www.transicionestructural.NET es un nuevo foro, que a partir del 25/06/2012 se ha separado de su homónimo .COM. No se compartirán nuevos mensajes o usuarios a partir de dicho día.
5 Usuarios y 31 Visitantes están viendo este tema.
LA SOCIEDAD DEL LADRILLO ES UNA SOCIEDAD DE CASTAS.—Si quieres ser libre en la sociedad del Ladrillo, solo puedes ser un loco, loco en su acepción de exceder en mucho a lo ordinario o presumible.La vivienda —bien básico de consumo obligatorio— ha sido capturada por dinámicas económicas usurarias que clasifican a la población en castas socioeconómicas, independientemente de la voluntad, similar a lo que ocurría en el sistema de castas de la India tradicional.La colonización anglo procedió a hacer un censo de la población de India, registrando la posible casta a la que cada uno pertenecería. De esta forma, lo que tradicionalmente solo era poesía (emic) se transformó en prosa (etic), en prosa opresora.En las sociedades modernas, con la vivienda, hay mucho más que un censo. Hay un registro fiscal permanentemente actualizado, multitud de bases de datos y, además, inteligencia de sobra (programas, reglas y 'mores') que te delatan si te pones el mundo por montera.Hay cinco castas ordinarias o presumibles. ¿Tú a cual pertenecerías para los censistas?5.ª Los parias: Los 'sintecho'. Son de dos tipos: los 'sintecho' sin techo y los 'sintecho' con techo de los padres. Son personas humanas excluidas del sistema. Son intocables, aunque podrían eventualmente llegar desclasarse si sus padres les dejan ahorrar o si interviene el Estado.4.ª Los bichos crónicos: Son los sirvientes y obreros. En India, los 'sudras'. Son la carne de cañón del exprimeinquilinato. Sus rentas están calculadas para que no den nada más que para para el alquiler y sobrevivir. Transfieren constantemente sus rentas a otros. Jamás acumularán Capital alguno. Solo tienen posibilidad de desclasarse si les toca alguna lotería.3.ª Los hipotecados: El propietariado. Tienen su vivienda y punto. Su vida es lo que sucede mientras pagan la hipoteca. Son productores y comerciantes ('vaishyas') cuyas rentas tienen la holgura suficiente como para no tener que 'tirar el dinero alquilando'. Su afán no es declasarse para arriba sino no ser desclasados para abajo. También, que su zona sea 'gentrificada'.2.ª Alto 'standing', 'prime', casta 'zonanobiliaria' o 'zonaconsolidada': Es la nobleza guerrera ('chatrias'). Tienen buenas viviendas bien compradas y empleos bien remunerados. A sus rentas ordinarias se le suma la revalorización inmobiliaria. Acumulan sin esfuerzo. Su único problema: estar a bien con la casta 1.ª.1.ª Rentistas y herederos: Los 'brahamanes'. Son los propietarios del Capital de verdad (Activo menos Pasivo orientado a la Producción) o de múltiples inmuebles adquiridos favorablemente. No trabajan ni emprenden. Delegan en la nobleza guerrera, pero están en tensión con ella porque esta ha dejado que los desequilibrios se vuelvan inadministrables.Lo que decimos en este blog es que, por encima de las castas, hay un estado de conciencia 0 (cero) en el que se superan las dos grandes contradicciones de nuestra época (los dos frentes de la Tercera Guerra Mundial):• Ladrillo vs. Capital• Dólar vs. EuroAyer, en Alaska, con motivo de la guerra 'proxy' en suelo ruso y ucraniano, se produjo un hecho supermegahipersueltadesamparista-2025. Se disipó la ilusión de separación ('maya'): no hay dualidad entre el cuerpo-alma (EE. UU., Rusia y la UE representada por Rusia) y el espíritu (China). Solo existe la Conciencia Pura. Las castas han muerto, si es que alguna vez existieron.El nuevo modelo de capitalismo planificado vuela en solitario (suelta); y para los jugadores popularcapitalistas solo hay la cadena y bola del 'samsara' (desamparo), cada individuo condicionado por cómo de horrendos sean su 'karma' (acciones) y su ignorancia.Bienvenidos a la Era Cero.
