni se puede alojar a los inmigrantes que necesita Europa ni se pueden crear los puestos necesarios para darles trabajo, como bien saben ustedes en este blog.- Los planes europeos de inversión me parecen el único camino que le queda a Europa para evitar la irrelevancia internacional y el declive económico. Pero para que se ejecuten estos planes es condición sine qua non que haya quedado muy claro antes que la vivienda básica es sólo un bien de uso duradero. De lo contrario toda inversión se perdería "como agua en un cesto" -en la terminología de este blog- y solo serviría para apuntalar valoraciones inmobiliarias ridículas.- Recorte de pensiones: Cuanto mejor salga todo lo anterior, menor será el recorte necesario. Según un informe de la UE las pensiones en España deberían ser un 30% inferiores a las actuales en 2050 y un 50% en 2070. Esto nos da a entender que van a cambiar el sistema hacia uno más parecido al de otros países -Reino Unido por ejemplo- en los que la cuantía de la pensión pública solo depende de los años cotizados y es igual para todos- la máxima cuantía posible de la pensión pùblica en estos países son unos 1200 euros y cualquier persona que haya cotizado 35 años obtiene la misma cuantía, independientemente de su contribución- Supongo que esto debe ser lo que tienen pensado porque si no sería muy difícil llegar a los porcentajes de reducción de los que hablan. No van a dejar a nadie con 400 euros de pensión después de haber cotizado 35 años, supongo.Sobre el papel todo esto está muy bien. Y si consiguen llevarlo a cabo nadie protestará, a pesar de la pérdida de identidad y de las dificultades que todo esto conlleva para nuestros países. Pero si sale mal va a salir muy muy mal. La situación es tan surrealista que no son nada descartables los "cisnes negros" -Taleb- ni cisnes "grises" o de otros colores. Podría saltar todo por los aires.De momento, siento decirlo, está saliendo muy mal. La inmigración masiva no ha conseguido que suba la natalidad debido a los altos precios inmobiliarios, lo que nos condena a la inmigración supermasiva. Mejor sería tener 8 millones de inmigrantes que tengan hijos antes que verse obligados a importar 8 millones de nuevos inmigrantes cada 10 años. Y las diferencias económicas entre nativos y recién llegados empiezan a ser impropias de un país del supuesto "primer mundo". Como me decía hace unos meses un inmigrante de 19 años, que ha vivido casi toda su vida en España "aquí solo te puede ir bien si tus padres son españoles", mientras se quejaba amargamente de las oportunidades laborales perdidas porque sus padres no le pueden pagar el carnet de conducir y de lo difícil que le resulta conseguir un trabajo que le permita pagarse una simple habitación.
A K-shaped economy refers to a situation where different sectors or groups within the economy recover from a recession at different rates, leading to increased economic inequality. In this type of recovery, some industries thrive while others continue to struggle, resembling the shape of the letter "K."
A K-shaped recovery is an economic term that describes a situation where different parts of the economy recover from a recession at varying rates, leading to a divergence in performance. This means that while some sectors or groups may experience strong growth, others continue to struggle or decline, resembling the shape of the letter "K."
