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Cita de: cujo en Marzo 06, 2023, 11:32:58 amCita de: sudden and sharp en Marzo 06, 2023, 10:56:35 amNosotros a lo nuestro...Señores... esto es FASCISMO.la primera prueba para entrar en una mara , es matar a una persona al azar. Todos esos que ves ahi sentados , han matado a una persona al azar.los leucocitos no son fascistas.Yo no hablo de las maras... (de las que sólo sé lo que se publica.)Lo de esas fotos, no obstante, es fascismo de manual.
Cita de: sudden and sharp en Marzo 06, 2023, 10:56:35 amNosotros a lo nuestro...Señores... esto es FASCISMO.la primera prueba para entrar en una mara , es matar a una persona al azar. Todos esos que ves ahi sentados , han matado a una persona al azar.los leucocitos no son fascistas.
Nosotros a lo nuestro...Señores... esto es FASCISMO.
Cita de: wanderer en Marzo 06, 2023, 14:54:34 pmÉsta defensa numantina (y bastante cínica, además) de las pensiones me ha dejado algo descolocado:CitarMontero traslada a los jubilados la responsabilidad del escudo social: "Las pensiones son para los hijos y los nietos que no pueden pagar la luz o el súper"La ministra de Hacienda define las jubilaciones como "el dinero mejor repartido que pueden tener las familias"https://www.larazon.es/economia/montero-traslada-pensiones-escudo-social-gobierno-son-hijos-nietos-que-pueden-pagar-luz-super_202303066405e4ad58a098000197b018.htmlEn fin, a mí no se me ocurriría vivir de la pensión de mi madre, por jodido que estuviera, pero allá cada cual con su conciencia.Me recuerda a las últimas noticias de UK y a la corriente de publirreportajes de boomers ayudando a sus hijos y nietos a dar la entrada para una casa.En ambos casos, la máxima es la misma. Hemos pasado del "jódete, haber nacido antes" al "jódete, haber tenido abuelos". La gente que no tiene ascendencia que pueda ayudarles están en la m·erda y siempre lo estarán.Ya sabíamos que el ascensor social era un poco cuento, pero ahora ya ni siquiera los políticos de izquierdas se molestan en disimular.
Ésta defensa numantina (y bastante cínica, además) de las pensiones me ha dejado algo descolocado:CitarMontero traslada a los jubilados la responsabilidad del escudo social: "Las pensiones son para los hijos y los nietos que no pueden pagar la luz o el súper"La ministra de Hacienda define las jubilaciones como "el dinero mejor repartido que pueden tener las familias"https://www.larazon.es/economia/montero-traslada-pensiones-escudo-social-gobierno-son-hijos-nietos-que-pueden-pagar-luz-super_202303066405e4ad58a098000197b018.htmlEn fin, a mí no se me ocurriría vivir de la pensión de mi madre, por jodido que estuviera, pero allá cada cual con su conciencia.
Montero traslada a los jubilados la responsabilidad del escudo social: "Las pensiones son para los hijos y los nietos que no pueden pagar la luz o el súper"La ministra de Hacienda define las jubilaciones como "el dinero mejor repartido que pueden tener las familias"https://www.larazon.es/economia/montero-traslada-pensiones-escudo-social-gobierno-son-hijos-nietos-que-pueden-pagar-luz-super_202303066405e4ad58a098000197b018.html
Cita de: el malo en Marzo 06, 2023, 18:22:03 pmCita de: wanderer en Marzo 06, 2023, 14:54:34 pmÉsta defensa numantina (y bastante cínica, además) de las pensiones me ha dejado algo descolocado:CitarMontero traslada a los jubilados la responsabilidad del escudo social: "Las pensiones son para los hijos y los nietos que no pueden pagar la luz o el súper"La ministra de Hacienda define las jubilaciones como "el dinero mejor repartido que pueden tener las familias"https://www.larazon.es/economia/montero-traslada-pensiones-escudo-social-gobierno-son-hijos-nietos-que-pueden-pagar-luz-super_202303066405e4ad58a098000197b018.htmlEn fin, a mí no se me ocurriría vivir de la pensión de mi madre, por jodido que estuviera, pero allá cada cual con su conciencia.Me recuerda a las últimas noticias de UK y a la corriente de publirreportajes de boomers ayudando a sus hijos y nietos a dar la entrada para una casa.En ambos casos, la máxima es la misma. Hemos pasado del "jódete, haber nacido antes" al "jódete, haber tenido abuelos". La gente que no tiene ascendencia que pueda ayudarles están en la m·erda y siempre lo estarán.Ya sabíamos que el ascensor social era un poco cuento, pero ahora ya ni siquiera los políticos de izquierdas se molestan en disimular.Seguidas de las noticias dramita cuando llega la ejecución de la hipoteca, y los avalistas también están tiesos y tienen que malvender su casa.