Estoy en Shanghai y me confirma una cosa. Aquí no existe política social ni nada que se le parezca, tampoco pensiones. Según los europeos aquí se tendrían que estar muriendo de hambre y los abuelitos deberían estar tirados por las calles. Nada más lejos de la realidad, tras andar por la ciudad tres días como máximo he visto dos o tres homeless, en cierto punto. Las muy socialistas Madrid y Barcelona parecen más distópicas, en cuanto a problemas sociales.Por cierto, se te caen los cojones al suelo cuando pruebas el tren aquí. Renfe es una vergüenza muy grande.Saludos
Hablando de China les dejo uno de los vídeos (en español) sobre Chongqing, una ciudad que han explorado muchos youtubers extranjeros y todos salen con la misma sensación. Es un laberinto en 3 dimensiones en la que nunca sabes muy bien dónde estás, ni a qué altura.Cuando salir de tu casa para ir a la calle te lleva 20 minutos de pasadizos, que se te olvide comprar el pan y tener que volver a por él debe ser una experiencia https://www.youtube.com/watch?v=AEmCv-HOkksMe produce una mezcla entre fascinación y agobio importante. Ideal para rodar la nueva versión de las 12 Pruebas de Asterix o el Infierno de Dante S.XXI
15/08/2025 DÍA DE LA ASUNCIÓN DEL DESAMPARO.—Este comentario es continuación, en plan novelita teológica —no tan dulce de leer como otras—, de...... https://www.transicionestructural.net/index.php?topic=2628.msg247572#msg247572La Ascensión —de Jesús— es un acto propio de su divinidad, mientras la Asunción —de Santa María— es un don concedido por Dios. Asunción, ascender; asunción, asumir.La Asunción de Santa María por Dios termina en su Coronación como Reina. La corona esta sujetada por Dios Padre y Dios Hijo. De Dios Espíritu Santo, una paloma-dron con cabestrante, pende el cable tenso que pasa por el centro de la corona. Lo está enrollando. Asume a Santa María. Se intuye que su cabeza encajará perfectamente en la corona. ¡Flop!La Pasión & Muerte culminaron en la transición estructural de la Resurrección & Ascensión. Se muere con dolor en una vida, pero se muere porque no se muere por saber que se nace a otra mejor más alta.Con la Ascensión tuvo lugar la suelta de la nueva era que ha sustituido al modelo popularcapitalista.Dicha suelta fue el 01/01/2025, el día en que entró en vigor la modificación definitiva de los acuerdos de Basilea III, lo que terminará conociéndose como Basilea IV. Nadie se percató y siguió con su vida arrítmica.Pero dos meses más tarde, el día 28/02/2025, el mundo vio el humo de aquel fuego, la otra cara la suelta: el Desamparo.El del tridente y las patillas-cuernos fue desamparado ante las cámaras por resistirse a la ascensión de lo nuevo:Más adelante fue evidenciándose que EE. UU. actuaba como aceptando que el dólar ya no es lo que fue:https://www.youtube.com/watch?v=8QlGySfxdIkFaltaba que aquel desamparo fuera asumido y, así, se cerrara el advenimiento del nuevo orden. Esto es lo que que ha pasado el 15/08/2025, gran día de la asunción de aquel desamparo y, por tanto, del inicio de un nuevo orden de amparo.La UE no viajó ayer a Alaska, pero no hacía falta. Estaba representada por la mitad europea de Rusia, eslava como la Primera Dama.China no estando, estuvo inmanentemente, como fábrica del mundo y gran acreedora de EE. UU., y como tributaria de Rusia, no solo en lo energético estricto, también en lo amplio. Se encargó de recordárselo al mundo el ministro de Exteriores ruso con su sudadera blanca.España estuvo a través de la UE y Argentina, de EE. UU, pero estuvimos presentes los dos hemisferios, encantados de la vida.¡Qué cosas más bestias están pasando en 2025, Dios mío!