Hoy El Confidencial viene muy fuerte. Artículo sobre como el darwinismo social y el concepto de Suma Cero se ha impuesto en la juventud.En mi opinión esa es una victoria del anarcocapitalismo y una de las características de una sociedad en descomposición y en riesgo, no solo de fractura social, sino de enfrentamiento civil, que es el escenario ideal de los amigos del mercadilloYo no puedo ganar si tú no pierdes: la mentalidad que va a acabar con nosotros https://share.google/RCy48f5ivxhKHoNigYo no puedo ganar si tú no pierdes: la mentalidad que va a acabar con nosotrosEl gran cambio de paradigma mental de los últimos tiempos es dejar de pensar que a todos nos puede ir bien a que alguien tiene que perder, algo que piensan cada vez más jóvenesDesde hace unos meses, el concepto “juego de suma cero” ha vuelto a estar en boca de politólogos y analistas. En concreto, desde el momento en el que Donald Trump anunció su política de aranceles, aunque también pueda aplicarse a su política migratoria o a su perspectiva proteccionista y antiglobalización. El juego de suma cero, resumido de forma somera, es aquel en el que la ganancia de un participante es igual a la pérdida del otro. Si América quiere ser grande de nuevo, China o Europa deben salir perdiendo.Vivimos en una era en la que la mentalidad de suma cero se encuentra por todas partes. En el trabajo, nuestro éxito personal es consecuencia del fracaso ajeno; conseguir plaza en la universidad deseada o en la oposición solo puede lograrse si otro queda fuera; y hay quien prefiere “comerse” una entrada para un concierto que bajarla de su precio original y ganar algo menos de dinero y que otro disfrute la experiencia. Pero no siempre ha sido así. En esta nueva reedición de la picaresca del “tonto el último” se han invertido los términos del neoliberalismo tradicional a lo Wall Street, en el que el objetivo primordial era el propio beneficio y en el cual el fracaso ajeno era efecto colateral. En la nueva era de la suma cero del trumpismo y sus adláteres, como ocurre en el caso de los aranceles, lo importante, antes que nada, es que el otro pierda. Y, nosotros, ya veremos si ganamos. Es una mentalidad que se ha trasladado a algunos de los debates sociales y políticos más candentes. Se encuentra en el centro de la discusión sobre los inmigrantes, que vienen a España para robarnos los trabajos (por lo que su expulsión, en teoría, nos garantizaría más empleos). También en el pensamiento incel, según el cual, el 80% de las mujeres se decantan por unos pocos hombres (el 20%) y condenan a la soledad al resto. Esta regla aparece en la serie Adolescencia de Netflix, pero el pensamiento de suma cero también es rastreable en El juego del calamar o, en la crisis previa, en Los juegos del hambre. En las sociedades con mayor movilidad ascendente la gente cree menos en la suma cero Una de las investigadoras que ha tratado el problema de la mentalidad de suma cero es Stefanie Stantcheva, economista francesa que imparte clase en la Universidad de Harvard y que esta semana publicaba una columna sobre la cuestión en The Economist. La idea que subyace a la mentalidad de suma cero es que vivimos en un mundo altamente competitivo en el que los recursos y las oportunidades son cada vez más escasos. De ahí que, como explica, en las sociedades en las que hay una mayor movilidad social ascendente (como ocurrió en España entre los setenta y los noventa) la creencia en la suma cero sea menor. Además, las personas con mayor formación tienden a creer menos en la mentalidad de suma cero que aquellas sin estudios. Sin embargo, a medida que la formación aumenta hasta niveles de doctorado o posgrado, se vuelve a creer con fuerza en ella. La lectura de Stantcheva es interesante: “Puede ser porque los programas más competitivos atraen a gente que ya piensa así o porque favorecen esta clase de pensamiento a través de una intensa competición”. En definitiva, los más pobres y los más ricos, cada uno por distintas razones, creen que el mundo es despiadado. Si no tienes un duro y quieres salir adelante, tendrás que pelear con otros tan hambrientos como tú. Si estás forrado y quieres asomar la cabeza entre la élite, tendrás que aplastar unas cuantas cabezas.Los jóvenes creen más en la mentalidad de suma cero que sus padres. Es el síntoma de que sus oportunidades para prosperar son menores, recuerda la economista. Si estos alcanzaron la madurez en ese momento globalizador en el que