[Hay tres cosas rarísimas que pudieran estar conectadas en el laboratorio de la Una, Grande y Libre:• la izquierda heterodoxísima de los marqueses del Hala-a-pagar enredada con el 'descubrimiento' de que ser mujer es un 'constructo' y la masculinidad, 'varón dandy';• la derecha más ortodoxa dando voz a un carcamal comunista en una 'emoción' de censura anti-Scholz-Macron-Internacional Socialista; y• la derecha económica pisitófila horteramente quijotesca, de la 'Pine's Raphael Foundation', rayada con la crónica extrañísima de un separatismo anunciado, que, de ser técnico, debiera disimularse, esperando a que los molinos de viento dejen la presidencia del Consejo de la UE.Mucha escoba voladora vemos en Mierdrid, a tres meses de sus elecciones identitarias neoprovinciales liberiano-ruandesas (de la liberia del liberalismo de nuevo manumitido y de la ruanda liberal-autoritaria).Pero también vemos mucho abandono de la mayoría natural nacional para final de año o antes, cara a lo que verdaderamente nos ocupa a todo Occidente, ¿o estoy equivocado?Lo que a nosotros nos importa es que LA TRANSICIÓN ESTRUCTURAL VA BIEN. Va incluso mejor que Fernando, que de no haber sido acariciado por el hijo de su amo y señor, habría conseguido un nuevo 'salto de Alvarado'.]
Home prices could face double-digit drop in these 4 cities, Goldman Sachs warnsAustin, San Francisco, Seattle among cities likely to see big slump in housing prices
No he entendido nada. Ni siquiera de qué habla. Vale que me falte contexto, pero esta vez no sé ni donde está la reflexión,
Un visionario Arrese. Y Azcona un genio. https://elpais.com/opinion/2023-03-06/el-pisito.htmlCitar La España de 2023 es un país muy diferente al de 1959, pero la vivienda continúa siendo un problema para una buena parte de su población, para todo el que mida su mes por el salario y no por el dividendo DANIEL BERNABÉ 06 MAR 2023 - 05:00 CET El pisito, primero novela de Rafael Azcona, luego película de Marco Ferreri, cuenta la historia de una pareja que, a finales de los cincuenta, busca casa en el Madrid que se despide de la posguerra y se prepara para el desarrollismo del Plan de Estabilización. La ciudad huele aún a cartilla de racionamiento y delación pero, en sus periferias, ya se empiezan a levantar los ensanches que darán cobijo a miles de emigrantes. El franquismo abandonó la autarquía en 1959 para entrar en la órbita de Washington, aun a costa de que el país experimentara una transformación, de lo agrario a lo industrial, que ponía en riesgo los pilares del régimen.José Luis Arrese, primer ministro de Vivienda que requirió el periodo, comprendió esta amenaza, conjurándola con una icónica frase: “queremos un país de propietarios, no de proletarios”. Mientras que el PCE entendió que las fábricas serían la semilla para vehicular el nuevo movimiento obrero hacia las aspiraciones democráticas, el régimen comprendió que para garantizar un orden suelen ser más efectivos los títulos de propiedad que las sentencias de cárcel, la aspiración antes que el miedo. Azcona volvió a retratar el lado más chusco de la dictadura, sin dejar a salvo a unos ciudadanos que bajo la escasez se decidían por la mezquindad. El buen costumbrismo carece de misericordia.Que el protagonista de El pisito, interpretado en la pantalla por un magistral José Luis López Vázquez, se acabe casando con una vieja para heredar, pensándola moribunda pero encontrando luego un ejemplo de longevidad, es parte de una oscura comedia que anticiparía el destino de un país que se quiso narrar como resistente al franquismo, por olvidar que en buena