CitarEs la foto!…como diría alguno.
“Hay manzanas podridas en todas partes. Pero quien dice que esta crisis es culpa nuestra, es un tonto o un charlatán”, responde Antonio Capacchione, presidente del sindicato de empresarios de playa, al teléfono desde su establecimiento en Margherita di Savoia, en Apulia. “El verdadero problema no son las tarifas, sino la pérdida del poder adquisitivo. Los salarios reales son más bajos que hace 35 años. Hemos creado un sistema accesible para todos los bolsillos: sombrilla, dos tumbonas, aparcamiento y zona picnic por 25 euros. Y aun así, la gente no viene”.
Citar“Hay manzanas podridas en todas partes. Pero quien dice que esta crisis es culpa nuestra, es un tonto o un charlatán”, responde Antonio Capacchione, presidente del sindicato de empresarios de playa, al teléfono desde su establecimiento en Margherita di Savoia, en Apulia. “El verdadero problema no son las tarifas, sino la pérdida del poder adquisitivo. Los salarios reales son más bajos que hace 35 años. Hemos creado un sistema accesible para todos los bolsillos: sombrilla, dos tumbonas, aparcamiento y zona picnic por 25 euros. Y aun así, la gente no viene”.https://www.lavanguardia.com/dinero/20250817/10977914/verano-playas-vacias-italia.html ------------Playas privadas... en Italia
“Parece hecho por ChatGPT” es ya una expresión coloquial. Transmite cutrez, pereza mental y falta de chispa; no superinteligencia, a pesar de las promesas de OpenAI en el lanzamiento de su versión GPT5. Camino de los tres años desde la irrupción de esta herramienta en nuestras vidas, no llegan las revoluciones prometidas por los multimillonarios intereses comerciales detrás de la inteligencia artificial (IA). Ni tampoco los apocalipsis profetizados de manera interesada.Son programas capaces de cosas impensables hace un lustro, pero cuyos resultados en innumerables ámbitos no alcanzan las expectativas ni de lejos, aunque se hayan integrado rápidamente en lo cotidiano. Se ha convertido en una tecnología que “ni fu, ni fa” (so-so technology), como la denomina el Nobel de Economía del año pasado Daron Acemoglu. Pero hay una percepción de que estos programas, y sobre todo sus excreciones, están inundándolo todo.“La tecnología más poderosa que ha creado la humanidad”, garantizó Sam Altman, jefe de OpenAI, pero cuando nos asomamos a la red X nos encontramos con Grok, un chatbot que ensalza a Hitler. “Más importante que el fuego y la electricidad”, afirmó Sundar Pichai, líder de Google, mientras se encadenan los casos de personas empujadas al suicidio o las autolesiones tras conversar con IAs como si fueran novias de silicio y amigos sintéticos. “Vamos a dar a todo el mundo su propia superinteligencia personal”, aseguró Mark Zuckerberg, dueño de una red social, Facebook, totalmente inundada por imágenes grotescas de jesucristos hechos con gambas y niños con cuerpo de coliflor.Se sabe que estas herramientas fallan, y nos hacen fallar, como escopeta de feria: los ejemplos se suceden desde lo más cotidiano a lo más grave. Los jueces descubren a diario cómo la jurisprudencia citada por los abogados no existe. Cuando hablamos con atención al cliente, no sabemos si al otro lado del teléfono hay un quién o un qué. Un vídeo fake está enviando turistas a un teleférico que no existe. Los programadores informáticos usan herramientas de IA para ahorrar trabajo, pero algunos estudios ya señalan que, en realidad, les ralentiza porque tienen que revisar y corregir. Varios congresistas y diplomáticos recibieron mensajes del secretario de Estado de EE UU, Marco Rubio, pero en realidad era una voz sintética.Al tontear por Tinder o Whatsapp, no sabemos si nuestro ligue está volcando frases precocinadas por IA para quedar mejor. Un grupo setentero que triunfaba en Spotify ha resultado ser una farsa digital. El primer ministro sueco le consulta a un chat inteligente sus decisiones. El remanso de paz de Pinterest está lleno de paisajes y salones fraudulentos. Funcionarios de todo el mundo vuelcan información sensible en ChatGPT o DeepSeek para tratar de agilizar tareas. Estos días atrás, la indignación se apoderó de TikTok porque unos maravillosos conejos saltarines con cientos de millones de visionados eran artificiales.