La doble transición —
del campo a la ciudad y de la industria a los servicios— ha generado un nuevo régimen de acumulación urbana, acelerado mortalmente desde los años 70 y 80 del siglo XX, donde la vivienda pasó de ser un derecho básico, a un instrumento especulativo de renta.
Con los datos de las tablas sobre el porcentaje de población urbana y el porcentaje del sector servicios en el PIB desde 1820 hasta 2020, se pueden extraer varias conclusiones que ayudan a comprender el contexto estructural detrás de la escasez e inflación actual de la vivienda:
1. Urbanización creciente → Aumento sostenido de la demanda de vivienda
La concentración poblacional en ciudades ha disparado la demanda de vivienda urbana, sin que la oferta (nuevas construcciones, acceso a suelo, infraestructuras) crezca al mismo ritmo, generando escasez relativa y presión alcista sobre los precios.
2. Terciarización de la economía → Precarización e inestabilidad del ingreso
Transición productiva: En todos los países se observa un paso claro desde sectores primarios/secundarios (agricultura e industria) hacia el sector servicios, el cual domina el PIB en 2020 en casi todos los casos (más del 70% en países desarrollados).
Si bien el sector servicios lidera el PIB, no garantiza empleos bien remunerados o estables. Muchos trabajos son informales, temporales o mal pagados (gig economy, turismo, comercio menor). Esto limita el acceso al crédito y al ahorro para acceder a la vivienda.
3. Desvinculación entre valor de uso y valor de cambio de la vivienda
La vivienda, especialmente en entornos urbanos, se ha transformado en activo financiero, no solo en bien de uso. Esta transformación ocurre en paralelo al crecimiento del sector servicios y la financiarización de la economía.
En un entorno de creciente urbanización y terciarización:
- La demanda se concentra.
- La oferta queda capturada por grandes inversores.
- Se consolidan burbujas inmobiliarias.
A pesar del crecimiento del PIB en servicios, la vivienda no se distribuye según necesidad, sino según capacidad de especulación, crédito o renta. Esto incrementa los precios más allá de lo que las mayorías pueden pagar.
4. El crecimiento no implica equidad espacial ni acceso
Un bajo nivel de urbanización y una economía centrada en servicios, anticipa presión futura sobre ciudades, muchas veces sin infraestructura adecuada, con ciudades densas y mercado habitacional tensionado, desigualdades profundas y expansión informal.
Conclusión general
La actual escasez e inflación de la vivienda no es coyuntural, sino estructural y global.