parte había sido su cómplice. Caben lecturas morales al respecto, también la frialdad materialista de asumir que antes de los principios va la seguridad que aquí se entiende, ante todo, como un techo propio. Una casa es el lugar desde el que emprender un proyecto de vida pero, como casi todo, tiene trasfondo ideológico. En el siglo XX fue el de la estabilidad.La España de 2023 es un país muy diferente al de 1959, pero la vivienda continúa siendo un problema para una buena parte de su población, para todo el que mida su mes por el salario y no por el dividendo. El conflicto no es nuevo y hunde sus raíces en aquello que se llamó el milagro económico de José María Aznar y Rodrigo Rato y que consistió en tomar lo inmobiliario como combustible para una especulación financiera desmedida, cuya inspiración venía de lo peor de Wall Street. A finales de los 2000 surgieron los primeros movimientos de protesta frente a unas hipotecas inasumibles, se los trató con cajas destempladas y alguna carga policial. Que alquilen, como solución, es que España es un país de propietarios, se les dijo.Cuando todo acabó de reventar, el milagro se volvió pesadilla y en nuestra agenda aparecieron palabras como “desahucios” y eufemismos como “activos tóxicos”. Una casa seguía siendo, para la mayoría, un lugar de residencia pero a efectos de la gran economía lo inmobiliario ya se había convertido en parte del sistema financiero. Así los sucesivos gobiernos promovieron y facilitaron la llegada de fondos de inversión para solventar el problema de qué hacer con esas viviendas sobrantes para la gran banca. Y el ciclo volvió a comenzar, salvo que esta vez tomando el alquiler como parte de la ecuación. Hoy, aquella opción habitacional, que había servido como refugio a quien había sido relegado de la compra, empieza a alcanzar las condiciones de lo imposible.El Gobierno portugués prohibirá la creación de nuevos pisos turísticos, obligará a salir al mercado a los pisos vacíos y fijará un techo máximo en los precios del alquiler. Aquí se espera el desbloqueo de la ley de vivienda para marzo, con tensiones entre los socios de la coalición por la profundidad de las medidas a aplicar. Sin embargo, el gran conflicto está por producirse con un sector inmobiliario que genera cuantiosos beneficios. Ya conocemos la partitura: cualquier intervención pública será el preludio del apocalipsis. Lo que no nos cuentan los compositores del ladrillo es que su mercado se ha divorciado definitivamente de su valor social: el que la gente tenga un lugar donde vivir. A eso se le debería llamar ineficiencia.Claro que el problema, para obtener una ley de vivienda tan funcional como ambiciosa, es que Pedro Sánchez, como cualquier presidente europeo, debe reunirse con Larry Fink en igualdad de condiciones. Claro que el rentismo, columna vertebral de la España más reaccionaria, opondrá toda su resistencia. Lo que sucede es que hay muchos ciudadanos dispuestos a casarse de nuevo con la vieja, como López Vázquez en El pisito. No son grandes tenedores, pero en ellos opera la pulsión por situarse a su lado, pensando que eso les aportará seguridad. Ese es el poder de la vivienda, el fantasma de la aspiración personal, cuando hace ya años que se ha convertido en otro valor financiero.Edito para añadir el comentario tan acertado de Asutadísimos al hilo de la "marcha" de Ferrovial: Citar¿Acaso en España no se trabaja en que haya clima de 'himbersión' en ladrillo? El problema es que, con el ladrillo, ya no creces, decreces, pero no por nada marginalista, sino porque es un timo y los primos se han 'coscao'.