“La mayoría de la gente que usa estos modelos sabe que pueden ser poco fiables, pero no sabe cuándo puede fiarse”, resume Melanie Mitchell, experta en IA del Instituto de Santa Fe (EE UU). Hay un recelo generalizado porque el despliegue forzado e imparable de estas herramientas en cada ámbito de nuestras vidas obliga a desconfiar. ¿Revisamos todo o tiramos adelante? La humanidad se adentra en bloque en una fase piloto por culpa del despliegue de unas herramientas a medio cocinar. El mundo está en modo beta, como llaman los desarrolladores informáticos a los programas en fase de pruebas, a la espera de aprender a desenvolverse en este escenario de incertidumbre. “Estamos en modo beta, pero además de las imperfecciones conocidas, existen incógnitas sobre las incógnitas que resultan muy preocupantes”, ahonda Yoshua Bengio, uno de los padres de la disciplina.“Nunca había visto que una tecnología de consumo que claramente está en una fase beta lograra tanta aceptación entre inversores, instituciones y clientes empresariales”, asegura Brian Merchant, autor de varios libros críticos con las grandes tecnológicas. “Si cualquier otra herramienta fuera tan poco fiable y propensa a errores como la inteligencia artificial generativa, sería rechazada o retirada del mercado; sin embargo, se está metiendo en todos los rincones posibles de la sociedad”, añade. Esta inundación tiene una explicación sencilla: el dinero. Más allá del pánico moral que generan todas las tecnologías que han irrumpido con esta fuerza —desde la radio hasta los videojuegos, pasando por la televisión— empiezan a asomar las primeras señales de crítica, hartazgo y repliegue.Solo cuatro empresas, Alphabet (Google), Microsoft, Meta y Amazon, esperan gastar más de 300.000 millones de dólares este año en IA. Junto con OpenAI, protagonizan una carrera despiadada y el objetivo es que nosotros, sus miles de millones de usuarios y clientes, sigamos pegados a sus productos gracias a estas herramientas inteligentes. La apuesta es absoluta, con productos redundantes y poco fiables en WhatsApp, Teams, Google, Outlook o Instagram, programas con los que interactúan miles de millones de personas. Han alcanzado la ubicuidad y, como critica Merchant, “no necesariamente porque los usuarios de todo el mundo los demanden, sino por razones que a menudo se acercan más a lo contrario”.La prueba de que no están pensados para el consumidor es que estos programas nos engañan —no pueden evitarlo—, fallan estrepitosamente y no tenemos capacidad de reparación porque ni sus creadores saben exactamente cómo funcionan las cajas negras dentro de esos cerebros de silicio. Son robots sin cuerpo que no cumplen las fantásticas leyes de Asimov: sí dañan a los humanos (ya son muchas las evidencias de suicidios y crisis mentales) y no obedecen (pruebe a pedirle que no engañe más). En un experimento de la compañía puntera Anthropic, para evitar ser apagado, el programa terminó chantajeando a su supervisor con revelar una aventura extramatrimonial. Replit, una empresa de desarrollos informáticos, creó un agente de IA que acabó borrando la base de datos de un cliente: ignoró las órdenes, mintió y trató de ocultar el estropicio creando datos falsos.Mitchell, autora de Inteligencia artificial. Guía para seres pensantes (Capitán Swing), advierte de que estos “modelos son muy articulados y suenan muy seguros de sí mismos”, por lo