la socialdemocracia, con sus promesas de seguridad y prosperidad para todos, empezaba a dar paso a con un liberalismo que creía en el efecto derrame (trickle down economics), sus hijos lo han hecho en un momento en el que el final de la abundancia ha favorecido la idea de que las plazas para viajar a la luna son limitadas. Solo unos pocos podrán cumplir sus sueños y el resto tendrán que conformarse.Hay otras condiciones que llevan a que unas personas crean más en la suma cero que otras. Vivir en una ciudad, porque la competición por la vivienda y el empleo es más dura que en el campo. Los inmigrantes y sus descendientes tienden a creer menos en la mentalidad de suma cero, seguramente porque les ha ido mejor que en sus lugares de origen; los descendientes de esclavos o de víctimas del nazismo tienden a creer más. El marxismo es una teoría de suma cero, se deduce del análisis de Stantcheva: el capitalismo implica el beneficio del capital a través de la explotación del trabajador. Sin embargo, el pensamiento de suma cero, en el contexto presente, está relacionado de forma estrecha con políticas xenófobas de “o ellos o nosotros”, como la que Vox ha puesto sobre la mesa esta semana al asegurar que piensa expulsar a ocho mil millones de inmigrantes (el número seguramente no fuese ese, pero era igual de disparatado e impracticable: puro humo para que hablemos del tema). La suma cero suele llevar a políticas xenófobas y discriminatorias Como recordaba en Nada es gratis Antonia Díaz, catedrática de Economía en la Universidad Complutense de Madrid, “el caldo de cultivo del pensamiento de suma cero es el aumento en la concentración de la renta y la riqueza y, simultáneamente, la incapacidad de los Estados para distribuir la carga fiscal de una forma que todos los ciudadanos perciban como justa”. Allá donde alguien perciba que está pagándole la cuenta a otro, cabe la posibilidad de que brote el pensamiento de suma cero.Nadie gana si todos no gananEn el mismo texto, la catedrática recuerda que el mundo no tiene por qué ser necesariamente así. Entre otras razones porque el problema con la inmigración no es la llegada de inmigrantes, sino las imperfecciones del mercado que provocan que en las economías donde las empresas tienen gran poder de negociación, son estas las que ponen a competir trabajador con trabajador para negociar salarios a la baja. El necio mira al inmigrante, el listo a una economía más competitiva. Otro experimento realizado por el psicólogo de la Universidad de Guelph Daniel V. Meegan muestra que tendemos a creer en la mentalidad de suma cero incluso en aquellos casos en los que no tiene sentido. En su experimento, los participantes recibían sus calificaciones respecto a un criterio general, no en relación a los otros compañeros. Sin embargo, cuando se les pedía a posteriori que valorasen las notas de los próximos compañeros después de enseñarles las graduaciones más altas, predecían que las siguientes iban a ser más bajas. En definitiva, creían en “escenarios de competencia feroz, aunque no lo fuesen realmente”.En alguna ocasión he contado que mi preferencia por la cultura frente al deporte, sobre todo cuando consiste en un espectáculo público como elegir entre ir a un concierto o a un partido de fútbol, puede deberse a que inconscientemente huyo de la suma cero. En un enfrentamiento entre dos equipos rivales, siempre va a haber uno feliz, y otro no tanto. De acuerdo, es posible que el ganador esté muy feliz. Pero también creo que en un buen concierto, todo el mundo, absolutamente todos, se lo estén pasando increíble.La música, y la cultura en general, no son un juego de suma cero, sino variable. Como aquella frase que solía soltar Springsteen en sus speeches y que hoy suena inocentona, “nadie gana si no gana todo el mundo”. Al final de Los juegos del hambre no quedaba un único ganador que hubiese eliminado a todos sus rivales, sino que los competidores tomaban conciencia del funcionamiento de un sistema que los había puesto a competir entre sí y contra el que se rebelaban. En una sociedad donde todos creemos en la suma cero a pies juntillas, debemos pararnos a pensar quién es nuestro verdadero enemigo, si es que hay uno.
Comunidades autónomas, diputaciones, organizaciones parapublicas , chiringuitos de género , ong regadas de dinero público ... miles de ayuntamientos innecesarios ... pero lo que es impagable Som las pensiones de nuestros padres o abuelos.Son/somos gilipollas .