La España de 2023 es un país muy diferente al de 1959, pero la vivienda continúa siendo un problema para una buena parte de su población, para todo el que mida su mes por el salario y no por el dividendo DANIEL BERNABÉ 06 MAR 2023 - 05:00 CET El pisito, primero novela de Rafael Azcona, luego película de Marco Ferreri, cuenta la historia de una pareja que, a finales de los cincuenta, busca casa en el Madrid que se despide de la posguerra y se prepara para el desarrollismo del Plan de Estabilización. La ciudad huele aún a cartilla de racionamiento y delación pero, en sus periferias, ya se empiezan a levantar los ensanches que darán cobijo a miles de emigrantes. El franquismo abandonó la autarquía en 1959 para entrar en la órbita de Washington, aun a costa de que el país experimentara una transformación, de lo agrario a lo industrial, que ponía en riesgo los pilares del régimen.José Luis Arrese, primer ministro de Vivienda que requirió el periodo, comprendió esta amenaza, conjurándola con una icónica frase: “queremos un país de propietarios, no de proletarios”. Mientras que el PCE entendió que las fábricas serían la semilla para vehicular el nuevo movimiento obrero hacia las aspiraciones democráticas, el régimen comprendió que para garantizar un orden suelen ser más efectivos los títulos de propiedad que las sentencias de cárcel, la aspiración antes que el miedo. Azcona volvió a retratar el lado más chusco de la dictadura, sin dejar a salvo a unos ciudadanos que bajo la escasez se decidían por la mezquindad. El buen costumbrismo carece de misericordia.Que el protagonista de El pisito, interpretado en la pantalla por un magistral José Luis López Vázquez, se acabe casando con una vieja para heredar, pensándola moribunda pero encontrando luego un ejemplo de longevidad, es parte de una oscura comedia que anticiparía el destino de un país que se quiso narrar como resistente al franquismo, por olvidar que en buena parte había sido su cómplice. Caben lecturas morales al respecto, también la frialdad materialista de asumir que antes de los principios va la seguridad que aquí se entiende, ante todo, como un techo propio. Una casa es el lugar desde el que emprender un proyecto de vida pero, como casi todo, tiene trasfondo ideológico. En el siglo XX fue el de la estabilidad.La España de 2023 es un país muy diferente al de 1959, pero la vivienda continúa siendo un problema para una buena parte de su población, para todo el que mida su mes por el salario y no por el dividendo. El conflicto no es nuevo y hunde sus raíces en aquello que se llamó el milagro económico de José María Aznar y Rodrigo Rato y que consistió en tomar lo inmobiliario como combustible para una especulación financiera desmedida, cuya inspiración venía de lo peor de Wall Street. A finales de los 2000 surgieron los primeros movimientos de protesta frente a unas hipotecas inasumibles, se los trató con cajas destempladas y alguna carga policial. Que alquilen, como solución, es que España es un país de propietarios, se les dijo.Cuando todo acabó de reventar, el milagro se volvió pesadilla y en nuestra agenda aparecieron palabras como “desahucios” y eufemismos como “activos tóxicos”. Una casa seguía siendo, para la mayoría, un lugar de residencia pero a efectos de la gran economía lo inmobiliario ya se había convertido en parte del sistema financiero. Así los sucesivos gobiernos promovieron y facilitaron la llegada de fondos de inversión para solventar el problema de qué hacer con esas viviendas sobrantes para la gran banca. Y el ciclo volvió a comenzar, salvo que esta vez tomando el alquiler como parte de la ecuación. Hoy, aquella opción habitacional, que había servido como refugio a quien había sido relegado de la compra, empieza a alcanzar las condiciones de lo imposible.El Gobierno portugués prohibirá la creación de nuevos pisos turísticos, obligará a salir al mercado a los pisos vacíos y fijará un techo máximo en los precios del alquiler. Aquí se espera el desbloqueo de la ley de vivienda para marzo, con tensiones entre los socios de la coalición por la profundidad de las medidas a aplicar. Sin embargo, el gran conflicto está por producirse con un sector inmobiliario que genera cuantiosos beneficios. Ya conocemos la partitura: cualquier intervención pública será el preludio del apocalipsis. Lo que no nos cuentan los compositores del ladrillo es que su mercado se ha divorciado definitivamente de su valor social: el que la gente tenga un lugar donde vivir. A eso se le debería llamar ineficiencia.Claro que el problema, para obtener una ley de vivienda tan funcional como ambiciosa, es que Pedro Sánchez, como cualquier presidente europeo, debe reunirse con Larry Fink en igualdad de condiciones. Claro que el rentismo, columna vertebral de la España más reaccionaria, opondrá toda su resistencia. Lo que sucede es que hay muchos ciudadanos dispuestos a casarse de nuevo con la vieja, como López Vázquez en El pisito. No son grandes tenedores, pero en ellos opera la pulsión por situarse a su lado, pensando que eso les aportará seguridad. Ese es el poder de la vivienda, el fantasma de la aspiración personal, cuando hace ya años que se ha convertido en otro valor financiero.
¿Acaso en España no se trabaja en que haya clima de 'himbersión' en ladrillo? El problema es que, con el ladrillo, ya no creces, decreces, pero no por nada marginalista, sino porque es un timo y los primos se han 'coscao'.
Ahora los gobiernos son muy débiles, estamos en una guerra que nadie entiende ni necesita, el pacto social está empezando a mostrar grietas, y El Pisito es uno de sus pilares más importantes. El colectivo que más enseñe los dientes a los gobiernos, se lleva el gato al agua. Y en eso, el propietariado es el que mejor posicionado está.