que pueden resultar bastante convincentes incluso cuando “alucinan”. “La gente suele descubrir que pueden ser engañosos: afirman estar seguros de afirmaciones concretas que son falsas”, afirma. Más optimista, el pionero Michael I. Jordan, que ideó la fontanería matemática que permite tener estos chatbots, cree que “la gente se irá adaptando a los tipos de errores que cometen estas herramientas, y se adaptará también a medida que algunos de esos errores desaparezcan”.Ya no hay entorno digital en el que escapar de la IA, pero eso no significa que podamos librarnos de sus consecuencias más allá de lo virtual. La experiencia de lo sucedido con las redes sociales debería servir de advertencia: Facebook facilitó la limpieza étnica en Myanmar, YouTube ayudó a disparar teorías de la conspiración y es probable que Instagram esté detrás de una crisis de salud mental entre las adolescentes. Mientras todavía se analizan las consecuencias psicosociales de las redes, y se legisla para hacer responsables a las compañías —entre acusaciones de erosionar la democracia y tumbar el concepto mismo de realidad compartida—, esas mismas empresas van a someter a un nuevo experimento a la humanidad, más intenso si cabe.Zuckerberg, que ya dejó claro que no va a seguir pidiendo perdón por los efectos de sus productos, quiere ahora acabar con la crisis de soledad global con amigos artificiales proporcionados por Meta en sus redes y para ello ha pedido acabar con el “estigma” de relacionarse con seres virtuales. El magnate no tiene que convencer a los más jóvenes: dos tercios de los adolescentes del Reino Unido usan chatbots de IA, y un tercio lo sienten como hablar con un amigo, sobre todo los críos más vulnerables. No sabemos cómo puede afectar a la delicada salud mental global un experimento a esa escala: casi 4.000 millones de personas usan regularmente productos de Meta. Y más de 500 millones de usuarios intercambian 2.500 millones de mensajes diarios con ChatGPT.“Estos sistemas también pueden ser excesivamente aduladores, elogiando las ideas de los usuarios sin importar cuáles sean, lo que en algunos casos ha llevado a que las personas pierdan el contacto con la realidad”, advierte Mitchell. Los expertos consideran que, sin la existencia de Facebook, un evento como el asalto al Capitolio de EE UU hubiera sido impensable; es imposible saber qué sucederá cuando cientos de millones personas con todo tipo de vulnerabilidades comiencen a relacionarse regularmente con robots incapaces de medir las consecuencias de lo que enuncian. Tenemos un atisbo: los primeros estudios encuentran alarmantes indicios de conexión entre este uso y alucinaciones, brotes y problemas psicológicos. Hace unos días, OpenAI reconocía que ha tenido que retirar modelos demasiado complacientes y que estaban “trabajando para mejorar la forma en que ChatGPT responde en momentos críticos, por ejemplo, cuando alguien muestra signos de angustia mental o emocional”. Para sorpresa de los propios investigadores, los principales usos actuales de la IA son terapia y acompañamiento, según un trabajo de Harvard Business.“Persisten grandes incertidumbres sobre nuestra coexistencia con estos sistemas cada vez más inteligentes”, advierte Yoshua Bengio, premio Turing y profesor de la Universidad de Montreal. Y añade: “Deberíamos abordar la integración de estos sistemas en nuestra vida diaria con mucha más cautela”.La IA y el mínimo esfuerzoMás allá de estos graves problemas, hay otra derivada que se puede notar a escala planetaria: nuestra materia gris derretida. La IA generativa, como gran aliada de la ley del mínimo esfuerzo, provoca una pereza mental considerable en sus usuarios. Ya se ha observado incluso en escáneres cerebrales. Un trabajo del MIT mostró este “coste cognitivo” en un trabajo preliminar que señalaba lo obvio: el cerebro humano es una máquina extraordinariamente eficiente que solo consume combustible si es estrictamente necesario. De ahí surgen nuestros sesgos y prejuicios. Y si se lo damos todo terminado, no se va a levantar del sofá: el estudio observó que quienes usaban ChatGPT para escribir un ensayo tenían menos actividad neuronal y, sobre todo, daban unas respuestas más homogéneas entre sí.La autora principal del estudio, Nataliya Kosmyna, responde que “es importante vigilar su impacto sobre el pensamiento crítico”. Aunque sepamos que solo es fiable hasta cierto punto, tomaremos por bueno el resultado, poniendo en riesgo nuestra “capacidad de hacer preguntas, analizar críticamente las respuestas y formarse una opinión propia”, advierte. Sus resultados coinciden con otros estudios: como la IA genera respuestas buscando la media estadística de lo que ha leído, el mundo iría perdiendo ideas frescas e innovadoras. Estos programas homogeneizan el pensamiento, al empujarnos hacia el centro de gravedad de lo que han dicho todos los demás.De momento, todo este despliegue no está llevando beneficios a sus impulsores, aunque el dinero fluye y se acumula como nunca. OpenAI valdría 300.000 millones de dólares. Anthropic, 62.000 millones. Y xAI, la compañía de Elon Musk, 50.000 millones. Pero el modelo de negocio está lejos de estar claro. Ahí es donde el Nobel Acemoglu pincha el globo del milagro de una nueva revolución industrial, calculando que el aumento total de la productividad impulsada por la IA en los próximos 10 años será de aproximadamente el 0,7%: “Efecto no trivial, pero modesto, y ciertamente mucho menor que los cambios revolucionarios que algunos predicen”. En un encuentro con periodistas este jueves, el propio Altman admitió que están en medio de una “burbuja”. Y hay un factor que muchas predicciones optimistas no tienen en cuenta: los humanos. Klarna, una empresa sueca de servicios financieros, sacaba pecho cuando prescindió de 700 empleados para dejar la relación con los clientes en manos virtuales, pero ha tenido que recoger cable porque la gente percibía que no daban un buen servicio. Es un problema generalizado: solo el 11% de las organizaciones logra aplicar la IA con eficacia para relacionarse con sus clientes, según Harvard Business Review, y solo 1 de cada 4 proyectos de este tipo consiguen lo prometido, según un trabajo de IBM. Ahora, OpenAI ofrece gratis su chatbot a todos los funcionarios públicos estadounidenses. Como escribía recientemente Acemoglu en estas páginas: “Los “agentes” de inteligencia artificial (IA) están en camino, estemos preparados o no”. Hay muchos cocineros invirtiendo dinero en que nos comamos estas lentejas. En este punto se muestra más crítico Jordan, de la Universidad de California en Berkeley, porque “estos modelos absorben el trabajo creativo y no ofrecen ninguna compensación a esas personas”. “El modelo de negocio actual se basa principalmente en suscripciones y publicidad”, critica este ganador del premio Fronteras, casualmente el mismo modelo que tienen las redes sociales.Donald Trump y Sam Altman, a la derecha del todo, en la presentación del plan Stargate.Donald Trump y Sam Altman, a la derecha del todo, en la presentación del plan Stargate.Carlos Barria (REUTERS)Una de las primeras decisiones que tomó Donald Trump tras tomar posesión como presidente en enero fue lanzar un espectacular plan de 500.000 millones en inversiones —Stargate— para potenciar el desarrollo de la IA, con el apoyo de OpenAI. Seis meses después, según informó el Wall Street Journal, solo hay previsto un pequeño centro de datos en Ohio. Aun así, Trump ha redoblado su apuesta con un plan federal que compra el marco de las grandes tecnológicas que le han apoyado desde su nombramiento: un programa que se centra en retirar todas las precauciones impuestas por la Administración Biden y acelerar su desarrollo con una “cultura dinámica, de prueba primero, para la IA”. Por supuesto, Trump exige en su plan que estos chatbots estén “libres de sesgos ideológicos”, lo que ha redoblado las guerras culturales en torno a la IA, algo que terminará afectando a sus usuarios más allá de EE UU. El ejemplo paradigmático de todo esto sería Grok, que solo tiene el sesgo de Elon Musk y que ha sido probado directamente en X difundiendo ideas racistas de forma global. El pretexto esgrimido para este plan es hacer frente a un poderoso competidor, China, pero el discurso nacionalista se tambalea al ver cómo las big tech estadounidenses se roban ingenieros las unas a las otras. Meta está ofreciendo remuneraciones de hasta 1.000 millones a las estrellas de la competencia, como si fueran jugadores de NBA.La ciudadanía permanece estupefacta ante lo que está ocurriendo, entre el chiste de la cultura popular y el horror de algunas noticias. Ya se conocen las amenazas medioambientales, para los derechos de autor o para el empleo. Y muchos de los beneficios de la IA son promesas lejanas, casi esotéricas. Demis Hassabis, el jefe de Google Deepmind (la división de IA del gigante), ya ha ganado un premio Nobel de Química sin saber nada de química gracias a su herramienta para predecir el plegamiento de proteínas. Un hito monumental en el ámbito de la biomedicina, pero difícil de divulgar entre la gente. Mientras tanto, cada día una madre descubre horrorizada que circula un vídeo sexual de su hija creado por un compañero de clase con un programa gratuito. Como advierte una adolescente en un informe reciente de Save the Children: “Puede que utilicen mi cara con IA para cualquier cosa”. Una encuesta a 10.000 personas (EE UU, Reino Unido, Francia, Alemania, Polonia) revela que el 70% exige que la IA nunca decida sin supervisión humana y que solo un tercio ve la tecnología con esperanza, lo que contrasta con el impulso de los gobiernos. En España, el CIS mostró que “incertidumbre” es el sentimiento más repetido (por el 76%) entre quienes conocen la IA. La socióloga Celia Díaz, de la Complutense, ha estudiado la percepción de los españoles: más del 80% dice usar IA a diario, pero no hay un diagnóstico claro: “Es muy ambivalente. No hay un discurso claro acerca de cuáles son los riesgos y de si los beneficios mejoran nuestra vida. Y tienen miedo, aunque no saben muy bien de qué. No hay nada cristalizado”, señala.El último día de julio, los trabajadores de King, la empresa de Microsoft que desarrolla el videojuego Candy Crush, se manifestaron contra los despidos relacionados por la integración de la IA. Muchos se acordaron de los luditas, aquellos obreros textiles ingleses de principios del siglo XIX que destruían las máquinas. “Los luditas no protestaban solo contra los industriales que automatizaban su trabajo, sino también contra la manera en que eso degradaba la calidad de su labor y de los productos que fabricaban”, recuerda Merchant, autor de un libro (Sangre en la máquina) que compara aquella época con la actual. “Los jefes de las fábricas de entonces estaban empeñados en producir enormes volúmenes de imitaciones baratas, muy parecido a lo que están haciendo hoy las empresas con la IA”, añade. Tras los despidos en Xbox, otra filial de videojuegos de Microsoft, uno de sus ejecutivos recomendó a los afectados que usaran Copilot, el chatbot de la empresa, para “reducir la carga emocional y cognitiva que conlleva la pérdida del trabajo”. Hay un detalle importante en el contexto del nacimiento de los luditas: no vivían en democracia, y estos avances se les imponían legalmente, en contra de sus intereses, para beneficiar a los oligarcas.
Cita de: Vipamo en Hoy a las 00:07:01CitarEs la foto!…como diría alguno.Sin duda.